ÍNDICE DE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 33. | |
X CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO PSICOANÁLISIS Y MEDICINA. CONCLUSIONES |
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Carmen Salamanca: ¿Qué es el cine para Antonia San Juan? Antonia San Juan: Yo voy al cine para que me cuenten un cuento. Eso es el cine para mí, como espectadora de sentarme en la butaca y como actriz es jugar roles para que la gente se divierta. Ser lo que en la realidad, lo que en mi vida no sería capaz de hacer, poder acostarme con muchos hombres, poderme meter droga, hacer todo lo que en la vida no voy a hacer, ni hago. Esa ficción permite, como cuando sueño, dejarse arrastrar por todo lo que aparece, el sueño te da como una libertad, donde te abandonas. Estás preguntando ¿tú quién eres? y te estoy besando en la boca, pellízcame, como pasa en el sueño. Pero claro, el pretexto es que eres actriz. C.S.: La coartada. A.S.J.: Claro, en la vida real no lo harías pero en el cine sí, estás haciendo otra vida, con otros pelos, con otra cara, con otra ropa. C.S.: ¿Cuál es tu meta como actriz? A.S.J.: Yo no me pongo metas, es decir, voy trabajando y me doy cuenta que si me pongo metas me pongo nerviosa. Voy haciendo cosas y un trabajo me va llevando a otro, pero lo que sí hay es algo como ser la número uno, si eso es una meta, pues sí, convertirme en la mejor actriz. C.S.: ¿Qué es necesario para eso? A.S.J.: Sobre todo, estar sostenida por un discurso potente, eso es lo más importante, tener un discurso interesante. C.S.: ¿Qué tipo de actriz crees que hace falta hoy en día en el cine? Aquellas grandes actrices, que eran una manera de vivir en sí mismas, cada una... A.S.J.: El cine está ahora totalmente tocado por la estética, es decir, solamente las grandes actrices como Susan Sarandon o Meryl Streep, han conseguido ocupar un lugar después de cumplir los cuarenta años, pero desgraciadamente tenemos el coco comido por las modelos, es decir, las actrices tratamos todas de querer parecer modelos. Entonces nos olvidamos de nuestro trabajo como actrices y estamos solamente pendientes de estar guapas, tenemos el seso absorbido por la belleza, por la estética, por lo de fuera, por estar todo el rato guapa, guapa, guapa. Estamos un poco neuróticas con ese tema, es un canon de belleza como de los 16 años. C.S.: Pero una actriz tiene que transmitir... A.S.J.: Hoy día interesa más la imagen que lo que transmiten, es muy importante, vende mucho. Si luego, además, eres una buena actriz, pues... C.S.: ¿Cuales han sido los momentos más importantes de tu vida, de tu carrera? A.S.J.: El encuentro con Almodóvar, yo creo que el más importante para mí, pero el más importante de todos es cuando me atrevo a subirme yo sola a un escenario, eso es una decisión: bueno voy a vivir de esto, me subo yo sola a un escenario y sin apoyo de nadie, trabajo. C.S.: ¿Qué has aprendido? A.S.J.: He aprendido mucho, aprendo todos los días subiéndome, actuando, viendo películas, viendo trabajar a otras actrices, y de la gente de la calle, de lo que leo aprendo continuamente, porque además tengo como una obsesión por aprender, es algo que me fastidia. |
C.S.: ¿Te fastidia? A.S.J.: Cuando no leo me crea ansiedad, me produce angustia, me pasa igual con la dieta, con leer, cuando no hago dieta tengo ansiedad, cuando no hago deporte tengo ansiedad, y cuando no leo tengo ansiedad. Si consiguiera hacer dieta, deporte y leer... C.S.: Todos los días. A.S.J.: Sería la mujer más feliz de la tierra. C.S.: ¿Qué fue lo que te aportó el psicoanálisis en tu carrera como actriz? A.S.J.: El psicoanálisis me ha aportado todo, no algo. Yo, gracias al psicoanálisis puedo trabajar. Todo el mundo me decía «tienes mucho talento, eres muy buena, qué buena eres», pero así estuve años, siendo buenísima pero yo no conseguía trabajar, no porque los demás no me dieran, sino porque no podía coger nada. Siempre, en el momento que se repartía, pasaba algo donde yo no podía cogerlo y ahí entonces gozaba. C.S.: ¿Te diviertes? A.S.J.: Me divierto mucho, soy una mujer positiva y me río de todo, hay momentos que tengo un pronto, y entonces armo la de San Quintín, puedo dar patadas pero dos minutos después me río de mí, porque tengo un imaginario muy desarrollado y entonces me imagino escenas límites, momentos superterribles... Pero nada, todo es fruto de mi imaginario que para mi trabajo como actriz me viene maravillosamente.
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EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO |
C.S.: Te pasas creando personajes todo el día. A.S.J.: Personajes, tragedias de los deinás, tragedias mías, catástrofes, sufro, lloro, grito, me da como una capacidad para sufrir y gozar. También hay momentos donde estoy triste porque ha ocurrido algo que me ha producido tristeza, pero no, yo creo que antes sí me pasaba que tenía esos cambios de humor, ahora no, ahora normalmente siempre estoy bien y me lo paso muy bien y la vida me gusta mucho, la vida la veo como muy, muy, muy bonita; flipo con la vida. C.S.: ¿Eres sensible? A.S.J.: Muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy, muy sensible, yo creo que no debería ser tan sensible. C.S.: Y ¿cómo es eso de los Oscars? A.S.J.: Vas allí y te lo dan o no te lo dan. Han nominado «Todo sobre mi madre» como la mejor película extranjera, nada más, me he quedado un poco insatisfecha porque yo creí que le iban a dar a Pedro mejor dirección, luego iban a nominar a alguna de las actrices, pero no. C.S.: Es un ejemplo de tesón Pedro Almodóvar. A.S.J.: Sí, de trabajo durante años, pero de él creer en él, y coino él ha creído en él no ha creído nadie, es lo que él ha creído de él. C.S.: Se ha fabricado a sí mismo. A.S.J.: Por supuesto, y las personas que nos fabricamos a noso-tros mismos, sabemos eso el valor que tiene, que tú crees en lo que estás haciendo y como tú crees, nada te para. C.S.: ¿Cómo defines el trabajo? A.S.J.: El trabajo es lo que a mí me da la posibilidad de hacer otras cosas, es decir, yo sin trabajo, no podría hacer nada más, sin trabajo no podría tener otras cosas. C.S.: Pase usted. A.S.J.: Parece un águila real. Miguel Oscar Menassa: Jóvenes valores. A.S.J.: Sin trabajo no podría hacer otras cosas, no podría ni amar. M.O.M.: ¿Usted por qué cree que el Grupo Cero le ha dado el premio a la mujer trabajadora ¿por mujer o por trabajadora? A.S.J.: Yo creo que por las dos cosas. M.O.M.: ¿Está trabajando en este momento? A.S.J.: Sieinpre estoy leyendo guiones, pero de todas maneras los guiones que hasta ahora mismo me han ofrecido, no me interesan, excepto una película para septiembre con Miguel Albadarejo. Mi deseo es trabajar con los grandes directores, con Saura o con Gonzalo Suárez, o con Vigas Luna, con directores que a mí me gustan, pero no hacer cualquier cosa, por eso no quiero ahora quemarme, no quiero por ganar dinero hacer películas que no, que a mi carrera a largo plazo no la van a beneficiar. M.O.M.: Quizá sería una pregunta interesante sobre el dinero, en el sentido que cualquier otra persona pensaría que haciendo películas uno se va enriqueciendo, pero el planteo tuyo es como si, cuando uno hace las cosas bien, parece en contra del dinero, cuando lo que tenemos que pensar es que uno, cuando hace las cosas bien, a la larga, termina ganando más dinero. A.S.J.: Por supuesto, yo puedo ahora ganar dinero y luego aparecer la insatisfacción, mientras que yo ahora voy en busca de la satisfacción y del dinero. Quiero decir que cuando el dinero aparezca yo estaré satisfecha, en todo ese camino, en todo ese proceso, cuando el dinero empiece a aparecer, es porque yo estaré haciendo cosas que a mí me gustan. M.O.M.: ¿Pero a ti no te parece una manera extraña de pensar esa que tú tienes? A.S.J.: A mí, no. |
M.O.M: La manera de pensar tuya, ¿te parece normal o te parece extraña? ¿todo el mundo piensa como tú piensas? A.S.J.: Yo no sé, lo fácil ahora es que yo me pusiera a hacer todo lo que me viene, me cuele en la casa de la gente, pero yo quiero que la gente vaya a verme al cine. M.O.M.: A mí ¿sabes? lo que me parece maravilloso es que los artistas sean más libres que los psicoanalistas, me parece sorprendente. Yo no puedo decir tantas veces que no. A.S.J.: Yo digo que no a ciertas cosas, luego después yo ingreso dinero por otro sitio, por el teatro, que es lo mismo, es mi trabajo también como actriz, pero no tiene nada que ver con ponerme a hacer cosas que yo no considere, yo siempre tengo seguridad en que trabajar, trabajo cuando yo quiera y siempre quiero, pero después los proyectos que aparecen, si no me convencen, no los voy a hacer. Pero tengo algo a lo que me puedo agarrar, que es todo ese trabajo que hice durante años de monólogos, ahora en la posición en que estoy los puedo llevar a un teatro, una entrada a 2.500 pesetas, no quemarme y la gente ir al teatro a verme, y mientras tanto leo mis guiones. Esa es la historia, no ponerme a hacer televisión, ni ponerme a hacer una película que yo no considere, sino que en el trabajo estoy muy segura, muy, muy tranquila. M.O.M.: Como si esperaras que te va a pasar algo grande, que todavía no te pasó. A.S.J.: No, me han pasado algunas cosas... M.O.M.: Ten cuidado que voy a decir