ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 64

TEMPORADA 2003- 2004

ORDEN- ECONOMÍA- TENACIDAD

ASOCIACIÓN PABLO MENASSA 
DE LUCIA

LA LEY DE LA SOBREDETERMINACIÓN

XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO

DE NUESTRO ANTECEDENTES

LA SALUD COMO PRODUCCIÓN (II)

LA INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA EN EL 
GRUPO CERO

FREUD

DETERMINISMO, CREENCIA EN LA CAUSALIDAD Y EN LA SUPERSTICIÓN

EL SUJETO DEL PSICOANÁLISIS

LACAN

¿QUÉ ES UN PADRE?

EL SISTEMA HISTÉRICO

MENASSA

ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y
 POESÍA GRUPO CERO

TEMPORADA 2003-2004

SEMINARIOS GRATUITOS
MATRÍCULA ABIERTA
INFORMACIÓN E INSCRIPCIÓN:
91 758 19 40

c/ DUQUE DE OSUNA, 4 - 28015 MADRID- grupocero@grupocero.org

LOS SEMINARIOS SERÁN IMPARTIDOS POR PSICOANALISTAS DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS GRUPO CERO. 
3 AÑOS DE DURACIÓN, 2 HORAS A LA SEMANA, 1 VEZ POR SEMANA

El psicoanálisis es un pensamiento revolucionario y de candente actualidad. La producción fundamental de la obra freudiana es el concepto de inconsciente: hay cosas que suceden en el sujeto sin que él sepa nada de ellas, y estos procesos no son azarosos, están sometidos a unas leyes, leyes de las que sólo el psicoanálisis puede dar cuenta.

El psicoanálisis cura, pero no puede ser reducido a un método terapéutico. Movimientos culturales como el surrealismo (que toca la poesía, la publicidad, el cine, la arquitectura actuales...) son imposibles de pensar si no es desde el psicoanálisis.

Para la Medicina, resulta de una ayuda inestimable tener en cuenta los aspectos psíquicos que contribuyen a la producción, mantenimiento y curación de las enfermedades orgánicas, que pueden ser un elemento fundamental en la curación del paciente. Y así, podríamos enumerar las aportaciones que el psicoanálisis ha hecho para pensar muchas otras disciplinas.

Por todo ello, la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero viene estudiando y trasmitiendo el psicoanálisis en Madrid desde hace más de veinte años, trabajando para la formación de psicoanalistas y para la atención clínica a la comunidad.

Queremos acercar el descubrimiento freudiano a la población, como elemento para pensar la realidad y como posibilidad de transformarla.

Con motivo de la celebración de estos veinte años, por tercer año consecutivo, se han convocado los Seminarios Sigmund Freud, Jacques Lacan y Fundamentos del Pensamiento Contemporáneo (Hegel, Marx, Heidegger), gratuitos, en las mismas condiciones que el seminario pago de tres años de duración, un encuentro semanal de dos horas. Las clases serán impartidas por psicoanalistas de la Institución. Los interesados en cursar estos seminarios, deberán realizar una entrevista previa con uno de los psicoanalistas de la Escuela.

SEMINARIO SIGMUND FREUD

PROGRAMA DEL PRIMER AÑO:

A. APROXIMACIÓN A UNA TEORÍA DE LA LECTURA

• Concepto de ruptura.

• Concepto de trabajo.

• Múltiple determinación y sobredeterminación.

• Tiempo real y tiempo histórico.

• Lectura como producción.

• La escritura, base material de las ciencias.

B. LA INTERPRETACIÓN DE LOS SUEÑOS

• Método de interpretación onírica.

• El sueño es una realización de deseos.

• La deformación onírica.

• Material y fuentes de los sueños.

• El trabajo del sueño.

• El olvido de los sueños.

• La regresión.

• La realización de deseos.

• Interrupción del reposo por el sueño. La función del sueño. El sueño de angustia.

• El proceso primario y el secundario. La represión.

• Lo inconsciente y la conciencia. La realidad.

SEMINARIO JACQUES LACAN

PROGRAMA DEL PRIMER AÑO:

1) La ciencia y la verdad.

2) Posición del inconsciente.

3) El estadio del espejo como formador de la función del yo.

4) La agresividad en psicoanálisis.

