ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA N.º 19

LAS PATOLOGÍAS DE FIN DE SIGLO LA FUERZA DE UN LIBRO
SÓLO AMA UN SUJETO DESEANTE PSICOANÁLISIS Y MEDICINA
LO QUE COBRA VALOR UN ENFERMO SANO. INFECCIÓN POR HIV
 ¿CÚANDO INICIAR EL TRATAMIENTO SIN SÍNTOMAS?
CASTIGADOS POR SENTIMIENTO DE CULPA ENFERMEDADES AL BORDE DE LA MENTE: 
CÁNCER Y SIDA
ACERCA DE UN DESTINO IRREMEDIABLE DE NUESTROS ANTECEDENTES
PSICOANÁLISIS Y EDUCACIÓN MARX
LOS MITOS FREUD
ENTRE LA ANOREXIA Y LA VIGOREXIA
 LLEGAMOS AL 2000
LACAN
CREENCIAS Y SUPERSTICIONES MENASSA
DE LA HIPNOSIS A LA PALABRA ENTREVISTA A VICTORIA PREGO
ESCRIBIR UNA LECTURA PSICOANÁLISIS PARA TODOS

LAS PATOLOGÍAS 
DE FIN DE SIGLO

VII CONGRESO INTERNACIONAL

GRUPO CERO

CONFERENCIA INAUGURAL

Estos días previos al Congreso VII del Grupo Cero, Clínica Psicoanalítica, Patologías de fin de siglo, estoy viendo caer todos los mitos.

Los casos de los que tengo que escribir necesitan el máximo secreto, ya que investigar seriamente estas enfermedades muestra claramente la vida íntima del enfermo que, en la mayoría de los casos, estos pacientes prefieren la enfermedad a la verdad.

Esta vez tengo que hablar del Sida, del Cáncer, de la Vejez, de la Muerte, de la Decadencia.

Todos nosotros éramos inmortales, yo también. Recuerdo en dos oportunidades, toda la comunidad donde vivía se vacunó y yo no. Algunos de la comunidad cayeron enfermos de aquello que se prevenían con la vacuna y yo que no me había vacunado, no había tampoco contraído la enfermedad.

Si hubiera sido más valiente, más arriesgado, algo hubiera demostrado en esa oportunidad.

De cualquier manera, sin escribir de eso y sin decirle nada a nadie, dediqué toda mi vida a esa investigación: ¿Por qué en iguales circunstancias unos enferman y otros no? Lo primero que se me ocurrió pensar en ese momento, que para enfermar, también, era necesaria una capacidad. No cualquiera, como se creía y se sigue creyendo actualmente, puede enfermar de cualquier enfermedad.

En verdad, en el sentido propio del enfermarse, el sujeto que no enferma de gripe en una ciudad donde todo el mundo está contagiado de gripe, es un incapaz.

Y en este sentido, puedo decirlo sin exagerar, me encontré a lo largo de mi experiencia clínica, con casi todas las situaciones.

Desde lagartos empequeñecidos por el sol, hasta saltimbanquis alegres pero desesperados.

Un fin de siglo, en realidad, donde todos nos parecemos en algo. La drogodependencia es extrema, toca todos los niveles de la sociedad, en una realidad donde sólo pueden triunfar los superhombres, la gente busca desesperadamente ayuda, algo que les permita sentirse más normales, con más energía, con más imaginación, más, más, más... Y así cae en los brazos de la heroína, cocaína, alcohol, marihuana, genioles, antidepresivos, pastillas para no comer, sustancias para activar la capacidad sexual, pastillas para tranquilizar los nervios, los juegos de cartas, el tute cabrero, las máquinas tragamonedas, los caballos todos los días y seis quinielas diarias, el quini, la loto y luego están, los que se drogan con las personas. No aman a nadie, no desean a nadie, pero están todo el día acompañados y hay, todavía, algunos que para darse importancia hacen escenas de celos aunque no exista ningún amante y llegan a creer que las personas se pueden tener o no tener.

Algunos ambicionan morir de la misma enfermedad que murió su madre y mueren sorpresivamente, en la vía pública, atropellados por un camión cargado con un millón de litros de leche fresca.

Y otros que, aparentemente, ejercen una libertad plena y, sin embargo, terminan muriendo de la misma enfermedad sombría del padre.

Ella, por ejemplo, quería enfermarse de los testículos pero no tenía testículos.

El quería tener un tumor de ovarios pero no tenía ovarios.

Ella lo quería sólo para ella.

El no la quería ni siquiera para él.

Después fueron obligados a vivir juntos.

El, por fin, hizo como que la quería.

Ella, por fin, hizo como que amaba a otros hombres.

Todos defendían el mismo amor, pero nadie lo tenía.

Ella, entonces, pidió su libertad, él, entonces, le dijo que la amaba.

Ella retrasó su proceso de liberación un siglo más.

Ella aburrida se puso a hacer el amor con sus amigas y de paso sentían que luchaban por su liberación.

El se sintió abandonado por ella y cayó en la droga y la homosexualidad e inventó el sida, para que ella fuera fiel.

Ella, ya que no quedaba otro remedio, pidió a cambio de su fidelidad algo de poder.

Le dieron el 25 por ciento de todo que, como sabemos, no sirve para nada.

Para realizar alguna acción, tenía que pactar con varios hombres y siempre ocurría lo mismo: Alguno de los hombres le decía que la amaba y ella abandonaba por un tiempo la revolución hasta que se daba cuenta que él hacía de cuenta que amaba a todo el mundo, también a ella.

Algunas veces se encontraba con un poeta, pero eso era lo más prohibido.

Ella amaba tanto que un poeta la amara que él organizó un sin fin de congresos de escritores y contrató a los escritores restantes para las secciones literarias de los diarios y de esa manera terminó con todos los poetas.

Ahora ella aprendió a llorar y a escribir, en poco tiempo más comenzará la guerra.

El reinventa enfermedades del pasado para provocar clemencia.

Ella se enferma como él de todo y lo odia y ya no sabe si existe alguna independencia.

El le dice, una vez más, que la vida es así y a la mañana siguiente los dos van a trabajar.

Las amigas de ella y los amigos de él, también, van a trabajar.

Digamos que hoy día nadie soporta a nadie como un semejante.

Cada uno de los seres humanos somos para los otros seres humanos como cuerpos extraños. Al encontrarnos no podemos otra cosa que producir reacciones sensibles y, siempre, descontroladas, algo así como las viejas reacciones antígeno anticuerpo o semejante.

El cáncer, el sida, las enfermedades del colágeno, el infarto de miocardio (la mayoría de las veces) lo demuestran.

La enfermedad, la más grave patología de fin de siglo sería, entonces, que no aguantamos a nadie.

Espero que en el desarrollo del Congreso podamos generar los anticuerpos necesarios, para llegar a mínimos acuerdos entre camaradas, colegas, semejantes, que nos permitan seguir produciendo nuestra propia historia, que una vez construida como historia será diferente para cada uno.

Y será ahí, donde por ser semejante me diferencio, me distingo, que el psicoanálisis y la poesía, tocan un registro imposible que es el mismo.

Esa manera heroica en que el poema, de lo visto y vivido por todos los hombres, genera una nueva realidad donde lo visto y lo vivido ya no tienen ningún sentido, es tarea única de la interpretación psicoanalítica, con lo visto y vivido (el discurso manifiesto-la asociación libre) generar una nueva realidad donde los síntomas pueden no ser necesarios.

Habrá entre nosotros algún arrebatado que le quiera sacar la piel al psicoanálisis, desnudar al psicoanálisis delante de todo el mundo para mostrar los fundamentos de su existencia científica, pero no encontrará lo que busca, ya que para Freud el fundamento de la existencia científica del psicoanálisis es la Poesía, es decir que la Poesía, es, también, un concepto.

Y ese tiempo donde la Poesía es, también, un concepto en el campo del psicoanálisis, tiene nombre y apellido y se denomina Grupo Cero y si he llegado a nombrar lo que hubiera preferido que nombraran ustedes es para poder hablarles de las dos más grandes patologías de fin de siglo: El psicoanálisis herido a muerte por el sentido, ya no sabe callar para que hable lo Otro y la Poesía herida a muerte por el post-modernismo, ya no puede generar nuevas realidades y se conforma con contar historias ya vividas.

Es decir, que para terminar y dar por inaugurado el Congreso VII del Grupo Cero, quiero deciros que venimos a curar al psicoanálisis y a la poesía del verdadero mal de fin de siglo.

Muchas Gracias.

Miguel Oscar Menassa Psicoanalista
Madrid: 91 542 33 49
Buenos Aires: 813 37 70


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PSICOANÁLISIS 
EN MADRID

SEMINARIO

SIGMUND FREUD

XXV CONVOCATORIA

Temporada 1998/1999
ABIERTA LA MATRÍCULA

CLASE INAUGURAL
LUNES 19 DE OCTUBRE
A LAS 19,00 HORAS

Escuela de psicoanálisis
GRUPO CERO
Tel. 91 542 33 49
Fax. 91 548 33 01

http://www.grupocero.org
grupocero@grupocero.org

 

SÓLO AMA UN SUJETO DESEANTE

Ella temía más a la salud que a la enfermedad, temía más al psicoanálisis que a la enfermedad. Y eso porque la enfermedad justificaba cualquier carencia, cualquier ausencia, cualquier omisión, justificaba cada uno de sus pasos y de sus no pasos, en cambio la salud le hacía darse cuenta que durante más de diez años más que una enferma había sido una estúpida, había perdido una de sus mejores décadas huyendo en la enfermedad, viajando en una enfermedad que no la llevaba a ninguna parte, sino que le hacía permanecer, acompañar a sus padres en un viaje donde nada había podido con ese amor que les unía y separaba.

Y ella cómplice de una vida que no la pertenecía.

Ocupada en ser el objeto fantasmático del amor del otro, se perdía la oportunidad de amar. El denominado síndrome de abandono, que llevaba a ciertos individuos a la búsqueda de amantes para trabajar para ser abandonados, es más bien la imposibilidad de producirse como amantes.

Perdida en los recovecos de ser amada, de ser objeto, preocupada por ser deseable, se deteriora como objeto y se aleja del goce de habitar el lenguaje. Un objeto es mudo, un objeto no necesita hablar para ser reconocido, un objeto es suficiente con ser objeto, un objeto no ama, no tiene sentimientos, no trabaja, sólo envejece.

No hay simetría, ni retomo, lo importante es la transformación en amante del amado, hacerse sujeto del deseo, sujeto deseante.

Dime cómo amas y te diré en qué libro hablan de ti.

Existe un libro en el que se habla de todos, un libro que si no hubiese existido no habríamos conocido el amor, porque en él se produjo la invención del amor.

Hay cosas que si no se hubieran inventado no se las conocería. Si Platón no hubiera inventado el amor, no lo conoceríamos. ¿Cuántas veces nos hemos preguntado acerca del amor? ¿Cuántas acerca del verdadero amor? ¿Cuántas acerca de qué es amar y que nos amen?

A través de la historia de la humanidad hemos visto cambiar la idea de la fuente de la invención, pasando desde la idea de hábito o costumbre a la idea de vacío impenetrable, es decir que hemos pasado de ethos a ex-nihilo. No se trata de un tipo de comportamiento que se hace hábito o costumbre sino que se produce desde la nada, quiere decir que es una cuestión de discurso. La fuente de toda invención es el vacío impenetrable, quiere decir que habitamos el lenguaje, que esa es nuestra primera patria y también nuestro lugar de trabajo, pudiéndose decir que ex-nihilo es del lenguaje.

Y en el lenguaje nació la idea de amor y su belleza. Toda invención es bella por invención, esto quiere decir que cumple una función. La función de la belleza es la de señalar la última barrera antes del acceso a la cosa mortal, a nuestro propio ser mortal. La belleza es el efecto último del duelo inmortal. Hemos aprendido a huir montados en nuestros inventos, pero no a huir de cualquier dificultad u obstáculo a la consecución de nuestros deseos, sino que huimos en nuestros inventos, también en la enfermedad, en el ansia de desembarazamos de la muerte.

Transformarse de amado en amante, de deseable en deseante, ese el verdadero amor. Y deseante quiere decir que amo en el otro su falta, su deseo.

