ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 36

EDITORIAL

TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO DE LA DEMENCIA SENIL

INFORMACIÓN SEMINARIO DE GRUPOS 

AÚN, LA CRÍTICA. UN BREVE DIAGNÓSTICO

INFORMACIÓN SEMINARIO JACQUES LACAN 

INFORMACIÓN TALLERES DE POESÍA 

SUEÑOS DE MUERTE DE PERSONAS QUERIDAS

INFORMACIÓN SEMINARIO SIGMUND FREUD 

DE LA SERVIDUMBRE HUMANA, O DE LA FUERZA DE LOS AFECTOS

  COMENTARIO DEL LIBRO SIDA, STRESS, DEPRESIÓN. Tratamiento Psicoanalítico 
( Carlos Fernández)

INFORMACIÓN SEMINARIO HEGEL, MARX, HEIDEGGER 

       HORARIOS Y PRECIOS

LA ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA - 

ASÍ HABLÓ ZARATRUSTA DEL PÁLIDO DELINCUENTE

EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN

 

ASPECTOS PSÍQUICOS EN EL DOLOR

 

 

Hay obras que son alucinantes. Mujeres que no tienen
desperdicios. Enfermedades que parecen incurables.
Hombres con demasiados escrúpulos o poco dinero.
Bestias encandiladas por alguna luz.

Psicoanálisis y Medicina:
Podemos pegar un grito de dolor. Un desgarrado grito de dolor y eso podría ser todo. Las cosas son como son. Las enfermedades del cuerpo son del cuerpo y el alma pertenece a la religión.

Después vendríamos a darnos cuenta, por vivirlo en carne propia, que el cuerpo no existe o es palabras y la religión nada sabe del alma enferma.

Encontrarnos con el psicoanálisis en ese momento  fue una luz.

Las palabras son carne para el cuerpo y el alma enferma de palabras.

El siglo XX ya terminó y nadie está del todo convencido, que de nada me enfermo y nada es lo que me cura. Palabras.

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LA FUSIÓN CON MÁS FUTURO
DEL SIGLO XXI:
EL BRILLO DE LO GRIS
Y
EL INDIO DEL JARAMA
Dirige, fusiona, escribe y corresponde
MIGUEL OSCAR MENASSA 2000
Léala en: castellano, inglés, francés,
hebreo, árabe, alemán, portugués
e italiano
www.elindiogris.com

ESCUELA DE
PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO

TEMPORADA 2000–2001
Tel. 91 542 33 49

Más información 


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Desde el comienzo algo permanece inmutable dentro de la teoría psicoanalítica, es el complejo de castración. Aparecido en 1908 con las «teorías sexuales infantiles», pudo sostenerse en pie sobre todas las críticas a través del tiempo, porque la noción de castración femenina seguía siendo enigmática.

La bisexualidad es el punto de investigación y de inflexión, donde Freud desvía el camino que había comenzado junto con su amigo Fliess para exponer una concepción totalmente diferente.

Es así como asociará por una parte lo masculino, la libido, la perversión, el placer, la obsesión y la actividad, y por otro lado agrupará lo femenino, la represión, la neurosis, la histeria y la pasividad.

Estas dos series muestran que Freud no concibió jamás la bisexualidad en términos orgánicos, sino según un modo de división del sujeto por su propio goce.

La percepción visual cae una vez más, como cayó en la elaboración de su primer aparato psíquico, porque no es la diferencia anatómica de los sexos la que explica todos los caminos de la sexualidad ya que esta concepción no alcanza a dar cuenta de todas las particularidades clínicas que no encuentran su lugar dentro de esta teoría. Es por ello que muchos alumnos de Freud, buscando un más allá, hablaron del destete o del nacimiento poniendo el acento en la separación. Esto no prosperó porque la serie de los objetos equivalentes que fueron las heces, el nacimiento, el pecho, no pudieron dar cuenta de aquel límite extremo que pondría un coto a la demanda de la madre.

En la insistencia teórica se despeja el pene del falo que toma su primacía y se llega a la pregunta sobre la demanda de la madre. Se responde que es el falo lo que demanda una madre ya que sólo él, es el que permite nombrar el enigma de su deseo.

El descubrimiento de la madre sería el paso esencial porque comporta el deseo de ella por un padre. Cuando ella desvíe su mirada, esta anterioridad de su deseo hará posible lo que Freud llama el traslado sobre el objeto paterno de los lazos afectivos que tenía con la madre. Sólo este movimiento bastará y el temor de una mutilación anatómica sufrirá un olvido por el desplazamiento deseante en ese mismo momento en que el sujeto se da cuenta que el deseo materno se orienta hacia otro lado, hacia alguien que va a tener el poder de nominarlo y que permite situar el misterio del falo.

Este falo que es diferencia pura, que su posición es correlativa del deseo y que sólo puede ubicarse gracias al significante paterno.

No es por lo tanto la diferencia anatómica de los sexos la que define la posición del falo, falo que designa en principio la falta, el punto crucial de la imposibilidad donde un significante no puede nombrarse a sí mismo y requiere a otro.

El falo responde por la falta y esta es una condición universal de existencia. Pero ocurre que el niño ha sido primero él mismo el falo, o sea, el encargado de responder por la falta materna, si puede creer que todas las mujeres lo tienen es porque él mismo primero ha encarnado a este símbolo. El falo que el niño encarna por amor, responde a la demanda que él le supone a la madre que siempre es demanda de completud. Por lo tanto que él sea el falo, es una identificación que opera haciendo de la madre una mujer fálica.

Así, la castración no es de ninguna manera el resultado de un fantasma de mutilación y la diferencia anatómica, lejos de aparecer como una causa, aparece sólo como una respuesta prescindible a la pregunta por la falta. 

El falo que ese deseo busca no tiene nada que ver con la apariencia, con lo percibido, es vehiculizado por la palabra, no existe más que gracias a las palabras y es a la vez su límite.

Porque habla, la mujer entra en igual medida que el hombre en el goce fálico, los dos están implicados por igual por ser hablantes ya que el falo es ese símbolo vacío que limita todas las demandas de la madre.

Así como el varón, la niña da el falo a su madre, o por lo menos su amor tiende a eso, a ofrecerle lo que le falta. La fuerza de este amor hace de esta madre una madre fálica. En una segunda instancia, la joven enamorada puede identificarse con esta madre fálica y gracias a esta identificación ser a su vez fálica.

La tenacidad inextrincable de ese vínculo entre una niña y su madre se debe a ese nudo que permite negar la castración en este juego de identificaciones sin necesidad de ir a buscar ningún otro objeto fetiche. Entre ellas dos se establece una economía libidinal cerrada porque no tiene salida y el suplicio de la hija se irá desplazando de una mujer a otra mujer con las que revivirá siempre la misma dramática que como ya dijimos no requiere ni siquiera de un contacto corporal pero que instala una relación homosexual.

Aquí no viene el significante paterno a salvar a nadie porque no hay ningún deseo que lo busque y le atribuya ser el símbolo de la falta.

El Nombre del Padre es esa extrañeza de una función que excede a la persona que lo soporta, es sólo un punto o una puntuación donde el deseo se apoya. Es un lugar al que se dirige una 

falta, y es de esta manera que lo patronímico se encuentra unido al símbolo fálico. Una diferencia se establece así entre el falo simbólico como significante de la falta, de la castración de la madre, y el falo imaginario como cuerpo entero del niño, instrumento de la renegación de la misma castración.

Norma Menassa. Psicoanalista
Buenos Aires: 4322-6400

Entra en la consulta portando papeles y certificados médicos de su dolencia, «lo que me ocurre es hereditario, a mi madre también le ocurre». Otra paciente narraba que lo que le pasa es genético, que no hay remedio para «lo suyo». Y son frases comúnmente expresadas en lo cotidiano. 

Ella es morena y de ojos castaños como su padre. Él de cabello fino y del mismo grupo sanguíneo que su madre.

Los genes, los cromosomas, tienen un apoyo estructural en el DNA. En esto se basan actualmente las últimas investigaciones en el campo genético: la construcción de un mapa genético, de gran importancia en la prevención y curación de enfermedades, en la creación de nuevas sustancias farmacológicas. Un gran reto tiene la ciencia por delante que debemos alentar.

Ella tiene menstruaciones dolorosas como su madre y su abuela, «es hereditario, es una lata pero es así». Él presenta el mismo mal carácter que su padre, «somos como dos gotas de agua». Lo hereditario, parece innegable, es de gran importancia en el desarrollo constitucional de cualquier semejante. ¿Y lo psíquico? Ella rodeada de libros desde niña se hizo bibliotecaria, «me viene de familia». Él enfadado con su padre con el que no se podía hablar, «todos los hermanos son iguales», se hizo socio del Barcelona, porque su padre era del Real Madrid.

El ambiente, la alimentación, el clima, la familia, la educación, parecen factores importantes predisponentes, desencadenantes o causales en el decir ideológico de muchos pacientes y si prestamos atención, en cualquier conversación coloquial.

Él se deprime con frecuencia y sus brillantes estudios de bachillerato, se torcieron en la Universidad, tras un desengaño amoroso a los 18 años. Ella, descontenta con su cuerpo, se casó joven y se separó rápidamente, volviendo a casa de sus padres.

Lo psíquico tiene, también, sus repercusiones en la vida.

Algunas ideologías tienden a recluir a los seres parlantes en una suerte de «destino fatal» del que no se puede salir o por el que hay que pagar un alto precio, a veces la vida.

Lo genético, lo ambiental y lo psíquico pueden ser pensados como un nudo borromeo, relaciones de vecindad, de manera tal que si falta uno de ellos no hay nudo. Es decir, no son lo uno sin lo otro, algo así como pensar lo genético, lo ambiental y lo psíquico, como lo real, lo simbólico y lo imaginario, anudados de una manera particular, cuestión de la que da cuenta el Psicoanálisis.

El DNA, también debe pensarse como un nudo borromeo, en el que las cadenas se unen por puentes disulfuro en una estructura tri-dimensional, de modo tal que la simple ruptura de uno de los puentes produce modificaciones estructurales en la cadena de DNA, pudiendo desencadenar afecciones graves.

