ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº28

SEMINARIO SIGMUND FREUD

LA SIGNIFICACIÓN DEL DELIRIO EN LA PSICOSIS

ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA

LOS LIBROS DE LA EDITORIAL GRUPO CERO

LA ÉTICA DEL PSICOANÁLISIS-III

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA

EL DOLOR

LA CISTITIS, URETRITIS SON AFECCIONES AUTOERÓTICAS

EL CONCEPTO DE REGRESIÓN

ANOREXIA III. DE CÓMO CIERTAS CONCEPCIONES TEÓRICAS LLEVAN A ERRORES

MIRADA SOBRE EL PERVERSO Y EL FANTASMA

DE NUESTROS ANTECEDENTES

RECOMENDAMOS

FREUD

EL LENGUAJE SE PERFECCIONA CUANDO SABE JUGAR CON LA ESCRITURA 

PAVESE

CUATRO MIL AÑOS DE HISTERIA

NOVELA ROSA

SEMINARIO SIGMUND FREUD
Conferencia Inaugural
Noviembre 1989 - Madrid

Antes de dar comienzo a la conferencia propiamente dicha me gustaría, y es lo que hago, compartir con ustedes, candidatos al psicoanálisis, ya que a escuchar eso han venido, las vicisitudes, los obstáculos salvados en estos años para que fuera posible la conferencia que, luego, sin ninguna otra intención, habré de leerles.

Tengo que reconocer que, cuando el Grupo Cero Buenos Aires, en 1976 se fragmenta y participa (posiblemente) del más grande exilio de psicoanalistas o candidatos a serlo, yo tuve mi fortuna, ya que mi proceso del exilio fue grupal.

Es decir, que lo que hoy llamamos Grupo Cero Madrid, Institución Escuela de Psicoanálisis, puede estar orgullosa de que su fundación se haya gestado al compás de la Interpretación psicoanalítica y en el tiempo creativo que todo grupo genera, aún, sin darse cuenta.

Es decir, que para mí y otros afortunados psicoanalistas del Cero el exilio no significó ni mucho menos la interrupción de nuestra formación.

Una prueba, ya que la tengo, sería llegar a Madrid en agosto del año 1976 y dar mi primera conferencia de psicoanálisis en septiembre y participar en un recital grupal en la librería Antonio Machado en el mes de octubre de 1976.

Nada se detuvo en nosotros, sino el amor.

Nuestros padres habían quedado en el sur, pero el resto, lo trajimos con nosotros, nuestros conocimientos, el saber inconsciente, nuestra manera de procesar la realidad eran hechos grupales, nos pertenecían más allá de nosotros, más allá del exilio.

En el 77 aparece el primer libro con el sello Grupo Cero, SALTO MORTAL, Buenos Aires-Madrid, 1975-1977, y en las instalaciones de la Comunidad Carbonero y Sol, comienza a funcionar lo que llamábamos en chiste la Universidad Grupo Cero.

Una clase diaria sobre los temas fundamentales del conocimiento fue haciendo de nosotros los convivientes más cultos del planeta.

En un intento de memorizar, los grupos funcionaban con los siguientes títulos:

1.– TEORÍA DE LA RELATIVIDAD.

2.– IMPORTANCIA DE LOS DESCUBRIMIENTOS BIOLÓGICOS EN LA FILOSOFÍA.

3.– CLÍNICA PSICOANALÍTICA.

4.– MARXISMO Y PSICOANÁLISIS.

5.– LACAN –TOPOLOGÍA PSICOANALÍTICA–.

6.– POLÍTICA Y PSICOANÁLISIS. IMPORTANCIA DEL PSICOANÁLISIS EN LA PRODUCCIÓN DE UNA SOCIEDAD DIFERENTE.

7.– POESÍA Y PSICOANÁLISIS.

Es decir que, cuando en Madrid, nadie sabía, aún, de qué se trataba, nosotros hacíamos ciclos de psicoanálisis en centros culturales como el Centro Cultural Mantuano, o Colegios Mayores, como el San Juan Evangelista y hacíamos nuestros recitales en la Villa o en la Galería Juana Mordó, donde fuimos capaces de meter 450 personas para escuchar un recital de María Chévez, uno de nuestros fundamentos de la fundación. La mujer es tan loca como la poesía, es decir, en ella reside toda posibilidad de subversión.

Y fueron precisamente esos psicoanalistas, en formación, los que me sedujeron con la idea de una escuela de psicoanálisis.

Fueron esos poetas en mí, los que me hicieron formular la posibilidad de un nuevo campo que se definiría como Poesía y Psicoanálisis.

Y yo debo decirlo, siempre les dije que sí, por eso fui creciendo y fuimos Editorial, más de 40 títulos, (actualmente más de 100 títulos) y fuimos revistas más de 20 números (actualmente, sumando los 28 números de Extensión Universitaria, los 28 números de Las 2001 Noches, los 23 números de Onda Cero, y los 36 números de El Indio del Jarama, llegamos a 136 números de revistas. Y de nuestra mayor tirada, de 5.000 ejemplares de Apocalipsis Cero, hemos llegado a los 125.000 ejemplares mensuales de Las 2001 Noches y 120.000 ejemplares de Extensión Universitaria y recitales, más de 200 y conferencias más de 500 y ahora ya estamos en condiciones de asegurar que en nuestras aulas 80 psicoanalistas o candidatos a serlo producen su formación.

Y esto no es ningún límite sino el comienzo. Ahora que cualquiera puede regalar el psicoanálisis en el supermercado, o de manera más elegante en la Universidad, el Grupo Cero quiere puntuar la situación a su medida.

Al seminario de Sigmund Freud de tres años de duración, la

Escuela sabiendo de su responsabilidad y mostrando los efectos del trabajo realizado sobre los candidatos, inaugura este ciclo el SEMINARIO JACQUES LACAN y abre tres grupos de lectura con la intención de iniciar estudios que permitan la creación de cátedras de PSICOANÁLISIS Y MATERIALISMO DIALÉCTICO, MEDICINA Y PSICOANÁLISIS, POESÍA Y PSICOANÁLISIS, que yo mismo coordinaré y tenemos pensado definir después de la realización del tercer congreso de POESÍA Y PSICOANÁLISIS EN BUENOS AIRES, en diciembre de este año, las cuatro materias del ciclo superior de psicoanálisis.

 

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EL HONOR ES TODO

CLÍNICA GRUPAL E INSTITUCIONAL.

CLÍNICA DE LAS NEUROSIS Y LAS ENFERMEDADES
FUNCIONALES.

CLÍNICA DE LAS PSICOSIS, PERVERSIONES Y ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS.

CLÍNICA DE LA ESCRITURA.

Ahora, más animado, podré leerles la conferencia que he escrito especialmente para ustedes, ya que a mi entender es una carta lo que he escrito.

Antes, aún, tengo que decir una pequeña mentira:

Tengo 49 años y puedo, a diferencia con mis
contemporáneos, proponerme otros diez años de
formación para poder sentirme, más allá de ya serlo, un psicoanalista y así, un año antes que termine el siglo en 1999, al cumplir 59 años, seré todo del descubrimiento freudiano.

Por eso ha de ser que no pude entender con claridad vuestra
demanda de ser psicoanalistas o conocer el psicoanálisis,
cuando vuestras intenciones, sin tener en cuenta lo que demandáis,
son las realizaciones rápidas y baratas y, porqué no, conseguirlo si eso fuera posible todo en esta primera entrevista.

Diez años más, me digo para mí, sobre los 31 que ya llevo en el campo. A los 18 años, recién cumplidos, recibí el impacto de la primera interpretación. Otro hablaba en mi hablar y, para mi sorpresa, yo no sabía lo que decía. Y, tal vez, fui afortunado, ya que ese primer acontecimiento inconsciente en mi vida se produjo en un tiempo grupal.

La interpretación rozaba algo de la mujer en mí, no sabido.

Y ahora no quisiera decirlo, porque ustedes ya se habrán dado cuenta de qué hablo, cuando digo que desde ese instante, hace 31 años, todas mis producciones íntimas o sociales-históricas, quedaron atadas al campo de lo grupal o al campo de la mujer. Y de no ser por la poesía, por el psicoanálisis, esas dos estructuras de misterio me hubieran enceguecido para siempre.

Poesía y Psicoanálisis, más que aproximaciones metodológicas, por lo menos en mi caso, son destino. Armas de luz que me permitieron penetrar los dos agujeros negros de nuestra cultura actual: Los Grupos, La Mujer.

Y pasa que, hasta aquí, algunos resultados hemos producido.

La mujer, fue desplazada desde la quietud prometedora de la envidia al pene, a la diferencia radical de su goce que hace de ella, hoy día, única posibilidad de subversión de los actuales modelos ideológicos.

El grupo fue desplazado con nuestra propia experiencia, de lugar de transición entre el sujeto psíquico y el sujeto social, hasta el punto de comienzo donde el grupo es la máquina formadora de sujetos, tanto psíquicos como sociales.

Algo hemos progresado, pero debemos decirlo, serenamente, necesitaríamos otros 31 años más para poder dejar las cosas, claramente, establecidas.

Especialistas en grandes cumbres y bajos fondos, fuimos capaces de nombrar lo inombrable. Interpretamos, hicimos poesía.

Más allá, siempre hay un más allá, como nos enseña Freud, más allá de todo decir, en la Institución, Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, se produce enseñanza del psicoanálisis y transmisión del psicoanálisis simultáneamente, porque pensamos que no se pueden producir por separado.

No habrá escuela, habrá Estilo. Que quiere decir que un estilo en psicoanálisis incluye que sea en una Escuela su Transmisión.

Y no habrá escuela. Habrá estilo y un estilo no transmite nada, sólo se desarrolla. Para todo aquél que participe de su desarrollo se abre una posibilidad de estilo. Esa apertura es lo que se transmite.

Y la transmisión, en estos casos, es autogestionaria.

La Escuela cuenta hasta el día de hoy con 80 matriculados en sus diferentes niveles de formación y es su intención llegar a 160 matriculados y cuenta con ustedes para eso, para luego cerrar sus puertas por algunos años a la inscripción de nuevos alumnos y ponerse a trabajar intensamente en la formación científico-creativa de estos 160  candidatos, para poder todos juntos pensar y materializar para el año 1991, nuestros grandes festejos, 10 años de nuestra institucionalización (1981), 20 años del PRIMER MANIFIESTO DEL GRUPO CERO (1971) y 30 años de la publicación de mi primer libro de poesía y luego con los años, después de los festejos, hasta podríamos intentarlo, una verdadera Universidad de Poesía y Psicoanálisis.

Este es el tren que psicoanalizo y os aseguro que si yo no consigo vivir 200 años, algo de lo que seamos capaces de producir juntos, lo conseguirá.

Y no es que tenga muchas esperanzas puestas en el hombre, pero debo reconocer, para condensar, que alguna luz percibo en la poesía, en el psicoanálisis, en los grupos, en la mujer.

Así, que matricularse en la Escuela de Psicoanálisis, no es matricularse en uno de esos cursillos donde se enseñan relaciones humanas o a llevarse mejor con el patrón, ser en la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, es dar comienzo a un viaje que puede durar 200 años.

