ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 60

CARTA AL PRESIDENTE

PSICOANÁLISIS PARA EMPRESAS (I)

DIFERENCIAS ESTRUCTURALES ENTRE NEUROSIS OBSESIVA Y PARANOIA

EL AMOR EL ODIO Y LA IGNORANCIA

LA SEXUALIDAD ES INCONSCIENTE

NUESTROS LIBROS

ANGUSTIA Y LA VIDA PULSIONAL

XI CONGRSO INTERNACIONAL GRUPO CERO 

ENTREVISTA A LA DOCTORA OLGA DE LUCIA VICENTE

DEL SEXO ESTRATEGIA

CLÍNICA DE LA SEXUALIDAD FEMENINA

GRUPO CERO BUENOS AIRES

CARTA AL PRESIDENTE

Señor Presidente, estoy harta de su silencio,
así, que espero que, esta vez,
Usted se atreva a contestarle
a una ciudadana preocupada como española
y sobre este particular me gustaría comunicarle
que mi marido dice, y sin ánimo de ofender,
que yo soy una española de pura cepa,
bailo el tango pero lo bailo más o menos,
al hablar recorto el horizonte como si fuera
una mujer del sur, de Andalucía,
y me arrodillo sólo frente al hombre
que me lo pide amablemente.

Le escribo por lo del chapapote
y alguna que otra cosita
que hemos descubierto entre sus partidarios.
No quieren que Usted vuelva a ser Presidente
porque usted, así dicen, es muy malo.
Cuando alguno de sus ministros, o algún allegado,
colabora, acelera o engrandece una catástrofe,
usted lo castiga, terrible señor,
prohibiéndole comer la chocolatina semanal.
Muy bien, Señor Presidente, eso se llama
manejar la justicia con amabilidad,
al estilo de las montañas mexicanas:
Para los amigos, la mano;
para los enemigos, la ley.

Después está ese otro asunto
de la limpieza ciudadana que,
para decir verdad, siempre me gustó.
Cuando joven era pro-China
porque en China era obligatorio
bañarse todas las mañanas.
Después, también, me imagino
que usted se refiere a otro tipo de limpieza,
esa que anuncian por televisión:
Expulsaremos de las calles de España
a todos los enfermos graves, al chocolate,
a la maría, a blanca nieves, a todas las putas,
a todos los borrachos y a los homosexuales.
Pues bien, Señor Presidente, yo se lo digo,
si ustedes hacen eso de la limpieza
no sólo se quedarán sin votantes
sino que España, nuestra España,
se quedará sin ciudadanos.
Así que, como una verdadera madre,
quiero aconsejarle por el bien de todos.

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA-
XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
«No podemos terminar con el alma, sólo podemos curarla».

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: 
LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO


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Deje la calle como está y trate
de limpiar mejor su vereda y,
Señor Presidente, no diga mentiras,
no le diga a las mujeres que
son iguales a los hombres
porque eso es teóricamente indemostrable.
Y no le diga a las parejas
para que deseen tener hijos
que es muy fácil educarlos.
Recuerde, Señor Presidente, que nosotros,
usted también, vivimos en un país
donde no podemos educar bien
ni a los perros.
Y antes de comenzar la despedida
quisiera decirle que sería maravilloso
para todos los españoles que su Gobierno
permitiera que los ciudadanos hablaran
un poco así, o así, o así...
Pero los profesionales que forman su Gabinete
tienen que hablar en castellano con elegancia,
con distinción y casi sin repeticiones, en tanto
el castellano es un idioma exquisitamente rico,
y si alguno no llega o no puede del todo,
no importa, algo tendrá que estudiar.

Y ya sabemos, porque lo dicen los periódicos
y hasta sus canales privados de televisión,
que los presidenciables de su partido
no alcanzan ni su belleza, ni su estatura,
pero, Señor Presidente, un Jefe
tiene que ser amable con sus delfines,
contarles algo de la verdad:
Lo de la belleza es porque me maquillan
y lo de la estatura es porque estoy, todo el día,
subido a la sillita que me regaló Felipe y,
a decir verdad, en este momento, viendo
los inútiles que me rodean, no sé, no sé,
si podré abandonar la sillita.
A mí, Felipe me lo enseñó todo.
Y ahí, fue donde su mujer
se hizo presidenciable, cuando le preguntó:
¿También te enseñó a caerte de la sillita?
Y no quiero olvidar que yo
le escribía la carta
por el asunto de la guerra.
Me dijo mi marido que no me olvidara de decirle
que es muy lamentable para todos los españoles
que los últimos discursos de su partido
nos han acercado a Estados Unidos, que está muy lejos,
y nos alejaron de Europa, que está tan cerca.
Ah, otra cosa, me dijo que le preguntara
si usted sabía, porque yo no lo sabía,
que para ganar una guerra
es necesario destruir al enemigo.
¿Entiende, Señor Presidente?
Es necesario, para ganar una guerra,
matar, violar, romper, robar, incendiar, volver a matar,
destruir los hospitales para que el enemigo no tenga salud,
destruir los colegios
para que los hijos de los enemigos no tengan educación
Y después, Señor Presidente, a los que quedan vivos,
explotarlos, robarles las riquezas naturales
gobernarlos con leyes extranjeras
y guiarlos con una religión distinta a la que profesan.
Yo no entiendo, Señor Presidente, porqué usted
quiere hacerle eso al pueblo de Irak.
Usted tendría que consultar este asunto
con su mujer, que inteligente y cristiana,
tiene que saber aconsejarlo en contra de la guerra.
Por ejemplo, ella le podría decir
que para un cristiano está prohibido
mentir, matar, violar, robar
y, por sobre todas las cosas,
un cristiano no debe desear la mujer del prójimo
y tampoco su petróleo.

MIGUEL OSCAR MENASSA

 

GRUPO CERO
BUENOS AIRES
ESCUELA DE PSICOANÁLISIS

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EL AMOR, EL ODIO Y
LA IGNORANCIA

Podemos distinguir entre el amor como pasión imaginaria y el amor como relación simbólica.

El amor de quien desea ser amado es una tentativa de capturar al otro como objeto, es amor narcisista. Quien aspira a este amor no le interesa ser amado por su bien, sino que quiere ser amado por todo, no sólo por su yo, sino por sus bonitos ojos, por sus manías y debilidades.

Amar en el plano simbólico es otra cosa, es amar al otro más allá de lo que parece ser, estando más allá de la esclavitud imaginaria, por eso que puede aceptar sus debilidades y torpezas, hasta puede admitir sus errores, pero cuando el ser amado lleva demasiado lejos la traición a sí mismo y persiste en engañarse, el amor se queda en el camino.

El ser hablante que somos nace en un mundo de hablantes, nace en el lenguaje y comienza por hablar y ese hecho mismo permite que cuando le hablen pueda escuchar. Todo comienza cuando se demanda al Otro, cuando se habla al Otro, después se invierte esta demanda para que se transforme en demanda del Otro, por eso que si el niño no habla, no ama, difícilmente podrá construir el creerse amado.

El amor es una de las tres pasiones en las que queda inmerso el sujeto y cuando se realiza simbólicamente en la palabra, se dirige al ser del otro. Sin la palabra el amor sólo es fascinación imaginaria, padecimiento amoroso.

Lo mismo sucede con el odio. Existe una dimensión imaginaria del odio, en tanto el deseo de que el otro desaparezca es correlativo a la dimensión de su presencia, aunque sabemos que el odio no se satisface con la desaparición de su adversario. Ni el amor imaginario se satisface con la presencia del otro, ni el odio con su desaparición, por eso que en ese sentido son una carrera sin fin.

Tanto el amor como el odio son vías de la realización del ser, no la realización del ser. Otra vía es la ignorancia. Existe una disposición a la transferencia por el sólo hecho de posicionarse en la ignorancia frente a la verdad. Por eso que el psicoanalista no guía al psicoanalizante hacia un saber, sino hacia las vías de acceso a ese saber, donde lo que cuenta son las vías de su error. La posición del psicoanalista debe ser la de una ignorancia docta, que no quiere decir sabia, sino formal y que es formadora para el psicoanalizante.

Freud desde sus primeros trabajos avanza en un campo que es el de la verdad del sujeto, para él se trata de la verdad del sujeto que se distingue de la noción de realidad.

Y la verdad se funda por el hecho de que habla. Es por eso que lo inconsciente que dice lo verdadero sobre lo verdadero, está estructurado como un lenguaje, pudiendo decirse que Freud supo dejar, bajo el nombre de inconsciente, a la verdad hablar.

Ya en Estudios sobre la histeria, muestra que es la verdad la que habla, que su noción de trauma psíquico no es tanto del orden de la realidad como del orden de la verdad, incluso muestra cómo la posición respecto a la verdad produce para el sujeto una realidad diferente.