No sabemos porqué se atraen dos cuerpos, ni siquiera cómo se distribuyen la función del amante y la función del amado. Sin embargo ni el amor ni el amar es cosa de dos. El amor surge en cada uno cuando nos transformamos en deseantes. Sujeto deseante y por ello posible de ser deseado, en tanto se desean deseos, y no que me deseen puesto que ello cerraría el circuito en un delirio de a dos.

Esta cuestión nos lleva a la noción del deseo en tanto que deseo de otra cosa. El momento de la conjunción del deseo con su objeto, en tanto que inadecuado, hace surgir esta significación que se llama AMOR.

Lo alejado, lo eternamente perdido, es lo que se intenta alcanzar por los caminos del deseo, por eso que podemos decir que Platón introdujo la función de la falta como fundamento del amor.

Freud nos dice que al final del análisis lo que queda construido es esa función de la falta, el deseo, lo que desea en el otro lo que en el otro es falta, es decir, deseo, por eso que se dice que el deseo desea deseantes, desea deseos.

A esa falta Freud la llama complejo de castración, y así decimos que a la palabra le falta la cosa, al significante el significado, etc... El sujeto del inconsciente es aquel que «no sabe», incluso trabaja con ese «saber insabido», saber inconsciente, en contra de la idea griega «conócete a ti mismo» que es un saber consciente, un conocimiento, que en todos los casos funciona como prejuicio, como conocimiento previo.

Los que aman, y se ama con el deseo, no se preguntan ¿qué es el amor? Incluso preguntarse por el amor es un hecho del no amar. El deseo de amar del neurótico es la antinomia del amor.

Basta con amar, basta con estar en el asunto, para ser tomado en esta hiancia, en esta discordia, en este desgarramiento. Podemos decir que una cosa es el objeto de amor y otra cosa lo que el amor se interroga para saber si puede alcanzar este ser del otro.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93

ARGENTINA

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NOVEDADES 
EDITORIAL 
GRUPO CERO


DESEO DE NADA

 

AUTORES:
Miguel Oscar Menassa
Amelia Díez cuesta
PTS. 2.000; 16 US.

 

 

Este libro es producto del trabajo realizado en el Primer Cuatrimestre del Master en Clínica Psicoanalítica de la ESCUELA DE PSICOANÁLISIS GRUPO CERO, que comenzó en 1993, basado fundamentalmente en el libro IV LA RELACIÓN DE OBJETO Y LAS ESTRUCTURAS FREUDIANAS del seminario de Jacques Lacan, junto con los textos freudianos («Tres Ensayos para una Teoría Sexual», «Organización Genital Infantil», «La Disolución del Complejo de Edipo», «Caso Dora», «Caso Juanito», «Caso de homosexualidad Femenina», «Fetichismo», «La Femineidad», «La Sexualidad Femenina», «Escisión del Yo en el proceso de defensa»),y otros textos de Lacan («El deseo y su Interpretación», «La Subversión del sujeto y la Dialectica del deseo en el Inconsciente freudiano», «La Significación del Falo», «De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de la psicosis»), necesarios para dicho trabajo.

El Master en Clínica Psicoanalítica es la Producción de un Tiempo de Investigación y Creación que hace a la escucha psicoanalítica, imprescindible, en el camino de Formación del Candidato a Psicoanalista y necesario para todos aquellos que quieran acercarse a unos de los pensamientos más importantes del siglo XX.

 


 

LOS NOMBRES DEL GOCE


 

AUTORES:
Miguel Oscar Menassa
Amelia Díez Cuesta
PTS. 1.500; 16 US.

 

 

Un trabajo realizado en conjunto donde las voces sin confundirse se juntan y comienzan a dar cuenta de lo que acontece en el camino de la formación, recorrido que crea un nuevo horizonte donde vemos aparecer lo que se transmite como producción, este nuevo libro que da cuenta de un pensamiento teórico. Los autores han sostenido durante el tiempo de los seminarios de Clínica psicoanalítica dictados en la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero un intercambio no sólo con los candidatos a psicoanalistas de la escuela sino con los autores más importantes dentro del mundo del Psicoanálisis, Jacques Lacan y Sigmund Freud. Vemos así en este libro cómo el tiempo del desplazamiento va historizando los Nombres del Goce hasta llegar a la fundación de un Nombre Propio, y vemos también desplegarse los interrogantes que los conducen a pasajes como éste: «Una mujer para un hombre es la hora de la verdad, por eso el hombre tiene menos dificultades en afrontar a un enemigo en el plano de la rivalidad que afrontar a una mujer, en tanto ella es el soporte de esta verdad: hay apariencia en la relación del hombre y la mujer, en tanto no hay relación sexual. Todo esto nos permite pensar que según qué mujer tenga un hombre así es su síntoma. La dimensión del síntoma es que eso habla, incluso a aquellos que no saben escuchar, no dice todo, incluso a aquellos que lo saben».

LO QUE COBRA VALOR

Una puesta en el mundo como una puesta en escena y un escenario que descorre su telón para dejar aparecer una relación, la del sujeto con el objeto en una imposibilidad de ser formulada de otra manera. Es así como toda la historia hasta la actualidad los enfrentó al mismo tiempo que dejaba planteada la inquietud de poder ser de otra manera. De esta relación entre sujeto y objeto se habló extremando el conocimiento y las propiedades del objeto a conocer como las propiedades del sujeto cognoscente. Con el tiempo vino una reformulación del objeto, pero no dejamos de poner el acento en él aunque las propiedades que se le adjudicaron fuesen altamente evanescentes, como cuando Lacan habla del objeto a, aquél con el que está relacionado el sujeto del Inconsciente, un objeto que es una nada, un agujero de agujeros.

Una cuestión con el valor se nos plantea entonces, ya que si nada vale en sí como objeto, habrá otro valor que estará en sus formas de relación, un valor que se desprende cuando dicho objeto es tratado como lo que inicia el intercambio. Un valor no en sí mismo porque es insignificante, sino un valor que ni siquiera es la sombra del objeto sino que siendo del objeto no es el objeto sino su relación.

Dos valores entonces tenemos que considerar, un valor de la afirmación, que lo ubica al sujeto dentro de la raza humana, y un valor de la negociación que transformaría la insignificancia del sí mismo, en lo que pasaría a ser de ahora en más un significante sometido a sus propias leyes que dice que el sujeto será representado por un significante para otro que también será significante.

La cosa echa a andar, y al mismo tiempo adquiere valor de intercambio, es allí donde ocurre la sorpresa, la cosa sensible, ordinaria y casi originaria, se convierte en otra cosa, se transfigura, adquiere otro rango y otra forma. Se transforma en una cosa fugaz, que sobrepasa a los sentidos, es intangible, es inaudible, adquiere una rara transparencia que no es la del espíritu porque conserva ese cuerpo sin cuerpo. Hay una metamorfosis sublimatoria, la cosa que ya no se puede tocar, que ya no está en la proximidad, se vuelve sobrenatural, es sensible pero a la vez insensible, es un valor desprendido que es suprasensible, es fantasmal. Se toca allí donde no se toca, se sufre allí donde no se sufre, pertenece al cuerpo pero no está, es su miembro fantasma.

El sujeto queda pegado a su fantasma y comienza el intercambio con sus semejantes, aquellos semejantes en fantasmalidad. Juegos de fantasmas que se oponen, que se hacen frente, que se desafían y compiten pero juegos que terminan al establecer cualquier alianza en la sociedad y esto ocurre desde su primera aparición. El fantasma es de entrada social, frente a frente con sus semejantes y allí es donde se despliega y donde se desarrolla. Un sujeto que pone en juego a su doble fantasmal en todas las relaciones, por lo tanto todas las relaciones tendrán este valor de intercambio. Este valor que podemos tomar como producto-efecto del fantasma, nace de una relación, no de alguna esencia sustancial.

Nace de una relación de doble vínculo social. Los hombres se vinculan entre sí por ser todos experiencia de tiempo, de tiempo de vida, de tiempo de trabajo, y se relacionan entre sí porque hablan, hablar es para el hombre la posibilidad de estar representado por la palabra. Las cosas que realiza adquieren autonomía porque el hombre les insufla lo que tiene de humano, el habla y la voluntad, todas sus producciones están habitadas por esta voluntad, por esta fuerza que es la fuerza del deseo de intercambio.

Siempre la entrada en escena es la del fantasma que aparece habiendo cavado en el primer valor la repetición, que es lo mismo que decir la sustitución, la pérdida de la singularidad misma, el tiempo de la retroacción que es lo que da vida. El sujeto por lo tanto no es en sí mismo, siempre un doble fantasmal en el que está alienado, dará cuenta de su posición deseante. Los dos van a estar conformando lo heterogéneo, ya que no son el uno sin el otro. No hay entrada en el mundo simbólico donde se afirma como humano, sin su consecuencia que es la entrada en un orden simbólico que está regido por las leyes de intercambio, donde el valor de cambio es lo fantasmático.

Ya desde un comienzo todo está destinado a los otros, un objeto que tiene un primer propietario que lo donará a los otros, como pasa en toda la etapa del tener que marca al objeto con el valor de uso. Pero este tener está afectado por la ofrenda que se hace el mismo como signo de amor, ya este primer objeto está marcado por la posibilidad de servir, al otro, por lo tanto es proyectado en ese comienzo al mercado de las equivalencias, falo por pene, por niño, por dinero, pero que nos indica que de entrada se brinda al intercambio.

Primero entonces las equivalencias, un en sí mismo aún regido por el falo imaginario que anula las diferencias y hace que el valor sea el mismo para cada uno de ellos. Pero también desde un comienzo todo viene del Otro, la castración que al mismo tiempo socavará una primera impresión con una ausencia temporalizada, donde lo que se rige es el falo simbólico como valor de intercambio de lo que no deja de ser diferente, y que desplaza de esta manera a lo equivalente.

Norma Menassa. Psicoanalista
Buenos Aires: 322 64 00


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CASTIGADOS POR 
SENTIMIENTO DE CULPA

Hay un poder, en nuestra vida normal, que observa, advierte y critica nuestras intenciones, y que en su forma regresiva aparece en el delirio de observación. Una instancia, la conciencia moral, que está encargada de vigilar el yo actual con el ideal. Ante una prohibición, u obstáculo, se dispara esa tendencia a la represión -que como proceso Freud compara a la conciencia moral- y que sería la encarnación de la crítica parental o social. Los mandatos y prohibiciones de padres, maestros y autoridades, conservan su eficacia en ese yo y su ideal a conseguir, en calidad de conciencia, o de censura moral.

Para el psicoanálisis no se trata de la existencia de unos contenidos morales, ni la conciencia moral responde a lo que en el pasado los padres dijeron a favor o en contra. La conciencia moral no es consciente. Trabaja a favor de la represión y por tanto de aquellos contenidos inconscientes, que son totalmente ajenos al yo. De todas formas, cuando hablamos de sentimientos de culpa, sí se trata de una culpa consciente, que además sabríamos adjudicarla a determinada acción u omisión que nos la provocó. Ese sentimiento de culpa es en realidad un obstáculo, no sólo a continuar la acción o a evitar el sufrimiento, sino que es un obstáculo a la verdadera culpa, que es inconsciente y que no se siente. En realidad, nos sentimos culposos porque así nos justificamos para no saber nada de lo que realmente nos altera o nos afecta.

La culpa que transcurre inconscientemente, es culpa edípica, es decir, está en relación a los contenidos inconscientes del goce con la madre y el asesinato del padre. Tiempos constitutivos del sujeto psíquico, que como efecto de la represión primordial, instaura el no querer saber nada de eso, y así, de esa manera, es como produce efectos en la conciencia. El yo siente culpa por su total incomunicación con el ello, con lo reprimido y por el contrario, por su gran comunicación con el super-yo.

Hay una dimensión del complejo de Edipo que está ligada al ideal del yo y es la función por la que el sujeto asume la masculinidad o la femineidad, y hay otra dimensión, que es la ligada al super-yo, que representa, en su relación con el yo, la prohibición («Exactamente como tu padre no debes ser») y por tanto lo permitido («Así como tu padre debes ser») y todo ello en relación a esa historia en las relaciones con los padres a las que el sujeto psíquico no puede renunciar y por eso, a expensas de la pérdida de esas relaciones, es decir, a expensas de la represión, instaura esa instancia psíquica del super-yo y que está caracterizado por su severidad y crueldad, en el imperativo de lo imposible, por lo menos bajo el régimen de la ley fálica: gozar con la madre, con das Ding.

