ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 62

FERIA DEL LIBRO 2003

PSICOANÁLISIS PARA EMPRESAS (II)

FREUD DESCUBRIÓ LAS LEYES DEL LENGUAJE

NOTAS MÍNIMAS PARA UNA...

XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO

DEL SEXO: CONTRAPUNTO

LO INTERIOR EXCLUIDO LO MÁS..

DEPRESIÓN Y SIDA

MENASSA 2003- 1
03 ÓLEOS ORIGINALES

LAS RESONANCIAS DE LA INTERPRETACIÓN

DEPRESIÓN Y CANCER

LA POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA

EDITORIAL GRUPO CERO
FERIA DEL LIBRO DE MADRID
Parque del Retiro - Caseta nº 15

Del 30 de MAYO al 15 de JUNIO
NOVEDADES 2003

LA IDENTIFICACIÓN
EN PSICOANÁLISIS
Autores: Miguel Oscar Menassa
Amelia Díez Cuesta
160 PÁGS.
6 EUROS; 9 $

 

La identificación como operación y proceso lógico está presente en la obra de Freud desde sus comienzos. Encontramos algunas implicaciones en La interpretación de los sueños y en Psicología de las masas y análisis del yo, el capítulo VII está dedicado a ella.

Freud reconoce la ambigüedad que existe entre identificación y elección de objeto, manteniendo su diferencia, en tanto no es lo mismo estar del lado del objeto que del lado del sujeto.

En el caso de la identificación, el yo se transforma parcialmente de acuerdo con el modelo del objeto perdido. En el otro caso el objeto es conservado y como tal es sobreinvestido por parte del yo y a sus expensas.

Este es un tema que con Freud queda abierto, desterminado, como campo de trabajo, donde Lacan siguió trabajando y donde este libro es una de las consecuencias, efecto de un trabajo de lectura.

El psicoanálisis es la ciencia del lenguaje habitado por el sujeto, siendo la identificación al significante una de las operaciones de la realización del sujeto. Sólo si hay después hubo antes, sólo la repetición organiza, y sólo si hay repetición hay identificación.

NOTAS MÍNIMAS PARA UNA ARQUEOLOGÍA GRUPAL
Autor: Juan Carlos De Brasi
32 PÁGS.
4 EUROS; 6 $

 

 

NOTAS MÍNIMAS
PARA UNA ARQUEOLOGÍA GRUPAL
 

SIMIENTES. LA RECUPERACIÓN DE LA GRUPALIDAD Este texto se enlaza, siguiendo un criterio de vecindad necesaria, con otro relativo al margen insoslayable que debería tener en cuenta toda elaboración sobre el pensamiento contemporáneo. Sea para confrontar, apartarse o discrepar con lo que se considera "superado", "acabado" u "obsoleto". Y no porque muchos de esos hitos no sean limitadamente acertados, sino porque un cúmulo de interpretaciones terminantes no son más que acuerdos globales -consensuados- con otras interpretaciones. Tal embrollo, pleno de complicidades y mascaradas festivas, ha ido terminando (más allá de los textos, que permanecen abiertos) con el lector, devastando la misma "recepción" que se sacralizaba hasta el aburrimiento.

El escrito parte del mismo clima de decisión (krinein resaltado etimológicamente y olvidado en función de pactos más "decisivos") que una operación crítica, y en krisis, reclama.


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PSICOANÁLISIS Y MEDICINA
XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: 
LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO

Hoy sabemos, sin euforias ni suspicacias, que una decisión entraña la selección y responsabilidad de tomar un camino. Pero dicho viaje no anula el fondo de indecibilidad que alberga, cuya función orientadora es la de servir a infinitas correcciones, a los errores más diversos que acechan a todo errar, y a los actos específicos de convertir algo en otra cosa.

Por otro lado se trata de responder, de instalar una dimensión responsable, a ciertas exigencias actuales mediante chispas de fuegos -y juegos- pasados, más no pisados, aunque sí pisoteados. Es la siguiente: se busca recuperar un pensamiento vivaz, alentador, no desencantado, donde están fundidas las realizaciones prácticas sobre los grupos.

Y es, en este momento, cuando debemos volcarnos en algunos pasos de su "fundamentación". Apretamos esta palabra con las comillas porque es una "fundamentación" sin sustancia, apenas alimentada por un suelo nutricio que constantemente hay que sembrar, roturar y apellidar con otros nombres que los vaciados por las significaciones habituales. Recuperar sonará a hacer presente algo del pasado, evidenciarlo con la fuerza que ha tenido o la potencia que podría lograr. Para otros oídos tendrá variadas connotaciones, aunque en el ámbito del escrito toma un sentido muy preciso.

Recuperar no es retomar conceptos, acciones, teorizaciones o experiencias que han transcurrido en tiempos diferentes y, quizás, respondían a sus demandas. Por el contrario recuperar lo que se ha hecho, deshecho, constituido, balbuceado o coherentemente formulado sobre la problemática grupal, será poner en perspectiva a la misma. Hacer coactual lo significativo del pasado para que un futuro distinto -en todas direcciones- sea posible.

Pero no se recupera cualquier cosa ni una totalidad acabada, sino los lapsus, olvidos, las grietas y logros que habitan en las propuestas más firmes, en las provocaciones más inquietantes para su época; así como lo que pendula entre lo pensado e impensado y apartado por inespecífico de las concepciones grupales.

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PSICOANÁLISIS PARA TODOS
ATENCIÓN CLÍNICA

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de psicoanalistas de la Escuela

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LO INTERIOR EXCLUIDO:
LO MÁS ÉXTIMO
DE CADA CUAL

La ansiedad de la luz en los hombres recién aparece después que se sacian.
Almafuerte

Lo interior excluido es lo más íntimo del sujeto, que para ser nombrado de manera más propia podríamos llamar: extimidad.

Lo interior excluido es lo real imposible, lo que hace que la elección sea forzosa, lo que hace elegir forzosamente, en la partida de significantes, el significante que va a representar un sujeto para otro significante.

Este interior excluido que también denominamos real imposible recibe el nombre de das Ding (la Cosa) o lugar de la madre fálica.

No hay arma más poderosa que das Ding. Todo comienza en ella, acompaña al sujeto toda su vida, es un interior excluido, es lo más íntimo y lo más extimo de él, de manera que todo en él depende de su extimidad.

Das Ding es aquello que en la vida puede preferir la muerte. Está más allá de la mediación del significante y más allá del dominio de la afectividad, por lo cual podemos definir el campo del sujeto en lo que hay detrás de ese sujeto. Das Ding se encuentra del lado del sujeto y la operación de castración simbólica producirá que se ponga del lado del Otro. Das Ding está en relación al goce mientras que el Otro está en relación al deseo, por eso decimos que sólo la lengua civiliza el goce, que el goce para el sujeto debe ser rechazado para que pueda ser alcanzado en la escala invertida de la Ley del deseo, la Ley de interdicción del incesto.

Su presencia en el núcleo de la maquinación humana hace que lo que se presenta no esté determinado por los desórdenes del Estado ni los trastornos de la jerarquía sino por las potencias de la vida en la medida en que ellas desembocan en las de la muerte.

Las relaciones del sujeto con das Ding gobiernan, rigen, comanda hasta la producción misma de sus propias circunstancias.

Es en el encuentro con das Ding, es en ese no cesar de no encontrarse, que el sujeto se divide, se hace sujeto del inconsciente, se hace sujeto que habla, es decir sujeto deseante. Por eso decimos que el deseo del sujeto es el deseo del Otro simbólico, es el deseo inconsciente.

El paso del deseo es el deseo del Otro real a el deseo es el deseo del Otro simbólico, es el paso necesario para entrar en lenguaje como Otro simbólico cerrado a cada uno, inconsciente a cada uno, puesto que el lenguaje es imperativo en sus operaciones, en su forma e inconsciente en su estructura.

