ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 58

LA MAREA NEGRA

TRANSEXUALISMO, CIRUGÍA O PSICOANÁLISIS

LA ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA

ALUMNOS DE LOS CURSOS DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS

EL CUERPO EN MEDICINA Y PSICOANÁLISIS 

LOS RIELES DE LA FORMACIÓN

XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO

EL PODER DEL PSICOANÁLISIS

GRUPO CERO CELEBRA LA NAVIDAD POR BULERÍAS


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ALUMNOS DE LA PRIMERA Y SEGUNDA CONVOCATORIAS 
DE PSICOANÁLISIS PARA TODOS
SEMINARIOS: SIGMUND FREUD, JACQUES LACAN Y PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO 
(HEGEL, MARX Y HEIDEGGER)


Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Miércoles a las 17,00 h.

Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Lunes a las11,00 h.


Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Jueves a las 11,00 h.

Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Jueves a las 17,00h.

Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Jueves a las 21,00 h.

Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Viernes a las 17,00 h.

Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Sábados a las 17,30 h.

Seminario Sigmund Freud (primer año). 
Sábados a las 17,30 h.

Seminario Jacques Lacan (primer año). 
Martes a las 10,00 h.

Seminario Jacques Lacan (primer año). 
Martes a las 18,30 h.

Seminario Fundamentos del pensamiento Contemporáneo
(primer año) Miércoles a las 14,00 h.

Seminario Fundamentos del pensamiento Contemporáneo
(primer año). Miércoles a las 17,45 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Lunes a las 19;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Lunes a las 19;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Martes a las 11;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Martes a las 11;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Martes a las 17;30 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Martes a las 20;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Miércoles a las 14;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Viernes a las 19;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Sábados a las 13;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Sábados a las 19;00 h.

Seminario Sigmund Freud (segundo año). 
Sábados a las 21;00 h.

Seminario Jacques Lacan (segundo año)
Jueves a las 21;15h.

Seminario Jacques Lacan (segundo año)
Jueves a las 21;15h.

Seminario Fundamentos del Pensamiento Contemporáneo (segundo año) Miércoles a las 17:45 h.

El Director de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero y los profesores de los Seminarios Gratuitos

PSICOANÁLISIS PARA TODOS

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DEPARTAMENTO DE CLÍNICA PSICOANALÍTICA
ESCUELA  DE  PSICOANÁLISIS GRUPO CERO

EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO ES EFICAZ EN: Depresión, ansiedad, miedos, obsesiones, problemas sexuales, problemas de pareja, impotencia sexual o laboral, fracaso escolar, orientación vocacional, enfermedades como las jaquecas, la anorexia nerviosa y la bulimia. Y es de gran ayuda terapéutica en: La obesidad, enfermedades autoinmunes, asma, úlcera, cáncer...


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XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO
CERO. PSICOANÁLISIS Y MEDICINA
-SEGUNDO ENCUENTRO-

TRANSEXUALISMO.
CIRUGÍA O PSICOANÁLISIS

"- Una fantasía extraordinaria me atormentaba desde hace mucho tiempo, Juliette, y esperaba tu retorno con impaciencia porque sólo tú en el mundo puedes ayudarme a satisfacerla. Quiero casarme...

Casarme dos veces en el mismo día: a las diez de la mañana quiero, vestido de mujer, casarme con un hombre, a mediodía, vestido de hombre, casarme con un travestí como mujer. Aún quiero más...

Quiero que una mujer me imite: y ¿qué otra mujer podría aceptar esta fantasía sino tú, Juliette? Es necesario que, vestida de hombre desposes a una tríbada en la misma misa en que yo, como mujer, desposaré a un hombre; y que vestida de mujer, te cases con otra tríbada vestida de hombre, cuando, habiendo tomado los atuendos de mi sexo, yo desposaré, como hombre, a un travestí vestido de mujer".

Y así toda la danza de las equivalencias y todas las zonas erógenas se entremezclan en una danza tribal donde todos los fantasmas sádicos tienen lugares múltiples, intercambiables, dando lugar a genealogías deformes. Hay una acumulación de derrumbamientos y de quebrantamientos por la ruptura de esos lazos que ordenaban el mundo y que pasaron a ser sólo aspiraciones quiméricas. Nada en el mundo es tan delicioso como la existencia de esos frenos, creados únicamente para procurarse el placer de romperlos. No hay nostalgia por ningún objeto perdido, se trata de la abolición de las categorías y se rompen las barreras que separan al hombre de la mujer, al niño del adulto, al hijo del padre, a las zonas erógenas la una de la otra, a las moléculas del cuerpo entre ellas. El placer ligado a la transgresión está sostenido por el fantasma de haber destruido la realidad y, por ese hecho, haber creado otra nueva, la de un universo donde todas las diferencias están abolidas.

"El poder de destruir no le ha sido acordado al hombre, sólo tiene el poder de variar las formas pero no el de aniquilarlas", dice el discurso sadiano, y prosigue: "toda forma es igual a los ojos de la naturaleza, nada se pierde en el crisol inmenso donde se ejecutan sus variaciones: todas las porciones de materia que caen allí vuelven a surgir incesantemente bajo otras figuras. Nada tiene una muerte real, sino la simple variación que los modifica, todos aparecen hoy bajo una forma y algunos años después bajo otra, pueden, a voluntad del ser que quiere moverlos, cambiar mil y mil veces en un día, sin que ninguna ley en la naturaleza se vea, por un instante afectada.

Una acción y una reacción perpetuas, una muchedumbre de vicios y virtudes, en una palabra, un perfecto equilibrio que resulta de la igualdad del bien y del mal sobre la tierra". "¿Qué importa, dice Montesquieu, que de una bola redonda yo haga una cuadrada?

¿Qué importa que yo haga de un hombre una col, un nabo, una mariposa o un gusano?". Y luego agrega: "Atormentad, entonces, aniquilad, destruid, masacrad, quemad, pulverizad, fundid. Variad, en fin, bajo cien mil formas todas las producciones de los tres reinos, todo lo que se encuentra a nuestro alcance nos pertenece, trastornémoslo".