Verdad o enfermedad, he ahí el dilema. Lo que ocurre es que a veces no tenemos el valor moral, la moral suficiente, como para afrontar una verdad de lo humano, y huimos en la enfermedad. Y también desde sus comienzos Freud nos dice que no hay para el ser humano nada, antes de ser simbolizado, que una cosa es lo soñado, lo vivido, lo acontecido y otra la interpretación del hecho, que los hechos sólo existen después de ser interpretados, que nada ocurre hasta la segunda vez. Y lo traumático no es ni la primera ni la segunda vez, sino que cuando ocurre por segunda vez se ha producido una verdad ante la que tenemos que tomar posición, en tanto es una verdad que nos concierne, que nos compromete a tomar posición. Así vemos a Lucy enfermar en la segunda escena, porque tiene que aceptar que el padre de las niñas, para quien trabaja, no se va a casar con ella. O vemos a Catalina enfermar en la segunda escena, porque ahí ha comprendido una verdad, que su padre es un "animal", en tanto no está estructurado por la interdicción del incesto y que "cerrando los ojos" podemos gozar hasta con nuestro peor enemigo. Pero ninguna de las dos tenía la fuerza moral para afrontar esas verdades, fuerza moral, valor moral (diferente a decir un tipo de moralidad), que el psicoanálisis les da y esta vez permite que entre verdad y enfermedad, la opción sea elegir la verdad.

Esta nueva posición psíquica coloca al sujeto en una nueva posición en el mundo, lo que conlleva un cambio de la realidad sin que la realidad haya cambiado, porque no se trata de cambiar la realidad sino de transformarse respecto a las verdades humanas.

En el síntoma hay una verdad que habla, por eso decimos que el síntoma habla, el sujeto con el síntoma grita su verdad, por eso el psicoanálisis le presta un servicio al sujeto cuando no deja que el sujeto sea utilizado por el síntoma, en tanto el síntoma implica al sujeto, muestra al sujeto y su relación con el inconsciente, pero también lo hacen las demás formaciones del inconsciente y no secuestran al sujeto en la economía del síntoma. No es lo mismo resolver una cuestión con nuestra verdad, mediante un chiste, un lapsus o un sueño, algo que dura un instante, que mediante un síntoma que está presente en todos nuestros actos, que habla en todos nuestros actos.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93


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ANGUSTIA
Y VIDA PULSIONAL

La angustia es un estado afectivo o sea una unión de determinadas sensaciones de la serie placer-displacer con las inervaciones de descargas a ellas correspondientes y su percepción, probablemente el residuo de cierto acontecimiento importante. Freud lo sitúa en influencias propias de la angustia sobre la actividad cardíaca y la respiración, posiblemente, en el nacimiento.

O sea, la angustia primera habría sido una angustia tóxica.

En la diferenciación entre angustia real y angustia neurótica, vemos en la primera una reacción aparentemente comprensible ante el peligro, un daño temido procedente del exterior; y en la segunda algo enigmático e inadecuado.

En el análisis de la angustia real, Freud habla de un estado de tensión arterial y tensión motora extremadas a las que llama "disposición a la angustia". De allí se desarrollaría la reacción de angustia de la que son posibles dos desenlaces: a) la reacción de angustia. Se limita a una señal y la reacción restante puede adaptarse a la antigua sensación de peligro o bien toda la reacción se agota en el desarrollo de la angustia haciéndose paralizante e inadecuado al presente estado afectivo.

Con respecto a la angustia neurótica Freud destaca tres circunstancias diversas. Primero como angustia general, libremente flotante, dispuesta a enlazarse pasajeramente a cualquier posibilidad emergente, o sea como angustia expectante, como en la neurosis de angustia típica.

Segundo, fijamente vinculada a representaciones en las llamadas fobias, en las cuales podemos reconocer aún una relación con un peligro exterior, aunque considerando desmesurada la angustia ante el mismo.

Tercero, la angustia propia de la histeria y otras formas de graves neurosis que acompañan a los síntomas o surge independiente como acceso o como estado más duradero pero siempre sin fundamento visible en los peligros exteriores.

¿Qué se teme en la angustia neurótica y cómo conciliarla con la angustia real ante peligros exteriores? Con respecto a la expectación angustiosa, la experiencia clínica ha probado su relación regular con la economía de la libido en la vida sexual. La causa más ordinaria de la neurosis de angustia es la excitación frustrada. En lugar de esta libido desviada de su utilización surge la angustia. Esa libido insatisfecha se transforma directamente en angustia.

Ciertas fobias infantiles como el miedo a la soledad y a los extraños debe adscribirse a la angustia neurótica, no a la angustia real.

Las fobias infantiles y la expectación angustiosa de la neurosis de angustia nos procuran dos ejemplos de una de las formas en que nace la angustia neurótica por transformación directa de la libido.

La angustia en la histeria y en otras neurosis la atribuimos al proceso de represión, manteniendo separado el destino de la representación que de reprimir se trata, del destino de la carga de libido a ella ligada. La representación es reprimida y deformada hasta quedar irreconocible; pero su montante de afecto es transformado regularmente en angustia, indiferentemente de su naturaleza, sea agresión o amor. La razón por la cual se ha hecho inutilizable un montante de libido, ya sea por debilidad del yo como en las fobias infantiles o a consecuencia de procesos somáticos de la vida sexual, como en la neurosis de angustia o por represión en la histeria.

Los dos mecanismos de la génesis de la angustia coinciden en uno.

En cuanto a lo que se teme, dice Freud, es a la propia libido. La diferencia con la angustia real está en dos extremos, por una parte en que el peligro exterior es interior y en que no es conscientemente reconocido.

De un peligro exterior puede escaparse con la fuga, lo que no es posible con un peligro interior.

La angustia como estado afectivo está al servicio de la propia conservación y es señal de nuevos peligros, nace de magnitudes de libido que se han hecho inutilizables y también del proceso de represión.

El Yo puede producir y sentir angustia, y no tendría sentido hablar de angustia del Ello o adscribir al Superyo la facultad de sufrir angustia pero sí que hay una correspondencia en el hecho de que las tres clases principales de angustia, real, neurótica y la de la conciencia moral pueden ser referidas a las tres dependencias del Yo, del mundo exterior, del Ello y del Superyo.

De los casos clínicos se ha investigado que el Yo no crea la angustia, ésta existe con anterioridad y ella crea la represión, pero sólo puede ser la angustia real, la angustia ante un peligro exterior. Lo decisivo es que un peligro amenaza desde el exterior y el niño cree en su efectividad. La amenaza es de perder el amor.

Toda época del desarrollo se haya adscripta a una condición de angustia.

El peligro del desamparo psíquico ajusta con el estadio de la falta de madurez del yo, el peligro de la pérdida de objeto (o pérdida de amor) ajusta con la falta de suficiencia de los primeros años infantiles; el peligro de la castración ajusta con la fase fálica y el miedo al superyo ajusta con la época de latencia. Deberían ser abandonadas las condiciones de angustia anteriores cuando el robustecimiento del yo desvaloriza esas situaciones peligrosas.

Muchos seres humanos no consiguen superar el miedo a la pérdida de amor, nunca son independientes del amor de los demás.

Alguna de las antiguas situaciones peligrosas logran también pasar a épocas ulteriores modificando adecuadamente su condición de angustia. Ejemplo: miedo a la castración bajo el aspecto de fobia a la sífilis. El adulto sabe que la castración no será empleada como castigo, pero ha adquirido la experiencia que tal liberación instintiva puede acarrear graves dolencias.

Entonces la angustia produce la represión y una situación instintiva temida se refiere a una situación de peligro exterior (real).

Represión bajo influencia de la angustia

Este caso de la represión es aquel en que el impulso pulsional pertenece al Ello y el Yo se siente débil.

El Yo recurre a una técnica idéntica a la del pensamiento normal.

El pensamiento es una acción experimental con pequeñas magnitudes de energía análogo a los desplazamientos de figuritas sobre un mapa. El yo anticipa la satisfacción del impulso sospechoso y le permite reproducir las sensaciones displacientes de la situación peligrosa.

Freud nos aclara que ha intentado reducir al pensamiento normal lo que en realidad es un proceso entre magnitudes de energía en un substrato irrepresentable.

El Yo utiliza, como dijimos, una carga de experimentación y despierta con la señal de angustia el automatismo del mecanismo placer-displacer.

A partir de eso o bien el acceso de angustia se desarrolla plenamente y el yo se retira de la excitación rechazable o bien opone en vez de la carga experimental, una contraria la que afluye con energía del impulso reprimido para la producción de síntomas o es incorporada al yo como producto reactivo, como intensificación de determinadas disposiciones del yo o como modificación permanente del mismo.

Cuanto más reducido puede ser el desarrollo de la angustia a una mera señal, tanto más emplea el yo las reacciones de defensa que llegan a la ligazón psíquica de lo reprimido. Eso tan difícilmente definible que se llama carácter debe ser adscrito por entero al yo.

Ante todo la instancia parental primaria como superyo, proceso de la máxima importancia y luego las identificaciones ulteriores con los dos elementos de la pareja parental y con otras personas de influencia y similares identificaciones formadas como residuos de objetos abandonados, ahora, posteriormente. Hay que añadir como aportaciones constantes a la formación del carácter los productos reactivos que el yo adquiere en sus represiones primero y luego en la repulsa de impulsos indeseables. No es fácil adivinar lo que ocurre en la represión con la carga del impulso, de la pulsión que se ha combatido, qué sucede con la carga libidinal de esta excitación y cómo es empleada. Esta era la carga que la represión transformaba en angustia. Desde que ha intervenido el principio de placer-displacer activado por la señal de angustia hemos visto que tal principio sigue limitadamente los procesos que se desarrollan en el Ello.

Este principio da resultados diferentes más o menos considerables.