que fue después de esta entrevista. A.S.J.: Tú no sabes que venía pensando eso ahora mismo. Esta semana han pasado muchas cosas en mi vida y yo pensé: toca. Digamos que he pagado todo, tengo todo pagado, y yo creo que cuando se tiene todo al día y todo pagado, me tienen que devolver algo, en la hacienda de la vida ahora, me toca devolución, no me toca ahora... M.O.M.: Pagar otra vez. A.S.J.: No, y creo que la devolución es un cheque muy importante, lo venía pensando: ahora es cuando yo voy a crecer de verdad, ahora es cuando yo me voy a convertir en una auténtica desvergonzada de la actuación, y cuando voy a perder la vergüenza verdaderamente con el dinero y con todo, es decir, ahora me voy a abrir. M.O.M.: Claro, yo el otro día le decía a un amigo, no es que nosotros estemos inventando el cine o el psicoanálisis, ella se dedica al cine, al teatro, tú te dedicas al teatro, al cine, yo me dedico al psicoanálisis, me dediqué al teatro, entonces, estamos montados en un movimiento que hace a la historia del psicoanálisis, es el psicoanálisis el que quiere el cine, y nosotros somos como beneficiarios de eso, nosotros somos los pioneros, por estar en la posición que estamos, evidentemente, no es que no lo hayamos ganado, pero es como dejarse llevar, que eso va a pasar más allá de nosotros. A.S.J.: Nosotros somos elegidos por el psicoanálisis. M.O.M.: ¿Usted descubrió el psicoanálisis o el psicoanálisis la descubrió a usted? A.S.J.: Yo fui la descubridora del psicoanálisis, yo soy Antonia San Juan Freud, soy biznieta de Freud. Soy una hijita del psicoanálisis. M.O.M.: ¿Cómo empezó a psicoanalizarse? A.S.J.: Pues mi amiga Concha me dijo: si te psicoanalizaras, se te solucionaría la vida. Entonces, un 6 de Enero, hace 5 años, llamé a Miguel Martínez, y desde entonces tengo varias sesiones por semana. M.O.M.: ¿Puedo poner el nombre de su psicoanalista? Porque él no puede decir que la analiza a usted, es secreto profesional, pero usted sí puede decirlo. A.S.J.: Sí, sí, claro. M.O.M.: Por ejemplo, las historietas éstas de dominio público, de las cuales usted no quiere hablar, pero todo el mundo habla, no se puede evitar. Yo amo al psicoanálisis y lo que me pareció gracioso de su actitud, es que usted respondiera de esta manera: «yo, el dinero me lo voy a ganar con mi trabajo, y voy a demostrar de una manera diferente a como ustedes esperan que soy una mujer», frente a todas las propuestas que le han hecho durante estos quince o veinte días (yo no estoy enterado de nada pero soy una perona culta, por lo tanto estoy enterado de todo). ¿Por qué estoy yo acá? Porque yo entiendo esas cosas, sin que nadie me hable. ¿Se entiende lo que digo? Que es con la propia ideología que yo lo hago, que ahí donde ella ha respondido exactamente: No quiero ese dinero sucio, quiero vivir de mi trabajo y además dejo de ser una yegua, dejo de ser un caballo, dejo de ser un pajarito, trato de demostrar que soy una mujer por distintos medios, ¡qué bárbaro! Bueno ahora te toca demostrarlo. Yo sé que es difícil esta pregunta pero por eso se la hago ¿qué relación, si la tiene, el dinero con el amor? Tiene relación o no tiene ninguna relación o es una pregunta que no se debería hacer. A.S.J.: Yo no creo en el amor ese de «contigo pan y cebolla», no, creo que yo me tengo que enamorar de un hombre que tenga |
M.O.M.: Entonces, Antonia San Juan se desnuda para Extensión Universitaria. Eso está bien, es tan difícil hablar con estos artistas, es muy difícil hablar con los artistas. A.S.J.: ¿Por qué? M.O.M.: Es gente muy sensible, tienen que ser sensibles para capturar el papel, pero tienen que tener una sensibilidad especial para no quedarse con el papel porque si no, no podrían hacer el siguiente. ¿Te imaginas que te quedas en el papel anterior? Eso se dice de ti también, se dice de ti que te tienen un poco de rechazo porque no te drogas. Usted está comentando por ahí que vive con un hombre, que está con un hombre, que ama a un hombre, ¿cuántas veces lo ama por día y cuántas veces tiene celos? O usted algún día no tiene celos. A.S.J.: No, yo a veces tengo de él, pero a veces es mi paranoia, porque no es real que él esté mirando a otra, a veces yo necesito que mire a otra también, en el momento que está mirando a otra yo le monto un escándalo... M.O.M.: Usted en realidad ama el escándalo. A.S.J.: Yo necesito a veces montarle un pollo, pero aunque no mire a nadie, yo le monto un pollo porque hay momentos que necesito pedirle celos. L.M.S.: A ti te gusta eso. M.O.M.: Ella te dice: querido mío no soporto que me ames solamente a mí. A.S.J.: Yadeinás él me lo hace, él juega mucho a eso, mirar para que yo le diga, lo que pasa es que yo de las veinte, le digo una, pero lo pongo a caldo. M.O.M.: ¡Qué barbaridad! por eso mejor que te dediques al teatro. A.S.J.: Pero le gusta, ¿a que sí te gusta verme celosa? M.O.M.: Sí porque siente que lo amas más. Cómo me ama esta mujer que se pone así. Se te puede preguntar si tienes, o has tenido, algún proyecto de vida, preguntarle a una persona si tiene un proyecto de vida, ¿es bueno? A.S.J.: Yo creo que sí. M.O.M.: ¿Tú tienes un proyecto de vida? A.S.J.: Yo tengo un proyecto de vida, sí, al lado de él. M.O.M.: Está bien, al lado de un hombre. ¿Sólo eso? ¿ahí se acabó el proyecto de vida que tienes? L.M.S.: Proyecto de vida se vuelve a derivar de la pregunta que le has hecho antes: ¿Se puede relacionar el amor con el dinero? Ese es nuestro proyecto de vida. A.S.J.: Amor y ganar mucho dinero y vivir muy bien. M.O.M.: No, es para ver qué tipo de ambiciones tienen ustedes, que parece que son muy ambiciosos. Amor quieren y después quieren un poquito de dinero y ¿qué más? A.S.J.: No, un poquito de dinero no... M.O.M.: ¿Usted se reconoce, se ve? A.S.J.: Sí porque antes yo tenía esa sensación, esa energía de parecer que deseaba pero la realidad no... M.O.M.: No había efecto en la realidad. A.S.J.: No había efecto en la realidad, en cambio ahora tengo esa misma necesidad pero no digo voy a mover el bote de Coca-Cola sino que voy y lo muevo, no me quedo en el que tengo que mover esto. M.O.M.: No se queda en las fantasías. A.S.J.: Quiero escribir un guión, convoco, hablo con la gente, me pongo a escribir y a la vez va fluyendo continuamente, que es todo, que el trabajo te va abriendo cada vez más. L.M.S.: No sé si será ambición o no pero..., algo así como que parar de psicoanalizarse, es como parar de vivir. A.S.J.: Nosotros, desde que nos conocimos, hace ocho meses, o diez meses, todo lo podemos gracias a... |
M.O.M.: A que tienen esa conversación tercera. A.S.J.: Si aparece un problema sabemos que lo vamos a solucionar, siempre que podemos tener un encontronazo ¿vamos a armar una crisis? no verdad, y un beso. Hay un momento donde yo le digo una palabra, él se brota yo lo calmo, o yo me broto y él me calma pero dura un segundo y evidentemente con otra persona, con otra pareja que no se psicoanalizara si te dice cualquier cosa puedes armar la de Dios es Cristo. M.O.M.: Que las palabras son palabras. Nosotros les autorizamos a que vivan bien, en concordia, tienen toda mi autorización, cualquier cosa ustedes dicen: nos autorizó Menassa. A.S.J.: Que seamos felices. M.O.M.: Siempre te has caracterizado por ser una mujer de gran independencia ¿ha contribuido el psicoanálisis a darte más libertad? A.S.J.: Por supuesto, me ha hecho entender que aunque la familia esté en China y tú estés aquí, puedes estar pegado a ella, y que puedes vivir con alguien y ser totalmente independiente, y yo soy totalmente independiente. M.O.M.: Que no depende de la distancia, que depende de la distancia psíquica. A.S.J.: He conseguido separarme de mi madre y de mi padre. M.O.M.: Bueno no se crea que es poco. A.S.J.: No, no es poco. M.O.M.: Una última pregunta. ¿Existe diferencia entre la salud y la enfermedad para usted, en cualquier registro? A.S.J.: Se gasta la misma energía en enfermarse que en estar sano, y yo estos días lo he pensado, yo siempre que llamo a mi madre, a amigos me dicen: tengo catarro, tengo una gripe. Nosotros no la hemos cogido, es que estamos poniendo la energía todo el rato en trabajar, y en hacer cosas, entonces no tenemos por qué enfermar, no nos viene bien. M.O.M.: Es decir, que dentro de ciertos límites enfermarse es una decisión. A.S.J.: Yo creo que sí, uno digamos que también invierte para enfermarse, si fumas todos los días tu cajetilla de cigarrillos, estás contribuyendo a un hermoso cáncer de pulmón, claro como la que mete todos los días en una hucha cinco duros, la abre al final y tiene nueve mil pesetas. Si nosotros intentamos llevar una vida sana, no trasnochamos, leemos, estudiamos, intentamos conversar, tampoco ser unos tiquismiquis pero llevar una vida bien, pues es normal que el cuerpo también te responda bien. L.M.S.: Otra cosa distinta es soportar lo que viene, que tengas éxito en el cine, ganes mucho dinero y que te entre miedo, un revuelto de estómago. M.O.M.: Es un pensamiento primitivo, ese ¡ojo! porque cuando tengo dinero tengo la fantasía de que no me dan más amor, entonces junto con el dinero contraigo alguna enfermedad leve para conseguir el amor que siento haber perdido. Antonia San Juan, el trabajo para usted, ¿qué palabra es? Es una palabra mágica, usted la