Hay un momento donde los niños aprenden que no todo puede decirse, que hay indecible, que hay imposible de decir. Hay un momento inaugurante para el sujeto donde el otro humano que para cada uno es el otro semejante por tener nuestra misma imagen y el Otro simbólico por ser hablante, donde el otro humano no sabe lo que pienso, y más aún, ni yo mismo sé lo que pienso, mientras no hable. Y que cuando hablo no lo puedo decir todo y siempre digo más que lo que creo decir. Sabemos que el sujeto nunca va más allá del lenguaje pero siempre va más allá de la palabra.

Podemos decir que el sujeto dividido está dividido entre voz y palabra, entre mirada y ojo, que voz y mirada son una constante en cada uno, puesto que son del registro pulsional, voz y mirada que dan a hablar y a ver, pero es el encuentro fallido con lo interior excluido donde nace el movimiento pulsional, el que comanda lo que voz y mirada dan a hablar y a ver.

El ejemplo del Hombre de los lobos ilustra esta cuestión, cuando estando junto a su niñera, con la cual hablaba de todas sus cosas, se encuentra con la desaparición de su dedo y al instante con su aparición, es decir, con una forma de lo real imposible, y sin embargo su voz no acude para hablar del suceso, por eso que podemos decir que ha acontecido el paso del juicio de atribución al juicio de existencia, donde los hechos son hechos de lenguaje, ha acontecido la lógica del inconsciente, la castración simbólica, el paso del lenguaje de la gramática a la lógica.

La voz es el soporte de la palabra, la voz es del sujeto y la palabra del lenguaje. El Psicoanálisis es la ciencia del lenguaje habitado por el sujeto, donde el lenguaje preexiste al sujeto y el sujeto es el soporte del lenguaje.

El significante es signo de un sujeto, nadie más porta el lenguaje que el sujeto, por eso que sólo si hay hablantes hay Otro simbólico, hay lugar del significante, sólo si se nace entre hablantes se llega a ser sujeto del lenguaje.

Los conceptos fundamentos de una ciencia sostienen un real imposible, por eso que si la repetición es el encuentro fallido con lo real imposible, podemos decir que la repetición es el corazón del concepto de transferencia y del concepto de pulsión, siendo el concepto de inconsciente lo real imposible. El Ello es lo inconsciente verdaderamente real y Ello habla del sujeto.

Das Ding es el primer exterior, es aquello en torno a lo cual se organiza todo el andar del sujeto. El objeto está perdido por naturaleza, en tanto se denomina objeto perdido. Nunca será vuelto a encontrar. Das Ding en tanto interior excluido es lo que se trata de volver a encontrar, por eso que todo en el sujeto está reglado desde ese Otro inolvidable que nadie nunca volverá a encontrar.


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Sin la Ley das Ding está muerta, por eso que nuestro deseo sólo arde en una relación con la Ley, por lo cual deviene deseo de muerte, es decir que en lugar de volver a lo inanimado por cortacircuito, por el camino más corto, irá hacia la muerte por el camino más largo, el camino de la vida.

El Psicoanálisis es la ciencia del lenguaje habitado por el sujeto, por eso que el encuentro con das Ding es el encuentro con el lenguaje, la única predisposición del sujeto y su único trauma, por eso que se repite ese encuentro imposible y nada en relación al ser humano podrá ser pensado sin el lenguaje o no será el ser hablante y deseante que es el ser humano.

Por eso que todo en el ser humano ocurre fuera de él, nada hay interior o exterior sino que él mismo es un hecho del lenguaje y todo lo que hace está hecho de lenguaje.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93

PSICOANÁLISIS
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DEPARTAMENTO DE CLÍNICA PSICOANALÍTICA

ESCUELA  DEPSICOANÁLISIS GRUPO  CERO

EL TRATAMIENTO PSICOANALÍTICO

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Depresión, ansiedad, miedos, obsesiones, problemas sexuales, problemas de pareja, impotencia sexual o laboral, fracaso escolar, orientación vocacional, enfermedades como las jaquecas, la anorexia nerviosa y la bulimia.

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LAS RESONANCIAS DE LA INTERPRETACIÓN

Traer la experiencia psicoanalítica a la palabra y al lenguaje como a sus fundamentos descubre que en la llamada técnica psicoanalítica se ha producido un "deslizamiento" operado en dicha experiencia, siempre en un sólo sentido, para alejar la interpretación de su principio.

La confusión se acrecentó con la idea de una objetivación acabada de la experiencia.

El análisis de las resistencias con el que se intentaba obviar estos problemas ha llevado a un desconocimiento creciente del sujeto a falta de ser comprendido en su relación con la palabra.

En el caso del Hombre de las ratas, Freud no sólo alentó a su sujeto para que saltara por encima de sus primeras resistencias, sino que comprendió perfectamente el alcance seductor de ese juego en lo imaginario, en la descripción que nos da de su paciente durante el penoso relato del suplicio representado que da tema a su obsesión, el de la rata empujada en el ano del atormentado, "su rostro reflejaba el horror de un gozo ignorado".

El efecto actual de repetición de ese relato no se le escapa a Freud, ni la identificación del analista con el "capitán cruel" que hizo entrar ese relato en la memoria del sujeto, ni el alcance de los esclarecimientos teóricos que requiere el sujeto para proseguir su discurso.

Freud, lejos de interpretar la resistencia accede al requerimiento y hasta un punto que parece entrar en el juego del sujeto.

Pero el carácter de las explicaciones con que lo gratifica nos revela que no se trata de doctrina sino del don simbólico de la palabra, preñado de un pacto secreto, en el contexto de la participación imaginaria que lo incluye y cuyo alcance se verá más tarde en la equivalencia simbólica que el sujeto instituye en su pensamiento de las ratas y los florines con que retribuye al analista.

Freud trata la resistencia como una disposición propicia a la puesta en movimiento de las resonancias de la palabra, sirviéndose de ella para implicar al sujeto en su mensaje.

Esto nos enseña que el psicoanálisis consiste en pulsar sobre los múltiples pentagramas de la partitura que la palabra constituye en los registros del lenguaje de donde proviene la sobredeterminación.

Para que el mensaje del analista responda a la interrogación profunda del sujeto es preciso que el sujeto lo oiga como respuesta singular.


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Para volver a encontrar la palabra de Freud no es a sus términos a los que recurriremos sino a los principios que lo gobiernan.

El psicoanálisis aporta su paradigma en la estructura donde el sujeto introduce su división impidiendo cualquier referencia a la totalidad en el individuo, que se extiende a lo colectivo que es su equivalente.

Esto conmociona la identidad de fondo de lo universal y lo particular, es el psicoanálisis el que reduce al uno y al otro a su posición de espejismo.

Para liberar la palabra del sujeto lo introducimos en el lenguaje de su deseo, o sea el lenguaje primero en el cual más allá de lo que nos dice de él, ya nos habla.

Se trata de un lenguaje, dice Lacan, sacado a luz por el análisis.

Lenguaje que tiene el carácter universal de una lengua que se entendería en todas las lenguas, aunque por ser el lenguaje que capta el deseo en el punto mismo en que se humaniza haciéndose reconocer, es absolutamente particular del sujeto con lo cual al decir lenguaje primero, no quiere decir primitivo.

Aunque hay millares de símbolos en el sentido en que los entiende el psicoanálisis, todos se refieren al cuerpo propio, a las relaciones de parentesco, al nacimiento, a la vida, a la muerte.

Aunque psicoanalíticamente hablando un símbolo sea reprimido en el inconsciente, basta con que se haga oir, pues sus efectos se operan sin saberlo él, como cuando un sujeto reacciona en respuesta al sentido simbólico de un acto, de una relación o de un objeto.

La interpretación hace entender lo que no dice.

El carácter primo de los símbolos (significantes) los acerca a estos números de los cuales todos los otros números están compuestos. Y si son subyacentes a todos los semantemas, es posible, en una investigación discreta de sus interferencias siguiendo los hilos de una metáfora cuyo desplazamiento neutralizará los sentidos segundos de los términos que asocia, restituir a la palabra su pleno valor de evocación (ya no será esa moneda que rueda guardando apenas su valor).

El psicoanálisis, tanto para enseñarse como para aprenderse requiere una asimilación profunda de los recursos de una lengua, y especialmente de los que se realizan en sus textos poéticos, puntualiza Lacan.

