Seguramente comenzó como un juego, una exquisita manera de forzar los límites que, en nuestros días, embalsaman el deseo humano impidiendo su normal desplazamiento, su errática búsqueda de lo imposible. La palabra juego nos remite a una actividad cuyo fin reside en el ejercicio mismo de la acción. Al jugar, creamos un mundo propio o, mejor dicho, situamos las cosas de nuestro mundo en un orden nuevo, más grato. La antítesis del juego no es la gravedad sino la realidad. Como a las mujeres de su novela, más allá del resultado de la operación, a Menassa le importa la operación en sí misma. Como Evaristo, sabe que las cosas que escribimos, no las podemos vivir. Capítulo a capítulo, nos plantea un mundo donde el sujeto es capaz de varios amores, capaz de mantener relaciones múltiples con los que le rodean. Sustituir la "o" por una "y" aumenta estrepitosamente las posibilidades de goce, permite la serie, es decir, la vida. El SEXO DEL AMOR es la tercera novela de Menassa. Con EL OFICIO DE MORIR, DIARIO DE UN PSICOANALISTA, de 1983 y NO VE LA ROSA, de 1989, obras en apariencia independientes, el autor va trazando las líneas que le llevarán exactamente al momento actual de su escritura. La publicación de EL SEXO DEL AMOR replantea la historia y nos permite nuevas lecturas.
Podríamos decir que se completa una trilogía. Según el diccionario, un conjunto de tres
obras dramáticas cuyo tema tiene entre sí cierto enlace. Tres novelas que hablan de la vida (¿y milagros?) del hombre y la mujer, mejor dicho, de hombres y mujeres atravesados por la escritura, bajo la atenta escucha del psicoanálisis. Como el mismísimo Leonardo, este sujeto es un ser múltiple, polifacético, marcado por el deseo y su eterna búsqueda de satisfacción, imposible. Así, los personajes participan de todos y de ninguno: el poeta atemporal, el psicoanalista y su psicoanálisis, el enamorado del arte, el amante y sus sexos, el otro semejante y siempre diferente... él y ella. Retruécanos de la ceguera y empecinamiento del deseo, motores invisibles e ignorados para el sujeto que, a veces, se confunde de papel e, incluso, de novela. Decir hombre o mujer, es un reduccionismo que no alcanza para explicar el choque. Las
diferencias, y también las similitudes, exceden los límites de la apariencia física. Así, tras la maraña de afectividad en que transcurre EL SEXO DEL AMOR, su estética de erotismo casi pornográfico, descubrimos el minucioso y constante trabajo de investigación a que Menassa viene dedicando los últimos 58 años. La escritura, el amor, la poesía, la libertad, el psicoanálisis, la esclavitud, el dinero, la vida, el sometimiento, la muerte, el pan... Una investigación en la que, cada vez, pone su vida en cuestión. Menassa utiliza la novela a modo de parábolas bíblicas, es decir, articulando en forma de historias, los mecanismos fundamentales del psiquismo humano. Es en lo cotidiano donde se juega el deseo, situaciones que empujan al sujeto más allá de su voluntad: explosiones de celos, inútiles sabotajes del miedo, confesiones de amor eterno, claras muestras de sensatez, selváticos crecimientos y rutinas desterradas en la caída. La acción se desarrolla en el mismo escenario en el que, nosotros, anónimos lectores, representamos diariamente nuestro papel: la vida. Esto produce sus efectos: los personajes se van colando entre nuestros recuerdos, llegan a confundirse con algún rostro conocido, alguna ilusión olvidada. Los sentimientos dejan de ser mudas pasiones, tortuosos experimentos de la especie en pro de una permanente mejora de la raza. En el texto encontramos frases que todos, en algún momento, hubiéramos deseado pronunciar, frases de precisión meridiana.
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Quizá comenzara como un juego, una secreta pasión estallando en el centro mismo del lenguaje. Miles de años de escritura fermentando a la sombra del deseo, haciendo posible este acontecimiento. Entre telones, vagan los enamorados del silencio, las víctimas del desamor organizado, ajenos a la vibrante plenitud de EL SEXO DEL AMOR. Carmen
Salamanca Gallego. Candidata a psicoanalista.
Una vez nos enseñaron a caminar, ahora tendríamos que poder andar y andando siempre se encuentran buenos motivos para inaugurar, hacer nacer algo nuevo, libros, amores, palabras, colecciones. Aceptar lo que ocurrió, la novela El Sexo del Amor de Miguel Oscar Menassa, inaugurando esta nueva colección NARRATIVA 2001, es incluir el próximo paso, continuar. El goce que conseguimos esta vez, en los relatos, no tiene nada que ver con el cuerpo, sino, que adquirimos un cuerpo en el devenir del relato. Ya que relatar el amor, a veces, es mejor que el amor en sí mismo. Todos fueron por más, a nadie le bastó lo único y se fueron haciendo sujetos singulares. Me transformo en frase cuando otra frase me produce como tal y, una a una van formando el relato. Algo así como tener cuarenta grados de fiebre sin padecerla exactamente. Todos aceptaron, nadie quiso los huecos en el alma si no son los producidos por la escritura. Las paredes que escuchaban nuestros amores no alcanzaron, era necesario dar un paso más, decirlo al mundo, lucir las palabras, hacer público, algo que parecía privado, ponerlo en circulación. No es posible, para nosotros, construir un mundo de otra manera. Nada se parece a la palabra nunca. El goce es nuestro y al comprenderlo dejamos de vivir para ser lo escrito. Con esta nueva colección, aseguramos miradas y palabras balbuceadas apenas, entrando en contacto con cada una de las partes del cuerpo. El deseo deja esta huella, un libro, una frase, una nueva puerta al mundo. Deja constancia. Queremos aprovecharlo todo, todo es aprovechable para el deseo. Pondremos en jaque los sentidos y a prueba el motor, generando latidos dispares. El Sexo del Amor da comienzo a la existencia de un tejido, donde veremos qué fibra, qué hilos se tejerán. Esto es vida, nos decimos, y en ella el deseo se desata por cualquier tontería. Mientras esta novela se lanza al aire como un montículo de purpurina multicolor, se nos avecina una nueva vida y nos parece natural ser tan volátil, tan colorido. Como un bosque crecido de golpe o como la hierba con un fino trazo sobre los altos muros,
NARRATIVA 2001, trascenderá todo nivel alcanzado. Una colección que, como "Poesía
y Psicoanálisis", dará lo singular de sí, el rasgo aún no nacido. Quisimos adentrarnos en las manos que escribieron antes que nosotros y producir con esas manos, una escritura nueva, otras manos. Ése es todo el trabajo, al que invitamos a todos a realizar. Encadenarnos a otras historias también a las que escriban nuestras propias manos. El Sexo del Amor nos dice: "Siento todo el tiempo que si lo escribo hoy lo viviré mañana, por haberlo escrito ayer en soledad de ellas, mas con el mundo". Planteando una de las cuestiones fundamentales: escribir, mundo, vivir. La narrativa peina y enreda. Así nos gustaría llegar con esta colección convocar, inundar de historias el universo. "Con el tiempo seremos esos pájaros eternos que vuelan sin que su vuelo tenga nada que ver con la dirección de los vientos". Preferimos los relatos de larga duración y así como la poesía elige las vibraciones de nuestro cuerpo, que ella misma provoca, para expandirse, los relatos se abrirán, esta vez, en el centro mismo de la carne. Karina
Pueyo. Psicoanalista. |
Todo comienza cuando puedo
simbolizar la presencia y la ausencia, es decir mi presencia y mi ausencia, esto es, la
muerte como pulsión. Todo comienza cuando soy mortal. El sujeto hablante, que somos, habla con cada uno de sus actos. Hay quien llega tarde porque atribuye al llegar pronto algo que hará que la decisión no le añada trabajo, y sueña con que lo que desea se realizará con sólo decirlo, olvidando que el trabajo y la decisión son una misma cosa, que decidir es ponerse a trabajar para esa decisión. Sin embargo, algunos sujetos con mayor asiduidad que otros, no hacen las cosas (porque hacerlas mal es hacerlas de una manera tal que no se hacen) para no caer en la humana realidad de que la vida es un sueño del que nunca despertaremos, y todo saber es para nosotros una pesadilla que nos despierta. Las ciencias son las últimas pesadillas del hombre, y ahora el psicoanálisis con más de un siglo de existencia nos da la dimensión del goce de la palabra como último despertar. Incluso si uno llega tarde no deja de decir, y dice de su ilusión, esa de cuyo gasto se hace cargo la libido. Freud nos enseña que cuando un sujeto se desilusiona, de otros o de sí mismo (el otro y él mismo forman parte de la estructura del sujeto, por eso que la diferencia no cesa de no existir), lo que casi siempre se denomina en lo coloquial "cuando se siente frustrado", cuando esto ocurre se gana libido, deseo, libertad. Esto quiere decir no que hay que dejar de tener ilusiones, sino que lo más importante de la ilusión es la ley que dice que toda ilusión conlleva desilusión, que la desilusión es la parte más importante de la ilusión. En general se atribuye al psicoanálisis más que el poder de desencantar, desilusionar, en tanto eso funda la ilusión, mediante un deslizamiento significante se le atribuye el estar en contra de las ilusiones. Freud en uno de los títulos de sus textos escribe: El porvenir de una ilusión. Y esto adviene en cada uno, tome posición en ello o mantenga su posición a cierta distancia, ya sea reprimida u olvidada, renegada o velada, forcluida o transmutada. Este acontecer se fundamenta en que es en relación al falo que nos hacemos cuerpo mortal, cuerpo como resto, cuerpo pulsional, cuerpo gozante. Y tantas veces cuerpo me lleva al salto, la metamorfosis que tiene que sufrir el significante para que en lugar de remitir a un significado rutinario sea función del sujeto. Hay otros, y entre ellos unos más que otros, que primero llegan a la hora acordada y se
