ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 61 

PREMIO A LA MUJER TRABAJADORA 2003

LA SORDERA PSÍQUICA EN LAS PAREJAS (I)

DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ENTRE HISTRIA Y ESQUIZOFRENIA

EL DOLOR QUE DUELE

LA ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA

LOS CELOS EN EL TIEMPO

DE LA SEXUALIDAD: EL CHISTE

XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO

¿HAS ACTUADO EN CONFORMIDAD CON TU DESO?

ANGUSTIA Y LA VIDA PULSIONAL (II)

DISFUNCIONES SEXUALES: AMOR Y DESEO

NOVEDADES 2003

PREMIO A LA MUJER TRABAJADORA 2003
A Olga de Lucia Vicente
Odontóloga, poeta, pintora...
 ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA. AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS

Hace exactamente un año, en esta misma sala, Amelia Díez Cuesta, anterior galardonada, me hacía entrega del Premio a la Mujer Trabajadora 2002, en nombre de la Asociación Pablo Menassa de Lucia. Hoy, otra mujer se encuentra en la misma tesitura y, a mí, me corresponde pasarle el testigo.

La frase anterior está causando sus efectos: mente en blanco, manos paralizadas y absoluta desorientación respecto a cómo seguir. Y es que, cuando algo termina, es preciso reconocer que algo pasó, que algo se modificó en uno.

Yo, en este año, aprendí algunas cosas, como, por ejemplo, que hay tareas que nunca se completan: Hoy dejo de ser la mujer trabajadora del año, pero deberé seguir trabajando, toda la vida, para ser una mujer... trabajadora.

Olga de Lucia Vicente nace en Buenos Aires en 1947 y obtiene la nacionalidad española en 1983. Vive en Madrid, ciudad donde acaba de trasladar su clínica odontológica.

Podríamos enumerar las actividades que Olga de Lucia realiza y que, por sí mismas, justificarían el fallo del jurado: trabaja como odontóloga y continúa su formación; escribe, ha publicado dos libros de poesía; pinta, ha expuesto recientemente; coordina talleres de cerámica; lleva adelante la dirección y administración de su propio negocio y cumple con sus obligaciones familiares.

Pero no es una cuestión sólo de currículum. Detrás de este nombre, Olga de Lucia Vicente, hay una mujer que concibe el trabajo como la única posibilidad de transformación de la realidad, de la propia vida. La única libertad para la mujer.

Te deseo un feliz aprendizaje.

Carmen Salamanca Gallego.
Gerente de la Editorial Grupo Cero
Madrid: 91 548 94 12


Olga de Lucia Vicente. Mujer Trabajadora 2003.

Miguel Oscar Menassa felicita a la premiada.

Quiero agradecer a la Asociación Pablo Menassa de Lucia, Aula de Poesía y Psicoanálisis el haberme otorgado este premio que me permite representar a la mujer trabajadora, en particular la mujer trabajadora Grupo Cero.

Poesía, Psicoanálisis, trabajo y grupo, cuatro elementos esenciales para poder transformar esta materia prima que somos en una mujer. Festejamos hoy por sobre todas las cosas que el trabajo no nos haya matado, como a aquellas obreras textiles que el ocho de Marzo de 1908, murieran quemadas bajo el designio todopoderoso de un amo ofendido porque osaron contrariar su voluntad, reclamando una causa justa, que la jornada de trabajo no sobrepasase las 10 horas. En 1948 la ONU promulga la "Declaración de los Derechos Humanos" y en 1975 instaura el Día Internacional de la mujer trabajadora, el 8 de Marzo, día del nefasto asesinato. Este día ha nacido pues con espíritu reivindicativo.

El papel de la mujer en nuestra sociedad sufrió un cambio considerable con la revolución industrial y más aún después de la primera guerra mundial, donde la mujer pasó a formar parte de la producción y se incorpora a tareas que hasta entonces estaban reservadas para los hombres. La percepción del salario le permite cierta libertad. Los movimientos feministas se multiplicaron y lo que había sucedido como hechos aislados en algunas mujeres prototipo, comienza a propagarse. Desde entonces se bregó para conseguir un lugar de reconocimiento. La mayoría de los movimientos, persiguen la igualdad de los sexos, es decir la mujer ambiciona y reclama el lugar del hombre y es ahí donde nuestra posición se diferencia.

El Grupo Cero, la escritura Grupo Cero y en particular la de su Director, el Dr. Menassa ha aportado nuevos conocimientos acerca de la mujer, gracias a su larga y prolífica trayectoria como psicoanalista y su posición como escritor: "Escribiendo he gozado como una mujer", es decir sin saber, siendo atravesado por la escritura.

Leía en una comunicación en Internet indagando sobre el tema, que desde el punto de vista psicológico o psiquiátrico la alteración del comportamiento en la mujer trabajadora no tiene que ver con los rasgos constitucionales del psiquismo femenino, ni con el complejo de castración o la protesta viril. Se debe a un hecho socioeconómico concreto. Es sin duda una teoría que toma un aspecto parcial de la mujer, tan parcial como el campo de la realidad.

A los antropólogos le fue encargada una investigación para evaluar si el cerebro de la mujer era más pequeño que el del hombre y ellos encontraron que a veces era más grande y que también había diferencia entre cerebros femeninos y que en general esto dependía del tipo de cultura. En sociedades más primitivas se desarrollaba más, mientras en sociedades más civilizadas era menor. El estudio se hizo también en la época actual. La conclusión fue que en la civilización la mujer se mantuvo alejada de las funciones que desempeñaba el varón, determinando una falta de cultivo y ejercicio

 

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA-
XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
«No podemos terminar con el alma, sólo podemos curarla».

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: 
LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO

 del cerebro y por lo tanto menor masa encefálica. Podríamos decir que la diferencia está en la cantidad de palabras que utiliza una mujer, sometida a la coerción social sobre dos temas tabú para la misma; el sexo y el dinero y todas las cadenas asociativas que en algún punto los rozan.

En esa lucha entre los detractores de la mujer y sus defensores, se fueron haciendo importantes conquistas en el derecho civil, laboral, penal con leyes que permitieron el voto femenino, la limitación de los derechos del marido sobre la capacidad de decidir sobre su mujer sin previo acuerdo, es decir tomar su representación sin su consentimiento, posibilidad de acceder a la universidad, permiso por maternidad, etc. Es decir se la incorporó a la escala humana.

La primera mujer abogada que accedió a un puesto de trabajo en España, lo hizo en 1950, o sea que las conquistas femeninas son muy recientes. Ella, doña María Cesárea Arias Delgado dijo en su discurso de asunción: Un abogado no tiene por qué brillar, sino trabajar.

Sin embargo a medida que las leyes protegen más a la mujer, algunos hombres se toman la justicia por su cuenta, mejor dicho la injusticia por su cuenta con el consentimiento de la sociedad, pues estamos cansados de presenciar muertes anunciadas.

La ley sabe que lo que se puede igualar son los derechos de la mujer, pero no igualar su sexo. Cualquier humano adquiere una mayor dignidad por el trabajo, pero no es lo que lo determina. Ese espacio tiempo de nuestra vida coti-diana está producido por dos determinaciones, la determinación social que está pautada por los sistemas de producción, la determinación inconsciente, pienso donde no soy y una imposición variable, los modelos ideológicos del Estado.

Esas determinaciones hacen imposible para el sujeto escapar a su posición de clase, su enfermedad mental y los modelos ideológicos, en tanto posibles de desenmascarar para el sujeto sin un trabajo que levante la censura y permita acceder a los significantes reprimidos (represión secundaria), tarea del psicoanálisis. Por lo tanto la libertad no existe o cuando existe es considerada delincuencia, locura o inmoralidad.

Así como el sujeto social es ciego a su determinación de clase y a su determinación inconsciente también lo es a los modelos ideológicos, forma parte de su pensamiento sin que el sujeto sea consciente de ello. Menassa dice que la transformación del sujeto no pasa por devolverle algo que se le ha quitado sino quitarle lo que en él trabaja para Otro. Desmontar ese andamiaje es posible en el sujeto social por los aportes de la teoría del valor y a nivel del sujeto psíquico por los aportes de la teoría del Inconsciente: Teniendo como instrumento de trabajo estas teorías podemos leer lo que sobredetermina el escenario de la vida cotidiana y nos permite una transformación de la realidad, incidir en el campo de las ideologías, sea religiosa, familiar, laboral, etc.

Carmen Salamanca Gallego haciendo entrega del premio a Olga de Lucia Vicente.

Lo que nos iguala a los humanos es que habremos de morir.

Amor, deseo, trabajo, escritura, muerte, significantes inseparables de la condición humana.