No es posible desconocer los alcances de la palabra, porque, en su función simbolizante, apunta a transformar al sujeto al que se dirige por el lazo que establece con el que la pronuncia, o sea: introducir un efecto de significante.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

PSICOANÁLISIS
PARA EMPRESAS (II)

Las tramas afectivas inconscientes suelen ser junto con la intolerancia al éxito, las causas más frecuentes que perturban el desarrollo y el buen funcionamiento empresarial.

Vamos a realizar un acercamiento a la problemática que habitualmente surge en las denominadas "empresas familiares". Esta clase de empresa habitualmente ha sido creada por el patriarca familiar y la dirección actual de la misma puede estar llevaba a cabo por dicha figura o por sus herederos directos. Otra variante es cuando varios miembros de una misma familia (hermanos y cuñados) deciden crear una empresa familiar cuya seguridad inicial está sostenida por los lazos sanguíneos, los cuales, con el tiempo suelen ser la causa principal del desarrollo de tormentas afectivas.

Cuando la relación padre-hijo funciona cordialmente, el desarrollo de la empresa sigue una curva ascendente, sin embargo cuando hay discrepancias afectivas, el negocio familiar se resiente en una proporción directa al grado de conflicto afectivo existente.

 

Si llevamos a cabo un estudio psicoanalítico de esta cuestión, podemos encontrar similitudes entre la relación afectiva que un hijo adulto tiene con su padre y la relación afectiva que el mismo hijo tenía con el mismo padre en su más tierna infancia.

El nódulo del conflicto afectivo o del deterioro de la relación padre-hijo tiene su raíz en el denominado COMPLEJO DE EDIPO.

Su definición tiene que ver con la relación afectiva que todo hijo tiene con sus amores infantiles (madre, padre y hermanos).

Cuando el niño nace, nace indefenso al mundo. Su inmadurez física necesita de alguien que se ocupe de él para que no fallezca.

La figura materna es aquella que salva al niño de su indefensión y le permite un desarrollo físico y emocional amparado en una relación de amor -deseo por parte de la madre hacia su hijo. La dependencia del niño hacia la figura materna es extrema, lo cual le generará una deuda de agradecimiento impagable, denominada deuda simbólica donde tanto amor materno sólo puede pagarse con el mismo amor filial.

Según crece el niño su dependencia se hace más emocional que física y si no hubiera algo que separara al niño de la madre dicha unión gozaría de lo eterno.

Podemos imaginar que si no se produce dicha separación, no puede haber desarrollo autonómico en el niño. Denominamos el TERCERO a aquello que viene a separar a la madre del niño, es decir, su trabajo, una llamada telefónica, la llegada de otro hijo o la figura del padre vienen a interrumpir la placentera unión que el niño tiene con la figura materna.

Es fácil de imaginar que la interrupción de dicho estado placentero en el niño le genera un estado de hostilidad -agresividad que será el fundamento del desarrollo de sus celos y de envidia hacia todo aquello que distraiga o acapare la atención materna.

La figura paterna, por Ley, viene a interrumpir dicho estado de goce en el niño. Por esta razón, un padre nunca es bien visto por su hijo porque se le considera el interruptor del goce primitivo con la madre.

Cuando la hostilidad hacia el padre es manifiesta, son frecuentes los estados físicos o verbales de agresividad. En su grado extremo le conducen al deseo de muerte de la figura paterna y así el goce con la madre goce de la eternidad.

Si el niño no pacta no habría civilización de su goce. Sólo si el niño acepta que hay algo de la madre que siempre le estará reservado al padre en exclusividad, se constituirá en él la Ley del intercambio con el mundo, con el resto de las mujeres. Sin embargo, el deseo por la madre y la hostilidad hacia el padre seguirá subsistiendo en él pero para que desaparezca de la conciencia dicho deseo y hostilidad deberán hacerse inconscientes. El niño, en su inconsciente seguirá amando en silencio a la madre pero también en silencio seguirá odiando al padre.

Una buena resolución del Complejo de Edipo será aquella que permita al niño pactar con el padre y a cambio de decir que no a su deseo por la madre, podrá amar a cuantas mujeres quiera. Sin embargo, a veces, dicha solución no es fácil ni mucho menos aceptable.

Cuando el niño no está dispuesto a la Ley del intercambio con la figura paterna, el estado hostil hacia el padre se puede mantener latente en su inconsciente hasta el momento que pueda llevarse a cabo su manifestación, es decir, esperar la oportunidad de satisfacer el deseo de hacer caer al padre, de ganarlo. Y ganar a un padre siempre es fácil cuando la oportunidad se presta a ello.

Hay deseos inconscientes que perduran y acompañan toda la vida al individuo y cuando la resolución edípica no se ha producido en términos civilizados el deseo hostil del hijo hacia el padre le puede llevar a un desplazamiento de su agresividad inconsciente no hacia su figura física pero sí hacia cualquier construcción real o simbólica que tenga que ver con el padre.

Una empresa creada por un padre es un blanco fácil para un hijo con mala resolución edípica. Y la manera de hacer fracasar al padre es fracasando él o haciendo fracasar la empresa paterna, entonces Edipo habrá triunfado aunque su triunfo suponga su derrota.

Miguel Martínez. Médico Psicoanalista
Getafe: 91 682 18 95


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EXPOSICIÓN DE PINTURA...EN MADRID

MENASSA 2003
103 ÓLEOS ORIGINALES

INAUGURACIÓN: Miércoles, 4 de Junio de 2003 a las 20:00 hs

c/ Duque de Osuna, 4 - Tel.: 91 758 19 40

XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO- 
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA- Segundo encuentro-

DEPRESIÓN Y SIDA

La relación entre depresión y enfermedad orgánica es de todos conocida. En el decir médico y en el decir popular la depresión sería una consecuencia de la enfermedad orgánica que altera el devenir de la vida. Muchos suponen que pacientes con cáncer, SIDA, artritis reumatoide... desarrollan una depresión ya que estas dolencias comprometen seriamente su calidad de vida e incluso pueden provocar la muerte. La enfermedad orgánica sería algo ajeno al sujeto psíquico, algo extraño en lo que él no ha participado. Se nos propone, por tanto, una separación entre lo somático y lo psíquico donde además lo psíquico aparece en un segundo plano, como una reacción ante una realidad inevitable.

Freud nos muestra que el paciente vive el síntoma como algo ajeno a él, algo que le hace sufrir, que desconoce y que no se explica, pero también nos muestra la implicación del sujeto en el síntoma, una formación del inconsciente donde se expresan sus más íntimos deseos.

Nada existe en el sujeto sin su participación, el sujeto psíquico está implicado en el desarrollo, mantenimiento y respuesta al tratamiento de cualquier enfermedad, ya sea física o psíquica, algo inseparable.

En las últimas décadas hay autores que postulan que la depresión juega un papel determinante en la génesis de muchas enfermedades orgánicas como el SIDA. Su experiencia revela que los episodios depresivos desencadenan y agravan la enfermedad en portadores de VIH, porque como veremos luego infección no es lo mismo que enfermedad.

Por otra parte, los pacientes sometidos a psicoterapia presentan una mejoría clínica, tanto de los síntomas como de los datos de laboratorio.

Estas mismas observaciones en pacientes con otras enfermedades relacionadas con el sistema inmune les lleva a establecer un vínculo entre depresión y enfermedad mediada por el sistema inmune.

Si pensamos el sistema inmune como el substrato de representación de lo psíquico en el cuerpo, la inmunodepresión, una situación en la que el sistema inmune no funciona adecuadamente y es incapaz de mantener la integridad del organismo, sería la que posibilitaría el desarrollo de la enfermedad orgánica.

El SIDA, síndrome de la inmunodeficiencia humana, es una enfermedad relacionada con el virus VIH, virus de la inmunodeficiencia humana, es decir una enfermedad relacionada con una infección.

Los términos desarrollo y relación nos hacen pensar que no es únicamente el virus el que produce la enfermedad, al igual que no es únicamente el deterioro del sistema inmune el que la provoca.

Tendríamos que pensarlo desde la idea de proceso, donde diferentes instancias o sistemas estarían implicados: lo psíquico, lo biológico, lo genético, lo ambiental y ver qué significan cada uno de estos términos.