Transmutación de la realidad, cuya alquimia primera y fundamental, la Gran Obra, consiste en retornar al caos, se trata de abolir las diferencias.

El psicoanálisis ha puesto en evidencia que el obstáculo al incesto no es solamente el padre, sino la no concordancia cronológica entre la aparición del deseo edípico y la adquisición de las aptitudes para satisfacerlo. Esta discordancia está ligada a la prematuración humana y al estado de desamparo y de impotencia que la acompaña y que lleva al niño a depender del objeto para sobrevivir. No obstante, este estado de impotencia, de desamparo y de dependencia, es

abiertamente negado por Sade, quien dice que la madre goza dándole de comer al niño, y por lo tanto por qué vamos a estar agradecidos, "¿Deberé algo a alguien porque ese alguien ha hecho por mí algo que no necesito y que sólo él necesita?" -agrega.

Se trata de destruir la creación llevando a cabo una gigantesca mezcla, un conglomerado, una homogeneización total de las sustancias y de tomar, así, el lugar de aquel que es el origen de la creación, es decir, Dios. Porque esta destrucción es constitutiva de la creación de una nueva dimensión, la de la indiferenciación. La necesidad de abolir el universo de las diferencias, de subvertir así la realidad, hace que la perversión sea sádica obligatoriamente. El deseo de subvertir la realidad está siempre presente en el hombre, porque todo hombre busca cicatrizar su antigua herida narcisista, nacida de su impotencia primaria y de la inadecuación sexual que resulta de ella con respecto al objeto edípico. Este deseo cuando está sublimado, también da lugar a las más grandes creaciones y descubrimientos humanos y es un factor de innegable progreso.

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La destrucción de la diferencia entre los sexos va en paralelo con la destrucción de la diferencia entre las generaciones. El perverso, en general, es un alquimista, es la institución de la mezcla, nacida de la abolición de las diferencias con un mundo nuevo. Así es que él se convierte en Dios, en el creador.

Vamos a sostener que toda ley fundada sobre la separación es de esencia paterna, lo que no es, ciertamente una idea nueva, pero da cuenta de la oposición entre la ley del padre y la perversión, esta última fundada en la indivisión.

La ausencia de identificación con el padre, nos muestra claramente que no es un intento de introyectar los atributos del padre, sino de situarse fuera de toda filiación y convertirse en Dios, lo que hace que el proceso de sublimación sea defectuoso. Esto resulta evidente en las experiencias de los médicos nazis realizadas sobre los deportados, que tuvieron escasos resultados científicos. Todo des-cubrimiento científico y también toda creación artística tiene necesidad de asociaciones de ideas inéditas, de combinaciones de formas nuevas. Pero el fin perseguido va más allá de la búsqueda de amalgamas inauditas que apuntan a la negación de los poderes del padre. El arte es, a su manera, igualmente búsqueda de la verdad.

Cuando Freud habla del lugar del arte en la conquista del principio de realidad, dice: "El arte logra una reconciliación entre los dos principios, de una manera particular. Un artista es, originariamente, un hombre que se desvía de la realidad porque no alcanza a renunciar a la satisfacción pulsional que ella exige ante todo y que permite a sus deseos eróticos y de ambición, expresarse plenamente en sus fantasmas. Él reencuentra el camino de la realidad, a partir de su universo de fantasmas, utilizando dones especiales para transformar sus fantasmas en verdades de una nueva especie, que son valoradas por los hombres como preciosos reflejos de la realidad".

En cambio, el objetivo del perverso sería negar los poderes (genitales) del padre, y realizar una transmutación mágica de la realidad por una inmersión en la dimensión sádico-anal de la indiferenciación.

Gracias a la idealización de esta dimensión, él la decreta superior al universo genital del padre.

En el siglo XIX se reunieron múltiples registros de casos de transformación de la identidad sexual, a los cuales se dio el nombre de travestismo o de intersexualidad. A Esquirol, médico alienista, se le atribuye la primera descripción de un caso de transexualismo, y es a Richard von Krafft-Ebing a quien se le debe el establecimiento de una escala de inversiones sexuales que van desde el "hermafroditismo psicosexual" hasta la "metamorfosis sexual paranoica".

Se necesitaron los progresos de la cirugía y la medicina, y sobre todo las innovaciones de la genética, que permitieron identificar definitivamente la forma cromosómica del hombre (XY) y la de la mujer (XX) o sexo genético, para que quedaran claramente establecidas las distinciones entre el hermafroditismo, el travestismo, las anomalías genéticas y el verdadero transexualismo, que apareció entonces como un fascinante enigma del cual resurgirían todos los grandes mitos fundadores de las diosas madres. De allí la necesidad de crear una palabra para designar un fenómeno que no coincidía con el deseo de travestirse ni con una anomalía anatómica. El travestismo, muy bien descrito por los representantes de la sexología, es un disfraz que puede conducir a una perversión o a un fetichismo, y el hermafroditismo es un accidente de las gónadas cuyo tratamiento corresponde a la cirugía, pero sólo el transexualismo conduce al sujeto a cambiar de sexo y también a transformar, mediante una intervención quirúrgica, su órgano sexual normal en un órgano artificial del sexo opuesto. El transexual varón está convencido de ser una mujer, mientras que anatómicamente es un hombre normal.

Análogamente, la mujer transexual está convencida de ser un hombre, aunque anatómicamente es una mujer.

En la década de 1950, estos casos comenzaron a estudiarse en los EE.UU., el médico Harry Benjamín creó el término y, para aliviar el sufrimiento moral de los pacientes, propuso un tratamiento con hormonas y un ensayo de vida social, con el sexo deseado, por lo menos durante seis meses. La cirugía se encaraba solamente en la última etapa, si subsistía el deseo de cambiar de sexo. Más tarde Stoller, 1968, fue el primero en proponer una clasificación y un estudio sistemático de este trastorno, revisando la teoría freudiana de la sexualidad infantil y de la diferencia de los sexos. En primer lugar, él trazó distinciones radicales entre el transexualismo, el travestismo, la homosexualidad y el hermafroditismo. Después influido por el kleinismo, consideró el transexualismo como un trastorno de la identidad y no de la sexualidad, diferente en hombres y en mujeres, ligado a la relación particular y siempre idéntica del niño con la madre. De allí tuvo la idea de diferenciar el género como sentimiento social de la identidad, masculina o femenina, del sexo como organización anatómica de varón o mujer. En el transexualismo, el desfasaje entre sexo y género es total.