Digo: el que tenga algún deseo de cambios fundamentales en su manera de pensar, aquél que tenga la valentía de enfrentarse con sus propios procesos de creación, ese podrá subir al tren si lo desea, el resto tendrá que seguir ensayando con las palabras cruzadas, pensando que en esa soledad encontrará alguna verdad, hasta que un día, así lo esperamos, pueda escuchar otras palabras que las de la Madre, que las de la Iglesia, que las del Estado, que las de sus fantasmas.

Esperando no haberlos convencido de nada más que de lo que ustedes estaban previamente convencidos, antes de la penetración, un sencillo beso de amor:

Tener pacientes no es ser psicoanalista.
Ser del Grupo Cero no es sólo un trabajo.
Ser poeta, aún, no es sólo serlo.

MIGUEL OSCAR MENASSA

ESCUELA  DE  PSICOANÁLISIS
Y POESÍA GRUPO CERO


Fundada en Madrid en 1981. Director: Miguel Oscar Menassa


TEMPORADA 1999-2000
SEMINARIO SIGMUND FREUD
Para todo aquél que quiera saber lo que pasó con la sexualidad en el siglo XX.

SEMINARIO JACQUES LACAN
Una de las claves del pensamiento psicoanalítico actual.

HEGEL-MARX-HEIDEGGER
Fundamentos del pensamiento contemporáneo.

MÁSTER EN CLÍNICA PSICOANALÍTICA
Sólo para psicoanalistas de la Escuela.

GRUPO TERAPÉUTICO DIDÁCTICO
Postgrado en Psicoanálisis, también de otras Escuelas.

TALLERES DE POESÍA
Para todo aquél que quiera viajar por lo más perdurable del Lenguaje.

TALLERES DE LITERATURA ERÓTICA
Sólo para candidatos a escritores en Psicoanálisis.

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA:
LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO


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Sin duda, el principio del placer no lo gobierna, pero se produce en un campo que a título de campo inconsciente, debe considerarse más bien como sometido a él. De lo que sucede en esos procesos internos, el sujeto sólo recibe en su conciencia signos de placer o de pena. ¿Cómo podemos –entonces– tener alguna aprehensión de esos procesos de pensamiento? Aquí Freud responde: únicamente en la medida en que se producen palabras. Los procesos del pensamiento, lo que podemos conocer del pensamiento inconsciente, nos llega en función de palabras. El objeto hostil –nos dice Freud– sólo se señala en la conciencia en la medida en que el dolor hace brotar un grito del sujeto. El grito cumple allí una función de descarga y además desempeña el papel de un puente para que algo de lo que sucede pueda ser atrapado e identificado en la conciencia del sujeto.

El inconsciente sólo lo captamos en lo que de él es captado en palabras.

Desde ahí podemos afirmar que ese inconsciente tiene como única estructura, en último término, una estructura de lenguaje.

Se presenta entonces ante nosotros un doble entrecruzamiento, un doble quiasma de los efectos respectivos del principio de realidad y del principio del placer, el uno sobre el otro. El principio de realidad gobierna lo que sucede a nivel del pensamiento; pero tan sólo en la medida en que del pensamiento vuelva algo que en la experiencia interhumana llegue a articularse en palabras, puede, como principio del pensamiento, llegar al conocimiento del sujeto, en lo consciente.

Este desarrollo subraya la imputación freudiana del proceso primario, al que supone agente del principio del placer, por tender a la repetición de una percepción, proceso al que designa –como señalamos anteriormente– identidad de percepción, o sea, realización alucinatoria. De todas maneras, la percepción es lo que responde de la realidad manifestándose en la conciencia.

El asunto se completa con la característica del inconsciente de revelarse como lugar de un pensamiento proliferante, pero no por ello menos vedado a la conciencia como reflexión. Freud atribuye al proceso secundario –en la medida en que interviene para otorgar sus derechos a la realidad– el proceder mediante las vueltas, mediante los rodeos por donde como pensamiento cobra su sentido lo que procura volver a encontrar: lo que llama identidad de pensamiento, o sea, no ya realización alucinatoria, aunque sí engañosa.

Por lo tanto, entre percepción y conciencia –a lo que Lacan dice que ha de darse la misma resonancia que entre carne y pellejo, ya que acá la conciencia no es más que petición de principio de la realidad y la percepción, aquello a lo que se confía–, se aloja justa-mente  el proceso inconsciente del pensamiento. Esto es lo que registra el analista: que del inconsciente no le llega a través del sueño más que el sentido incoherente que éste fabula para vestir de frase lo que articula.

Eso que le viene de ahí ya es interpretación, a la que podría llamarse salvaje y que la interpretación analítica que viene a sustituirla no es mejor sino porque hace aparecer la falla que la frase denota como se ve en los sueños analizados en La Interpretación de los Sueños. El jeroglífico del sueño descifrado muestra un defecto de significación, y en él y no en otra cosa, el sueño connota un deseo. El deseo del sueño no es nada más que deseo de cobrar sentido, y a ello satisface la interpretación psicoanalítica.

Pero no es menos cierto que el deseo es su interpretación, lo que  nos indica cómo desentrañar del narcisismo lo que se aferra a la realidad como a lo que da sentido a su estatuto. El psicoanálisis está mandado a hacer para desprender de ello al sujeto que de ello se fía. Un paso más, si piensa un poco, es que sepa que no puede dejar de pasar por el fantasma que encuadra la realidad, en tanto está pensando.

En la medida en que el placer gobierna la actividad subjetiva, es el bien, la idea del bien la que lo sostiene. Por esta razón, desde siempre, los que se dedican a la ética no pudieron dejar de identificar estos dos términos, sin embargo tan profundamente antinómicos que son el placer y el bien. Por eso, en el desdoblamiento principio de placer, principio de realidad, Freud nos aporta una figura problemática en la que ni por un instante piensa identificar la adecuación a la realidad con un bien cualquiera. Si hay algo que para el sujeto se llama su bien o su felicidad, nada tiene que esperar para ello ni del microcosmos, o sea de él mismo, ni del macrocosmos.

Emilio González Martínez. Psicoanalista

Madrid: 91 301 18 44

APERTURA DE MATRÍCULA
TEMPORADA 1999-2000

Recital poético
del Director de la Escuela

SÁBADO 18 de septiembre de 1999
a las 20,00 horas
GRUPO CERO - c/ Princesa, 17-3º Izda. - 28008 Madrid
Tel.: 91 542 33 49

En las últimas investigaciones que los especialistas en oncología han llevado a cabo, daban la noticia de algo que se les presentaba muy importante para el tratamiento de estos enfermos: el papel que el dolor desempeña a la hora del tratamiento y posible curación de estas enfermedades.

Buscan las bases para pensar el dolor y la explicación de cómo el enfermo soporta en la mayoría de los casos un dolor innecesario, que cree que tiene que ser soportado como parte de la enfermedad.

Estos especialistas opinan que el dolor perjudica y es nocivo para la mejoría y curación.

Todos sabemos de alguna manera, de la influencia que lo psíquico tiene sobre el cuerpo, ahora bien, es ingenuo, es decir peligroso, que tales influencias las consideremos imaginarias, ya que no importa que su causa tenga origen o lesión orgánica, no por eso deja de ser real el dolor, tánto como si hubiera lesión o disfunción.

El dolor que existe en la melancolía, sin que exista lesión corporal, es tan real, tan importante y tan violento como el dolor ocasionado por un órgano lesionado.

Los descubrimientos que el psicoanálisis hace, nos dan las bases para pensar el dolor, sus características y la naturaleza económica del mismo.

Es muy fácil observar que, bajo un dolor o un malestar orgánico, cesa nuestro interés por el mundo en cuanto éste no tenga relación con nuestra dolencia, cosa que nos lo explicita también los versos del poeta, "concentrándose está su alma en el estrecho hoyo de su molar".

Ante el dolor hay grandes acopios de energía, para formar una contracarga en favor de la cual se empobrecen todos los otros sistemas, quedando todas las otras funciones relegadas, o desaparecidas ante el dolor.

También podemos comprobar que los dolores pueden ser provocados o exacerbados cuando dirigimos la atención sobre ellos y que también desaparecen o se atenúan al apartar nuestro interés de él; ejemplo que podemos ver cuando lo empleamos con los niños que se duelen de algo.

Si tenemos que partir de algún punto, partiremos de que el dolor, está, en diversas formas, presente en toda nuestra vida. El psicoanálisis lo descubre como una de las fuentes de excitación sexual en nuestra constitución psíquica. Cada dolor lleva en sí, por muy raro que esto parezca, y por sí mismo, la posibilidad de una sensación de placer, ya que todo proceso algo importante aporta algún componente a la excitación sexual; la excitación provocada por el dolor y el displacer tiene esa consecuencia. Es un mecanismo fisiológico infantil que desaparecerá luego y que variará, según nuestra constitución psíquica.

Podemos ver como un resto el gusto de algunos efectos desagradables en sí, como el temor, el miedo o el horror, que podemos también fácilmente observar cómo se conservan en gran cantidad de nosotros, a través de toda la vida adulta. Constituye la explicación de que tantas personas gusten de experimentar tales sensaciones cuando existe un cierto alejamiento, como en el cine, en el teatro, etc.

También por todos es conocido que el propósito de sanar o el de morir no carecen de importancia para el desenlace de algunas enfermedades, pueden provocar o ayudar a la curación de afecciones corporales. Ahora bien, deberemos tener en cuenta que no se trata de ninguna voluntad consciente de la persona, sino que en eso se juegan otros valores psíquicos de importancia.

El psicoanálisis nos da fundamentos para poder seguir pensando esta cuestión tan importante del dolor. Los hechos en la clínica psicoanalítica nos muestran que una neurosis puede, aparentemente, mejorar cuando se contrae alguna grave enfermedad orgánica o algún otro sufrimiento, como arruinarse. Freud dice, "Un padecimiento queda sustituido por otro y podemos ver que de lo que se trata es de poder conservar cierta medida de dolor".

Pilar Iglesias. Psicoanalista
Madrid: 91 559 29 05

 

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MIGUEL OSCAR
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Dos temas fundamentales en el campo
psicoanalítico: Transmisión y Transferencia.

Formar en psicoanálisis es transmitir y transmitir
sólo es posible en el marco de la transferencia
analítica, ya que transmitir no es educar.

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EDITORIAL GRUPO CERO


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El concepto de regresión aparece usado a lo largo de la obra de Freud de diversas maneras, pero podemos seguir como guía el párrafo del capítulo VII de la Interpretación de los sueños, en el apartado sobre la regresión en el cual nos habla de tres tipos de regresión: tópica, temporal y formal, y nos dice que los tres tipos de regresión son uno solo: lo más antiguo en el tiempo es a la vez lo primitivo en sentido formal y lo más próximo al extremo perceptivo dentro de la tópica psíquica.

Hay regresión tópica en el sueño y no la hay por ejemplo en la esquizofrenia porque entendemos como regresión tópica, del sistema o aparato psíquico, a la relación entre las cargas (Prec) de las palabras y las cargas (Inc) de las cosas.