Si bien el camino de la hominización es distinto en el hombre que en la mujer y su imaginario no sólo distinto entre ellos sino distinto para cada sujeto, la posición hombre, mujer, es algo que no viene adherido a las diferencias sexuales anatómicas sino algo que hay que construir, hay que acceder, es una posición en el mundo sostenida por lo simbólico en tanto nadie es lo que es, sino que el sujeto nace representado por un significante y la condición humana por lo tanto está sujeta a la palabra.

Para ello es preciso que el sujeto hable, en un contexto transferencial desde donde leer su sobredeterminación para poder transformar su realidad. Hoy por hoy fue la mujer la que se expuso sobre todo en los primeros tiempos a la lectura psicoanalítica. De ahí que hoy de la mujer se sabe casi todo, la escritura Grupo Cero lo atestigua.

Una sexualidad basada en la propiedad privada, en el amor a lo idéntico, lo único. Cualquier interrupción del idilio desencadena celos, envidia que sin ser reconocidos producen síntomas, una sexualidad infantil que inmortaliza el modelo del amor a la madre y el rechazo a establecer otro tipo de vínculo que la saque del hipnotismo especular o bien de la ambición de tener al otro.

Nuestro cuerpo no existe, es escenario de lo inconsciente y nuestro ser sólo semblante. Entendemos que como humanos o nos constituimos en pactos simbólicos o morimos como un vegetal sin haber gozado jamás.

¿Qué posibilidad tiene la mujer de modificar la situación?

Empezar por su propia transformación.

Abandonar la guerra a muerte que tiene con el hombre, él padece los problemas que la cultura provoca en él y su pene no es sino una imperfección y sólo es un equivalente simbólico del falo que es un concepto teórico y no el pedacito de carne.

El camino de la liberación de la mujer pasa por amar, trabajar, escribir, es decir, participar en la construcción de su historia.

Olga de Lucia Vicente. Odontóloga
Madrid: 91 548 01 65

Miguel Oscar Menassa, leyendo un poema acerca de la mujer trabajadora, de su próximo libro La Mujer y Yo. 

 


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EL DOLOR QUE DUELE

La diferencia entre duelo y dolor es que este último no integra manifestaciones motoras y cuando éstas se presentan demuestran no ser elementos del afecto sino consecuencias del mismo o reacciones a él.

A veces surge un súbito dolor cuando podemos interpretar que es un ataque de angustia, una señal del encuentro con el deseo del Otro, con un deseo inconsciente.

La separación del objeto puede producir angustia, duelo o simplemente dolor, nos podemos preguntar cuándo ocurre cada uno y cuáles son las diferencias en cuanto al sentimiento de pérdida de objeto. Un niño, por ejemplo cuando en lugar de encontrar a la madre encuentra una persona extraña siente angustia y dolor, siente angustia porque cree que ha perdido a su mamá y siente dolor porque cree que es para siempre, por eso que aprender el juego de la presencia y la ausencia, a la desaparición de las cosas y a su aparición, jugar a taparse el rostro y destaparlo es enseñar que la ausencia es una forma de presencia, aprender que hay ausencias pasajeras. La situación en la cual el niño echa de menos a la madre no es una situación peligrosa sino traumática en tanto en ese momento tiene una necesidad de la madre que ninguna otra presencia será capaz de satisfacer. La primera condición de la angustia es cuando la pérdida de percepción del objeto es equiparada a la pérdida del objeto. La pérdida de cariño no entra todavía en la cuenta.

Más tarde el niño aprenderá que el objeto puede estar presente pero puede estar enfadado con él, siendo entonces cuando la pérdida del cariño del objeto pasa a constituirse en una condición, ya permanente, de peligro y angustia. Podemos decir que el dolor es la reacción a la pérdida del objeto y la angustia es la reacción al peligro que tal pérdida trae consigo, una reacción al peligro que tal pérdida trae consigo.

La transición desde el dolor físico al dolor psíquico corresponde al paso desde la carga narcisista a la carga de objeto.

Podemos diferenciar angustia y dolor, y también duelo, en tanto el duelo surge por la influencia del examen de la realidad, que impone definitivamente la separación del objeto y su carácter doloroso es por el anhelo, imposible de satisfacer, y concentrada en el objeto por el acongojado sujeto, por lo que tiene que hacer el trabajo de duelo o desligamiento de los lazos que le mantenían unido al objeto.

El sufrimiento nos amenaza por tres frentes: desde el propio cuerpo, que condenado a la decadencia y el aniquilamiento, ni siquiera puede prescindir de los signos de alarma que representan el dolor y la angustia; del mundo exterior capaz de encarnizarse con nosotros con fuerzas destructoras omnipotentes e implacables; y por fin, de las relaciones con otros seres humanos. Es por eso que a veces escapar de una desgracia o sobrevivir a un sufrimiento, se convierta en finalidad, por lo que evitar el sufrimiento pasa a primer plano y conseguir placer pase a un segundo plano.

Por eso que el aislamiento voluntario, el alejamiento de los demás, suele ser el método de protección más inmediato contra el sufrimiento susceptible de originarse en las relaciones humanas.

Contra el temible mundo exterior el más utilizado es el método químico: la intoxicación, productos que mediante la producción de sensaciones placenteras hacen creer que se ha modificado el mundo exterior. Los seres humanos saben que mediante los "quita penas" pueden escapar al peso de la realidad, aunque también se sabe que esa cualidad de los estupefacientes es lo que entraña su peligro y nocividad.

Otro modo de evitar el sufrimiento son las satisfacciones de la creación, aunque no impide el sufrimiento proveniente de nuestro cuerpo, ni nos hace olvidar la miseria real.

Numerosos individuos emprenden la tentativa de asegurarse un seguro de felicidad y una protección contra el dolor por medio de una transformación delirante de la realidad, incluido cuando una religión lo promete, siendo posiciones paranoicas que sin conocer la realidad la transforman queriendo adecuarla a sus deseos, por eso

a veces la religión se comporta como un delirio colectivo.

Ser felices como nos impone el principio del placer es imposible, más no por ello se deben abandonar los esfuerzos por acercarse a su realización, sabiendo que más allá de la obtención de placer y de la evitación del dolor, la felicidad es del orden de la facilidad, es decir un problema de la economía libidinal de cada individuo. Y es por eso que los neuróticos aunque tienen los mismos problemas que resolver que los demás su vida es tanto peor y más difícil, sufriendo en ella mayor displacer, angustia y dolor. Por eso sólo una transformación de su economía libidinal puede cambiar su posición sufriente.

Y los neuróticos no discrepan de lo normal, sino que su estudio nos suministra contribuciones al conocimiento de la normalidad, permitiéndonos conocer los "puntos débiles" de toda organización normal.

Es difícil efectuar una labor indolora en un sujeto que ya se ha aficionado demasiado a sentir dolor y a infligirlo a otros, aunque si la labor continua el éxito está asegurado.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93

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DE LA SEXUALIDAD: EL CHISTE

El chiste, tiene su encanto, dice Freud. Un nuevo chiste se considera casi un acontecimiento de interés general y pasa de boca en boca como la noticia de una recientísima victoria.

Hasta importantes personalidades que juzgan digno de comunicar a los demás cómo han llegado a ser lo que son, qué ciudades y países han visto y con qué otros hombres de relieve ha tratado, no desdeñan tampoco acoger en su biografía, tales o cuales excelentes chistes que han oído. El chiste, como el lapsus, el sueño y el síntoma, son formaciones del inconsciente, producto efecto de su trabajo.

Interpretado, en el contexto y el trabajo del campo de los fenómenos psíquicos, tienen sentido, aun partiendo del sinsentido, un aparente desatino, un contrasentido o una simpleza.

Un ejemplo, es el de aquel joven que se enroló en el ejército y había sido destinado a servir en la Artillería. Es un muchacho inteligente, pero algo indisciplinado y poco amante del servicio. Uno de sus jefes, que le profesa cierta simpatía, le llama aparte y le aconseja: tú no sacas mucho partido de esta vida, cómprate un cañón y hazte independiente. El risible consejo es un franco contrasentido.