quedan esperando la recompensa, que cuando no llega, en lugar de trabajar para ello, se
dedican a atribuir ineptitud al otro y después estupidez a sí mismo, y digo primero y
segundo porque nos constituimos, en cada acto, desde el otro, en el otro. Y cuando habla de sus propósitos el psicoanálisis le diría que cuando no llega siempre hay alguien, y además, si uno permanece, van a llegar otros alguien. l paso del falo a la función fálica, se realiza en cada acto, en cada verbo. Sólo si se está en relación al falo se pudo estar en relación al hombre, a la mujer (que no existe, porque ni la Dama ni la Madre fálica existen), a los niños, al trabajo, a las funciones cuyos representantes no son personas sino funciones, al deseo porque es su soporte. Falo que heredamos de padre a hijos por medio de la madre fálica, atribución que madre e hijo se hacen para que el falo entre a circular y es después que permite la entrada del antes, es la ley fálica o la ley de castración, que dice que no lo es ni lo tiene nadie. El recorrido de la madre fálica a la función fálica o ley de castración, ley del Nombre del Padre, es por retroacción, sólo si uno existe como objeto a, de forma contingente, se puede decir que ha habido madre fálica, sólo el después da cabida al antes, da existencia al proceso para siempre incesante, que no cesa de realizarse sin conseguirlo, para que se relance la repetición, que es la ley, y así mantener en marcha el movimiento pulsional. Porque incluso un hecho catastrófico es el resultado del encuentro de un hecho nimio con la tensión pulsional. Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista. |
Hubo una intención en el estructuralismo de proporcionar un principio de explicación universal del hombre a través de sus manifestaciones más diversas. En Lévi-Strauss la noción de estructura es central en todos sus análisis y toma sus bases de la lingüística moderna, la única capaz de alcanzar un nivel de formalización comparable al de las ciencias de la naturaleza. Así es que este autor dice: "Si como nosotros creemos, la actividad inconsciente del espíritu consiste en imponer formas a un contenido, y si esas formas son fundamentalmente las mismas para todos los espíritus, antiguos y modernos, primitivos y civilizados -como muestra claramente el estudio de la función simbólica tal como se expresa en el lenguaje- entonces es necesario y suficiente alcanzar la estructura inconsciente, subyacente a cada institución o a cada costumbre, para obtener un principio de interpretación válido para otras instituciones y otras costumbres, a condición, naturalmente de llevar más lejos el análisis". La idea fundamental es que el objeto de la lingüística y el de la antropología son homólogos. Cuando elabora las "Estructuras Elementales de Parentesco", muestra que la prohibición del incesto es el único fenómeno que obedece a la vez a las leyes de la naturaleza y a las leyes de la cultura, que asegura el pasaje que el cachorro humano como naturaleza tendrá que hacer hasta adquirir el lenguaje y en ese pasaje es donde se va a jugar toda la dramática que no se resuelve pero que es condición de la existencia humana. De esta manera es que mediando una prohibición, un algo que no, comienza la circulación de las mujeres marcando un grado de determinismo en el modo de distribución. Las desviaciones entre los hechos y la regla, van a constituir las diversas culturas que
agruparan un conjunto de desviaciones significativas. Pero en lo social nos encontramos
con dos nociones que serían por un lado la noción de estructura social y por otro las
relaciones sociales. Estas últimas serían la materia prima empleada en la construcción
de los modelos que ponen de manifiesto la estructura social misma. Entonces tenemos que
entre la realidad de los hechos y la estructura se intercala el modelo. Esas relaciones sociales en que se resuelven las estructuras, son casi siempre de orden binario, como las que se usan con frecuencia en la teoría de la información. En una sociedad, las relaciones sociales visibles, de ningún modo constituyen una estructura, esta aparece sólo en el modelo teórico que el estudioso elabora para dar cuenta del funcionamiento de esas relaciones sociales. En los primeros estructuralistas había una prioridad de lo sincrónico sobre lo diacrónico, que marcaba la identificación de una estructura en un momento X postulado momento 0, y el estudio histórico de su evolución. En Marx la prioridad es acordada al descubrimiento de una invariable estructural que caracteriza a varias sociedades en varios momentos como capitalistas, invariable que permite, inmediatamente, indagar la historia porque está presente en distintos momentos del tiempo histórico. Prevalece lo diacrónico sobre lo sincrónico. Esta consideración nos introduce en la noción fundamental de "estructura dominante en un sistema". La dominante de un sistema es la que sobredetermina a un sistema por ser un invariable estructural. En el caso del psiquismo, una estructura compleja sobredetermina un efecto, pero a su vez la articulación de esta estructura está sobredeterminada por un concepto. El concepto conseguía esta sobredeterminación de la estructura, teniendo una relación invariante con los otros conceptos. El concepto de inconsciente por esta relación invariante articulada en él, da nombre a la estructura que se llama entonces estructura del inconsciente. La ciencia psicoanalítica se proveyó de un concepto general de campo en el que opera, y dice que del psiquismo que va a hablar es del que transcurre dentro de los límites del aparato psíquico, que el inconsciente genera y sobredetermina. Pero hay algo que no queda abarcado por el concepto, por lo tanto cuando hablamos del inconsciente, hablamos de aquella realidad inconsciente determinada por la teoría del inconsciente, que en ningún caso abarca la totalidad de la realidad inconsciente. Ya que no se pueden determinar todos los contenidos inconscientes. Toda interpretación psicoanalítica será de un contenido sexual, pero no toda la sexualidad puede ser interpretada. El Inconsciente es entonces una estructura sobredeterminante que queda relativizada en su sobredeterminación, a lo que sobredetermina. Norma
Menassa. Psicoanalista |
Los mismos dioses humillándose por amor, Dice Sócrates que cuando nació Afrodita, los dioses hicieron un banquete, durante el mismo, Recurso se emborrachó, hasta quedarse dormido. Pobreza que estaba afuera mirando todo, y al ver el estado de impotencia de Recurso, se acercó a él, lo sedujo y de ese encuentro fue concebido el Amor. Eros, entonces, hijo de la Pobreza y de Recurso es presentado como pobre, sin zapatos ni casa donde dormir. Duerme a la intemperie, y del mismo modo que su madre está siempre necesitado, y como su padre, es cazador, astuto, seductor, brujo, y un gran emprendedor. Además de pobre, como lo presenta la mitología, se dice que el amor es ciego. Esto resulta muy significativo porque también podríamos decir de él que se desarrolla en el campo de la mirada. Pero, parece ser que es una mirada que no ve sino lo que está marcado por sus arbitrarias leyes y es ciego ante cualquier otra realidad que escape a estas leyes, a ese campo magnético del amor. En los Diálogos de Platón, se les pide a cada uno del banquete que relate su idea acerca del amor. Es Aristófanes quien cuenta su versión diciendo que los seres humanos más primitivos habían sido creados del Sol, la Tierra y la Luna, eran tan fuertes, tan completos y poderosos, que los mismos dioses contra cuyo poder podían llegar a atentar, atemorizados por este peligro, decidieron disminuir su fuerza mutilándolos. Y así fue, porque aquellos seres que eran circulares como los astros de los que procedían, y que tenían dos cabezas, cuatro piernas y cuatro brazos, fueron divididos, por Zeus, en dos mitades, resultando seres imperfectos e incompletos con sólo una cabeza, dos piernas y dos brazos. Hecha la división de los hombres, cada mitad hacía esfuerzos por encontrar a la otra mitad de la que había sido separada, y cuando se encontraban ambas, se abrazaban y se unían, llevadas del deseo de entrar en su antigua unidad, con un ardor tal, que abrazadas morían de hambre, no queriendo hacer nada la una sin la otra..." Tristán e