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Para Stoller, el transexualismo masculino, que es mucho más frecuente y paradigmático, está cerca de la psicosis. Para este autor el cambio de sexo mediante la cirugía no tiene ningún efecto benéfico, puesto que el transexual no acepta nunca su anatomía real, la cual no corresponde al género al que siente pertenecer. El tratamiento psicoanalítico sólo es posible en la infancia, dice, a título preventivo, o después de la intervención quirúrgica, donde permite entonces que el paciente enfrente la tragedia nunca resuelta de su identidad imposible. Pues lo más sorprendente es que el transexual hombre, a pesar de sus alegatos, sus denegaciones, sus renegaciones, nunca está satisfecho con su cambio de sexo, aunque le haya sido imposible renunciar a él.

Catherine Millot denominó ex-sexo al transexualismo, sosteniendo que en la mujer el deseo de ser amada como un hombre, corresponde más bien a un proceso histérico, mientras que en el hombre la voluntad de erradicación del pene deriva de una identificación psicótica con "La Mujer", es decir, con una totalidad imposible.

Esta tesis confirmaba lo que ya surgía de todos los casos observados, sobre todo en las historias de incesto: el trastorno de la identidad sexual es a la vez más frecuente y más psicotizante en el hombre que en la mujer, por cuanto la simbiosis original se produjo con una persona del sexo opuesto, la madre.

La teoría freudiana de la libido única y del falocentrismo, conserva su validez, puesto que el estudio de los casos de transexualismo femenino demuestra que las mujeres soportan mejor que los hombres la transformación anatómica que las convierte en varones. En síntesis, el transexualismo femenino parece corresponder a un trastorno de la identidad de naturaleza histérica o perversa, que pone de manifiesto la protesta masculina, mientras que el transexualismo masculino atestigua una voluntad de emasculación que no es más que la traducción de una elección de anonadamiento que convierte en irrisoria cualquier feminidad: de allí la fetichización, en los hombres convertidos en mujeres, de los símbolos que más subrayan la diferencia de los géneros (ropa y zapatos de lujo, pelucas, maquillaje exagerado, etc).

Si la diferencia de los sexos debe mucho a lo simbólico y su des-doblamiento a lo imaginario que fija los roles, pertenece en última instancia, por lo que representa en cuanto a la imposibilidad de ser evitada, al registro de lo real, es decir, que es del orden de ese irreductible contra el cual bien puede uno chocar indefinidamente. El transexualismo responde al sueño de apartar, incluso de abolir los límites que marcan la frontera donde comienza lo real. También hace soñar a las mujeres con un acceso al misterio de la feminidad como si ellos tuviesen la respuesta. Poseer un alma femenina prisionera de un cuerpo de hombre cuya corrección exigen, haciéndose dueños de una identidad sexual monolítica, exenta de dudas y preguntas.

El transexualismo es hoy día un fenómeno social, incluso un síntoma de civilización. Por lo tanto es proteiforme, y sólo corresponde a una definición mínima cercana al estereotipo: se define como transexual a una persona que solicita la modificación de su cuerpo a fin de conformarlo a las apariencias del sexo opuesto, invocando la convicción de que su verdadera identidad sexual es contraria a su sexo biológico. Se juntan en él una convicción y una demanda, la convicción es de que no debe nada a nadie, y la demanda se dirige al otro. Tal demanda es una actualidad ya que es la ciencia la que la oferta, puesto que sin cirujano ni endocrinólogo no hay transexual.

En este sentido se lo puede considerar un fenómeno moderno, pero queda de lado la convicción, y ésta no ha esperado a la ciencia, ya que Esquirol describía este fenómeno, así como todos los sexólogos del siglo XIX.

La cuestión de la estructura de los transexuales ya ha sido debatida.

Por un lado están los defensores del delirio parcial de los psiquiatras, para quienes el transexualismo es un síntoma psicótico, y del otro aquellos que sostienen que entre los transexuales se encuentran neuróticos, perversos y psicóticos como en cualquier población. Para éstos, a menudo médicos cirujanos y endocrinólogos, el transexualismo depende de un trastorno ubicado en la identidad y sostienen la hipótesis de que sería consecutivo de una impregnación hormonal del cerebro en el transcurso de la vida intrauterina y que por lo tanto la contradicción entre un cerebro de un sexo y un cuerpo de otro sería la causa del sufrimiento psíquico que es necesario aliviar con la rectificación corporal.

Desde el punto de vista psicoanalítico, la presencia o ausencia de síntomas situados del lado de la psicosis por la psiquiatría no es de ninguna manera decisiva. Porque de la misma manera que la ausencia de síntomas psicóticos no excluye una estructuración psicótica, la presencia de un síntoma no proporciona en sí misma ninguna indicación estructural. Ningún síntoma sella de por sí una estructura.

El sentirse mujer en un cuerpo de hombre, o a la inversa, tiene que ser leído. La demanda de cambiar de sexo, que en sí misma es un síntoma, puede emanar tanto de una hipocondríaca que quiere

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que le saquen los pechos por temor a un cáncer, como de una histérica que se propone al deseo de poder del cirujano.

Los primeros casos de transexualismo relatados tuvieron que ver con la psicosis, como en el caso Schreber.

Si tomamos la concepción del Edipo como metáfora en tanto sustitución del deseo de la madre por el Nombre del Padre, se puede tomar a la psicosis como el resultado de la carencia, en la batería significante que constituye la estructura de un sujeto, de ese significante fundamental que es el Nombre del Padre, fundamental en tanto permite metaforizar el deseo materno. Esta forclusión nos dice que el padre no tiene existencia simbólica y esto trae algunas consecuencias que tienen que ver con la posición transexual.

De la simbolización de la función paterna depende para el sujeto la responsabilidad de situarse en relación al falo como hombre o como mujer. A falta de este significante se producirá una merma en las posibilidades identificatorias del varón al padre que suele manifestarse en una inconsistencia imaginaria de la virilidad.