A veces el impulso instintivo conservará su carga que permanecerá inmodificada en el Ello, siempre bajo la presión del Yo. En otros parece experimentar un completo aniquilamiento en el cual la libido queda encaminada por otras vías. Sería la solución normal del complejo de Edipo, el cual no queda simplemente reprimido sino que es destruido por el Ello. Y además muchas veces tiene lugar un reflujo libidinal, una regresión de la organización de la libido a un estadio anterior. Esto sólo puede acaecer en el Ello y es bajo la influencia del mismo conflicto, que es iniciado en la señal de angustia.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

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DEL SEXO:
ESTRATEGIAS

En las relaciones, establecidas entre las instancias del conocimiento y el poder, se puede ver que no hay una estrategia para toda sociedad, de manera uniforme, sobre las manifestaciones del sexo.

Por mencionar un ejemplo tópico: la política de reducir el sexo a su función reproductora, aparentemente heterosexual, adulta y a su legitimidad matrimonial; su "naturalización" no da razón de los objetivos buscados, de los medios empleados en las políticas sexuales que conciernen a ambos sexos, a las diferentes edades y posición de clase social. Conjuntos estratégicos, que despliegan a propósito del sexo, dispositivos específicos, de conocimiento y poder, que adquieren en determinados momentos, una coherencia y alcanzan en el orden del poder, una eficacia y en el del conocimiento una productividad que permite describirlos en su relativa autonomía. En la preocupación por el sexo, se dibujan en Occidente, algunas figuras privilegiadas, anclajes para las empresas del conocimiento, como son: "la mujer histérica"; "el niño masturbador", "la pareja monogámica", "el adulto perverso"; cada una es el correlato de una estrategia, cada una a su manera, atravesó y utilizó, el sexo de niños, mujeres y hombres.

Se trata, de la conducción social de la sexualidad, a la que no debemos concebir, como una especie dada de naturaleza, que el poder intentaría reducir, o como un dominio oscuro que el conocimiento intentaría descubrir. Es el nombre que se puede dar a un movimiento histórico: no una realidad por debajo, en la que se ejercerían difíciles apresamientos. Basta con visitar kioskos, librerías o encender la T.V. y ver la proliferación de tertulias, artículos, programas de audiencia masiva, para encontrar una gran red superficial, donde la estimulación de los cuerpos, la intensificación de los placeres, la incitación al discurso, la formación de conocimientos, el refuerzo de los controles y las resistencias, se encadenan unos con otros. Sin duda, puede admitirse que las relaciones de hombres y mujeres, dieron lugar a un sistema de alianza: matrimonio, fijación y desarrollo del parentesco de hecho y de derecho, de transmisión de nombres y bienes, etc. Junto a éste, hay un nuevo registro, que se le superpone y que contribuyó, aunque sin excluirlo, a matizar su importancia: El dispositivo de la sexualidad, como el de alianza, va unido a los compañeros sexuales, pero de diferente manera. El dispositivo de alianza, se edifica en torno de un sistema de reglas, que definen lo permitido y lo prohibido, lo prescrito y lo ilícito; el de sexualidad funciona según técnicas móviles, polimorfas y coyunturales.

El dispositivo de alianza, tiene entre sus principales objetivos, el de reproducir el juego de las relaciones y mantener la ley que las rige; el de la sexualidad engendra, en cambio, una extensión permanente de los dominios y las formas de control. Para el primero, lo pertinente es el lazo entre dos personas de estatuto definido, para el segundo, lo pertinente son las sensaciones del cuerpo, la calidad de los placeres, la naturaleza de las impresiones, por tenues o imperceptibles que sean. Si el de alianza está articulado con la economía, por el papel que pueda desempeñar, en la transmisión o circulación de riquezas; el de sexualidad, está vinculado a la economía, por mediaciones numerosas y sutiles, pero la principal es el cuerpo que produce y consume. El dispositivo de alianza, está orientado a una homeostasis del cuerpo social, que es su función mantener; de allí su vínculo privilegiado con el derecho; de allí también que acentúe el tema de la reproducción.

El dispositivo de sexualidad, no tiene como razón de ser reproducir, sino proliferar, innovar, anexar, inventar, penetrar los cuerpos, de manera cada vez más detallada y controlar las poblaciones, de manera cada vez más global.

Alrededor y a partir del dispositivo de alianza, se erigió el de la sexualidad y no dejó de funcionar, en relación con un sistema de alianza y apoyándose en él. Así se puede leer cómo la familia vehiculizó en sus dos dimensiones principales (el eje, marido-mujer y el eje, padres-hijos), elementos del dispositivo de la sexualidad (el cuerpo de la mujer, la precocidad infantil, la regulación de los nacimientos y la especificación de los perversos). Como estructura sexual, como máquina hominizante, asegura la producción de una sexualidad, que no es homogénea respecto de los privilegios de alianza, permitiendo que éstos sean atravesados por nuevas tácticas de poder. Es el cambiador de la sexualidad y la alianza: transporta la ley y la dimensión de lo jurídico hasta el dispositivo de sexualidad; y transporta la economía del placer y la intensidad de las sen-saciones hasta el régimen de alianza.

Jaime Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

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MIGUEL OSCAR MENASSA
CON FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS
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PSICOANÁLISIS
PARA EMPRESAS (I)

Desde mi experiencia como psicoanalista, trabajando diversos aspectos dentro de la grupalidad, hemos llegado a lo que denominamos el "Análisis para Empresas", entendiendo al mismo como un aporte o ayuda a la estructura de la Empresa cuando hay dificultades en los procesos de producción debido a la existencia de resistencias psíquicas motivadas por cuestiones de tipo afectivo entre los socios directivos o entre trabajadores y empresa.

Actualmente son varias las empresas o los empresarios que consultan al psicoanálisis para tratar de encontrar una vía de mejora en la productividad de sus empresas. Para ello se organizan sesiones grupales con la directiva e incluso con grupos de empleados, cuya función laboral es fundamental dentro del organigrama de la empresa.

¿En qué consiste lo que denominamos Coordinación o Supervisión Empresarial?

Para ello, se materializa, o se contrata un espacio con la figura de un psicoanalista -que hace las veces de observador y coordinador- y el equipo directivo que será quien explaye la problemática que consideran como causante de las dificultades productivas por las que está atravesando la empresa. Las dificultades, no es necesario que lleguen a ser económicas, ya que llegar a este punto, es sinónimo de que algún deterioro en el proceso de productividad ha acontecido dentro de la estructura empresarial. Una dificultad precoz -por ejemplo- de comunicación entre uno o dos socios, puede ser causa de futuros trastornos dentro del proceso de producción de la empresa.

El sentido de estos encuentros es plantear toda la problemática afectiva que existe entre todos los sujetos que constituyen lo que podríamos denominar la cúpula de la empresa.

La mayoría de los afectos existentes -ya sean celos, envidias, rencores, odio, amor, deseo, etc.- pueden mostrarse de una manera consciente, pero muchas veces, tales afectos no se manifiestan sino bajo la forma de boicoteos, equivocaciones donde hago fracasar al otro, errores que llevan a cuestionar la efectividad de un socio, etc... Podríamos englobar todo bajo la rúbrica de error tras error, equivocaciones tras equivocaciones que a la larga deterioran las relaciones y el proceso comunicativo -se trata siempre de culpabilizar al otro-. Y tras este proceso de deterioro afectivo, la estructura de la empresa se acaba resistiendo.

El psicoanálisis viene a mostrar que cualquier relación entre personas es intersubjetiva, es decir, sujeta a la subjetividad individual de cada integrante y para que haya relación, debe haber pacto, se debe trabajar para la función. Sin embargo, muchos empresarios trabajan para su persona, no para ser una función de la cual se benefician otros socios. Ello es debido a que entre sujetos siempre surgen afectos. Muchos de ellos son totalmente inconscientes y lejos de manifestarse de una manera abierta, se manifiestan mediante la aparición de dificultades comunicativas entre los mismos, sujetas siempre a la subjetividad de cada individuo.

Dentro de todo grupo, el proceso imaginario, juega un papel fundamental para la aparición de estados afectivos que pueden jugarse en contra del proceso de productividad, que es lo realmente importante dentro de una empresa. El proceso imaginario, lo podríamos definir como la capacidad que tiene el ser humano para imaginar conductas de los otros sin que guarde la mayoría de las veces relación con la realidad. Dicho proceso, lleva a muchos empresarios a producir prejuicios de atribución, achacándole al otro determinados pensamientos o forma de actuar que muchas veces no son reales, sino imaginarias. Muchos empresarios rivalizan de un modo inconsciente entre ellos y lejos de tolerar dicha rivalidad, -que a la larga les puede volver más competentes dentro de su trabajo- les lleva a un estado de agresividad y a una especie de instinto de supervivencia donde uno de los dos tiene que desaparecer. Y desde ese momento, todo es agresividad, incompetencia y falta de respeto entre ellos. Ambos imaginan, han imaginado y viven con la fantasía de agresión por parte del otro, y esto les lleva a operar y manejar la actualidad de la empresa desde lo que ellos, subjetivamente, consideran lo que debe ser la dirección de una empresa.

El proceso imaginario, les ha llevado a perder una ética con el trabajo y se han transformado en dos enemigos que luchan por la hegemonía del trono. Al final, dichas discrepancias que muchas veces, lo que esconden no son sino más que fantasías de enriquecimiento individuales, les acabará separando.