Hay regresión de los restos diurnos, que son reforzados por
impulsos instintivos inconscientes, para poder surgir como formadores del sueño. Con la carga de los restos diurnos queda constituido el deseo onírico, preconsciente, que es expresión con el material de los restos diurnos, del impulso inconsciente.

Hay regresión temporal, en el desarrollo por el cual el impulso de deseo, representante de una tendencia inconsciente (del movimiento pulsional, de los elementos reprimidos) se forma como deseo onírico o fantasía realizadora de deseos, en el sistema preconsciente y halla su salida en la regresión a través del sistema
inconsciente, tomando el camino hacia la identidad de percepción.

La influencia ejercida por lo inconsciente sobre los restos diurnos contiene quizá, la condición de la regresión.

El pensamiento regresivamente transformado se convierte en una fantasía de deseo que se hace consciente bajo la forma de una percepción sensorial. Recibe la elaboración secundaria a la que es sometida toda percepción. Decimos entonces que el deseo onírico es alucinado. La forma de la regresión usa imágenes, como regreso de la palabra o lo infantil de la vida sexual como medio expresivo psíquico.

Otra acotación importante la encontramos cuando en Adición
metapsicológica a la teoría de los sueños, se nos habla de dos regresiones: Una que compromete el desarrollo del yo y la otra la del desarrollo de la libido. La que compromete el desarrollo de la libido llega en el dormir hasta la reconstitución de ese estado tan típico del sueño que es el narcisismo del estado de reposo, y en el caso en el que se juega el desarrollo de la libido llega hasta la fase de la satisfacción alucinatoria de deseos.

Así como en el mecanismo de la histeria es la represión quien desempeña el papel principal, y podríamos decir que se da una regresión a un objeto sexual, en la neurosis obsesiva es la regresión la que regula la aparición de los síntomas. Hablamos de una regresión como retorno de la libido a un modo anterior de operar: la fase sádico-anal de la libido.

La libido se ve obligada a buscar, conforme al principio del placer, una manera de descarga de energía: se separa del yo y lo consigue apoyándose en las fijaciones que fue dejando en su desarrollo y contra las que el yo se fue defendiendo con la represión. La libido ocupa en su carga regresiva estas posiciones reprimidas y es así como consigue su independencia del yo.

Las representaciones a las que la libido aplica su energía forman parte del sistema inconsciente y se hallan sometidas a sus procesos: a la condensación y al desplazamiento.
La libido escapa al conflicto a través de las fijaciones. El revestimiento regresivo de las fijaciones permite eludir la represión y lleva a una satisfacción dentro de las condiciones establecidas en la transacción. Rodeo a través de lo inconsciente, de las antiguas fijaciones, que lleva la libido a una satisfacción real, aunque Freud la califica de limitada y apenas reconocible.

Esas fijaciones la libido las encuentra en la sexualidad infantil. Pero la regresión temporal no es la vuelta a la infancia, ni se refiere a ningún tiempo. Temporal podemos entenderlo como articulación nodal. Se trata de los elementos reprimidos del complejo de Edipo, de la producción de lo sexual infantil reprimido, en el adulto.

La libido retorna, en su movimiento regresivo, sólo después de haber sido expulsada de sus posiciones más avanzadas. El camino que conduce a la libido hacia los puntos de fijaciones reprimidas son fáciles de encontrar: la libido no abandona del todo, ningún objeto o posición de goce: por ejemplo, persisten en la representación de la fantasía y eso permite que la libido entre de nuevo en contacto con esas representaciones.

La regresión de la libido a la fantasía es una etapa intermedia en el camino a la formación de síntomas. Cuando aumenta la tendencia a la realización sucumben a la represión por el yo y son atraídas por lo inconsciente. Las fantasías devenidas inconscientes son el punto de apoyo que usa la libido para remontarse a sus propios  puntos de fijación, que como regresión a lo infantil, cuando se trata de la enfermedad, es sinónimo de apartamiento de la realidad. La libido, siguiendo el origen de la fantasía, llega a resucitar deseos infantiles y con ellos a la neurosis. La enfermedad convierte el contenido de las fantasías en síntomas.

La cura que proporciona el psicoanálisis quiere poner al servicio de la realidad esa libido apartada de la misma, confinada en el inconsciente y reducida a la fantasía.

Cristina Barandiarán. Psicoanalista
Madrid: 91 308 68 36


El fantasma en el perverso juega en relación al acto sexual. El goce interesado en la perversión si proyectamos su configuración en su economía se revela que es cada vez de naturaleza diferente. Este fantasma presenta las características de ser más inconfesable que cualquier otro.

Freud lo relaciona con la cicatriz, aquella del complejo de Edipo.

El fantasma es de una forma evidente estructurado como un lenguaje.

Es una frase cuya estructura gramatical implica que allí se articula la lógica de cada sujeto.

En principio aparece como algo clausurado y con una significación cerrada para los sujetos que lo soportan.

Esa frase estructurada gramaticalmente, es el correlato de la única opción que deja la estructura de la alienación: no pienso. Y si la frase escapa a la significación es porque su correlato es el otro término de la alternativa: no soy.

Esta significación del fantasma como algo cerrado, clausurado es lo que produce en el objeto a) un discurso de falsa apariencia apelante a la comprensión. El fantasma muestra la dimensión deseante y creemos "comprender". Sin embargo, esa significación cerrada, nos permite un puente teórico en el cual el fantasma es aprehendido en forma casi experimental como cuerpo extraño y aparece como teniendo relación con algo que sería la virtualidad de la perversión la perversión como una vía de acceso propia a la dificultad que se crea con el cuestionamiento del acto sexual. Ese acto sexual que no hay puede permitirnos acceder a lo que llamamos perversión.

De esto se trata en la perversión, pues el uno supuesto de la no relación sexual, es dejado intacto donde la participación no se establece.

El perverso encuentra en ese irreductible que es el objeto a) original su goce, pues la participación que le interesa al perverso es la del cuerpo y el goce.

No habría acto sexual, no más que otro acto si no es en la referencia significante que lo constituye como acto. Dos entidades se introducen bajo la forma de una función del sujeto, función que tiene por efecto la disyunción del cuerpo y del goce y la intervención significante está allí para intentar resolver lo que esa disyunción entraña.

En el acto sexual hay para cada uno de los partenaires un goce que queda en suspenso: aquél del otro.

Y no es que cada cuerpo sea la metáfora del goce del otro, sino que queda suspendido y sólo podemos ver ese desplazamiento que pone un goce en la dependencia del cuerpo del otro, por lo cual el goce de ese otro semejante queda a la deriva.

El goce funciona como lo que limita el Principio de Placer y en el acto sexual funciona como el exceso en relación al límite a que está sometido como a su ley.

El objeto a) es en el Otro con mayúscula que tiene que hacer el requerimiento para reencontrar el trazo, ya que es allí donde se perfila el sujeto.

Tanto el pecho como las heces quedan como algo que puede reivindicar el cuerpo del niño como de su pertenencia, tiene mucho de marginal al cuerpo pero también es innegable que están muy ligados a su funcionamiento.

Hay ese resto que surge con el sujeto, el objeto a).

Allí es donde se refugia el goce que no ha caído bajo el principio de placer. Es allí donde reside el goce, es en ese fuera-del-cuerpo donde se sitúa.

El perverso, se ve con claridad en el masoquismo, es menos que nada. Se considera destituido de su función de sujeto. Esta identificación imposible con el extremo del deshecho, está ligada a la captación por el goce.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

El Sexo del
Amor 
Una novela de
Miguel Oscar Menassa

¿Una novela de amor? ¿Una novela de sexo y drogas? ¿Una novela del deseo con pulsión? ¿Una novela sobre la sexualidad femenina? ¿Una novela escrita por un psicoanalista? ¿Una novela que rompe moldes? ¿Un libro de texto? ¿Una teoría acerca de la escritura, la mujer, el sexo, el deseo, los celos, el dinero? Es esto y algo más y algo menos...

EDITORIAL GRUPO CERO
MADRID TEL. 91 542 33 49
BUENOS AIRES TEL. 43 28 06 14/07 10


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FREUD Y LACAN –Hablados– 
2.ª edición

   AUTOR:
Miguel Oscar Menassa
PTS. 1.500; 15 US.

Se trata de un libro que no se presta a la clasificación, 
por eso podemos incluirlo en
la literatura científica donde didáctica, oratoria
y poética se combinan en una tarea imposible que al mismo tiempo que nos enseña, nos persuade y nos deleita, donde verdad, elocuencia y belleza nos prestan sus dominios para acceder a un campo donde ciencia y poesía se atraviesan para dejar en nosotros una huella sin rastro, esa huella que permanentemente marcará todo recorrido, pues es apertura a un campo inimaginable e imaginado por este autor que durante 458 páginas nos hace gozar de lo imposible.

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LA TRANSFERENCIA

AUTOR:
Varios autores
PTS. 900; 9 US.

El concepto de transferencia es el que sostiene, históricamente, la teoría psicoanalítica y es por eso que cuando se altera, disminuye, o deja de imponer el psicoanálisis de los psicoanalistas o candidatos a serlo, las instituciones se pudren o se degradan hasta tal punto de transformarse en pequeñas o grandes dictaduras  o casi peor, en concepciones, todas ellas anteriores a la producción de el Inconsciente en la obra de Freud.

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SIETE CONFERENCIAS DE PSICOANÁLISIS EN LA HABANA, CUBA

AUTOR:
Miguel Oscar Menassa
PTS. 1.200; 12 US.

Indispensable tanto para especialistas como para neófitos que deseen acceder a una versión genuina y sin concesiones sobre el Psicoanálisis y con él a los pensamientos más vigentes de nuestro tiempo sobre la sexualidad, la creación, las posibilidades múltiples de la transformación a que nos aboca esta disciplina generada en nuestro siglo y dispuesta ya a atravesar sus confines para penetrar en las propuestas del siglo XXI.

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LA EXPLOSIÓN DEL SUJETO

 

AUTOR:
Juan Carlos De Brasi

PTS. 800; 8 US.

 


La Explosión del Sujeto parte de la siguiente convicción: lo conocido por demasiado bien conocido se torna ignorado. Y, desde ese impensado, se propone otros devenires, nuevas imprevisiones.

Así se produce un giro inédito en el acontecer de las masas, la grupalidad y el campo de producción del subjetividades.

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http://www.grupocero.org/2001noches/2001.htm
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En el seminario XX Lacan se pregunta si el pájaro lee el augurio de la fortuna, de la tempestad. Después de todo, no se puede afirmar que la golondrina no lea la tempestad, pero tampoco es seguro.

Pero cuando se dice, hay alguien que sabe leer y ese es un ser hablante y por tal, afectado de inconsciente.

En el discurso analítico no sólo a lo que se enuncia como significante se le da una lectura diferente de lo que significa, sino que suponemos que el sujeto del inconsciente sabe leer. Pero lo que le enseñamos a leer no tiene nada que ver con lo que de ello podamos escribir.