El sistema inmune sería aquel encargado, entre otras funciones, de detectar y eliminar el virus, o cualquier otro germen, evitando, de esta manera, el desarrollo de enfermedad. Para llevar a cabo esta función se requiere que el sistema sea capaz de diferenciar las células y tejidos propios del organismo de las del germen extraño. El sistema inmune destruiría lo extraño al sujeto, lo diferente.

Los virus constituyen un grupo de microorganismos que deben penetrar en las células del huésped, el sujeto infectado, para proliferar, ya que crecen de la maquinaria bioquímica necesaria para su metabolismo. Algunos virus, como es el caso del VIH, un virus RNA, carecen también de las enzimas necesarias para la replicación de los ácidos nucleicos, la información genética, y por tanto también dependen de la célula para esta función. Podríamos decir que los virus son parásitos obligatorios de la célula.

Los distintos virus infectan a diferentes tipos celulares, es decir, no penetran indiscriminadamente en cualquiera sino que infecta a determinadas estirpes que son las llamadas células diana. En el caso del VIH serían los linfocitos CD4 y los macrófagos, ambas, células implicadas en la respuesta inmune. La función de los macrófagos es presentar la sustancia extraña, en este caso el virus o sus componentes, a los linfocitos que serían los que, por distintos mecanismos, destruirían al virus.

Ya dentro de la célula el virus puede permanecer latente sin reproducirse, hacerlo lentamente o empezar a replicarse activamente lo que conduce en último término a la muerte de la célula, con la consiguiente salida de virus a la circulación y la posibilidad de infectar nuevas células. En este caso los CD4 y los macrófagos serían los que se destruirían, como son células que participan en la respuesta

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respuesta inmune su destrucción provocaría una inmunodepresión progresiva.

Cuando un virus o cualquier otro germen penetra en el organismo, situación que podemos llamar de infección, el sistema inmune pone en marcha una serie de reacciones que tienden a eliminar el virus. La interacción virus-respuesta inmune puede dar lugar al control de la infección, con eliminación del virus, o al desarrollo de la enfermedad. Así vemos como por ejemplo, durante una epidemia de gripe algunos sujetos enferman y otros no. Es decir, infección y enfermedad son cosas diferentes, como lo son prevención y tratamiento.

Pero aunque se desarrolle la enfermedad el sistema inmune sigue trabajando para tratar de eliminar el virus y con ello la enfermedad.

Volviendo al ejemplo, en la gripe, una enfermedad vírica para la que no existe ningún tratamiento específico, los síntomas desaparecen tras varios días, el sistema inmunológico ha logrado controlar la enfermedad y eliminar la infección.

La enfermedad no es una consecuencia inevitable de la infección, sino que en su desarrollo van a participar factores dependientes del virus: virulencia, carga vírica (la cantidad de virus que penetran en el organismo), capacidad de variación antigénica (la capacidad para cambiar sus características externas), y factores dependientes del sujeto: calidad y cantidad de la respuesta inmune. Pero además, una vez establecida la enfermedad, la gravedad y duración de la misma van a depender también de estos factores.

La respuesta inmune ha de ser completa, en el sentido de ser capaz de neutralizar tanto los virus en sangre como de reconocer y destruir las células infectadas, y suficientemente amplia como para evitar que la variabilidad antigénica viral (la capacidad que tienen los virus de cambiar permita al virus escapar al sistema inmune.

La respuesta inmune consiste en una serie de reacciones complejas y coordinadas en las que el linfocito CD4 juega un papel central por lo que su destrucción va a producir un deterioro funcional de todo el sistema.

El sujeto, por tanto, está implicado en el control de la infección y en el control de la enfermedad si ésta se desarrolla, como si fuera una cuestión de decisión: decidir o no enfermar y decidir o no curarse. La decisión siempre es inconsciente.

Un sistema inmunodeprimido, con una respuesta ante el germen insuficiente o inexistente, favorecerá el desarrollo y el mantenimiento de la enfermedad que será también más grave.

Con la aparición del SIDA, en la década de los ochenta, para la medicina no había decisión. Todo sujeto expuesto al contacto con el VIH se infectaba y desarrollaba tarde o temprano la enfermedad.

El conocimiento más profundo de los fenómenos que se desarrollan en la infección por el VIH ha puesto de manifiesto que no es así. Se puede estar en contacto con el virus y no infectarse e infectarse y no enfermar.

Desde hace tiempo se sabe que existen sujetos que han estado en contacto seguro con el VIH, que en muchas ocasiones han sufrido cargas de exposición virales muy importantes y que a pesar de esto no se infectan. En otros sujetos, determinados hallazgos sugieren que sí han sido infectados pero la respuesta inmune ha sido capaz de erradicar la infección.

Estos sujetos se han encontrado en todos los grupos de riesgo de desarrollo de infección por VIH (prostitutas, homosexuales y heterosexuales promiscuos, drogadictos por vía intravenosa, hemofílicos, parejas estables de sujetos infectados que no utilizan métodos de barrera en sus relaciones sexuales, etc.). Para explicar este hecho se barajan distintas hipótesis:

1) Puede suceder que ni siquiera se haya producido la infección porque el sistema inmune ha impedido la entrada del virus al organismo, por un fenómeno de inmunidad local. Existe una inmunoglobulina, la IgA, que se localiza específicamente en las mucosas y que impediría que el virus penetrara a través de ellas en el organismo.

2) Una segunda posibilidad sería que la infección haya sido producida por un virus poco agresivo o defectuoso ante el que el sistema inmune ha sido eficaz.

3) En tercer lugar se sabe que existen factores genéticos que protegen al sujeto infectado, dificultando que el virus penetre en las células... pero es algo para lo que todavía no existe una respuesta, puede depender del virus, del sujeto o de ambos a la vez.

Tras producirse la infección se desencadena una reacción inmunológica que conlleva un control parcial de la misma. La carga viral, que expresa la cantidad de virus existente, desciende. Su valor, para cada individuo, depende de la virulencia del virus y de la intensidad de la respuesta inmune. Es un dato de enorme valor pronóstico ya que indica el equilibrio alcanzado en un sujeto determinado entre el virus y su sistema inmune.

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XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO- 
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA- Segundo encuentro-

Desde la infección por el VIH hasta el desarrollo del SIDA existe un periodo asintomático. La aparición de la enfermedad estaría en relación con los niveles de linfocitos CD4. Los síntomas de SIDA aparecen cuando los niveles de CD4 se sitúan por debajo de 200/mm3.

El periodo libre de enfermedad en la mayoría de los infectados es de 10 años, pero hay un 2% de pacientes que no han desarrollado la enfermedad tras 20 años de infección y en la mitad de éstos no existe disminución de los CD4. Son los llamados supervivientes de larga duración.

Si bien los factores que condicionan el progreso de la enfermedad no están claros y todos los sujetos infectados mantienen durante años una respuesta inmunológica intensa, ésta es más potente en los supervivientes de larga duración.

La clínica del SIDA, muy variada consiste fundamentalmente en la aparición de infecciones de repetición que pueden ser la causa de la muerte.

En los estadios finales de la enfermedad se produce una destrucción masiva del sistema inmunológico por una replicación viral acelerada ya que los CD4 juegan un papel clave en la respuesta inmunológica y su destrucción produce un deterioro funcional de todo el sistema.

Como vemos la respuesta inmune del sujeto juega un importante papel en: 1) permitir o no la infección, hay sujetos que no se infectan, 2) eliminar o no la infección, hay sujetos infectados que han erradicado la infección y 3) controlar o no la infección, hay sujetos infectados que tras más de 20 años de evolución no han desarrollado enfermedad.

Si partimos de la base de que la decisión es inconsciente y de que los factores psíquicos influyen en el desarrollo y curso de la enfermedad, podríamos pensar la variabilidad de respuesta inmune desde lo psíquico, trabajando la hipótesis de la inmunomelancolía.

Sabemos que al sujeto le cuesta abandonar aquella posición de la libido que le ha proporcionado satisfacción.