Hombrecitos hechos a la ligera, dirá Schreber, sólo la ropa vacía que cuelga de ellos. Esta inconsistencia de la virilidad puede tomar la forma de un delirio de eviración como así también la forma de un efecto de feminización que Lacan atribuye a la identificación psicótica al falo que le falta a la madre. "Por deber ser el falo, el paciente se consagrará a volverse una mujer". Ese deber ser el falo se confunde con la exigencia de ser el objeto del goce de Dios. "Es mi deber ofrecerle ese goce, escribe Schreber, en la medida que pueda ser del dominio de lo posible en las condiciones actuales atentatorias contra el orden del universo, y ofrecérselo bajo la forma del mayor desarrollo posible de la voluptuosidad del alma. Y si al hacerlo, como recompensa me toca un poco de goce sensual, me siento justificado para aceptarlo en calidad de pequeña reparación por el exceso de sufrimientos y privaciones que han sido mi destino desde hace tantos años". Este goce ofrecido al Otro divino, es un goce narcisista, goce de su imagen de mujer que ofrece al Otro como testimonio de su no castración.

La feminización inducida por la psicosis es un fenómeno clínico que se confirma en la observación. Sin embargo el transexualismo, es algo más específico. El transexualismo puro no conlleva síntomas psicóticos en el sentido psiquiátrico del término. Por otra parte Schreber no expresaba el sentimiento del transexual de ser una mujer prisionera en un cuerpo de hombre. No había un apego a las formas femeninas, él vivía esta transformación como una violencia escandalosa, contraria al orden del mundo, y si se acercaba a la mujer era para someterse a la exigencia divina. La convicción y la demanda de transformación corresponden en el transexual al intento de paliar la carencia del Nombre del Padre es decir poner un límite, un alto, dejar suspendida a la función fálica. El síntoma transexual funcionaría como suplencia del Nombre del Padre, en tanto que tiende a encarnar a La Mujer, a la que es Toda, toda entera mujer, más mujer que todas las mujeres. Si existe Uno que no está sometido a la castración, es en ese lugar donde podemos situar la función fálica tanto del padre Primitivo como de La Mujer que valdría más que todas las mujeres. Es el lugar del goce como lugar de lo imposible. Lugar del goce de la mujer, en el doble sentido como el goce que se obtiene de ella, y del goce que ella experimenta en su radical alteridad. Este es el lugar del Goce Total como de la Omnipotencia que es lo que se pierde cuando uno se inscribe en la función fálica. Precisamente es esta pérdida la que pone un límite, la que ordena. Entonces la carencia de ese significante fundamental tendría dos efectos, primero la inducción a la posición femenina, y segundo encontrar como suplencia de la función paterna, la feminidad bajo la forma de La Mujer imposible. Es la posibilidad de una suplencia de la función paterna, que un significante, el de La Mujer, venga a ocupar el lugar vacío dejado por la forclusión del Nombre del Padre. Lacan utiliza el Nombre del Padre como cuarto anillo para dar soporte formal al complejo de Edipo. La posibilidad de un suplemento quiere decir que otro significante que no sea el Nombre del Padre pueda venir a desempeñar la función de cuarto haciendo que el nudo se mantenga. Ciertos síntomas pueden tener esta función.

En el transexual RSI estarían libres de no estar anudados por un cuarto, que sería la identificación del sujeto a La Mujer. Pero este cuarto no incluye lo Real, sólo mantiene unidos a lo Imaginario y a lo Simbólico, lo Real no queda anudado, y la Demanda del transexual consiste en reclamar que en ese punto se produzca la corrección quirúrgica que habría de ajustar lo Real del sexo al nudo I.S.

El síntoma transexual tendría así la función estructural análoga a la que Lacan atribuye a la escritura para Joyce. Esto permite comprender por medio de qué suplemento se evita la psicosis del sexo de este siglo: "Hubo tambores de locura, que explotaban sonando como esferas de luz".

Norma Menassa. Psicoanalista
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-SEGUNDO ENCUENTRO-

EL CUERPO EN
MEDICINA Y PSICOANÁLISIS

Somos una terrible mezcla de ácidos nucleicos
y de recuerdos, de deseos y de proteínas
.

François Jacob (Nobel de Medicina, 1965) El objetivo del trabajo es tratar de diferenciar desde la medicina y el psicoanálisis ese soporte tan propio, sensitivo y fuera de su control que es el cuerpo para el humano.

Hay un saber de la medicina, que se refiere al organismo y es un saber efectivo que concierne a un real biológico.

Es un saber que lleva al humano a ser observado, medido, calculado, a expensas de todas las maneras que la tecnología pone a disposición de la medicina para investigar y curar las enfermedades, que nos aquejan o mejor aún de cómo prevenirlas.

Saber que en su despliegue, munido de una tecnología altamente complejizada, va calculando, realizando en un constante avance hacia lo real una dimensión casi imposible, y que al final se patentiza en un poder económico avasallador.

La vida tiene el valor de la adquisición de los medios efectivos para hacerla funcionar adecuadamente.

Saber fundante que ha permitido al hombre la producción de una entidad, de la que carecía el hombre primitivo.

La vejez, eso tan temido y angustiante para el hombre moderno resultó ser la mejor manera de postergar la muerte.

Ese salto maravilloso posibilitado por la medicina y el mejoramiento de las condiciones de vida, también ha devenido como catastrófico problema para las instituciones sociales que ya no saben qué hacer con los ancianos.

El psicoanálisis tiene un saber, que se ocupa de un cuerpo que no es real, sino también simbólico e imaginario.

No es un discurso explícito como el discurso médico.

El saber del cuerpo para ser operante en psicoanálisis no debe ser un saber efectivo sino supuesto, cuerpo que se irá articulando en el discurso, el que a su vez irá transformando al cuerpo.

La subjetividad será el laboratorio de la empresa analítica.

El cuerpo tiene que ver con la verdad y la palabra y se articula con lo inconsciente.

Es una sustancia gozante.

La biología molecular, que junto a la genética se ha transformado en las disciplinas piloto del saber médico, ha traído nuevas nociones y conceptos acerca de lo que entendíamos como cuerpo viviente.