pronuncia en todos lados, le han hecho mil entrevistas y usted siempre dice trabajo, trabajo, trabajo ¿Por qué está tan enamorada de esa palabra? A.S.J.: Porque yo creo que todo en la vida es un trabajo, el amor es un trabajo, el trabajo te lleva a otro trabajo, y sin el trabajo no hay nada, nada. M.O.M.: Pero eso es una exageración, el amor es pasión, el amor es arrebato... A.S.J.: Eso es un fantasmita, eso es una noche, una foto, no es amor. Hombre, evidentemente nadie se salva de ver a alguien por la calle y decir: qué guapo es o qué guapa es, eso sí. M.O.M.: Hasta se lo puede decir a la persona que vive con uno, un día. A.S.J.: ¿El qué? ¿Qué guapo eres? Yo se lo digo mucho. L.M.S.: Eso que has dicho del amor, el trabajo también, ¿cómo es eso que has dicho? A.S.J.: Pasión y todo eso, claro que está pero va cada vez a más, quiero decir cuando uno empieza a descubrir el cuerpo del otro en la cama y empieza a acoplarse, porque el primer día llegas a la cama con la persona que es tu pareja y no sabes cómo es. M.OM.: El psicoanálisis es bueno porque ahí te da un periodo de tolerancia, el psicoanálisis te da tiempo, puedes estar diez años para descubrir a una persona. A.S.J.: Ir descubriendo. M.O.M.: De a poco. A.S.J.: Claro, porque también es el temor de que el deseo se gasta, es como decir: esta persona va a llegar un momento que no la voy a desear, entonces eso es lo que yo cada vez tengo menos miedo, sé no solamente que el deseo no se gasta, sino que a la vez va a ir creciendo. M.O.M.: Alguien que piensa que el deseo se gasta es un holgazán, es un haragán. |
Desde el comienzo del análisis se instala una relación, es la relación de la palabra virtual por la que el sujeto recibe del Otro, su propio mensaje bajo la forma de una palabra Inconsciente. Este mensaje que le es desconocido, está deformado y detenido por la interposición de la relación imaginaria a a”, entre el Yo y el semejante, que típicamente es su objeto. La relación imaginaria es alienada, e interrumpe, invierte, desconoce, la relación de palabra entre el sujeto y el Otro, que es Otro Inconsciente. En el desarrollo del psicoanálisis, la relación de objeto fue por momentos una cuestión central. En ella se centró la dialéctica del Principio del Placer y el Principio de realidad. Todo el progreso de la relación analítica estaba basado en una modificación de la relación sujeto-objeto, considerada ésta como una relación dual. En la obra de Freud se habla del objeto. La última parte de Los Tres ensayos para una teoría sexual, se llama precisamente «El reencuentro del objeto». Aquí Freud insiste en que para el hombre, no hay ninguna otra forma de encontrar el objeto, que dando al objeto por perdido, en tanto se trata de un objeto que hay que volver a encontrar. Por lo tanto no es un objeto satisfactorio, ni armónico, ni es el famoso objeto genital. En la evolución instintual, el objeto se alcanza por la vía del objeto perdido. Este objeto que es un objeto recobrado, es el objeto recobrado del primer destete, el objeto al que de entrada se adhirieron las primeras satisfacciones del niño. Por lo tanto lo que se instalará es una discordancia. El sujeto está unido al objeto perdido por una nostalgia, y es a través de ella que se instala toda la búsqueda. Dicha nostalgia marca el reencuentro con el signo de una repetición imposible, porque nunca es el mismo objeto, ya que es imposible que lo sea. Se instala en el medio de esta relación sujeto-objeto, una tensión muy profunda, ya que lo que se encuentra nunca es lo que se busca. El nuevo objeto se busca a través de la búsqueda de una satisfacción pasada, y es encontrado y atrapado en un lugar distinto a aquél en el que se lo buscaba. Aquí se abre una gran brecha que separa a Freud de todas las concepciones filosóficas que venían tratando la relación de objeto, y que estaban basadas en la noción de objeto adecuado. El objeto esperado por adelantado, coaptado a la maduración del sujeto. La perspectiva platónica basa toda aprehensión del objeto en el reconocimiento, la reminiscencia, de algo que se considera entonces preformado. Kierkegaard es el que aporta en el registro de la repetición una novedad, porque es una repetición siempre buscada pero nunca satisfecha. Por su naturaleza, la repetición se opone a la reminiscencia, ya que es imposible de saciar, y éste será el registro en donde se ubicará la relación de objeto. Desde un comienzo Freud muestra que el sujeto tiene relaciones conflictivas con su mundo. Describió un Principio del placer al que relacionó con un Principio de realidad. Ya desde las primeras épocas hubo un malentendido, se consideró erróneamente a esta relación como una relación de oposición. Pero ambos no pueden separarse, se implican, se incluyen en una relación dialéctica. El Principio de realidad está constituido tan sólo por lo que al Principio del placer se le impone para su satisfacción, es un rodeo para su realización, hay una tensión en el Principio del placer impuesta por el Principio de realidad. Entre ambos hay una hiancia. El Principio del placer tiende a realizarse en formaciones pro-fundamente antirrealistas, mientras que el Principio de realidad, implica la existencia de una organización o de una estructuración diferente y autónoma. Esto nos hace suponer que lo que se aprehende, es muy distinto que lo que se desea. Entre el sujeto y el objeto hay algo que es irreductible. Dos maneras de lo imposible: de la misma manera en que el sujeto se halla destinado a un retorno, que es un retorno imposible ya que nunca se vuelve al mismo punto, la realidad está en una profunda oposición con respecto a lo que busca la tendencia. La satisfacción del Principio del placer, siempre latente en cualquier creación del mundo por el sujeto, tiende a realizarse bajo una forma más o menos alucinada, siempre cuenta con esta posibilidad. Esto es lo que Freud señala desde La Interpretación de los Sueños, es decir desde su primera formulación del Principio del Placer y el Principio de realidad que son dos posiciones que nunca están articuladas la una con la otra. Por lo tanto, si en Freud ya se presentan como distintas, el desarrollo de la relación analítica no puede centrarse en la relación del sujeto con el objeto porque ésta no es una cuestión central. Lo que la tendencia busca es oscuro, y lo primero que alcanza es puro desconocimiento. El sujeto se reconoce allí como tal y nunca alcanza el punto terminal, sólo salta en el tiempo del desplazamiento sin que se establezca ningún correlato entre el sujeto y el objeto. Norma
Menassa. Psicoanalista |
Aquello que nos muestra el amor, así como el poema, no lo podemos ver con nuestros ojos pues lo que los mueve es lo innombrable y no la imaginación. Hay un país desconocido en lo que inventan nuestros ojos. Sí, todo se trata de un invento, pues donde el ojo se anula, nacen mundos. La ceguera aparece frente a los sentimientos. Dice Octavio Paz: «En la casa de la mirada los espejos han escondido todos sus espectros, no hay nadie ni hay nada que ver, las cosas han abandonado sus cuerpos». «Hay que poblar otra vez la casa del ojo». El amor debería ser un mundo siempre por nombrar, como lo es el poema. Sin embargo, el amor recibe todo tipo de calificativos, adjetivos y nombres todo el tiempo. El psicoanálisis ha sido la ciencia que más se ha interesado en el amor, ese gesto del cual no imaginamos nada que fuera el pasado, ni siquiera el porvenir, por lo tanto nunca podemos saber cuánto va a durar. Un tiempo caído donde no nace nada que no muera. La producción del poema, como cualquier obra de arte tiene que ver con el amor, en tanto no puedo apropiarme de lo que produzco. El sujeto sólo se experimenta como deseo. La sexualidad sólo concierne al psicoanálisis en la medida en que se manifiesta en forma de pulsión, es decir, en el desfiladero del significante, por lo tanto no hay amor sin palabras. Y en tanto palabra el amor tiene esencia de engaño. A veces amar pareciera ser buscar el sufrimiento, se desea lo que hiere y no deja triunfar, a veces se tiene una preferencia por la desgracia. ¿Por qué preferimos el amor imposible como todo buen romántico occidental? Como si el dolor diera a conocer algo. Entonces en lugar de desear el amor se desea el obstáculo, el objeto de amor es objeto necesario y no contingente como es la característica de todo objeto de amor. Entonces el amor termina transformándose en odio. El amor feliz parece no tener historia en nosotros, como si temiéramos no dejara marcas. No hay amor sin palabras y las palabras es lo que marca el amor como tal, lo historiza. Un amor sin palabras no tiene nada que ver con el sujeto psíquico, es un mero mandato de la especie, es imaginario. Volvemos a Octavio Paz en sus palabras: «El fuego original y primordial, la sexualidad, levanta la llama roja del erotismo y ésta, a su vez, sostiene y alza otra llama azul y trémula, la del amor». Cada vez que se produce un símbolo hay distancia de la realidad y en esta distancia reconozco tener deseos y al mismo tiempo desconozco su dirección. Así amor y poema, como el vahído de una rosa al mecerse, nos hacen tocar lo impalpable y escuchar la marca del silencio. ¿No es lo que ocurre en el sueño o en lo erótico acaso? En estos terrenos siempre abrazamos fantasmas. Octavio Paz define la poesía como una erótica verbal en tanto el erotismo es metáfora y lo que mueve tanto a lo poético como a lo erótico es lo innombrable, no la imaginación. ¿No es acaso ésta la concepción del amor para el psicoanálisis? El erotismo es algo diferente de la sexualidad. En el poema el lenguaje se desvía de su fin, la comunicación, no aspira a decir sino a ser. En el erotismo, la sexualidad también se desvía de su fin, transformándose en pura energía deseante. Fue Sigmund Freud, hombre de ciencia y poeta quien nos mostró el camino de la comprensión del erotismo. Eros, luz y sombra, como una lámpara encendida en la oscuridad de la alcoba. El amor comandado por las palabras y sus infinitas combinaciones, lo poético y lo erótico tienen sed de otredad, requieren un espacio donde el tiempo huya, como una llovizna azotando las imágenes. El vocabulario del amor es infinito porque no cree en sus combinaciones, o al menos no debería creer. Así definió Edgar Bailey, la poesía. Lo único que se le puede exigir al sujeto es que permanezca despierto. Karina