Del significante a la letra nos lleva Lacan enunciando que la letra se lee literalmente. En el discurso analítico se lee más allá de lo que se ha incitado al sujeto a decir. Lo que se lee ha de situarse respecto del discurso analítico y el acento no ha de ponerse en lo que yo profiere sino en de dónde viene eso.

Ese discurso al que nos lleva este seminario es un discurso sin palabras, una articulación precisa de cuatro letras, dos barras y cinco rayas, escritura que partió del discurso analítico, o sea en ese campo, ahí es donde se define como modo de relación fundado únicamente en lo que funciona como palabra en un campo de lenguaje.

Lo escrito no pertenece al mismo registro que el significante y se trata de ver qué introducen las letras en la función del significante.

Lo que se oye no tiene ninguna relación con lo que significa. Este es un acto que sólo puede instituirse por el discurso científico. El significante no se refiere a nada que no sea un discurso, o sea un modo de funcionamiento, una utilización del lenguaje como vínculo.

No tienen ninguna realidad previa, prediscursiva.

Estamos tratando de ver lo que en un discurso se produce por efecto de lo escrito. Si las letras fenicias estaban antes de la época fenicia, en cerámicas egipcias, como marcas de fábrica, quiere decir que la letra surgió del mercado que es típicamente un efecto de discurso. Estaban esas marcas antes de que a nadie se le ocurriera usar letras para hacer algo que nada tiene que ver con la connotación significante. No es que los fenicios inventaran el mercado sino que el mercado produjo los fenicios, llegando luego a perder la relación con la historia y el término fenicio ya como metáfora se le aplica a quien se considera comerciante.

La letra es efecto de discurso.

Propone Lacan tomar un escrito que a su vez es efecto del discursocientífico.

S sitio del significante 
----
s sitio del significado

La función de sitio la crea el discurso. Entre las dos letras hay una barra.

¿Se puede comprender este algoritmo, este escrito? Lo escrito no es para ser comprendido. Es una fórmula. Su no estar hecho para la comprensión no es propio de un campo científico dado, vale lo mismo para cualquier formulación. Con esto nos acercamos a la fórmula lacaniana: no hay relación sexual. Este no hay no tiene nada que ver con cosas en la realidad, ese no hay funciona respecto del discurso analítico. No hay porque de la relación sexual no se puede hacer un verdadero escrito, como por ejemplo el antes mencionado.

Esta fórmula tampoco es para ser comprendida pues no se sustenta sino en lo escrito dado que no puede ser escrito y todo lo que está escrito parte de este hecho y a eso se debe el efecto de discurso que se llama escrito. Se debe a que no puede hallarse la relación proporcional si lo que queremos es escribir la relación entre hombre y mujer, no son un x y una y como otras, pues si ponemos hombre R mujer, hombre y mujer no son más que significantes de uso corriente.

En el discurso analítico dice Lacan se habla de joder y se dice que la cosa no anda. Eso gira y gira exactamente para nada. En lo tocante a las relaciones de los hombres y las mujeres la colectividad no anda y por ese no andar, todo el mundo habla de ello sin parar.

Bibiana Degli Esposti. Psicoanalista

Madrid: 91 547 51 31


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La tradición llamada científica, aporta documentos, que muestran una historia de las concepciones acerca de la histeria, que datan de los papiros egipcios y testimonian las manifestaciones polimorfas de la histeria. Es al menos curioso, que una expresión clínica, cuya variedad es tan amplia y que se ha llegado a apelar, en los intentos de explicación, a teorías sobre fuerzas misteriosas o sobrenaturales, que estarían operando en ellas; en el enigma que representa, es llamativo que haya sido atribuida por los especialistas a una causa única y orgánica: un útero migratorio, que invade el conjunto del organismo a causa de su insatisfacción.

Justificando un tratamiento lógico, que consistía en hacer que ese órgano móvil se reintegre a su seno supuestamente natural. El tratamiento previsto y establecido consistía entonces, por decirlo de alguna manera, en asegurar al animal su alimento, es decir, desinflar la insatisfacción sexual de las jóvenes y para otorgar gravidez al órgano, se aconsejaba el matrimonio.

Se llegó a pensar, que si tener movimiento propio es el índice cierto de una cosa animada, todo lo que se mueve por sí mismo es un animal y se lo llamó así, reconociendo en él movimientos propios de sofocación, precipitación, contracción, de indignación: incluso son tan violentos que a menudo provocan la pérdida de todo otro sentido, con movimientos como si fuera lipotimia, síncope, epilepsia, apoplejía y verdadera semejanza de muerte.

A finales del 18, un médico de la Salpêtriere denuncia la "locura moral" y dice que estas enfermas son verdaderas actrices; su mayor placer consiste en engañar a las personas con quienes se encuentran en contacto. Las histéricas, que exageran hasta sus movimientos convulsivos, disfrazan y exageran todos los movimientos de su alma, todas sus ideas y todos sus actos. Dichos tratamientos están basados, como es posible observar, en una representación imaginaria de un órgano femenino cuya tensión insatisfecha en el caso preciso de las histéricas, era de utilidad para explicar diversas perturbaciones. Es decir, en esta literatura, el género animal femenino es imaginado semejante al del hombre, expresando el mismo deseo aunque en un tono más fuerte, buscando las mismas satisfacciones y sin embargo bajo la sospecha de alguna profunda extrañeza por hacer uso de tan malos modales.

Esto también señala, que desde hace cuatro mil años, contabilizados claro está, la histeria dio lugar a una representación, que ha atravesado inmutable los siglos y continúa imponiéndose a especialistas y profanos. La gran crisis histérica, como es sabido en las descripciones, reproduce los progresos de una tensión creciente y acelerada hasta la detumescencia. De estas primeras noticias, me llamó la atención, que los síntomas reconocidos como histéricos transcurrían como naturaleza, como expresiones metafóricas de un deseo, una insatisfacción, un vacío, una imposibilidad. El acceso histérico aparece armado como un sueño y presenta una serie de imágenes cargadas, como en el cine mudo, de un sentido en suspensión que el espectador debe hacer precipitar.

Hacia finales del siglo 18, el Profesor Charcot es nombrado en la Salpêtriere, en París, para hacerse cargo de la cátedra de enfermedades del sistema nervioso, especialmente creada para él. Freud obtuvo una beca para estudiar en su servicio. Para el maestro francés, no existía la locura moral ni nada que no estuviera ligado a la anatomía y a la fisiología del sistema nervioso.

Había repertorio de estigmas y se reconocían las lesiones orgánicas responsables. Sin embargo, en sus presentaciones de casos, la utilización de la técnica hipnótica, mostraba, digamos una evidencia, y a la vez presentaba una interrogación, ya que era posible desencadenar los trastornos histéricos y curarlos por medio de ella.

Existían también, zonas histerógenas cuya estimulación podría provocar o detener la crisis. Charcot abordaba la histeria con una metodología, ingenua tal vez, pero con procedimientos científicos, de las ciencias naturales, que afirmaban que no existe manifesta-ción en el orden de la naturaleza que no pueda ser analizada, clasificada y relacionada con una causa antecedente y objetivable. Y a pesar de que intentó diseñar un Compresor ovárico, no fue del todo sordo al llamado de la histérica y admitió al final de su vida la insuficiencia del examen puramente neurológico. Su compresor debía ejercer una acción de contención, de la que no se vislumbra bien cómo venía a insertarse en su trabajo, sino traduciéndolo, en esa manera, imaginativa, de investigar metafóricamente, sin saberlo, los síntomas histéricos.

Jaime Icho Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

 

 

La dificultad de abordar el problema en la paranoia se debe precisamente al hecho de situarla en el plano de la comprensión.

Aquí, el fenómeno elemental, lo que subyace al conjunto de la construcción del delirio, está a nivel de la interpretación.

El sujeto simboliza lo que sucede en términos de significación.

En cierto periodo de su delirio, el sujeto dice que hay significación aunque no sabe cual. La significación ocupa el primer plano, se impone y para él, es perfectamente comprensible. Se trata de cosas que, en sí mismas, ya se hacen comprender. La interpretación elemental entraña sin duda, un elemento de significación, pero ese elemento es repetitivo, procede por reiteraciones. Puede ocurrir que el sujeto lo elabore pero es seguro que quedará, al menos durante cierto tiempo, repitiéndose siempre con el mismo signo interrogativo implícito sin que nunca le sea dada respuesta alguna, se haga intento alguno por integrarlo a un diálogo. El fenómeno está cerrado a toda composición dialéctica.

La pregunta ¿quién habla? debe dominar el problema de la paranoia.

La alucinación verbal tiene un caracter central en la paranoia.

En la alucinación verbal, el sujeto articula lo que dice escuchar. La alucinación auditiva no tiene su fuente en el exterior pero entonces, debemos preguntarnos de dónde procede.

Una de las dimensiones esenciales del fenómeno de la palabra es que el otro no es el único que le escucha a uno. En la palabra humana, entre otras muchas cosas, el emisor es siempre al mismo tiempo, un receptor. Uno oye el sonido de sus propias palabras, aunque puede ser que no prestemos atención.

La noción de conflicto deja un lugar vacío y en el lugar vacío del conflicto aparece una reacción, una construcción, una puesta en juego de la subjetividad.

La ambigüedad de la significación misma del delirio aquí concierne a lo que habitualmente se llama el contenido, o sea, el decir psicótico.

El lenguaje del delirante es de un sabor particular y a menudo extraordinario. Lenguaje en el que ciertas palabras cobran un énfasis especial, una densidad que se manifiesta a veces en la forma misma del significante, dándole ese franco carácter de neologismo que nos impacta en las producciones de la paranoia.

En lingüística, existen el significante y el significado, debiéndose tomar el significante en el sentido material del lenguaje. La trampa en la que no hay que caer es creer que los objetos, las cosas, son el significado. El significado es algo muy distinto; la significación remite siempre a otra significación. El sistema del lenguaje jamás culmina en un índice directamente dirigido hacia un punto de la realidad, cualquiera que sea el punto en que se tome. La realidad toda está cubierta por el conjunto de la red del lenguaje. Nunca se puede decir qué es lo que se designa, aunque se logre.

A nivel del significante, en su carácter material, el delirio se distingue precisamente por esa forma especial de discordancia con el lenguaje que se llama el neologismo.

A nivel de la significación, se distingue justamente porque la significación de esas palabras no se agota en la remisión a una significación.

La significación de esas palabras que detienen a los delirantes, tienen como propiedad el remitir esencialmente a la significación, en cuanto tal. Es una significación que fundamentalmente no remite más que a sí misma, que permanece irreductible. Es una palabra que en sí misma pesa. Antes de poder ser reducida a otra significación, significa en sí misma algo inefable. Es una significación que remite ante todo a la significación en cuanto tal.

La vemos en ambos polos de todas las manifestaciones concretas de que son sede estos enfermos. Dos tipos de fenómenos donde se dibuja el neologismo: la intuición y la fórmula.

La intuición delirante es un fenómeno pleno que tiene para el sujeto un carácter inundante que lo colma. Le revela una perspectiva nueva, cuyo sello original subraya. Allí, la palabra –palabra clave– es el alma de la situación.