La última determinación no la vamos a encontrar ni en el núcleo ni en el citoplasma de la célula, sino en un sistema complejo pero extremadamente coordinado de dinámicas reguladoras que operan simultáneamente en todos los niveles, desde la activación de la transcripción de la activación proteínica y de las comunicaciones intracelulares hasta el organismo en su totalidad.

Ya lo viviente estaba en cuestión, en tanto no se adecuaba a la segunda ley de la termondinámica, la ley que dice que la entropía siempre aumenta.

La entropía mide el grado de degradación de la energía, es decir, que en un sistema en el que tiene lugar cualquier tipo de proceso, la calidad de la energía tiende a disiparse, se incrementa la entropía.

La pregunta central era: cómo un organismo viviente podía producir transformaciones tan eficaces (la del calor solar en fuerza motriz propia) sin disipación de su energía.

El cuerpo animal no actúa como la lógica indica que funciona una máquina termodinámica. Es un ser contraentrópico.

Hubo entonces que redefinir a los organismos vivientes, como sistemas abiertos lejos de equilibrio, termodinámicamente hablando.

Y de golpe el límite de lo viviente no es la piel exterior del organismo, sino el perímetro externo de un sistema termodinámico cerrado, lo suficientemente grande para englobar los sustratos energéticos requeridos para la respiración y el metabolismo.

Schroedinger, el padre de la mecánica quántica, señala que el rasgo característico de la vida, es su resistencia al deterioro, no su capacidad de reproducción o crecimiento, sino su aptitud para seguir funcionando durante tanto tiempo, y esto sólo lo lograba "bebiendo orden", incorporando información en un medio apropiado, liberarse de la entropía es su condición de vida.

El cuerpo se ha transformado de manera irreversible, fundamentalmente en el discurso biológico.

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Su verdadera importancia era no tanto porque vivía sino porque no se moría.

Como lo señala la bióloga Fox Keller, el cuerpo para la biología moderna, como la molécula de ADN, y también como el moderno cuerpo cooperativo o político, se ha convertido en un aparte más de una red informacional, ora máquina, ora mensaje, siempre listos para el intercambio, cada cual por el otro.

Al imaginarlo como una computadora, una red de procesamientos de información o un transductor de insumos y productos múltiples, no sólo evoca nuevas formas de pensar, hablar y hacer, este cuerpo, que ya no es un nuevo tipo de cuerpo, ya es el cuerpo de una nueva máquina.

Como lo señala Lacan "es muy curioso decir el hombre tiene un cuerpo", también se podría decir que el cuerpo en el sentido que la palabra adquirió actualmente, tiene a un hombre. Y es muy posible que este cuerpo tenga aferrado al hombre con más fuerza de la que nunca ejerció ningún cuerpo materno.

Es interesante pensar que para la medicina, los aportes del psicoanálisis sobre el cuerpo fueron prácticamente nulos.

El cuerpo biológico, centro propio de la medicina queda totalmente por fuera de la teoría psicoanalítica.

¿Qué es el cuerpo para el psicoanálisis?

Paradójicamente es algo con lo que no se nace. Es algo del orden de la construcción. Lo viviente no es el cuerpo. No es un dato primario, tiene un estatuto subordinado.

Primera distinción, entre lo viviente, el organismo, lo biológico, hasta el límite de su formalización, y el cuerpo para el psicoanálisis, la evanescencia de la carne tocada por la histeria, o mortificado por lo psicosomático.

El cuerpo nace mirándose al espejo. Son necesarios un cachorro humano, una gestalt visual, y un soporte significante para que el acto tenga lugar. Hay una unidad, o por lo menos una expectativa fuerte para la posibilidad humana.

Hay por un lado un organismo discordante, prematuro, siempre al borde del despedazamiento y por otro una unidad tranquilizante, lograda por un cuerpo organizado por la imagen.

Y entonces muy tardíamente el niño va teniendo un cuerpo, con una organización suficiente, para empezar a soportar ser miembro de la cultura.

La discordancia no sólo es del cuerpo, también la teoría que quiere formalizarla se encuentra entre sus pliegues.

Va a decir también que es la cadena significante lo que introduce el discurso en el organismo, y en el límite mismo, que el organismo animal ya tenía una cohesión que se pierde con el ingreso del significante.

El cuerpo, es el cuerpo de lo simbólico, el lenguaje en tanto sistemas de relaciones internas.

El concepto de entropía, podemos rastrearlo allí, donde Freud reflexiona sobre la viscosidad de la libido, esa renuencia que tiene la libido de abandonar los puntos de fijación.

Las vicisitudes de la pulsión, ser chupado, cagado, gritado y mirado, constituyen los modos primarios de satisfacciones pasivas, que nos remontan al autoerotismo.

Ese acantonamiento de la libido, que Lacan denomina goce, es precisamente la entropía que el organismo debe vaciar, haciéndola pasar a goce fálico.

El psicoanálisis no es un idealismo, tiene su plena materialidad significante, y esto le permite ubicarse entre las ciencias.

Lo simbólico es verdaderamente un cuerpo, que va a hacer cuerpo de una sustancia viviente.

Se tratará entonces de las modalizaciones de esta incorporación, allí en esa particular manera, con que cada sujeto va a resolver los avatares de su ingreso al mundo de lo humano, como debemos rastrear el comienzo de la incidencia del inconsciente sobre el cuerpo, pero también las marcas enigmáticas con que se van a inscribir la psicosis y el fenómeno psicosomático.

El cuerpo es un atributo, no es nuestro mismo ser, como sujetos del significante estamos separados de él, hasta lo podemos hacer prescindible.

El sujeto es alguien del que se habla antes de nacer y permanece allí después de su muerte, cuando ya su cuerpo no existe pero está sostenido en los significantes de su memoria.

Los sujetos persisten en sus escritos, como en las inscripciones de sus lápidas.

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El lenguaje nos atribuye un cuerpo y después al unificarlo nos permite usufructuarlo.

La acción significante es desvitalizante para lo viviente, lo viviente no entra en el significante sino a sus expensas.