Freud nos habla de varios tipos de carácter, descubiertos en la labor analítica y se refiere, por ejemplo, a los «delincuentes por sentimiento de culpabilidad», haciendo referencia a aquellas personas que sólo cometiendo delito (o realizando lo prohibido) consiguen un alivio a la culpa, que por ser inconsciente, de ella sólo se conocen los efectos en la conciencia, es decir, la necesidad una y otra vez de cometer delitos.

Culpa inconsciente, entonces, que nos daría luz por ejemplo en las aulas en las que con tanta frecuencia encontramos jóvenes que no pueden dejar de ser castigados porque sólo eso, el castigo, les calma.

O bien, la culpabilidad que trabaja a favor de la enfermedad. Cuando Freud nos explica el mecanismo del fenómeno histérico y nos habla de la identificación de la paciente a una tos, nos dice que el síntoma expresa la inclinación erótica hacia el padre y realiza (de la madre) deseada, pero desde la culpabilidad: sufre porque ha sustituido a su madre.

Otro ejemplo nos lo brinda la neurosis obsesiva, una de las estructuras clínicas freudianas, en la que queda reflejado en un grado, diríamos exagerado, la existencia de la culpa inconsciente, de manera que el yo enfermo se defiende con formaciones reactivas como por ejemplo con una hipermoralidad, de la culpa por algo que no hizo, por un goce consumado fantasmáticamente y por el que se castiga.

Tener en cuenta la culpabilidad inconsciente, que tanto de manera normal en el sujeto sano como de manera exagerada en la enfermedad, según nos dice el psicoanálisis, funciona en todos y provoca actos dañinos o delictivos para el propio sujeto y para la sociedad, nos permitiría una comprensión y por tanto una actuación diferente con esos sujetos.

Cristina Barandiarán. Psicoanalista
Madrid: 91 542 80 49

PSICOANALIZARSE 
ES BUENO, 
TODO EL MUNDO LO SABE:

«El entrenador del Valencia, 
furioso 
con los errores defensivos.
Ranieri pasa a la carga: 
"Hemos jugado como ellos. Hemos 
hecho cosas en defensa como para 
llamar al psicoanalista"»

Aparecido en el MARCA el 27-9-98

ACERCA 
DE UN DESTINO 
IRREMEDIABLE

 

«El comienzo correcto de la actividad científica consiste más bien en describir fenómenos que luego son agrupados, ordenados e insertados en conexiones. Al principio deben comportar cierto grado de indeterminación, mientras se encuentran en este estado, tenemos que ponernos de acuerdo acerca de su significado por la remisión al material empírico del que parecen extraídas pero que, en realidad, le es sometido.» Así nos introduce Freud en el campo de lo pulsional, concepto básico y bastante oscuro, pero del cual no podemos prescindir. Intentaremos, haciendo nuestra la propuesta del mismo Freud, llenarlo de contenido, ponerle palabras a este fenómeno mudo de la pulsión.

La pulsión como marca esencialmente humana, se distingue del instinto en tanto ella no halla satisfacción ninguna en un objeto, porque éste está perdido. Su acción es el empuje, una fuerza en constante movimiento. Es el motor del aparato anímico. Representante de todas las fuerzas que provienen del interior del cuerpo y se transfieren a él, es carácter universal de la pulsión querer volver a un estado anterior.

La pulsión tiene un destino que insiste, la repetición. Condición fundante del aparato, éste existe en relación a su repetición. Insistencia más allá de toda lógica, de todo razonamiento, es el mecanismo que utiliza el síntoma, en tanto él es una formación del inconsciente como el chiste, los sueños. El síntoma debe ser interpretado en esa insistencia significante pues allí se juega el sujeto por su particularidad, su fantasma.

La pulsión bordea, contornea al objeto, sin tocarlo. Así es su satisfacción, siempre aproximada, nunca total, porque esta modalidad le permite pulsar hacia adelante. Transformada en deseo, buscará aquello que por definición está perdido y nunca hallará, un «a» que al mismo tiempo articula y causa Sujeto (del inconsciente).

La pulsión está en relación al saber, el instinto, al conocimiento. Cuando digo conocimiento digo que el animal no descubre ningún fenómeno, no produce. El humano fabrica con cada acción un saber sobre alguna cosa, en tanto nada está predeterminado. Posee la maravillosa posibilidad de crear.

Lo que insiste en el síntoma es la modalidad de ese sujeto singular, de relacionarse con su fantasma, sus vivencias infantiles reprimidas. El neurótico repite porque aquello de lo reprimido primordial insiste, tendiendo a una realización imposible. Instalada la situación analítica, diremos que la repetición adquirirá una modalidad particular, puesto que será en transferencia, es decir, el paciente repite en presencia del analista aquellas relaciones primeras, episodios de la vida infantil, prestándose a la interpretación, única posibilidad de transformación.

Nos muestra que, en todos los casos, la repetición se encuentra más allá del principio del placer.

Insiste porque más allá de la posible tendencia a distribuir la energía y volverla cero, una compulsión fuerza a la máquina a trabajar de esta manera.

Por ello, nos dice Menassa, debemos esperar al sujeto del inconsciente allí, donde se repite, y sólo entonces habrá interpretación, habrá producción de alguna verdad para ese sujeto que dijimos, se pone en evidencia en la repetición. Verdadera producción porque cuando acontece es novedad, tanto para el paciente como para el psicoanalista. Antes no estaba en ningún lugar, y, si sostenemos que el inconsciente es su interpretación, tampoco hay inconsciente previo a su producción.

La interpretación no busca sentidos, es siempre causa del deseo.

Psicoanalizarse es generar una nueva realidad donde, abolido el síntoma, el deseo sea rey.

Alejandra Madormo. Psicoanalista
Buenos Aires: 328 06 14

 

RECOMENDAMOS


MEDICINA 
PSICOSOMÁTICA
Varios Autores

2000 PTS.
16 US.



ACTAS V CONGRESO
 INTERNACIONAL 
GRUPO CERO
Clínica Psicoanalítica

2000 PTS.
16 US:


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PSICOANÁLISIS Y 
EDUCACIÓN

La educación debe ser tenida en cuenta desde un nivel de procesamiento de deseos inconscientes.

Por un lado tenemos que pensar el lugar del educador en su relación a los alumnos y por otro el lugar que los alumnos ocupan en relación al educador.

Se trata pues de una relación que más allá de la función que es educar, no se puede olvidar que la relación alumno profesor, está tocado por aspectos psíquicos, y los alumnos son sujetos psíquicos con los cuestionamientos inconscientes que todo ser humano padece.

En cualquier relación humana, acontece un proceso denominado transferencia y queda establecida como un orden de sentimientos y afectos que afloran en la misma.

Tiene una dinámica propia que un buen profesor debe conocer, y es allí, en el proceso transferencias donde surge la ambivalencia afectiva del alumno hacia el profesor tan difícil a veces de entender.

La transferencia no deja de ser más que un proceso inconsciente a tener en cuenta, mostrándonos que el alumno es él y sus procesos inconscientes.

Es importante por lo tanto que un educador, disponga de una escucha psicoanalítica, para no quedarse en la apariencia de lo que el alumno muestra.

Es ir más allá de la primera percepción de una imagen congelada.

La variedad afectiva del alumno hacia el profesor, no tiene límites definidos y esto debe ser tenido en cuenta.

Por ejemplo, frente a las manifestaciones agresivas de un alumno hacia un profesor o hacia el resto de sus compañeros, si el profesor se queda detenido en la conducta agresiva del alumno y lo etiqueta de agresivo, se está confundiendo.

Sin embargo, si pudiera preguntarse psicoanalíticamente sobre la significación de ese acto en vez de detenerse en la conducta agresiva, entendería que en el alumno está hablando algo que va más allá de la pura apariencia, lo interpretaría como la manifestación de un deseo sexual en calidad de sadismo pero referido hacia quién o hacia qué. La lectura de la situación, pasa a ser otra.

El profesor, debería entender y tolerar los deseos efectivos que sobre él se generan.

Un alumno que habla y molesta, puede ser un modo de exhibición para reclamar a gritos ser amado, ya sea por el profesor o por el resto de sus compañeros de clase.

Porque detrás de la imagen, siempre hay algo inconsciente que habla y el profesor, tiene que aprender a escuchar estos procesos.

La idea es indicatoria, en el sentido que un buen educador, es aquél que sabe transmitir pero también es aquél que sabe escuchar; y en el alumnado no hay trasmisión sin escucha.

Un alumno que suspende continuamente, no deja de ser un síntoma, como cualquier síntoma de una enfermedad orgánica.

Hay algo en ellos que les vuelve inoperantes y guarda relación entre otras causas con una intolerancia al éxito, es decir, al aprobado.

Los suspensos hablan de conflictos psíquicos en la relación con los otros.

Algo hay todavía sin resolver en el alumno que le impide ser potente en los estudios y en las relaciones con el mundo.

Otros alumnos también se atemorizan ante aprobados que supondrán grandes cambios en sus vidas en el sentido que aprobando, un destino se va generando y aparece el trazo hacia un fin, hacia un proyecto, lo cual habla de un trabajo por parte del alumno para la realización de un deseo.

Hay que tener en cuenta que todo alumno, procede de un ambiente familiar, y el modo de pensar de los padres, es una herencia que a todo buen hijo le toca llevar.

Hay familias que se permiten más y otras no tanto.

Cambiar el modelo familiar económico que nos fue transmitido, tiene su complejidad, en tanto que superar los modelos parentales, va acompañado siempre de un sentimiento de culpabilidad, en tanto que debe haber una tolerancia a la caída de un modelo de enseñanza familiar transmitido, es decir, ganaré del orden de lo que mi padre ganó, pero difícilmente podré superar su estatus sin una cuota de culpabilidad.

Sin olvidar que todos estos procesos, son procesos inconscientes, es decir, que el sujeto no se da cuenta que los padece.

Un alumno en clase está acompañado del modo de pensar del padre, de la madre, del tío, del hermano... complicado, ¿no? pues las clases, se convierten desde este punto de vista en multitudinarias, pues cada alumno es él y su familia respectivamente.

La mayoría de las veces, no es el alumno el que habla, son los modelos aprendidos y la conducta de sus familiares lo que por él hablan. Como mi madre grita, yo grito, como mi padre pelea, yo molesto... pero entonces no es el alumno, es el padre y la madre del alumno quien grita y pelea.

Son modos de leer la realidad más allá de una puntualidad subjetivable.

Lo que traté de mostrar, es que existe una realidad que convive con nosotros pero que se encuentra más allá de nosotros mismos.

En todo acto humano hay un proceso inconsciente que lo determina.

Detrás de la conducta de un alumno, existe otra realidad que lo sobredetermina y que él mismo desconoce.

Detrás de un proceso educativo, también se esconden pudores que pueden dificultar la dinámica de una relación transferencial entre alumno y profesor.

El aprendizaje de la teoría psicoanalítica, permite llegar a un encuentro con lo más íntimo del ser humano, que son sus propios procesos psíquicos inconscientes.

Un profesor con una escucha psicoanalítica entenderá y educará más cercano a la realidad de los deseos inconscientes de sus alumnos y de él mismo, y unos alumnos que reciban una enseñanza acompañada de los instrumentos con los que el psicoanálisis aborda la realidad producirá en los mismos una realidad más deseante en el campo de lo social.

Miguel Martínez Fondón. Psicoanalista
Madrid: 91 682 18 95

LOS MITOS

ALGUNAS CONSIDERACIONES SOBRE LA SEXUALIDAD FEMENINA

Según Paul Ricoeur, «el mito es la expresión de la conciencia que el hombre tiene de no ser el señor de su propio ser».

Otros definen a los mitos como fábula, o ficción alegórica, refiriéndose a historias de los fabulosos dioses y héroes, con las que algunas civilizaciones explicaban la realidad que rodea a los hombres. Generalmente son relatos verosímiles, que tienen apariencia de verdaderos, pero que no tienen posibilidad de demostración.