Las enfermedades genéticas se clasifican en tres grandes grupos:

a) alteraciones cromosómicas (Síndrome de Down, Síndrome de Turner, Síndrome de Klinefelter, Síndrome del maullido del gato...), b) enfermedades hereditarias (algunas porfirias, las tala-semias, la fiebre mediterránea familiar, hemofilia, idiocia amaurótica infantil...) y c) enfermedades multifactoriales (labio leporino, espina bífida, paladar hendido, enfermedades cardíacas congénitas; todas ellas de mayor incidencia familiar).

Últimamente los genetistas, inteligentes, hablan de «locus funcional» en los genes, es decir lugares que por diferentes y desconocidos motivos se podrían alterar provocando enfermedades como las descritas.

Tres o cuatro generaciones se precisan para «construir un loco» decían los clásicos. Se puede pensar que tres o cuatro generaciones de relaciones psicóticas o perversas pueden producir alteraciones en los locus funcionales de los genes. Además cuando hablamos del ambiente, de lo hereditario, debemos decir lenguaje, ya que es el lenguaje el que nos cobija, en donde nacemos, y lo que nos humaniza. 

El pronóstico de estas graves «tareas» y dolencias podría ser otro, la calidad de vida de los pacientes y familiares mejorar, si los deseos inconscientes pueden ser analizados, ya que un paciente de este tipo en una familia, altera y dificulta la convivencia, la alegría, la comunicación. Lo psíquico puede sobredeterminar, de manera singular, hasta el más débil puente de unión cromosómico.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista

Madrid: 91 883 02 13

 


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«Menard —recuerdo— declaraba que censurar y
alabar son operaciones sentimentales que
nada tienen que ver con la crítica».
J. L. BORGES

La tarea crítica exige reiniciar su marcha a partir del atolladero en que ha caído el fenómeno mediático de la «posmodernidad» y el cuello de botella que oprime los inestimables aportes de la hermenéutica actual en sus diferentes versiones.

La condena posmoderna de la práctica crítica es simétrica al desconocimiento que la sitúa como un epifenómeno de la misma «modernidad». Sea cual fuere la caracterización que se haga de ambas, «modernidad» y «postmodernidad», no son más que copias atolondradas de las periodizaciones de la historiografía objetivista, ahora pasada por la licuadora de los medios de comunicación.

Sin embargo la epojé posmoderna de la crítica, ameritaría un estudio particular sobre la «ausencia», reintroducción hegeliana del par que le falta al promocionado «presente inédito» pos-moderno. Se trata de un después (valga la noción ingenua de tiempo que ese pos introduce) que daría cuenta del «acabamiento de los metarrelatos», es decir de pensamientos narrativos sistemáticos y unificados, sin que jamás haya quedado suficientemente aclarado el estatuto de esas «sistematizaciones» y «unificaciones». Este talante anticrítico, mejor dicho, precrítico no deja de tener un inquietante parecido al confort intelectual.

Por otro lado la noción de metarrelato adolece de una total falta de imaginación pues transcurre por entero en el plano de la lengua, es decir, en el de una absoluta formalización, de una logicización del devenir. Además, la reducción —epojé— mencionada desliza una ideologizada e inquietante apología de lo instituido, un modo, como diría Nietzsche, de «barbarie estilizada». 

La hermenéutica contemporánea, en cambio, retoma de manera circunscripta la actividad crítica. La «caja de herramientas» de Wittgenstein-Foucault, la —«destruktion»— «deconstrucción» de Heidegger-Derrida, la propuesta de «elucidación crítica» de Castoriadis (abierta en su apreciación particular del «acabamiento del marxismo-leninismo» y de la institucionalización del psicoa-nálisis), la «apropiación crítica de la tradición» de Gadamer, la «crítica en el ámbito de la comunidad ilimitada de comunicación» de ApelHabermas, etc., incorporan, sin ambigüedades, dimensiones críticas poliformes. Mientras otras orientaciones hermenéuticas —p. ej. la del «pensiero dèbole» de G. Vattimo—, mantienen el aliento crítico a distancia, cuando no lo rechazan dogmáticamente en nombre del antidogmatismo «convencional» y «opinático» que parece cultivar. Lo cual no deja de someter la falta de sus «intervenciones» —como acotaría T. Adorno— a la prudencia y el control de los poderes vigentes. Sin embargo, neutralizadas o no, el «cuello de botella» ronda a las distintas líneas hermenéuticas; señalando el pico de la misma uno de sus mayores bloqueos. Y se trata, paradojalmente, del obstáculo que sus predecesores habían logrado sortear, asunto reconocido por los propios actores hermenéuticos. Es el núcleo de la «enfermedad histórica» que denuncia el Nietzsche de la segunda de las «Consideraciones Inactuales», que despliega el Freud de «La Interpretación de los Sueños», o que mantiene plegado el Marx de las Tesis tercera   undécima sobre Feuerbach. Se trata de la descomposición, de la inconveniencia, al decir de Spinoza, entre teoría y práctica, entre hacer y saber, las que al perder sus intensidades conectivas, terminan por convertirse en flagrantes dicotomías, como si la cosa hubiera de ser «naturalmente» así. Finalmente se acaba por erradicar del campo de las preocupaciones hermenéuticas, lo que se buscaba con la «composición», la «conveniencia» o la «praxis», o sea: no privar al saber-acción de su carácter problemático, ni de su capacidad transformadora. Si bien la hermenéutica no ha cedido en esto último, sí ha resignado el carácter problemático de la relación entre su pensamiento y los actos inmanentes, es decir, de los supuestos de su propio ejercicio. De ahí que sea pertinente volver a transitar algunos caminos críticos decisivos (rasgo clave de la krinein, de la decisión crítica misma), en pos de una renovada dirección de la cura de la «enfermedad histórica» que aún tenazmente persiste. Claro que esos caminos, en futuras colaboraciones, dejarán de ser acercamientos conceptuales —como los efectuados aquí— para convertirse en amplias críticas de la vida cotidiana que nos involucra como ciudadanos locales y, por eso, del mundo. A tal práctica la denominaría periodismo meditativo, un transcurso por las pequeñas lógicas que yacen en las noticias de la vida diaria, cercanas o lejanas, pasadas o presentes, aunque siempre jugando en un intenso régimen de afecciones que las hace durar más allá de sus inevitables olvidos e interesadas omisiones. 

Sería más acertado llamarlo «post-industrial», como sugiere Daniel Bell.

Juan Carlos De Brasi. Psicoanalista.

Madrid: 91 547 56 64

Un sueño que suele aparecer con frecuencia, y que también hemos de considerar como típico, es aquél cuyo contenido entraña la muerte de parientes queridos: padres, hermanos, hijos, etc. Estos sueños los ubicamos en dos clases: aquellos durante los que no experimentamos dolor alguno, admirándonos, al despertar, nuestra insensibilidad, y aquellos otros en los que nos sentimos poseídos por una profunda aflicción, hasta el punto de derramar, durmiendo, amargas lágrimas. Los primeros, no pueden ser consi-derados como típicos y por tanto, de momento no nos interesan. Al analizarlos, hallamos que significan algo muy distinto de lo que constituye su contenido, y que su función es la de encubrir un cualquier deseo diferente. Muy distintos de éstos, son los sueños en que aparece representada la muerte de un pariente querido, y sentimos dolorosos afectos. Su sentido es, en efecto, el que aparece manifiesto en su contenido, o sea el deseo de que muera la persona a que se refieren. Sin embargo, los deseos que el sueño nos muestra realizados, no suelen ser, deseos actuales. Por lo general, representan deseos pasados, agotados, olvidados y reprimidos a los que sólo por su resurgimiento en el sueño, hemos de atribuir una especie de supervivencia. Tales deseos, no han muerto según nuestro concepto de la muerte, sino que son semejantes a aquellas sombras de la Odisea, que en cuanto bebían sangre despertaban a una cierta vida. Es decir, que cuando alguien sueña, sintiendo profundo dolor, con la muerte de su padre, su madre o algunos de sus hermanos, no habremos de utilizar, ciertamente, este sueño como demostración de que el sujeto desea, en la «actualidad», que dicha persona muera. La teoría del sueño no exige tanto. Se contenta con deducir que lo ha deseado alguna vez en su infancia. Luego, habremos de reconstruir, conforme a los testimonios que el «presente» ofrece a nuestra observación, una parte de la perdida vida psíquica infantil.

Debemos tener en cuenta, que el concepto «estar muerto», no tiene para el niño, igual significación que para los adultos. El niño ignora por completo, «el horror de la putrefacción, el frío del sepulcro y el terror de la nada eterna», representaciones todas que resultan intolerables para el adulto, como nos lo demuestran todos los mitos «del más allá». Desconoce el miedo a la muerte y, de este modo, juega con la terrible palabra, amenazando a sus compañeros: «Si haces eso otra vez, te morirás, como se murió Paquito», amenaza que la madre escucha con horror «sabiendo que muchos niños no pasan de los años infantiles». De un niño de ocho años, sabemos que al volver de una visita al museo de Historia Natural, dijo a su madre: Te quiero tanto que cuando mueras mandaré que te disequen y te tendré en mi cuarto para poder verte siempre. A un niño de diez años, muy inteligente, se le oyó decir, a raíz de la muerte repentina de su padre, las palabras que siguen: «Comprendo que papá haya muerto, pero lo que no puedo explicarme es que no venga a cenar a casa». «Haber muerto», significa para el niño (al que se evita, por lo general, el espectáculo de los sufrimientos de la agonía) «haberse ido» y no estorbar ya a los supervivientes, sin que establezca diferencia alguna entre las causas —viaje o muerte— a que la ausencia pueda obedecer.

En una niña de cuatro años, se ha podido observar la diferencia entre «haberse ido» y «haber muerto». Un día que la niña se resistí a comer expresó, viéndose observada por la niñera, el deseo de que la misma muriese. ¿Por qué quieres precisamente que se muera? —preguntó el padre—. ¿No basta con que se vaya? —No—, respondió la niña —porque entonces vuelve—.  Para el ilimitado amor del niño a su propia persona (narcisismo) es toda perturbación un crimen de lesa majestad, y como la legislación draconiana, no aplica el juicio del niño, a tales delitos, pena inferior a la de la muerte. Así, pues, cuando el niño tiene motivos para desear la ausencia de otro, carece de toda retención que pudiese apartarle, de dar a dicho deseo la forma de la muerte de su competidor, y la reacción psíquica al sueño de deseo de muerte, prueba que no obstante las diferencias de su contenido, en el niño, es tal deseo idéntico al que en igual sentido puede abrigar el adulto.