Así en el duelo, ante la pérdida de un objeto amado se produce un doloroso estado de ánimo que es la expresión de un trabajo, la retirada paulatina de la libido del objeto y su desplazamiento hacia uno nuevo. Un trabajo que consiste en autentificar la pérdida y que culmina con la sustitución del objeto. Al final de este proceso el yo vuelve a quedar libre y exento de toda inhibición, no se desarrolla enfermedad.

Ante una situación de pérdida el melancólico no puede sustituir, la libido retirada del objeto no se desplaza a un nuevo objeto sino que es retraída al yo, estableciéndose una identificación del yo con el objeto perdido, con la consiguiente modificación de la instancia yoica. El melancólico se enferma.

Esta identificación es posible porque la elección de objeto en el melancólico es de tipo narcisista y sabemos que el narcisismo sólo se ama a sí mismo, no necesita amar sino ser amado.

El narcisismo es aquella situación donde el yo se propone como objeto del deseo. La libido del yo y la libido objetal no pueden diferenciarse.

El narcisismo juega un papel importante en la constitución del cuerpo y del otro como semejante y diferente.

Somos sujetos divididos y desde el principio está el otro semejante.

El niño ante su imagen en el espejo desea ser ese otro completo, ese otro de él que está fuera de él y lo constituye. Es desde el otro que el sujeto se constituye.

Pero querer ser el otro también es querer estar en ese lugar, querer eliminar al otro. Esta ambivalencia afectiva se muestra claramente en los sentimientos de aversión y repulsión que sentimos ante personas extrañas, sentimientos que desaparecen en la masa, debido a que se producen enlaces libidinosos con otros individuos.

El narcisismo sólo encuentra un límite en el amor a los otros. Pero además ese amor a los otros es el que nos libra de la enfermedad, enfermamos cuando no podemos amar. La aceptación de las diferencias nos permite que la enfermedad no sea necesaria.

El melancólico ha perdido esa capacidad de amor, él y el otro son la misma cosa. Si bien en el duelo el sujeto sabe lo que ha perdido, en la melancolía la pérdida es inconsciente, el sujeto no sabe lo que ha perdido. "La persona que ha provocado la perturbación sentimental del enfermo, y hacia la cual se halla orientada su enfermedad, suele ser una de las más íntimamente ligadas a ella", nos dice Freud. Se trata de la madre fálica.

Con el retroceso de la libido objetal al yo, el melancólico retorna a la creencia de ser el otro, hasta una posición donde él y su madre fálica son una misma cosa. No acepta la castración, el yo es inmortal.

Para el melancólico no existe el otro como semejante y diferente.

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En esa omnipotencia, ningún cuerpo es extraño, el virus, no puede afectarle. Sin diferencia su sistema inmunitario es incapaz de reaccionar adecuadamente contra el germen extraño. Antes de aceptar al otro puede infectarse, enfermar e incluso morir.

Por último mencionar algunas palabras acerca del tratamiento. La evolución de la enfermedad ha variado espectacularmente en los últimos años con el uso de fármacos antirretrovirales de manera precoz. En el momento actual se recomienda iniciar el tratamiento, con 3 o más fármacos, en sujetos con unos niveles de CD4 inferiores a 500/mm3 y en los que presentan una carga viral por encima de 5.000-10.000 copias/ml, aunque su cifra de CD4 sea superior a 500. Con ello se ha conseguido aumentar notablemente la supervivencia y la calidad de vida de los enfermos que presentan menos complicaciones de la enfermedad.

Los inconvenientes del tratamiento consisten en la aparición de efectos secundarios, nada raros, y en el desarrollo de resistencias por parte de los virus, es decir el virus se hace insensible al fármaco usado. En el momento actual el abandono temporal de la medicación, por parte del enfermo, es la causa de la aparición del mayor número de resistencias.

Como vemos en la evolución de la infección por VIH y en el SIDA existen numerosos factores que dependen del sujeto infectado y que determinan el curso y gravedad de la evolución. Como ya han demostrado otros autores estos pacientes mejorarían con un tratamiento psicoanalítico.

Pilar Rojas. Médico-Psicoanalista
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 DEPRESIÓN Y CÁNCER

¿De qué se trata? ¿Qué es lo que queremos demostrar? Se trata fundamentalmente de llegar a una explicación etiológica del cáncer, teniendo en cuenta al sujeto psíquico, de llegar a una explicación del cáncer bajo una mirada psicoanalítica, pero sabemos, que de toda nueva hipótesis etiológica, puede desprenderse, y en este caso así sucede, un posible abordaje terapéutico.

Las ideas fundamentales en que nos vamos a basar para plantear la relación entre la depresión y el cáncer, van a ser:

- Por un lado el concepto de inmunovigilancia y su papel en el desarrollo de tumores. El sistema inmune es un sistema desarrollado para discriminar entre lo propio y lo ajeno, y destruir aquello no reconocido como propio. Eso extraño contra lo que el sistema inmune reacciona, recibe el nombre de antígeno. En las células del cuerpo humano se producen constantemente mutaciones en el material genético, en el ADN, que pueden dar lugar a células cancerígenas, por medio de la expresión de oncogenes, que hasta el momento habían permanecido sin expresarse, y que permitirán a la célula su multiplicación indiscriminada. La multiplicación celular, sufre una inhibición por contacto, el límite a su crecimiento, cada célula lo encuentra en las células vecinas, este límite, no es respetado por la célula neoplásica. El papel del sistema inmune es reconocer esas células mutadas y eliminarlas, eso es lo que se conoce como inmunovigilancia. Además de la inmunovigilancia, el sistema inmune cumple otro papel, una vez establecido el tumor, este actúa como cuerpo extraño, y hay linfocitos (células del sistema inmune), que no reconocen al tumor como propio y lo atacan, evitando el crecimiento del mismo. Luego el sistema inmune tiene un papel tanto en la génesis, como en el mantenimiento del tumor.

- Otra cuestión a reseñar, es la observación clínica de que el paciente con cáncer es un paciente inmunodeprimido, es decir, que su sistema inmune falla, por eso son muy proclives estos pacientes a tener infecciones. Además, los pacientes con inmunodeficiencias congénitas (defectos de nacimiento en el funcionamiento del sistema inmune) tienen más riesgo de tener cánceres que el resto de la población, este es otro dato que apoya el papel del sistema inmune en la génesis de tumores. Podemos concluir, por tanto que la inmunodepresión, con el consiguiente fallo de la inmunovigilancia, juega un importante papel en la génesis del cáncer, y una vez establecido el mismo, en la curación. De hecho la terapia inmunomoduladora (fármacos que potencian el sistema inmune) se está investigando en la lucha contra el cáncer, con resultados prometedores.

- Los aportes de la psiconeuroinmunología en los últimos años, han demostrado que el sistema inmune es altamente influenciable por lo psíquico. Hay varios ensayos, donde se relaciona el grado de depresión del sujeto, con la actividad de sus linfocitos, y su capacidad de respuesta a la neoplasia.

Es decir, que cuando el sujeto está deprimido, su sistema inmune también lo está, como expresión del mismo fenómeno patológico,

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PSICOANÁLISIS Y MEDICINA- Segundo encuentro-

y este estado de inmunodepresión, como hemos visto, por fallo de la inmunovigilancia, por un lado, facilita el inicio del crecimiento de las células tumorales y por otro lado, por fallo en la lucha posterior contra el tumor, permite el crecimiento y mantenimiento del mismo.

En cuanto a la epidemiología del cáncer, en 1996, se diagnosticaron 1.360.000 nuevos casos de cáncer (756.000 varones y 595.000 mujeres) Y 555.000 personas murieron por cáncer. Es la segunda causa de muerte en el mundo, después de las cardiopatías, con la salvedad de que la incidencia del cáncer está aumentando, mientras que la muerte por cardiopatía, sobre todo infarto agudo de miocardio, está disminuyendo.