Podríamos decir, que lo difícil entre empresarios es establecer un pacto, donde el pacto es el que los va a llevar a una mejora económica.

Sin embargo, sucede lo contrario, se piensa que la mejora de una economía tiene que ver directamente con la forma de ser de la personalidad, con el modo de abordar las situaciones. Y no es del todo cierto, ya que entre empresarios, son los pactos los que llevan a la genialidad a ciertos empresarios. De hecho, todos tenemos noción de empresas que durante un tiempo, individualmente nunca triunfaron y que bajo una fusión, empresarios poco brillantes, lograron ser excelentes en el desarrollo de su trabajo. Sucede lo contrario, empresas que fusionadas no funcionaban y tras separarse funcionaron, es decir, algunos pactos van en contra del buen funcionamiento y otros van a favor. Pero todo se juega en los pactos intersubjetivos.

Miguel Martínez. Médico Psicoanalista
Getafe: 91 682 18 95


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LA SEXUALIDAD ES INSCONSCIENTE

La sexualidad es un concepto novedoso, si consideramos que la teoría sexual que dice cómo amamos y deseamos se formuló hace cien años. Antiguamente se confundía lo sexual con lo genital, se pensaba que los niños no tenían sexualidad, se creía que era algo que acontecía durante unos años de la vida y que después desaparecía.

Lo sexual se veía y vivía con vergüenza, pudor o repugnancia.

Y eran los modelos ideológicos los que decían qué estaba bien y qué no; cómo había que amarse y en qué momento o de qué manera. Modelos ideológicos, transmitidos por el Estado, la familia y la universidad.

Modelos de los que no podemos escapar, como tampoco se puede negar el poder de la especie, algo muy superior al sujeto, ya que la especie impone la reproducción para perpetuarse, no importándole de qué manera o qué le ocurre a los sujetos en ese proceso. En 1905, el doctor Sigmund Freud, escribió Tres ensayos para una Teoría Sexual. Abrió preguntas y articuló conceptos que el hombre llevaba preguntándose desde que existe la escritura.

Al descubrirse, al producirse el concepto Inconsciente (ese lugar donde verdaderamente pensamos), al articularse una teoría de los procesos humanos, es decir de los celos, la envidia, el miedo, las ambiciones, el asco, las inhibiciones, pero también de la creación, del deseo, del amor, al descubrirse el Inconsciente, sabemos cómo es la sexualidad del hombre, de la mujer. Antes se padecía, no se conocía, se padecía la ignorancia o la enfermedad, la locura o el envejecimiento prematuro, la impotencia o el "mal de amor".

El odio es más primitivo, que el amor. No hay amor sin deseo, es decir hay un amor que es propio y singular de aquellos sujetos que sean capaces de producirlo para ellos, pero no es algo natural, es un trabajo que no acontece sin la Interpretación Psicoanalítica. Sólo aquellos sujetos que se psicoanalizan pueden conocer un amor con deseo. El otro tipo de amor, el de la especie, no es un sentimiento del sujeto psíquico, ni del sujeto social, sino que es un sentimiento de la especie, que le impone a los humanos que se amen, para la reproducción. Ser padre o madre es una función, nos dice el

Psicoanálisis, no es necesario tener hijos para ser padres, así como hay quien tiene hijos y no puede desempeñar esa función. Por ello que los huérfanos pueden crecer, al igual que los ciegos pueden ver, porque no es con los ojos que se ve. Lo que no significa que los ojos no sirvan, ya que gracias a ellos acomodamos, amortiguamos la realidad, pero debemos saber que los órganos de la percepción son engañosos. Se trata de la mirada, no de la visión, por eso tenemos la sensación de que el sol se mueve, gira alrededor de la tierra, cuando en realidad es la tierra la que gira alrededor del sol, pero nuestros órganos de la visión nos informan de esa sensación ilusoria. Ilusoria no verdadera, ya que es la pulsión la que habita el ojo, la mirada es el objeto de la pulsión escópica. Es la función de la mirada como pulsional la que crea la vista.

Las cosas nunca son lo que parecen. Son las palabras las que nombran las situaciones sexuales y no al revés.

Entonces sólo podemos conocer nuestra sexualidad, si nos psicoanalizamos es decir, si podemos hablar de las fantasías, las inhibiciones, la vida cotidiana en general, hablar con un profesional, que no juzgará, no se meterá en la vida del sujeto, no dirá cómo debemos pensar, sino que la interpretación (que no tiene dueño) en realidad nos puntuará cómo nos relacionamos con nuestros semejantes.

La sexualidad es inconsciente, la posibilidad de gozar se puede construir en cada sujeto, que además es diferente en cada caso, aunque todos deseamos las mismas cosas, nos diferenciamos en la manera de renunciar, de poner en escena, de llevar adelante nuestros deseos.

El Inconsciente está estructurado como un lenguaje y la sexualidad tiene esa amplitud. El Inconsciente no maneja el tiempo del amor y el tiempo del odio como separados, sino que en un tiempo futuro anterior, permite construir, lo que será en lo que está siendo.

Campo de fuerzas el de la sexualidad, que es posible gracias a la transferencia, esa puesta en acto de la realidad del inconsciente.

Realidad que es en todos los casos sexual.

El partenaire sexual, desempeña en todos los casos, como objeto a, como objeto causa de deseos, una situación especular en la que un amante no se desnuda frente a otro, sino frente a sí mismo.

Juego de pasiones en todos los casos significantes, es decir, son las palabras las que seducen y son los significantes los que copulan, el cuerpo entra en escena porque es pulsional, agujeros que conforman el cuerpo, que lo constituyen, haciendo que el amor sea un límite del narcisismo.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
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CLÍNICA
DE LA SEXUALIDAD FEMENINA

Ella dice: Nunca he tenido un orgasmo con un hombre. Sólo cuando me masturbo. Con el teléfono de la ducha, sin tocarme. Otro día dice: Masturbarme a mí misma. Y se queda pensando. Suena raro... cuando no me masturbo a mí misma, ¿a quién lo hago? ¿y quién lo hace?

Lo que permanece es no tocar, no tocarse. Siempre algo entre la mano y el cuerpo, entre la mano y las partes.

Si ella es un objeto, parece que no se puede tocar.

Casada, ha tenido varios amantes. Se ha enamorado, ha deseado pero... Amar no es suficiente para entregarse. Los hombres deben reunir bastantes condiciones. Pone condiciones a la elección, pero son fallidas. Un sólo hombre parece haber dejado huella. Huella, no marca.

Escribo para borrar mi nombre, escribió Bataille. Una manera de masturbarse que, en el momento de tocar, borra. Condiciones para que la elección sea, finalmente, fallida.

¿Cómo se constituyen para el sujeto sus objetos sexuales?

La prohibición del incesto significa que es fuera de la familia

donde el sujeto debe buscar sus objetos sexuales, y es sobre esta prohibición que cobran su importancia los significantes del deseo y los signos del goce.

Los avatares de la vida amorosa del sujeto son pensados por Freud con los conceptos complejo de Edipo y castración. No hay simetría entre los sexos sino irreductibilidad de las posiciones masculina y femenina frente a las cuestiones del goce y el amor.

Para Freud no hay desarrollo ni maduración que acerquen al sujeto hacia un objeto prefijado. Como en el caso de la paciente de la que hablamos, hay elección de objeto y condición de amor, donde se escenifica la división del sujeto en su toma de posición respecto del goce.

La clínica señala que hay efectos de esa división, que sobre el sexo se puede decir que no es sin confusión. Los primeros casos freudianos testimonian lo que volvemos a encontrar en cualquier historia. Hay un malestar, que Freud pone del lado de la cultura.

Podemos concluir: es imposible "gozar bien", porque goce y bien no van juntos. Este mal-gozar Freud lo llamó pulsión de muerte, y su despliegue en el lenguaje nos permite encontrarlo en el síntoma, como verdad reprimida del sujeto. Y es ese sujeto el que no quiere saber nada de ello.

Si pensamos en la mujer del principio, en su modo de ofrecerse: "poséeme, pero no me toques", o, "puedo entregarme hasta el punto en que si me toco, algo tendré que saber, que no quiero", por lo menos podemos decir que hay condiciones para la elección sexual y podemos preguntarnos con Lacan: ¿Cómo accede el sujeto al goce "en la escala invertida de la ley del deseo"?

CON FREUD

En una nota de 1915 a los Tres ensayos, Freud plantea la no existencia de una relación directa entre pulsión y objeto. No hay dependencia entre sexo biológico y elección de objeto. No sólo la homosexualidad es poco evidente para el psicoanálisis, también la heterosexualidad.

No siendo dadas estas posiciones, habrá que pensar qué conceptos nos permiten articularlas, saber de ellas. El falo, la castración, un objeto afectado por un signo menos (-), en tanto se instala a partir de la pérdida de lo que se ha llamado objeto primario.

"Ser poseída sin ser tocada" puede ser una frase constitutiva, pero sólo si se despliega. Por ejemplo: si es tocada se sabrá si "hay" o "no hay", si "tiene" o "no tiene", (ella) o si "tengo" o "no tengo" (yo).

Después de 1905, hay en Freud un trabajo sobre la escisión primeramente postulada entre objeto de la pulsión (del lado de la perversión) y el objeto de amor. El concepto formulado es el narcisismo, que permite una articulación entre los dos objetos, con su instancia correlativa que es el Yo. Cualquier cosa me sirve, dice la pulsión.