Jaime Icho Kozak. Psicoanalista.

Madrid: 91 447 02 84


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SIDA, STRESS, DEPRESIÓN. Tratamiento Psicoanalítico
Autor:
Carlos Fernández 
152 PÁGS.
900 PTAS., 9$.


Este libro que publica Carlos Fernández del Ganso, psicoanalista, trabaja la depresión, el stress, y el SIDA como tres formas clínicas de la melancolía. Interesante hipótesis de trabajo que despliega a través de los cuatro capítulos de que consta el libro.

Prologado conjuntamente en un diálogo con Juan Carlos de Brasi, es un excelente comienzo para todo aquel que quiere acercarse a la clínica psicoanalítica y ver cómo trabaja un psicoanalista.

La escritura es la puesta en juego de la formación del psicoanalista.

La formación del autor, médica y psicoanalítica, determina esta escritura que pretende acercarse a un segmento de la población muy amplio. Es una lectura muy recomendada para los trabajadores de la salud, así como para los propios interesados.

¿Quién no ha padecido o conoce alguien que haya padecido alguna vez depresión o stress? La depresión es la plaga de este tiempo. No sólo se muestra tal cual, sino que puede aparecer enmascarada con frecuencia bajo otros cuatros clínicos como son las afecciones psicosomáticas, accidentes laborales, disfunciones sexuales, rendimiento escolar inadecuado y otros síntomas inespecíficos. Tan sólo un 2% llega a las consultas. Un psicoanalista puede interpretar como depresión los frecuentes problemas que llegan a una consulta médica y que no son señalados como tal. En ese sentido se hace necesario que un médico generalista, por ejemplo, tenga la información necesaria sobre el tratamiento psicoanalítico para poder derivarlo a la consulta de un psicoanalista, donde pueda tener  tratamiento.

El autor, consecuentemente con su formación psicoanalítica, se declara en contra de que el tratamiento para atender a la depresión sea exclusivamente farmacológico. El paciente puede o no tomar medicación, pero tiene que saber que, sin tratamiento psicoanalítico, no hay posibilidad de tratamiento de la depresión. La ignorancia puede producir enfermedad y a veces la muerte, nos dice. Transformar siglos de ignorancia, cuando justamente este tipo de enfermedades pueden ser tratadas psicoanalíticamente. Un dato curioso es que en el 99% de las enfermedades psicosomáticas existen signos de depresión. En el 90% de los cánceres hay antecedentes de depresión sin tratar, quince o veinte años antes. En el cáncer de colon, por ejemplo, se podría hablar de un lento suicidio por no atender adecuadamente a la depresión. El depresivo, el suicida es un asesino tímido que, queriendo acabar con lo que le duele, al tenerlo incorporado en su yo de manera inconsciente, se equivoca y se autoasesina. Por eso que todo médico, todo trabajador de la salud, tendría que leer este libro. El deseo hay que producirlo y esto no se consigue sin trabajo. Lo que posibilita la producción de deseo es la interpretación psicoanalítica. Eso que va a puntuar el deseo y va a producir un sujeto que tenga que ver más con la salud que con la enfermedad.

Al autor le resulta curioso que el nombre de la institución que atiende lo sanitario sea «Ministerio de Sanidad y Consumo». Y cuando el término salud aparece en un centro ambulatorio lo hace bajo el epígrafe INSALUD.

Los textos freudianos trabajados por el autor dan cuenta de su lectura del tema. Textos que van trabajando la concepción del autor sobre la salud y la enfermedad. Así cuando trabaja el stress, lo hace desde la angustia y la melancolía. El stress, como la cara maníaca de la melancolía, donde la angustia en lugar de señal se transforma en otra cosa.

En el caso del SIDA, una enfermedad que se convierte en el mal del siglo porque cristaliza, simboliza incluso, la manera en que nuestra sociedad vive colectivamente el miedo y la muerte. En este sentido, la enfermedad importa por tanto por sus efectos imaginarios como por sus efectos reales.

En el Sida acontece un mecanismo de autoagresión, una depresión del sistema inmunitario.

Para el autor, el SIDA es una inmunomelancolía. Más que enloquecer, son células asesinas que atacan aquello que embriológicamente supuso un sostén de lo hereditario, que no genético, el sistema inmunológico.

En la última parte, los casos clínicos presentados, uno en unas jornadas y otro en un Congreso, muestran la implicación del autor en su formación como psicoanalista, su trabajo analítico con pacientes en supervisiones públicas.

Psicoanalista, paciente, supervisor, es el trípode de esta producción de sujeto, de esta nueva manera de ver el proceso de enfermar y la producción de salud.

Preocupado por la formación del psicoanalista, el autor nos dice que la dirección de la cura significa que el psicoanalista no dirige la vida del paciente, el psicoanalista lo que debe es cuidar su formación.

Eso le va a hacer bien al paciente. Porque la formación es singular, en todos los casos el psicoanálisis del profesional es un lugar permanente y exigido de la formación.

Muestra del trabajo realizado por este psicoanalista, este libro que la Editorial Grupo Cero pone en circulación, da cuenta en este acto que el psicoanálisis es un hecho exquisitamente social.

Paola Duchên. Psicoanalista

Madrid: 91 541 47 60

ESTE ESPACIO PERTENECE A LA

ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS

 

Soy lo que vuela
encadenadme y seré lo encadenado que vuela
matadme y seré lo encadenado, muerto, que [vuela

LA ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA
TAMBIÉN TIENE SU COLUMNA

La Asociación, en el mes de mayo de 2000, colaboró y participó en la organización de dos importantes actividades: La presentación de la revista de poesía LAS 2001 NOCHES y la FERIA DEL LIBRO DE MADRID, en el parque del Retiro. En la presentación de LAS 2001 NOCHES la revista de poesía de mayor tirada del mundo (con sus 125.001 ejemplares de difusión gratuita) contó con las voces de sus socios de honor, que en una exposición armoniosa y singular, leyeron poemas de algunos de los 198 poetas publicados en sus primeros 36 números de existencia. Una revista que en sus cinco años de vida nos acerca lo mejor de lo mejor.

En la FERIA DEL LIBRO DE MADRID en el Retiro, acompañados de la inevitable lluvia, este año batimos récord de ventas con las diez novedades que se presentaban y los más de cien títulos con que cuenta la Editorial Grupo Cero.

Los autores, muy contentos, firmaron sus obras. El libro más vendido en la caseta de la Editorial fue el poemario Armas de Mujer, de las poetas: Pilar Iglesias, Concepción Osorio, Rosa Puchol y Magdalena Salamanca.

Si estos dos eventos han supuesto una gran alegría, nada comparable al éxito sin precedentes de la convocatoria de LAS JORNADAS DE HOMENAJE A SIGMUND FREUD, por los cien años de la publicación de «La Interpretación de los Sueños». En principio la Asociación pensó en un fin de semana (24 y 25 de junio de 2000) para realizar las jornadas, pero la afluencia masiva de participantes que se anotaron en los primeros días a la actividad nos llevó a abrir otro fin de semana (1 y 2 de julio de 2000).

La población, deseosa de conocer la inmortal obra del médico vienés, llenó de nuevo el cupo de esta segunda convocatoria y hemos abierto dos nuevas fechas: 8 y 9 de julio y 22 y 23 de julio. En septiembre volveremos a convocar. Las Jornadas serán impartidas por profesores de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero. Las jornadas las impartirán Emilio A. González y Jaime I. Kozak. Durante las Jornadas, de entrada libre previa inscripción, se trabajará el programa completo de La Interpretación de los Sueños, obra central del Psicoanálisis y fundamental del pensamiento contemporáneo.

Hemos difundido el acto en la medida de nuestras posibilidades, solicitamos a otros medios de difusión que se hagan eco de la noticia en la medida de lo que es: uno de los eventos culturales más importantes y con mayor participación de este año 2000 (más de 200 inscritos en el momento de enviar a imprenta la revista y aún no han comenzado las jornadas).

Queremos recordarles que para el mes de junio tenemos programado el II CAMPEONATO DE MUS de la Asociación al que pueden anotarse todos aquellos que lo deseen, los actuales campeones (Miguel Oscar Menassa y Carlos Fernández) ponen su título en juego, una buena oportunidad para pasar una alegre velada y todo por diez mil pesetas la pareja. La fecha tope para anotarse es el 17 de junio hasta las 15,00 horas, el campeonato comenzará a las 17,00 horas del mismo día. El 31 de julio de 2000 es la finalización del plazo de entrega de originales para los Premios de Poesía y Psicoanálisis Pablo Menassa de Lucia de la Asociación, esperamos vuestra participación, os recordamos que las obras premiadas serán publicadas (1.000 ejemplares en España y 1.000 ejemplares en Buenos Aires), así como 150.000 pesetas para los autores premiados. Solicita las bases.

Ya tenemos programadas actividades para julio y septiembre. Si quieres pertenecer a la Asociación Pablo Menassa de Lucia puedes hacerlo en cualquiera de sus tres modalidades: con 1.000, 10.000 ó 50.000 pesetas al mes. Es nuestro deber organizar actos y difundir la cultura en cualquiera de sus manifestaciones, como dicen los estatutos de la Asociación. Tú tienes el derecho de asociarte.

Seguiremos informando.


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La diferencia de lo psíquico en consciente e inconsciente es la premisa fundamental del psicoanálisis. El psicoanálisis, además, no ve en la conciencia la esencia de lo psíquico sino tan solo una cualidad. El concepto fundamental psicoanalítico de inconsciente tiene como punto de partida la teoría de la represión. Lo reprimido es el prototipo de lo inconsciente aunque no todo lo inconsciente es reprimido. Lo real es lo imposible de ser simbolizado.

El yo es ante todo un ser corpóreo y en último término, se deriva de las sensaciones corporales, principalmente de aquellas producidas en la superficie del cuerpo.

El dolor, término medio entre la percepción externa y la interna, se conduce como una percepción interna aun en aquellos casos en los que tiene su causa en el mundo exterior y puede permanecer inconsciente lo mismo que las tensiones provocadas por la necesidad.