Isolda, Romeo y Julieta, Ulises y Penélope, Don Quijote y Dulcinea, son
algunas de las parejas que la literatura usó para desarrollar una concepción del amor. Es por amor que el hombre nace. Por amor su vida es salvada de su insuficiencia, de su nacimiento precoz y al borde de la muerte. Alguien por amor no permitió que muriera, entregándole lo más preciado del amor, la palabra. Sin el otro semejante, es decir, sin la aceptación del otro como semejante no hay aceptación de la mortalidad. Freud en El Malestar de la Cultura dice que la pérdida del amor infantil es la mutilación más profunda que ha sufrido la vida amorosa del hombre; y desde aquí podríamos decir que cualquier historia de amor que el hombre sea capaz de construir, es un intento de curar aquella herida primitiva. Por esto vemos la inmensa importancia del amor, pues siempre nos plantea la posibilidad de su pérdida, es decir, que en el origen del amor hay un duelo ya acontecido. Lo mutilado, lo incompleto, lo imperfecto es característica tanto del amor, de lo sexual y de la palabra, y si bien, esto es algo que podemos entender con cierta facilidad, la virtud del amor de habernos rescatado de esa amenaza de muerte con la que nacimos, nos deja siempre en la posición del amor como un triunfo ante la muerte. Marcela
Villavella. Psicoanalista ¿Dónde y cómo se relacionan el soma y la psique? ¿Dónde y cómo se relacionan el soma y la psique? En el siglo V a.C. Sócrates se adelanta formulando que "no se puede curar el cuerpo
sin actuar sobre el alma". |
Pero sin embargo, sobrevendrían luego mil años de dominancia religiosa y el consiguiente
oscurantismo, hasta que con el Renacimiento advino un profundo interés específico en el
estudio de la materia. El pensamiento cartesiano instalará el positivismo científico, el
reinado de la conciencia. Fue Freud, quien reunificó las instancias soma y psique a partir de los estudios llevados a cabo en las histerias desde el fenómeno de la conversión, que lo llevaba a preguntarse alternativamente qué era del cuerpo y qué era de la psiquis. En 1818 el psiquiatra alemán Heinroth acuñó el término psicosomático por primera vez en una descripción sobre el insomnio. La denominación se popularizó entre sus pares e incluía la úlcera péptica, el asma bronquial, la migraña, la colitis ulcerosa, la artritis reumatoidea y la histeria de conversión, que fue excluida después de los trabajos de Freud. La medicina, aun reconociendo la importancia de los factores emocionales en la clínica, abandonó la investigación en este campo. El cuerpo pasó a ser considerado como un cuerpo real, por ser lo que ven los ojos o sus
sustitutos, ya que bajo el imperio de la conciencia, "lo que percibo es lo que
es". Este trabajo intentará poner en contacto dos coordenadas: la medicina y el psicoanálisis, que a pesar de estar ambas vinculadas al arte de curar, han producido enlaces interdisciplinarios confusos e improductivos. Cuando asociamos estas dos palabras, medicina y psicoanálisis, hay un afecto en esta asociación, ya que su objeto de estudio es un cuerpo afectado, amenazado, sufriente, que otro humano lo va a devolver sano gracias a un saber, lo quiera o no el médico porque es el paciente el que lo pone en esa posición. El psicoanálisis parece ser el único marco de referencia capaz de proporcionar una teoría de la psicosomática, para lo cual se apoya en el modelo freudiano de somatización. El cuerpo tiene una doble pertenencia: a lo imaginario y a lo real. Es lo imaginario lo que determina positiva o negativamente todo el funcionamiento psicosomático. El cuerpo propio subyace a toda representación imaginaria: el cuerpo del paciente es lo que el paciente dice de su cuerpo. Para explicar la enfermedad psicosomática nos vamos a remitir al estadio del espejo, que se sitúa en los primeros tiempos del niño y se vincula a su prematuridad. Antes de que su maduración le permita acceder a un dominio real de su cuerpo, el sujeto
toma conciencia del mismo con la visión de la imagen total del cuerpo del otro. Pero a veces, la imagen lo anticipa, como si la señal viniera de la imagen y no de su propio cuerpo, y en este cambio de punto de partida, es donde se va a instalar la enfermedad psicosomática. Está abolido el momento donde su cuerpo funcionó como opaco, enviando la señal, y a la vez, siendo captado como imagen. La propuesta del enfermo psicosomático es un diálogo sin palabras, porque la falla
psíquica es anterior a la palabra. En estos sujetos los hechos psíquicos se presentan de manera insuficientemente estructurada. Un psiquismo insuficiente para elaborar las crisis vitales y así la descarga es por la vía neurovegetativa. El psicosomático no llora, tiene un ataque de asma. No expresa su cólera, se vuelve hipertenso. Inés
Barrio. Psicoanalista |
-Mire, doctor, yo la quiero con locura, no podría vivir sin ella, pero es que desde que nos casamos no se me empina, vamos, que no hay manera. En cambio, las prostitutas me ponen a cien. Ella dice que no la quiero, pero no es eso, no sé lo que me pasa- "Si preguntamos a un psicoanalista cuál es la enfermedad para cuyo remedio se acude a él más frecuentemente, nos indicará (previa excepción de las múltiples formas de la angustia) la impotencia psíquica". De esta manera comienza Freud un artículo del año 1912 titulado "Sobre una degradación general de la vida erótica". La impotencia psíquica ataca a individuos de naturaleza intensamente libidinosa y se
manifiesta en que los órganos ejecutivos de la sexualidad rehusan su colaboración al
acto sexual, estando en perfecto estado orgánico y hallándose el sujeto fuertemente
inclinado a la realización del acto. De ambas corrientes, la cariñosa es la más antigua, procede de la edad infantil y se orienta hacia los familiares, generalmente los padres. En el proceso de crecimiento y ante la barrera moral del incesto, el niño desviará la carga libidinal restante hacia otros objetos, fuera de su círculo familiar y sexualmente accesibles. "El hombre abandonará a su padre y a su madre -ordena la Biblia- para seguir a su esposa", fundiéndose entonces cariño y sexualidad. El máximo grado de enamoramiento sensual traerá consigo la máxima valoración psíquica. El fundamento de la enfermedad es, como en todas las perturbaciones neuróticas, una
inhibición del proceso evolutivo que conduce a la libido hasta su estructura definitiva
normal. La vida erótica de estos individuos permanece disociada en dos direcciones: el amor divino y el amor terreno. Si aman a una mujer, no la desean, y si la desean, no pueden amarla. El objeto sexual aparece degradado, única posibilidad de obtener goce sexual. En este punto, volvamos al angustiado paciente del comienzo. "No sé lo que me pasa", habla de ese desencuentro, esa invisible fisura que hace temblar al desorientado sujeto. No comprende nada, su voluntad nada puede hacer para dominar su deseo y sufre, sufre en la más completa oscuridad. Hay una oposición entre ambas corrientes cuya solución no es nada fácil, pues la localización de las mismas en la vida psíquica excluye toda posibilidad de encuentro. Mientras su cariño, su amor al objeto son claramente conscientes, su deseo, orientado hacia otros objetos, permanece inconsciente y el sujeto lo desconoce por completo. Esta actitud ambivalente del sujeto respecto al objeto, constituye el nódulo de la constelación psíquica de la neurosis, es decir, la permanencia del conflicto ante la prohibición y la tendencia. En las mujeres, la impotencia psíquica es conocida como frigidez. Su largo apartamiento de la sexualidad y el confinamiento de la sensualidad en la fantasía tienen para ellas consecuencias particulares: en muchos casos no les es ya posible disociar las ideas de actividad sexual y de prohibición. De ahí la tendencia de algunas mujeres a mantener secretas por algún tiempo relaciones totalmente lícitas o permanecer fieles al amante. Este requisito de la prohibición, en la vida erótica femenina, puede equipararse a la necesidad de un objeto sexual degradado en el hombre. Esta estructura es la base del psiquismo humano, que el sujeto resuelve de muchas maneras: con una producción cultural y otros, los más débiles, quedarán atrapados en las redes de la neurosis obsesiva. En estos casos, el psicoanálisis dispone de los instrumentos necesarios para construir en el psiquismo del sujeto, otra sexualidad, otra vida. Carmen Salamanca Gallego.