En el extremo opuesto, tenemos la forma que adquiere la significación cuando ya no remite a nada. Es la fórmula que se repite, se reitera, se machaca con insistencia estereotipada, el estribillo.

Ambas formas, la más plena y la más vacía, detienen la significación; son una especie de plomada en la red del discurso del sujeto.

Característica estructural que, en el abordaje clínico, permite reconocer la rúbrica del delirio. Estos enfermos hablan nuestro mismo lenguaje; si no hubiese este elemento nada sabríamos acerca de ello. Lo que permite distinguir que se trata de un delirio es la economía del discurso, la relación de significación a significación, la relación de su discurso con el ordenamiento común del discurso.

Lo que está en juego es la realidad de la palabra. Si no distinguimos el lenguaje de la palabra, podemos decir que el enfermo habla pero habla como una máquina parlante.

Concepción Osorio. Psicoanalista
Madrid: 91 559 31 70


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LOS LIBROS DE LA EDITORIAL GRUPO CERO

La Editorial Grupo Cero, especializada en poesía y psicoanálisis, cuenta con más de 100 títulos en su haber. Es una editorial de autor, en la que éste paga la edición del libro y a cambio tiene el respaldo y la infraestructura de una Editorial con más de 20 años experiencia en el campo de la publicación de libros.

Cada libro editado se vende en librerías de Argentina, España y diversos países de Europa e Iberoamérica. 300 ejemplares son destinados a la difusión entre personalidades del mundo de la cultura, periodismo, etc.

La Editorial Grupo Cero produce revistas de difusión gratuita: Las 2001 Noches (125.000 ejemplares) y Extensión Universitaria (120.000 ejemplares).

Cuenta con las siguientes colecciones: Psicoanálisis y Medicina, Poesía y Psicoanálisis, Psicoanálisis para Todos, Leyendo a Lacan, Hoy en la Cultura, Poesía Hoy y Narrativa 2001.

Esta Editorial, asímismo es la encargada de publicar el Premio de Poesía y el Premio de Psicoanálisis convocados por la Asociación Pablo Menassa de Lucia. Aula de Poesía y Psicoanálisis. El premio consiste en 150.000 pts. y la edición de 1.000 ejemplares en Madrid y otros 1.000 en Buenos Aires.

 

PSICOANÁLISIS 
DEL 
AMOR

Autor:
Miguel Oscar Menassa
PTS 800; 8 US.

"El terror es no poder decir, ese es todo el terror". Así leemos en la página 19 de este libro inocente. Tal vez, después de tantos años, algún progreso tuvo lugar, y una gran goma de borrar ha cancelado toda culpa. Todo terror, toda palabra. Hoy solicitan mi atención juegos programados para que dirija mis crímenes hacia un desconocido, un pobre idiota cincuentón, aquél que fui. El mundo, efectivamente, ha cambiado. Aunque "es espantoso lo que tarda en morir un idiota", como consigna en su diario el joven ejecutor del pasajero nocturno (El País, 9 de junio, 1994, p. 3). La revolución cubana, el psicoanálisis, mayo del sesenta y ocho, quedaron para la nostalgia. Hoy, solamente se sostienen los textos de la perplejidad, los catálogos.

Pertenecen al género de los catálogos textos como el Eclesiastés, La Divina Comedia, toda la obra de Shakespeare, la de Borges, y el texto que hoy nos convoca. Un catálogo no nos engaña. Nos condena a nuestra supuesta libertad. Allí elegimos, o somos elegidos por el texto laberinto para reconocer, como en un juego de espejos giratorios, nuestro propio ser momentáneo. Porque un catálogo es un reloj que debe ser interpretado. No marca la hora exacta de una absoluta ley idealizada. Señala mi disponibilidad instantánea en simultánea gestión de todos los tiempos. ¿Esta astucia de permanencia es perversa? ¿Una pregunta es una afirmación suspendida?

Dice Guido Geronetti en comentario a su traducción del Eclesiastés, aquel gran catálogo de la nada: "Si el Antiguo Testamento ve, hay un fundamento para todo, pero en un mundo ilusorio que gira en el espacio hacia la destrucción, querer que los pies apoyen sobre algo es un absurdo".

Un texto, es decir un tejido coherente, un discurso que fuese aspiración a la obra, al circuito cerrado, no hubiese permitido libremente estos delirios, estos saltos centrífugos. Es así que el catálogo me permite revolverme en mi no ser, en mi pensar, un pensar que no es la caricatura que habita el silogismo acabado, sino resonancia de mis primeros y últimos vacíos. Es así que puedo preguntarme: ¿cuando carezco de todo, cuando nada me respalda, la palabra me sostiene? ¿O será necesario el crimen? ¿Relativo a este Psicoanálisis del Amor, deberé filosofar sobre la perversión, sobre la muerte, sobre la palabra, sobre el psicoanálisis, sobre el amor? ¿O deberé psicoanalizarme? ¿O escribir? ¿Qué hacer? se pregunta también el poeta, mientras "como cuerpos privados de sepultura los hombres se pasean por el jardín de su mirada".

Mientras nadie muere totalmente no sabremos qué hacer. ¿O será esa persistencia insepulta la que signa nuestro hacer? ¿O no se trata de que nadie muere, sino de que nadie vive? Estas preguntas, estos vaivenes, en nada se parecen a lo que se espera de un comentario de textos, como tampoco este catálogo —Psicoanálisis del Amor— se parece a lo que habían esperado y pedido los editores de cierta revista de temas psicoanalíticos.

Al lector que garabateó estos apuntes no se le escapa el prestigio de las definiciones académicas, su oportunidad y su gloria, pero ha preferido en la ocasión dejar constancia, apenas un indicio, de una relectura, de algún juego con el texto en el que alternan las pequeñas muertes, las rebeliones, las esperanzas, las agonías, la problemática—pero posible— capacidad de renacer.

Este texto, leído, me condena o me salva. 
Según mis pertenencias.
En esto reside la feroz, la perversa libertad a la que me arroja.
Esto no volverá a ocurrir jamás.

Federico Schmied

"La poesía no necesita encontrarse 
con nadie para vivir encadenada 
a la libertad"

MEDICINA PSICOSOMÁTICA

Varios autores
PTS 800; 8 US.

La Editorial Grupo Cero pone en nuestras
manos un gran libro, "Medicina
Psicosomática", dentro de la colección Psicoanálisis y Medicina. Un libro que representa un paso adelante de la Medicina y a riesgo de exagerar me atrevo a decir que en este libro la medicina deja de ser lo que era para ser otra, deja de ser un discurso exclusivamente centrado en la enfermedad, considerada ésta como contingente e inesencial al hombre.

Es decir, este libro subvierte la medicina desde afuera y lo que antes permanecía oscuro, confuso y velado, aparece en este libro con un brillo esclarecedor.

Sabemos que es en el registro de la demanda donde se ejerce la función médica, que es en el modo de respuesta a la demanda del enfermo donde está la posibilidad de supervivencia de la posición propiamente médica. Pero desde el psicoanálisis sabemos que responder que el enfermo viene a pedirle al médico la cura, no es responder, pues cada vez la tarea precisa, que debe realizarse con urgencia, no responde pura y simplemente a una posibilidad que se encuentra al alcance de la mano del médico, sea un acto quirúrgico o la administración de antibióticos, sino que existe fuera del campo de lo que se modificó por el beneficio terapéutico algo que permanece constante y que todo médico debería saber, es decir, la estructura de la falla entre la demanda y el deseo. Pues sabemos que cuando cualquiera, incluso nuestro mejor amigo, sea hombre o mujer, nos pide algo, esto no es para nada idéntico, e incluso a veces es diametralmente opuesto, a aquello que desea.

Los autores de este libro, todos ellos psicoanalistas, se acercan a las enfermedades psicosomáticas, a las enfermedades orgánicas, aportando esta otra mirada que propone el psicoanálisis, donde no se interroga a la enfermedad sino que se interroga al sujeto por su relación con el síntoma, cómo juega allí, en su síntoma, su deseo.

Un libro donde los autores nos enseñan que la enfermedad no es algo extraño al hombre, un castigo de los dioses, un amor con el diablo, ni siquiera el resultado de una colonización celular o extracelular por diferentes microorganismos, sino que en la enfermedad, en todos los casos, el sujeto queda cuestionado, que la enfermedad no está en el cuerpo, aunque sea el cuerpo el que se gangrena, sino que el cuerpo es el escenario donde lo psíquico reina.

Nos dicen los autores en la introducción del libro que el cuerpo encuentra su lugar en la identificación con otro ser viviente, un cuerpo vivo que es el de un ser que habita el lenguaje, en relación con una imagen del cuerpo específica. Sus posibilidades de placer y sufrimiento están vinculadas con una historia particular, con sus fantasmas particulares, que jamás serán generalizables como objeto de algún saber, pero que son para él, cuerpo viviente, su verdad. Que el cuerpo humano no sólo obedece a las leyes biológicas, también es un cuerpo pulsional, significado en el intercambio humano e incluido en las leyes humanas, y eso, insiten los autores en todos los capítulos de este libro, debe ser tenido en cuenta a la hora de leer los procesos de enfermarse.

Proceso de enfermarse que es leído por los autores como un trastorno del cuerpo pulsional debido a una alteración del cuerpo simbólico, es decir de la palabra, donde lo que tenía que ser resuelto psíquicamente se resuelve traumáticamente en la omnipotencia del cuerpo como forma del rechazar las diferencias sexuales.

Sin intervalo, sin corte entre S1 y S2 , sin discontinuidad, sin que el deseo lo produzca como sujeto dividido, donde todo gira en él alrededor de la necesidad, donde el goce es un goce sin palabras, sin pérdida, donde la muerte acontece por necesidad.

En fin, un gran libro donde los autores nos acercan una mirada psicoanalítica de las enfermedades que normalmente trata la medicina, y no para oponerse a ella, no para quitarle al cirujano su bisturí, sino para darle al enfermo su palabra y restituirle su historia de deseos, integrar su enfermedad en su estructura psíquica.

Fernando Ámez. Psicoanalista
Madrid: 91 542 64 20

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NEUROSIS, PERVERSION Y
GRUPALIDAD EN
PSICOANALISIS

 

Varios autores
PTS 800; 8 US.

La Editorial Grupo Cero comienza con este libro en 1994, la colección «Leyendo a Lacan», donde se recogen los trabajos de varios autores, producidos en torno a la lectura de los textos de Jacques Lacan en su articulación con la obra de Freud.

En Psicoanálisis no se puede separar la teoría de la clínica, del mismo modo la transmisión tampoco puede separarse de la presencia del psicoanalista.

Transmisión como lo que va a permanecer sin que por ello pertenezca al sujeto que transmite ni a quien es transmitido. Se trata de un acto inherente a la propia producción del Inconsciente, donde es la constitución del deseo lo que se pone en juego.

En la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero hay psicoanalistas, hay candidatos y hay un tercero que presta el cuerpo necesario para la expresión material de la transmisión: la escritura.