No hay cañones a la venta, para todo aquel que quiera adquirirlos, y además, uno sólo no constituye fuerza suficiente para hacerse independiente, en términos comerciales, establecerse por cuenta propia. Sin embargo, no podemos dudar ni por un momento de que este consejo, es algo más que una necedad, es una necedad chistosa, un excelente chiste. ¿Qué es, por tanto, lo que convierte la necedad en chiste? Se puede deducir que en tal necedad chistosa, hay un sentido y está, en lo desatinado. Ello es lo que convierte la necedad en chiste. Tal sentido, es posible leerlo en nuestro ejemplo. El oficial se hace el tonto para demostrar al joven lo estúpido de su propia conducta. Imita al joven, como queriendo decirle: "Ahora te voy a dar un consejo tan estúpido como tú". Se apropia de la estupidez y trata de mostrársela a sus propios ojos, haciéndola servir de fundamento a una propuesta que corresponde a los deseos del mismo, pues si poseyera un cañón propio e hiciera la guerra por su propia cuenta, brillaría entonces su inteligencia y su ambición y cuidaría con esmero su cañón, teniéndolo siempre en buen estado y estudiando a fondo su funcionamiento, para resistir la competencia de los demás poseedores del mismo artículo. Freud toma el chiste en lo que en apariencia tiene de más contingente. Es porque ve las relaciones estructurales entre el Witz y el Inconsciente, en el plano formal.

Su argumentación se apoya en la técnica del chiste, la técnica del significante y el chiste tiene cierta relación con la verdad, en tanto producción verbal. El chiste es la metáfora de una verdad que se disfraza y que recibe del Otro la sanción que lo funda como tal.

En el curso de un discurso intencional, se produce algo que sobrepasa el querer del sujeto: accidente, paradoja, pero también creación: significantes que se cruzan y engendran un sentido. He aquí el chiste que, además, lleva a plantear la ubicación del sujeto. La experiencia freudiana nos muestra un sujeto que funciona más allá de la pareja del yo y el otro, es decir, el inconsciente cuya estructura nos muestra al analizar sus formaciones. Es una estructura lo que encontramos en las "formaciones...", en todas partes las mismas leyes estructurales de condensación y de desplazamiento. El chiste es pertinente como ejemplo, porque para alcanzar el orden del inconsciente freudiano es necesario pasar por una vía distinta de la aprehensión conceptual; lo propio del chiste es precisamente que introduce un ingenio irreductible tanto a la función del juicio como al manejo de los conceptos. Freud mostró cómo estructuraban desde el comienzo las necesidades humanas y éstas, en efecto, por originales que se las pueda suponer, están sometidas a esos mecanismos denominados condensación y desplazamiento. No hay ningún deseo que sea admitido sino a través de la refracción de todo tipo de mediaciones. Al estudiar el chiste, Freud, invita siempre a buscarlo en su texto, en su materialidad significante. A veces se define el chiste como el sentido en el no-sentido: primero nos asombraría por su no-sentido y luego nos recompensaría con la aparición de un sentido secreto, siempre difícil de ceñir; el no-sentido tendría por un momento la función de engañarnos, de dejarnos estupefactos justo el tiempo suficiente para que un sentido desapercibo se filtrase. Hay cosas que no pueden escucharse, que no se escuchan habitualmente.

El chiste trata de que se las escuche. El chiste restituye su goce a la demanda esencialmente insatisfecha bajo el doble aspecto de la sorpresa y el placer: el placer de la sorpresa y la sorpresa del placer.

Algo ocurre en el otro que simboliza la condición necesaria a toda satisfacción: ser escuchado más allá de lo que digo, ya que lo que digo no puede en verdad hacerme escuchar. El chiste se desenvuelve en la dimensión de la metáfora; un traspié del significante me satisface en cuanto el otro, al ratificar un mensaje obstaculizado, reconoce esa dimensión más allá de la cual se sitúa el deseo. El análisis del chiste muestra cómo el poco sentido y el ningún sentido se entrecruzan como las mil lanzaderas del telar que Freud evoca poéticamente en un pasaje de La interpretación de los sueños.

Jaime Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

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ANGUSTIA Y VIDA PULSIONAL
(II)

Cuando más nos adentramos en el estudio de los procesos anímicos, más se nos evidencian sus complicaciones y su riqueza de contenido.

Si bien en la teoría de los sueños en quince años apenas ha
realizado transformaciones, en el estudio de la angustia, dice Freud en 1932, todo está en vías de transformación. A estas alturas añade un nuevo rasgo a su descripción del Yo. Aunque el Yo es débil frente al Ello, pero añade que hay también una influencia del Yo en el Ello, cuando por medio de la señal de angustia despierta al principio de placer-displacer. Inmediatamente después vuelve a mostrarse débil pues con el acto de la represión renuncia a una parte de su organización y permite que el impulso reprimido quede duramente sustraído a su influencia.

Hemos visto a la angustia neurótica transformarse en angustia real, en angustia ante determinadas situaciones de angustia de peligros exteriores. En toda situación de peligro se provoca en la vida anímica un estado de gran excitación, que es sentido como displacer y que el sujeto no puede dominar con una descarga, a eso le damos el nombre de instante traumático, llegamos en la serie: angustia neurótica, angustia real, peligro exterior, a que lo temido, el objeto de la angustia es cada vez la aparición de un instante traumático que no puede ser tratado según las normas del Principio
de Placer.

Éste no nos asegura contra los daños objetivos sino sólo contra un daño determinado de nuestra economía psíquica.

Sólo la magnitud del montante de excitación hace de una impresión un instante traumático, paraliza la función del Principio de Placer y da a la situación de peligro su significación. Sólo la represión secundaria muestra este mecanismo en el que la angustia es despertada como señal de una situación de peligro anterior, pues las represiones primarias y más tempranas nacen directamente de instantes
traumáticos en el choque del yo con una exigencia libidinosa
de primera magnitud y producen su angustia de por sí.

Dice Freud: no veo objeción alguna contra un doble origen de la angustia: unas del instante traumático y otras como señal que amenaza la repetición de tal instante. En la teoría de la libido o teoría de las pulsiones hay transformaciones. La teoría de las pulsiones es nuestra mitología. Se trata, las pulsiones, de seres míticos, de gran indeterminación. No podemos prescindir de ellas ni un instante y en ningún momento se puede estar seguro de verlas claramente.

De acuerdo con dos magnas necesidades, el hambre y el amor hace Freud dos grupos distintos: las pulsiones del yo y las pulsiones sexuales; a la energía de las pulsiones sexuales, le llamamos libido.

Hay fuente, objeto y fin.

La fuente es un estado de excitación en el soma; el fin, la cesación de esa excitación y en el camino de la fuente al fin, la pulsión logra actuación psíquica. Lo representamos como cierto montante de energía, que tiende hacia una dirección determinada. Sería más exacto hablar de fines pulsionales activos y pasivos, también para la consecución de un fin pasivo es necesario un gasto de actividad.

El fin puede ser conseguido en el propio cuerpo, por lo general se interpola un objeto externo en el que la pulsión alcanza su fin exterior pues su fin interior es siempre la modificación somática, sentida como satisfacción. Es indudable que impulsos procedentes de una fuente se unen a otros de fuentes distintas y comparten sus ulteriores destinos y en general la satisfacción de una pulsión puede ser sustituida por otra satisfacción.

A cierta clase de modificación del fin y cambios de objeto en las que entre en juego nuestra valoración social le damos el nombre de SUBLIMACIÓN.

También se distinguen pulsiones de fin inhibido, o sea impulsos de fuentes conocidas y con fin inequívoco pero que hace alto en el camino de la satisfacción, produciendose así una carga de objeto duradera y una tendencia permanente, como ejemplo la relación de cariño que procede de las fuentes de la necesidad sexual y renuncia regularmente a su satisfacción.

Las pulsiones sexuales de gran plasticidad tienen gran capacidad para cambiar de fin, tienen gran facilidad para sustituir una satisfacción por otra y facultad de aplazamiento, como se ve en las pulsiones de fin inhibido. En cambio las pulsiones de autoconservación podemos definirlas como inflexibles, inaplazables, imperativas.

Y en relación muy distinta, tanto en la represión como en la
angustia, aunque esto sólo corresponde al hambre y la sed y se funda en una particularidad de las fuentes de las pulsiones.

El yo es siempre el depósito principal de la libido, del que parten las cargas libidinales de los objetos y al que retornan, mientras que la mayor parte de esta libido, queda permanentemente en el Yo.

Hay pues una continua transformación de libido del Yo en libido de objeto y libido de objeto en libido del Yo.

Hay dos clases de pulsiones esencialmente diferentes: las pulsiones sexuales comprendidas en el más amplio sentido, el Eros, y las pulsiones agresivas cuyo fin es la destrucción. La idea de una pulsión de agresión y destrucción en el hombre apareció con ciertas consideraciones sobre el sadismo y el masoquismo, la relación sexual normal integra ciertos montantes de ambas tendencias y que las consideramos perversiones cuando rechazan a segundo término los demás fines sexuales y los sustituyen por fines propios.

El sadismo y el masoquismo son acabados ejemplos de la mezcla de ambas clases de pulsiones, Eros y agresión. Tal relación es prototípica y todos los impulsos pulsionales se componen de tales mezclas, aleaciones de ambas clases.