Candidata a psicoanalista. |
Cuando abordamos el tratamiento de un paciente, no se trata de un síntoma que se
termina de formar en el análisis, sino de un sujeto que sólo se constituye en análisis,
de un sujeto que sólo el análisis permite producir. No se trabaja con el diagnóstico a priori, sino que el psicoanalista, la escucha analítica va a permitir que el paciente despliegue sus asociaciones, su historia, hable, se pasee por el lenguaje. Lo que pasa es que no lo hace de cualquier manera, y ese su recorrido es el que tiene que ver con los significantes que lo atan, que lo constituyen como sujeto. Se trata, entonces, de la producción de un sujeto, de que en ese recorrido la transferencia haga su obra, no de querer curar al paciente, el furor sanandi, querer hacerle el bien. La cura es un beneficio secundario, es decir, que está por descontado. Si está el trabajo psicoanalítico, está por descontado que se va a producir. Entonces, un análisis, puede comenzar con que tengo miedo a salir a la calle. O dudo de ponerme guapa para ir a la fiesta de esta noche. O tengo una culpa que no me aguanto. Yando pidiendo disculpas a todo el mundo. Cualquier pretexto es válido. Freud nos decía que las obsesiones y las fobias son neurosis con un mecanismo psíquico y una etiología propias. Así las separaba de una concepción de la degeneración mental, que era así como se pensaba a finales del siglo pasado, (y aún a veces se continúa pensando así) que un obsesivo o un fóbico tenían un desarreglo orgánico, algo fallaba, que era porque algo estaba degenerado que el obsesivo continuamente estaba dudando o sentía remordimientos o rabia y se localizaba en la cabeza. Incluso hoy es muy común decir: tengo un problema de coco. Freud va a hablarnos de otra localidad, entre percepción y consciencia, donde se despliega el sujeto, localidad psíquica, el otro escenario donde el deseo está en juego. En el caso de las obsesiones, que es el tema que nos ocupa hoy podemos distinguir dos
elementos: Me da culpa escribir o
estudiar, pero también no escribir o no estudiar. La culpa está
enlazada a una representación que no corresponde. Pero hay que señalar que no cualquier
representación es elegida, no es que sea elegida al azar, sino que hay una red de
significantes donde se juega el deseo del sujeto que hace que sea elegida tal o cual
representación. Puede ser que la sustitución se realice no sólo por la idea sino por actos o impulsos que sirvieron originariamente de alivio o de procedimientos protectores. El hecho mismo de la sustitución hace imposible la desaparición del estado emotivo. En la fobias, el estado emotivo asociado a ellas es siempre la angustia. Estado emotivo que no surge sino en circunstancias especiales, que el paciente evita cuidadosamente. El mecanismo de las fobias es totalmente diferente del de las obsesiones. No se trata ya de una sustitución, no es posible descubrir una idea inconciliablemente sustituda. Sólo se encuentra angustia. La angustia de este estado emotivo existente en el fondo de las fobias no se deriva de ningún recuerdo. No podemos asociarla a ningún recuerdo. Las fobias son una manifestación psíquica de la neurosis de angustia. Paola
Duchên. Psicoanalista |
El psicoanálisis insiste en introducir una noción funcional del objeto de una manera muy distinta a la de un puro y simple correlato del sujeto. No se trata de una pura y simple captación del objeto con determinada demanda del sujeto. El tema de la relación de objeto adquiere una posición central en cuanto a la teoría y a la práctica del psicoanálisis. Lacan lo aborda en el Seminario Cuatro, después de tratar las nociones de resistencia y transferencia, la noción de inconsciente y de dar un ejemplo manifiesto de la necesidad absoluta del simbolismo llamado significante para comprender algo en el campo propiamente paranoico de las psicosis. Freud, por supuesto, habla de objeto en la última parte de los Tres Ensayos -El reencuentro del Objeto- e implícitamente siempre que interviene la noción de realidad. También habla de objeto cuando está en juego la ambivalencia de ciertas relaciones fundamentales, es decir, el hecho de que el sujeto se hace objeto para otro. Freud aporta sobre este tema la idea de la no existencia de un objeto armónico que, por su naturaleza, consuma la relación sujetoobjeto. En este registro, hay algo que no va, una hiancia. El objeto en la experiencia y la teoría freudiana se presenta de entrada en una búsqueda del objeto perdido. El objeto es siempre el objeto vuelto a encontrar, objeto implicado por sí en una búsqueda, opuesta de la forma más categórica a la noción del sujeto autónomo. El solo hecho de esta repetición instaura una discordancia. La nostalgia marca el reencuentro, fallido, con el signo de una repetición imposible, precisamente porque no es el mismo objeto. Bajo esta forma es como aparece, en primer lugar, la relación de objeto de Freud que sitúa de entrada la noción de objeto en el marco de una relación profundamente conflictiva del sujeto con su mundo. De la acción del sistema primario del placer surge el objeto alucinado sobre un fondo de realidad angustiante. El objeto tiene aquí un papel muy distinto. El objeto es un instrumento destinado a enmascarar, a modo de protección, el fondo fundamental de angustia que caracteriza a la relación del sujeto con el mundo en las distintas etapas de su desarrollo. La angustia en cuestión es la angustia de castración. El tercer encabezamiento bajo el cual encontramos el objeto si lo seguimos en Freud es el de la reciprocidad imaginaria. Es decir, que en toda relación del sujeto con el objeto, el lugar del término en relación es ocupado simultáneamente por el sujeto. Así la identificación con el objeto está en el fondo de toda relación con él. La noción de relación de objeto no es posible entenderla si no se introduce el falo como uno de sus elementos, como tercero. La relación imaginaria está modelada, sea cual sea, en base a una determinada relación que es efectivamente, fundamental -la relación madre/hijo- con todo lo que tiene de problemática. Sin duda, esta relación es como para dar la idea de que se trata de una relación dual pero es imposible hacer intervenir este elemento imaginario sin que se manifieste, como un punto clave, en el centro de la relación de objeto, lo que podemos llamar el falicismo de la experiencia analítica. La noción de falicismo implica de por sí, aislar la categoría de lo imaginario. Toda la ambigüedad de la cuestión suscitada en torno al objeto y su manejo en el análisis se reduce a la pregunta: el objeto ¿es o no lo real? Cuando se habla de lo real, puede tratarse de cosas diversas. En psicoanálisis, la noción de realidad nada tiene que ver con el conjunto de cosas que ocurren efectivamente. La realidad en psicoanálisis participa del doble principio: principio de placer y principio de realidad y uno no se ejerce de una forma menos real que el otro. El carácter central de la noción de la falta del objeto es imprescindible, dado que es
el propio motor de la relación del sujeto con el mundo. La privación, la frustración y
la castración son las categorías de la falta del objeto. La castración es introducida por Freud de forma totalmente coordinada con la noción de la ley primordial, situándola en el centro de la crisis decisiva, formadora, que es el Edipo. La castración sólo puede clasificarse en la categoría de la deuda simbólica.¿Cuál es el objeto que falta en cada uno de estos tres términos? Lo que falta en la castración, constituida como está por la deuda simbólica, es el objeto imaginario. El objeto de la frustración, a la inversa, es claramente por su naturaleza, un objeto real por muy imaginaria que sea la frustración. El objeto de la privación, por su parte, es siempre un objeto simbólico. La ausencia en lo real de algo es siempre puramente simbólica. Si un objeto falta de su lugar, es porque mediante una ley, definimos que debería estar ahí. Concepción Osorio. Psicoanalista
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En esta búsqueda en la que como analistas nos encontramos, se trata de la realidad psíquica que se nos presenta con un carácter problemático. Lo que no puede dejar de impresionarnos en la lectura de la obra freudiana es que su principio del placer es un principio de inercia. Se trata de todo lo que resulta de una tendencia a la descarga donde una cantidad está destinada a fluir. El "Proyecto de una Psicología para Neurólogos" es un primer intento de formulación hipotética que Freud no quiso publicar y donde trata de explicar el funcionamiento de la mente normal. Para hacerlo, parte de un aparato cuyos datos primeros están en máxima oposición con una posible culminación en el equilibrio y la adecuación. Un sistema que por su propia inclinación se dirige hacia el señuelo y el error. Un organismo que parece hecho enteramente para no satisfacer la necesidad, sino para alucinarla. El principio de realidad, es decir, aquél a cuyo funcionamiento debe el aparato neuronal, a fin de cuentas, su eficacia, va más allá del simple control y rodeo, contención, retoque y precaución, llega a rectificar, corregir, compensar lo que parece ser la inclinación principal (el principio del placer) del aparato psíquico y fundamentalmente se opone a ella. Se introduce aquí el conflicto en la base de un organismo destinado a vivir. Nadie, como Freud, había extremado tanto la explicación del organismo en el sentido de una inadecuación radical. Donde el desdoblamiento de los sistemas está hecho para ir contra la inadecuación fundamental de uno de ellos. Si Freud coloca la cantidad en primer plano es porque corresponde a la experiencia vivida más inmediata, la de la inercia, que en cuanto a los síntomas le opone cosas cuyo carácter irreversible siente. Esta es su primera penetración en la oscuridad hacia esa realidad por la que se interroga. No es que la realidad esté aquí custionada como pudo hacer el idealismo, para el que nosotros damos la medida de la realidad y no hay nada que buscar más allá. Esta es una posición de confort que no es la de Freud ni la nuestra. La realidad es precaria y precisamente en la medida en que su acceso es tan precario, los mandamientos que trazan su vía