El cuerpo debe vaciarse de goce, su persistencia como goce de la cosa, nos asegura la enfermedad.

Pero también en su efecto de marca el lenguaje es quien nos atribuye los órganos. Es así como la función simbólica va a remplazar a la anatomía, en tanto destino del sexo de lo humano.

Será su inscripción fálica lo que va a decidir el mismo.

Es en su manera de afectar el cuerpo como incide, pero aún más es el límite de su goce, cómo muerde esa carne y qué hace con ella.

Muchos de los misterios actuales quizás puedan aclararse en la línea de pensar el funcionamiento de las moléculas como simbólico, esto es como registros, códigos o señales, una molécula se convierte en un mensaje, sólo en un contexto más amplio de coacciones físicas, que también podría denomianrse un lenguaje.

Lo Simbólico nos arrastra desde el código genético, combinatoria de cuatro radicales químicos, a lo más propio de la lengua combinatoria de los fonemas y finalizando en la configuración de los hexagramas del I Ching. El Libro de las transformaciones, tan parecido al sistema de Leibniz, y a la disposición molecular del ADN.

Pero frente al registro de lo Real, esa roca dura que limita el accionar de lo simbólico, eso tan difícil de pensar para la medicina, pone al psicoanálisis en el límite preciso de su imposibilidad, pero también de su plena capacidad transformadora.

Roberto Molero. Psicoanalista
Buenos Aires: 4805 5949

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EL PODER DEL PSICOANÁLISIS

Lectura de "La transferencia", conferencia pronunciada en Buenos Aires, en 1996 por Miguel Oscar Menassa

Esta lectura propone varias cuestiones, interpretaciones puntuales al quehacer psicoanalítico, en el seno de una comunidad psicoanalítica determinada, que hoy en día vemos que continúan vigentes para un amplio espectro de las comunidades psicoanalíticas de la actualidad.

En primer lugar la cuestión del miedo que el psicoanálisis, un nuevo continente que continúa su formación, inspira en los propios practicantes y en los habitantes del planeta.

En esa dirección Menassa habla del Psicoanálisis como "Un continente que antes de pensar en su autonomía tuvo que padecer para poder ser aceptado en la comunidad de nuevos continentes de todos los imperialismos imperantes" ... "una cosa tan individual, tan de diván y, sin embargo, poderosos sistemas se oponen a su socialización".

"¿No es acaso la familia del loco la que retira al paciente del tratamiento?

No son acaso las instituciones psicoanalíticas, internacionales o no que interrumpen el psicoanálisis de sus miembros porque alguna política de moda no lo permite?

Si todos temen, si mantenerse en ese territorio tan singular, trae tantos desvíos, habrá que preguntarse por qué.

Menassa dice que la implicación, el grado de implicación que el psicoanálisis le requiere al practicante, especificando que sin deseo del psicoanalista no habrá psicoanálisis y que desde ese momento es el deseo inconsciente el que marcará su producción y no su neurosis.

"El investigador deberá saber ahora que toda su producción no llevará como se dice la marca de su personalidad sino la de su deseo inconsciente a quien, por otro lado, nada le importa, ni el destino de la producción y ni siquiera su belleza o su completud", expresa con claridad hasta qué punto el psicoanalista queda implicado en la operación, con su deseo inconsciente, el cual "en el tiempo producido por la teoría psicoanalítica (que es una COMPLEJA ARTICULACIÓN QUE SE PRODUCE EN SU PRAXIS) roza asintóticamente su realización y su muerte... sin conseguir nunca ni realizar ni morir, ya que realización y muerte son sinónimos cuando se trata de poner fin al mecanismo que sostiene en vida lo psíquico verdaderamente real, el inconsciente".

"Una presencia que por su persistencia termina siendo invisible para nosotros mismos, es decir actúa en nosotros como una ausencia.

Y por otro lado una ausencia que de tan ausente se hace presencia nítida y así, en la mayoría de los casos, como realidad objetiva actúa sobre nosotros".

Dice que por eso le tememos al Psicoanálisis porque "el primer requisito (que me requiere sin proponérmelo) para ser ciudadano de semejante mundo es aceptar la incertidumbre como un estado natural dentro del territorio y en lugar de huir o matar como nos venía proponiendo la familia (y también el Estado) habrá que ponerse a conversar".

Nos aclara, es en la precisión de un diálogo donde se conversa. Y esa precisión de un diálogo es la determinación del concepto de transferencia sobre la praxis psicoanalítica.

"Que sea de una manera y de ninguna otra.

Él hablará a nadie y menos que menos al analista.

El Otro hablará para nadie, menos que menos para el analista.

Diálogo, entonces que garantiza que alguien hablará pero sin saber nunca quién habla ni a quién habla".

Luego Menassa amplía la superficie de implicación, no es sólo para practicantes, todos tenemos nuestra propia vida implicada en el descubrimiento freudiano (soñar, soñamos todos).

 


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Aquí volvemos a temer, porque hay un verdadero requisito para rozar ese saber no sabido, que es modificarse. Y lo único que nos promete a cambio el psicoanálisis es nuestra propia transformación, "temo lo que el psicoanálisis en su transmisión me requiere, psicoanalizarme".

El psicoanálisis no es sólo para psicoanalistas encerrados en cenáculos.

Reafirma el texto aquí la dirección señalada por Freud, donde para exponer su descubrimiento elige los sueños como modelo y no los síntomas por ejemplo. Mucha gente cree en sus síntomas como en su personalidad, viven de ellos y a ellos aferrados como si la propia neurosis fuera una singularidad. El sueño es una forma más universal que en su manifestación nos puede decir y descubrir muchas cosas y así lo ha hecho desde que el hombre existe. Los sueños son modelos más aceptables y en su disfraz le demuestran al soñante que hay algo que no controlan, que no conocen ni saben...

Aún hay más para temer, nos añade Menassa en el texto, ya que "la ley de su praxis impone a la mujer hablar y escribir, imposición absolutamente novedosa a pesar del extendido dominio que se ha ejercido sobre ella a través de los siglos."

La mujer y la poesía se parecen en este punto ya que "dejar de ser el hecho mismo para contarlo es para la poesía en todos los casos transformarse en un género menor."