Las pulsiones no rigen sólo la vida anímica sino también la vida vegetativa.

La autodestrucción es considerada manifestación de la pulsión de muerte que se halla presente en cualquier proceso vital.

Se dividen en: las pulsiones eróticas que quieren acumular cada vez más sustancia viva en unidades cada vez mayores y la pulsión de muerte que se opone a esta tendencia y retrotrae lo vivo al estado inorgánico. De la colaboración y la pugna entre ellas surgen los fenómenos de la vida a los que la muerte pone fin.

Dos pulsiones fundamentales con fin propio de cada uno.

Nuestra cultura ha sido instaurada a costa de tendencias sexuales que, coartadas por la sociedad y reprimidas en parte, han sido también en parte aprovechadas para otros fines.

No es fácil satisfacer las exigencias de esta cultura y sentirnos a gusto en ella porque las restricciones impuestas a nuestros instintos suponen una pesada carga psíquica. Esto es aplicable a las pulsiones agresivas. Estas son las que dificultan la vida en común de los hombres y amenazan su perduración; la restricción de su agresividad es el sacrificio primero y quizá más duro que la sociedad exige al individuo.

Las pulsiones agresivas no aparecen nunca aisladas sino en aleación con las eróticas. Estas tienen mucho que mitigar y precaver en las condiciones de la cultura creada por el hombre.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

LA SORDERA PSÍQUICA
EN LAS PAREJAS (I)

Muchas parejas acuden a nuestras consultas aludiendo que no se escuchan. Sus problemas de comunicación tienen que ver directamente con una posición narcisista (lo contrario a humilde) donde ninguno de los dos cede a las palabras del otro. El diálogo acaba siendo un intento de imponer al otro lo que considera su verdad y como ninguno cede, se refuerza la posición neurótica de cada uno y la desavenencia está garantizada. Si falla el diálogo la pareja está condenada al fracaso de su estructura.

El sujeto psíquico habla desde los modelos ideológicos transmitidos a través del Estado, de la familia y de la religión. Y su sexualidad está determinada por la articulación de dichos modelos ideológicos que le hacen tener una determinada posición en el lenguaje.

Será desde este lugar desde donde el sujeto será hablado por dicha estructura de lenguaje. Y para el sujeto psíquico su hablar, su decir, no deja de ser su verdad. Se cree en lo que se dice por definición.

La ideología habla a través de su ser y frente al otro necesita de la escucha para que su habla tenga cuerpo pulsional de palabra.

¿Podemos decir que hay palabra dicha sin escucha? Hay articulación de significantes pero el significado el sujeto lo adquiere desde la posición de escucha del otro. Solamente cuando hay escucha hay satisfacción no plena de la demanda ya que la demanda es del orden de la pulsión. Su satisfacción tiene que ver con rodear al objeto deseado y volver al sujeto. Y para el que habla, el objeto que demanda frente al otro es su escucha, por eso que ser escuchados es del orden de la satisfacción y es entonces cuando las palabras tienen sentido para el que las dice porque hubo una escucha que lo constituyó como sujeto hablante. Cada vez que el sujeto habla demanda lo que causa su deseo y la escucha, la mirada y el habla son objetos causantes del deseo en el otro.

La mirada no es del orden del ver, ni oír es escuchar, ni decir es hablar. La mirada, el habla y la escucha son del orden del deseo. Y el deseo está sujeto a la posición del sujeto castrado. Sólo si hemos renunciado a ser completos podemos desear algo del otro.

La estructura narcisista en su máxima pronunciación no deja de ser una negación de la castración. El sujeto sabe de ello pero se rodea de un aura donde toda su libido está vuelta sobre él mismo.

Su palabra pronunciada, para él, es del orden de la verdad y frente al otro sólo se constituye como sujeto deseante si hay escucha. Por lo tanto no necesita que sea escuchado, simplemente con ser aprobado en lo que dice su libido queda satisfecha. Necesita que el otro sea un espejo acústico donde sus palabras quedan reflejadas y le sean devueltas con el mismo sonido que las emitió. Si frente al otro hay escucha, desde el lugar del otro la verdad del que dice queda entredicha por la verdadera y única verdad que es la de ser también uno castrado. Y al neurótico lo que más le disgusta es saber de su verdad de castración. Prefiere negar antes de aceptar y es por eso que con él, hablar es un diálogo de sordos porque si alguien da cuenta con su escucha, él se constituye como sujeto castrado y por lo tanto sujeto del lenguaje y todo su arte consistirá frente al otro en taponar su demanda no dejándole hablar.

Miguel Martínez. Médico Psicoanalista
Getafe: 91 682 18 95

 


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ASOCIACIÓN PABLO MENASSA DE LUCIA AULA DE POESÍA Y PSICOANÁLISIS

Soy lo que vuela
encadenadme y seré lo encadenado que vuela
matadme y seré lo encadenado, muerto, que

www.aulapablomenassa.com

Premio a la Mujer trabajadora 2003.

Palabras de apertura

En nombre de la Asociación Pablo Menassa de Lucia, agradecemos la presencia de todos ustedes. 

El Aula de Poesía y Psicoanálisis se fundó en 1998, es una Asociación sin fines de lucro y su objetivo es difundir la cultura en todas sus manifestaciones.

En cinco años de funcionamiento se han organizado recitales de poesía, conferencias de psicoanálisis, charlas coloquio de medicina psicosomática, hemos subvencionado cortos cinematográficos, colaborado en exposiciones de pintura, feria del libro, Congresos Internacionales. Así mismo se realizaron jornadas de homenaje a Sigmund Freud, Jacques Lacan.

Está instituido anualmente un premio de poesía y un premio de psicoanálisis. Resultado de ello ya se publicaron 16 libros en la prestigiosa Editorial Grupo Cero.

Queremos agradecer desde aquí a todos nuestros asociados la permanencia e implicación en llevar adelante esta joven Asociación que paso a paso, va construyendo un lugar social para todos aquellos que lo deseen.

Hoy nos encontramos, para festejar la entrega del premio a la mujer trabajadora en su cuarta convocatoria. Premio que la

Asociación ha otorgado a Doña Olga de Lucia Vicente, por su labor ininterrumpida en el campo de la salud, la educación y la creación.

Como secretario de la Asociación, es un honor reconocer, que las múltiples actividades que la Asociación lleva a cabo, han sido presididas y dirigidas desde la fundación del Aula por doña Olga de Lucia Vicente, mujer trabajadora de 2003.

En el acto de hoy, la Gerente de la Editorial Grupo Cero, doña Carmen Salamanca Gallego, ganadora de la anterior edición, hará entrega del premio: Un óleo de Miguel Oscar Menassa.

Posteriormente la laureada nos dirigirá unas palabras y terminaremos el acto brindando con una copa de vino español por gentileza de la Asociación.

Si desean información acerca de la Asociación, llamen al 91 758 19 40, o si prefieren visiten nuestra página en internet:

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Carlos Fernández del Ganso
Secretario de la Asociación

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XI CONGRESO INTERNACIONAL  
GRUPO CERO
MEDICINA Y PSICOANÁLISIS

DISFUNCIONES SEXUALES:
AMOR Y DESEO

"El erotismo y el amor son nuestra porción de paraíso,
y el amor es también una apuesta insensata
por la libertad -no la mía- la ajena."

Octavio Paz

Las disfunciones sexuales son sumamente frecuentes y si bien, hay estadísticas que calculan que entre el 20 y el 40% de los hombres las padecen o las han padecido, circunstancialmente o periódicamente o de manera permanente, los psicoanalistas escuchamos a diario, y en la mayoría de los pacientes: que las padecen, que las han padecido, o que temen padecerlas.

El hombre del Paleolítico inferior, no se distinguía demasiado en su fisonomía de los simios. Su manera de desplazarse comenzaba a tener una diferencia con el animal, pero su marcha no era claramente erguida. Sin embargo, este hombre primitivo ya tenía un sentido temeroso y respetuoso por la muerte, cuyo efecto más visible consistía en que daba sepultura a los cadáveres de sus semejantes.

Otros testimonios de la prehistoria muestran que el hombre del Paleolítico superior fue quien dejó diseñadas en las paredes de las cavernas las primeras imágenes humanas. En ellas se ven figuras masculinas con el sexo erecto.

Pero la distinción contundente respecto del animal en los albores de la humanidad, parece estar en relación al erotismo y a su saber sobre la muerte. De la misma manera que el niño vive frente a la ignorancia de las diferencias sexuales adjudicando a todas las personas un único sexo, el sexo masculino, todas sus preguntas parecen portar un saber sobre el origen, la creación del hombre, la sexualidad y la muerte.