El papel de las representaciones verbales en este proceso es claro: por medio de dichas representaciones quedan convertidos los procesos mentales interiores en percepciones, como si hubiera que demostrar el principio de que todo conocimiento procede  e la percepción externa. Así, los pensamientos son percibidos como desde fuera y tenidos por verdaderos. El término «tratamiento psíquico» denota un tratamiento tanto de los trastornos anímicos como de los corporales, con medios que actúan directa e inmediatamente sobre lo psíquico del ser humano. La palabra como instrumento esencial del tratamiento. La medicina ha estudiado la vinculación innegable entre lo corporal y lo anímico pero lo aborda subordinando lo segundo a lo primero. «Mens sana in corpore sano». Sin embargo, en las consultas ambulatorias y hospitalarias, cada vez encontramos un número mayor de enfermos, cuyo cuadro clínico se distingue por la variedad y exuberancia de los síntomas entre los que se destaca predominantemente el dolor en todas sus variantes y otras sensaciones molestas, trastornos que se presentan simultánea o sucesivamente. Estos síntomas, normalmente, suelen impedir el desarrollo del trabajo y de la vida familiar y en todos los casos, es posible confirmar que se encuentran bajo la influencia directa de las excitaciones, las preocupaciones y conmociones emocionales y que pueden desaparecer, cediendo su lugar a una buena salud.

Estos signos clínicos tienen por único origen una influencia alterada de la vida psíquica sobre el organismo y su causa directa debe buscarse en el psiquismo. Los grandes afectos, en sentido estricto, se caracterizan por una particular vinculación con los procesos corporales, empeorando o influyendo también favorablemente sobre una enfermedad crónica.

Al incluir el dolor entre las manifestaciones somáticas, debe tenerse en cuenta su estrecha dependencia de las condiciones psíquicas.

Cualquiera sea su causa, imaginario o provocado por heridas, enfermedades o inflamación, no deja por ello de ser menos real e intenso, constatando que si puede ser provocado e incrementado al dirigir la atención sobre él, también al apartarla, puede llegar a desaparecer.

En 1895, en los Historiales Clínicos, a propósito de la histeria, Freud relata cómo los dolores padecidos por la paciente, Lucy M., y que en parte, estaban orgánicamente determinados por unos leves trastornos reumáticos musculares, más dolorosos en su caso que en el de otras personas, eran muy probablemente un símbolo mnémico de las épocas de excitación en las que hubo de asistir a los enfermos de su familia. Aunque primitivamente pudieron tener una justificación orgánica, fueron después objeto de una elaboración que los adaptó a los fines de la neurosis.

El factor característico de la histeria es la conversión. Los síntomas más frecuentes son las parálisis motoras, las contractruras, los actos o descargas involuntarias, los dolores y las alucinaciones; procesos de carga psíquica bien permanentemente fijos o intermitentes. Por medio del análisis, se ha llegado a averiguar cuál es el proceso perturbado de excitación al que sustituyen. En la mayoría de los casos, también el montante de energía tiene una participación directa en él, como si se hubiera concentrado en el punto que afecta.

Comprobamos que en la situación primitiva en la cual tuvo efecto la represión, existía realmente el dolor que ahora se nos 

muestra como síntoma y que las alucinaciones presentes, fueron entonces percepciones reales. La sensación de displacer, concomitante a la emergencia de los síntomas, es muy variable. Suele faltar casi siempre en los síntomas crónicos desplazados sobre la motilidad, con respecto a los cuales el yo parece permanecer indiferente. Por el contrario, en los síntomas intermitentes y en los que afectan a la esfera sensorial, el sujeto experimenta claras sensaciones de displacer que pueden alcanzar intensidades extraordinarias.

Si tomamos como ejemplo, el dolor de cabeza o los dolores lumbares histéricos, el análisis nos demuestra que, mediante el mecanismo de condensación y desplazamiento, éstos han llegado a ser una satisfacción sexual sustitutiva de toda una serie de fantasías y recuerdos que, en un tiempo fueron reales. La histeria utiliza preferentemente para la formación de sus síntomas todas las influencias normales y patológicas que la excitación sexual ejerce sobre lo somático.

En las neurosis llamadas «traumáticas», es el accidente el que provoca el síndrome y de las manifestaciones de los pacientes, es posible deducir que en todos y cada uno de sus ataques, viven de nuevo por alucinación aquel mismo proceso; es decir, que síntomas muy diversos, considerados como productos espontáneos  tienen una conexión muy próxima con el trauma causal. En otros casos, no es tan sencilla la conexión pues, entre la motivación y el fenómeno patológico, lo que existe es una relación simbólica, siendo la verdadera causa de la enfermedad no la leve lesión corporal sino el sobresalto, o sea, el trauma psíquico. Cualquier afecto que provoque las sensaciones penosas del miedo, la angustia, la vergüenza o el dolor psíquico pueden actuar como tal. El fenómeno histérico, el trauma psíquico o su recuerdo, actúa a modo de un cuerpo extraño que continúa ejerciendo sobre el organismo una acción aficaz aunque haya transcurrido mucho tiempo desde su penetración y la representación intolerable queda hecha inofensiva por la transformación de su magnitud de estímulo en excitaciones somáticas.

Una analogía entre la histeria, en la cual no surge angustia, con la neurosis llamada propiamente «de angustia» es el hecho de tener también lugar en esta última una especie de conversión en sensaciones físicas. Al lado de un incremento de la sensibilidad al dolor, se observa una tendencia a las alucinaciones que no puede ser considerada histérica. La neurosis de angustia sería como la  contrapartida somática de la histeria. La única diferencia es que la excitación, en cuya desviación se manifiesta aquella, es puramente excitación sexual somática, mientras que en la histeria es psíquica, provocada por un conflicto. La neurosis de angustia tiene por causa, todo aquello que desvía de la psíquico la tensión sexual somática, perturbando su elaboración psíquica. Ambas afecciones se combinan regularmente entre sí. No podemos dejar de lado el estado de ánimo profundamente doloroso que caracteriza la reacción a la pérdida de un objeto amado, en el duelo y la melancolía. La diferencia en relación a la pérdida entre ambas afecciones, es el carácter inconsciente de la misma en la depresión. En el cuadro melancólico el paciente pierde la propia estimación y desde el punto de vista moral, resalta el descontento con el propio yo sobre las demás críticas posibles, ocupando también un lugar preferente entre sus afirmaciones y temores, la ruina y la pobreza. El proceso es el siguiente: al principio existía una relación de objeto y por la influencia de una ofensa real o un desengaño inferido por la persona amada, surgió una conmoción de esta relación objetal, cuyo resultado no fue el normal de sustraer la libido de ese objeto y desplazarla a otro distinto, sino que la libido libre fue retraída al yo, sirviendo para establecer una identificación del yo al objeto abandonado. La sombra del objeto cae sobre el yo, que ahora puede ser juzgado como un objeto por una instancia especial. Así, se transforma la pérdida de objeto, en una pérdida del yo y el conflicto entre el yo y la persona amada, es una disociación entre la actividad crítica del yo y el yo modificado por la identificación. Esta sustitución del amor al objeto por una identificación es un importante mecanismo en las afecciones narcisísticas. Corresponde a la regresión desde el tipo de elección de objeto, el narcisismo primitivo. La identificación es la fase preliminar de la elección de objeto y la primera forma, ambivalente en su expresión, utilizada por el yo para tal fin. Las identificaciones con el objeto no son tampoco raras en las neurosis de transferencia, constituyendo un conocido mecanismo de la formación de síntomas, sobre todo en la histeria. Pero entre la identificación narcisística y la histérica, existe una diferencia: en la primera es abandonada la carga de objeto y mantenida en cambio en la segunda, en la cual produce efectos generalmente limitados a acciones e inervaciones. Las situaciones que dan lugar a la enfermedad en la melancolía


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son aquellas de ofensa, postergación y desengaño que pueden introducir en la relación con el objeto, sentimientos opuestos de amor y odio. Cuando el amor al objeto, que ha de ser conservado, pese al abandono del mismo, llega a refugiarse en la identificación narcisista, recae el odio sobre el objeto sustitutivo, calumniándolo, humillándolo, haciéndolo sufrir y encontrando en este sufrimiento, una satisfacción sádica. El complejo melancólico se conduce como una herida abierta. El conflicto que surge en el yo y que la depresión suele sustituir por la lucha en derredor del objeto, viene a actuar como una herida dolorosa que exige una contracarga extraordinariamente elevada, debiendo considerar en cuanto a su naturaleza económica al dolor psíquico, análogo al dolor físico. Combatir el dolor ha sido y sigue siendo, el objetivo más definido del médico y la acción más inmediata que de él se espera. Sutratamiento exige un buen conocimiento de las formas de manifestarse en las diferentes enfermedades y su repercusión en el sujeto que lo padece.

A veces, más que el dolor por sí mismo, lo que cuenta es la angustia, la incertidumbre, la desesperanza que bruscamente se instalan en el proyecto vital de una persona. En relación al dolor, la sociedad está sufriendo unos profundos cambios.

Ya no se adopta frente a él una actitud pasiva y resignada porque cada vez existen más medios para controlarlo y se exigen. En algunas personas que no parecen mostrar signos de neurosis, una alteración somática patológica puede despertar la elaboración de síntomas, convirtiéndose el síntoma proporcionado por la realidad en representante de todas las fantasías inconscientes que esperaba la primera ocasión para manifestarse. En estos casos, tan importante es suprimir la base orgánica como combatir la neurosis, ocasionalmente surgida y sobre la que la enfermedad se sustenta.

Un proceso tan elaborado y complejo, específico de cada persona y variable según su circunstancia, demanda del terapeuta algo más que conocer la causa física para aplicar el mejor remedio con el menor riesgo.

Concepción Osorio. Psicoanalista

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Vi cómo los perfiles del tiempo se posaban levemente en mi piel dejando una marca.

MIGUEL OSCAR MENASSA.