"Dejar de ser sus propias vibraciones es para la mujer en todos los casos, un hecho triste".

"Ella, mientras tanto, en los momentos libres, aprovecha y sueña y mientras duerme sueña que sueña todo el día.

Él sabe que ella nunca se lo perdonará y, sin embargo, sigue dibujando sobre el papel los más íntimos detalles de todo el recorrido.

Ninguno de los dos puede con lo que es. Como si estuvieran viviendo en un país pero sometidos a las leyes de otro país".

Al final de este párrafo Menassa afirma que más allá de la gran diferencia donde la Poesía determina y Ella padece, la mujer y la poesía son semejantes en todo.

Es el propio título de la conferencia el que nos pone ante la vigencia del Psicoanálisis.

Y esta vigencia ininterrumpida en la vida y la producción en el autor de la conferencia es la que le permite hablar de lo que no se puede hablar, de lo que hoy día es aún víctima de soslayos y sorpresivas y sospechosas explicaciones por los prácticantes en el intento obsceno, ridículo e inútil a la vez de sentarse en el sillón del psicoanalista sin psicoanálisis.

Menassa, una vez más recuerda a los psicoanalistas que el Psicoanálisis es: Inconsciente. Interpretación. Transferencia.

En el ejemplo narrativo didáctico la paciente le dice al analista:

"Me gusta que sea tan bruto como un camionero y, a la vez, tan dulce y frío como una muñeca de porcelana".

Frase en la que analiza lo que vive en transferencia ella misma.

La sesión termina cuando ella recuerda: "El cuerpo del poeta yace a mil kilómetros de profundidad, es inalcanzable".

Algo que nunca fue es lo que se recuerda siempre, afirma Menassa para decirle a la comunidad psicoanalítica "Han creído en el amor en lugar de producirlo".

Algo que nunca hubo tiene que ser perdido.

La transferencia se dispara desde el futuro y sin embargo los practicantes "Han explicado la transferencia, han aconsejado en falso".

La relación sexual no existe o, por lo menos, no deja huella. Sin embargo han confundido "la sexualidad, materialidad inconsciente con lo que hacen algunos hombres y, en general, las vacas y los perros".

O sea temo psicoanalizarme porque el Psicoanálisis me exige modificarme para transformarme porque esa transformación no llevará mi sello personal, sino la marca de mi deseo inconsciente.

Temo implicarme como psicoanalista y como destinatario simple de ese descubrimiento donde desde ya formo parte de la historia del pensamiento, aún en mi ignorancia, soy un habitante del planeta.

Además impone a la mujer dejar de dormir sobre sus sueños para escribir y hablar, condenándola a transformar en producción sus eternas ambiciones fantásticas, a ser dueña de su sexualidad y de su sexo y abandonar la esclavitud genital, a participar del intercambio social entre semejantes, dejando de ser su propia mercancía.

También deseamos eso que tememos, nuestra transformación y a ella nos sometemos en búsqueda de un poder más veraz que el de los síntomas, un poder sobre nosotros mismos.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

 

ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS

Soy lo que vuela
encadenadme y seré lo encadenado que vuela
matadme y seré lo encadenado, muerto, que

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LA ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA
TAMBIÉN TIENE SU COLUMNA

Queridos socios y lectores del Aula de Poesía y Psicoanálisis, hemos cumplido nuestro cuarto año de existencia y seguimos adelante, para que los objetivos de la

Asociación nos trabajen.

En estos cuatro años, se organizaron conferencias, jornadas de psicoanálisis, homenajes a Sigmund Freud y Jacques Lacan, recitales de poesía (recordamos todavía la voz, entre otros, de Leopoldo de Luis, hablándonos de la generación del 27), charlas-coloquio de Medicina y Psicoanálisis, colaboramos en diferentes Congresos Internacionales Grupo Cero, patrocinamos cortometrajes, campeonatos de mus, presentaciones de libros, creamos el Premio a la Mujer Trabajadora y, como figura en sus estatutos, dos premios: uno de Poesía y otro de Psicoanálisis, que ya cumplieron su cuarta convocatoria, cada vez con mayor calidad en sus candidatos.

Queremos agradecer a los socios que con su esfuerzo (tiempo y dinero) han hecho posible que la Asociación pueda difundir la cultura en cualquiera de sus manifestaciones.

En noviembre de 2002, se falló la cuarta convocatoria de los Premios Pablo Menassa de Lucia, que en su modalidad de Poesía (batiendo todos los records de la Asociación) premió seis libros. Seis poemarios de poetas formados en su totalidad en los diferentes Talleres de Poesía Grupo Cero. Una cantera inagotable de verdaderos trabajadores de la palabra, por ser transformados por la función poética.

El primer premio recayó en el libro La Muerte en casa de Alejandra Menassa de Lucia.

Un segundo premio ex-aequo a los poemarios Golpes de Realidad, de Manuel Menassa de Lucia y Sobre papel barato, de Jorge Fabián Menassa de Lucia Y un tercer premio ex-aequo a los libros Claveles espa-ñoles de Inés Barrio, Cortina de humo, de Cruz González Cardeñosa y Estallidos del deseo, de Magdalena Salamanca Gallego.

Con estos seis libros, que serán publicados próximamente, la Asociación alcanza la cifra de 16 libros publicados en los primeros cuatro años de funcionamiento. 

Felicitaciones desde aquí a los laureados y animamos a los socios para que comiencen a elaborar sus libros para la próxima convocatoria, que será la quinta, tanto en Poesía como en Psicoanálisis.

Queremos agradecer a la Revista de Poesía, Aforismos y Frescores, LAS 2001 NOCHES por hacerse eco y publi-car un adelanto de los libros premiados.

Hemos confeccionado una página WEB, que pueden visitar, donde aparecen los estatutos de la Asociación, historia del Aula, los diferentes premios, reportajes gráficos, biblioteca, listado de socios, actividades a realizar y otros datos de interés, entre ellos el modo de asociarse para todos aquellos que lo deseen.

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Les deseamos una feliz Navidad y un próspero año nuevo, para todos.