Clásicamente se ha visto una asociación entre la depresión y el cáncer, uno de los tumores que se ha asociado más directamente es el cáncer de páncreas, sin embargo, en la concepción médica, sería el tumor, su diagnóstico y la asociación de este diagnóstico con la idea de enfermedad mortal, los que provocarían la depresión, plantean el cáncer como etiología de la depresión, en un modelo de causa efecto sería primero el cáncer y después, la depresión, como una consecuencia. Nosotros venimos a plantear, que la depresión podría ser la causa del cáncer. Aunque no es exactamente un modelo de causa efecto lo que queremos desarrollar, porque esto sería hacer una separación entre psíquico y somático, que en realidad no existe, no es que no existan la psique y el soma, sino que son inseparables.

No traemos lo psíquico como causa de lo somático, sino que planteamos el cáncer como una expresión en el cuerpo de la depresión.

El ensayo médico más clásico en el estudio de la depresión y el cáncer es un trabajo de Spiegel, realizado en 1981, donde se demostraba que el tratamiento psicoterápico de estos pacientes, mejoraba su calidad de vida de manera importante, trabajos posteriores, hasta 1999, han intentado demostrar si además de esta mejoría de la calidad de vida, existía mejoría de la supervivencia, y algunos han conseguido demostrarlo para un subgrupo de pacientes. En un trabajo realizado entre 1984 y 1988 en hospitales franceses, por "psicosomatólogos" del equipo de Marty, oncólogos y ginecólogos, en 122 pacientes con cáncer de mama, mediante un estudio retrospectivo, es decir investigando los procesos previos al desarrollo del cáncer, se vio que un duelo mal elaborado, se asociaba con un riesgo casi 11 veces mayor de desarrollar cáncer de mama que en la población general.

Muchos autores se sorprenden de que los pacientes conserven este humor deprimido, años después de la curación definitiva del tumor, sin embargo esta observación no les lleva a plantearse si ésta sería la situación previa del paciente, y es porque la concepción que maneja la medicina es la de la enfermedad orgánica como causa de la patología psíquica, y en pocos casos se plantea el cuerpo participando de los procesos psíquicos. No obstante, esta cuestión está siendo actualmente investigada en diversos centros de oncología (en este sentido está realizado el trabajo de Marty). A este respecto, si se consulta la palabra psicosomático en un diccionario médico, te remiten al término somatopsíquico.

Para el psicoanálisis, la depresión es estudiada de forma paralela al duelo, el duelo sería la reacción ante la pérdida de un objeto, que puede ser una persona amada, un ideal, la patria.

Tanto en la depresión como en el duelo, hay una pérdida del interés por el mundo circundante, una inhibición que puede recaer en cualquiera de las funciones del sujeto, insomnio, anorexia, pero este cuadro florido, no es la manera en la que se presenta más frecuentemente la depresión, en medicina se conoce como depresión enmascarada aquella que debuta con múltiples síntomas somáticos, para los que no se encuentra etiología orgánica, y que mejoran con el tratamiento de la depresión.

La diferencia más importante entre el duelo y la depresión, son los supuestos autorreproches que se dirige el deprimido, y que nunca oiremos dirigirse a una persona en duelo. Si nos fijamos bien, en realidad, los reproches que se hace, parecen no corresponder a su persona, y de hecho, podemos ver en todos los casos que están dirigidos contra el objeto perdido.

La depresión siempre es como en el duelo, frente a una pérdida, la diferencia es que en el duelo, el sujeto sabe lo que ha perdido, mientras que en la depresión, no sabe lo que ha perdido, y si sabe lo que ha perdido, no sabe lo que con ello ha perdido.

Para no abandonar el objeto ha caído como una sombra sobre el yo, pero esta identificación es de carácter narcisista, es la única manera en que nos podemos explicar que la libido, tan ligada al objeto, pueda tan fácilmente retrotraerse al yo, es decir, que la eleccón de objeto se realizó ya bajo una forma narcisística: esto es, el objeto amado es lo que el sujeto fue, lo que es, lo que será.

Podemos decir, que el yo, después de esta identificación, es el objeto perdido.

 

En los sentimientos de repulsión y aversión que surgen contra personas extrañas, con las cuales nos hallamos en contacto, podemos ver la expresión de un narcisismo que tiende a autoafirmarse, y se comporta como si cualquier desviación de sus propiedades fuera una crítica contra las mismas y una invitación a modificarlas (el narcisismo de las pequeñas diferencias). Toda esta intolerancia desaparece en la masa, mientras que la formación se mantiene unos sujetos toleran las particularidades de los otros, tal restricción del narcismo no puede ser provocada más que por un sólo factor, por el enlace libidinoso a otras personas.

En el cáncer hay una pérdida del altruismo celular, una regresión a un estado donde impera el narcisismo.

La identificación de la que hablábamos antes, que sucedía en la melancolía, para conservar el objeto perdido, es desde el principio ambivalente, y puede concretarse tanto en sentimientos cariñosos, como en un deseo de desaparición del otro, más cuando ese otro es el objeto que lo ha abandonado. Se comporta como una ramificación de la fase oral del desarrollo de la libido, durante la cual, el sujeto se incorporaría al objeto amado comiéndoselo, y al hacerlo así, lo destruiría.

Luego, los reproches que se dirige el melancólico, como ahora ha incorporado el objeto perdido a su propio yo, en realidad, es a éste a quien van dirigidos, no sólo los reproches, sino la autoagresión, que puede llegar hasta el suicidio, en este sentido el deprimido es un asesino tímido, no es a él a quien mata cuando se mata, sino al objeto perdido, que ahora ha incorporado en su yo.

Habría pues, una regresión al narcisismo en el paciente deprimido, la libido que había sido depositada en el objeto, se retrotrae al yo, y esta regresión al narcisismo es una condición fundamental para la génesis y desarrollo del tumor, puesto que para la conservación de la vida, es necesario que unas células mueran, para que el resto del organismo siga con vida, si se pierde este altruismo celular, al final, es el sujeto el que muere. Nos tenemos que replantear, por tanto, a esta altura del desarrollo teórico, si la inmunodepresión de la que hablábamos al principio como facilitadora de la proliferación tumoral, no será una inmunodepresión relativa, es decir, que no es tanto que el sistema inmune falle, sino que es la célula la que consigue burlar al sistema inmune. El sistema HLA, se compone de una serie de proteínas, que expresadas en las células, permiten su reconocimiento por el sistema inmune, estas proteínas, que son el DNI, las señas de identidad de la célula, sirven al sistema inmune tanto para reconocerlas como propias y no atacarlas, como para cuando están mutadas, o infectadas por virus, destruirlas.

Las células cancerosas son capaces de no expresar estos antígenos de histocompatibilidad, y de esta manera, escapan momentáneamente al destino mortal que les esperaba.

Si hay tres tipos de identificación, una primera, la identificación al padre, que es la constitutiva del sujeto, la que constituye el ideal del yo, una segunda que sería una identificación al objeto, a un rasgo del objeto, no a la totalidad, y una tercera que sería la identificación al deseo, que se denomina identificación histérica, aunque las tres formas se dan en todo sujeto. La identificación melancólica, es una identificación posterior a la elección de objeto, el sujeto se identifica con el objeto amado y perdido, lo incorpora a su yo, esto implica una regresión, ya que la identificación primera es lo que permite la elección de objeto, y una vez llevada a cabo la elección, hay una regresión a la fase de identificación, y toda regresión conlleva una defusión, una separación de la pulsión sexual y la pulsión de muerte, que laboran siempre juntas para la conservación de la vida. Todo eros, moriríamos en el abrazo, hace falta tánatos, la puntuación, es que viene a marcar el final del abrazo, la posibilidad del comienzo de otros abrazos. Pero todo tánatos, tampoco se puede. Esta identificación regresiva, deja libre la pulsión de muerte, que por fin, acabará con la vida del sujeto. Esta célula, sería potencialmente inmortal, si no terminara aniquilando al humano que la porta.

El sujeto preso de la melancolía, parece autocriticarse constantemente, cuando en realidad critica al objeto perdido, pero toda crítica tiene que ver con un sentimiento de culpa. El sentimiento consciente de culpabilidad reposa en la tensión entre el yo y el ideal del yo, es la expresión de una condena del yo por su instancia crítica.