El primitivo humano, considerado por algunos como puente entre la animalidad y la humanidad, presentaba un sentimiento de incomodidad similar tanto frente a lo sexual, como al experimentado frente a los muertos. Erotismo y muerte vinculados en el hombre para siempre, nos acercan en el tiempo a aquella famosa frase de Georges Bataille para definir al "orgasmo como pequeña muerte", nudo de erotismo y muerte en el instante en que la excitación sexual, (des)fallece.

Así como en un primer momento, el conocimiento de la muerte diferenció al animal del hombre, podríamos decir que la obligación del trabajo fue otro de los hitos que generó una diferencia primorcial, para alejarlo definitivamente de la ceguera de los instintos. El placer para él aparece ahora ligado a otros significantes, placer en el trabajo, por ejemplo, se siente capaz de transformar el trabajo en juego. También el niño realiza una actividad de investigación en lo que a su realidad sexual se refiere, resultando la motivación de todos sus juegos como un verdadero trabajo.

En el idioma castellano, el verbo funcionar es sinónimo de trabajar, maniobrar, realizar, desempeñar... Pero cuando decimos función sexual, ¿de qué tipo de función estamos hablando?

Mucho se habla en nuestra época de las disfunciones sexuales, tomando como paradigmas a la impotencia y a la frigidez.

Disfunción como trabajo que no llega a realizarse en el intento de hacerlo. ¿Es una disfunción que el orgasmo falte? o bien ¿es una disfunción que el amor, que el deseo falte?

Si en ese hombre de la prehistoria, en esa fase tan primitiva de pasaje, el erotismo y la muerte ya estaban de alguna manera ligados junto a los rudimentos del trabajo como categoría humana por exelencia, ¿podríamos llegar a pensar que en las disfunciones sexuales hay un trabajo no realizado sobre los significantes erotismo y muerte? O bien, un trabajo que en el empeño de su realización se ve impedido por una fuerza contraria a su intento de producción?

Algo así como pensar a la disfunción como una función que no se ha llevado a cabo o se lleva a cabo con dificultad. Una función que no es del órgano que supuestamente la realiza, aunque su compromiso resulte innegable.

Es sabido también que la llamada "función sexual" es tan inesperada como caprichosa, en el sentido de ser altamente susceptible de alteraciones diversas, incluso apareciendo como secundaria a cualquier conflicto trivial. Así lo sexual siempre queda supeditado a algo que, en apariencia se lo pueda considerar de mayor valor, aunque para el psicoanálisis "eso" que tiene mayor valor está investido de energía sexual.

Escribe Miguel O. Menassa "¿Qué es lo que me mata, amor, cuando nadie me mata?"

 

 


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La función sexual es inconsciente. Las disfunciones sexuales están sobredeterminadas por procesos inconscientes: anorgasmia, impotencia, eyaculación precoz, inhibiciones frente a expresiones amorosas, indiferencia, ansiedad frente al encuentro sexual, timidez, agresión hacia la mujer, o rechazo de la mujer al hombre, violencia sexual y varios, etc.

Sin embargo, el sexo no es algo funcional, en el sentido que no tiene una función biológica, ya que no responde a objetos utilitarios, por el contrario surge cuando cae lo utilitario, cuando cae aquello que se relaciona con el objeto de la necesidad.

De esta manera, podemos decir que las zonas erógenas serían el testimonio de haber estado en contacto alguna vez, con el objeto de la necesidad. Aquella primera satisfacción de un hambre mortal, exigencia biológica para no morir que se apoyó sobre la boca, dejan ahora a esos labios aptos para besar, hambrientos de otra boca que los toque.

Esa sensualidad de la boca nace apoyada en una dependencia que resultó vital. Tanto como decir que las palabras moduladas por esa boca, pueden ser objetos eróticos privilegiados.

En Las pulsiones y sus destinos, Freud afirma que "El hecho de que nos acostumbramos a decir, que una pulsión sexual ama a su objeto, y veamos el más adecuado empleo de la palabra "amar" en relación del Yo con su objeto sexual, nos enseña que su empleo en tal relación, comienza únicamente con la síntesis de todas las pulsiones parciales de la sexualidad, bajo la primacía de los genitales y al servicio de la reproducción". Freud dice que el amor en su esencia sólo puede pensarse como pasión sexual dentro del campo de lo inconsciente. Para el Psicoanálisis, toda historia de amor es la cauterización de una herida sangrante y profunda, por la mutilación que ha sufrido el hombre por la pérdida del amor inicial. De allí la importancia del objeto de amor, porque todo amor plantea la posibilidad de su pérdida y la angustia que la acompaña... en el origen del amor hay un duelo... Por haber sido amado se lo resguardó de la muerte entregándole ese preciado objeto: la palabra.

El amor, a diferencia del deseo, es oblativo por excelencia, siempre es vivido como virtud, ya que nos ha rescatado de esa amenaza con la que nacimos, quedando como un triunfo ante la muerte.

Freud dice que lo que debe hacer un psicoanalista no es promover objetos de amor, sino dejar expresar los objetos de deseo. Porque los objetos del amor pueden aplastar los objetos del deseo y es justamente por eso que el sujeto está enfermo. "El psicoanálisis es una cura a través del amor", dirá para ampliar la noción de triunfo, ya que se tratará de pasar del amor al deseo.

El amor en realidad no es traumético ya que neutraliza a la pulsión de muerte siendo la sexualidad uno de los instrumentos para ello. El amor viene a suplir lo imposible que se encuentra en el lugar de la causa de amor, lo que es traumático es la sexualidad... lo imposible del encuentro con el objeto. Siguiendo a Lacan, entendemos que el objeto de la pulsión no lleva a ningún lado. La pulsión se sostiene mal -dirá- por eso se apoya nostálgicamente donde recuerda que hubo un objeto. Estas dos tendencias tienen un destino trágico, ya que esos dos objetos no se concilian. Como si en su esencia, amor y deseo no pudiesen coincidir.

Por lo general, la temática sexual de los mitos ronda alrededor de un conflicto vinculado con la iniciación sexual, el logro del amor de parte de una mujer noble o codiciada; comúnmente el héroe después de tener que pasar por pruebas de su valentía, atravesar infinidad de peripecias, luchas, heridas lacerantes, consigue desembocar en una fase gozosa, dionisíaca: consigue el amor pretendido, a la vez que el reconocimiento de una nueva posición.

Sin embargo, el mito del que más habla el psicoanálisis, el de nuestro héroe Edipo, resulta absolutamente diferente. Edipo, un tanto impotente, no corre la misma suerte que el resto de los héroes.

Atraviesa también algunas luchas en la cual muere el hombre equivocado. A partir de allí lo que consigue es también errado, en lugar de desposar a la joven amada, el joven corre la suerte de un horroroso malentendido, se casa con su propia madre.

Freud sostiene que es una impotencia psíquica la que caracteriza la vida amorosa del hombre en la cultura. Su contenido más universal sería una fijación incestuosa que llevaría a la escisión de las corrientes tierna y sensual. Nacidas de un deseo que la ley del incesto prohibe, las dos corrientes que unían a la madre con el niño terminan por escindir al objeto madre. Por lo general, el hombre desarrollaría una potencia más plena con un objeto degradado. De esta manera enfrenta un desafío inmenso frente al tener que sostener el deseo sexual y convocar al mismo tiempo a la ternura. El gesto tierno dice: "pídeme lo que quieras", pero algo del deseo también está allí pidiendo ser reconocido, "pídeme lo que quieras, sin urgencia, ligeramente, sin querer tomar nada enseguida".

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Aquí nos encontramos otra vez con la diferencia que plantea esa escisión de corrientes. El placer sexual tiene urgencias, pide cumplimiento, no es metonímico, una vez tomado se corta, en cambio la ternura tiene el tiempo del deslizamiento insaciable, es una metonimia infinita, que sólo se interrumpe frente a la aflicción, a la angustia, al dolor que surge cuando todo se pone en duda.

La ternura encuentra su apoyatura en la piedad, al reconocer que el sujeto está afectado por el otro, y por el dolor de lo que el otro no es. Por eso podemos decir que el amor tiene que ver con tolerar la diferencia de un encuentro siempre fallido.

En lo sexual entran en juego todos los intervalos del deseo. Los amantes se preguntan ¿cuánto vale mi deseo para ti?

La corriente sensual que permanece activa, buscará tan sólo objetos que no despierten el recuerdo de los incestuosos prohibidos, y la impresión producida al sujeto por aquellas mujeres que pudieran inspirarle una valoración psíquica elevada, no se resuelve en él como excitación sexual, sino en cariño eróticamente ineficaz.