son tiránicos. En tanto que guías hacia lo real, los sentimientos son engañosos. La ambigüedad profunda de este abordaje exigido del hombre hacia lo real se inscribe primero en términos de defensa, defensa que existe incluso antes de que se formulen las condiciones de la represión como tal. Si Freud habla de principio de realidad es para mostrárnoslo desde cierto ángulo siempre manteniendo en jaque, logrando hacerse valer de modo marginal y por cierta presión que no son las necesidades vitales, sino algo que quiere, la necesidad, la urgencia de la vida. El principio de realidad es, pues, invocado bajo la forma de su incidencia como necesidad no biológica. Podría decirse que el principio de realidad actúa aislando al sujeto de la realidad. Hay una profunda subjetivación del mundo exterior, algo tamiza de tal modo que la realidad no es percibida por el hombre -al menos en estado natural, espontáneo- más que bajo una forma elegida. El hombre tiene que ver con trozos escogidos de la realidad. La percepción nunca es limpia, es repetida o mejor dicho, es afectada por la repetición. Quiere decir que yo soy el que soporta la percepción del fantasma que es el que me encuadra la realidad, o dicho de otra manera, la realidad es comandada por el fantasma, en tanto el sujeto se realiza en él en su división misma. El gobierno del principio del placer se ejerce primero sobre la percepción y esta es una novedad. El proceso primario tiende a producirse en el sentido de una identidad de percepción. Poco importa que ella sea real o alucinatoria, ella siempre tendrá que establecerse. Si no tiene la suerte de coincidir con lo real, será alucinatoria. Este es todo el peligro en caso que el proceso primario gane de mano. Por otro lado, ¿a qué tiende el proceso secundario? A una identidad de pensamiento. De manera que el funcionamiento interior del aparato psíquico se efectúa en el sentido de un tanteo, de una puesta a prueba rectificadora. En estos primeros pasos el pensamiento deberá presentarse en el registro del principio de realidad. Pero esto no es así, dado que el pensamiento, tal como nos enseña Freud desde "La Interpretación de los Sueños" es él mismo y en su naturaleza, inconsciente. A diferencia de lo que le llega al sujeto en el orden perceptivo proveniente del mundo exterior, nada de lo que se produce en el ámbito de estos ensayos y rodeos en el sentido de permitir al sujeto la adecuación de la acción, nada de todo este proceso es, como tal proceso, perceptible. Todo pensamiento, por su naturaleza, se ejerce por vías inconscientes. Emilio González Martínez. Psicoanalista
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PROGRAMA DEL IX CONGRESO Buenos Aires del 23 al 28 de agosto de 1999
El lenguaje no es el ser que habla. Bibliografía en general
Sigmund Freud
Jacques Lacan
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Miguel Oscar Menassa
Trece textos y trece autores (Fernando Ámez, Lidia Andino, Carlos Barragán, Raúl Bravo, M. B., Stella Cino, Claire Deloupy, Amelia Díez, Paola Duchên, Carlos Fernández, Cruz González, Rosa Puchol, Carmen Salamanca) que nos muestran cómo cada uno está implicado en su formación como psicoanalista, dando a ver la puesta en acto de la diferencia. Textos que más allá de lo posible o de la impotencia se deslizan por el discurso de la imposibilidad y no para quedarse en ella sino para partir de lo imposible hacia la creación, algo que instala otro nivel de escucha y comporta una lectura productiva. Una lectura comprometida, dirigida a todos, pero que será comprendida por aquellos a quienes está dirigida. Una lectura que no sufra las deformaciones que imponen los que todo lo quieren comprender, una lectura cuyo procesamiento produzca una escritura nueva, que señale que algo se ha transformado. En psicoanálisis no cuentan los desvíos, lo que quedó en intento, sino lo que se
produce dentro del campo. Por eso, escribir, publicar y difundir son los verbos entendidos
como proceso, que guían a través de las décadas al Grupo Cero, a su Escuela de
Psicoanálisis."cada vez nuevas palabras marcan el ritmo de lo desconocido De la totalidad de lo que es humano, de lo universal que es lo simbólico, al síntoma analítico, nivel descentrado respecto a la experiencia individual. La pregunta queda planteada en el primer capítulo del libro, ¿cuál es la llamada del sujeto más allá del vacío de su decir? La llamada es a la verdad en su principio. Verdad que en psicoanálisis tiene que ver con la castración, con la castración de la madre y que está en relación con lo real imposible. Este libro nos acerca a la cuestión del objeto que para el psicoanálisis no es sin el significante del deseo, el significante del goce y el sujeto, es decir, sin la experiencia paradojal del goce. El objeto causa de deseo. Objeto "a" que instala una lógica paradojal y la problemática del deseo humano. Es necesario pasar por la castración del goce del Otro, es necesario que el significante de la falta en el Otro no falte, es necesario que la falta no falte, que la castración materna no falte en tanto para el niño como para la niña va a ser la vía de la constitución de su deseo inconsciente, es decir, su constitución como sujetos deseantes. Inexistencia del Otro, es decir, la reducción del Otro al objeto "a". Irrupción del goce en el sujeto como goce prohibido en tanto goce del Otro que tiene que ser rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la ley del deseo. Si hay objeto "a", es que la castración ha operado, castración quiere decir entonces que la dimensión del deseo asegura lo sustituible. "Más allá de la tierra fértil -nos dice el poeta-sólo queda el sabor de las sustituciones, sólo el sabor de los fragmentos extrañamente combinados". Y más allá del otro semejante es necesario que exista lo que da fundamento a la ley. No acontece el nombre del padre sin que se produzca la metáfora paterna, es decir, la sustitución de un significante por otro significante, quedando reprimido el significante sustituido, el deseo de la madre. "Abro mis entrañas para buscar entre mis líquidos orgánicos, tu nombre inocente, tu nombre primero, el que te nombraba antes de los olores del carmín". Llamado a la verdad en su fundamento que ya Freud nos advertía que no es revelación, no es relación, no es adecuación con el sistema, es proceso, es producción de lo nuevo. El sencillo concepto de trabajo es el que nos abre las puertas del campo, Poesía y Psicoanálisis, que por otra parte produce una escritura, escritura como resultado de haber procesado una lectura. Leer y escribir parecen ser las invariantes del campo que nos convoca. Lugar donde lo imposible puede ser tocado sin dejar de serlo por la poesía o la interpretación psicoanalítica. Trece textos publicados como hechos que no pudiéndose producir fuera del lenguaje no son el lenguaje, sino precisamente aquello que del lenguaje perdura como historia. Cristina Barandiarán. Psicoanalista |
LOS LIBROS DE LA EDITORIAL |
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Toda mujer, ya lo sabemos, dirá tres veces que no, antes de decirnos el sí
definitivo, espectacular, tan propio de ella. María
Chévez, tomando el caso de Dora, trabaja la histeria, los sueños y la
transferencia, dando cuenta del tratamiento, dificultades y pormenores de la clínica que
hicieron abandonar a los tres meses el tratamiento de la paciente con Freud. Deducimos que por ello aparece la transferencia y campo del habla y el deseo del analista en un capítulo entre la histeria y el trabajo del sueño. Saber titilante, verdad efímera, fugacidad sin tiempo, campo del habla y campo de la escuela, dentro del lenguaje, tocado por la transferencia, lugar donde un psicoanalistra va a operar, escenario donde se realiza la cura analítica. El trabajo del sueño se presenta como el capítulo central de este libro, donde se investigan los pasos que llevaron a Freud a escribir La Interpretación de los Sueños, después de atender a pacientes histéricas, que le llevaron a la formalización del Inconsciente como objeto de conocimiento del psicoanálisis. Lo que el inconsciente no olvida es que olvidamos como seres conscientes. El trabajo de la interpretación en sentido opuesto al trabajo del sueño, los mecanismos
de condensación y desplazamiento y la censura, son vértices del libro. La escritora toma la espada de la poesía y con la muleta del psicoanálisis, crea verónicas al vacío, dibujando serpentinas de frases que arrancan decires y aplausos en la lectura de una escritura fresca y contemporánea. Freud decía que el psicoanálisis era verdaderamente ainstitucioanl y quería decir campo habitado por el lenguaje, por el hablante. El pensamiento freudiano no es binario ni buscador de armonía, de identidad o personalidad. Nos dice la autora, con pensamiento creador aludo al pensamiento que se construye y se efectúa en el campo de la palabra en pleno ejercicio del habla. El tiempo y el espacio en psicoanálisis no son el tiempo cronológico ni el espacio
astronómico, en el tiempo del psicoanálisis hablamos de movimiento e instante. Dice María Chévez, es de agradecer que a nosotras nos haya tocado este siglo, un siglo muy ruidoso, de palabras, donde también podemos, por qué no, encontrar las nuestras. Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista |
AMORES PERDIDOS es un libro esperanzado, que deja surgir el futuro como apertura, como
claridad, sin caer en la promesa y muchos menos en la profecía. Es un libro que señala,
que nombra, pero que no declara ni reivindica. "Y ya no hubo ni sueños, ni montañas, Perdido todo fundamento, el poeta se proyecta desde esa nada de nada en unos versos
sueltos. Me atrevo a decir que nunca como en estos versos había alcanzado Menassa la
serenidad. Creo más, creo que recién en estos versos sueltos se le dispensó al poeta
tal estado del ser. Como bien dice en algún poema, "el ser no puede ser fuera del
tiempo, y tiempo es una lengua, una escritura". "...más adentro imposible, más perdidos que nosotros, Hace ya mucho tiempo que Menassa escribió: "Si todo está destruido cuando se
comienza, no caben dudas, la única posibilidad es poética". Este libro de los
amores perdidos viene hoy a verificar el rigor de aquella antigua afirmación de Menassa.