Pueyo. Psicoanalista
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Un psicoanalista, debe llegar hasta la distinción, del significado y del significante; ejercitarse con las dos redes que estos organizan, de relaciones que no se recubren. La primera red, la del significante, es la estructura sincrónica del material del lenguaje, en cuanto que cada elemento toma en ella su empleo exacto, por ser diferente de los otros; tal es el principio de distribución, que es el único que regula la función de los elementos de la lengua en sus diferentes niveles, desde la pareja de oposición fonemática, hasta las locuciones compuestas, de las que desentrañar las formas estables, es la tarea de la más moderna investigación. La segunda, la red del significado, es el conjunto diacrónico de los discursos concretamente pronunciados, el cual reacciona históricamente sobre el primero, del mismo modo que la estructura de éste, gobierna las vías del segundo. Aquí lo que domina es la unidad de significación, la cual muestra no resolverse en una indicación, sino remitir siempre a otra significación. Palabras cruzadas en el acto analítico. La puesta en escena, el despliegue del trabajo de interpretación, en la obra de Freud, puede seguirse, en el relato de los ejemplos clínicos y en los grandes casos. Uno de ellos, lo encontramos en la escritura, de la pasión del hombre de las ratas, que nos muestra, que de las contrahechuras y de los vanos juramentos, de las faltas a la palabra y de las palabras en el aire, cuya constelación presidió, la venida al mundo de un hombre, está amasado el convidado de piedra que viene a turbar, en los síntomas, el banquete de sus deseos. Freud, mostró, que es a las necesidades de una estructura, que responde, la imperiosa proliferación, de creaciones simbólicas particulares, en la que se motivan hasta en sus detalles, las compulsiones del neurótico, del mismo modo que lo que se llama a veces, las teorías sexuales del niño. Otro ejemplo es, el procesamiento clínico, del caso del pequeño Hans, ante el enigma actualizado, para él de su sexo y su existencia, que desarrolla, —bajo la dirección de Freud y de su padre, «discípulo» de éste—, alrededor del cristal significante de su fobia, bajo una forma mítica, las permutaciones posibles de un número limitado de significantes. Operación en la que se demuestra, que la solución de lo imposible es aportada al hombre, por el agotamiento de las formas posibles de imposibilidades, encontradas al poner en una ecuación significante la solución. Demostración impresionante, para iluminar el laberinto de una observación, que permite leer, que en la coextensividad del desarrollo del síntoma y de su resolución curativa, se muestra la naturaleza de la neurosis: fóbica, histérica u obsesiva. La neurosis, «es una cuestión, que el ser plantea para el sujeto», «desde allí donde estaba antes de que el sujeto viniese al mundo» (el entrecomillado corresponde a una frase que utiliza Freud el explicar al niño mencionado cuestiones relativas al complejo de Edipo). Se trata aquí, de ese ser que no aparece, sino durante el instante de un relámpago, en el vacío del verbo ser y plantea, como dicen unas líneas anteriores, su cuestión para el sujeto. Es decir, no la plantea ante el sujeto, puesto que el sujeto no puede venir al lugar donde la plantea, sino que la plantea en el lugar del sujeto, esto es, que en ese lugar plantea la cuestión «con el sujeto», en un sentido, como se podría decir, se plantea un problema con una pluma. No se trata, de ponernos a merced de un hilo, tejido de alusiones, citas, o juegos de palabras y equívocos. El inconsciente no es lo primordial, ni lo instintual y lo único elemental que conoce son los elementos del significante. Los libros de la fundación, los considerados canónicos en materia de inconsciente, son un tejido de ejemplos magistrales a descifrar, cuyo desarrollo se inscribe en las fórmulas de conexión y sustitución, que son las que reciben el nombre de significante en su función de transferencia. En «La Interpretación de los sueños», es en el sentido de semejante función, como se introduce el término «transferencia», que dará su nombre al resorte operante del lazo entre analizando y analista. Tales diagramas, no son únicamente constituyentes en la neurosis, para cada uno de sus síntomas, sino que son los únicos que permiten envolver la temática de su curso y de su resolución. Jaime
Icho Kozak. Psiconalista
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Hoy nos convoca un título fuerte «La mujer y la creación», ya que pensar a la mujer con relación a la creación, es una asociación tan antigua como el mismo origen del mundo. Mujer, madre, bruja, maga son atributos referidos a la mujer que nos muestran que de suyo se la vincula con la creación. Según el mito, gran diosa madre adorada bajo distintos títulos: inmortal, inmutable y omnipotente, era su maternidad su principal misterio. Desde entonces el enigma de la maternidad, coloca a la mujer en un lugar oscuro, envidiado y temido; la triple diosa luna; y la vigencia del peso de lo simbólico llegado al cuerpo de la mujer– madre, la que socializa. Desconocida la relación entre el coito y el parto, la mujer, multifacética, como la luna, queda pegada a la mágica naturaleza, con sus ciclos llenos de recurrencia y fatalismo. A esto se le suma el poder de conceder o negar la vida. Temida y adorada la imagen de lo femenino en la diosa, aparece entonces como la diosa de la muerte en vida, la oscura, la de las tumbas. El paso del tiempo, la castración y la muerte renuevan en lo femenino el enigma del Sujeto, aquello de lo que no queremos saber... «...No tenemos letra las mujeres...», escribía Teresa de Jesús en el siglo XVI. Los textos teresianos insisten en repetidas ocasiones sobre la condición de la mujer en la sociedad, haciendo referencia especialmente a la relación de la mujer con el conocimiento y la palabra, protestando contra la relegación impuesta del papel de la misma al plano del conocimiento vivencial, ya que el conocimiento teórico era patrimonio de los letrados. Mujer y creación es un título que crea su fortaleza en una pregunta primera. ¿Qué es lo propio de la mujer? Y partiendo desde aquí, diremos que desde el comienzo de la historia se trata de eso, de lo propio, de la propiedad. Hasta hoy, el hombre ha logrado comprar o intercambiar mujeres en proporción a su belleza, buscando en ella, el cuerpo de la madre, un cuerpo sin fin, como un inmenso espacio astral. Sin embargo, sabemos que a veces se usa la belleza de la manera más mediocre, como adorno o cobertura que esconde la insoportable desnudez. Para el Psicoanálisis la diferencia entre el hombre y la mujer no es tal diferencia, ya que lo femenino y lo masculino son posiciones y por esto, hay momentos en que ella es él, y él es ella. Uno y otro no tienen otro medio para existir sino en ese otro lugar de ellos, a través de un viaje por lo simbólico. En el Levítico encontramos una prescripción muy interesante que dice: «No descubras la desnudez de la mujer de tu padre, ella es la desnudez de tu padre», es decir que el hombre está tan desnudo como la mujer, tan fallado como cualquier mortal. Por esto, hablar de mujer y creación es hablar de la función creadora de lo humano, no tanto de la mujer en sí. La mujer busca siempre crear mundos desconocidos, que le permitan fantasear, imaginar, para ir más allá de la reproducción que le manda la especie, y llegar a la posibilidad de una producción duradera. Durante siglos la mujer fue atrapada en la maternidad como único deseo creativo. Hablar de amor era lo que le permitía ir más allá de lo necesario y crear un mundo diferente. Mary Barnes en su «Viaje a través de la locura» refiriéndose a la belleza de la mujer escribió: «Mi interior engendró mi exterior», pero como sabemos la belleza es un atributo homérico, y la mujer es bella por definición, ya que si se sabe fea o se declara fea, ya no es más una mujer. Generalmente el artista representa en sus obras de arte a la mujer y a todos sus fantasmas, pero sin embargo, la mujer no lo representa en sus obras plásticas como el hombre siempre lo ha hecho con ella. Cuando en los últimos años de la vida de Sigmund Freud le preguntaban qué es un ser humano sano, él respondía siempre: «Un ser humano que es capaz de amar y trabajar». La mujer comienza a votar en casi todo el mundo durante este siglo que termina, lo que le permite un crecimiento acelerado, saliendo del circuito cerrado y agobiante que le demandaba la reproducción. Y aunque la ambivalencia todavía sea muy profunda, ya es un miembro activo de los sistemas de producción de bienes y conocimientos. Freud al darle palabra la libera del destino social y natural. Así el Psicoanálisis viene a sacar a la mujer de ese mundo imaginario para darle la posibilidad de que hable y que su vida pueda transcurrir en el concierto de lo social. El psicoanálisis propone un tiempo para la reproducción, y un tiempo para la producción, la creación. Se trata de poder hacer un pasaje de uno a otro. Durante este siglo, la mujer ha conseguido espacios que le estaban negados, el trabajo, el voto, la participación en el poder político. Y justamente al siglo XX se le considera el siglo de la mujer; porque es el tiempo en que ella ha conseguido lo más caro para la civilización, escribir, es decir, producir además de reproducirse, producir discurso más allá del discurso que, como madre, ella sólo creaba en sus hijos. Marcela