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LOS RIELES DE LA FORMACIÓN

Si puedes es porque has construido un deseo, pero si no puedes es que has olvidado que para poder algo hay que hacer un trabajo, hay que construir un deseo. Para desear estudiar hay que estudiar, no es suficiente con querer ser el que estudia, no es suficiente para ser médico desear ser como el médico que conozco, no basta para ser psicoanalista querer ser como Freud sino que hay que aprender a pensar como piensa Freud, y para eso hay que seguir la ley, hay que seguir el texto.

Ni "tú eres el que me seguirás" como si de un mandato se tratara o una delegación, o bien un llamado, ni siquiera "tú eres el que me ha seguido" como una cosa hecha, acabada, como si entre otros, tú eres el que me ha seguido. Tampoco en segunda persona, es decir como "tú eres el que me has seguido" como acción temporalizada, considerada en el acto de llevarse a cabo.

No hay "tú eres el que me sigue mejor" ni "tú eres el que me sigue como un perrito" porque ningún sujeto supone a otro sujeto, sólo un significante representa a un sujeto y no precisamente para otro sujeto sino para otro significante.

Tampoco se trata de "tú eres el que me seguía ese día", ni "tú eres el que en un tiempo me seguías a través de las pruebas", sino que se trata de "tú eres el que sigue la ley, tú eres el que sigue el texto", algo que también podemos diferenciar de "tú eres el que sigue la multitud".

La transmisión es seguir la ley, el texto de lo que se trate, y la ley es la causa del desear, por eso que lo que se transmite es el deseo de transmisión.

¿El pensamiento científico se distingue en oposición del pensamiento mágico y el pensamiento religioso porque el saber se transmite? Podemos responder que la transmisión no es una cuestión de costumbre o tradición sino que forma parte de la estructura lógica, es constitutivo del pensamiento científico el mostrarse, el mostrar cómo se ha transmitido al científico.

Transmitir es enseñar no lo que es la formación sino las vías hacia la formación, lo mismo que el psicoanálisis no es llegar a ninguna verdad sino emprender un psicoanálisis, asociación libre bajo transferencia, es decir las vías hacia la verdad. No se trata de la transmisión de conocimientos sino saber que conocer es tomar posición en un saber, y si el saber es una articulación significante, saber será articularse, implicarse en ese saber, sabiendo que el conocimiento es efecto de tomar posición en un saber.

El saber está hecho de letras mientras que el conocimiento está hecho de palabras, el saber es una estructura significante, tiene estructura de lenguaje, porque sabemos que la única estructura es la estructura de lenguaje, todo lo demás que está estructurado lo es porque ha sido estructurado como lenguaje, incluso las estructuras elementales de parentesco no son sino la primera forma de la estructura del lenguaje que nos estructura, podríamos decir que es una de las formas en que se presenta la ley del lenguaje, siendo la ley del lenguaje la causa del deseo inconsciente, por eso que el inconsciente no es ningún desarreglo, es decir, que los enigmas del deseo, su frenesí, no consisten en ningún desarreglo del instinto sino que el deseo por estar estructurado en las vertientes metonímica y metafórica del lenguaje para ponerse en escena tiene que entrar en los rieles de la metonimia que le impone como deseo ser siempre deseo de otra cosa, en tanto no hay nada que lo colme o lo calme sino que deseamos porque somos deseantes, siendo la metonimia la que sostiene el deseo como carencia en ser, como deseo de nada, en tanto se trata de desear, por eso Freud lo formula como deseo inconsciente indestructible, por eso que nunca dejamos de desear, aún cuando nuestro deseo esté refugiado en el deseo de no desear, con lo "no deseamos" con la intensidad y el frenesí del deseante.

En la ciencia psicoanalítica la transmisión forma parte de la formación del psicoanalista, y la formación del analista forma parte del concepto de inconsciente, quiere decir que no es sin interpretación.

El goce del ejercicio del saber es el goce de su adquisición, lo que quiere decir que no hay saber sino goce del saber, que no hay saber adquirido, sino que es en el mismo acto de ejercerlo que lo adquiero y sólo es posible gozarlo, pues el saber ni se importa ni se exporta sólo se goza en acto. El saber está fuera de mí, sólo puedo ejercerlo.

El goce del saber dura lo que dura el ejercicio del saber, es una posición en una articulación significante, por lo tanto no es tanto saber sino saber de las vías hacia el saber, lo mismo que la libertad o el amor no es adquirir la libertad o el amor, no es una adquisición, sino saber mantenerse en las vías del saber, del amor o de la libertad, y eso es saber, amar, en libertad.

Aprender que "carencia de ser" es propio de la metonimia cuya fórmula es que todo se hace con la metonimia, es decir "palabra a palabra".

El psicoanálisis inaugura un pensamiento que no es precisamente nihilista sino que nace en la nada y llega a la nada, nace en el falo, en la demanda del falo, y llega al objeto a, que es causa del deseo, y ahí nace el deseante.

La formación no es llegar a ningún lugar, ni es ningún camino sino caminar siguiendo las leyes del caminar que se trate, y caminando se van dejando restos, producciones que a su vez entrarán en otras cadenas de producción, por eso Menassa nos dice que lo importante es ser chatarra en la formación de otros, que lo importante es la escritura como resto que muestra cómo hemos leído, cómo hemos sido transmitidos. Por eso que no hay transmisión sin escritura que dé cuenta de que ha habido transmisión.

Por eso que no hay formado, sólo hay en formación, hay estar en el saber, hay haber encontrado un lugar en la verdad de ese pensamiento, hay implicación. No hay explicaciones sino implicaciones, por eso que no hay que alguien me explique sino que un significante me implique. Hay cuánto pagas y no cuánto ganas, porque ganar es algo que no transforma mientras que pagar es transformador, ganar es algo fácil mientras que pagar es algo que sólo algunos se permiten, y pagar es con dinero, palabras, escritura, etc... Lo cual conlleva ganancia, mientras que ganar sin pagar es un dinero que no sabemos si tiene la categoría de dinero, no sabemos si es función dinero, por eso ganar mucho dinero para algunas personas es el principio de su ruina.

Aprender a pagar es aprender a hacer del dinero una función, función de equivalente general que hace que una mercancía equivalga como mercancía.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
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