Es la prueba en acto de lo que, anticipado hace tantos años, acompañó a muchos de
nosotros como aforismo esencial. Sergio Larriera. Psicoanalista
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Revisando manuales de diagnóstico y terapéutica actuales, en todos ellos se destaca a modo de introducción básica para la práctica clínica. Frases como: "la misión del médico ha sido definida y redefinida muchas veces, pero la concisa afirmación hipocrática de curar o aliviar cuando es posible, consolar siempre" no ha sido superada. "Las cualidades requeridas y atribuciones clásicas a la medicina como arte y ciencia se concretan para el clínico en la exigencia de unas propiedades intelectuales y no intelectuales que forman parte del llamado juicio clínico basado en una recogida eficaz de datos, identificación del problema, formulación de diagnósticos y toma de decisiones en la práctica médica". "El objetivo de la actuación del médico es el enfermo y no la enfermedad. La anamnesis es el procedimiento de mayor rentabilidad diagnóstica, su primer y fundamental objetivo es construir la historia clínica y para ello es fundamental escuchar cuidadosamente al paciente". "La descripción por parte del enfermo de sus problemas está condicionada por sus vivencias, temores, creencias e interpretaciones por todo ello se debe aclarar el significado de sus expresiones, prestando atención a lo que dice el enfermo, a su actitud, tono de voz, expresiones faciales, silencios que nos ayudarán a comprender el componente emocional de lo referido". "La relación médico paciente se trata de una relación dual, desigual, multidimensional y dinámica que afecta a la familia y al resto del personal sanitario relacionado con el enfermo". No me deja de sorprender el alcance de estas nociones, la complejidad de estos criterios básicos para el desempeño de la medicina y el código deontológico que acompaña a toda praxis clínica, y no me deja de sorprender que los médicos sigan trabajando en condiciones infrapsíquicas, porque me pregunto ¿dónde aprende el médico a escuchar al paciente?, ¿es lo mismo oír que escuchar?, ¿el ojo clínico y la mirada médica son el mismo fenómeno?, ¿dónde se cuida al médico o no lo necesita en su profesión? Empeñado en colaborar con mis amigos los médicos y considerando la formación continuada pero también el descentramiento producido por las nuevas ciencias de este siglo, incidiendo en la ruptura para el pensamiento que aporta el Psicoanálisis y rescatando algunos conceptos básicos para el desempeño de sus trabajos, pretendo acercar algunas reflexiones. La relación médico-paciente nunca es dual, el fenómeno de la Transferencia da cuenta de ello, otra cosa es que este concepto no se estudie en las Facultades de Medicina y posteriormente el médico lo padezca continuamente en la consulta en su labor asistencial frecuentemente a modo de cansancio y angustia. Y no es dual porque siempre se pone en juego ante la demanda del paciente, por hablar, la realidad del Inconsciente y ésta siempre es sexual y sexual no significa genital. Sexual lo tenemos que pensar como el incesante despliegue de imaginería y fantasías a través del lenguaje, donde el médico cae a modo de figura fantasmática para el paciente en el modo de pensar del enfermo y éste nunca acude solo a la consulta, siempre lo hace acompañado de sus fantasmas, el médico tampoco se encuentra solo en su labor, al menos hay una institución, normas, horarios, objetivos. De ahí las quejas que continuamente lo acompañan. Escuchar no es lo mismo que oír y para esto hay que tener en cuenta que el cuerpo es pulsional, es decir, acompañado siempre de palabras y atravesado por el deseo, por ello hay pacientes que mejoran "milagrosamente" y otros a pesar de nuestros empeños y correcto diagnóstico no evolucionan como sería de esperar. Si no se tiene en cuenta el deseo inconsciente nos manejamos a oscuras por un laberinto de pasiones y fluídos corporales donde quedamos anclados en la ignorancia y terminamos diciendo "usted no tiene nada", "nada" que el imaginario médico pueda escuchar, por la sencilla razón de no estar formados en esa experiencia. Es incuestionable que no todos los médicos tienen que ser cardiólogos, pero sería un desastre que no se tuvieran conocimientos básicos en cardiología, sea cual fuere la especialidad terapéutica. Y ¿no es del mismo orden que los médicos desconozcan conceptos básicos del afecto, las emociones, el deseo, la sexualidad, el miedo, las fantasías...? El paciente cuando siente culpa, miedo, compasión, asco, es porque cedió en su deseo y en el estudio del Deseo Inconsciente los Psiquiatras tampoco fueron formados. Carlos Fernández
del Ganso. Psicoanalista
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Comer deja de ser el acto de alimentarse para pasar a ser un acto humano más desde donde el sujeto nos habla de su deseo. Esto se ve claramente en el acto de la succión en el niño, este acto es determinado en la niñez por la búsqueda de un placer ya experimentado y recordado. Con la succión rítmica de una parte de su piel o de sus mucosas, encuentra la satisfacción buscada. Es fácil adivinar en qué ocasión halla el niño por primera vez este placer, al que una vez hallado, tiende siempre de nuevo. La primera actividad del niño, y la más importante y vital para él, la succión del pecho de la madre o de sus subrogados, le ha hecho conocer, apenas nacido, este placer. Diríase que los labios del niño se han conducido como una zona erógena, siendo, sin duda, la excitación producida por la cálida corriente de leche la causa de la primera sensación de placer. En un principio la satisfacción de la zona erógena, aparece asociada con la del hambre. La actividad sexual se apoya primeramente en una de las funciones puestas al servicio de la conservación de la vida, pero luego se hace independiente de ella. Viendo a un niño que ha saciado su apetito y que se retira del cuerpo de la madre con las mejillas enrojecidas y una bienaventurada sonrisa, para caer enseguida en un profundo sueño, hemos de reconocer en este cuadro el modelo y la expresión de la satisfacción sexual que el sujeto conocerá más tarde. Posteriormente, la represión de esta zona erógena, provocará repugnancia
ante la comida y vómitos histéricos. En el acto de la succión productora de placer,
hemos podido observar los tres caracteres esenciales de una manifestación sexual
infantil. Esta se origina apoyada en una de las funciones fisiológicas de más
importancia vital, no conoce ningún objeto sexual (es autoerótica) y su fin sexual se
halla bajo el dominio de una zona erógena. Todos los caminos de enlace que nos conducen a
la sexualidad partiendo de otras funciones, pueden ser recorridos también en sentido
inverso. Si, por ejemplo, la dualidad de funciones de la zona labial es el fundamento de
que en la alimentación surja simultáneamente una satisfacción sexual, el mismo factor
nos permitirá también llegar a la comprensión de las perturbaciones de las funciones
alimenticias, cuando las funciones erógenas de la zona común estén perturbadas. En el punto culminante del paroximo amoroso "¡Te comería!" y en el trato cariñoso con los niños pequeños, en el cual el adulto se comporta también como un niño, surge de nuevo el fin erótico de la organización oral. Ya hemos expuesto en otra ocasión la hipótesis de que el padre de nuestro paciente acostumbraba dirigir a su hijo tales amenazas humorísticas, jugando con él a ser el lobo que iba a devorarle. El paciente confirmó la sospecha con su singular conducta durante la transferencia. Cuantas veces retrocedía ante las dificultades de la cura, refugiándose en la transferencia, amenazaba con la devoración, y luego sometía al analista a toda serie de malos tratos, lo que constituía tan sólo una expresión de cariño. Los usos del lenguaje han tomado de esta fase oral la sexualidad de determinados giros, y califican así de "apetitoso" a un objeto erótico o de "dulce" a la persona amada. La identificación es la fase preliminar de la elección de objeto, y la primera forma, ambivalente en su expresión, utilizada por el yo para elegir un objeto. Quisiera incorporárselo, y correlativamente a la fase oral o canibalística del desarrollo de la libido, quisiera devorarlo. Es característica de la anorexia nerviosa una alteración de la percepción del propio cuerpo. En psicoanálisis cuando hablamos de cuerpo, hablamos de cuerpo pulsional, cuerpo que se pone en juego en el análisis. El médico no puede sino tender la mano a la anorexia complicada, venopunciones, sondajes nasogástricos, replección de electrolitos, los psicofármacos son muy pocas veces eficaces, y sabemos que en todos los casos no son más que un tratamiento sintomático. Se hace necesario un tratamiento profiláctico, psicoanalítico, el único capaz de modificar la posición del sujeto ante la castración del Otro. En el estadio del espejo, capaz de modificar la posición del sujeto ante su Ideal del yo. Alejandra
Menassa de Lucia. Médico |
DE NUESTROS ANTECEDENTES |