Como consecuencia del pensamiento racionalista que se extendió en Europa desde el siglo XVIII, los mitos eran relatos despreciados. El hombre los contemplaba desde la altura del progreso y la seguridad en sí mismos del siglo XIX, así consideraban a los mitos como algo infantil o primitivo en el desarrollo del hombre, al punto de llegar a avergonzarse de haber utilizado en algún momento esa manera de pensar la realidad.

En nuestra época, esto ha ido variando, hasta el punto de considerar al mito como la lectura capaz de indagar el más allá del hombre, que en el hombre habita. La lectura de los mitos ofrece siempre una posibilidad poética para leer la realidad, cualquiera sea ésta.

La mujer en los mitos

La mujer, dadora de vida o asesina, aparece retratada como la personificación de la fertilidad y la representante de la muerte.

Afrodita, su belleza eclipsa a todas las diosas. Es la diosa grieta del amor, pone en relieve toda su seducción, su poder sobre los hombres, y cumple su misión uniendo a generaciones por los lazos del amor, al punto de llegar a convertirse en la diosa del matrimonio y la vida familiar. Esta diosa sufre una disociación y queda dividida en Afrodita, diosa de la prostitución, de la sensualidad o del amor desenfrenado y en Afrodita Urania, diosa del amor elevado y puro, especialmente del amor conyugal y la fecundidad, como opuestos al placer meramente sexual.

Medusa: «En las lejanas orillas del océano, en los confines de la oscuridad eterna, habitaban las Gorgonas. Eran tres hermanas, seres terribles con cabellos y cinturones de serpientes, cuyas miradas convertían en piedra a quien las mirara. Perseo encontró a las Gorgonas dormidas y, tratando de desviar la terrible visión y quedar petrificado, le cortó la cabeza a una de ellas, a Medusa. Para hacerlo contó con la complicidad y la ayuda de Atenea, la cual le mostró reflejada en su escudo la cabeza de Medusa mientras le guiaba la mano para el golpe. Perseo convirtió a sus enemigos en piedra valiéndose de la horripilante cabeza de Medusa, y luego la regaló a Atenea que la colocó en el centro de su escudo. Atenea era la diosa eternamente virgen, la hija virginal de Zeus, el dios del olimpo. Para defender Tegea en ausencia de Hércules, éste entregó a la hija del rey, la cabeza para que, en caso de que el enemigo se acercara, la levantara tres veces sobre la muralla, ya que sólo verla los haría marchar. Como resultado de la creencia en su poder para paralizar y aterrorizar al enemigo, los griegos esculpieron imágenes de la cabeza de Medusa en sus formas más terribles, en sus escudos o pectorales.

En la raíz de la leyenda de Medusa, se hallaba encerrada la idea según la cual ésta había sido una doncella hermosa, cuya cabellera fue convertida en serpientes por Atenea, como venganza por la profanación de un santuario.»

Según Freud, la cabeza de Medusa simboliza la castración, porque dirá que decapitar es castrar, de allí el terror que despierta su visión. La Medusa, diosa del horror, la castración y la muerte, que habita en las oscuridades eternas (lo inconsciente).

Atenea, la diosa virgen, la virgen eterna se convierte en la mujer inabordable, lleva en su vestido el símbolo del horror, la terrorífica cabeza de Medusa, y rechaza todo placer sexual. La particularidad de esta diosa se debía a su origen, ya que nace del cráneo de su padre. Una mujer sin origen sexual, tal vez debido a eso, su condición de virgen eterna.

El tabú de la virginidad, está estrechamente ligado con una cantidad innumerable de tabúes alrededor de la sexualidad femenina. Así se asocian a éste, el tabú sobre la joven púber, sobre la mujer menstruante, sobre la parturienta o la puérpera, etc. El tabú para los primitivos significa lo temido, lo peligroso, y por ello, se pone en juego, para preservarse del peligro, cantidad de aislamientos. Esto no sólo sucede a nivel de los pueblos primitivos, sino que determinados tabúes continúan entramados en la cultura sin reconocérselos como tales. Por ejemplo a algunas personas, la aparición del ciclo menstrual inspira repulsa, o bien, fantasías de locura o de peligro inminente. Posiblemente, la visión de la sangre quede enlazada a la idea de una castración, y de allí, el tabú o la simple repulsa. En general, a los griegos, que eran fuertemente homosexuales, no podía faltarles la figura de una mujer en alguna posición que lograra aterrorizar por la imagen de la castración.

Otro rasgo de lo femenino en los mitos es su lugar como señora del tiempo, portando en su mano, la posibilidad de dar vida o quitarla:

De la unión de Zeus con Temis, nacieron primero las Horas, que eran tres diosas de la vegetación y que correspondían a tres momentos del desarrollo de las plantas, nacimiento, crecimiento y fructificación.

Después nacieron las Moiras, o Parcas, que fueron las diosas del nacimiento humano y del destino. También eran tres y cada una tenía una misión en relación a la duración de la vida humana. La primera es la que hila el hilo de la vida, la segunda hace con él un ovillo, y la tercera «la parca» por excelencia, es la que lo corta, inesperadamente y a merced de su deseo.

Por otra parte, y dando otro aspecto a lo femenino, encontramos en la mitología a las Musas, que eran las diosas del canto, de la poesía, las artes y las ciencias. Eran las protectoras de las actividades intelectuales y acompañaban al dios Febo, señor del bien y la belleza.

Los poetas bien han sabido ser inspirados por las musas, guiando sus manos para rozar la belleza, pero ¿habría tal belleza, sin el misterio de un ser capaz de albergar en sí, la vida y la muerte?

Marcela Villavella. Psicoanalista
Buenos Aires: 795 54 02

 

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ENTRE LA ANOREXIA Y 
LA VIGOREXIA LLEGAMOS 
AL 2000

Poco antes de marchar hacia Buenos Aires para participar en el Congreso de Clínica Psicoanalítica, llamado Patologías de Fin de Siglo, intercambiábamos datos entre colegas para ver si podía sostenerse ese título o si bien en este siglo de tantos cambios en realidad, una vez más, no había cambiado nada, ni siquiera las patologías que lo merman. Desde el punto de vista médico, las respuestas aparecen indicando que como siempre, hay patologías pero que hay algunas que nos especifican en su plaga actual: Sida, enfermedades del colágeno, más cáncer, más infartos de miocardio y mucha drogodependencia. Con respecto a nuestras neurosis actuales, hay dos de clara manifestación en occidente hoy en día: la ya bastante divulgada anorexia y una aparentemente más juguetona, que se está dando en llamar vigorexia. Vamos a tratar de relacionarlas por su semejanza y a intentar especificar la segunda, como una nueva cara de la neurosis obsesiva y como una escenificación de estructura perversa.

Si a las anoréxicas (y su acompañante bulímica) las podemos encontrar respectivamente escapando o merodeando la nevera y el vomitadero, a los vigoréxicos los podemos encontrar en los gimnasios. A ambos podemos estudiarlos en el espejo. Así como la anoréxica a punto de morir por desnutrición se ve gorda en su íntima e inmodificable imagen especular, el vigoréxico es un sujeto que nunca tiene el punto de definición muscular que le permita ver lo que no ve en el espejo. Dos amantes de un cuerpo ideal, dos negadores contumaces de la castración, lo que los deja sin cuerpo literal a la una y cuerpo 10 eficacia 0 al otro.

En el gimnasio pueden verse también bulímicas eficazmente disfrazadas de aeróbicas. Mujeres a las que ves hora y media escalando, con la consiguiente pérdida de agua y sales, y luego otras dos horas haciendo pesas, o sea quemando. Deberían ser todas modelos y sin embargo justamente esas tan tenaces suelen tener una tripita y/o culo que señala que después de quemar a saco, entran también a saco en la despensa de víveres. Sin duda esta es una manera de llevar mejor la obsesividad del gesto repetido, ese que hace a los psiquiatras intervenir para que no mueran de hambre las chicas del grupo de anoréxicas. Pero este híbrido de gimnasio entre bulímica y vigoréxica no deja de llevar adelante un fantasma que la fuerza a intentar llegar siempre antes que la castración: queman antes, cargan después, castración: cero. Siempre queda un resto, ese baulcito en la panza, esas cartucheras inadecuadas, luego mañana otra vez a la carga.

Si bien la vigorexia como rotulación no ha hecho más que empezar a sonar, también podemos pensarla dentro de las estructuras freudianas de neurosis y perversión, como una de ellas más o menos pura o como perversión combinada con disfraces obsesivos: un sujeto cuyo fantasma lo lleve a entregarse lealmente al goce del Otro, inflarse de tal manera, no ya a base de grasas sino de masa muscular y anabolizantes, de tal manera digo que al Otro al que se brinda no se le vea una sola marca del paso del tiempo, una sola línea que salude a sus contemporáneos. Suelen alcanzar un cuerpo que muchas se follarían, pero a él no le queda mucho tiempo ni ganas de despeinarse follando. El es alguien para quien no sólo madre no hay más que una, sino que como la suya, ninguna. Me sueña un paciente. Me ve envejecida, con ochenta años, maternal y cercana. Dice que yo le pongo una pierna encima, él me la besa y yo empiezo a rejuvenecer y a ponerme increíblemente guapa y este sueño le produce una infinita tranquilidad, lo que le permite soñar a continuación que él puede follarse una joven espléndida.

El espejo encarnando no sólo la imagen del semejante que me constituye sino y a la vez, el enigma de los sexos. Trabajo constante para conseguir un cuerpo fuerte y enorme, trabajo que requiere una feminización en el cuidado de unas formas que parecen buscar asexuadas, una mezcla de titán y eunuco funcional.

Cuando consultan nunca lo hacen por esto ya que, lejos de parecerles desproporcionado el esfuerzo, cumplir ese ritmo los organiza y tranquiliza la casi siempre inquietante relación con el Superyó. Tampoco suelen preocuparles los efectos secundarios de los anabolizantes. Ellos los controlan. Esta frase es peligrosamente igual a la que sostiene el heroinómano respecto de su heroína: la tiene controlada, la lleva en vena.

En realidad consultan, como tantos otros, por trastornos en las relaciones afectivas y en las relaciones genitales. Narcisismo y elección de objeto. Amor y deseo. Muchos jóvenes que te podrían hablar largo y tendido de cómo amasar un buen biceps y ensanchar la espalda, reconocen no haberse acostado más que dos o tres veces en sus veintitantos años, algunos no saben ponerse un preservativo ni poner su órgano donde quepa. Entre que se lo dicen, ella acepta, él va al coche a buscar el condón, vuelve y se hace un lío tal que ella se aburre y propone dejarlo para otro día.  Ahí, entre un encuentro y otro llaman pidiendo consulta y refuerzan su estancia en el gimnasio.

 Si esta vez no lo ha resuelto sólo con lo segundo de la frase anterior, es porque en realidad la vigorexia no es sino un haz de síntomas y rituales obsesivos y el sometimiento a las pesas no alcanza ya para evitar la producción de nuevas ideas obsesivas. Una de ellas es recursiva a la adolescencia: ¿Me gustan los hombres? ¿Me gustan las mujeres? ¿Me gustan los dos? No puedo con ninguna, eso es que soy gay. Buscan primero una definición muscular que tape alguna zona indefinida del alma, y después buscan un rótulo que calme la insoportable situación de no poder saber nunca exactamente qué es él para ese Otro enigmático que no para de pedir más. Como detenidos en el aprés coup lógico que permita al sujeto precipitar inconsciente y desde allí tomar objeto sexual. Aún no sabe si es un sujeto estructurado como perverso que elige objeto homosexual o sólo se identifica como Yo al progenitor de igual sexo, pero su posición inconsciente lo lleva a una elección heterosexual de objeto.

Otra zona problemática por la que consultan es la del trabajo. A veces es cuando están trabajando cuando más fuerte los asalta una idea obsesiva, requiriendo más y más dedicación del pensamiento, al punto de llegar a no poder realizar el trabajo y son despedidos por incapaces y vuelven a supeditarse económicamente a la familia. Ahí la imagen supercontrolada hace aguas. Superhombre muscular, superniño laboral.