5) El tiempo lógico y el aserto de certidumbre anticipada.

Un nuevo sofisma.

6) Las variantes de la cura-tipo.

7) La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud.

8) Subversión del sujeto y dialéctica del deseo en el inconsciente freudiano.

9) La significación del falo.

10) Ideas directivas para un congreso sobre la sexualidad femenina.

11) El discurso analítico.

a) Encore.

b) De un discurso que no fuera semblante.

c) El reverso del psicoanálisis.

d) Televisión.

12) Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis.

a) Inconsciente.

b) Repetición.

c) Transferencia.

d) Pulsión.

13) Lo real, lo simbólico y lo imaginario.

a) R.S.I.

b) La Tercera.

c) El Sinthome

14) Transferencia y transmisión.

a) La relación de objeto.

b) La lógica del fantasma.

c) El acto analítico.

d) La ética.

e) La transferencia.

f) La identificación.

g) La angustia.

h) El saber insabido.

i) L’Etourdit.

j) De una cuestión preliminar a todo tratamiento posible de

la psicosis.

k) Las psicosis.

SEMINARIO
HEGEL, MARX, HEIDEGGER

FUNDAMENTOS DEL PENSAMIENTO CONTEMPORÁNEO

CUESTIONES PREMILIMINARES
AL SEMINARIO GENERAL

• La problemática.

• La trama de pertenencia.

• La preteridad de los conceptos.

• Spaltung y des-apropiación.

• La cuestión de la tradición.

• Arrancando desde lo no pensado.

• Hegel, Marx, Heidegger.

20 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE 
XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
"No podemos terminar con el alma, sólo podemos curarla"

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: 
LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO


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LA LEY DE LA SOBREDETERMINACIÓN

En el ser hablante, que somos, no hay nada que nos llegue del exterior a nosotros mismos o de nosotros a nosotros mismos que no sea previamente procesado. Pero ¿qué quiere decir proceso?

Letra muerta o letra viva para el sujeto, quiere decir que ha habido proceso o no ha habido proceso, ha habido implicación o no la ha habido, ha habido sólo racionalización o ha habido implicación inconsciente.

Freud propone la complejidad de un aparato psíquico que en su forma más simple es una articulación de inconsciente y preconsciente- consciente, de manera que nada llega al sujeto, nada llega a la conciencia del sujeto que no llegue previamente al inconsciente o al preconsciente. Y nos dice que en el inconsciente la energía está libre, los significantes están libres, mientras que en el preconsciente- consciente la energía está ligada a representaciones de palabra, los significantes están ligados a representaciones de palabra.

Una condición es que lo inconsciente no se hace consciente sino por medio de la interpretación, es decir en transferencia y con asociación libre, mientras que lo preconsciente con una pequeña dosis de atención puede alcanzar el grado de consciente. Entre lo inconsciente y lo preconsciente-consciente hay una censura constituyente, una barrera que no se puede atravesar, sólo algunas ramificaciones del inconsciente bajo el precio de una deformación pueden manifestarse en el preconsciente y después en la conciencia, y sólo si alcanza algunas de las consideradas manifestaciones de lo inconsciente: sueño, lapsus, olvido, tropiezo, acto casual, síntoma, chiste, repetición, negación, etc...

El sujeto puede relacionarse con él mismo, con los otros, o con cualquier otra realidad con implicación inconsciente o de manera superficial, es decir sólo con su preconsciente, por ejemplo, puede leer queriendo conocer con una memoria preconsciente o puede dejarse leer por el texto lo que le llevará a saber, a transformarse con la lectura, es decir puede saber con una memoria inconsciente.

Los enunciados de cada sujeto muestran si el sujeto está implicado o si habla para hacer ruido, con procesamiento psíquico o sin procesamiento. Es por eso que todo proceso es proceso primario y secundario, puesto que se lee desde el enunciado, se escucha desde el saber teórico de que no hay dicho del sujeto que no tenga que someterse a esta doble versión, lo cual quiere decir que si no sabemos escuchar no podremos interpretar lo que el sujeto habla, y por eso decimos que siempre se dice más de lo que se dice y menos que lo dicho.