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CONTRIBUCIÓN A LA CRÍTICA (Prefacio) 1859 Determinadas, necesarias, independientes de su voluntad; estas relaciones de producción corresponden a un grado determinado de desarrollo de sus fuerzas productivas materiales. El conjunto de estas relaciones de producción constituye la estructura económica de la sociedad, la base real, sobre la cual se eleva una superestructura jurídica y política y a la que corresponden formas sociales determinadas de conciencia. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de vida social, política e intelectual en general. No es la conciencia de los hombres la que determina la realidad; por el contrario, la realidad social es la que determina su conciencia. Durante el curso de su desarrollo, las fuerzas productoras de la sociedad entran en contradicción con las relaciones de producción existentes, o lo cual no es más que su expresión jurídica, con las relaciones de propiedad en cuyo interior se habían movido hasta entonces. De formas de desarrollo de las fuerzas productivas que eran, estas reacciones se convierten en trabas de estas fuerzas. Entonces se abre una era de revolución social. El cambio que se ha producido en la base económica trastorna más o menos lenta o rápidamente toda la colosal superestructura. Al considerar tales trastornos importa siempre distinguir entre el trastorno material de las condiciones económicas fielmente con ayuda de las ciencias físicas y naturales- y las formas jurídicas, políticas, religiosas, artísticas y filosóficas; en una palabra, las formas ideológicas, bajo las cuales los hombres adquieren conciencia de este conflicto y lo resuelven. Así como no se juzga a un individuo por la idea que él tenga de sí mismo, tampoco se puede juzgar tal época del trastorno por la conciencia de sí misma: es preciso, por el contrario, explicar esta conciencia por las contradicciones de la vida material, por el conflicto que existe entre las fuerzas productoras sociales y las relaciones de producción. Una sociedad no desaparece nunca antes de que sean desarrolladas todas las fuerzas productoras que pueda contener, y las relaciones de producción nuevas y superiores, no se sustituyen jamás en ella antes de que las condiciones materiales de existencia de esas relaciones han sido incubadas en el seno mismo de la vieja sociedad. Por eso la humanidad no se propone nunca más que los problemas que puede resolver, pues, mirando de más cerca, se verá siempre que el problema mismo no se presenta más que cuando las condiciones materiales para resolverlo existen o se encuentran en estado de existir. |
1988 Es decir, que estoy a punto de confesar haber cometido, por lo menos en apariencia, un error: haber coordinado una institución como si fuera un grupo, en lugar de dirigirla. Sin embargo, los efectos bajo esa forma de dirección no son desechables. Sino más bien, en su mayoría rectificables y con capacidad de trasformación. Quiero explicarme: un día, para que todo fuera posible, tuve que cambiar de manera de vestir, luego tuve que cambiar de manera de follar, luego tuve que cambiar mis maneras de usar el dinero, pero ahora, para que todo siga siendo posible, tengo que cambiar de manera de ser. Es decir dejar de lado, por ahora, esas tonterías del ser, y ponerme a trabajar como una bestia en el intento de formar a esas treinta bestias que me rodean, por ser director de una escuela de psicoanálisis. Formar en psicoanálisis es transmitir y transmitir en psicoanálisis sólo es posible en el marco de la transferencia analítica. No es, entonces, sencillamente que me enfrento a 30 alumnos que vienen para conocer mis conocimientos. Esta treinta pasiones están ahí, donde están, por muy otra cosa. Son treinta combatientes que antes de serlo para alguna causa, lo serán en la tarea única a la cual los invito para transmitirles, eliminarme. Vienen por un saber que desconozco y harán brotar de mí, lo que no poseo. Mi vida, de aceptar el contrato, también dependería de ellos. Tarea ardua la del guía que desconociendo el camino, sólo confía, dejándose llevar por el conjunto de esas pasiones, absolutamente incapaces de distinguir un desierto de un poblado. Sé que todo el trayecto estará plagado de descubrimientos y fiestas. Cada desierto, cualquier desierto, será un descubrimiento, todo poblado, cualquier poblado, será una fiesta. algo se alcanzará y algo se perderá en el próximo paso. Y el que quiera quedarse con el paso anterior, contenerlo, aunque superado, no solo será
hegeliano, sino que terminará sucumbiendo víctima de su propia pereza. La escritura no es un lujo o algo obligatorio, es condición de posibilidad. Pero no es necesario que escriban todos, ni que se sientan obligados a ello. Alguien escribirá y esa será nuestra escritura. Y escritura no sólo es álgebra sino fundamentalmente poesía. |
DE NUESTROS ANTECEDENTES |
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PRIMER MANIFIESTO 1924 Tanto va la fe a la vida, a lo que en la vida hay de más precario -me refiero a la vida real-, que finalmente esa fe se pierde. El hombre, soñador impenitente, cada días más descontento de su suerte, da vueltas fatigosamente alrededor de los objetos que se ha visto obligado a usar, y que le han proporcionado su indolencia o su esfuerzo; casi siempre su esfuerzo, ya que se ha resignado a trabajar, o, por lo menos, no se ha negado a tentar su suerte (¡lo que él llama su suerte!). Una gran modestia constituye actualmente su patrimonio: sabe cuáles son las mujeres que ha poseído y en qué ridículas aventuras se ha enredado; tanto su fortuna como su pobreza le son indiferentes -pareciéndose en esto a un niño recién nacido-, y en cuanto a la aprobación de su conciencia moral, admito que prescinde de ella sin gran esfuerzo. Si conserva cierta lucidez no le queda sino volverse para mirar atrás, hacia su propia infancia que, por mutilada que haya sido gracias a los cuidados de sus domadores, no por eso deja de parecerle llena de encantos. En ella, la carencia de cualquier rigor conocido le otorga la perspectiva de vivir varias vidas simultáneas; se arraiga en esta ilusión y sólo quiere saber de la facilidad instantánea y extrema de todas las cosas. Cada mañana los niños parten sin preocupación. Todo está cerca, las peores condiciones materiales resultan maravillosas. Los bosques son blancos o negros, no se dormirá jamás. Aunque es cierto que no se puede llegar tan lejos, no depende esto sólo de la distancia. Las amenazas se acumulan y uno cede, uno abandona parte del terreno a conquistar. Aquella imaginación, que no reconocía límites, ahora sólo se la dejan utilizar subordinada a las leyes de una utilidad arbitraria; incapaz ella de asumir por mucho tiempo empleo tan inferior, generalmente prefiere, cuando el hombre cumple veinte años, abandonarle a su destino sin luz. Cuando, con el andar del tiempo, el hombre -que nota la pérdida progresiva de todas las razones de vivir y la incapacidad en que se encuentra ya de colocarse a la altura de cualquier situación excepcional, el amor por ejemplo-, quiera intentar una reacción, ya no podrá tener éxito. Pertenecerá en adelante, en cuerpo y alma, a una imperiosa necesidad práctica que no admite postergaciones. Faltará a sus gestos amplitud, y a sus ideas, envergadura. De todo lo que le ocurra o pueda ocurrirle, sólo tomará en cuenta lo que relacione este acontecimiento con una multitud de acontecimientos análogos en los que no ha tomado parte: acontecimientos fallidos. Yo diría que juzgará ese acontecimiento relacionándolo con uno de aquellos que, por sus consecuencias, resulte más tranquilizador que los otros. Bajo ningún pretexto verá en él su salvación. |
SEGUNDO MANIFIESTO 1930 A despecho de los caminos particulares de cada uno de los que han proclamado o proclaman su afinidad con el surrealismo, se acabará por conceder que éste no propendió sino a provocar, desde el punto de vista intelectual y moral, una crisis de conciencia de una índole lo más general y lo más grave posible: el haber o no alcanzado este objetivo será lo único que decidirá sobre su éxito o fracaso histórico. Desde el punto de vista intelectual se trataba, y aún se trata, de comprobar por cualquier medio, y de poner en evidencia, a cualquier precio, el carácter facticio de las viejas antinomias hipócritamente destinadas a prevenir toda inoportuna agitación del hombre, sea inculcándole el convencimiento de la indigencia de sus posibilidades, sea prohibiéndole zafarse, en una valedera medida, de la opresión universal. El espantajo de la muerte, los cafés cantantes del más allá, el naufragio de la más bella razón en el sueño, la abrumadora cortina del porvenir, las torres de Babel, los espejos de la inconsistencia, el infranqueable muro del dinero salpicado de sesos, todas esas imágenes tan impresionantes de la catástrofe humana no son quizás sino imágenes. Todo nos induce a creer que existe un punto del espíritu donde la vida y la muerte, lo real y lo imaginario, lo pasado y lo futuro, lo comunicable y lo incomunicable, lo alto y lo bajo, dejan de ser percibidos como contradictorios. Sería vano buscar en la actividad surrealista otro móvil que la esperanza de determinar ese punto. De aquí se desprende claramente cuán absurdo resultaría adjucarle una orientación exclusivamente destructora o constructora: el punto en cuestión es a fortiori aquel en que la construcción y la destrucción dejan de ser blandidas la una contra la otra. También es evidente que el surrealismo no está interesado en todo lo que se produce a su alrededor con los pretextos de arte o antiarte, de filosofía o antifilosofía; en una palabra, en todo aquello cuya finalidad no sea el aniquilamiento del ser en un diamente interior y ciego, que puede ser tanto el alma del hielo como la del fuego. ¿Qué pueden esperar de la experiencia surrealista quienes todavía conservan alguna preocupación por el lugar que ocuparán en el mundo? En ese lugar mental donde sólo cabe emprender para sí mismo un peligroso aunque -así creemos- supremo reconocimiento, no puede ser cuestión de atribuir la menor importancia a los pasos de los que llegan o se van, ya que esos pasos se producen en una región donde, por definición, el surrealismo no tiene oídos. No sería deseable que éste dependiera del humor de tales o cuales hombres. La declaración de su capacidad para arrancar al pensamiento, por métodos que le son propios, de una servidumbre cada vez más dura, y para restituirlo al camino de la comprensión integral, devolviéndole su pureza primitiva, es justificativo suficiente para que se le juzgue sólo por lo que ha hecho y por lo que le resta hacer para dar cumplimiento a su promesa.