Freud dice que el hombre degrada su objeto sexual, reservando para el objeto incestuoso y sus subrogados, la supervaloración que normalmente le daría al objeto sexual real. Sólo puede alcanzar el placer sexual con el objeto inestimado, degradado, rebajado, conservando, de esta forma, fines sexuales perversos. Es decir que, ni bien se produce la degradación del objeto, se obtiene el placer que le era imposible desarrollar con libertad. En las fantasías de los púberes veíamos que el niño pone a la madre al mismo nivel que la prostituta, y estas fantasías tienden a construir, imaginariamente, un punto sobre la separación de las dos corrientes eróticas, y degradando a la madre, ganarla como objeto sensual.

Sólo en una pequeña minoría aparecen debidamente confundidas las corrientes cariñosas y sensual. En la impotencia sucede que no se puede desatar el lazo que se ató entre el quehacer sexual y la prohibición, y lo resuelve no sintiendo, quedando frígida o impotente frente al acto sexual. A veces sucede que se restablece cuando se trata de relaciones secretas, es decir, se restablece la idea del amor prohibido.

Tomaré para ejemplificar algunas frases de un paciente que se nombra como Eyaculador Precoz.

"Me pasa desde los 14 años... tengo ideas acerca de eso... un día estaba masturbándome y mi mamá pasó por delante de mi dormitorio... en ese momento empezó a gritar como si le estuviera haciendo un mal a ella, y corrió a llamar a mi padre para que haga algo conmigo... mi padre llegó, y después de retarme, me dijo de manera cómplice: "cuando te den ganas, salí a correr, corré, corré, corré, corré...".

La eyaculación precoz es un síntoma que parece que hablara de un aspecto infantil del hombre, precoz, temprano, inmaduro. Algo que si bien se produce, tiene la particularidad de suceder problemáticamente, fuera del tiempo esperado, algo que se produce antes... ¿antes de qué?

Es un excitado que teme al contacto, quiere y no quiere. Algo del amor queda fuera de la escena esperada y se encuentra siempre en la misma angustiante disyuntiva: quiero y no quiero. Hay en él una actitud agresiva con la mujer, ligadas a un temor (huída) a la amenaza de castración, y la fantasía de ensuciar a la mujer con orina.

Orina y Semen, dos sustancias que él siente que "se escapan". La estrecha asociación fisiológica y psicológica entre las dos funciones del pene, parecen confundirse en estas fantasías, por la equivalencia entre la enuresis y el onanismo.

Como en el niño, el eyaculador precoz junto a la excitación sexual siente un irresistible deseo de orinar. Freud en La Conquista del fuego, cita unos versos de Heine: "Con lo que el hombre usa para orinar, con eso mismo crea a su igual". Pero como funciones son inconciliables, tan inconciliables como el agua y el fuego.

La eyaculación precoz es una de las disfunciones sexuales, dando como síntoma una anterioridad insatisfactoria, eyacula antes, pero antes ¿de qué? Podríamos decir, antes del encuentro con el otro, con su deseo y todos sus intervalos. Sin el encuentro siempre fallido con el otro como semejante no hay aceptación de la mortalidad.

Erotismo, amor, mortalidad, trabajo... una articulación que de no producirse, altera toda la sexualidad, toda la vida.

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DIAGNÓSTICO DIFERENCIAL ENTRE HISTERIA Y ESQUIZOFRENIA

Una vez más unimos dos significantes: Psicoanálisis y Medicina. 

Los unimos pero no los sumamos. El objeto de cada una de estas ciencias propone su propio método de estudio y ahí encontramos la primera diferencia radical.

La Medicina necesita y parte de un diagnóstico previo para aplicar el tratamiento conveniente a cada afección. El Psicoanálisis, para el cual los hechos sólo existen después de ser interpretados, su método requiere que sea al final del tratamiento, en la escritura del caso cuando se dé cuenta del diagnóstico. Hubo de haber habido algo que ya no hay, pues la interpretación produce lo nuevo.

Otra diferencia reside en la concepción, por parte del psicoanálisis, de la unidad y homogeneidad de todas las perturbaciones que como fenómenos se nos muestran, pues es la estructura la que aparece en el fenómeno. Este singular modo de lectura se traduce en que la técnica, sustentada por la teoría freudiana, es la misma se trate de neurosis o de psicosis -las dos radicales vertientes que encontramos en el estudio de la incidencia del cruzamiento de la cadena significante con la cadena del discurso efectivo- la asociación libre y la interpretación.

Desde la primera entrevista con el paciente, comprobamos que la aparición más inmediata es una perturbación de la vida real. La pérdida de la realidad es un fenómeno característico tanto de la neurosis como de la psicosis, aunque la puesta en juego nos muestre que en ambas se trata de una cuestión diferente.

El conflicto inicial que las dos tratan de resolver en un segundo paso es el restablecimiento de las relaciones del yo con la realidad, tratándose en la neurosis de la perturbación del yo con un fragmento de la misma y en la psicosis, de la perturbación entre el yo y el mundo exterior.

En la neurosis el yo, mediante la represión evita huyendo de él, el trozo de realidad intolerable, pero el fracaso de dicho mecanismo hace que retorne como síntoma. En la psicosis, el yo se procura independientemente de la realidad, un nuevo mundo exterior e interior, siendo la causa de esta disociación, una privación impuesta, que es considerada intolerable. Las esquizofrenias culminan en un embotamiento afectivo, surgiendo el delirio precisamente en aquellos puntos donde se produce una solución de continuidad en la relación del yo con el mundo exterior.

En la psicosis, a la fuga inicial sigue una fase activa de transformación.

En la neurosis, a la obediencia inicial, una posterior tentativa de fuga. La neurosis no niega la realidad, se limita a no querer saber nada de ella. La psicosis la niega e intenta sustituirla.

En la neurosis, surge una reacción de angustia cada vez que lo reprimido trata de llegar a la conciencia, siendo el resultado del conflicto una transacción absolutamente insuficiente como satisfacción.

En la psicosis, por el contrario, el trozo de realidad rechazado trata de imponerse de continuo.

Así pues, encontramos en ambas no sólo una pérdida de realidad sino también una sustitución de la misma.

Las diferencias que se manifiestan entre neurosis y psicosis, tendremos que ubicarlas pues en la situación inicial.

En un principio no existe antítesis entre lo subjetivo y lo objetivo.

No hay exterior e interior en tanto el otro pequeño es también el A. La banda de Moebius, figura topológica que sirve para leer ese momento, nos muestra antes del corte, el paso de una a otra superficie sin agujerearla.

La diferenciación se constituye luego, en tanto el pensamiento que es los mecanismos significantes que encontramos en él, tiene la facultad de hacer de nuevo presente, por reproducción de la imagen, algo una vez percibido sin que el objeto tenga que continuar existiendo fuera. La finalidad inmediata del examen de la realidad es volverlo a encontrar, convencerse de que aún existe.

Otra aportación a la separación entre lo objetivo y lo subjetivo consiste en que la reproducción de una percepción como imagen no es siempre su repetición exacta, pudiendo estar modificada por omisiones y alterada por la fusión de distintos elementos.

Esta es una propiedad del significante, en sus dos vertientes de combinación y sustitución, es decir, la que toca la función metonímica y metafórica.

El juicio es el acto intelectual que pone término al aplazamiento debido al pensamiento y decide la elección de la acción motora.

Momento de concluir, tercer paso del tiempo lógico que es el que rige el inconsciente.

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La función del juicio es la evolución adecuada del proceso primitivo y procura un atisbo de la génesis de la función intelectual.

Previa a toda simbolización -anterioridad lógica-, hay una etapa donde puede suceder que parte de la simbolización no se lleve a cabo. Esta primera etapa precede toda la dialéctica neurótica, fundada en que la neurosis es una palabra que se articula, en tanto lo reprimido y el retorno de lo reprimido son una sola y única cosa.

Puede suceder entonces que algo primordial en lo tocante al ser del sujeto no entre en la simbolización; es decir, que en lugar de ser reprimido, sea rechazado.

A nivel de la existencia del símbolo en cuanto tal, en la relación del sujeto con el significante, existe la posibilidad de una forclusión primitiva, algo que no fuera simbolizado y se manifestara en lo real.

Se establece entonces una primera dicotomía entre aquello que haya estado sometido a la simbolización primitiva, a esa Bejahung -afirmación de lo que es- y lo afectado por la forclusión -el rechazo.

Ambos sufrirán destinos diferentes.