Sólo puedo amarte a ti, dice el amor. Y ¿cómo casar estas dos afirmaciones?

Freud señala que se daría por medio de la sobreestimación del objeto amoroso, cuyo modelo lo ofrece el fetichismo: sólo de una manera, siempre la misma, el mismo color, u hora, o lugar.

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Si la pulsión se construye según el modelo del amor, ambos están del lado de Eros. Elijo el objeto amoroso según lo que soy, o lo que he sido. Lo que quisiera ser, lo que ha sido una parte de mí... Lo que tuve, que no tengo ahora, lo que no quiero ver ni tocar... Te amo como esa libra de carne... o te amo como a quien me cuidó y preservó de una muerte segura... Y ¿son tan diferentes estos modos de amar?

CON LACAN

Hay una temática de la vida amorosa que es más explícita respecto del hombre: "si aman a una mujer, no la desean, y si la desean, no pueden amarla". Le amo, pero no puedo entregarme. Podría entregarme, pero no le amo. Esta disyunción no es un accidente. Es condición de estructura: no hay proporción entre los dos sexos, lo que hay es malentendido: ella le desea, es incluso por eso que cree amarle; él cree desearla, cuando en realidad la ama. El objeto no es completo ni entero. La sexualidad es perversa, pero no respecto de una práctica genital presuntamente normal, con un objeto en armonía, sino que es consecuencia del "callejón sin salida constitutivo del deseo como tal".

El sujeto compromete a la vez amor y deseo entre dos alienaciones: la alienación del sujeto al Otro del significante, por la que "el deseo del hombre se aliena en el deseo del otro", y la alienación propia de la relación del sujeto con su imagen.

El estatuto del objeto, perdido y reencontrado, estructura la exigencia de la repetición. Así, las paradojas del amor y el deseo sólo se sostienen tomando en consideración la función imaginaria que el falo cumple para los dos sexos. Es por la operación del significante fálico, que "sólo se indica ahí donde no actúa y actúa sólo por su carencia", que ese nudo es pensable. Tanto el complejo de castración, como el mito del asesinato del padre o las teorías sexuales infantiles indican en Freud esta operación, que señala el camino por el cual se afirma que la vida sexual está marcada por lo fallido del encuentro del sujeto con el objeto. Es el fantasma el que enmarca un objeto que, quizás, si no fuera así, sería indiferente a la pulsión.

Pero "la cosa" es diferente para el hombre que para la mujer.

Recordemos la fórmula lacaniana del amor: dar lo que no se tiene a quien no es. Si el amor constituye como objeto al otro en tanto semejante y pide ser recíproco, ¿cómo resuelve el amor esta separación entre los dos sexos? En la mujer cae sobre el mismo objeto la experiencia de amor y un deseo que encuentra en ese objeto su significante: el falo. El cuerpo del hombre, al que dirige su demanda de amor, permite a la mujer encontrar ese significante. Y es por ello que ese objeto aparece revestido del valor de fetiche: órgano y símbolo, coinciden en presencia.

Pero a veces, como en este caso que presentamos, el fantasma incorpora el resto. Y entonces el cuerpo aparece velado, vedado.

Vedado en tanto inaccesible e insistente en su particular incompletud.

Porque cada vez que se toca, es tocada, lo toca, cada vez debe armarse de nuevo.

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DIFERENCIAS ESTRUCTURALES
ENTRE NEUROSIS OBSESIVA
Y PARANOIA

* El todo no es mayor que la parte.

* Fenómeno no es diferente de estructura.

* Lo que es igual en ambas estructuras es el afectar el plano de las ideas, dentro del cuerpo significante.

INTRODUCCIÓN

Neurosis obsesiva y psicosis paranoica son dos estructuras clínicas estudiadas y diagnosticadas a lo largo de la evolución psiquiátrica y también desde los orígenes del psicoanálisis hasta hoy en día. Tal vez por su frecuencia, como se dice "de eso siempre hay mucho", o por la riqueza de matices que ofrece para goce del investigador, lo cierto es que juntas o separadas ofrecen tanta bibliografía que daría para investigar durante años, lo que equivaldría a decir que la cosa siga abundando en páginas escritas. A veces la abundancia de páginas escritas puede hacernos pensar que estamos ante escritura, más lo cierto es que estamos ante un paranoico, ante proliferaciones discursivas que no crean realidad sino que intentan colmar con puñados de significación lo que es un agujero, una falla de simbolización. Así Lacan diferencia radicalmente producción psicótica de producción artística. Aunque nos parezca muy creativo un paranoico, su goce y el que depara, no es el del artista. Hay veces en que los investigadores muestran como trabajo estructurado algo que sin embargo no se sostiene por ningún lado. Un ejemplo nos lo da en el Seminario III donde al estudiar la definición de delirio que da un investigador como Kräpelin, comprueba que dicha definición es contradicha punto por punto por el análisis de paranoicos.

También los psicoanalistas a veces erramos el camino y no hacemos otra cosa que engordar sintomatologías, comportándonos del mismo modo que lo haría un delirante y eso no hace a la diferencia que buscamos porque una cosa es decir que la posibilidad de locura anide en cualquiera y otra muy distinta es que todo fenómeno nos presente a su manera, la misma estructura. Blondel decía que lo propio de las psicopatologías es engañar y una manera es poniéndose ropajes parecidos que no obstante tienen muy distinta confección y función.

Reducir la diferencia entre neurosis obsesiva y paranoia a la medida de responsabilidad del Yo para con la realidad, es dejar el problema tal como estaba. No se vuelve loco quien quiere sino quien puede, frase de la época hipocrática y retomada siglos después por Paracelso, Lacan la usa para plantear la importancia de considerar la diferencia estructural para abordar psicoanalíticamente una realidad. El Otro es el lugar de la memoria que Freud descubrió bajo el nombre de inconsciente, memoria que considera como el objeto de una interrogación que permanece abierta en cuanto que condiciona la indestructibilidad de ciertos deseos, pero que haya postulación de un Otro para todo sujeto hablante no implica cerrar la interrogación sino más bien trabajar para mantener viva la pregunta sobre qué cosa se juega para cada caso singular en ese lugar del Otro. La condición del sujeto, neurosis o psicosis depende de lo que tiene lugar en el Otro. Lo que tiene lugar allí

es articulado como un discurso (el inconsciente es el discurso del Otro).

Decir estructura nos da una posición en el trabajo. Freud deja claro en la escritura de El hombre de las ratas y de El presidente Schreber, que ambos están estructurados por el complejo de Edipo y el complejo de castración. Lacan avanza en el estudio de estas dos estructuras freudianas, reinstalando la interpretación como vía, siendo esta vía algo que toma del enigma su estructura, tanto si se halla ante las a veces delirantes ideas de un obsesivo como ante el más o menos sofisticado delirio de un paranoico. Trabajar con parecidos es enloquecer el estudio pues ninguna formación imaginaria es específica, ninguna es determinante ni en la estructura ni en la dinámica de un proceso. Freud descubrió la articulación simbólica al mismo tiempo que el inconsciente y le es efectivamente consustancial: es la necesidad de esa articulación la que nos significa en su referencia metódica al Edipo.

Para abordar estructuralmente estas cuestiones que traigo a planteo, Lacan y Freud nos enseñan a no pensar la idea obsesiva o el delirio paranoico como un fenómeno en tanto distinto de la estructura.

Con esta indicación nos adentraremos en las especificidades psicológicas claves en una neurosis obsesiva, así como en el estudio del delirio dentro de un trastorno de lenguaje tal como nos plantea Lacan en su seminario dedicado a las psicosis.

 

 


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NEUROSIS OBSESIVA

Al hilo de lo dicho acerca de un fenómeno y la estructura que pueda dar cuenta de la enfermedad, leamos a Freud. El hombre de las ratas cuenta en su primera sesión, recuerdos de contenido sexual acompañados de un temor obsesivo: "A los seis años tenía ya frecuentes erecciones, y recuerdo haberme quejado alguna vez a mi madre de las molestias que me causaban, aunque no sin cierto temor, pues sospechaba la relación de aquel fenómeno con mis imaginaciones y mi curiosidad y andaba preocupado con la idea morbosa de que mis padres conocían mis íntimos pensamientos por haberlos revelado yo mismo en voz alta sin darme cuenta de ello.

Veo aquí el comienzo de mi enfermedad. Había muchachas que me gustaban mucho y a las que deseaba ardientemente ver desnudas, pero tales deseos iban acompañados de una sensación de inquietud, como si por pensar aquellas cosas hubiera de suceder algo y tuviera que hacer todo lo posible para evitarlo... La idea de la muerte de mi padre me preocupó desde muy temprana edad y durante mucho tiempo, causándome gran tristeza."