Si hay algo que parece indiscutible respecto a la demencia es que esta palabra, durante muchos años maldita, se ha puesto últimamente de moda. El número de investigaciones, artículos, congresos y debates sobre este tema se ha multiplicado en los últimos años. Sin duda una razón fundamental para este auge de la demencia es la previsible epidemia que se avecina en un futuro próximo debido al creciente envejecimiento de la población. Ya en el año 79, un autor, F. Plum, caracteriza a la demencia como la gran epidemia del siglo XXI. La demencia se presenta como un reto tanto por las dificultades diagnósticas como por la ineficacia de los tratamientos actuales.

Además del altísimo coste sanitario que supone, o debería suponer, la asistencia y el cuidado de estos sujetos.

No existe acuerdo generalizado sobre qué instrumentos psicológicos y médicos deben emplearse en las distintas etapas de la evaluación y el tratamiento de un posible cuadro demencial, ni sobre qué profesional de la salud debe  emplearlos, ni siquiera con qué finalidad concreta. El concepto de demencia es sindrómico. La medicina entiende como tal un debilitamiento adquirido de las funciones intelectuales superiores de tal magnitud que dificulta significativamente tanto los rendimientos de la persona afecta, como su convivencia. Síndrome de larga duración, multietiológico, que afecta significativamente la conducta diaria, laboral y social. Un debilitamiento profundo, global y progresivo que altera las funciones intelectuales basales y desintegra las conductas sociales. Expontáneamente la demencia tiende hacia la  agravación progresiva y la decadencia psíquica terminal. Se habla de asistolia del cerebro, una especie de muerte de la vida psíquica. El diagnóstico de la enfermedad es fundamentalmente clínico.

Leyendo la bibliografía médica sobre las demencias se constata también una gran confusión terminológica sobre el propio concepto de demencia.

La demencia ha sido caracterizada a lo largo de la historia de múltiples maneras. El primero en utilizar el término demencia fue Celsus en el siglo I. Un siglo después fue Areatus de Capadocia quien utilizó el término de demencia senil. Estos autores utilizan este término con el sentido de pérdida de la razón, ya sea esto debido a la propia vejez, a los demonios o a formas particulares de perversión moral. Esta aceptación de demencia como pérdida de la razón persiste hasta el siglo XVIII, aunque sigue utilizándose todavía en nuestros días dentro de la medicina legal.

En el siglo XVIII, diversos autores distinguen ciertos tipos de demencias como formas especiales de locura. La demencia senil  debutaría con pérdida de la memoria y  evolucionaría lentamente asociándose a  nlentecimiento general y dificultades de atención. En esta etapa se utiliza arbitrariamente el término de demencia como una forma especial de pérdid a de la razón o de locura, en la que las causas señaladas siguen siendo la vejez y la perversión moral. La demencia termina siendo en esta época una vía final común de la locura. A lo largo de la primera mitad del siglo XIX se produce la gran revolución positivista que afecta de forma especial a las concepciones sobre la locura. La   enfermedad mental deja de ser enfermedad del alma para convertirse en enfermedades del cerebro. En este contexto la demencia pasa a ser la vía final común de ese deterioro cerebral, en especial las enfermedades de las arterias cerebrales.

La importancia concedida al origen vascular de la demencia persiste todavía, basta recordar la tendencia de los médicos


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generales a justificar el deterioro intelectual de sus pacientes por la patología vascular cerebral. El gran paso es el abandono de las teorías de la perversión moral como origen de la demencia. La demencia queda así vinculada a la patología cerebral y se busca desesperadamente una anatomía patológica específica, siendo Alzheimer, discípulo de Kraepelin, quien tuvo el mérito de poner en evidencia la presencia de placas seniles y de degeneración neurofibrilar.
Se comienzan a vislumbrar causas específicas y diferentes formas de demencias especificadas por su etiología.
Esta etapa de grandes descubrimientos lleva aparejada una gran confusión que coincide, al final del XIX, con la diferenciación entre neurología y psiquiatría; se llamó demencia a lo que se entiende por psicosis, y psicosis a lo que se entendía como demencia.
Se va delimitando la demencia como un cuadro clínico que lleva implícita una evolución crónica e irreversible. La demencia senil se entiende como un envejecimiento prematuro, en ocasiones de causa hereditaria, caracterizada como una lesión difusa de la corteza cerebral. La arteriosclerosis aparece cada vez más relegada en la etiología de la demencia. El término se sustituye por demencia multiinfarto (1977). De ser rara, pasa a ser una de las causas más frecuentes de invalidez y muerte en el anciano.
Las corrientes actuales enfocan la demencia como el resultado implacable de una alteración cerebral, ya sea vascular o degenerativa.
Esta evolución va a conllevar un cierto número de pérdidas: pérdidas de memoria, modificaciones de las capacidades psíquicas, trastornos de la personalidad que pierde su carácter original, alteraciones de la integración del sujeto dentro del marco social con modificaciones de sus estatus, y pérdidas de sus capacidades de adulto que tenía hasta entonces. Aunque se supone que es un trastorno crónico, no se tiene en cuenta para el diagnóstico, una delimitación en el tiempo. De esta forma en teoría se puede considerar con demencia a un paciente que cumple los criterios clínicos al menos el día de la exploración, sin esperar su evolución. La pérdida de autonomía es el resultado más frecuente, lo que lleva al sujeto directamente al asilo o a la institución que le guardará hasta su muerte, velando sobre todo por sus funciones neurovegetativas y vitales. El psiquismo parece haber abandonado totalmente a esa persona humana, concluye la medicina.
Según voy avanzando por los textos me voy dando cuenta de que parecería que todas estas concepciones médicas parecen compartir un mismo prejuicio en la base, y es el de considerar el envejecimiento normal como un periodo que comporta consigo, irremediablemente y de forma necesaria, un declive generalizado y armónico de la intensidad, rapidez y eficiencia del funcionamiento físico e intelectual. Con estas premisas se mide el grado de deterioro intelectual y si éste supera la media propia de la edad hasta el punto de hacer difícil o imposible el curso de las actividades normales, la situación se considera como patología y recibe el nombre de demencia. Además, como ya dije más arriba, no existe acuerdo generalizado sobre qué instrumentos psicológicos y médicos deben emplearse en las distintas etapas de la evaluación y tratamiento de un posible cuadro demencial, ni sobre qué profesional de la salud debe emplearlos, ni siquiera con qué finalidad concreta.
En este punto surge la siguiente pregunta: ¿Existe la demencia senil? ¿No se tratará del resultado último del abandono al que se condena al viejo por parte no sólo de la medicina, sino también de la familia, la sociedad, el estado? Abandonado bajo la idea de que nada puede hacerse, y además no es económico. La situación sería tan desesperada que no quedaría nada por hacer sino esperar la muerte.
Pero ciertos hechos no dejan de llamar nuestra atención: ciertas modificaciones de la personalidad pueden tener un significado frente a la adaptación del sujeto a la nueva etapa de su vida; la aparición de delirios parece colmar una falta y da a lo mejor al individuo a posibilidad de seguir viviendo aún con el hándicap que le acosa. ¿No se trataría entonces de signos de una tentativa de reorganización psíquica? ¿La mirada adaptativa a su alrededor no estaría presente en este tipo de reacción?

 

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Sería entonces una situación desesperada: recurrir a un estado regresivo para encontrar un equilibrio, precario e insatisfactorio, pero que permite seguir viviendo. La demencia como un medio para eliminar ciertas situaciones intolerables, en especial, la incapacidad de representarse la muerte.

El sujeto, volviéndose loco, borraría esa imagen insoportable y por esa muerte social que es la demencia, decidida de antemano, podría vivir sin representarse el último fin. Cuando el paciente cae bajo la ciencia médica, se convierte en un sujeto de la medicina,  por tanto todas las alteraciones que presente estarán justificadas. En cambio, el psicoanálisis en su existencia como escucha le somete a ser un sujeto del inconsciente, produce n nuevo sujeto, donde el paciente no tiene necesidad de esa patología.

Hay una transformación en todas sus relaciones porque surge una nueva posición de este sujeto en el mundo. El psicoanálisis no interroga a la enfermedad, sino que interroga al sujeto por su relación con el síntoma, cómo juega allí, en su  síntoma, su deseo. El cuerpo humano no sólo obedece a leyes biológicas, también es un cuerpo pulsional, significado en el intercambio humano e incluido en las leyes humanas, y esto debe ser tenido en cuenta a la hora de leer los procesos de enfermarse. Lo que tendría que ser resuelto psíquicamente se resuelve traumáticamente en la omnipotencia del cuerpo como forma de rechazar las diferencias sexuales, donde la muerte acontece por necesidad.

Si todo lo que yo pienso de la vejez es lo que otros han vivido, lo que se dice de la vejez y cómo se concibe, tengo una vejez demente. Si me separo de esa determinación, me separo del significante vejez, me hago sujeto del deseo, vivo mi propia vejez, que es nueva y que nadie ha vivido. Todo es nuevo. Hasta puedo no tener remordimientos, porque los remordimientos pertenecen a la historia de esa uniformidad, donde todos tienen que vivir la misma  vejez. Se trata de darle al paciente su palabra y restituirle su historia de deseos, integrar su enfermedad en su estructura psíquica. Nos duele envejecer, pero resulta más difícil aún comprender que se ama solamente aquello que envejece.

Fernando Ámez Miña. Psicoanalista

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  SEMINARIO SIGMUND FREUD

La Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero es una Institución que se dedica desde hace más de 28 años a la formación de psicoanalistas.

Como todos los años abre su convocatoria al SEMINARIO SIGMUND FREUD a todos aquellos que deseen iniciar su formación como psicoanalistas y/o leer la obra de Freud de forma productiva. En su primer año, se ven los siguientes puntos: 1. Aportaciones a una teoría de la lectura. 2. La Interpretación de los Sueños.

Más de 700 alumnos han pasado por esta  Escuela de larga tradición en el campo psicoanalítico y en la atención clínica especializada.

La obra de Freud como escritura, base material del psicoanálisis y la obra de Lacan como lectura productiva son los pivotes de este Seminario que apunta a que cada uno sea un sujeto de la lectura, de una lectura que lo produzca.

Dirigida por el Doctor Miguel Oscar Menassa, la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero es uno de los centros vivos del psicoanálisis contemporáneo, aquí, en esta ciudad de Madrid.