Momento éste en la formación de un psicoanalista, en tanto es de a uno que se producen, donde tendrá que vérselas con eso que no le pertenece, una posición que tendrá que alcanzar para ser materializada en la escritura.

Un saber que existe al candidato, que toca su relación con el mundo imprimiendo efectos a su estilo de vida, su estilo de pensamiento.

En psicoanálisis se trata de un estilo.

En este punto, hablar de grupalidad es hablar del marco necesario para la producción de sujetos, del espacio donde intersubjetividad funda conocimiento. Para el profesor Juan Carlos De Brasi, un grupo es «un proceso desencadenado por los cruces y anudamientos deseantes entre miembros singulares reunidos en el tiempo y el espacio para impulsar ciertas finalidades comunes».

Y hablar de grupalidad es también hablar del tercero de los significantes que dan título al libro. Tercero que, como el falo, regula la relación entre dos términos.

En este caso, Neurosis y Perversión, estructuras clínicas en el decir de Freud de las que todo sujeto tiene algún no-saber, es decir, algún saber inconsciente.

Se pueden leer ciertos puntos en común entre diferentes cuadros clínicos, si pensamos la neurosis, la perversión y la psicosis como formaciones del inconsciente. Ciertos cortes psicóticos pueden darse en el neurótico, así como un apartamiento de algunos aspectos de la realidad.

Lo que interesa al psicoanálisis no es saber si lo que el paciente relata ocurrió o no ocurrió, sino la manera en que el sujeto pudo articular esa escena en significantes, verificarla en todo su ser y por su síntoma.

La angustia es esa incertidumbre sin representación que se halla entre el deseo y el goce. Angustia que no es sin objeto y que surge ante el deseo del Otro, al no saber qué objeto soy para el deseo del Otro.

Señal de aviso para el Yo ante el horror, horror a la castración materna, al incesto. Angustia de muerte íntimamente ligada al sujeto y que lo acompañará hasta la muerte misma.

Se dice que el mito tiene estructura de ficción, en tanto da una forma discursiva a algo que no puede ser transmitido en la definición de la verdad. Y la verdad sólo puede ser dicha a medias, hay un real imposible, indecible. Hay un significante que se enmascara, un agujero que colmar y el fantasma tiene que ver con ese vacío.

En un intento de defensa ante la angustia aparece la fobia, ejemplificada por Freud en el caso Juanito.

No existe relación entre el objeto que causa temor y la fobia, nos dice, hay una distancia que encierra al sujeto en una defensa ante esa señal de alarma que es la angustia. De cómo el pequeño Juanito resuelve un conflicto vital para todo sujeto en vías de constitución.

El último capítulo del libro, trata de acercarnos a los orígenes del psicoanálisis, al momento social-histórico en que Freud produce la teoría del Inconsciente.

Prehistoria también porque hoy podemos leer que hubo historia.

Un libro que se muestra, se socializa y deja de pertenecer (si alguna vez lo hizo) a sus autores para inscribirse en el campo de lo que no es de nadie pero que a todos concierne: la escritura.

Carmen Salamanca. Candidata a Psicoanalista
Madrid. 609 51 53 38

En la práctica clínica médica son frecuentes los cuadros de infecciones urinarias (uretritis, cistitis y prostatitis), hablándose de ellas si se detectan microorganismos patógenos en cantidades superiores a cien mil gérmenes por milímetro de orina, cursando con o sin sintomatología de fiebre, disuria y molestias perineales o lumbares.

Datos epidemiológicos dicen que un 2% de las niñas en edad escolar sufren esta sintomatología, incrementándose estas cifras de forma notable en el inicio de la actividad sexual en los adolescentes.

Son diversos los microorganismos que intervienen pero predomina el Escherichia Coli que causa el 90% de las infecciones agudas en pacientes sin anormalidades urológicas previas. En la mayor parte de las infecciones las bacterias llegan a la vejiga a través de la uretra y de ahí pueden ascender a los riñones.

Los factores que predisponen a la colonización periuretral no están aún esclarecidos, pudiendo intervenir: la alteración de la flora perineal normal o la ausencia de anticuerpos locales o que gérmenes saprofitos se introduzcan en la vejiga por el masaje uretral durante el coito y las manipulaciones y lavados higiénicos inadecuados (este es el caso que deberíamos tener en cuenta en las infecciones de las niñas tras contactos con las heces). En condiciones normales las bacterias que llegan a la vejiga se eliminan rápidamente debido a la presión del chorro de la micción, a las propiedades antibacterianas de la orina y mucosa vesical, a la alta concentración de urea y en los varones, además, a las propiedades antibacterianas de la próstata.

Sin considerar las situaciones en las que los pacientes padecen cálculos renales, defensas bajas por inmunosupresores y los sondajes, vemos que el mecanismo patogénico presenta oscuridades sobre el proceso de la infección urinaria hasta el punto que a veces no existen gérmenes como en la prostatodinia o el número de gérmenes no corresponde con la sintomatología o se detectan en análisis rutinarios microorganismos y no hay sintomatología o sin conocer el motivo hay cuadros recidivantes o no responden a la terapéutica antimicrobiana o cursan con sintomatología inespecífica de difícil diagnóstico.

La frecuencia de estos cuadros, las molestias concomitantes en

estas afecciones y el gran gasto sanitario que conllevan nos animan a presentar algunas hipótesis de trabajo para tener en cuenta en estos pacientes.

La sexualidad es un concepto más amplio que el de genitalidad, al cual engloba. Llama la atención cómo un germen (Escherichi coli) que se localiza en las heces pase vía uretral a la vejiga y produzca infecciones, de un sistema excretor a otro (del intestinal al urinario), así como el silencio significante que recae sobre la vagina, órgano no visible.

En Psicoanálisis sabemos que a nivel inconsciente es frecuente, en la mujer, encontrar el deseo reprimido de poseer un pene (la llamada envidia del pene) incluida en el Complejo de Castración, demodo que el fracaso de la vida cotidiana (por una disposición masculina) reactiva este deseo infantil reprimido y por medio de un flujo retrógrado de la libido lo convierte en síntoma histérico, flujo retrógado de la libido que puede intervenir en las infecciones urinarias ya que existe una Transmutación de las Pulsiones en femineidad de una parte de la masculinidad narcisística de la mujer. El camino de la pulsión es la única forma de transgresión permitida al sujeto con respecto al Principio de placer. Y ¿qué quiere decir esto? pues que en el desarrollo sexual del sujeto el niño al principio es considerado como un "mojón", como algo expulsado del cuerpo por los intestinos y el excremento es considerado como un regalo infantil, el primer regalo, del cual se separa ante los ruegos de una persona amada o de forma espontánea para expresar su cariño. Análogas reacciones se dan con la orina aunque de forma menos intensa. En la defecación se le plantea al niño una primera decisión entre la disposición narcisística y el amor a un objeto, expulsando las heces, como sacrificio al amor o las retendrá para la satisfacción autoerótica y afirmación de su voluntad personal.

La masa fecal puede ser considerada como el primer pene y la mucosa por las heces excitada representa la mucosa vaginal. El erotismo anal y el uretral se yuxtaponen en situaciones en las que el deseo en las niñas de tener un pene se traslada al de tener un niño, representando simbólicamente lo mismo pene, regalo y niño.

En la fase pregenital del desarrollo sexual se desarrollan en algunos sujetos fantasías y juegos perversos, organización similar a la genital en la que el pene y la vagina aparecen representados por la masa fecal y el intestino. En pacientes neuróticos obsesivos es frecuente comprobar una degradación regresiva de la organización genital que consiste en transferir a lo anal todas las fantasías primitivamente genitales.


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Podemos pensar entonces las Cistitis, Uretritis y Prostatitis como síntomas neuróticos, afecciones autoeróticas en las que la repugnancia, el asco, las fantasías sexuales, los prejuicios se encuentran en juego. El deseo inconsciente se expresa por todas las bocas del cuerpo.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
Madrid: 91 883 02 13

Desnuda eres tan simple como una de tus manos,
lisa terrestre, mínima, redonda, transparente,
tienes líneas de luna, caminos de manzana,
desnuda eres delgada como el trigo desnudo.

Desnuda eres azul como la noche en Cuba,
tienes enredaderas y estrellas en el pelo,
desnuda eres enorme y amarilla
como el verano en una iglesia de oro.

Desnuda eres pequeña como una de tus uñas,
curva, sutil, rosada, hasta que nace el día
y te metes en el subterráneo del mundo

como en un largo túnel de trajes y trabajos:
tu claridad se apaga, se viste, se deshoja
y otra vez vuelve a ser una mano desnuda.

Pablo Neruda

Que el cuerpo sea imaginario, alude a que la realidad es psíquica, para decirlo sencillamente, es del color con que se mira. Se trata de modificar una frase, una frase que marca toda la vida del sujeto, se trata de dejar de decir "estoy gorda", que en realidad esconde la frase impronunciable: "me asusta mi deseo", para decir: "acepto que deseo". Eso es lo que ofrece el tratamiento psicoanalítico, la transformación de esa frase, que es el fantasma del sujeto, y esto permite la modificación del cuerpo.

Recientemente, y después de mucho leer sobre el tema, ha caído en mis manos el libro "Anorexia y Bulimia". Un mapa para recorrer un territorio trastornado. A medida que iba leyéndolo, se me hacía cada vez más evidente que estaba comandado por el discurso de la psiquiatría y de la psicología conductista, por ello todas las afirmaciones siguientes son extensibles a todos los enfoques de esta índole que se hacen actualmente sobre estas patologías, y no sólo a este libro en concreto.

Lo primero que me llamó la atención fue la confusión, ampliamente extendida, entre anoréxica y delgada, que llega hasta el paroxismo de hacer una apología de la gordura. En este padecimiento, lo más destacable no es la forma del cuerpo, aunque los pómulos desencajados, las costillas queriendo resquebrajar la piel, hagan profunda mella en el observador, lo verdaderamente terrible es que la vida de uno se reduzca a eso, que el sujeto deje de amar, de escribir, para ocuparse únicamente de mantener un peso, ahí es donde está la perversión, en que la única manera de relacionarse con el mundo sea la boca, es este unicismo lo patológico.

Por otro lado, manejan la teoría de la multipledeterminación: factores sociales, genéticos, familiares, ambientales,

estarían implicados en la génesis de la anorexia, mientras que en psicoanálisis sabemos que todo efecto está sobredeterminado por el deseo inconsciente, volvemos como ejemplo a la frase paradigmática anterior: "me asusta mi deseo", esta frase será única y diferente para cada paciente. A la inversa de lo que se piensa, es mucho más difícil modificar la realidad material que modificar la mirada sobre la realidad material, y en ambas ocasiones se modifica la realidad material, quiero decir que si ha habido verdadera transformación del sujeto, si ha habido Interpretación en análisis, en transferencia, la realidad ya nunca volverá a ser la misma, se transformarán también todos los factores sociales, familiares… etc, para ese nuevo sujeto.

Alejandra Menassa de Lucia. Médico
Madrid: 91 542 33 49

MEDICINA
PSICOSOMÁTICA

AUTOR:
Varios Autores
PTS. 800; 8 US.