Villavella. Psicoanalista. |
En el complejo de Edipo la primera persona en estar castrada, en la dialéctica intersubjetiva, es la madre. Ahí es donde se encuentra en primer lugar la posición de castración. Si los destinos de la niña y el niño son distintos, es porque la castración se encuentra primero en el Otro. En la niña lo percibido en la madre se presenta en forma de un reproche contra la madre. Este rencor es la forma en que se presenta en primer lugar para la niña el complejo de castración. De ahí pasa a la experiencia de privación. El pene real del padre esperado por la niña como un sustituto de aquello de lo que está frustrada, se presenta a nivel simbólico, momento en que se presenta la encrucijada que se abre para el sujeto entre renunciar a su objeto, es decir, al padre, o renunciar a su instinto identificándose con el padre. Por haber sido introducido en el complejo de castración de la mujer, como sustituto simbólico, el pene está en la mujer en el origen de toda clase de conflicto de celos. La infidelidad de la pareja es percibida por su parte como una privación real. Esto tiene un acento distinto que el mismo conflicto visto desde el lado del hombre. El falo indica el deseo del Otro, se encuentra en su forma tachada, en cuanto al sujeto también tiene que encontrar su lugar de objeto deseado respecto del deseo del Otro. Su identificación de sujeto es siempre en tanto que es y no es el falo. El sujeto en cuanto tal es un sujeto marcado por la barra. Una mujer en lo que se refiere a obtener su satisfacción, está en primer lugar el pene del hombre y luego, por sustitución, el deseo de niño. Podemos decir que una mujer no obtiene una satisfacción básica, tan instintiva como la maternidad, más que por las vías de la línea sustitutiva. Como el pene es un sustituto, incluso un fetiche, también el niño será luego un fetiche, por esta vía alcanza la mujer su instinto y su satisfacción. Sin embargo no es así para todo lo que se encuentra en la vía de su deseo, ahí se encuentra sujeta a la función del falo, en tanto signo de lo deseado. Que ella se proponga como objeto de deseo, la identifica con el falo, como falo deseado, como significante del deseo del Otro. Esto la sitúa más allá de la mascarada femenina, porque su feminidad está relacionada con esa identificación con el significante fálico, el más vinculado con la femineidad. En la consumación del sujeto en la vía del deseo del Otro, su Verwerfung, su rechazo, en cuanto a ser, de aquello en lo que ella misma se manifiesta en el modo femenino. Su satisfacción pasa por la vía sustitutiva mientras que en el plano donde su deseo se manifiesta termina por fuerza en una Verwerfung, una profunda ajeneidad de su cuerpo respecto de lo que es su deber parecer. No es mejor la situación del hombre, incluso es más cómica. El falo, él lo tiene, pero lo que le traumatiza es saber que su madre no lo tiene. Del mismo modo que la mujer está atrapada en un dilema, el hombre lo está en otro. En la línea de la satisfacción él resuelve identificándose con quien posee sus insignias, con quien tiene toda la apariencia de haber eludido el peligro, el padre. El hombre nunca es viril si no es mediante una serie indefinida de procuraciones que le vienen de sus ancestros masculinos, pasando por el ancestro directo. Sin embargo en la línea del deseo, en la medida en que ha de obtener su satisfacción de la mujer, también va a buscar el falo, y precisamente como no lo encuentra allí donde lo busca, lo busca en cualquier otra parte. Para la mujer el pene simbólico está en el interior del campo del deseo, mientras que para el hombre está en el exterior. Eso explica porqué los hombres tienen tendencias centrífugas en la relación monogámica. Si la mujer experimenta la Verwerfung de la identificación subjetiva, es porque ella no es ella misma, porque en el campo del deseo ha de ser el falo. Y si el hombre se encuentra en el amor fuera de su Otro, es porque él tampoco es él mismo en tanto que obtiene la satisfacción del Otro, pero sólo se percibe como el instrumento de dicha satisfacción. El problema del amor es la profunda división que introduce en las actividades del sujeto. De lo que se trata en el hombre, de acuerdo con la definición de amor, dar lo que no se tiene, es de dar lo que no tiene, el falo, a un ser que no lo es. Ella se representa para él como objeto a. Lo que ella rehúsa enérgicamente a hacer, ya que su fin es ser i(a) como todo ser humano. Una mujer es narcisista como todo el mundo. De lo que ella quiere ser a lo que se pone en ella, en esa distancia es que se instaura la dimensión del amor como engaño. Este narcisismo es el callejón sin salida del amor cortés que al poner a la Dama en posición Ideal del yo, en el campo del Otro, el amor no es sino exaltación de la Dama, acentuando la diferencia. |
La
femineidad aquí es el polo femenino de la relación a das Ding y femenino
es este término de la verdad: S( La verdad de la castración del Otro. Por eso que «femenino» es engañador bajo todas las formas que se presenta. El falo es lo que hace obstáculo a la relación sexual, por eso que no hay relación con el otro en el campo del deseo que no sea más allá de uno mismo y del otro, en tanto no hay relación sexual. El falo es lo único que nos impide tener una relación con algo que sea nuestro partenaire sexual. Nuestra pareja es el Otro, está determinada por nuestra manera de concebir la pareja, no es lo mismo aparearse que aparejarse, estamos aparejados al lenguaje. Por eso que no hay sino que cada quien, que cada uno se permanezca al lado del otro. Amelia
Díez Cuesta. Psicoanalista Estamos habituados a escuchar que el dinero es un problema cuando no se tiene, y deja de serlo cuando se tiene. Sin embargo el dinero pensado más allá de una utilidad que satisface lo primordial de nuestras necesidades, puede proporcionar más de un incómodo cuestionamiento cuando una vez satisfecho lo prioritario comienza a sobrar. Amparad en la estructura de un psiquismo, donde todo se rige por una noción económica del valor, las relaciones sexuales, el trabajo, hasta el amor, entra en el registro de lo económico cuando hablamos de dinero. Todo, absolutamente todo está tocado por el dinero. Es muy difícil, por no decir que improbable, que exista una relación entre dos seres humanos que se sostenga sin un cierto soporte económico. Cuando entramos a hablar de economía libidinal en las parejas, cabe preguntarse por las circunstancias que determinaron esa unión, en el sentido de que fue esa unión y no otra, lo que constituyó la relación de objeto amoroso, pero sobredeterminada por el cuantun de identificación a la economía libidinal del Complejo de Edipo paterno y materno. El término sobredeterminación debe ser entendido como que la clase social de cualquier individuo, está establecida e impuesta antes de su nacimiento, es decir, se nace dentro de un estatus socio-económico, donde las estructuras familiares serán la cuna del futuro desarrollo de lo que será el estatus social del individuo, donde acogido a las leyes propias de la economía paterna y materna, más tarde, en el modelo de identificación y resolución Edípica, se podrá o no repetir la misma operación aprendida, siendo así que es más fácil a veces cambiar de sexo que de estatus social. Modelos de identificación que establecen pactos inconscientes donde la unión a lo edípico queda establecido por el modo inconsciente de apropiación de los medios de producción de la realidad, de manera que, un individuo producirá en proporción a la resolución de lo pactado en la estructura edípica parental que sobredetermina la estructura económica familiar, de modo que la economía de un individuo no deja de ser más que la fiel representación inconsciente del modelo de economía familiar vivida en los tiernos años de la infancia y de la adolescencia. Es frecuente ver en