Este Seminario, como todos los que se imparten en la Escuela está coordinado por psicoanalistas de cuidada formación. El modo de funcionamiento es: clase y grupo de trabajo sobre el tema. Está dirigida a médicos, psicólogos, psiquiatras, trabajadores sociales, filósofos, sociólogos, y aunque especializado, está también abierto a todos aquellos que, provenientes de otros campos o aún estudiantes, quieran introducirse en una ciencia tan interesante como es el psicoanálisis, presente en el mundo de la cultura, la salud, la educación, etc. El psicoanálisis es una herramienta o instrumento que puede emplearse en distintos campos, además de la salud mental. Por eso  l énfasis en la formación de sus alumnos y en la elección de sus profesores y coordinadores. Este año se cumplen los 100 años de La Interpretación de los Sueños, el texto que escribió Sigmund Freud e inauguró el siglo. Una excelente oportunidad para volver sobre este texto, para todo aquél que quiera saber lo que pasó con la sexualidad en el siglo XX.

 Programa del primer año:

A. APROXIMACIÓN A UNA TEORÍA DE LA LECTURA         

 • Concepto de ruptura.
 • Concepto de trabajo.
 • Múltiple determinación y sobredeterminación.
 • Tiempo real y tiempo histórico.
 • La lectura, base material de las ciencias.
 • Lectura como producción.

B. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

• Método de interpretación onírica.
• El sueño es una realización de deseos.
• La deformación onírica.
• Material y fuentes de los sueños.
• La elaboración onírica.
• El olvido de los sueños.
• La regresión.
• La realización de deseos
• Interrupción del reposo por el sueño. La función del sueño.    El sueño de angustia.
• El proceso primario y el secundario. La represión.
• Lo inconsciente y la conciencia. La realidad.

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SEMINARIO JACQUES LACAN

La Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero convoca a la lectura de la obra del psicoanalista francés Jacques Lacan (1901-1981).

Esta convocatoria obedece a la importancia de este autor, tanto por su intensa investigación en el campo psicoanalítico, como por las consecuencias que tuvieron lugar en ese campo gracias a sus aportes en la transmisión del psicoanálisis, en la formación de psicoanalistas.

Freud constituyó un nombre propio en la historia del conocimiento al introducir un nuevo orden de determinación, la determinación inconsciente del discurso y por ello es el fundamento del discurso analítico, al que volvemos cada año. Lacan es un nombre propio en la historia del psicoanálisis, por combatir el amaneramiento de la praxis psicoanalítica, la esterilización del discurso freudiano. Por eso proponemos una vez más leerlo.

Volver a sus textos como él indicara, volver a la obra escrita de Freud. Volver a los fundamentos, a los monumentos, no para hacer arqueología sino para seguir pensando en la dirección señalada por Freud y esto, hoy por hoy, no es posible sin una lectura productiva de la obra lacaniana.

Lectura productiva quiere decir reconstruir en el procesamiento del material, los instrumentos con los que Lacan leyó, su modo de producción.

Programa del primer año:

1) Jaques Lacan

a) Situación histórica. Comentario general de su obra.
b) Vuelta a Freud.
c) Propuesta de lectura.

2) El estadio del espejo como formador de función del yo, tal como se revela en la experiencia analítica.

a) Un lactante frente al espejo: control y júbilo.
b) El estadio del espejo como identificación.
c) El Yo como función y como símbolo.
d) Las formaciones del Yo: superyó, Yo ideal, Ideal del Yo.

3) Cuerpo, yo y sujeto

a) De la psicología a la metapsicología.
b) Esquema de los dos espejos y narcisismo.
c) Dialéctica intersubjetiva. Esquema L
d) La estructura del sujeto: real, simbólico e imaginario.
e) Esquema R. La realidad y lo real.  
f) Producción del sujeto.
g) Ideal del Yo. Nombre del Padre. Edipo.

4) Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente

Freudiano.

a) Sujeto de la ciencia. Verdad y saber. sujeto del inconsciente.
b) Sujeto del enunciado y sujeto de la enunciación. Cadena significante y pulsión. Grafos 1 y 2.

5) La carta robada

a) Cuento de Edgar Allan Poe.
b) Propuesta de lectura del cuento: repetición de escenas, recorrido de un significante y causación de sujetos.
c) Repetición e insistencia de la cadena significante.
d) El orden simbólico.
e) Ley y efectos determinantes para el sujeto: forclusión, represión y denegación.
f) Del texto a la letra.


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SEMINARIO HEGEL, MARX, HEIDEGGER

FUNDAMENTOS DEL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO

Un seminario es siempre un asunto seminal, un espacio donde se insemina y se intenta sembrar algo. Ese algo se induce lentamente, sin que ninguna de las partes intervinientes domine la materia por completo. Ella se despliega imperceptiblemente como una materia prima que los asistentes van modelando de acuerdo con sus modos de recepción y elaboración. Así, de manera insistente, se va perfilando un resultado, un producto inacabado que da paso a un proceso de formación permanente. Si deseáramos atribuir un objetivo al Seminario sobre Hegel, Marx, Heidegger: hacer de la formación permanente un objetivo, trabajando dichos autores a través de sus textos, de lo que en ellos permanece inexplorado e impensado. Es de esa forma en que un texto se deja provocar, atravesar por otros, y posibilita una trama con un pensamiento inédito o un concepto todavía balbuceante.

Es bajo esa modalidad que la operación de lectura, abierta y recurrente, lee constantemente lo no leído en aquello que ha sido insuficientemente leído. Y este mecanismo evita, rehuye, desautoriza las fáciles periodizaciones (antiguo, moderno, posmoderno, etc.) o las banales «superaciones» («tal o cual autor ya es obsoleto»).

El seminario apunta a desarrollar, mediante el juego intertextual, lo ignorado en lo conocido, lo impensado en lo pensado, lo imprevisto en saberes aparentemente previsibles y previsores; y, finalmente, el cultivo —para seguir con la metáfora seminal— inconsciente que traza las diagonales de los fundamentos del pensamiento contemporáneo.

¿Por qué darles tal calificación a los aportes de Hegel, Marx, Heidegger?

En primer lugar, porque por causas variadas sus lecturas han sufrido constantes interrupciones, sin que se pusieran de relieve los supuestos de tales lecturas y sus lemas de referencia: «el pensamiento de Hegel es un todo acabado y definido», «el pensamiento de Marx ha sido superado por la historia que tanto celebró», «Heidegger ya dijo todo lo que tenía que decir», y demás comodines. Esta forma de leer se cierra sobre los textos para declararlos «cerrados», dictaminando su desaparición para el interés general. Muchos de los embates «posmodernos» participan de esta especie de genocidio por omisión.

En segundo término, porque todavía permanecemos en aquel horizonte abierto por la crítica radical que comenzó y recomenzó con los autores citados. Fueron ellos —junto con algunos más— quienes pusieron en perspectiva, para nosotros, tanto el pensamiento antiguo como el que nos aguarda desde el porvenir.

Claro que ni uno ni otro está dado, sólo pueden ofrecernos aquellos rasgos —y ciertos secretos— que podamos y sepamos arrancarles, mediante una fecunda labor formativa, siempre en devenir, nunca clausurada en sus propias e irrelevantes certidumbres. Y, para redondear la idea del seminario, cabe destacar que, a la inversa de lo habitual, las líneas del programa, los ejes temáticos, ciertos puntos de inflexión y reflexión, etc., obtienen sus ligazones, búsquedas y redefiniciones, desde una fuerte resonancia, una marcada relación y un señalado intento de articulación con el campo psicoanalítico y sus diversas problemáticas. Desde él proviene un modo de pensar y escuchar que nos hace escuchar y pensar de otro modo sus ramificados fundamentos. Fundamentos que no lo preceden, al estilo de una sustancia que daría sentido a todas sus formulaciones, sino que se fundan y funden repetidamente con el pensamiento que inaugura la ciencia —tan peculiar— del inconsciente y las complejas prácticas que instaura.

CUESTIONES PREMILIMINARES

AL SEMINARIO GENERAL

• La problemática

• La trama de pertenencia

• La preteridad de los conceptos

• Spaltung y desapropiación

• La cuestión de la tradición

• Arrancando desde lo no pensado 

• Hegel, Marx, Heidegger

 

TALLERES DE POESÍA

La Escuela de Poesía abre sus puertas a todo aquel que tenga intenciones de viajar por las dimensiones más perdurables del lenguaje.

Primer Ciclo: FUNCIÓN POÉTICA E INTERPRETACIÓN DE TEXTOS.
Segundo Ciclo: PRODUCCIÓN Y PUBLICACIÓN DE UNA REVISTA DE POESÍA.
Tercer Ciclo: PUBLICACIÓN DE UN POEMARIO PERSONAL, PRODUCIDO DURANTE LA EXPERIENCIA.

Todas las actividades de la Escuela serán producidas en grupos.

TRABAJOS PRÁCTICOS FUERA DEL TIEMPO GRUPAL

1. Escribir una carta todas las semanas.
2. Escribir un poema todas las semanas.
3. Conocer y llevar al grupo, un nuevo poeta todas las semanas.

CONOCER LA OBRA DE UN POETA Y LLEVARLA AL GRUPO

a) Lo que me impresiona o fundamentación emocional.
b) Lo que entiendo o fundamentación argumental.
c) Lo que amo o fundamentación histórico-social.

La lectura de poemas tiene que poder lograr cierta simultaneidad entre poetas de distintas escuelas o estilos y de diferentes épocas históricas. Ya que la poesía no padece de las miserias del tiempo cronológico y su valor está por fuera del valor de uso y lejos, muy lejos, del valor de cambio, ya que como sabemos, la Poesía, en su diferencia radical, no equivale a nada posible, su esfera de acción, el acontecimiento, no se puede usar, ni vender, pero sin embargo, y no es vano decirlo, ella sólo cobija en su seno a los grandes trabajadores.

Devoradora y sangrienta sólo ama el tiempo del pequeño hombrecito que la escribe, que en esa renuncia de no ser sino la perpetuidad de la poesía, ella se abre grandiosa al universo y el ser del poeta, por un instante, es ese goce.