La Editorial Grupo Cero está segura de llenar con este libro un vacío en la comprensión e investigación de los criterios de salud y enfermedad que son, en última instancia, los que curan al enfermo y, por otra parte, pretende abrir las puertas a nuevas investigaciones que ayuden a la comunidad Médica a comprender y hacer posible el tratamiento de enfermedades que, por su etiopatogenia psíquica, son en la mayoría de los casos descuidadas o incomprendidas.

ACTAS V CONGRESO INTERNACIONAL:
CLÍNICA PSICOANALÍTICA

AUTOR:
Varios Autores
PTS. 1.000; 10 US.

Más de 60 psicoanalistas en formación hablan de la existencia de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.

Amparándonos en la libertad que nos concede la frase anterior podemos decir que hay actos del ser humano, a veces, fundamentales para su vida que ocurren sin la participación de la conciencia, pero el humano debe saberlo, no hay acto humano que ocurra sin la intervención del pensamiento inconsciente, su deseo.

ACTAS VI CONGRESO INTERNACIONAL:
LA DEPRESIÓN. Una enfermedad sin rostro

AUTOR:
Varios Autores
PTS. 1.000; 10 US.

Estamos en condiciones de afirmar que la depresión tratada psicoanalíticamente se cura. Además, puede prevenir otras enfermedades, con lo cual disminuirían enfermedades tales como el cáncer, infarto de miocardio, enfermedades del colágeno, accidentes laborales, fracasos escolares... porque la prevención de la depresión significa prevención de las diferentes enfermedades que la depresión produce, lo que incidiría notablemente en la reducción del gasto sanitario, listas de espera, además de evitar una cronificación del cuadro.

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: 60.000 Ejemplares en MADRID
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DE NUESTROS ANTECEDENTES

EL POETA
Y LOS SUEÑOS DIURNOS

1907

La contraposición de la realidad al juego nos descubre
todavía otra circunstancia muy significativa. Cuando el niño
se ha hecho adulto y ha dejado de jugar; cuando se ha esforzado psiquícamente, a través de decenios enteros, en aprender, con toda la gravedad exigida, las realidades de la vida, puede llegar un día a una disposición anímica que suprima de nuevo la antítesis entre el juego y la realidad. El adulto puede evocar con cuánta gravedad se entregaba a sus juegos infantiles, y comparando ahora sus ocupaciones pretendidamente serias con aquellos juegos pueriles, rechazar el agobio demasiado intenso de la vida y conquistar el intenso placer del humor.

Así, pues, el individuo en crecimiento cesa de jugar; renuncia aparentemente al placer que extraía del juego. Pero quienes conocen la vida anímica del hombre saben muy bien que nada le es tan difícil como la renuncia a un placer que ha saboreado una vez. En realidad, no podemos renunciar a nada, no hacemos más que cambiar unas cosas por otras; lo que parece ser una renuncia es, en realidad, una sustitución o una subrogación. Así también, cuando el hombre que deja de ser niño cesa de jugar, no hace más que prescindir de todo apoyo en objetos reales, y en lugar de jugar, fantasea. Hace castillos en el aire; crea aquello que denominamos ensueños o sueños diurnos. A mi juicio, la mayoría de los hombres crea en algunos períodos de su vida fantasías de este orden. Ha sido éste un hecho inadvertido durante mucho tiempo, por lo cual no se le ha reconocido la importancia que realmente entraña.

El fantasear de los adultos es menos fácil de observar que el jugar de los niños. Desde luego, el niño juega también solo o forma con otros niños, al objeto del juego, un sistema psíquico cerrado; aun cuando no ofrece sus juegos, como un espectáculo, al adulto, tampoco se los oculta. En cambio, el adulto se avergüenza de sus fantasías y las oculta a los demás; las considera como cosa íntima y personalísima, y, en rigor, preferiría confesar sus culpas a comunicar sus fantasías. De este modo es posible que cada uno se tenga por el único que construye tales fantasías y no sospecha en absoluto la difusión general de creaciones análogas entre los demás hombres. Esta conducta dispar del sujeto que juega y el que fantasea tiene su fundamento en la diversidad de los motivos a que respectivamente obedecen tales actividades, las cuales son, no obstante, continuación una de otra.

El juego de los niños es regido por sus deseos o, más rigurosamente, por aquel deseo que tanto coadyuva a su educación: el deseo de ser adulto. El niño juega siempre a «ser mayor»; imita en el juego lo que de la vida de los mayores ha llegado a conocer. Pero no tiene motivo alguno para ocultar tal deseo. No así, ciertamente, el adulto; éste sabe que de él se espera ya que no juegue ni fantasee, sino que obre en el mundo real; y, además, entre los deseos que engendran sus fantasías hay algunos que le es preciso ocultar; por eso se avergüenza de sus fantasías como de algo pueril e ilícito.

Preguntaréis cómo es posible saber de las fantasías de los hombres, cuando ellos las ocultan con sigiloso misterio.

Pues bien: es que hay una clase de hombres a los que no precisamente un dios, pero sí una severa diosa –la realidad–, les impone la tarea de comunicar de qué sufren y en qué hallan alegría. Son éstos los enfermos nerviosos, los cuales han de confesar también ineludiblemente sus fantasías al médico, del que esperan la curación por medio del tratamiento psíquico.

De esta fuente procede nuestro conocimiento, el cual nos ha llevado luego a la hipótesis, sólidamente fundada, de que nuestros enfermos no nos comunican cosa distinta de lo que pudiéramos descubrir en los sanos.

Veamos ahora algunos de los caracteres del fantasear.

Puede afirmarse que el hombre feliz jamás fantasea, y sí tan sólo el insatisfecho. Los instintos insatisfechos son las fuerzas impulsoras de las fantasías, y cada fantasía es una satisfacción de deseos, una rectificación de la realidad insatisfactoria. Los deseos impulsores son distintos, según el sexo, el carácter y las circunstancias de la personalidad que fantasea; pero no es difícil agruparlas en dos direcciones principales. 

Son deseos ambiciosos, tendentes a la elevación de la personalidad, o bien deseos eróticos. 

En la mujer joven dominan casi exclusivamente los deseos eróticos, pues su ambición es consumida casi siempre por la aspiración al amor; en el hombre joven actúan intensamente, al lado de los deseos eróticos, los deseos egoístas y ambiciosos. Pero no queremos acentuar la contraposición de las dos direcciones, sino más bien su frecuente coincidencia; lo mismo que en muchos cuadros de altar aparece visible en un ángulo el retrato del donante, en la mayor parte de las fantasías ambiciosas nos es dado descubrir en algún rincón la dama, por la cual el sujeto que fantasea lleva a cabo todas aquellas heroicidades, y a cuyos pies rinde todos sus éxitos. Como veréis, hay aquí motivos suficientemente poderosos de ocultación; a la mujer bien educada no se le reconoce, en general, más que un mínimo de necesidad erótica, y el hombre joven debe aprender a reprimir el exceso de egoísmo que una infancia mimada le ha infundido para lograr su inclusión en la sociedad, tan rica en individuos igualmente exigentes.

LA SELVA

1945

Lo selvático que nos interesa no es la naturaleza, el mar, la selva, sino lo imprevisto en el corazón de nuestros compañeros hombres. Aquello que con un simple esfuerzo de atención puede devenir voluntad deliberada. La ciudad, la mujer, gastan con nosotros una ferocidad de la cual toda tierra salvaje es solamente un símbolo. Desastres e intemperies nos encuentran resignados, nos dan la muerte, no desencadenan en nosotros lo selvático, como hace la voluntad deliberada que a pasión contrapone pasión. Lo selvático inventa palabras, se trabaja a sí mismo para aclararse en palabras, que luego supuran por dentro y nos desgarran. Al principio es sólo naturaleza: la ciudad es un paisaje, son rocas, alturas, cielo, claros improvisados; la mujer es una fiera, una carne, un abrazo. Después se vuelve palabras; lo natural era sólo un símbolo, y al conocer lo selvático verdadero, hay que aullar.

¿Quién no ha aullado nunca delante de las cosas? La tiniebla de una fronda, los asaltos lastimeros del viento, la impotencia ante una fiebre, nos parecen ricos misterios, misterios de dolor y de peligro, a los que estamos tentados de dar la palabra, para conocerlos y poseerlos mejor. Y darles la palabra quiere decir reducirlos a un nivel humano y ciudadano, hacernos palabra de pronto, expresar y significar la turbia, atroz, pululante selva humana. No hay misterio en las cosas naturales, así como no hay pecado. Cuando más son símbolos.

Decíamos entonces que lo propio de la ciudad y de la mujer –de la vida en común–, cuando hay voluntad deliberada, es residir en símbolos, al choque con los cuales también se tiende nuestra voluntad y, frustrada, nos deja impotentes ante el misterio, el único misterio verdaderamente intolerable que es el contraste de las voluntades.

¿Por qué tendemos a hablar de una mujer por medio de símbolos, a transformarla en cosa absolutamente natural, diciéndonos, por ejemplo, que ella es fiebre, ráfaga, fronda? ¿Buscamos defendernos, con eso, como nos defendemos transformando en paisaje una plaza, una huida por los techos, o abandonándonos a una muchedumbre como si fuese un río? Pero las palabras tienen una extraña vida: pronto se encarnan, y verdaderamente aquella mujer será para nosotros fiebre y fronda, verdaderamente la muchedumbre será río, y la ciudad paisaje, es decir, impasible para nosotros. Entonces se aviva nuestra pasión; la voluntad se debate, aunque comprendiendo que bajo aquellos símbolos y aquellas palabras hay una voluntad adversa que resiste, que es ella misma un misterio perenne, en el cual nosotros no podemos agotarnos y que tampoco nunca podrá agotarse en nosotros. Aquí está lo selvático verdadero.

La soledad en un bosque, en un campo de trigo, puede ser temible, puede matar, pero no nos asusta ni nos mata como hombres, como voluntades apasionadas. Solamente los otros pueden hacernos eso –los otros, el prójimo, la mujer, los compañeros, nuestros hijos–. Frente a éstos, frente a la ciudad, sufrimos, siempre sufrimos a fondo. Nos cambiamos símbolos y palabras, cambiamos golpes, nos tendemos la mano, nos enjugamos a veces el sudor, pero al final del día, fatigados, nos damos cuenta de que con nosotros no hay nadie.


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Y sin embargo sabemos que toda nuestra fatiga tenía el único fin de no dejarnos con las manos vacías. ¿Se puede aceptar esto?

Debemos aceptarlo. Basta pensar lo que sería el fin del día, y el mañana, y el porvenir, si desaparecieran los símbolos, si se desvaneciese el misterio, si de noche no estuviésemos solos. Estaríamos más muertos que los muertos.

Ignoraríamos el desear algo. Ignoraríamos que el prójimo –la ciudad, la mujer– siendo sólo misterio, espera de nosotros el golpe y la mano, espera ser desvelado y atormentado, enfrentando a su dolor y a su misterio. Si fuese posible destruir los símbolos, todos los símbolos, nos destruiríamos solamente a nosotros mismos. Podemos descubrirnos siempre más ricos, más sutiles, más verdaderos, podemos sustituirnos, no negar la voluntad que está debajo, la voluntad adversa. En ella tenemos la sangre, el aliento, el hambre. No se escapa a la selva. También ella es un símbolo.