la clínica cómo numerosas parejas entran en crisis cuando la mujer decide trabajar y trae un sueldo a casa. Las pegas e inconveniencias que pone el partenaire no queda justificada por la ausencia de la mujer dentro de las llamadas estructuras clásicas familiares, sino por la aparición de una cuestión suscitada por la entrada en la economía familiar de un cuantum mayor de dinero, que genera una cierta libertad e independencia dentro de la estructura de pareja. Antes eran una pareja cuyos movimientos en la realidad estaban coartados por los límites de su economía personal, ahora sucede lo contrario, ahora la entrada de un volumen mayor de dinero, se rompen esos límites y se establecen unos nuevos cuya frontera queda delimitada por ese plus de capital. Es así que numerosas parejas entran en crisis cuando se produce una entrada mayor de dinero en lo que venía siendo hasta ahora su economía. Los cuestionamientos surgen ante la duda de qué hacer de ese dinero y quien ejerce autoridad sobre el mismo. La situación puede llegar a desembocar en tremendas crisis provocadas por las fantasías que el dinero puede suscitar. Una mujer con producción propia de dinero puede dejar de estar alienada dentro de los límites económicos de una estructura de patriarcado, en el sentido que el dinero proporciona libertad de pensamiento, pero no siempre libertad de actos. La economía de una pareja está tocada por las estructuras económicas familiares subyacentes en lo inconsciente de sus individuos, y un cambio de posición frente al espejo edípico permite un goce con el dinero que va más allá del goce que proporciona el sometimiento de no tenerlo. Sólo el psicoanálisis puede abordar el sentimiento de culpabilidad que supone el abandono y superación de la estructura económica familiar, y permite un lugar que da sentido a una nueva economía de pareja libre de los lazos invalidantes pero a la vez determinantes de la estructura del Complejo de Edipo. Miguel
Martínez Fondón. Psicoanalista |
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA | |||||
La palabra menopausia etimológicamente deriva de los vocablos meno (sangrado, menstruación) y pausis (cese), es por tanto la desaparición de las «reglas», y no es más que uno de los síntomas que marcan, junto con otros, el periodo climatérico, definido como aquella etapa en la que la mujer pierde su capacidad reproductiva. Se ha señalado el final de este periodo como el comienzo de la senectud, por ello los límites son tan imprecisos que hay autores que otorgan a esta fase una duración de hasta veinte años, por tanto, cuando hablamos de climaterio, estamos hablando de un largo espacio de tiempo en la vida de la mujer. Clásicamente se han descrito una serie de alteraciones psíquicas en relación con esta etapa de la vida. Marañón decía que a esta edad hay una «crisis de personalidad», depresión, insomnio, modificaciones de la libido... A este respecto, describió Deykin el «síndrome del nido vacío», que consistiría en un cuadro depresivo en una mujer en edad menopáusica en relación con el abandono del hogar de sus hijos, ya mayores, y con ello la supuesta pérdida de las funciones maternas. El otro día escuchaba las palabras de una bella mujer de unos cincuenta años: «El hombre nace, crece, se reproduce y muere, ya he perdido mi capacidad reproductiva, ahora sólo me queda esperar a la muerte». Y sin embargo, sabemos que hoy en día, una mujer menopáusica está en la mitad de su vida. En 1900 la media de esperanza de vida femenina era de treinta y siete años, actualmente es de ochenta y dos. ¿De dónde la importancia de los hijos? Podríamos decir que la tendencia de los humanos a emparejarse o agruparse en familias, es una cuestión que supera al propio hombre, es una cuestión de la especie, filogénica y no ontogénica. Nos reproducimos para perpetuar la especie y formamos familias para cuidar de los cachorros humanos. Pero además, tener hijos tiene para la mujer, un alto valor psíquico. Pensemos en la pequeña niña atravesando por el complejo de Edipo, tiene una tierna inclinación amorosa hacia el padre. En esta etapa, la niña descubre por distintos caminos, la existencia de pene en el niño, pero aún no puede simbolizar masculino y femenino, piensa que todos los objetos tienen falo, es la etapa fálica. Lo que se ha dado en llamar envidia al pene es en realidad envidia al falo. Para explicar la ausencia de pene en ella, cuando se lo atribuye todos, incluso a las demás mujeres, la niña piensa inicialmente: ya crecerá, pero cuando se desengaña sustituye su deseo de pene por el deseo de un hijo del padre. Aparece el deseo de un hijo como sustituto del falo. Que el deseo no tiene objeto, quiere decir que cualquiera puede ser su objeto, el deseo se desplaza, y desde este punto de vista, para una mujer puede tener el mismo valor psíquico entregarse a su trabajo, construir un puente, escribir un libro, salvar una vida, que tener un hijo, aunque para la especie no sea lo mismo, es otra manera de permanecer en la historia, de dejar un legado en la cultura. La función reproductiva de una mujer no se acaba con el cese de la menstruación, justo ahí es donde los productos que sea capaz de generar van a cobrar una importancia mayor. Deberíamos cambiar el «sentirse realizada», que no sé muy bien porque se escucha casi siempre en femenino por el «sentirse realizando», haciendo con otros y para otros. Todo cambio genera un aumento de libido, este cambio desde la posibilidad de tener hijos a la imposibilidad de tenerlos, también, y sabemos que con la misma energía hacemos el amor, leemos, escribimos, trabajamos, todo esto es nuestra sexualidad. El climaterio es una etapa donde la mujer puede libremente desarrollar su sexualidad sin temor al embarazo, a ese respecto hay como una liberación de la especie que permite encadenarse a otras cosas para tener mayor libertad. Alejandra
Menassa de Lucia.
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En la necesidad de la transformación de la realidad, se producen teorías, es decir, sin una teoría que conceptualice y delimite un campo, no se pueden crear ni el método ni los instrumentos para trabajando dicho campo, producir las transformaciones de la realidad. Al igual la necesidad de la transformación de la realidad dolorosa y sufriente de los pacientes neuróticos, fue lo que precisó la formación de psicoanalistas y no que hubiera necesidad de una teoría que produjera enfermos. Ello nos permite tratar pacientes que con otras técnicas sólo son enfocados en el campo de la necesidad pero no en el deseo, con lo que al no producirse lo nuevo, vuelven a enfermar como en una suerte de destino fatal. En Psicoanálisis el cuerpo es entendido como un cuerpo pulsional y esto significa que la energía que lo reviste, la libido, es un órgano que lo incluye en lo semejante de lo humano, la imagen y la palabra, permitiendo que se diferencie por la pulsión algo que no se puede reprimir y que en su continuo deslizamiento posibilita que el deseo se exprese en el infinitivo «desear». En el enfermo psicosomático, acontece la locura de un órgano (el estómago, la piel, el corazón...); el tratamiento médico intenta recuperar el estado de salud anterior al proceso mórbido, en un intento de psicologización del YO, con este método terapéutico lo que se consigue es la atenuación en el mejor de los casos de la sintomatología (cosa nada despreciable, por supuesto, incluso necesaria) pero no se afronta lo verdadero del proceso patológico. El psicosomático también es sujeto del lenguaje por ello el tratamiento psicoanalítico le posibilita transformarse en sujeto del deseo. Este «doble paso» en el sujeto: la alienación o hacerse semejante a un otro y la operación de separación o hacerse diferente de quien previamente y a la vez se hizo semejante, este doble paso, es el que se encuentra alterado en estos enfermos que con tanta frecuencia visitan las consultas. En el paciente impotente el pene queda infantilizado, al no tener erección, y además queda deteriorado para la función, existe una historia por construir y que en el ejemplo de la impotencia se realiza de ese modo; con el tratamiento psicoanalítico y a través de la interpretación se va construyendo una historia de deseos que permite, al modificar el tiempo y la historia del sujeto, nuevas realidades, nuevos modos de vivir, de desear. Así en la construcción de la historia de un paciente asmático, vemos cómo comienza en la infancia por un miedo a perder el amor de su madre, a la que parecen llevar sobre sus bronquios en un continuo abrazo materno. En cuanto a los trastornos funcionales encontramos en la angustia una operación torácica conocida, base fundamental de la sintomatología neurótica. Si revisamos los textos de Medicina Interna más importantes y de continua actualidad en las Facultades de Medicina, observaremos con asombro, tal vez, cómo un gran porcentaje de enfermedades en su etiología llevan el apellido de «idiopática», es decir de origen desconocido; es deseable que en todos estos procesos tan frecuentes en los pacientes que solicitan consulta sea tenido en cuenta la posibilidad de trastornos que precisen de la escucha y la mirada de un psicoanalista. Carlos
Fernández del Ganso. Psicoanalista.