LIBROS PUBLICADOS POR LOS TALLERES DE POESÍA EN LOS ÚLTIMOS SEIS AÑOS

• DES-NUDOS 
  Amelia Díez Cuesta
• ARTIFICIOS
  Jaime Icho Kozak
• TALLERES DE POESÍA I 
  Varios autores
PRIMERA INQUIETUD
  Alejandra Menassa de Lucia
• ENTRE PALABRAS 
  Carmen Salamanca Gallego
• CONTANDO PIEDRAS 
  Carlos Fernández del Ganso
• CUANDO ESTÁ POR LLOVER LOS PÁJAROS NO     VUELAN Norma Menassa
• BELLA DE SIESTA 
  Marcela Villavella
•DE TANTOS VUELOS
  Inés Barrio
• MANUAL DE VUELO
  Luis Schnitmann
• HUELLAS DEL AMOR
  Karina Pueyo
•DE LA MANO DEL AMOR 
  María Chévez
•LETRAS DE FUEGO 
  Cruz González Cardeñosa
•POESÍA CALLEJERA
  Stella Cino Núñez
•TIERRA DE AMANTES
  Claire Deloupy Marchand
•SURCOS 
  Ruy Henríquez
•ATRAVESANDO SOMBRAS
  Carlos Fernández del Ganso
•SI ME VIERAS... 
  Jaime Icho Kozak
•A MARES
  Varios Autores 
•PARA SEGUIR VIAJANDO
  Olga de Lucia
•NOCHES DE PIEL
  Carmen Salamanca Gallego
•AL OÍDO DEL VIENTO
  Alejandra Menassa de Lucia
• LA POESÍA Y YO 
  Miguel Oscar Menassa
•EVA BUENOSAYRES
  Varios Autores
•ARMAS DE MUJER 
  Varios Autores


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SEMINARIO DE GRUPOS

Este seminario apunta a satisfacer una exigencia actual. Es la siguiente: recuperar el pensamiento y las realizaciones prácticas sobre los grupos. Recuperar sonará a hacer presente algo del pasado, evidenciarlo con la fuerza que ha tenido o la nueva potencia que podría lograr. Para otros oídos tendrá variadas connotaciones, aunque en el ámbito del seminario toma un sentido muy preciso. Recuperar no es retomar conceptos, acciones, teorizaciones o experiencias que han transcurrido en otros tiempos y, quizás, respondían a sus demandas. Por el contrario recuperar lo que se ha hecho, deshecho, construido, balbuceado o coherentemente formulado sobre la problemática grupal, será poner en perspectiva a la misma. Hacer coactual lo significativo del pasado para que un futuro diferente —en todos los planos— sea posible.

Pero no se recupera cualquier cosa ni una totalidad acabada, sino los lapsus, olvidos, las grietas y logros que habitan en las propuestas más firmes, de indudable apariencia; así como lo no pensado y apartado por inespecífico de las concepciones grupales.

Desde el comienzo de los años cincuenta hasta fines de los setenta asistimos a una eclosión de los asuntos grupales. De manera abrupta y casi correlativa de la globalización (reducción de los aparatos estatales, dispersión de los mercados, centralización de los registros financieros, exacerbación de la individualidad, etc.), las reocupaciones por los fenómenos colectivos, las dimensiones del "socius" los problemas que ya no puede resolver la sociedad civil y los que rondan a las variadas formas grupales, son absolutamente relegados —cuando no excluidos— de distintos campos profesionales y áreas disciplinarias que otrora los habían elevado hasta el rango de "objetos de estudio". Del todo proclamado a la nada realizada parece haber sido el itinerario fantasmático, insuficientemente historizado, que recorrió el espectro grupal y sus incontables peripecias. Sin embargo es imposible dejar de señalar una situación paradojal. Mientras la problemática de la grupalidad era, arbitraria y forzadamente, tirada por la borda o sustituida por lamentables improvisaciones de las disciplinas en que "naturalmente" habitaba, otros quehaceres (profesionales, comerciales, empresariales, artísticos, de servicio en sentido amplio, etc.) las acogían sin reservas ni prejuicios. Y, como valor agregado, les daban un valor, rentabilidad y credibilidad que los "años felices" no habían podido consolidar. Esta especie de semblanza, que no pretende ser un diagnóstico, aunque tenga el tono de un pronóstico demorado, indica que las condiciones están a la mano de quien sepa tomarlas, para traer y retraer —en la  pertura de un nuevo compás histórico—, la problemática grupal y sus complejas realizaciones en su suelo nutricio. En ese volver a traer, en ese inédito "paso atrás", es donde anida la posibilidad de un salto inconsciente. Quizás, la impensada posibilidad de un renacimiento que el próximo milenio ya nos está exigiendo de manera persistente y silenciosa. (Quizás, en intentar responder a ese llamado resida gran parte del futuro "saber" sobre los grupos. Este, y no cualquier otro, parece ser el desafío).

Programa:

I. INTRODUCCIÓN A LA PROBLEMÁTICA GRUPAL

• Los grupos, su importancia actual.
• Grupo e institución. Una ligazón crucial.
• Una fase que interroga hoy a las producciones grupales: ¿qué es la democracia? Primera formulación tentativa.

II. TRAMAS HISTORIALES DE LA GRUPABILIDAD

• Bocetos etimológicos y metafóricos.
• En los albores: el psicoanálisis.
• Puntuaciones acerca de las principales escuelas.
• Escuela Inglesa. Crítica y puesta en perspectiva. Variantes americanas.
• Escuela Francesa. Limitaciones y aperturas.
• Escuela Argentina. Acotaciones y evaluaciones actuales.

III. RELEVAMIENTO DE ALGUNOS DISPOSITIVOS GRUPALES. FUNCIONES Y LÍMITES

IV. LA INTERVENCIÓN GRUPAL PSICOANALÍTICA.

LAS SOCIEDADES POSINDUSTRIALES.

V. DESARROLLO DE LA FRASE INTERROGATIVA

¿QUÉ ES LA DEMOCRACIA? COMPOSICIONES Y TRANSFORMACIÓN

NOCIONES RADICALES DE LA GRUPALIDAD.

VI. ESBOZO DE NUEVOS CONCEPTOS PARA ABORDAR LO GRUPAL. DEMORAS HISTÓRICAS, NECESIDADES FORMATIVAS Y REQUERIMIENTOS ACTUALES.

HORARIOS Y PRECIOS

SEMINARIO SIGMUND FREUD

Modalidad Semanal

Horario: Miércoles a las 19 h.

Precios:

20.000 pts., 120,20€  de matrícula y 25.000 pts., 150,25€  mensuales, 12 meses.

Fecha de comienzo: Octubre 2000.

Modalidad Mensual

Horario: Sábado, de 10 a 17 horas.

Precios:

20.000 pts., 120,20€  de matrícula y 25.000 pts., 150,25€  mensuales, 12 meses.

Fecha: Sábado 6 de Noviembre.

SEMINARIO JACQUES LACAN

Horario: Jueves a las 20,30 h.

Precios:

20.000 pts., 120,20€  de matrícula y 25.000 pts., 150,25€  mensuales, 12 meses.

Fecha de comienzo: Octubre 2000.

FUNDAMENTOS DEL PENSAMIENTO  CONTEMPORÁNEO HEGEL-MARX-HEIDEGGER

Coordinador: Miguel Oscar Menassa.

Profesor: Juan Carlos De Brasi.

Horario: Viernes a las 9,30 h.

Precios:

20.000 pts., 120,20 € de matrícula y 25.000 pts., 150,25€  mensuales, 12 meses.

Fecha de comienzo: Octubre 2000.

TALLERES DE POESÍA

Pedir información.

SEMINARIO DE GRUPOS

Coordinador: Miguel Oscar Menassa.

Profesor: Juan Carlos De Brasi.

Horario: Martes a las 21,30 h.

Precios:

20.000 pts., 120,20 € de matrícula y 25.000 pts., 150,25 € mensuales,

12 meses.

Fecha de comienzo: Octubre 2000

 

GRUPO CERO

MADRID

Departamento de clínica 
Tel. 43 28 06 14/07 10
Previa petición de hora

Con los que pueden se hace el poder. el resto vive de eso, son esclavos.

El Indio Gris nº 4

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DE NUESTROS ANTECEDENTES

SPINOZA

DE LA SERVIDUMBRE HUMANA,
O DE LA FUERZA DE LOS AFECTOS

1677

Llamo «servidumbre» a la impotencia humana para moderar y reprimir sus afectos, pues el hombre sometido a los afectos no es independiente, sino que está bajo la jurisdicción de la fortuna, cuyo poder sobre él llega hasta tal punto que a menudo se siente obligado, aun viendo lo que es mejor para él, a hacer lo que es peor.

Cuando los hombres empezaron a formar ideas universales, así como a preferir unos modelos a otros, resultó que cada cual llamó «perfecto» a lo que le parecía acomodarse a la idea universal que se había formado de las cosas de la misma clase, e «imperfecto», por el contrario, a lo que le parecía acomodarse menos a su concepto del modelo, aunque hubiera sido llevado a cabo completamente de acuerdo con el designio del autor de la obra.

Y no parece haber otra razón para llamar, vulgarmente, «perfectas» o «imperfectas» a las cosas de la naturaleza, esto es, a las que no están hechas por la mano del hombre. Pues suelen los hombres formar ideas universales tanto de las cosas naturales como de las artificiales, cuyas ideas toman como modelos, creyendo además que la naturaleza (que, según piensan, no hace nada sino con vistas a un fin) contempla esas ideas y se las propone como modelos ideales.

Como ya he dicho a menudo, los hombres son, sin duda, conscientes de sus acciones y apetitos, pero inconscientes de las causas que los determinan a apetecer algo.

Por lo que atañe al bien y al mal, tampoco aluden a nada positivo en las cosas —consideradas éstas en sí mismas—, ni son otra cosa que modos de pensar, o sea, nociones que formamos a partir de la comparación de las cosas entre sí. Pues una sola y misma cosa puede ser al mismo tiempo buena y mala, y también indiferente.  

Por ejemplo, la música es buena para el melancólico y mala para el afligido, en cambio, para un sordo no es buena ni mala. De todas formas, aun siendo esto así, debemos conservar esos vocablos. Pues, ya que deseamos formar una idea de hombre que sea como un modelo ideal de la naturaleza humana, para tenerlo a la vista, nos será útil conservar esos vocablos en el sentido que he dicho. Así pues, entenderé en adelante por «bueno» aquello que sabemos con certeza ser un medio para acercarnos cada vez más al modelo ideal de naturaleza humana que nos proponemos. Y por «malo», en cambio, entenderé aquello que sabemos ciertamente nos impide referirnos a dicho modelo.