A lo que Freud agrega: "aquellos sucesos de sus 6 ó 7 años que nuestro paciente nos describe en la primera sesión del tratamiento, no constituyen tan sólo el comienzo de su enfermedad, sino ya la enfermedad misma, una neurosis obsesiva completa, a la que no falta ningún elemento esencial y que es, al mismo tiempo, el nódulo y el prototipo del padecimiento ulterior, constituyendo el organismo elemental cuyo estudio es el único medio que puede aclararnos la complicada estructura de la enfermedad actual. Vemos al niño bajo el dominio de uno de los componentes de la pulsión sexual, el placer visual resultado del cual es el deseo, emergente siempre de nuevo con gran intensidad, de ver desnudas a las personas femeninas que son de su agrado. Este deseo corresponde a la idea obsesiva ulterior, y si no entraña aún carácter obsesivo, es porque el yo no se ha situado todavía en franca contradicción con él y no lo siente como algo ajeno a sí mismo; pero ya se inicia, sin que sepamos de dónde procede, una oposición a tal deseo, pues un afecto penoso acompaña regularmente la aparición del mismo. Junto al deseo obsesivo existe un temor obsesivo íntimamente enlazado a él. Siempre que el sujeto piensa algo relacionado con su deseo, surge en él el temor de que va a suceder algo terrible, y este algo reviste ya una indeterminación característica concomitante siempre a las manifestaciones de la neurosis. Pero en el niño no es difícil descubrir lo que tal indeterminación encubre. Si conseguimos encontrar un detalle en el que se haya concentrado alguna de las vagas generalidades de la neurosis obsesiva, podremos estar seguros de que tal detalle encierra el elemento original y auténtico que debía ser encubierto por la generalización. El temor obsesivo era, pues, en este caso, reconstituido según su sentido, el siguiente: Si tengo el deseo de ver desnuda a una mujer, mi padre morirá. El afecto penoso toma claramente un matiz inquietante y supersticioso, y da ya origen a impulsos tendentes a hacer algo para alejar la desgracia, tales como se impondrán luego en las ulteriores medidas de protección.

Una pulsión erótica y una rebelión contra la misma, un deseo (no obsesivo aún) y un temor contrario (obsesivo ya), un afecto penoso y un impulso a la adopción de medidas defensivas: el inventario completo de la neurosis. Y todavía algo más: una especie de delirio o manía de contenido singular, según el cual sus padres conocían sus más íntimos pensamientos, porque él mismo los revelaba en voz alta sin darse cuenta. Esta infantil tentativa de explicación es un presentimiento de los procesos anímicos inconscientes, de los que no podemos prescindir. Las palabras "revelo en voz alta mis pensamientos sin darme cuenta" suenan como una proyección al exterior de nuestra propia hipótesis de que el sujeto entraña pensamientos de los que nada sabe, esto es, como una percepción endopsíquica de lo reprimido.

El último término, reprimido, nos lleva con Freud a la represión como operación fundamental de las neurosis, operación que permite distinguir esta estructura freudiana de aquellas de perversión o psicosis. Para todo sujeto lo que importa es lo que se juega en el Otro y es frente a la castración del Otro donde se jugará la diferencia operacional. El neurótico reprime la castración del Otro, intenta en sus rituales hacer y deshacer lo que no obstante lo mantiene a raya. Pone la piedra a su amada y la saca, quiere respetar a su padre y lo espera desnudo acariciándose el pene frente al espejo. La ambivalencia lo caracteriza. En lo que a veces llamamos complejo paterno pueden plantearse cuestiones para las dos estructuras que estamos abordando, pero de diferente manera. En este caso por

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ejemplo, señala Lacan el origen de la metáfora del sujeto: la metáfora radical está dada en el acceso de rabia narrado por Freud del niño, aún inerme en groserías, que fue su hombre de las ratas, antes de consumarse en neurótico obsesivo, el cual interpela al padre al ser contrariado por éste: Du Lampe, du Handtuch, du Teller, und soweiter... En lo cual el padre titubea en autentificar el crimen o el genio. Y también entendemos que no se pierde la dimensión de injuria en que se origina la metáfora.

La ambivalencia que Freud plantea no es una secuencia ahora te amo y luego te odio, sino algo sincrónico, dice, una yuxtaposición crónica de amor y odio. Leamos: su relación con la mujer amada, mixta de cariño y hostilidad, caía en su mayor parte bajo su percepción consciente. en cambio, su hostilidad contra el padre, que en un tiempo había sido intensamente consciente, yacía ahora reprimida desde mucho tiempo atrás... En la represión del odio infantil contra el padre hemos de ver el proceso que obligó a entrar todo el suceso ulterior en el cuadro de la neurosis. Si contra un amor intenso se alza un odio casi tan intenso como él, la consecuencia inmediata tiene que ser una parálisis parcial de la voluntad, una incapacidad de adoptar resolución alguna en cuanto a todos aquellos actos cuyo móvil haya de ser el amor. Como todos los actos de un enamorado se relacionan con su motivo capital, la conducta sexual entraña un poder prototípico con el que actúa sobre las demás reacciones del hombre, modificándolas. El carácter psicológico de la neurosis obsesiva tiende a hacer el mayor uso posible del desplazamiento y paulatinamente su indecisión se extiende a toda la vida del sujeto. Con ello, dice Freud, queda instaurado el régimen de la obsesión y la duda, tal y como se nos muestra en la vida anímica de los neuróticos obsesivos.

La neurosis obsesiva es una estructura freudiana que parece hecha para el psicoanálisis y es el psicoanálisis el que lejos de aburrirse en su monotonía nos permite trabajar la diferencia que se produce en la repetición, articulando un sujeto con tanto dolor como tesón.

¿Por qué no es normal un obsesivo? Porque quiere saber lo que no se puede saber, lo que debe permanecer cerrado para cada uno. En aquellos sujetos en cuya constitución predomina la pulsión de saber, el síntoma capital de la neurosis es siempre la cavilación obsesiva. La actividad mental queda sexualizada, pues el placer sexual, referido al contenido del pensamiento, pasa a recaer sobre el proceso intelectual y la satisfacción alcanzada al llegar a un resultado mental es sentida como satisfacción sexual.

Frente a la castración del Otro, el obsesivo quiere hacerla suya, no por generoso sino para que el Otro no esté castrado, se ofrece como aval en su fantasma, ocupando el lugar del sujeto como A. Se identifica con la falla del Otro, con su Demanda y así la demanda del Otro toma función de objeto en su fantasma y su fantasma se reduce a la pulsión. Esta preeminencia dada por el neurótico a la demanda oculta su angustia del Deseo del Otro, niega el Deseo del Otro al formar su fantasma acentuando lo imposible del desvanecimiento del sujeto.

PARANOIA

La paranoia, al ser planteada en su diferencia estructural, no sería una neurosis obsesiva agravada. Lacan plantea a lo largo de su Seminario III y en el Post Scriptum de su escrito Cuestiones preliminares a un tratamiento posible de la psicosis que debemos pensar en un accidente en la simbolización primordial. A la interrogación abierta por Freud, él articula su concepción de la cadena significante en cuanto que una vez inaugurada por la simbolización primordial, esta cadena se desarrolla según los enlaces lógicos cuyo enchufe en lo que ha de significarse se ejerce por los efectos del significante, metáfora y metonimia.

Es en un accidente de este registro y de lo que en él se cumple, a saber la forclusión del nombre del padre en el lugar del Otro y en el fracaso de la metáfora paterna, donde designamos el efecto que da a la psicosis su condición esencial, con la estructura que la separa de la neurosis. Ahí donde en el lugar del Otro el obsesivo reprime, el paranoico forcluye el S(A). Para ir al principio de la Verwerfung del nombre del padre, hay que admitir que el nombre del padre redobla en el lugar del Otro, el significante mismo del ternario simbólico, en cuanto que constituye la ley del significante.

La Verwerfung primordial dominará todo con su problema. Se produce entonces en el campo de articulación simbólica antes de que el niño empiece a articular el lenguaje, ahí donde debemos suponer que ya hay significantes y que ya son orden simbólico, un orden de connotación simbólica, presencia ausencia, alternancia de vocales, o-a, más allá del principio del placer. A ese nivel se produce la forclusión de la que Freud dice, el sujeto no quiere saber nada de la castración, ni siquiera en el sentido de la represión.

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No es una neurosis entonces porque en el sentido de la represión, operación fundamental de la neurosis, uno todavía sabe algo sobre lo que nada quiere saber y el análisis consiste en mostrar que uno lo sabe muy bien. Una cosa es evitar y otra no creer, neurosis y psicosis son dos maneras bien distintas de plantarse en el mundo. En la Verwerfung se trata del rechazo, de la expulsión de un significante primordial a las tinieblas exteriores, significante que a partir de entonces faltará a ese nivel y que constituye el mecanismo fundamental que está en la base de la paranoia. Un proceso primordial de exclusión de un interior primitivo, que no es el interior del cuerpo, sino el interior del primer cuerpo de significante. Freud supone que es en el interior de ese cuerpo primordial donde se constituye el mundo de la realidad como ya puntuado, ya estructurado en términos de significante.

Para que la psicosis se desencadene es necesario que el nombre del padre forcluido, es decir, sin haber llegado nunca al lugar del Otro, sea llamado allí en oposición simbólica al sujeto. Es la falla del nombre del padre en ese lugar la que, por el agujero que abre en el significado, inicia la cascada de los retoques del significante de donde procede el desastre creciente de lo imaginario, hasta que se alcance el nivel en que significante y significado se estabilizan en la metáfora delirante. "Retoques" del significante. La valorización en las psicosis de los fenómenos del lenguaje, es para Lacan la más fecunda de las enseñanzas. ¡Qué osadía retocar el significante!

Una osadía diaria tal vez el neurótico que no puede sino cargarlo pero una debacle para la vida de un paranoico que porta generalmente entre su problemática una incapacidad para trabajar, lo que lo vuelve mucho más difícil de situar social y familiarmente.