En fin, el cuadro de anorexia-bulimia y el de vigorexia pueden también encuadrarse como inhibiciones que alteran ejes funcionales, nutrición, movimiento, sexualidad. En las consultas no vemos sino en mito singular lo que las imágenes televisivas y cinematográficas no dejan de mostrar: Rambos que ligan bastante menos que James Bond y una Barby explosiva con el soso de Ken. Hemos pasado en este siglo de las fantasías de opulencia sexual del Supervixens de Russ Meyer a la musculatura pura y sin mácula de un modelo especular de vigor. El siglo que luchó por la libertad sexual, ahora no sabe qué hacer con ella.

Bibiana Degli Esposti. Psicoanalista
Madrid: 91 547 51 31

 

CREENCIAS Y 
SUPERSTICIONES

Ciertas insuficiencias de nuestros funcionamientos psíquicos y actos inintencionados se muestran determinados por motivos desconocidos en la conciencia. Me refiero a ciertos actos y omisiones que no exceden el límite de lo llamado normal como las perturbaciones momentáneas que impiden la eficacia habitual, olvidos, errores orales o en la lectura, etc.

Parecen casuales pero no lo son. En el psiquismo no hay casual ni indeterminado. Si tomamos como ejemplo el número 13, acarreador de favores o de desgracias en forma casi universal, se verá que siempre toma su sentido particular en la historia singular de cada persona. En un caso clínico específico su suma daba como resultado el número de componentes de la familia del paciente y su sensación de que él al arribar el cuarto había traído muchos bienes a dicha familia, otorgaba al número 13 características de su suerte personal. La motivación consciente está fuera del inconsciente pero determinada por él.

Freud halla la raíz psíquica de los pensamientos supersticiosos en una base paranoica, donde el sujeto se ve inclinado a hallar y poner sentido a mínimas acciones de los otros. Que lo aparentemente casual no lo sea nos permite rastrear la posibilidad de su determinación y no para controlar el futuro como lo haría la superstición que en el sentido por ella atribuido no busca causación sino revelación de alguna realidad futura. Para el Psicoanálisis en lo casual se halla lo oculto de la vida psíquica que también nos pertenece y nos determina a la realización de actos poco claros y aún repetitivos.

El supersticioso cree en la casualidad de los fenómenos psíquicos y no en la producción de los mismos por su propia determinación, por la sobredeterminación de su historia. Ve las manifestaciones de su psiquismo como algo exterior a él y oculto a sus ojos lo que en realidad para el Psicoanálisis corresponde a manifestaciones del Inconsciente. Estas tendencias del supersticioso y del paranoico a poner el sentido de los actos casuales lejos de sí, se relaciona con el pensamiento primitivo de la Humanidad, donde los seres humanos interpretaban antropomórficamente el mundo en que vivían, o sea como pluralidades o emanaciones de su propia imagen. Consecuentemente se conducían como los paranoicos que sacan deducciones de signos insignificantes que observan en los demás, algo en que también se fundan muchos aspectos del pensamiento corriente en la actualidad, que no tiene en cuenta el funcionamiento del psiquismo e insiste para valorar el carácter y los actos de las otras personas que conocen o con las que conviven en la evidencia de meros efectos elevados a nivel de manifestaciones de una «personalidad» considerada irreversible.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13


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DE LA HIPNOSIS 
A LA PALABRA

«El análisis es como una mujer que desea ser conquistada pero sabe que su valoración disminuirá si no opone ninguna resistencia. »

Sigmund Freud, 1938

«Hablamos despiertos y en sueños. El hombre a diferencia de la planta y del animal, es el ser viviente capaz del habla.»

Martin Heidegger

Que Freud haya querido y que le indique a sus pacientes seguir la regla fundamental, asociar libremente, da cuenta del comienzo absoluto de la palabra: hay que decirlo todo.

La historia del psicoanálisis propiamente dicha sólo empieza con la innovación técnica de la renuncia a la hipnosis.

«Yo fui, durante diez años, el único que se ocupó del psicoanálisis, y todo el disgusto que el nuevo fenómeno provocó en los contemporáneos se descargó sobre mi cabeza en forma de crítica. Todavía hoy cuando mucho he dejado de ser el único psicoanalista, nadie puede saber mejor que yo lo que el psicoanálisis es, en qué se distingue de otros modos de explotar la vida anímica, qué debe correr bajo su nombre y qué sería mejor llamar de otra manera.»

La apatía, el silencio, han pasado, por ser durante mucho tiempo, las virtudes del psicoanalista: no querer nada, no hacer nada, no desear nada. Que Freud haya querido, al abandonar la hipnosis en 1896, sustraer al psicoanálisis del discurso del dominio, no implica la desaparición del deseo del psicoanalista. Nadie puede negar que Freud haya sido un hombre de deseo.

El abandono de la hipnosis lo conduce a superar la ideología del secreto. En todo caso siempre el viaje sería de un secreto a otro secreto. Sustituye una confesión que no llega nunca por la sexualidad infantil.

El concepto de profundidad designa siempre en Freud una dimensión temporal: es a través de un fantasma, de una historia a reconstruir hasta sus más mínimos detalles y, más allá de esta historia, un real a partir del cual la ley de la repetición va a funcionar. Esta pasión de Freud, lo real irrumpe más allá de los traumas, guiando la técnica freudiana del desciframiento.

El desciframiento del sueño permitió aislar la sobredeterminación del texto, la variedad de los sentidos, a partir del sin sentido. Para lograrlo, el requisito es dejar hablar al paciente, según la regla de la asociación libre. Freud en este momento ya no hace del análisis del síntoma el objetivo del análisis.

Esta técnica resultaba totalmente inadecuada a la estructura de la neurosis. Si el paciente habla libremente podrá partirse de la superficie que el inconsciente ofrece a la atención del psicoanalista en cada caso.

El hecho de la transferencia, que se instala en todo tratamiento de la neurosis por más que ninguna de las dos partes lo desee o lo provoque, siempre fue para Freud la prueba de que las fuerzas impulsoras de la neurosis tienen su origen en la vida sexual.

Entre los otros factores que se fueron sumando al método catártico y lo transformaron en psicoanálisis son la doctrina de la represión y de la resistencia, la introducción de la sexualidad infantil, y la interpretación. La doctrina de la represión como pilar fundamental sobre el que descansa el edificio del psicoanálisis.

Se llega a palpar una resistencia que se opone al trabajo analítico, que el empleo de la hipnosis ocultaba.

Cualquier línea de investigación que admita los hechos de la transferencia y de la resistencia y los tome como punto de partida de su trabajo tiene derecho a llamarse psicoanálisis. Aquel que se aparte de estas dos premisas no podrá llamarse psicoanalista.

Al renunciar a alimentar de sentido al síntoma, en más allá del principio de placer, anuncia una segunda época de la técnica psicoanalítico que debe hacer prevalecer la construcción sobre la interpretación.

Más tarde en su artículo sobre las construcciones, da cuenta de la actividad específica del psicoanalista en términos en que la acostumbrada metáfora arqueológica es nuevamente utilizada, pero con el cuidado de acentuar al máximo la diferencia entre los papeles del paciente y del analista.

Este último no debe intentar comprender, sino que, como el inconsciente, trabaja.

Proceso de una cura donde la palabra es el único amo y en la cual lo real está siempre suspendido.

«Ella, sin embargo, tiene sobre mí los halagos del tiempo. Nada en ella muere cuando en mi cuerpo tiemblan sus palabras no dichas.» (Novela Rosa, Miguel Oscar Menassa, 1989)

Karina Pueyo. Psicoanalista
Buenos Aires: 328 06 14

 

ESCRIBIR UNA LECTURA

LA EXPLOSIÓN DEL SUJETO

AUTOR: Juan Carlos De Brasi. 2.000 ptas. 16 US.

«La explosión del sujeto», es un libro que al primer acercamiento, nos recuerda que los textos inaugurales son de aquellos que esconden a la primera mirada, al recién llegado, la ley de su composición y la regla de su juego. Textos que permanecen siempre imperceptibles porque la ley y la regla no se cobijan en la inaccesibilidad de un secreto, sencillamente no se entregan a nada que pueda ser llamado una percepción. Quiero entender, a nada que simplemente se vea, sino a un trabajo de interpretación. No se trata de ninguna descripción porque todo escrito es la mejor descripción de sí mismo. La propuesta y la aventura de la explosión del sujeto me sugiere que se trata de producir una obra abierta partiendo de una unión entre acontecer de las masas y desfondamiento subjetivo en Freud. Y los textos de Freud, no como obras perfectamente leídas y definidas, sino como obras abiertas que son llevadas a su término en el instante en que su regeneración pulse goce estético, un estilo. De Brasi, escribe una lectura planteada como un recuerdo apropiado del futuro, intento casi imperceptible de un proceso que convierte en «obra abierta» a un «viejo texto», es decir, plantea volver a leer a Freud con una máquina deseante que ejerce con sus lábiles modalidades la pasión inconclusa de leer. El escrito nos introduce en su movimiento con algunas puntuaciones acerca de Psicología de las masas y análisis del yo, ese vigente, provocativo e inaugural texto de Freud que ante cada lectura abre interrogantes inéditos cuyas resonancias permiten nuevas preguntas, en un tiempo que no permite cerrarse el texto, ni sobre sí mismo, ni en acercamientos impresionistas, veloces desciframientos o interpretaciones convencionales. Esto me parece quiere decir, que la problemática freudiana de la grupalidad, que no se refiere a ningún conjunto empírico, implica desde sus comienzos otras que le están indisolublemente ligadas, como las de la complejidad, el movimiento y la diseminación; tres rasgos que rasgan las convicciones apresuradas o las clausuras involuntarias que señalan las muestras de lo que se intentó en repetidas ocasiones sin conseguirlo. Y esto último remite a una conjetura presentada en el libro y que vertebra sus aproximaciones y es la siguiente: cuando se pierde de vista u omite la complejidad, el movimiento y la diseminación metapsicológicas se pierde la perspectiva de los aportes y las limitaciones de la intervención psicoanalítico sobre la grupalidad y sus enclaves histórico-sociales. El libro está planteado como una apertura de caminos con precisas indicaciones de los senderos a transitar, pero las metas las debe fijar cada viajero. Una de esas señales es el gesto inicial de Psicología de las masas, un acto, casi olvidado de audacia. Se interna, a veces, con precarios elementos, en un continente de poderes arracimados e institucionalizados, académicos y disciplinarios, para que la dimensión psicoanalítica obtenga por derecho su sitio en los distintos canales de formaciones colectivas. En la conjetura, De Brasi subraya intervención psicoanalítica, porque sostiene que ese registro es lo primero que dispara el ensayo de Freud en un campo de saberes y profesiones ya constituidas.

El texto señala en su lectura, un movimiento que se caracteriza por estar atento, entonces, al desarrollo metapsicológico de la grupalidad y también, me atrevo a decir, atento a la exposición metapsicológica de la explosión del sujeto. Un sujeto que sufre una transformación significativa, cambiando en una escala que no puede esquivarse durante el acto clínico, aunque tal mixtura deba ser desmantelada pieza por pieza en ese quehacer. El sujeto se va desligando y queda marcado por múltiples pertenencias, creencias, reglas de juego, formas de participación, posiciones respecto a códigos y costumbres que sobrepasan los esquemas interaccionales, estrategias de ubicación, etc. Cada sujeto, un ello desconocido e inconsciente, miembro de muchas masas, con múltiples formas de vinculación identificatoria. La explosión del sujeto nos habla también del estallido estético en el pensamiento occidental que significó la producción de la teoría del inconsciente y el materialismo histórico y la producción en ese acto de un sujeto múltiplemente determinado, sobredeterminado y aquel mundo determinado por la compleja red de nuestras relaciones inconscientes. Al abordar el punto de vista económico, es cuando el escrito llega a un límite en que el desarrollo teórico, además de puntuar lecturas, necesita metodológicamente interpretar la apariencia de la realidad para despejar ciertas cegueras de ojos abiertos, que inyectan algunos análisis y construir una nueva realidad acerca de los presuntos hechos e historias. Es entonces desde las fronteras del análisis morfológico que se da el peregrinaje hacia una dimensión que trasciende el campo, experiencias y observaciones empíricas.

Jaime Icho Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84


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LA FUERZA
 DE UN LIBRO

«Ciencia y Verdad 
en Psicoanálisis»

Colección Psicoanálisis para Todos
64 páginas 700 ptas; 6 US.

Editorial GRUPO CERO

EL HOMBRE SE RÍE PERO NO PUEDE.