Implicación inconsciente quiere decir que sólo después sabremos, que sólo si seguimos conversando sabremos, y por eso decimos que las conversaciones se hacen, que es el futuro el que determina, nunca el pasado, y que la sobredeterminación es teórica, quiere decir que si el sujeto está implicado habla con efectos de metáfora y metonimia, con sustitución significante, es decir hablando de otros, y con desplazamiento del afecto. Por eso podemos decir que cuando un sujeto tiene miedo a esto, miedo a lo otro, miedo a tal, miedo a cual, lo que es verdadero es que tiene miedo, aunque a lo que dice tener miedo es falso, debido al desplazamiento significante.

Para hablar de sí mismo lo hace por medio de otros, mientras que para hablar de sus afectos lo hace hablando de sus afectos a otras cosas.

Así podemos decir que el síntoma es una metáfora y el deseo es una metonimia, por eso la metáfora se liga a la cuestión del ser y la metonimia con su falta, por eso que la metáfora siempre es metáfora del sujeto y la metonimia es metonimia de su deseo.

Que todo proceso psíquico sea proceso primario y secundario, sea con proceso inconsciente y proceso preconsciente-consciente no quiere decir que todo proceso preconsciente-consciente sea proceso secundario. Podríamos decir que es por proceso que es primario y secundario, es por acto que la palabra del que habla es enunciado y enunciación.

Ni el amor es un sentimiento ni el habla es un sonido, todo en el ser hablante es un acto significante en el cual no pueden 

faltar ni el otro imaginario (un otro semejante), ni el Otro simbólico (un otro hablante, un lugar del significante, un lugar del lenguaje).

Amarse por medio de la propia imagen es narcisista, es un espejismo de amor, amor que lleva a la destrucción del otro y de mí mismo, mientras que amarse por medio del otro es simbólico, pero evidentemente no es sin interpretación, es decir cuando nos sentimos amados por el otro es que nos amamos, cuando nos sentimos despreciados por el otro es que nos despreciamos, por eso habría que interpretar que alguien que antes nos amaba y ahora nos desprecia es porque hemos pasado de amarnos a despreciarnos y después el otro siguiendo nuestro proceso ha transformado su posición de amar en posición de despreciar.

La realidad se produce y está determinada por nuestra relación con nuestro interior excluido, es decir que traicionarnos a nosotros mismos trae consecuencias y produce circunstancias, aún cuando después leamos, sin tener en cuenta los procesos psíquicos, que las circunstancias nos han llevado a esa situación.

No hay casualidad ni causalidad que no sea psíquica, por eso decimos que lo producido por una máquina está sobredeterminado por la máquina que lo produce. Así decimos que una fotografía está sobredeterminada por la máquina con que se ha hecho, un sueño está sobredeterminado por la máquina de soñar que es el aparato psíquico del soñante, así como el juego de cara o cruz está sobredeterminado por las reglas del juego de la tirada de una moneda, y el juego de dados está sobredeterminado por la regla del juego de los dados. Ninguna sobredeterminación abolirá el azar, pero el azar es un hecho consecuencia de la ley. Pues como dice el poeta: ninguna tirada de dados abolirá el azar. El poeta también dice que lo que la realidad no me ha dado, ha sido previamente rechazado por mí, y que nadie me convence de lo que no estoy previamente convencido.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93

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PSICOANÁLISIS
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DEPARTAMENTO DE CLÍNICA PSICOANALÍTICA

ESCUELA DE PSICOANÁLISIS 
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Y es de gran ayuda terapéutica en:

La obesidad, enfermedades autoinmunes, asma, úlcera, cáncer...

 


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LA SALUD
COMO PRODUCCIÓN (II)

Uno de los criterios de salud que va a plantear Freud en su texto Duelo y melancolía es la capacidad de sustitución. Frente a la pérdida de un objeto, el sujeto puede identificarse con el objeto, perder una parte de su yo, y caer así en la melancolía, o puede sustituir al objeto perdido. Luego, la capacidad de sustitución es otro de los criterios de salud y sustituir no significa cambiar un objeto por otro, más que de sustitución se trataría de suma.