El nombre del padre puede ser llamado por el sujeto al lugar donde ha podido advenir pero nunca ha estado, por un padre real.

No necesariamente el padre del sujeto, por un padre y es necesario que venga allí donde el sujeto no ha podido llamarlo antes. Basta que ese Un padre se sitúe en posición tercera en una relación que tenga por base la pareja imaginaria a-a’, es decir yo-objeto o ideal-realidad, interesando al sujeto en el campo de agresión erotizado que induce. En esta coyuntura dramática nos indica buscar el comienzo de la psicosis.

Lacan contesta a Kräpelin su definición del delirio paranoico. En una paranoia siempre hay brotes, fases. Siempre hay un momento fecundo sensible en el comienzo. Siempre hay una ruptura y no se puede limitar la evolución a causas internas. Cuando se buscan las causas desencadenantes de una paranoia se pone de manifiesto un elemento emocional de la vida del sujeto, una crisis vital que tiene que ver efectivamente con sus relaciones externas y sería muy sorprendente que no fuera así tratándose de un delirio que se caracteriza esencialmente como delirio de relaciones.

Los fenómenos elementales de la paranoia no tienen nada que ver con lo que se comprende. Los fenómenos elementales no son más elementales que lo que subyace al conjunto de la construcción del delirio. Son tan elementales como lo es, en relación a una planta, la hoja en la que se verán ciertos detalles del modo en que se imbrican e insertan las nervaduras: hay algo común a toda la planta que se reproduce en ciertas formas que componen la totalidad.

Asimismo encontramos estructuras análogas a nivel de la composición, la motivación, la tematización del delirio y a nivel del fenómeno elemental. Dicho de otro modo, siempre la misma fuerza estructurante está en obra en el delirio, ya lo consideremos en una de sus partes o en su totalidad.

Lo importante del fenómeno elemental no es que sea un núcleo inicial, un punto parasitario en el seno de la personalidad alrededor del cual el sujeto haría una construcción, una reacción fibrosa destinada a enquistarlo, envolviéndolo e integrándolo al mismo tiempo, es decir, explicarlo. El delirio no es deducido, reproduce la misma fuerza constituyente, es también un fenómeno elemental.

Se trata de pensar el elemento como elemento de una estructura, de un conjunto, donde si tomo uno, tomo todos. Una estructura topológica, tal como nos indicaba Freud pensar los primeros recuerdos de El hombre de las ratas en relación al conjunto de su enfermedad y tal como nos lo está planteando Lacan respecto de la paranoia: la noción de elemento no debe ser entendida de modo distinto al de estructura, diferenciación irreductible a todo lo que no sea ella misma. Este resorte de la estructura fue profundamente desconocido aun entre los analistas y es lo que permite ir más allá del tratamiento sintomático tanto de la neurosis como de la psicosis.

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Trabajar con estas indicaciones es separarse de la comprensión de los enfermos. Si es fácil caer en eso pues así se vive todo el tiempo; a la psiquiatría y a los llamados humanistas les resultó de lo más tentador: después de siglos de incomprensión y aislamiento de los locos sin oírlos ni pensarlos, lo importante sería hacer todo lo contrario. Pero no resultó porque no se trata de oír cómo lo haría un hombre experimentado. La escucha analítica ha de tratarse de otra cosa. Recuerden el caso citado de aquél hombre que acumulaba cosas inservibles. La pérdida accidental de lo acumulado asustó a los cuidadores porque el acumulador, sencillamente, empezó de nuevo. Acumular cosas sin valor, tener que pasarlas de un día para otro por pérdidas y beneficios y volver a empezar en realidad es una buena señal porque cuando el sujeto permanece apegado a lo que pierde es cuando podemos hablar de sobrevaloración de un objeto. Con esta concepción por parte del analista, cada vez que un paciente cambie, podría entrar él mismo en una fase melancólica.

Nos recuerda Lacan que la dificultad de abordar el problema de la paranoia se debe precisamente al hecho de situarla en el plano de la comprensión pero en realidad el fenómeno elemental está a nivel de la interpretación. Si el psicoanalista se sitúa a nivel de la comprensión, lo hace al mismo nivel que el paranoico, para quien de pronto se percata de que suceden cosas, el mundo ha comenzado a cobrar significado, o sea, simboliza lo que sucede en términos de significación. Sitúa los fenómenos en el plano de la comprensión como un fenómeno incomprensible. Si comprendemos dejamos pasar el lugar de la interpretación, que es el nivel donde debemos situarnos. Lo importante de un núcleo paranoico no es si es comprensible o no, sino que es inaccesible, inerte, estancado en relación a toda dialéctica. Se repite con el mismo signo interrogativo implícito, sin que nunca le sea dada respuesta alguna, no se lo puede integrar. Es un fenómeno cerrado, una significación que remite a sí misma y no a otra significación. La pregunta quién habla, debe dominar todo el problema de la paranoia.

A nivel del fantasma podremos hacer la última entrada para la diferenciación de estas estructuras. Dice Lacan; cualquiera sea el papel que conviene atribuirle en la economía psíquica, un ego nunca está sólo, cuenta con un mellizo, el yo ideal. Este mellizo en la psicosis, habla. A diferencia del fantasma puesto de manifiesto en los fenómenos de las neurosis, es una fantasía que habla, una fantasía hablada. Al Presidente Schreber alguien le habla, alguien lo llama. En la sentencia que le devolvió la libertad, aparece sintetizado en breves frases el contenido de su sistema delirante: se consideraba llamado a redimir al mundo y devolverle la bienaventuranza perdida. Pero sólo podría conseguirlo después de haberse transformado en mujer. Y por estos detalles se habla de transmutación en el fantasma psicótico.

Un personaje hace eco a los pensamientos del sujeto, interviene, lo vigila, nombra a medida que se suceden las acciones, las prescribe y no se lo explica con la teoría de lo imaginario y el yo especular.

Es un mellizo preñado de delirio. Lo que hace que ese doble que hace que el yo nunca sea más que la mitad del sujeto se ponga a hablar, no se explica con el mecanismo del proyección tal como normalmente se entiende. La proyección delirante es un mecanismo tal donde algo cuyo principio está en el sujeto, aparece en el exterior pero no en el sentido del transitivismo infantil o de los celos comunes pues los mecanismos en juego en la psicosis paranoica no se limitan al registro imaginario. Hay un trastorno de lenguaje, un fallo en la simbolización que hace que lo no simbolizado aparezca en lo real y es por eso que no alcanza oír cosas raras o detectar que el otro se saca su responsabilidad de encima proyectando para diagnosticar paranoia, hace falta pensar en un trastorno del lenguaje a nivel estructural.

El método analítico debe ser el mismo para tratar obsesivos o paranoicos. Sólo el ponerse en camino permitirá escuchar las diferencias estructurales para plantear siempre a posteriori, un diagnóstico diferencial y un tratamiento posible.

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EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO ES EFICAZ EN: Depresión, ansiedad, miedos, obsesiones, problemas sexuales, problemas de pareja, impotencia sexual o laboral, fracaso escolar, orientación vocacional, enfermedades como las jaquecas, la anorexia nerviosa y la bulimia.

Y es de gran ayuda terapéutica en: La obesidad, enfermedades autoinmunes, asma, úlcera, cáncer...

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NUESTROS LIBROS

NOTAS MÍNIMAS
PARA UNA
ARQUEOLOGÍA
GRUPAL

Autor:
Juan Carlos De Brasi
32 PÁGS.
4 EUROS; 6 $

 

HACIA UNA ARQUEOLOGÍA GRUPAL

La Editorial Grupo Cero inaugura con este texto la Colección de Ensayo. Una nueva vía para hacer circular, bajo otra modalidad, sus producciones.

Se trata de un ensayo sobre arqueología grupal pero también de notas mínimas (guardemos este término) acerca del asunto.

Enseguida nos podemos interrogar, ¿qué es un ensayo? Y también, ¿es una buena pregunta? Todo indica que no; ya que esto le cabe tanto a un coche, como a una lámpara.

Quizás sea mejor comenzar por lo que no es un ensayo. No es un tratado, no es un texto doctrinario, no es un artículo periodístico, no es un comentario, aunque siempre pueda "ensayarse" un comentario acerca de cualquier realización. Tampoco tiene sentido hablar de "ensayo temático", que remite como el "tema" a una unidad prefigurada y a un sujeto unificado, completo, no dividido. La rúbrica de "ensayo temático" es una contradicción en los términos. Por otro lado un ensayo no es amplio o estrecho, largo o corto. Ahí está para probarlo el de Pascal, "Ensayo sobre las Cónicas", que tiene una sola hoja. Entonces, ¿qué podría ser -ya dejamos el "es"- un ensayo?

Quizás un viaje de descubrimiento realizado sobre un camino escritural, sea alfabético, pictórico o musical. Dicho camino no preexiste al acto de su diagrama, de su escritura misma. Está lleno de señales claras y equívocas, de necesarios desvíos y riesgosos despistes, de llanuras que permiten aceleraciones libres y montículos rugosos que retardan la marcha, de ocurrencias logradas y desafortunadas improvisaciones. En una palabra, un ensayo podría ser, si así fuese, un ejercicio paradójico de libertad esclava de sí misma.