APRENDIÓ A LEER CON «CIENCIA Y VERDAD» DE LA EDITORIAL GRUPO CERO

EL HOMBRE SE SIGUE RIENDO, TODAVÍA NO PUEDE PERO YA APRENDIÓ A LEER

EL HOMBRE YA NO RÍE TANTO PERO AHORA PUEDE.
Y SI NO RÍE ES PORQUE COMPRENDIÓ, LEYENDO CIENCIA Y VERDAD, QUE SOLO NO SE PUEDE, COMO MUESTRA EL GRÁFICO.

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA

UN ENFERMO SANO.
INFECCIÓN POR HIV
¿CUÁNDO INICIAR 
EL TRATAMIENTO SIN
SÍNTOMAS

Todos los artículos médicos de los últimos meses sobre el inicio del tratamiento en pacientes HIV, coinciden en que con el desarrollo y la aprobación para su uso de un importante número de fármacos antirretrovirales, las decisiones acerca del tratamiento se están volviendo complejas. La iniciación de la terapia en personas asintomáticas es en extremo delicada, e implica factores virológicos, inmunológicos y psicosociales. Como líneas generales, las publicaciones recomiendan que se cumplan fundamentalmente tres condiciones para iniciar el tratamiento:

- cifras de CD4 («las defensas», como las llaman los sujetos con infección por HIV), en general por debajo de 500/M3, —cargas virales entre 500 y 1000 copias/ml (la carga viral es el RNA viral medido en plasma por PCR, nos da idea de la replicación viral),

- la tercera condición es lo que se ha dado en llamar, en un calco del inglés «adherencia» al tratamiento.

La adherencia al tratamiento es el grado de cumplimiento, sobre este particular están en marcha, aún sin concluir, una serie de trabajos nacionales e internacionales, que pretenden mejorar la adherencia, con programas especializados de información al paciente (impartidos en su mayoría por enfermería). Este punto es fundamental por varias razones que paso a exponer:

- el primer tratamiento, es clave, puesto que se suele llevar a cabo con los mejores fármacos disponibles, cualquier cambio que hubiera que introducir en éste, nos daría una combinación terapéutica que nunca tendría la misma eficacia que la inicial, por otra parte, el incumplimiento del tratamiento está en relación directa con el desarrollo de resistencias a los antirretrovirales. De ahí que un factor que ya no depende del fármaco, sino estrictamente del paciente, de que éste sea capaz de tomarse, sin fallar, todas las pastillas, tenga una importancia central en la decisión de inicio del tratamiento.

En la Guía práctica sobre el sida, publicada en 1998, dice textualmente que debe iniciarse la terapia en todos los pacientes infectados por el HIV que presentan carga vital detectable (esta sería la mínima carga vital que se puede detectar con las pruebas de laboratorio actualmente disponibles), lo que supondría por una parte una exageración de las recomendaciones del Consensus (consenso publicado en Julio del 98 por la International AIDS Society), que indica iniciar la terapia cuando cumpliéndose las otras dos condiciones señaladas (CD4 bajos y posibilidad de adherencia al tratamiento), la carga vital se halle entre 5000 y 10000, y por otra parte es reflejo de una tendencia general a atajar la infección en sus etapas más iniciales.

Tanto la carga vital como la cifra de CD4 nos hablan del riesgo de progresión, son indicadores de riesgo. En pacientes con bajo riesgo de progresión (baja carga vital y cifra de CD4 altos), 


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particularmente los que no estén muy convencidos de realizar un buen cumplimiento, podría retrasarse el inicio, con reevaluaciones periódicas.

De la exposición previa, se desprenden, a mi parecer, varios problemas bioéticos:

- Se cierne ante nosotros la figura del paciente asintomático. Cuando tradicionalmente se ha dicho que la enfermedad se expresa por un conjunto de síntomas ¿qué queremos decir cuando decimos enfermo asintomático? Aquí entran en juego una serie de parámetros biológicos que nosotros podemos medir, son los predictores del riesgo de enfermar. No hay síntomas pero hay indicadores biológicos que nos señalan la posibilidad de que en un futuro se desarrolle la enfermedad, todo esto teniendo en cuenta, como siempre en medicina, que en un porcentaje de sujetos esto no ocurriría nunca, a pesar de la presencia de los predictores.

Pongámonos en el caso concreto de un paciente infectado por HIV, que no enfermo, primero señalo la frase: hay que plantearle al paciente el inicio del tratamiento. Un médico nunca consultaría a un paciente con neumonía, por ejemplo, si se quiere tratar, se le diría: tiene usted una neumonía y este antibiótico es el tratamiento que tiene que tomar, esto nos viene a mostrar lo difícil que es la decisión de iniciar la terapia en un paciente asintomático, es tan controvertido, que traslado al paciente la responsabilidad de la decisión, y este es el resultado del ejercicio de una medicina donde el médico se defiende del paciente.

Nuestro paciente, infectado por el HIV, al que le decimos que no tiene el SIDA (que no ha desarrollado la enfermedad), y después le ponemos un tratamiento para esa misma enfermedad que no tiene, tiene que ir a una unidad de seguimiento donde muchos pacientes tienen SIDA, sufre los efectos secundarios, en ocasiones graves, de un tratamiento que además debe ser rigurosamente acatado. Todo esto si partimos de la base de que los factores psíquicos influyen marcadamente en el desarrollo y curso de la enfermedad, hecho universalmente aceptado, o incluso son factores etiológicos, en qué medida, deberíamos preguntarnos, el iniciar el tratamiento influye en que la enfermedad progrese en un sujeto aislado. Convengamos que estadísticamente, con unos resultados la mayoría de las veces inflados por los laboratorios implicados (no debemos olvidar que se trata de un negocio millonario; la triple terapia inicial, que es la pauta recomendada actualmente tiene un elevadísimo coste), tras múltiples estudios hubiera demostrado el beneficio de tratar a los pacientes asintomáticos con cargas vitales altas o CD4 bajos y que tienen posibilidades de seguir el tratamiento, esto significaría que en estos estudios el grupo de pacientes tratados desarrollaría la enfermedad en un porcentaje menor que los no tratados. Pero hay que tener en cuenta dos cosas: que estamos hablando de una enfermedad en la que todavía se desconocen detalles de su curso natural, cómo el de si realmente existen enfermos infectados que no desarrollan la enfermedad, y por otra parte que de lo que se trata no es de porcentajes, sino de cada sujeto aisladamente considerado. ¿Cómo influye la decisión de inicio del tratamiento en cada paciente? ¿De qué depende que en dos sujetos con similares características biológicas, con la misma entidad clínica y bajo el mismo tratamiento, uno desarrolle la enfermedad y el otro no?, obviamente, aunque podríamos recurrir a la multicausalidad, nosotros creemos que depende de factores no biológicos, de factores psíquicos, de la sobredeterminación inconsciente, y esto no se puede dejar de lado a la hora de tratar pacientes, si bien la única forma de la que disponemos para acercamos a estas cuestiones, es la terapia psicoanalítica. Dar más información a los pacientes, más conocimientos, hablarles a la conciencia, intentar que sean un poco «sus propios médicos» no puede modificar nada, porque se trata de un saber inconsciente, por eso cualquier intervención sobre la adherencia al tratamiento cojeará si no tiene esto en cuenta.

¿Por qué no se investigan factores predictores de la posibilidad de no desarrollar la enfermedad?, quizás porque el resultado de este hallazgo sería la abstención terapéutica, y esto no enriquece a ningún laboratorio.

Alejandra Menassa de Lucia. Médico
Madrid: 91 542 33 49

ENFERMEDADES AL BORDE 
DE LA MENTE: 
CÁNCER Y SIDA

Acabo de regresar de vacaciones y leo entre los papeles de la prensa un informe elaborado por expertos sobre el Sida, los últimos datos hablan de un «suicidio» de los linfocitos (células directamente implicadas en la bajada de defensas del sistema inmunológico y posterior infección del organismo).

Esta noticia apunta al trabajo que venimos realizando en el Departamento de Medicina Psicosomática y a los libros publicados donde se recogen nuestras investigaciones.

En el Cáncer hablamos de locura celular, células atacando a otras células en un principio embriológicamente afines y posteriormente a todo tipo de células como extensión metastásica de la locura celular, por falta de límites, incesto celular, donde en lugar de transformaciones ideológicas o producciones nuevas, se producen cambios químicos, desestructuración antropofágica en el intento de borrar las relaciones, el intercambio, la realidad que en todos los casos es con otros.

Cáncer, un vocablo, un signo del horóscopo, un síntoma, una maldición, ¿de qué estamos hablando? del cáncer o de un tumor melancólico comiéndose el cuerpo, entonces de silencios por escuchar.

En el Sida, las células más que enloquecer, son células asesinas que atacan aquello que embriológicamente supuso un sostén de lo hereditario que no genético: el sistema inmunológico. Pacientes abocados a reprimir lo irreprimible: la pulsión. Pulsión que discurre por todas las bocas del cuerpo y parece ser que el virus elige curiosamente aquellas que suponen en el desarrollo sexual zonas de intensa carga libidinal (fundamentalmente la génito-uretral y el sádico-anal).

Recordemos que el sadismo es una forma del masoquismo y el masoquismo es la primera forma de la muerte como pulsional y que el suicida intenta aniquilar algo que se encuentra en él (un objeto perdido), es por lo tanto un asesino tímido. Hablamos entonces de células asesinas en el Sida, en el intento una vez instalada la ley, los límites, ir más allá de una transgresión, una forclusión o un repudio, para borrar y no dejar huellas de la doble carencia constitutiva del sujeto: proceder de seres sexuales (por ende mortales) y ser anticipados por el lenguaje (celos y envidia por lo tanto constantemente en juego).

Socialmente se produce en el asco, el miedo y la abstinencia sexual o la marginación, un intento de control sexual (una mercancía) a la vez que proliferan ciertas empresas (de cosmética sexual podríamos llamar).

Libertades coartadas en un final de siglo donde caídos algunos ideales y vejadas las utopías (sin las cuales no se puede vivir) se relega al Sistema Inmunológico, la base de un discurso donde los estados de salud no coinciden nunca con la salud del estado.

El Sistema Inmunológico, puede ser pensado como el lugar o substrato de representación psíquica de lo Inconsciente en el cuerpo. El Cáncer, cualquier tipo de Cáncer y el Sida así como otras numerosas afecciones psicosomáticas deben ser estudiadas también desde Lo Inconsciente. Todos los pacientes aquejados de estas sintomatologías deben ser atendidos, no sólo pero también, por Psicoanalistas.

El Sida es una Inmuno-Melancolía.

El único límite del cuerpo es el dolor y el dolor existe porque el cuerpo precisa algún límite ya que la pulsión no se puede reprimir y el cuerpo lo entendemos como un cuerpo pulsional, generado en el intercambio de palabras, atravesado por el deseo y escenario donde se representa lo anímico.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
Madrid: 91 883 02 13


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DE NUESTROS ANTECEDENTES

MARX

TERCER MANUSCRITO

1844

DINERO

(XLI) Si las sensaciones, pasiones, etc., del hombre son no sólo determinaciones antropológicas en sentido estricto, sino verdaderamente afirmaciones ontológicas del ser (naturaleza) y si sólo se afirman realmente por el hecho de que su objeto es sensible para ellas, entonces es claro:

1) Que el modo de su afirmación no es en absoluto uno y el mismo, sino que, más bien, el diverso modo de la afirmación constituye la peculiaridad de su existencia, de su vida; el modo en que el objeto es para ellas el modo peculiar de su goce. 2) Allí en donde la afirmación sensible es supresión directa del objeto en su forma independiente (comer, beber, elaborar el objeto, etc.), es ésta la afirmación del objeto. 3) En cuanto el hombre es humano, en cuanto es humana su sensación, etc., la afirmación del objeto por otro es igualmente su propio goce. 4) Sólo mediante la industria desarrollada, esto es, por la mediación de la propiedad privada, se constituye la esencia ontológica de la pasión humana, tanto en su totalidad como en su humanidad; la misma ciencia del hombre es, pues, un producto de la autoafirmación práctica del hombre. 5) El sentido de la propiedad privada —desembarazada de su enajenación— es la existencia de los objetos esenciales para el hombre, tanto como objeto de goce cuanto como objeto de actividad.