En el origen, en la estructura, hay aceptación o forclusión. En el seno de la primera, ocurren toda clase de accidentes y nada indica que la primitiva sustracción, proceso inaugural por el cual el yo incorporaba cosas en su interior o las expulsaba fuera de sí, de acuerdo con el principio de placer, se haya realizado de manera adecuada.

En todo caso, con lo que queda el sujeto se forja un mundo y sobre todo se ubica en su seno, es decir, se las arregla para ser aproximadamente lo que admitió que era: hombre, si del sexo masculino se trata o mujer, si se trata del femenino.

En tanto sujeto, nada puede escapar a las leyes de la palabra. La simbolización -la Ley- cumple en la sexuación un papel primordial.

En su seno, se producirá todo dentro de tres registros. La ley del malentendido, gracias a la cual, se puede satisfacer completamente las tendencias sexuales opuestas ocupando dicha posición en una relación simbólica a la vez que seguimos siendo lo que somos en el plano imaginario y en el plano real.

La represión es lo que sucede cuando algo no encaja a nivel de la cadena simbólica. La ley resulta intolerable pero la cadena sigue funcionando por lo bajo, expresendo sus exigencias y lo hace mediante el síntoma neurótico.

En la negación se trata de la atribución del valor de existencia. La función del juicio se hace posible por la creación del símbolo de la negación que permite al pensamiento un primer grado de independencia de los resultados de la represión. Lo no dicho puede manifestarse, burlando la censura, sin que la conciencia se percate, en lo dicho no.

Cuando una pulsión sexual aparece en un sujeto, para quien ya fue puesta en juego en diferentes puntos de su simbolización previa, siempre logra expresarse en cierto número de síntomas. Así lo reprimido se muestra de todos modos, siendo la represión y el retorno de lo reprimido una sola y única cosa.

El sujeto, en el seno de la represión, tiene posibilidades de arreglárselas con lo que vuelve a aparecer.

La forclusión no es lo mismo que la negación. En la forclusión, lo que se pone en juego es la atribución del valor de símbolo. Se trata del rechazo, de la expulsión de un significante primordial, el significante de la falta en el Otro, significante que a partir de entonces faltará.

Si el fetiche es el sustituto del falo de la madre, objeto perdido que el sujeto quiere, puesto que creyó en él, preservar de la desaparición, y lo preserva mediante la denegación o repudiación de la percepción de la falta en el otro; la forclusión sugiere que la percepción habría sido completamente borrada del mismo modo que ocurriría si una impresión visual cayera sobre la mancha ciega de la retina.

Se trata de un proceso primordial de exclusión de un interior primitivo que no es el interior del cuerpo, como ocurriría en la neurosis, sino de un primer cuerpo de significante.

El juicio de atribución es la constitución de la realidad del sujeto en un nuevo hallazgo del objeto, singular anterioridad al juicio de existencia que es la puesta a prueba del exterior por el interior.

El sujeto en la psicosis sólo puede reconstituirse en la alusión imaginaria. Cuando al comienzo de la psicosis, lo no simbolizado aparece en lo real, el sujeto se encuentra inerme, incapaz de hacer funcionar la negación con respecto al acontecimiento.

Lo que se produce entonces, está excluido del compromiso simbolizante de la neurosis y aparece una verdadera reacción en cadena a nivel de lo imaginario. Hay sustitución de la mediación simbólica por una proliferación imaginaria.

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El significante mismo sufre profundos reordenamientos. La función metafórica está anulada y la metonímica afectada en su posibilidad combinatoria. Todo discurso viene del Otro, pero la fenomenología aparente de la psicosis indica que en lugar del sujeto hable el yo ideal y recibe el mensaje desde el lugar del objeto metonímico, objeto despedazado o combinado para formar neologismos.

Así en la relación del sujeto con el lenguaje se presentan frases que no llevan forzosamente consigo su significación, frases interrumpidas que dejan en suspenso el sentido. Se escuchan frases cortadas por la mitad, quedando el resto implícito en tanto significación.

La distinción entre certezas y realidades es lo que cuenta y lo que conduce a las diferencias en lo estructural.

En la estructura misma del lenguaje, el monólogo supuestamente interior, está en perfecta continuidad con el diálogo exterior. Hay leyes de intervalo, de suspensión, escansiones que hacen que esa frase interior no se inscriba de modo continuo.

Se trata, pues, para el hombre de arreglárselas con esa modulación continua para que no le ocupe demasiado y las cosas están arregladas de manera que su conciencia se aparte de ellas, aunque a nivel inconsciente, la modulación continúa de todos modos.

En los fenómenos de la psicosis, esto opera a cielo abierto del modo más articulado, revelando ese monólogo. El sujeto da fe de esas voces como de algo que forma parte del texto de su creencia.

Es testigo de lo que le pasa.

La constitución del sujeto en la alusión imaginaria muestra la diferencia radical de esta estructura respecto de la de la neurosis, cuyo elemento determinante es que en el lugar del Otro de la palabra, allí el sujeto se reconoce y se hace reconocer. Su estructura es esencialmente una pregunta y el neurótico usa de su yo no para hacerla sino precisamente para no hacerla.

El reconocimiento de la posición sexual del sujeto está ligado al aparato simbólico y lo que está en juego en la pregunta ¿qué soy? es un significante fundamental.

Se trata de simbolizar el cuerpo imaginario y hay un significante donde no hay material simbólico por lo que se produce un obstáculo, un defecto para llevar a cabo esa identificación esencial.

Hay paradojas resultantes de determinados cruzamientos entre lo simbólico y lo imaginario. Una disimetría entre los dos sexos en el complejo de Edipo que confirman esta distinción.

La simbolización del sexo del hombre no tiene la misma fuente, el mismo modo de acceso que la simbolización del sexo de la mujer, porque lo imaginario sólo proporciona ausencia donde, del otro lado, hay un símbolo prevalente. Para la mujer, la realización de su sexo en el Edipo no se hace por identificación a la madre sino por identificación al objeto paterno.

Estamos dentro de la topología de la represión. Lo que está en juego es una disimetría en el significante que determina las vías por donde pasará el complejo de Edipo para los dos sexos, llevándoles ambas por el sendero de la castración.

En la histeria, el sujeto femenino y el sujeto masculino se hacen la misma pregunta: ¿qué es ser una mujer? Pregunta vinculada no simplemente al material del significante sino a la relación del sujeto en su conjunto con aquello a lo cual el significante puede responder.

¿Que es una mujer? Es un intento de simbolizar el órgano femenino como tal y la identificación al hombre, portador de pene, es un medio de aproximación a la definición que se le escapa al sujeto mujer.

El sujeto histérico actúa su historia sin palabra, corporalmente da cuenta de la falta de simbolización de ese significante que falta en el proceso simbólico. El fenómeno histérico es una anatomía fragmentada, fantasmática, imaginaria, que tiene un carácter estructural pues nada en la anatomía nerviosa recubre cosa alguna de las que se producen en los síntomas histéricos.

El síntoma es metáfora del sujeto y en la histeria, la metaforización acontece en el órgano paralizado o anestesiado, que se hace significante en cuanto representa al sujeto para otro significante.

Concepción Osorio. Psicoanalista
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LOS CELOS
EN EL TIEMPO

"...de otro, será de otro como antes de mis besos..."
Pablo Neruda

Son los celos unos curiosos seres que nos habitan en todo el territorio de nuestra existencia. ¿Quién no se ha referido a sí mismo diciendo: soy celoso, o bien, no soy celoso? Afirmado o negado, el atributo de ser celoso se hace siempre lugar en la frase.

Adquieren los celos una potencia que puede crecer desmesurada e inoportunamente. Cuando todo indicaría el momento de la separación o la indiferencia, el pecho se me revuelca, la vista me traiciona y el sistema motor no me responde bien. El desorden funcional no engaña: he sido atacada y aunque crea que es de fuera, es sin embargo íntima la puesta en causa que determina mi conmoción.

"De otro, será de otro como antes de mis besos...". Él no ha visto al otro pero lo atribuye y a partir de ahí el poema se revuelve hasta llegar a un: "Es cierto ya no la quiero. Pero tal vez la quiero..." El celoso o la celosa puede cambiar en una frase el camino que va a seguir, la ética que quebrantará o no quebrantará, la consideración del "apestoso" que la rechaza se vuelve enseguida dulzura sin par.

Curiosa guía de vida.

A esos curiosos invasores del entendimiento, el imaginario de todos los tiempos le ha dado significaciones positivas o negativas.

Valga como ejemplo: "Si me cela es que me quiere" y si yo ya no me atrevo a esa lectura, siempre habrá alguien en mi entorno dispuesto a interpretar que es claro que él me quiere. ¿Por qué si no te va a dar vuelta la cara cuando pasaste con otro? Y sin embargo ¿es seguro que me vio? Basar el futuro en la lectura de ese signo, tranquilamente puede llevarte a la ruina.