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XI CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO. PSICOANÁLISIS Y MEDICINA
-SEGUNDO ENCUENTRO

En la melancolía, experimentamos que el superyo ha atraído a sí la conciencia, pero aquí no se atreve el yo a iniciar protesta alguna, se reconoce culpable, y se somete al castigo, si lo comparamos con la neurosis obsesiva, donde también existe un poderoso sentimiento de culpa, vemos que el neurótico obsesivo, no acepta este sentimiento de culpabilidad, como lo hace el melancólico, sin protesta alguna, es porque en la neurosis obsesiva, los impulsos reprimidos permanecían exteriores al yo, en cambio, la melancolía nos muestra que el objeto sobre el cual recaen las iras del superyo, ha sido acogido por el yo. Es muy frecuente que los pacientes cancerosos se pregunten qué han hecho mal para tener esta enfermedad, ¿es algo que he comido? ¿algo que he hecho o que he dejado de hacer?

Se sienten de alguna manera culpables, aunque en realidad es una culpa prestada, porque sabemos que el ensañamiento es contra el objeto perdido.

La depresión sería la defensa del sujeto frente a la pérdida de objeto. El yo del sujeto se incorpora el objeto perdido, por identificación.

¿Por qué el melancólico llega al suicidio? Porque con ello asesina al objeto perdido, lo que le da este carácter destructor a la relación del ideal del yo con el yo en el melancólico, es por un lado la regresión, que provoca una defusión de las pulsiones, separándose la pulsión de muerte de la pulsión sexual, y por otro lado, la ambivalencia de esa identificación primordial, que guarda a la vez el amor al padre y la rivalidad por la competencia en el amor de la madre. El cuerpo sería el escenario en el que el melancólico ejecuta el asesinato del objeto perdido. Por eso podríamos llegar a la frase de que el cáncer es el medio por el que el deprimido consuma su suicidio.

Hemos planteado una hipótesis etiológica, según esta hipótesis, la depresión podría estar en la base del desarrollo del cáncer, de hecho hay varios ensayos médicos en marcha, que trabajan bajo esta idea.

Como dice Lacan, las palabras son cuerpo sutil, pero son cuerpo, están atrapadas en todas las imágenes corporales que cautivan al sujeto, son las que preñan a la histérica, y en el sujeto, no se puede considerar el lenguaje sin lo pulsional, el único modo de acceso a lo pulsional es la teoría analítica, capaz de articular una práctica, que pueda acercar al sujeto otras maneras de gozar, sin lesión orgánica.

Para modificar esa frase que tortura al deprimido, tiene que serle restituida su capacidad de sustitución.

Además, hay otra cuestión que es digna de ser trabajada. No todos los sujetos son capaces de tener todas las enfermedades, hay una sobredeterminación psíquica, hay que estar sometido a determinados fantasmas, a determinadas frases, que llevan al paciente a desarrollar o no cáncer y a hacerlo en una u otra localización. En el cáncer de endométrio, por ejemplo, se describió inicialmente su más alta frecuencia en monjas, se vió que estaba en relación inversa con el número de hijos, siendo más frecuente en pacientes que no mantenían relaciones sexuales, es únicamente una hipótesis de trabajo, pero quizás estas mujeres no hubieran tenido necesidad de enfermar, si hubieran podido ser madres, sin necesidad de tener hijos, es decir, que toda mujer puede, si tiene el significante madre, ejercer la función, aunque no tenga hijos, como también puede ejercer la función padre. Un sujeto en análisis es capaz de construir el significante de la falta en el Otro, de darse cuenta de que es mortal, por proceder de padre y madre, seres mortales, por pertenecer a la especie humana. Y saberse mortal, salva la vida.

Alejandra Menassa de Lucia
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FREUD DESCUBRIÓ
LAS LEYES DEL LENGUAJE

Primero está el significante y luego el acto, no hay casualidad en el hacer del sujeto, no hay azar que no tenga ley. No siempre existieron los caballeros y las damas. No hay origen, hay original. El modo de pensar, las maneras de vivir, siempre hay una teoría que da cuenta del amor, el odio o de los sentimientos que como sujetos vivimos o sufrimos.

En los libros está escrito, y aunque no los hayamos leído, aunque no nos hagamos sujetos de su lectura, siempre hay una teoría que es clínica.

Al igual que el juglar inventó al caballero y el trovador a la dama, la poesía épica inventó al héroe. La infancia la inventó el Psicoanálisis y éste nos dice que la sexualidad es inconsciente, que la materialidad del inconsciente es sexual. Corpóreo y Material son conceptos diferentes, tan el uno y el otro están en relación, que pensar sin cuerpo no se puede, pero no es el cuerpo con lo que se piensa, ya que el cuerpo hay que previamente construirlo y decíamos que primero está el significante, el lenguaje nos precede, es la estructura que nos sostiene, que puso al sujeto en bipedestación, son las palabras y el deseo de la madre la que hacen que el bebé, incorpore la cabeza, posteriormente el tronco y por fin las extremidades porque son deseos lo que se desean. La acción del sistema nervioso, depende de la información, el cuerpo es un escenario donde se representa la vida anímica.

No es la búsqueda de placer, ni la búsqueda de objetos lo que produce el deseo, sino que es en análisis y con la interpretación que se producirá esa historia singular que tiene que ver con la verdad del sujeto deseante. Sin psicoanálisis no hay psicoanalista, es decir no hay lo "auto" no hay auto-formación, ni auto-análisis, ni autodidacta, hay trabajo y con otros, negar el trabajo, la formación, los libros, la civilización, es como pensar que uno mismo no necesitó nada ni a nadie para nacer, que uno creció solo, cuando solo nada se puede. Hay análisis, hay formación, hay didacta, si cada uno es capaz de construírselo, de pactar, de trabajar, de cumplir y ahí adviene un goce, un placer, una alegría, una felicidad, consecuencia del trabajo realizado. Productos y efectos que no se pueden conocer previamente, por ejemplo se sabe que en el camino del trabajo hay efectos, uno de ellos el dinero. El valor determina al trabajo y no el trabajo al valor. El valor es el valor de la ley, la ley le da valor.

El goce es lo que no sirve para nada, pero no puede faltar, si sirve para algo, no estamos en el campo del goce. El goce es un instante, el goce del ejercicio de saber es el goce de su adquisición.

El goce del hombre es de órgano, el goce de la mujer es una a una.

La mujer no existe, porque ella no es toda y él tiene que creer en ella, no creerla, cuando él la cree de ella hace su síntoma, él, el hombre, tiene que creer en ella, la mujer, aceptando que masculino y femenino son conceptos teóricos de contenido incierto, posiciones, lugares en el proceso de sexuación del sujeto.

Igual que la epistemología puede decir que esto o aquello es una ciencia, la lectura poética dice que es una escritura. La escritura es función poética, la escritura es poesía, por eso se dice lectura poética y no decimos escritura poética.

El decir se juzga por las consecuencias de lo dicho, la significación es lo que produce efectos de significado.

Cuando se ama, no es asunto de sexo. El deseo es límite al goce, el goce es causa, el deseo es límite. El goce es correlato del Ello, el deseo de lo Inconsciente. El deseo está estructurado como lenguaje, el goce como vacío, como agujero. La ley pone límites al goce.

Si no gozas no existes. El ser es un verbo y lo que suple la relación sexual es el amor. El amor nunca saca a nadie de sí mismo.

Se trata de pensar a un sujeto habitando el lenguaje, para introducirnos en la dimensión del goce, es decir del status del lenguaje como aparato de goce. El goce no es medible, es inconmensurable, es decir sin poderlo ver siempre está.

Tanto el deseo como el goce siempre están presentes y como el significante lo que produce es la diferencia, en tanto la cadena significante es una cadena de rasgos unarios y el rasgo unario es efecto de la repetición (no que haya algo a repetir) por ello el significante produce la diferencia. La idea de unión es un Mito, ya que todo comienza en la división. El que aprendió a dividir podemos decir que sabe sumar, sin embargo desde la suma no podemos dar cuenta ni de ella misma.