El dinero, en cuanto posee la propiedad de comprarlo todo, en cuanto posee la propiedad de apropiarse todos los objetos es, pues, el objeto por excelencia. La universalidad de su cualidad es la omnipotencia de su esencia; vale, pues, como ser omnipotente.... el dinero es el alcahuete entre la necesidad y el objeto, entre la vida y los medios de vida del hombre. Pero lo que me sirve de mediador para mi vida, me sirve de mediador también para la existencia de los otros hombres para mí. Eso es para mí el otro hombre.

¡Qué diablo! ¡Claro que manos y pies,
y cabeza y trasero son tuyos!
Pero todo esto que yo tranquilamente gozo,
¿es por eso menos mío?
Si puedo pagar seis potros,
¿No son sus fuerzas mías?
Los conduzco y soy todo un señor
Como si tuviese veinticuatro patas.

(Goethe: Fausto-Mefistófeles)

Shakespeare, en el Timón de Atenas:

«¡Oro!, ¡oro maravilloso, brillante, precioso! ¡No, oh dioses, no soy hombre que haga plegarias inconsecuentes! (Simples raíces, oh cielos purísimos!) Un poco de él puede volver lo blanco, negro; lo feo, hermoso; lo falso, verdadero; lo bajo, noble; lo viejo, joven; lo cobarde, valiente (¡oh dioses! ¿Por qué?) Esto va a arrancar de vuestro lado a vuestros sacerdotes y a vuestros sirvientes; va a retirar la almohada de debajo de la cabeza del hombre más robusto; este amarillo esclavo va a atar y desatar lazos sagrados, bendecir a los malditos, hacer adorable la lepra blanca, dar plaza a los ladrones y hacerlos sentarse entre los senadores, con títulos, genuflexiones y alabanzas; él es el que hace que se vuelva a casar la viuda marchita y el que perfuma y embalsama como un día de abril a aquella que revolvería el estómago al hospital y a las mismas úlceras. Vamos, fango condenado, puta común de todo el género humano que siembras la disensión entre la multitud de las naciones, voy a hacerte ultrajar según tu naturaleza.»

(continuará)

FREUD

PRÓLOGO PARA UN LIBRO DE
JOHN GREGORY BOURKE

1913

Cuando en 1885 hallábame en París como discípulo de Charcot, además de las conferencias del maestro ejercieron sobre mí máxima atracción las demostraciones y clases de Brouardel, quien solía enseñarnos, con el material de autopsias de la morgue, cuántas cosas dignas de que el médico las conozca existen, aunque la ciencia no se avenga a considerarlas. Repasando cierta vez los signos que permiten deducir la posición social, el carácter y la procedencia del cadáver anónimo, oíle decir: Les genoux sales sont le signe d'unefille honnête. ¡Consideraba las rodillas sucias como prueba de la virtud femenina!

Más tarde, cuando la labor psicoanalítica me permitió conocer las formas en que el hombre civilizado enfrenta actualmente el problema de su carnalidad, tuve múltiples ocasiones para advertir que la limpieza corporal se vincula mucho más fácilmente al pecado que a la virtud. Sin duda, el hombre se siente avergonzado de cuanto pueda recordarle con excesiva claridad su índole animal. Pretende imitar a los «ángeles perfectísimos», que en la escena final de Fausto se lamentan porque

Nos queda un terreno resto
que llevamos con vergüenza,
y aunque fuera de asbesto,
no sería más limpio.

Pero los hombres, viéndose obligados a quedar muy lejos de semejante perfección, apelaron al recurso de negar en lo posible ese incómodo resto terreno; de negarlo entre sí, aunque todos saben que el prójimo también lo lleva; además, prefieren sustraerlo a la atención y al cuidado que podría exigir como parte integrante de nuestro ser. Seguramente habría sido mejor admitirlo y perfeccionarlo en la medida que su índole permita.

No es nada simple la tarea de abarcar o describir las consecuencias que para la cultura ha tenido semejante actitud ante el «vergonzoso resto terreno», en cuyo núcleo cabe ubicar las funciones sexuales y excrementicias. Destaquemos tan sólo la consecuencia que más nos interesa aquí, es decir, la de que a la ciencia le ha sido vedado ocuparse con tales manifestaciones de la vida humana, pues quien estudie estos asuntos será considerado casi tan «indecente» como el que efectivamente realiza lo indecente.

Sin embargo, el psicoanálisis y la ciencia del folklore no se han dejado arredrar por estas prohibiciones, de tal modo que pudieron enseñarnos muchas cosas indispensables para el conocimiento del hombre. Limitándonos en esta oportunidad a los descubrimientos referentes a la escatología, podemos mencionar, como resultado principal de la investigación psicoanalítica, el hecho de que la criatura humana está obligada a repetir durante las primeras etapas de su desarrollo aquellos cambios de la actitud del hombre frente a lo escatológico, que probablemente se produjeron cuando el Homo sapiens se liberó de la madre tierra. En los primeros años de la infancia no existe ningún indicio de vergüenza por las funciones excrementicias, de repugnancia ante los excrementos, su cuerpo; siente gran placer en ocuparse con ellos y sabe derivar múltiples goces de esta ocupación. Como partes integrantes de su cuerpo y como productos de su organismo, los excrementos participan en el aprecio —denominado por nosotros «narcisístico»— que el niño dedica a cuanto pertenece a su persona.

(continuará)

 


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LACAN

LA FUNCIÓN DE LO ESCRITO

1973

El inconsciente es lo que se lee.
Del uso de las letras.
S/s.
La ontología, discurso del amo.
Hablar de joder.
Lo ilegible.

Voy a entrar muy quedamente en lo que les tengo reservado para hoy, que es algo que a mí, antes de comenzar, me parece peliagudo. Se trata de la manera cómo, en el discurso analítico, hemos de situar la función de lo escrito.

Esto da para la anécdota, a saber, que un día en la cubierta de un volumen por salir —publievacuación como dije— no encontré nada mejor que escribir la palabra Escritos.

Esos Escritos, ya se sabe, no se leen fácilmente. Puedo hacerles una pequeña confesión autobiográfica: eso precisamente pensaba yo. Pensaba, y a lo mejor la cosa llega hasta ese punto, pensaba que no eran para leer.

Es buen punto de partida.

La letra es algo que se lee. Hasta parece que se lee a raíz de la palabra misma. Se lee, y literalmente. Pero justamente no es lo mismo leer una letra y leer. Es bien evidente que en el discurso analítico no se trata de otra cosa, no se trata sino de lo que se lee, de lo que se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir, que no es tanto, como dije alguna vez, sino decir cualquier cosa, sin vacilar ante las necedades que se puedan decir.

Esto supone que desarrollemos esta dimensión, lo que no puede hacerse sin el decir ¿Qué es la dimensión de la necedad? La necedad, al menos la que puede preferirse, no llega muy lejos. En el discurso corriente, se queda corta.

De esto me cercioro cuando regreso, nunca lo hago sin temblar, a lo que he proferido en otras épocas. Siempre me infunde un terror sagrado, el terror justamente de haber dicho alguna necedad, es decir, algo que considero que no aguanta el embite de lo que ahora sostengo.

Gracias a alguien que retoma este Seminario —el primer año en la Ecole normale saldrá muy pronto- pude experimentar algo como el sentimiento, encontrado a veces en la puesta a prueba, de que lo sostuve ese año no era tan necio, o al menos no lo era hasta el punto de haberme impedido sostener otras cosas, que me parece que se sostienen, por estar ahora inmerso en ellas.

Con todo, no deja de ser cierto que ese releerse representa una dimensión que ha de situarse en relación a lo que es, respecto al discurso analítico, la función de lo que se lee.

A este respecto, el discurso analítico posee un privilegio. De allí partí en lo que hizo época de lo que yo enseño —tal vez no es tanto en el yo donde deba ponerse el acento, es decir en lo que yo pueda proferir, sino en el de, o sea, de donde viene eso, esa enseñanza cuyo efecto soy. Desde entonces, fundé el discurso analítico con una articulación precisa, que se escribe en el pizarrón con cuatro letras, dos barras y cinco rayas que enlazan cada una de estas letras dos a dos. Una de estas rayas —como hay cuatro letras, debía haber seis rayas— falta.

Esta escritura partió de una evocación inicial, a saber, que el discurso analítico es un modo nuevo de relación fundado únicamente en lo que funciona como palabra, y ello, dentro de algo que puede definirse como un campo.

(continuará)

MENASSA

PSICOANÁLISIS Y POESÍA

1990

ACERCA DE LA ESCRITURA

Para la charla coloquio de esta tarde traigo apuntes con los cuales intentaré desarrollar los siguientes cuatro puntos:

a) La escritura como un trabajo y el poema como un efecto del trabajo realizado.

b) La diferencia radical entre la vida del escritor y su obra.

e) La escritura como algo que pertenecía a pequeñas élites: sólo los poderosos podían escribir.

d) La escritura es una lengua diferente a la lengua hablada.

Relacionando estos puntos, digamos para empezar que el que sabía hablar no sabía el idioma que hablaba, en tanto el idioma que hablaba se transmitía por intermedio de la escritura que, en realidad, era otra lengua de la que hablaba.

Siempre se le ha dado a la escritura, al escritor, al poeta, a la poesía, un lugar —si bien denostado y perseguido—, siempre privilegiado. Este planteamiento lo hago en tanto que pienso que la poesía es un trabajo. Ahora iremos a los instrumentos.

Para que la poesía sea un trabajo, tengo que tener instrumentos. Esos instrumentos son el sujeto que escribe o están en el sujeto que escribe. Es decir, cualquier sujeto parlante podría desarrollar el ser de la escritura.

Esta concepción choca con las ideas de inspiración, musas, élite, nobleza, dando lugar a una socialización de la escritura.

El capitalismo genera un proceso de socialización universal, es decir, la irrupción del capitalismo como modo de producción en nuestras civilizaciones produce como resultado un efecto humanizador, un efecto civilizador.

La socialización de la mercancía, la posibilidad de que la mercancía llegue a mercados infinitos, abre las compuertas y los medios para que también se pueda llegar a pensar en la socialización del lenguaje, en la socialización de la escritura.

Entre cualquier jefe de sección en cualquier fábrica más o menos moderna y un maestro de escuela hay quinientos años de diferencia en favor del jefe de sección de la fábrica. El objeto técnico en su proceso de socialización se adelantó al proceso de socialización de la cultura, de la escritura, de la lectura y, por lo tanto, éstas se atrasaron quinientos años.

Si pensamos cómo se produjo la máquina herramienta, veremos que fue la física la que la hizo posible. La física hace posible el capitalismo: sin la física, sin la máquina herramienta, sin la rueda sinfín, no podría haber habido producción en serie. Por lo tanto hubiese sido una ficción el proletariado o el capitalismo.

La física posibilita la fase de producción capitalista, pero es también la fase de producción capitalista la que genera nuevas opciones, como mínimo, de lectura de la realidad. La máquina infernal que nos somete es la que nos posibilita la puerta de una posible libertad. La Teoría del Valor y la Teoría del Inconsciente así lo atestiguan.

Para conversar, elegí tres poemas míos que tienen que ver con el arte poético. Los tres son diferentes y pertenecen a épocas distintas de mi escritura, y definen situaciones diversas de la creación.

(continuará)


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ENTREVISTA A
 VICTORIA PREGO

C.S.: Victoria Prego es periodista, ¿qué es para tí el periodismo?

V. P.: Un oficio amargo y apasionante, del que es muy difícil marcharse y creo que al final ha resultado ser la mejor cosa a la que yo me podía haber dedicado. Yo no me dediqué a esto por vocación, sino por rebote, yo estaba estudiando políticas y en tercero me puse a estudiar periodismo. Me doy cuenta de que realmente éste es mi oficio y nunca hubiera podido hacer cátedras.

C. S.: Y ¿qué relación tiene con la escritura? ¿Cómo es la relación de un periodista con la escritura? ¿Es un medio de expresión simplemente?

V. P.: Sí, yo creo que para la mayor parte de los periodistas la escritura es un medio de expresión, hombre, si sabes escribir un poquito bien, cosa que no se aprende, o por lo menos no se aprende en una escuela, es algo más, es un arma extraordinariamente eficaz.