Además, diremos que los hombres son más perfectos o más imperfectos, según se aproximen más o menos al modelo en cuestión. 

Debe observarse, ante todo, que cuando digo que alguien pasa de una menor a una mayor perfección, y a la inversa, no quiero decir con ello que de una esencia o forma se cambie a otra; un aballo, por ejemplo, queda destruido tanto si se trueca en un hombre como si se trueca en un insecto. Lo que quiero decir es que concebimos que aumenta o disminuye su potencia de obrar, tal y como se la entiende según su naturaleza. Para concluir: entenderé por «perfección» en general, como ya he dicho, la realidad, esto es, la esencia de una cosa cualquiera en cuanto que existe y opera de cierto modo, sin tener en cuenta para nada su duración. Pues ninguna cosa singular puede decirse que sea más perfecta por el hecho de haber perseverado más tiempo en la existencia, ya que la duración de las cosas no puede ser determinada en virtud de su esencia, supuesto que la esencia de las cosas no implica un cierto y determinado tiempo de existencia; una cosa cualquiera, sea más o menos perfecta, podrá perseverar siempre en la existencia con la misma fuerza con que comenzó a existir, de manera que, por lo que a esto toca, todas son iguales.

Nunca más tengo que hablar con la gente que comete el error del error.

Después de rectificar sus errores, andar por ahí diciendo que esos errores son necesarios para  la formación.

Indio Gris nº 1

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NIETZSCHE

ASÍ HABLÓ ZARATRUSTA
DEL PÁLIDO DELINCUENTE

1881

¿Vosotros, jueces y sacrificadores, no queréis matar hasta que el animal haya inclinado la cabeza? Mirad, el pálido delicuente ha inclinado la cabeza: en sus ojos habla el gran desprecio.

«Mi yo es algo que debe ser superado: mi yo es para mí el gran desprecio del hombre»: así dicen esos ojos.  

El haberse juzgado a sí mismo constituyó su nstante más alto:  ¡no dejéis que el sublime recaiga en su bajeza! No hay redención ninguna para quien sufre tanto de sí mismo, xcepto la muerte rápida. 

Vuestro matar, jueces, debe ser compasión y no venganza. ¡Y mientras matáis, cuidad de que vosotros mismos justifiquéis la vida! No basta con que os reconciliéis con aquél a quien matáis. Vuestra tristeza sea amor al superhombre: ¡así justificáis vuestro  seguir viviendo! «Enemigo» debéis decir, pero no «mal bicho»; «enfermo» debéis decir, pero no «infame»; «tonto» debeís decir, pero no «pecador». Y tú, rojo juez, si alguna vez dijeses en voz alta todo lo que has hecho con el pensamiento: todo el mundo gritaría: «¡Fuera esa inmundicia y ese gusano venenoso!».  

Pero una cosa es el pensamiento, otra la acción, y otra la imagen de la acción. La rueda del motivo no gira entre ellas. Una imagen puso pálido a ese pálido hombre. Cuando realizó su acción, él estaba a la altura de ella: mas no soportó la imagen de su acción, una vez cometida ésta. Desde aquel momento, pues, se vio siempre como autor de una sola acción. Demencia llamo yo a eso: la excepción se invirtió, convirtiéndose para él en la esencia.

La raya trazada en suelo hechiza a la gallina; el golpe dado por el delincuente hechizó su pobre corazón – demencia después de la acción llamo yo a eso.  

¡Oíd, jueces! Existe otra demencia aún: la de antes de la acción. ¡Ay, no habéis penetrado bastante profundamente en los rincones de es alma! Así habla el rojo juez: «¿por qué asesinó este delincuente? Quería robar». Mas yo os digo: su alma quería sangre, no robo: ¡él estaba sediento de la felicidad del cuchillo! Pero su pobre razón no comprendía esa demencia y le persuadió. «¡Qué importa la sangre! dijo: ¿no quieres al menos cometer también un robo? ¿Tomarte una venganza?» Y él escuchó a su pobre razón: como plomo pesaba el discurso de ella sobre él, – entonces robó, al asesinar. No quería avergonzarse de su demencia. Y ahora el plomo de su culpa vuelve a pesar sobre él, y de nuevo su pobre razón está igual de rígida, igual de paralizada, igual de pesada. Con sólo que pudiera sacudir su cabeza, su peso rodaría al suelo: mas ¿quién sacude esa cabeza? ¿Qué es ese hombre? Un montón de enfermedades, que a través del espíritu se extienden por el mundo: allí quieren hacer su botín.

¿Qué es ese hombre? Una maraña de serpientes salvajes, que rara vez tienen paz entre sí, – y entonces cada una se va por su lado, buscando botín en el mundo. ¡Mirad ese pobre cuerpo! Lo que él sufría y apetecía, esa pobre alma lo interpretaba para sí, – lo interpretaba como placer asesino y como ansia de la felicidad del cuchillo.  

A quien ahora se pone enfermo asáltalo el mal, lo que ahora es mal: el enfermo quiere causar daño con aquello que a él le causa daño. Pero ha habido otros tiempos, y otros males y bienes.  

En otro tiempo eran un mal la duda, y la voluntad de sí mismo. Entonces el enfermo se convertía en hereje y en bruja: como hereje y como bruja sufría y quería hacer sufrir. Pero eso no quiere entrar en vuestros oídos: perjudica a vuestros buenos, me decís. ¡Mas qué me importan a mí vuestros buenos! Muchas cosas de vuestros buenos me producen náusea, y, en verdad, no su mal. ¡Pues yo quisiera que tuvieran una demencia a causa de la cual pereciesen, como ese pálido delincuente! En verdad, yo quisiera que su demencia se llamase verdad o lealtad o justicia: pero ellos tienen su virtud para vivir largo tiempo y en un lamentable bienestar.  

Yo soy un pretil junto a la corriente: ¡agárreme el que pueda agarrarme! Pero yo no soy vuestra muleta. Así habló Zaratrusta.


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FREUD

EL PORVENIR DE UNA ILUSIÓN
1927

La cultura humana —entendiendo por tal todo aquello en que la vida humana ha superado sus condiciones zoológicas y se distingue de la vida de los animales, y desdeñando establecer entre los conceptos de cultura y civilización separación alguna—; la cultura humana, repetimos, muestra, como es sabido, al observador dos distintos aspectos. Por un lado, comprende todo el saber y el poder conquistados por los hombres para llegar a dominar las fuerzas de la Naturaleza y extraer los bienes naturales con que satisfacer las necesidades humanas, y por otro, todas las organizaciones necesarias para regular las relaciones de los hombres entre sí y muy especialmente a distribución de los bienes  naturales alcanzables. Estas dos direcciones de la cultura no son independientes una de otra; en primer lugar, porque la medida en que los bienes existentes consienten la satisfacción de los instintos ejerce profunda influencia sobre las relaciones de los hombres entre sí; en segundo, porque también el hombre mismo, individualmente considerado, puede representar un bien natural para otro en uanto éste utiliza su capacidad de trabajo o hace de él su objeto sexual. Pero, además, porque cada individuo es virtualmente un enemigo de la civilización, a pesar de tener que reconocer su general interés humano. Se da, en efecto, el hecho singular de que los hombres, no obstante, serles imposible existir en el aislamiento, sienten como un peso intolerable los sacrificios que la civilización les impone para hacer posible la vida en común. Así, pues, la cultura ha de ser defendida contra el individuo, y a esta defensa responden todos sus mandamientos, organizaciones e instituciones, los cuales no tienen tan sólo por objeto efectuar una determinada distribución de los bienes naturales, sino también mantenerla e incluso defender contra los impulsos hostiles de los hombres los medios existentes para el dominio de la Naturaleza y la producción de bienes. Las creaciones de los hombre son fáciles de destruir, y la ciencia y la técnica por ellos edificada pueden también ser utilizadas para su destrucción.

Experimentamos así la impresión de que la civilización es algo que fue impuesto a una mayoría contraria a ella por una minoría que supo apoderarse de los medios de poder y de coerción. Luego no es aventurado suponer que estas dificultades no son inherentes a la esencia misma de la cultura, sino que dependen de las imperfecciones de las formas de cultura desarrolladas hasta ahora. Es fácil, en efecto, señalar tales imperfecciones. Mientras que en el dominio de la Naturaleza ha realizado la Humanidad continuos progresos y puede esperarlos aún mayores, no puede hablarse de un progreso análogo en la regulación de las relaciones humanas, y probablemente en todas las épocas, como de nuevo ahora, se han preguntado muchos hombres si esta parte de las conquistas culturales merece, en general, ser defendida. Puede creerse en la posibilidad de una nueva regulación de las relaciones humanas, que cegará las fuentes del descontento ante la cultura, renunciando a la coerción y a la yugulación de los instintos, de manera que los hombres puedan consagrarse, sin ser perturbados por la discordia interior, a la adquisición y al disfrute de los bienes terrenos. Esto sería la edad de oro, pero es muy dudoso que puede llegarse a ello. Parece, más bien, que toda la civilización ha de basarse sobre la coerción y la renuncia a los instintos, y ni siquiera puede asegurarse que al desaparecer la coerción se mostrase dispuesta la mayoría de los individuos humanos a tomar sobre sí la labor necesaria para la adquisición de nuestros bienes. A mi juicio, ha de contarse con el hecho de que todos los hombre se integran tendencias destructoras —antisociales y anticulturales— y que en gran número son bastante poderosas para determinar su conducta en la sociedad humana. 

Este hecho psicológico presenta un sentido decisivo para el enjuiciamiento de la cultura humana. En un principio pudimos creer que su función esencial era el dominio de la Naturaleza para la conquista de los bienes vitales y que los peligros que la amenazan  podían ser evitados por medio de una adecuada distribución de dichos bienes entre los hombres. Más ahora vemos desplazado el nódulo de la cuestión desde lo material a lo anímico. Lo decisivo está en si es posible aminorar, y en qué medida, los sacrificios impuestos a los hombres en cuanto a la renuncia a la satisfacción de sus instintos, conciliarlos con aquellos que continúen siendo necesarios y compensarles de ellos.


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