El saber como diferente al conocimiento. El saber sólo se puede gozar, ejercer, no es del orden del recordar, sino del repetir. Los significantes no se recuerdan se repiten.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
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DEL SEXO: CONTRAPUNTO

La Psiquiatría llamó irracional a todo lo que no cabía en los modelos ideológicos imperantes. El hombre llamó irracional a la mujer cuando ésta no entraba en los modelos ideológicos de reproducción de la especie. Las mujeres llamarían irracionales a los niños cuando no eran exactamente como ella y su madre se imaginaron que debían ser. Hasta allí la historia imaginaria que los hombres tenían de la reproducción del símbolo Dios. El psicoanálisis viene a mostrar que el hombre es cambiante, que tiene la posibilidad de desarrollarse en múltiples aspectos, sin necesidad de abolir otros y que el registro de la sexualidad vive en la palabra. Al tratarse de una ciencia, éstas no vienen a dar exactitud sino problematización. La exactitud es cosa de la ideología, que dice eso es rojo, el color de las pérdidas. La ciencia no tiene mirada, la que tiene mirada es la ideología. Un ejemplo es el sistema de la hipótesis de la "degeneración"; explicaba cómo una herencia cargada de diversas enfermedades orgánicas, funcionales o psíquicas, producía en definitiva, un perverso sexual. Se aconsejaba buscar y encontrar, en la genealogía de un exhibicionista o de un homosexual, un antepasado hemipléjico, un padre tísico o un tío con demencia senil; también explicaba dicha teoría como una perversión sexual, siendo muy amplio el espectro que abarcaba, desde la simple masturbación hasta el pensamiento; inducía un agotamiento de la descendencia: raquitismo infantil, esterilidad de las generaciones futuras. El conjunto, "perversión-herencia-degeneración", constituyó el núcleo de nuevas tecnologías del sexo. No fue sólo una teoría médica, científicamente insuficiente, abusivamente moralizadora. Su superficie de dispersión, fue amplia y profunda su implantación. Psiquiatría, jurisprudencia y medicina legal, instancias de control social, vigilancia de niños peligrosos o en peligro, funcionaron con arreglo a la teoría de la degeneración, al sistema herencia-perversión. Se llegó a pensar lo sexual como un elemento al que conviene temer y tratar con tino, al que corresponde aportar todos los cuidados, si no se quería que engendrara males infinitos. Después se pasó a un discurso que dice más o menos: nuestra sexualidad, está sometida a un régimen de represión, tan intenso que allí reside el peligro; el sexo no sólo es un secreto temible, como no dejaban de decirlo, las generaciones anteriores, no sólo hay que desenmascararlo en su verdad sino que, si trae consigo tantos peligros, se debe a que durante demasiado tiempo: escrúpulo, sentido excesivamente agudo del pecado, hipocresía, etc. lo hemos reducido al silencio. Allí se instaló la confesión. A partir de ahí la diferenciación social se afirmará, no por la calidad "sexual" del cuerpo, sino por la intensidad de su represión. No obstante, lo que pasó históricamente, es que después del Psicoanálisis es absolutamente imposible no dar a la vida sexual del hombre una importancia fundamental para su mundo psíquico; en tanto la vida psíquica de los sujetos es el desarrollo de su sexualidad.

Y sexualidad es para el psicoanálisis, hasta ahora, toda relación que se impone al sujeto infantil desde el exterior. Esto es, toda relación que se le impone al sujeto infantil va formando, de una manera u otra su sexualidad. El niño tiene inconsciente a partir de que se funda en él la constelación edípica, a partir de la represión de la relación que tiene con la madre real, porque la ley prohibe en lo real, porque en lo real es que el niño no se debe acostar con la madre o la madre con el niño; en la fantasía el niño se acuesta todo el día con la madre. El inconsciente acontece cuando acontece la prohibición. El tema del incesto es significativo, porque su prohibición es planteada, como principio universal; permite pensar a un tiempo, el sistema de alianza y el régimen de sexualidad. La enunciación misma de la estructura Edipo, fue contemporánea de la organización jurídica de la inhabilitación paterna. En el momento en que Freud investigaba cuál era el deseo de Dora y le permitía ser formulado, la sociedad se armaba para impedir esas proximidades censurables; el padre, por una parte, era convertido en objeto de obligado amor; pero, por otra, si era "amante" resultaba disminuido por la ley. 

El Psicoanálisis, digamos, desempeñó un papel diferenciador respecto de otros procedimientos, dentro de un dispositivo de sexualidad generalizado, como interpretación de la relación de la sexualidad con el sistema de alianza; en posición diferente a la teoría de la degeneración. Funciona, desde fuera, como lectura de efectos en la tecnología general del sexo como "pozo" del juego político, en el cruce de dos ejes: disciplinas del cuerpo: adiestramiento y distribución de las fuerzas, ajuste y economía de las energías medidas masivas, controles estadísticos, tantas veces al año se practica el coito, el beso, la siesta, el consumo de calcio, alcohol, uso del preservativo, fidelidad, etc. Y, con ello, la regulación de las poblaciones, por los efectos globales que induce en los registros del cuerpo y de la especie.

Jaime Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

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Soy lo que vuela
encadenadme y seré lo encadenado que vuela
matadme y seré lo encadenado, muerto, que

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Una nueva manera de hacer cine
Algo que usted ha escuchado mil veces pero que no ha visto nunca

LA POESÍA NO SE ENAMORA NUNCA

PRESENTACIÓN:

 Carlos Mundy, director de la revista  Metaphore, tiene el honor de invitarlo a la proyección del documental "La poesía no se enamora nunca",

producido por Grupo Cero Producciones Cinematográficas, que se celebrará el 25 de junio de 2003, a las 20,00 horas, en el Círculo de Bellas Artes de Madrid

Obra generada en total conjunción entre las artes plástica, poesía, música, imagen y sonido. Concebida bajo un concepto cinematográfico, parte de un lenguaje muy particular, la narración audiovisual que genera, en su conseguida unidad, una obra con toda la fuerza, la tensión dramática, la carga de sentido, el placer de las imágenes y la pintura, una conjunción artística de verdadera identidad audiovisual. Es un producto universal, un diálogo entre todas estas artes al servicio de un discurso renovado y fresco.

La narración va generando tensión en el mismo momento en que cada espectador asocia las intensidades sonoras y visuales logrando un significado, y así se provoca una relación dramática sensible, sujeta a la fonación, a la voz del poeta.

Desde allí se inicia la unidad del relato, sujeto a los vaivenes de la palabra, del poema, la tensión de la interpretación, los colores de la voz. La imagen se hilvana con el discurso, por momentos romántica, por las descripciones emocionales y la dinámica del ritmo visual dando sentido a la fuerza descriptiva de las imágenes.

La música está compuesta en su forma como una obra integral, en evolutiva relación rítmica instrumental y de complejidad armónica a través del tiempo, siendo más tonal al inicio, más étnica, de raíces, simple en la instrumentación y melódicamente, para llegar a complejizarse hacia la música contemporánea, de estilo atonal.

Trabaja con instrumentaciones autóctonas sudamericanas y africanas, así como violonchelos, violines bajos, contrabajos, y subgraves, mezclados en Surrounds, clarinete, oboe, arpas, un amplio espectro de la orquesta impresionista.

La música juega el papel de una obra contemporánea y se incluye por momentos como incidental, programática, algunos poemas con carácter musical de leit motiv, como en "Soy de piedra el indio americano". Su estrecha relación tiempo, ritmo, secuencia, sentido, enlazados, teje la velocidad y la carga de sentido dramático.

La imagen está pendiente de la incidencia dramática y el ritmo del relato. Notas que se sostienen en la misma secuencia de imagen y no cambian hasta que la imagen no cambia, espátula subiendo y bajando de acuerdo a los movimientos del pintor, y así sube o baja la melodía.

El trabajo cinematográfico es la mirada minuciosa que recoge los lugares en donde la luz se encuentra con un color inesperado. Líneas de seda, rojos ardientes, azules imposibles, colores flotando como un lujo en la exuberante seducción de las sombras. Poema a poema emergen del trazo del pintor, cuadros convocados por la luz del poeta. Versos brutales sobre lienzos recitados, trazos en los que un saber habla a los oídos atentos.

La pintura es magnífica y la lectura de los poemas impresionante.

Una obra audiovisual para todos los tiempos.

INFORMACIÓN: 91 758 19 40


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