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CAPÍTULO X Aquí estoy, con la energía que dan las grandes noticias cuando están a favor de la independencia de las almas. Esas noticias que llegan al corazón porque llevan impresas nuestro nombre y apellidos. La sencilla razón de la fama se hacía carne en mí. Todo era esperado y de no creer a la vez. Estoy escribiendo una novela y parto de la base que las novelas que más éxito tienen son las novelas policíacas con toques de intelectualidad o historia. Pero ninguna deja de ser una novela policíaca. Es por eso que mi propuesta a veces parece imposible, una novela donde no pase absolutamente nada, ni crímenes, ni búsquedas, una novela toda ella escrita sobre los encuentros, sobre las cosas más cotidianas de una determinada comunidad. Contar de una manera amable y entretenida algunos pasajes cotidianos de un colectivo que si no es como lo relato, lo será. El Master, capítulo ocho, es el más difícil de los personajes, a él le hubiera gustado escribir una novela como la que estoy escribiendo, antes que yo. Se hace esquivo cuando lo tengo que narrar e insiste que en su caso las fotografías deben ser más verosímiles que en los otros personajes. Yo ya le dije varias veces que esta vez todo sería ficción, novela, y él no lo puede soportar muy bien. Después de escribir el capítulo donde él aparece, estuvo tres días, hasta el día de hoy, protestando, "que no era ni por poco el mejor capítulo", "que cualquiera de los otros capítulos eran mejor que ese donde él aparecía, y que nada que el Profesor, jefe de otra escuela que la nuestra, pudiera escribir en primera persona sus capítulos y que él, jefe máximo del Lamda, tuviera que ser relatado, por mí o por cualquiera de los otros personajes, con lo que nunca alcanzaría, ya me lo dijo, el nivel de su primera persona. Yo lo único que escucho son los clarines de la fama. Desde hace una semana que me he transformado en novelista, por unas interpretaciones salidas precisamente de los labios del Master, yo había abandonado todo por escribir la novela, todo, patria, madre, soledad, Grupo Lamda. De todo me tenía que apartar si quería escribir una novela. Él, precisamente, me lo había señalado de esa manera, y no sólo eso, me dio los ejemplos de lo que él en cuatro oportunidades que empezó a escribir una novela, y no pudo seguir, por no poder abandonar, en un caso, patria, en otro, madre, y en las otras dos oportunidades no pudo dejar en una el psicoanálisis y en otra la poesía. El Master me lo había hecho entender muy bien, yo no entendía ahora por qué él se resistía tanto a que yo siguiera sus consejos para poder escribir una novela. La novela no es como la poesía, la poesía siempre es un don, la novela es egoísta, sólo le interesa ser escrita, tener curva dramática y no verdad, no se necesita ninguna explosión temporal, como sí necesita la poesía. Para la novela, el tiempo, con que transcurra, es suficiente. Y a pesar de todo eso, ahora, cuando escribo, le tengo al Master encima de mí, queriendo que me vuelva a enamorar de todo lo que él me aconsejó abandonar. En fin, tampoco me hacía mal que el Master fuera humano, como todos nosotros, yo misma lo había pensado muchas veces como un ser superior, incapaz de sentimientos comunes. Y me alegra que sea mi propio crecimiento como novelista que le devuelva a nuestro jefe máximo, porque eso no puedo dejar de reconocerlo, algo de persona normal, como nosotros. Y seguía siendo, aún sobre mí misma, el jefe máximo, porque una vez más hoy, aunque a él no le gustara del todo, tenía razón, él me lo había dicho: "Cuando alguno de ustedes crezca, yo volveré a ser humano. Tendré celos y envidia y, como todo el mundo, cagaré mierda y no versos". Y ahí, cuando otra vez todo era verdad, el único, o el que más se oponía a que siguiera escribiendo la novela era él. Yo estaba tan segura de su grandeza humana que llegué a pensar que él se oponía para que yo sobre esa oposición generara la fuerza necesaria, el odio necesario, para destapar la gran olla de nuestra vida. Cuarenta años a su lado me daban toda la libertad, aunque en verdad la libertad mucho no servía para escribir, ahora necesitaba ser valiente y distante de todo, también de él, y él sabía que lejos de él yo perdía algunos poderes, pero esta vez había que decidirlo, esta vez lo haría sola. Y él, hasta que yo terminara de escribir la novela, sería como todos los otros, un personaje más. Me lo digo en voz alta: algo que no le venga bien a nadie, eso será una buena novela. Hoy me he levantado dos horas antes de toda actividad para ver si puedo escribir sin estar cansada. Ya que por las noches, cuando podría escribir, después del trabajo, me siento a punto de morir. Es por eso que hoy intentaré como primera actividad, con toda la energía que da el reposo, escribir. No es que tenga nada dentro de la cabeza de lo cual quiera beneficiarme, pero es cierto que espero algún día volcar mis experiencias de vida, esas del amor y esas de la guerra, |
que es lo que más importa por ahora al ser. Aunque en verdad algo de dinero tendrá que haber en mis historias para que la gente, los hombres sobre todo, pongan un verdadero interés en su lectura. Para escribir una tirada grande sobre todos nosotros creo que no tendría que mostrarla hasta que no se delineen al menos 100 páginas. Es decir, no tendría que mostrar hasta desarrollar de tal manera el monstruo que ya no sería posible detener su crecimiento completo. Tengo que suprimir las noches definitivamente de mi vida, la noche a los sesenta y cinco
años se ha hecho para dormir, así que, a partir de ahora voy a cambiar todos mis
horarios. Me acostaré antes de las doce de la noche y me levantaré todos los días a las
seis de la mañana, es decir, para tener dos horas libres todas las mañanas antes de
comenzar mi trabajo como médico, y así podré ser una médica escritora. Luego dirán que lo mío no sirve exactamente, porque el resto de los escritores no podían levantarse por la mañana por nada del mundo, con lo que por diferencias en la competencia no hubo competencia. Todo me gusta en especial, me gustaría tener otro cuerpo para poder soportar escribir varios días seguidos sin dolor, sin angustia, sin culpa, sin nada, nada, nada de lo que el mundo tiene preparado para mí. Lejanos estandartes recordarán nuestros encuentros, y juntos veremos pasar todos los muertos que sean necesarios para dejar grabada una historia. No habrá poema, sino este
canto amargo. Adiós, Master, voy tras ese dolor, voy tras el ruido de las cadenas al romperse. Te amo. Sé que aunque me protestes por la mediocridad de tu personaje en el capítulo ocho, en realidad tienes un solo temor, que mi idealización de tu figura eche a perder la novela. Tengo millones de emociones compartidas y, sin embargo, soy una solitaria. En un sentido la vida se dejó hacer por mis cosas, en otro sentido la vida me fue tendiendo celadas. Llegué a comunicarme en el intento de ser, con astros celestes y organizaciones más allá de los espacios infinitos. Seres, aún, más deformes que yo misma. Platicábamos del futuro, que hubiera sido todo nuestro si hubiéramos sido capaces de aquello que nos resulta, por ahora, absolutamente imposible, y algunos genios dicen que es mejor así, no vaya a ser cosa, dicen, que después de poder advenga la locura. Se abre y se cierra de manera inoportuna el mundo para el hombre. Se abre y se cierra de manera inoportuna el futuro para la mujer. Así, sin caparazón, nadie llegará aunque tenga dinero, aunque tenga poder. Así, sin
caparazón, sin lentes de escritura volando por lo alto, nadie llegará, ni los muertos. Quiero decir que hay disfraces para cualquier escena que proponga la vida. El gusto por jugar la escena hace todo relativamente fácil. Ser rica, también, es una propuesta de la mente. Seguir pensando mi vida con el dinero de mis padres es mi única pobreza. Adiós, papá, parto hacia la sospecha de un ser. Sé que al volver me estarás esperando, por eso viajo con esta parsimonia, con esta elegancia. Contaminaré el mundo con mi aliento de mujer venida del amor, esparciré mi sexo por todo el universo. Cuando consiga, como tú, ser parte de cada latido, ser parte de cada negritud, volveré y seré millones, como tu Evita, pero esta vez, Master, millones de ejemplares, millones de pesetas. Déjame conocer el mundo, papá, déjame partir. |