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Se ha desarrollado en el Círculo de Bellas Artes de Madrid, del 23 al 26 de febrero, el X Congreso Internacional Grupo Cero. Psicoanálisis y Medicina, con gran asistencia de público y numerosas ponencias. Conclusiones: 1. Se concluyó, durante el desarrollo del Congreso que el tratamiento psicoanalítico consigue un ahorro presupuestario eficaz en el tratamiento de las distintas enfermedades. No se trata de ahorrar un scanner, sino de que ante el resultado de la mayoría de estas pruebas, a saber, que sólo un 1% corresponde a una patología orgánica, sea un psicoanalista quien intervenga en el 99% restante. 2. El psicoanalista es el mejor remedio con el menor riesgo. Es por este motivo que se plantea el psicoanálisis como una medicina preventiva, el poder leer en la medicina los procesos etiológicos desconocidos y los mecanismos idiopáticos. Sin la participación del inconsciente, no habrá prevención para el siglo XXI. 3. Se planteó el psicoanálisis no solo como una demanda de los pacientes sino como una demanda de los propios médicos, que piden la inclusión del psicoanálisis en los hospitales y en los centros médicos. 4. Se resaltó la importancia de la formación continuada de los profesionales, formando parte de ella el psicoanálisis, ya que aporta una metodología científica eficaz. 5. Se constató que el sujeto está siempre implicado en la producción de su enfermedad, en su mantenimiento y resolución. El sujeto no es ajeno ni a su enfermedad, ni a su curación. 6. Con el tratamiento psicoanalítico se puede construir un nuevo sistema inmunológico de capital importancia en el tratamiento del cáncer, SIDA y enfermedades autoinmunes. 7. Se remarcó la importancia de lo psíquico en las enfermedades genéticas, ya que la existencia de los locus funcionales en los genes está influida por en medio ambiente, entendiendo por medio ambiente, en el psicoanálisis, el lenguaje. 8. Se concluyó que el cáncer es una locura celular, una manera psicótica de enfermar. El psicoanálisis se atreve a sostener que en el inconsciente, cada uno de nosotros está convencido de su propia inmortalidad, la muerte propia no tiene representación. Pensar el cáncer como una idea mortal abre una expectativa de trabajo apasionante para tratar esta enfermedad, un más allá de la clásica concepción de una psicoterapia complementaria al tratamiento médico.
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CONSTRUCCIONES EN PSICOANÁLISIS 1937 Y en vista de la estrecha relación entre las alucinaciones y ciertas formas de psicosis, nuestro pensamiento puede ser llevado todavía más lejos. En el mecanismo de un delirio señalamos como regla solamente dos factores: el aparta-miento del mundo real y sus fuerzas motivadoras, por un lado, y la influencia ejercida por el cumplimiento de deseos en el contenido de un delirio, por el otro. Pero ¿no puede ser que el proceso dinámico sea más bien que el alejamiento de la realidad es puesto en marcha por la tendencia al surgimiento de lo reprimido para inculcar su contenido en la conciencia, mientras que la resistencia provocada por este proceso y el impulso al cumplimiento de deseos comparten la responsabilidad de la distorsión y el desplazamiento de lo que es recordado? Este es, después de todo, el mecanismo habitual de los sueños que la intuición ha comparado con la locura desde tiempo inmemorial. Pienso que este enfoque de los delirios no es enteramente nuevo, pero pone de relieve, sin embargo, un punto de vista que por lo común no se halla en el primer plano. Su esencia es que no sólo hay método en la locura, como el poeta ya percibió, sino también un fragmento de verdad histórica; y es plausible suponer que la creencia compulsiva que se atribuye a los delirios deriva su fuerza precisamente de fuentes infantiles de esta clase. Todo lo que puedo aportar hoy día en apoyo de esta teoría son reminiscencias, no impresiones recientes. Debería abandonarse el vano esfuerzo de convencer al paciente del error de sus delirios y de su contradicción con la realidad, y, por el contrario, el reconocimiento de su núcleo de verdad proporcionaría una base común sobre la cual podría desarrollarse el trabajo terapéutico. Este trabajo consistiría en liberar el fragmento de verdad histórica de sus distorsiones y sus relaciones con el presente y hacerlo remontar al momento del pasado al cual pertenece. La transposición de material desde un pasado olvidado al presente o a una expectación futura es realmente una ocurrencia habitual en neuróticos no menos que en psicóticos. Con bastante frecuencia, cuando un neurótico es llevado por un estado de ansiedad a esperar la llegada de un suceso terrible, en realidad se halla bajo el influjo de un recuerdo reprimido (que intenta entrar en la conciencia, pero no puede hacerse consciente) de que alguna cosa que en aquel tiempo era terrorífica ocurrirá realmente. Creo que ganaríamos muchos conocimientos valiosos de un trabajo de esta clase con psicóticos, aunque no llevara a un éxito terapéutico. Ya me doy cuenta que sirve de poco tratar un sujeto tan importante del modo sumario que he utilizado aquí. Pero no por eso he podido resistir la tentación de presentar una analogía. Los delirios de los pacientes se aparecen como los equivalentes de las construcciones que edificamos en el curso de un tratamiento psicoanalítico: intentos de explicación y de curación, aunque es verdad que en las condiciones de una psicosis no puedan hacer más que sustituir el fragmento de realidad que está siendo negado en el presente por otro fragmento que ya fue rechazado en remoto pasado. Será la tarea de cada investigación individual revelar las conexiones íntimas entre el material del rechazo presente y el de la represión primitiva. Así como nuestra construcción sólo es eficaz porque recibe un fragmento de experiencia perdida, los delirios deben su poder de convicción al elemento de verdad histórica que insertan en lugar de la realidad rechazada. Por este camino una fórmula aplicada en un principio sólo para la histeria se aplicaría también a los delirios: que los que están sujetos a ellos sufren por sus propias reminiscencias. Con esta breve fórmula intento discutir la complejidad de los orígenes de la enfermedad o excluir la intervención de muchos otros factores. Si consideramos a la humanidad como un todo y la sustituimos al individuo humano aislado, descubrimos que también ella ha desarrollado delirios que son inaccesibles a la crítica lógica y contradicen la realidad. Si a pesar de esto son capaces de ejercer un extraordinario poder sobre los hombres, la investigación nos lleva a la misma explicación dada en el caso del individuo. Deben su poder al elemento de verdad histórica que han traído desde la represión de lo olvidado y del pasado primigenio. |
DE NUESTROS ANTECEDENTES |
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ESCRITOS I 1955 El retorno a las tinieblas que damos por descontado en este momento da la señal de un murder party iniciado por la prohibición de que nadie salga, puesto que cada uno desde ese momento puede esconder la verdad bajo sus ropas, incluso, como en la ficción galante de las «joyas indiscretas», en su vientre. La cuestión general es: ¿quién habla? y no carece de pertinencia. Desgraciadamente las respuestas son un poco precipitadas. La libido es acusada en primer lugar, lo cual nos lleva en la dirección de las joyas, pero hay que darse cuenta de que el yo mismo, si aporta trabas a la libido en trance de satisfacerse, a veces es objeto de sus empresas. Se siente en ese momento que se va a desmoronar de un minuto a otro, cuando un estrépito de trozos de vidrio hace que todos se den cuenta de que es al gran espejo del salón a quien acaba de sucederle el accidente, el golem del narcisismo, evocado a toda prisa para llevarle ayuda, habiendo hecho su entrada por allí. El yo desde ese momento es considerado generalmente como el asesino, a menos que se le considere como la víctima, por medio de lo cual los rayos divinos del buen presidente Schreber empiezan a desplegar su red sobre el mundo, y el sabbat de los instintos se complica seriamente. La comedia que suspendo aquí al principio de su segundo acto es más benevolente de lo que suele creerse, puesto que, refiriendo a un drama del conocimiento la bufonada que sólo pertenece a aquellos que representan este drama sin comprenderlo, restituye a estos últimos la autenticidad desde la cual decayeron cada vez más. Pero si conviene una metáfora más grave al protagonista, es la que nos mostraría en Freud un Acteón perpetuamente soltado por unos perros despistados desde el comienzo, y que él se empecina en volver a lanzar en su persecución, sin poder refrenar la carrera donde sólo su pasión por la diosa lo empuja. Lo empuja tan lejos que no puede detenerse sino en las grutas donde la Diana ctoniana en la sombra húmeda que las confunde con la yacija emblemática de la verdad, ofrece a su sed, con la capa igual de la muerte, el límite casi místico del discurso más racional que haya habido en el mundo, para que nosotros reconozcamos en él el lugar donde el símbolo se sustituye a la muerte para apoderarse de la primera hinchazón de la vida. Este límite y este lugar, como es sabido, están todavía lejos de ser alcanzados por sus discípulos, suponiendo que no se nieguen a seguirlo en ese camino, y el Acteón por lo tanto que es despedazado aquí no es Freud, sino ciertamente cada analista en la medida de la pasión que lo inflamó y que hizo, según la significación que un Giordano Bruno en sus Furores heroicos supo sacar de ese mito, de él la presa de los perros de sus pensamientos. Para medir este desgarramiento, es preciso escuchar los clamores irreprimibles que se levantan de los mejores como de los peores, para intentar llevarlos de nuevo al punto de partida de la caza, con las palabras que la verdad nos dio allí como viático: «Yo hablo», para continuar: «No hay habla sino de lenguaje». Su tumulto cubre lo que sigue.