La universalidad del fenómeno ha de hacernos reflexionar. Por un lado y ante semejante invasión del pensamiento por los celos, debemos poner a estos seres del lado de la anormalidad. Mas y también por la universalidad, debemos ponerlos dentro de la constitución normal, regular del sujeto psíquico. Vamos a ir apoyándonos en los distintos autores que han trabajado el tema para estudiar ambas caras de la problemática, pues si bien es universal el fenómeno, es sin embargo singular el lugar que ocupan en cada quien.

Los textos a los que nos dirigiremos sucesivamente, son textos a veces determinantes de la realidad y de los prejuicios con los que abordamos esa realidad, pues los celos metidos en todas las formas del amor y en muchos desencadenantes del odio, nos muestran que aunque la humanidad avance en técnicas productivas y médicas, no obstante el hombre y la mujer siguen detenidos por pasiones anti-quísimas.

Cuando un hombre no se atreve con una nueva mujer porque la que tiene puede hacer lo mismo, cuando escondo una idea buena porque mi compañera puede salir beneficiada en su despliegue, cuando un niño no sale a jugar con sus amigos por no dejar a la madre a solas con el nuevo bebé o con el padre, en todos estos casos no es verdad que dejo de hacer lo que deseo o debo por fidelidad en el primer caso, competitividad en el segundo o preferencia en el tercero. Dejo de hacerlo porque una pasión íntima y voraz me tiene detenido a las puertas del mundo, me sujeta a razonamientos que son invalidantes y sin embargo defiendo como una legítima forma de amar.

Tan ciertos como se presentan, tan potentes como se muestran, los celos son siempre señal de una inseguridad. Aparentemente no estoy segura del amor del otro, pero en realidad lo que se tambalea es mi propia firmeza. Iremos viendo en diferentes trabajos que la clínica psicoanalítica muestra que no es bueno quedarse en la manifestación celosa, porque como en toda manifestación humana, hay un más allá.

Si como analistas y como lectores estamos dispuestos a no sucumbir a las ideas prejuiciosas que nos dirigen cuando estamos celosos o ante una situación de celos, podremos ver qué lugar ocupan en cada momento y en cada sujeto. Hay celos filosóficos, celos antropológicos, celos del avaro, celos de suegra, celos paranoicos y tremendos celos de un maltratador. Vamos a dar una pincelada de la clínica de los celos para esta introducción.

Cuando estamos estudiando un caso clínico, la interpretación de los celos debe alejarse de los prejuicios más o menos literarios pues es cierto que los celos son señal de amor y/u odio, pero las cosas nunca son tan simples. Dentro de los celos delirantes estudiados por Freud en hombres y mujeres, destaquemos ahora el delirio celoso de los alcohólicos. El papel que el alcohol desempeña en esta afección es perfectamente comprensible. El alcohol suprime las inhibiciones y anula las sublimaciones. El hombre es impulsado muchas veces hacia el alcohol por la desilusión experimentada con las mujeres, pero ello no quiere decir generalmente, sino que busca la sociedad de los hombres, reunidos en el bar, de la cual extrae la satisfacción sentimental que en su hogar y con su mujer echa de menos. 


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Si tales hombres son objeto entonces de una intensa carga libidinosa en su inconsciente, el sujeto se defenderá contra la misma por medio de un curioso tipo de contradicción que se articula más o menos así:"No soy yo quien ama al hombre, es ella quien le ama", y acusa de infidelidad a su mujer con todos los hombres a los que él se siente inclinado a amar.

A veces encima la mata. A veces, muchas veces, los celos son eximentes de nuestra responsabilidad. La maté porque era mía, pero no señor, ella no era suya, suyos eran los celos y en su nombre usted ha cometido una barbaridad.

Bibiana Degli Esposti. Psicoanalista
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¿HAS ACTUADO EN CONFORMIDAD CON TU DESEO?

No existe otro bien, que el bien interdicto. Freud en el Principio de Placer, nos muestra que no existe Soberano Bien. El Soberano Bien, ese das Ding, que es la madre, que es el objeto del incesto, es un bien interdicto y no existe otro bien.

La Ética consiste esencialmente en un juicio sobre nuestra acción, con la salvedad de que sólo tiene alcance en la medida en que la acción implicada en ella también entrañe un juicio. Es la estructura del lenguaje la que nos permite decir, que el lenguaje está antes que el sujeto, y que necesita de éste para ser dicho. El sujeto no es el lenguaje, el sujeto es sujeto del lenguaje. Se parte (y se trata de empezar) de que habitamos el lenguaje, el lenguaje es lo que nos sobredetermina.

Es por el significante, que el sujeto es representado, y no para nadie, sino para otro significante.

La acción del hombre, ya sea ésta, sana o enferma, normal o mórbida, tiene un sentido oculto al que se puede llegar. El Psicoanálisis nos lleva a plantearnos la relación de la acción con el deseo que la habita. ¿Has actuado en conformidad con tu deseo?

La única cosa, nos enseña Lacan, de la que se puede ser culpable es de haber cedido en el deseo.

Hacer las cosas en nombre del bien, y más aún en nombre del bien del otro, está muy lejos de ponernos al abrigo, no sólo de la culpa, sino de toda suerte de catástrofes interiores.

No hay otro bien, más que el que puede servir para pagar el precio de acceso al deseo; en la medida en que el deseo lo definimos como la metonimia de nuestro ser.

La Ética kantiana, presenta una fórmula central: "Actua de manera tal que la máxima de tu voluntad pueda valer siempre como principio de una legislación universal". Freud, al trabajar leyes del lenguaje y conceptualizar lo que supone el sujeto de las ciencias, produce el fundamento, invertido (el objeto del incesto es un bien interdicto), de la ley moral. Esto significa que lo que se buscó en el lugar del objeto irrecuperable, es justamente el objeto que se encuentra siempre en la realidad.

Pasar del Uno kantiano a la unidad, es decir pasar de las virtudes de la norma a las virtudes de la excepción. Es a nivel de lo particular que surge siempre lo que es función universal.

No se trata de la ciencia del hombre, sino del sujeto de la ciencia, y esto es siempre así cuando estamos en el campo científico, y no importa de que ciencia se trate. Son tan conjeturales las ciencias exactas, como exactas son las ciencias conjeturales. 

La teoría sólo se puede modificar con teoría. La Ética del psicoanálisis: DECIR SIN TEMOR Y SIN COMPASIÓN.

La nominación es del lenguaje, el Nombre del Padre, lo crea el lenguaje y toda palabra tiene un sentido antitético (en un origen, alto y bajo es lo mismo).

El lenguaje separa la palabra de la cosa, luego y a la vez, la palabra nombra la cosa y no al revés. No es lo mismo, la cosa que La Cosa, como tampoco es lo mismo "No hay relación sexual" a decir hay relaciones sexuales. La idea de unión es un mito, todo comienza en la división, al otro no lo puedo tener, entonces tampoco lo puedo perder. Cuando se ama no es asunto de sexo.

Freud pudiendo haber hablado de una erótica, habló de una Teoría Sexual y colocó en un primer plano la interrogación ética la "simple relación" del hombre y la mujer.

No hay deseo sin pulsión y LAS PULSIONES VIENEN DEL HORIZONTE DE LA SEXUALIDAD. La sexualidad en psicoanálisis es la sexualidad prohibida. La sexualidad como materialidad del inconsciente es la sexualidad de la interdicción del incesto. Y no hay deseo de saber. La pulsión es un saber que no implica conocimiento.

Lo sexual sólo está representado por la pulsión. El goce es siempre pulsional, es siempre goce de un saber.

Se trata de amar por amar, leer por leer, analizarse por analizarse.

La lógica es una operación del pensamiento, y la lógica freudiana no puede ser pensada en una polaridad (bueno-malo), sino en una articulación significante, donde un efecto del lenguaje, es lo escrito.

El Principio de Realidad es el correlato dialéctico del Principio de Placer. No es solamente la aplicación del otro, cada uno es verdaderamente el correlato polar del otro, uno sin el otro carecerían de sentido.

La función de lo escrito es efecto de discurso.

El discurso analítico no está hecho de palabras, sino de letras, algo que es del orden de lo escrito. No hay otro camino para tratar los caminos de la lógica que el pasar por lo escrito, sabiendo que lo escrito es otra dimensión diferente que la del decir.

Kant es el que introduce el primer Otro, antes de Kant éramos todos objetos esenciales. Freud en La interpretación de los Sueños, produce que el sueño sea una formación del inconsciente y el soñante todos los personajes del sueño.

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