Autonomía ética y estética, pero dependencia presente de los intentos y concreciones pasadas con las que está ligado, más cuando menos lo sabe.

Ahora, con estas puntualizaciones, incursionemos en el ensayo "Notas Mínimas para una Arqueología Grupal". Notas consignadas, a la manera de un diario de viaje, un borrador conceptual para futuros desarrollos. Mínimas, porque ese resto (mínimo) falta en todas las variantes de la <grupología>.

Siempre se ha pensado sobre los orígenes de la problemática grupal bajo el registro de un comienzo indiferenciado o de recensiones etimológicas lineales. Uno de los comienzos que señala el ensayo -la democracia ateniense- está totalmente ausente de los enfoques e intereses que caracterizaron a las elaboraciones grupales hasta el momento. Dicha carencia lastima profundamente, según el autor, las posibilidades de conceptualización de los fenómenos, experiencias, modos de conocimiento, etc. del "objeto" que se desea estudiar.

Asimismo quedan opacadas, y puestas seriamente en duda, las intervenciones y su eficacia social.

Por otro lado ese mínimo alude al pequeño "a". Aquel "objeto" que fuera causa del deseo de indagar, componer, inventar, se ha vuelto un indeseable, apabullado por el confort intelectual de sus paleo-impulsores.

Las sendas hacia un concepto de grupalidad, que va transitando el ensayo, hacen que se detenga en ciertos claros y subraye algunos asuntos epistémicos, discrimine planos que estaban fusionados -los grupos, lo grupal, la grupalidad-, esboce un modo más adecuado de preguntar sobre lo que se desea explorar, y otros aspectos que van componiendo el texto y sus obvias e imperceptibles conexiones.

Por último la "arqueología" propuesta no es más que la metáfora de los pasos a dar hacia atrás para saltar mejor. Como tal nos adelanta el pasado para que siga abierto y fluyente, para hacerlo avanzar desde el futuro.

Juan Carlos De Brasi. Psicoanalista
Madrid: 91 547 56 64


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LOS DIENTES SON 
EL ALMA DE TU SONRISA 

¡CUÍDALOS! 

ENTREVISTA A LA DRA. OLGA DE LUCIA VICENTE, DIRECTORA DE LA CLÍNICA DENTAL GRUPO CERO, Y GANADORA DEL PREMIO A 
LA MUJER TRABAJADORA
2003, QUE OTORGA 
LA ASOCIACIÓN PABLO MENASSA
DE LUCIA.

- ¿Usted piensa que la población española cuida su boca?

Una parte de la población española cuida su boca y una gran parte de la población española no cuida su boca, aún más, una gran parte de la población española no lava sus dientes como lava sus manos, antes y después de las comidas. Hay quien no se ha lavado los dientes en su vida, luego va al dentista por dolor y descubrimos que las piezas están unidas, como ferulizadas por el sarro. La observación clínica y la exploración radiológica confirman una enfermedad periodontal, con pérdida de los tejidos de sostén del diente importante, pero para el paciente, aunque uno le explique antes de la intervención cuál es su problema y cuál el estado de dentadura, es capaz de decir que a él o ella se le empezaron a "mover" los dientes a partir que le hicieron la limpieza. Hay quien pregunta si la limpieza es mala para los dientes y otros que se niegan a que se les practique porque fulanito le dijo...

Bastante mejor iría la salud bucal en general si se acostumbrara desde pequeños a los hábitos de higiene, luego se hacen enjuages semanales de fluor en los colegios pero en muchos de ellos no les dejan cepillarse los dientes después de comer porque arman jaleo en el baño o alguna otra excusa parecida. Luego no hay ninguna campaña estatal de prevención e información, concienzudamente hecha, tal vez porque son servicios que la S.S. no cubre o cubre muy parcialmente, como empastes en dientes permanentes en niños, selladores cuya eficacia es discutida, en el sentido que deben estar bien hechos y bien indicados y exodoncias, exodoncias, los problemas de A.T.M. no existen, las prótesis tampoco, la ortodoncia con listas de espera incalculables y certificado de pobreza y así sucesivamente. Entonces es probable que una campaña de información, aumente la demanda de tratamiento y por otra parte la insatisfacción del ciudadano al no poder acceder al tratamiento, conclusión: mejor ignorar el problema. Por otro lado el Colegio hace una campaña el día de la Salud Bucodental y el resto del año un anuncio chachi para animar a niños pijos a concurrir al dentista, tal como si fuera una cocacola. Un programa de información y consultas sería mucho más eficaz. Una acción coordinada estatal de organismos afines y laboratorios, el cuidado de la boca es parte de la higiene diaria y asistir al dentista una vez al año una práctica que evitará problemas mayores.

- ¿Ha publicado dos libros de poesía y llevado a cabo varias exposiciones de pintura, alguna de sus cerámicas ilustran el libro "Psicoanálisis del lider" ¿qué le aportan la poesía, la pintura y la escultura a su trabajo?

La cerámica, la pintura, son posibilidades o inclinaciones anteriores a la decisión de estudiar odontología. Tenía facilidad para las artes y la odontología tiene mucho de arte en su práctica, tiene una preocupación estética, que lo que uno haga en la boca además de cumplir con los requisitos de funcionalidad y de protección de todo el sistema, armonice con el caso en particular, cada boca tiene una característica personal que hay que respetar o el paciente una idea de lo que quiere que hay que respetar.

Y sus estudios de psicoanálisis ¿han mejorado el ejercicio de la odontología?

El psicoanálisis como la poesía me enseñó que lo que diferencia al hombre de otras especies es su condición de hablante, me enseñó a leer el discurso latente en cada demanda y también el concepto de transferencia como operante en cada relación, porque si uno presta su cuerpo a la función, el miedo del paciente se va perdiendo en la relación. La gente por miedo, por fantasías inconscientes que no puede reconocer es capaz de desmayarse en nuestro sillón.

La boca que el paciente nos presenta se muestra a la exploración clínica y la que el paciente trae se nos revela en lo que nos cuenta.

Hace falta que el profesional escuche, más allá de la muela está el verdugo, más allá del verdugo, sus propias historias, sus fantasmas.

Mi idea es hacer de la clínica, mi lugar de trabajo, un lugar acogedor, con música, agradable decoración, buena lectura y la aparatología más moderna, donde la cadena de esterilización se cumpla hasta en el circuito del agua que pasa por la turbina. Presentar el mejor servicio, por eso es que no doy por concluida mi formación, porque un buen servicio depende de un buen diagnóstico, los mejores medios y los mejores materiales.

En mi práctica diaria hago odontología general, empastes, exodoncias, próteis removible y fija, endodoncias y mi práctica privilegiada, la ortodoncia en niños y adultos.

- ¿Todos los odontólogos pintan, escriben y hacen cerámica?

Una vez por año para las fiestas de Santa Apolonia, se premia un cuento entre los colegiados que escriben. También hay muchos escritores de teoría. La combinación de escritora, pintora, ceramista, odontóloga y amante del psicoanálisis creo que se debe a la suerte de formar parte del Grupo Cero y la ideología que representa.

- ¿Cuál es su música preferida?

Mi música preferida el tango y Vivaldi.

- ¿Y su músico preferido?

Beremboim.

- ¿Qué instrumentos musicales prefiere escuchar?

El piano, la guitarra y las buenas voces.

- ¿Qué se llevaría a una isla desierta?

Las obras completas de Sigmund Freud y mi sillón de odontóloga.

C/ DUQUE DE OSUNA, 4
28015 MADRID
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91 548 01 65

 PREVISIONES PERIÓDICAS
PARA EL CUIDADO DE SU BOCA

- Limpieza bucal
- Empastes
- Extracciones
- Ortodoncia
- Prótesis
- Rayos X

Dra. Olga de Lucia Vicente.

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ATENCIÓN CLÍNICA
4 sesiones al mes: 100 $

La atención clínica estará a cargo de psicoanalistas de la Escuela Mansilla, 2686 PB 2 -  (C 1425BPD) Bs. As. Teléfono: 4966-1710/1713

 

BUENOS AIRES

INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS
CURSO BREVE
NO ARANCELADO
Duración: 4 clases
COMIENZA EL
JUEVES 6 DE MARZO A LAS
20:30 HS.

Informes e Inscripción:
Mansilla, 2686 PB 2 - (C 1425 BPD) Bs. As.
Teléfonos: 4966-1713/10 (De 10 a 19 hs.)
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GRUPO CERO BUENOS AIRES
ESCUELA DE PSICOANÁLISIS
PRE-INSCRIPCIÓN AÑO 2003

-SEMINARIO SIGMUND FREUD
I: "LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS"
II: "LA SEXUALIDAD"

- SEMINARIO DE JACQUES LACAN
I: "CUERPO, YO Y SUJETO"
II: "SEMINARIO DEL ACTO"
ARANCELES:  $ 30

- CUROSO BREVES: "INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS
Todos los jueves de Marzo a las 20:00 hs. - Todos los viernes de Junio a las 20:30 hs - Todos los viernes de Noviembre a las 20:30 hs.

-SEMINARIO DE MEDICINA PSICOSOMÁTICA- MAESTRÍA-: 
Durante 2 años- MIÉRCOLES DE 20 A 22 HS- Inicio: 9 de Abril.
Dirección: Dra. Norma Menassa . Docentes: Dra. Inés Barrio, Dr. Roberto Molero

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