Lacan va a criticar la concepción médica de salud en cuanto es considerada como una especie de equilibrio, de armonía. La enfermedad, para la medicina, sería el desorden, el desequilibrio. En la idea de equilibrio habría una idea de adaptación, y esto va en contra precisamente del propio proceso analítico puesto que no se trata de ninguna adaptación. La idea de adaptación remite al sometimiento a los modelos ideológicos del Estado. El proceso analítico produce precisamente autoconocimiento y autotransformación, frente a la interpretación hay como un desequilibrio, una zozobra, una desadaptación en todo caso. En la sustitución está en juego el desplazamiento. Cuando las cosas cambian, es más sano el que acepta que algo cambió, que hubo una transformación. No hay armonía en el sujeto psíquico, más bien la armonía perdida es lo que durante toda la vida se trata de encontrar sin poder encontrarla.

Y porque no la encontramos es que vivimos. La vida es ese lugar pequeño entre la tendencia a conseguir la armonía y el no conseguirla, nos dirá Freud en Más allá del principio del placer.

Estamos enfermos por hablar, nuestra única enfermedad es hablar, en tanto como seres hablantes, somos mortales, los animales se mueren, como nosotros, pero morirse y ser mortal no es la misma cosa, ser mortal es saberse mortal. Todos los hechos de nuestra vida están destinados a no darnos cuenta que estamos enfermos de eso, y entonces enfermamos. Ser un ser parlante implica que nací de padre y madre y que voy a morir. La salud consiste precisamente en gozar de ser un ser mortal, es decir, que habla.

Freud afirmará que todos los productos del sujeto, incluso la enfermedad y la muerte, tienen que ver con su deseo. El sujeto biológico muere cuando el sujeto psíquico deja de desear. Quizá sólo aceptando que nuestra enfermedad es ser mortales, moriríamos de muerte biológica, no necesitaríamos morir prematuramente.

Enfermarse es una manera burda, torpe, de sentir el cuerpo. Una de las aportaciones más novedosas de Menassa al concepto de salud, es la de incluir en él la creación, la creatividad. No hablamos del concepto de salud que manejan los sistemas sanitarios, donde la salud queda siempre definida por la clase que la posee y todo creativo que no contribuya con su creatividad al sostenimiento del sistema burgués, termina siendo un marginado. El que no puede escribir está tan enfermo como el que no puede hablar.

La enfermedad mantiene una esperanza, una ilusión, la posibilidad de curarse, la posibilidad de estar sano. El que no tiene salud, ambiciona tener salud, como tienen otros. Todo para no darse cuenta de que cuando cure, aún seguirá siendo mortal. Convierto una falta constitutiva: mi propia mortalidad, en una falta soluble, la enfermedad.

En cuanto a la relación del dinero con la salud, Freud nos dice: Lo más costoso en esta vida es la enfermedad... y la tontería. Menassa afirma que el dinero es salud, no un medio para conseguir la salud, sino salud en sí mismo.

Las enfermedades banales tienen que ser pensadas como momentos de decadencia en el intercambio de sexo y de dinero. En el lenguaje está todo lo posible, las palabras se pueden articular unas a otras de cualquier manera, cualquier palabra puede articularse con cualquier palabra. Esa es mi enfermedad o mi salud, eso que yo articulo, ese es mi ser. Incluso el envejecimiento tiene que ver con sentir en el cuerpo lo que debería ser sentido en la palabra.

Alejandra Menassa de Lucia. Médico-Psicoanalista
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DETERMINISMO, CREENCIA EN LA CAUSALIDAD Y EN LA
SUPERSTICIÓN

En Psicopatología de la vida cotidiana un texto publicado por Freud en 1901, nos dice el autor con respecto al olvido de nombres propios, que no sólo se olvida, sino que, además, se recuerda erróneamente.

Ciertas insuficiencias de nuestro funcionamiento psíquico y ciertos actos aparentemente inintencionados, se demuestran motivados y determinados por motivos desconocidos por la conciencia.

Freud trabaja el olvido de nombres, las equivocaciones orales, actos casuales, actos fallidos, equivocaciones en la lectura y escritura, para elaborar la participación permanente del inconsciente en un cualquier acto o pensamiento del sujeto. De modo que no es necesario estar enfermo, para pedir psicoanálisis.