Quien olvida esto y se abandona al dulce sueño –a la confianza de que la mujer y la ciudad no sean sangre, aliento, hambre– se encontrará igualmente solo, desvelado, más solo que nunca. Pero se habrá perdido también a sí mismo.

¿De qué sirve conquistar todo el mundo si uno se pierde a sí mismo? Le tocará, de bastarle las fuerzas, reencontrarse quién sabe dónde. En la saciedad, en la vergüenza, en la muerte. Pero no fuera de la selva.

Debemos aceptar los símbolos –el misterio de cada uno– con la tranquila convicción con que se aceptan las cosas naturales. La ciudad nos da símbolos como el campo nos da frutos. Pero ninguno conoce o posee la planta. Viene de otro mundo. Se deja sembrar o podar, se deja abatir y quemar, pero ¿quién puede decir que esa planta es cosa suya? ¿Quién puede decir que ha tocado el fondo de una voluntad ajena? A veces parece que destruir fuera el único modo. Y está bien. Pero destruir una sola voluntad, una sola planta, si bien es posible, es menos que nada: habrá que pasar a otra, a otra más, y así hasta el infinito. Estupideces. Se tendrá un mundo desierto, una estepa. Que es, después de todo, otro nombre de la selva. Tanto vale aceptar el misterio y poblar la ciudad de símbolos, y el campo de presencias. Y amar todo esto, con cautela desesperada.

LAS 2001 NOCHES

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Es una novela
de Miguel Oscar
Menassa

 

CAPÍTULO XI

QUERIDA JEFA DE NUESTRO JARDÍN MÁS BELLO:

Sabemos que usted también quiere abandonar ese barco, sin buena navegación, en que se va transformando nuestra ciudad natal.

Después que cumplas con tus promesas de dejar nuestro pensamiento en Buenos Aires, para que sea procesado de la mejor manera posible, después, querida, la necesitamos aquí, en Madrid, ayudándonos a mejorar la salud mental española que, también, con los años va siendo nuestra salud mental.

Nuestros hijos, nuestros discípulos, son españoles, seguirán viviendo en España. Bueno, algo tenemos que hacer para que mejoren las condiciones de vida aquí, en España, ahora que se puede.

Seguramente en diez años se podrá volver a hacer algo, en ese sentido, en Buenos Aires; bueno, en ese momento podemos viajar todos a Buenos Aires.

El mundo puede ser grande o puede ser pequeño. Eso depende, en gran parte, de nosotros.

Me gustaría, en este sentido, que le escribas a José Dospasos, desde Buenos Aires, una carta, donde le puedas decir, de alguna manera, que estamos de acuerdo que él sea el Grupo Lamda en Estados Unidos.

Por ahora, José imparte el Seminario Sigmund Freud de tres años de duración, atiende algunos pacientes en castellano y los viernes recita nuestros poemas y lee nuestros escritos en una reunión que se llama:

LAS LETRAS ARGENTINAS EN LA ESPAÑA ACTUAL. El

 

viernes pasado me habló por teléfono porque estaba asustado por las 100 personas que habían concurrido al recital.

Fue paciente mío, antes del exilio, cuando yo trabajaba de psicoanalista en Buenos Aires. Es todo pujanza, como eran las cosas para todos nosotros en esos momentos.

Asimila bien los golpes y cuando pega lo hace con dureza. Como tiene los huevos para hacer todo lo que hace en castellano, para invitarnos a todo lujo, está esperando que alguno de nosotros dos se lo aconsejemos.

Que le hagamos saber de alguna manera que lo que hace en

Estados Unidos está bien hecho, que puede llevar con tranquilidad nuestro nombre y apellido.

Si pudieras acercarte a mi comprensión podrías escribir una buena carta, ya que es precisamente en Estados Unidos que deben servir tus conocimientos sobre el alta de pacientes psicóticos en las instituciones, y no en Madrid, donde esas instituciones totalmente desmanteladas necesitarán diez años para volver a funcionar como tales instituciones de salud.

Por otro lado, debemos insistir con China comunista, Rusia y el resto de Europa que las relaciones se establezcan en castellano.

Que ahí es donde lo nuestro brilla en todo su esplendor.

En cuanto a la probable o posible invitación a Cuba a decir nuestro parecer sobre la salud mental, nuestras opiniones sobre la creación, aconsejo aceptar la invitación, aunque el Grupo Lamda tenga que pagar los pasajes y gastos de estadía.

Estar en Cuba para cualquiera de nosotros, poder decir lo que pensamos en Cuba, contrastar nuestro pensamiento con el pensamiento de los cubanos, ha de ser una experiencia inolvidable para el que de nosotros pueda vivirla.

Así que, si algo hay que pagar por eso, se paga y listo. Claro que primero tiene que existir la invitación de Cuba para que participemos, y en tu carta eso no está claro. No se sabe si ya la han hecho, si la harán, o eso depende todavía de relaciones, aún, todavía no establecidas. Bueno, esto en tu carta no se entiende para nada.

Hoy, como ves, no tengo nada para contarte de mí.

Aunque no sé si hay algo de mí más allá de estas cosas por las que te preocupo en mi carta.

Aunque en verdad, si me animo un poco, algo interesante tengo para contarte.

Ella, después de estar cuarenta años a mi lado, me ha pedido su libertad para escribir una novela de todos nosotros, nuestros deseos, nuestros sueños.

Yo, a pesar de los años transcurridos, la sigo viendo tan loca como cuando éramos jóvenes, pero esta vez le daré toda su libertad.

Y aunque no se necesita mucha libertad para escribir un gran libro, se la daré toda, hasta le dejaré usar mis mejores escritos, yo después haré otros, para que ella le haga decir tonterías a un personaje cualquiera.

Bueno, el tono de los últimos renglones me pone en evidencia; no sé por qué me resisto a que se escriba tal novela. No lo puedo entender.

Vos, tal vez, en tu próxima carta, me podrías dar alguna pista para que yo deje de entrometerme en la vida de la gente.

Pero ¡qué barbaridad! me despido al borde de la vergüenza, por estos celos, esta envidia, si se quiere, por esta niñez en mí, que nada ha conseguido doblegar.

Por ahora, un fuerte abrazo.

El Master

No era raro que, tratándose de dónde terminaría viviendo, el Master fuera capaz en la carta anterior de decirle a la Jefa de Buenos Aires que él volvería a Buenos Aires, y que ahora, en esta otra carta, le dijera que ella tenía que venir a Madrid.

No era raro, no porque fuera lógico, sino porque hacía más de veinte años que el Master se la pasaba yendo de Buenos Aires a Madrid, y de Madrid a Buenos Aires, y nunca terminaba de viajar a ninguna parte, pero nunca terminaba de saber dónde exactamente vivía.

El asunto ese de dónde vivir él lo solucionaba con ataques. Tenía un ataque de nervios porque de golpe morían cien mil argentinos de aburrimiento, y entonces Madrid era la mejor capital del mundo.

Al rato le daba otro ataque porque en España nadie leía sus versos; entonces, todo el mundo a Buenos Aires, la capital mundial de la cultura, de las buenas letras, y así aparecíamos de nuevo en Buenos Aires, sin movernos nunca de nuestra pequeña casa en las afueras de Madrid.

Esta vez el timbre sonó antes de que él cerrara la carta y pudiera fumarse su cigarro, como él lo llamaba, antes de comenzar a trabajar.

Miró si estaba totalmente vestido, metió la mano en los dos bolsillos de la chaqueta y luego en los dos bolsillos del pantalón, como si buscara algo que claramente no encontró, y luego abrió la puerta.

— Buenas tardes, doctor —dijo Leonor con una sonrisa. 

— Qué hay —respondió el Master, señalando el pasillo.

Leonor lió tranquilamente un porro sin decir palabra. Estaba tranquila. Hoy se sentía una mujer grande. Cuando terminó de liar comenzó a hablar abiertamente:

— Yo resuelvo mucho escribiendo. Lo que antes hacía ahora lo escribo.

Pero qué odio me da. No me gusta, y no me gusta, y no me gusta.


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Hasta dejé de beber alcohol porque temía que me arrugara más.

No sé, tal vez llevada por algunos relatos de grandes escritores que se daban con litros de alcohol, tal vez, lo saqué de ahí.

Grandes fiestas alcohólicas en los burdeles de París.

 ¿Y ahora con qué me quieren dar ánimo?

Yo ya me salvé, ahora me toca salvar a un montón de personas.

A un montón de gente que está en el borde, al borde de la locura, de la droga, de la inutilidad.

Yo, por mi parte, reconozco estar en un momento óptimo, después de leer EL NARCISISMO y EL YO y EL ELLO, estoy muy contenta, muy contenta.

Enferma no quiero ser más. Quince años está bien, ahora quiero ver si soy capaz de curar a alguien.

Después de un breve silencio agregó: me parece todo muy exagerado, no me podré vestir bien, como yo quiero, hasta dentro de dos años. Y después está lo del congreso. Pero para ir al congreso tengo que tener las cosas en orden.

No sé si voy a poder ir, y se echó a reír, y después agregó:

—¡Dinero! Sólo me falta dinero; el resto está en orden.

Me acuerdo cuanto tú, hace tiempo, me recordabas que eras mi psicoanalista porque yo no dejaba de perseguirte para que fueras otra cosa…

Y… Y…, sentarse a hacer cuentas, va bajando la voz que casi no la escucho.

La lectura de Spinoza me mató, antes yo decía y hacía…

— Y otros pensaban por usted —le dijo el Master.

Ella rió francamente, y luego de un brevísimo silencio, prosiguió: — Hace un tiempo tú me dijiste que ya no podrías seguir acompañándome, y me lo dijiste de una manera que me impactó, creo recordar que me dijiste: y te lo digo yo antes que te lo diga el Otro.

Y era verdad que no me ibas a acompañar nunca más, y bueno, todavía no lo puedo creer del todo.

Pero la única de mí que puede hablar es la que viene aquí, yo tengo mucha confianza en ti, sobre todo mi confianza es ilimitada para con el que está sentado en la silla.

Y mientras ella reía, porque hubiera preferido decir en el sillón y aceptar que así sea, él le dijo:

— Pero dijo silla, podemos dejar por hoy.

El Master se sentó en la silla del ordenador y escribió:

Hoy voy por un poema decidor.
Un poema que me abra a un mundo de lejanía.
No el agua de un sudor doliente,
ni la lágrima espesa de la muerte.
No traigo flores que habrán de marchitarse.
Ni heridas que curar, ni huecos imposibles.

Es el agua de mar la que invadió mi voz.
Esa pradera abierta de sal mediterránea.
Por eso cuando el verso, cuando mi canto,
pequeñas sales cristalinas tocan el porvenir.
Y estas pequeñas lágrimas que lloro,
son por una tristeza antes de la palabra.
Y eso es dolor, pero dolor humano.

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