C. S.: Y el periodismo dónde se aprende.

V. P.: Se aprende un poquito en las escuelas de periodismo, en las facultades de periodismo, muy poquito. Se aprende en el ejercicio diario y se lleva en las tripas y si no se lleva en las tripas da lo mismo lo que aprendas, totalmente lo mismo. Quiero decir que hay gente con el título de periodismo, con notas brillantísimas, que es un leño como periodista, sencillamente, porque no tiene una cosa que es la nariz y la capacidad para entrar en el alma de las cosas en muy poco tiempo y extraerla con facilidad.

C. S.: Digamos, esa agudeza para entrar en las cosas ¿es la misma que se requiere para entrar en las personas o para entrevistar a alguien?

V. P.: No, es diferente, es decir, también se necesita para el periodismo, un cierto nervio. Hay gente a la que la improvisación de lo inesperado le agobia, le descompone, para ser periodista, un buen periodista, lo inesperado te tiene que parecer fascinante. Estar en el ojo de la cosa, decisiones rápidas y tener la capacidad de hacer la radiografía de lo que necesitas hacer en ese momento, no

la fotografía sino la radiografía, lo que es el andamiaje, la estructura sólida que va a sostener todo lo demás. Las noticias y la actualidad fundamentalmente a lo que se dedican es a alterar el orden de las cosas.

C. S.: ¿A alterar el orden de las cosas?

V. P.: Sí, el orden de tu trabajo, es decir que eso es así. Para hacer determinadas entrevistas, más largas, se necesita, ya te digo, un cierto sentido hospitalario que permita que, como en Asturias dirían, se exposhigue el entrevistado, se expanda, que coja posturas, se repantingue y entonces se exprese como es. Tú ya sacarás, quitarás la hojarasca y dejarás la rama.

C. S.: ¿Qué es lo que hace de un periodista, un personaje público, alguien admirado por la gente?

V. P.: Antiguamente, una buena firma, una buena capacidad de escribir, es decir, el caso de César González Ruano, los periodistas famosos eran los grandes articulistas, no los periodistas redactores. Ahora, fundamentalmente la televisión, los periodistas más conocidos son los que salen por televisión, esto es absolutamente evidente, y luego hay algunos grandes periodistas que son muy conocidos porque han dirigido periódicos como éste (Las 2001 Noches) o como ABC y se convierten en la cabeza visible de un medio de comunicación muy potente. Pero, vamos, antiguamente era una buena pluma y ahora es una buena cara, bueno, una buena cara no, una cara que comunique y que salga por la tele, es diferente, son capacidades distintas.

C. S.: ¿El pueblo es ahora más manejado que antes?

V. P.: Manipular es muy fácil, siempre ha sido muy fácil. Antes la gente era completamente analfabeta, su formación era cero, la manipulación era mucho más reducida, más que manipulación lo que había era opresión, quiero decir, el poder de uno sobre otro. Ahora manipular es facilísimo igual, porque la gente no es analfabeta, tiene mucha más información, en mi opinión demasiada, y queda muy anestesiada por exceso de información. Luego había, como sigue habiendo ahora, las clases ilustradas que son mucho más difíciles de manipular. Es decir, que el grado de información de ahora es muy grande pero la manipulación es muy fácil, claro, porque entre otras cosas la posición de la gente ante la televisión es muy pasiva: se sienta uno ahí, pone la cabeza en blanco y deja que entre toda la información.

C. S.: A veces se habla del analfabetismo funcional.

V. P.: Sí, bueno siempre ha habido, pero este es un analfabetismo más que funcional, un analfabetismo ¿cómo te diría yo? vital, porque funcional es el señor que sabe leer y escribir pero luego no lo usa.

C. S.: ¿Cuál consideras que es tu mayor éxito profesional?

V. P.: Haberme divertido.

C. S.: ¡Haberte divertido!, es importante divertirse.

V. P.: Para mí sí, es importante disfrutar, divertirme, pasarlo bien. No es importante sufrir, ni angustiarse, para mí mi mayor éxito es haberme divertido, haberlo pasado bien en muchos sitios. Y me he divertido y he disfrutado en varias cosas; cuando hice un telediario con Joaquín Arozamena que se llamaba «El Cierre», que hice «La Transición», que también me divertí y disfruté y aprendí, ese para mí es otro éxito.

C. S.: ¿La vida le pasa a uno o uno pasa por la vida?

V. P.: Yo no tengo ese talante, yo no paso por la vida, yo más bien procuro paladear las cosas, porque sé que no tengo repetición posible, soy muy consciente de que en cualquier momento todo se acaba, mañana yo puedo estar traspasada de pena, de angustia y de dolor por cualquier cosa que me pueda haber sucedido y por lo tanto yo no paso por la vida. Hace un tiempito, desde que me he hecho un poquito mayor, que he dicho no, a mí no me interesa eso, me interesa detenerme un poquito, no trabajar muchísimo, tampoco ser riquísima, no me interesa nada, pero sí andar paladeando las cositas.

C. S.: O sea, que de alguna manera uno construye la personalidad que tiene.

V. P.: Yo creo que una parte importantísima sí. Hombre luego te dicen ¡qué suerte tienes! Pues sí, hay gente que tiene mucha suerte y hay gente que tiene mala suerte. Luego hay una parte, que yo creo que es un setenta y cinco por ciento, de clara voluntad de construir un tipo de vida, de relaciones. Te enfrentas a problemas de una determinada manera, los resuelves de un cierto modo, superas las dificultades con un cierto talante, todo eso depende bastante de tus deseos y de tu voluntad. Lo que pasa es que casi todo el mundo tiende a considerar que él es una especie de cenicero que se pone ahí y a lo que le toque.

C. S.: ¿Tú crees que todo hombre tiene un precio?

V. P.: Sí, pero no de dinero, todo el mundo tiene un precio, yo creo que sí. Hombre, hay gente que no tiene precio, a mí la gente que no tiene ningún tipo de precio, me parece espeluznante. Yo en afecto, por ahí soy muy débil, en el cariño, en el afecto, en la cosa sentimental soy mucho más débil, pero por ejemplo a mí el dinero me da igual.

C. S.: ¿Cuál es el trabajo que te gustaría hacer, el trabajo ideal?

V. P.: Hoy, ninguno, exactamente ninguno, lo tengo clarísimo, clarísimo vamos, o sea, ninguno directamente.

C. S.: Para ti el trabajo es un trabajo.

V. P.: Sí, es un trabajo, que lo paso bien, pues estupendo; que no lo paso bien, pues nada. A mí me encanta el periodismo activo, el periodismo diario, lo que yo entiendo el periodismo de verdad, me encantaría poder hacer calle. Sé que no me toca ya porque la trayectoria al final te empuja para arriba pero a nadie se le ocurriría pensar que yo pueda hacer calle, me puede encantar, me encanta vamos.

C. S.: ¿Qué opinas del psicoanálisis?

V. P.: Pues me parece bien, el psicoanálisis a mí me parece un ejercicio útil y probablemente en muchísimos casos necesario, porque la clarificación de las cosas me parece imprescindible para poderlas resolver. Yo creo que detectar un problema, poderlo aislar, poderlo analizar, poder tomar decisiones y actuar sobre él me parece clave para resolver miles de cosas y trayectorias vitales muy azotadas. De manera que me parece un ejercicio imprescindible y útil, excelente y sanísimo.

C. S.: ¿Harías un resumen de la situación política española actual, una radiografía con el encarcelamiento de Barrionuevo y Vera?

V. P.: La noticia de los periódicos de esta mañana me parece la conclusión natural de un proceso jurídico, de un proceso que se ha seguido ante los tribunales y que tiene unos efectos, y que naturalmente el que esté en desacuerdo puede recurrir en todas las instancias. 


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Hay que recordar que eso se ha juzgado en el Supremo y que no hay instancia para recurrir porque se ha querido así. Me preocupa extraordinariamente la posición del partido socialista, vamos, de una parte del partido socialista, de Felipe González en concreto, porque yo creo que esta apelación a que la Administración de Justicia atenta contra el Estado de Derecho, me parece una bomba de primerísima categoría en los cimientos de un Estado Democrático. Dicho por una persona que no es un ciudadano cualquiera sino alguien con muchísimo prestigio, que ha tenido siempre sentido del Estado, que ha sido Presidente del Gobierno durante muchos años y que ha, como él muy bien dice y yo suscribo, ha liderado una etapa histórica que es brillantísima en la historia de España, y que pasará como un ejercicio verdaderamente positivo. De manera que eso me preocupa, pero yo tengo siempre una confianza infinita en la población, que nunca, desde la muerte de Franco acá, agitada como ha estado por muchísimos acontecimientos políticos, nunca ha perdido los papeles.

C. S.: Es una visión muy interesante.

V. P.: Y el caso de Dreyus no se va a dar, como decía González, en España, no va a quedar dividida la sociedad española. Fue condenado sin pruebas, y fue causa de una polémica terrible, que fue el motivo del Zola «Yo acuso», «J'accuse» ese es el origen del caso, dividió a la sociedad francesa y luego fue absuelto por falta de pruebas. Lo que estoy segura es que el caso no es este, porque la sociedad española no va a quedar profundamente dividida, es un proceso político que se ha seguido de una determinada manera. Yo creo que aquí, por mucho que se quieran tirar las columnas del templo y que muera Sansón con los filisteos dentro, aquí no, porque los filisteos aguantan las columnas. Quiero decir que finalmente el pueblo español es maduro, se pronuncia siempre con una serenidad extraordinaria, y es muy difícil recrear aquí un clima de confrontación social, porque los españoles no se van a dejar.

C. S.: Está muy reciente la dictadura.

V. P.: Pues probablemente sí, y ya hay una memoria de eso y cierta sabiduría. Yo no tengo ninguna, respecto del país yo no tengo ninguna preocupación, respecto del clima político mucha.

C. S.: La última ¿qué consejo le darías a los jóvenes universitarios españoles?

V. P.: Yo soy muy mala para dar consejos, consejos ¿para qué?

C. S.: Para que vivan.

V. P.: Para que vivan, ¡ah! bueno, para que vivan, pues que lo pasen lo mejor que puedan. Hombre, cumpliendo con las obligaciones, es que si no cumplen con las obligaciones les da mala conciencia y tampoco lo pasan bien, pero en fin, que lo pasen lo mejor que puedan.

Carmen Salamanca Gallego.
Coordinadora de Talleres de Escritura
Madrid: 91 542 33 49

PSICOANÁLISIS
PARA TODOS

CIENCIA Y VERDAD 
EN PSICOANÁLISIS

 

AUTORES:
Miguel Oscar Menassa
Amelia Díez Cuesta
PTS. 700; 7 US.

«Ciencia y Verdad» hace de cero a la aparición de una nueva colección de la Editorial Grupo Cero, «Psicoanálisis para todos». Y, como inaugurar es nacer, en principio sustenta el deseo de alcanzar la difusión de una lectura que se está produciendo en el «Seminario Jacques Lacan de los Sábados» de la Escuela, Miguel Oscar Menassa. Al mismo asisten psicoanalista de toda España.

El objetivo de esta nueva colección es, en estos primeros números, que la obra escrita de este importante autor en la transmisión del psicoanálisis puede llegar a todo aquel que quiera introducirse en cómo piensa Freud.

Hacer de los escritos habla y transformar el habla en escritura, ese es nuestro objetivo. Es decir, producir una nueva lectura, pues no existe una ciencia del hombre sino un sujeto de la ciencia. Esta nueva colección apunta a que cada uno sea un sujeto de la lectura, de una lectura que lo produzca.

La obra de Freud como escritura, base material del psicoanálisis, y la obra de Lacan como lectura productiva, en tanto consideramos que la lectura como producción es base material de la transmisión, atraviesan y generan esta nueva colección que esperamos pueda llegar a todos aquellos que se interesen por estar interesados en ello.

Esta es una lectura posible, lo cual no quiere decir que haya infinitas lecturas sino solo aquellas que sean posible de ser producidas.

AGENDA

TODAS LAS INSTITUCIONES ASOCIADAS A EXTENSIÓN UNIVERSITARIA DEBEN ENVIAR, ANTES DEL DÍA 15 DE CADA MES, TODAS LAS ACTIVIDADES (GRATUITAS O NO) DEL MES SIGUIENTE.


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