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PSICOANÁLISIS Y PSICOSIS 1988 No hay crueldad más cruel que la locura. Ni hay bondad ni amor que puedan contenerla. Es, sencillamente la palabra, la que tocada por el lazo establecido, quitará al psicótico lo que le sobra. Ya que es precisamente por no faltarle nada, que lo único que se significa en él, es el deseo de una madre totipotente y sin fallas, ya que es él, precisamente, el colgajo que la completa. En el psicótico el Otro no está fuera del cuerpo de su madre, él mismo no está fuera del cuerpo de la madre. En el psicótico hay algo único, completo, inmortal. Es esa unidad, ese paraíso casi sin voz, lo que el psicótico defiende con uñas y dientes y no ha de ser tarea fácil arrancar al psicótico del cuerpo de su madre, porque eso significa, exactamente, arrancar al sujeto de los brazos de la especie y herirlo de tal manera, que por esa herida abierta al inconsciente, será sexuado y morirá. No se trata de la forclusión (rechazo) del tres edípico, que hasta los animales tienen de eso representación, sino de la condición de mortal del ser humano. Aquel vacío que introduce en el sujeto el cuarto como muerte. Esa rajadura que anuncia que todo ha de terminar algún día, eso es lo que el sujeto forcluye (rechaza). No al Otro, porque del lenguaje se sigue tratando, sino la metáfora que al sustituir el deseo de la madre por el nombre del padre o bien, la inmortalidad por el goce, desprende al sujeto psíquico de la especie y lo mata. Y esto tal vez plantee uno de los problemas más importantes en la clínica de la psicosis, ya que todo hombre, por más psicoanalista que sea, o que lo pretenda, queda atrapado de una u otra manera en la promesa de la psicosis, que no es otra que la promesa de la inmortalidad, que, además, transcurriría en plena libertad. El psicótico nos propone ser un potro salvaje en plena libertad para siempre, y, ¿quién no quiere ser un potro salvaje en plena libertad para siempre? Alguien que pueda contestar, yo soy ese potro salvaje, que no quiero serlo. Tengo plena libertad de hablar, pero estoy dispuesto a perderla para escucharlo. Alguien que pueda decirle al psicótico, que no hay nada que dure tanto como las estrellas y, sin embargo, no siempre son las mismas. Ese ha de ser el psicoanalista de la locura y no vengo a deciros que ha de ser un poeta el que lo consiga, sino la poesía misma (como función poética), al borde mismo de la locura, podrá descifrarla y darle un destino dentro de los destinos de la palabra. Quiero decir, que es como psicoanalista que me presento en el territorio de la locura, ya que no es del saber que no se consume. Lo que parece no consumirse en el territorio de la locura es un psicoanálisis que arrase, no sólo la vida del psicoanalista, sino también la vida del paciente. Un psicoanálisis, donde el psicoanalista, más allá de su condición de asalariado, no se someta, hasta el límite, de no poder cumplir ya con la función. Función que de devenir como tal, tendrá mi deseo en eso, porque sólo el deseo de quien se ocupa de eso, es la función. Y si eso de ser la función, invade eso de no ser nada en mí, mi deseo será social cada vez que le cuadre expresarse. Y cuando digo social, quiero decir, que en su expresión no me dará el ser que ambiciono en el movimiento, sino, por el contrario, aquel otro ser temido, por ser deseo de Otro y que de ustedes ha partido, porque la función no habla sólo desea. Y sordo es el desear de la función, ya que ella nada desea para sí, sino para la retórica que la crea como tal. Que los poetas legislen con sus versos la vida de los hombres y que los psicoanalistas interpreten, los mecanismos intrínsecos de dicha legislación, no son todavía, pruebas suficientes para que sigamos galardonando a nuestros poetas y a nuestros médicos y sigamos recluyendo a nuestros locos en los manicomios o sus sustitutos, no siempre diferenciados de la fuente de la cual provienen. Una manera de
pensar inhumana genera una manera de pensar humana y, esto, sin embargo,
no le da al asunto criterio de verdad. Porque debemos decirlo: no es en
la verdad de la locura donde anida la humanidad y, por tanto, no es,
precisamente, humanidad lo que ambiciona el discurso psicótico, sino,
más bien, una palabra que por su brusquedad, interrumpa el flujo de lo
que teniendo que ser deseo, todavía, es necesidad en él.
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«Poesía y Yo» es un título que anuncia una poesía esencialmente lírica: el yo del poeta volcado en el poema, poesía auto-biográfica que, además, el autor quiere dedicar, como «una esquirla» al «siglo». Dedicatoria concisa e incisa, un tanto hermética, mas en todo caso de intención realista. La esquirla es la pequeña astilla de un hueso que forma parte del hombre-autor, del ser vivo, del esqueleto que lo sostiene: del ser real que se halla en el siglo: esto es: en el tiempo. Siglo XX que finaliza o siglo XXI que nace, son el pasado y el futuro. Además, «el siglo» es, para la religión, cuanto concierne a la vida terrenal. De tejas abajo. El cielo —conforme dice un verso— «no tiene contenido», es sólo una palabra bisílaba. Luego lo que tiene valor es la palabra. La palabra, que es calificada de «corporal». Vida, cuerpo, tiempo. ¿Y quién acompaña al poeta en este acontecer temporal? La muerte. Con su muerte, esto es: con su destino, entra en un nuevo giro de su existencia: el exilio. Porque este libro viene a ser una especie de diario de destierro. Hay una simbología muy compleja en la continua exaltación de lo corporal y del amor obsesivamente sexual, con la que el poeta llama Ella (con mayúscula), pronombre personal en el que pueden alojarse la mujer o la muerte o la misma poesía. Es difícil leer un libro de años atrás (el autor lo sitúa en los años ochenta) cuando ya se conocen obras posteriores que nos hacen mirar a otros costados. En este caso, a la poesía surrealista y a los reflejos de una prosa sexualizada, ya que incurrimos, quizá con exceso, en buscar justificaciones en precedentes en rasgos que, de por sí, ya se creaban desde un fondo existencial. Si el poeta dice: «más allá de tu cuerpo nada hay», nos acerca a un concepto del amor en que, bajo sus palabras sensuales, late un fondo dramático de tabla de salvación en el naufragio de la existencia. La vida, por encima de la Literatura, con ansia de libertad. Y la poesía, que se toma como realidad habitable: «donde la poesía construye su residencia». Nada más lejos de la poesía tomada como evasión o fuga de delirios sentimentales. Al mismo tiempo, no se desecha la oportunidad de testimoniar sobre su país de origen y sus situaciones injustas. El libro —pues— se genera por un exilio y sus interpretaciones. Como en todo poeta verdadero, la poesía es un conocerse a sí mismo, por lo que está justificada su alusión táctica a Sócrates, al autoconsiderarse bebedor de cicuta. La otra cara es la muerte —penumbra de fondo— con el recuerdo del padre que le conforta. Tranquilo, pero sin esperanza. Él mismo compara la vida con la carrera de un caballo que va a dividirse en pasado y basura. Hay un toque escéptico y una actitud de dejación: «Fuimos perdiendo en el camino / nuestro deseo de liberarnos». Es un pesimismo que hasta le hace preferir no ser testigo: «Y los que no podían / mantener sus ojos cerrados / se los arrancaban / para no ver». A los lectores de D. Antonio Machado nos tiene que recordar aquellos versos cuando, ante la cabeza que le esculpió el escultor Emiliano Barral, decía preferir los ojos en piedra: «en piedra, para no ver». Hay en este libro también un sentimiento de continuidad biológica que dicta poemas al padre y al hijo. El poeta siente que él mismo asciende a la paternidad precisamente cuando ve morir al suyo. A veces los poemas se suscitan al socaire de sucesos cotidianos, con lo que devienen más entrañables. Quizá como consecuencia de nacer con cierto designio de dia-rio, algunas páginas recogen poemas breves y sentenciosos, como de poesía gnómica: «Un paso al frente / también / es una orden del sistema». O: «Desde hace millones de años / el hombre vive de rodillas». La poesía de Menassa da importancia al sueño, aunque, a pesar de ello, sabe adaptarse a las cosas, a las costumbres, a la vida. Es vida, vivida por él mismo y todo se transforma en una creación lírica, todo da cuerpo al poema. La acción se torna substancia misma de la poesía que es como una segunda piel y una segunda conciencia. No hay artificios ni elucubraciones, hay el fluir mismo e inevitable del vivir. Y al fondo la muerte. Naturalidad, espontaneidad. Una poesía hecha hombre.
Leopoldo de Luis |
SOCORRO NO PUEDO Llegué una tarde a Madrid y me dije: Pude sentir que la esclavitud era mi sino. Nací en Buenos Aires. En Buenos Aires al amparo Nuestra tierra más bella decía Luego se perdía en divagaciones A la mañana siguiente madre A ella le brillaban los ojos siempre Llegué a España huyendo de mí mismo Después fue todo mucho más difícil. Al principio Después la calle se fue poblando A nadie le gustaba lo que pasaba. Habían matado. La calle se pobló En Madrid huyendo de la calle Toda página en blanco es el pasado. |