En lo psíquico no existe nada arbitrario ni indeterminado, de modo que no es posible, por ejemplo, pensar un número ni un nombre con absoluta y total libertad voluntaria. Si se analiza la aparente arbitrariedad se demostrará, en todos los casos, su estricta determinación, cuya existencia no se creía posible. Todo número que hacemos surgir en nuestra conciencia o todo nombre tiene una significación bien definida, es decir, el sujeto está implicado en esa cifra.

La elección de números favoritos no deja tampoco de estar en relación con la vida del sujeto y presenta un cierto interés psíquico.

Nos muestra Freud, la existencia de procesos mentales de gran coherencia, y que sin embargo permanecen desconocidos para la conciencia.

Gran número de personas alegan, en contra de la afirmación de un absoluto determinismo psíquico, su intenso sentimiento de convicción de la existencia de la voluntad libre. Esta convicción "sentimental" no es incompatible con la creencia en el determinismo.

No hay actividad psíquica en la que no participe lo inconsciente.

Freud trabaja para ejemplificar, el determinismo psíquico, la conducta de los paranoicos y los fenómenos de la superstición.

Un rasgo singular y generalmente observado de la conducta de los paranoicos es el de interpretar y utilizar como base de posteriores deducciones, dándoles gran importancia, los pequeños y triviales detalles que observan en la conducta de los demás, detalles a los que las personas normales ni siquiera prestamos atención. Nos cuenta el ejemplo de un paranoico que dedujo que existía una confabulación entre todos los que le rodeaban por haber visto al salir de viaje que toda la gente, que quedaba en la estación al partir el tren, hacía un mismo o parecido gesto con una mano.

Todo lo que en los demás observa es significativo e interpretable.

El paranoico proyecta en la vida psíquica de los demás lo que en la suya existe inconscientemente. En la paranoia se hacen conscientes muchas cosas que en los individuos normales o en los neuróticos permanecen en lo inconsciente, y cuya existencia en este sistema sólo por medio del psicoanálisis llega a revelarse.

El paranoico tiene "razón" en cierto sentido, percibe algo que escapa al individuo normal, pero el desplazamiento de lo así percibido en otros semejantes, en lugar de aceptar que está en él, anula el valor del conocimiento adquirido.

Los fenómenos de la superstición, nos aportan otros datos sobre el conocimiento desplazado e inconsciente de la motivación de los funcionamientos casuales y fallidos. Nos dice Freud, no creo que un suceso en el que toma parte mi vida psíquica me pueda revelar la futura conformación de la realidad, pero sí que una manifestación inintencional de mi propia vida psíquica me descubre algo oculto que pertenece también exclusivamente a ella. En el texto escribe: creo en accidentes casuales exteriores (reales), pero no en una casualidad interior (psíquica). Por lo contrario el supersticioso ignora en absoluto la motivación de sus actos casuales y funcionamiento fallidos y cree en la existencia de casualidades psíquicas.

El supersticioso proyecta hacia el exterior una motivación que el normal busca en el interior, así mismo el supersticioso interpreta el accidente por un suceso real lo que Freud reduce a un pensamiento.

Pero en el supersticioso el elemento oculto corresponde a lo que en el normal es lo inconsciente y a ambos nos es común el impulso a no dejar pasar lo casual como tal, sino a interpretarlo.

La superstición es originada por impulsos hostiles y crueles reprimidos.

La superstición es en gran parte un temor a desgracias futuras, y aquellas personas que frecuentemente desean mal a otras, pero que a consecuencia de una educación orientada hacia la bondad han reprimido tales deseos, rechazándolos hasta lo inconsciente, están especialmente próximas al temor de que como castigo a dicha maldad inconsciente les acaezca alguna desgracia que caiga sobre ellos viniendo de la realidad exterior.

El sujeto siempre está implicado en lo que le pasa. Sólo se puede ser culpable de haber cedido en el deseo.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
Madrid: 91 883 02 13

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¿QUÉ ES UN PADRE?

El inconsciente psicoanalítico es el fruto de la represión ligada a ciertas fases del desarrollo infantil centradas sobre el Complejo de Edipo. En la represión hay exclusión de la conciencia de ciertas relaciones. La represión entraña la atracción propia de una situación excluida de la conciencia y el desconocimiento y ceguera en el sistema consciente y todo lo que está coordinado a esta situación, tiende a reunirse a la masa de lo reprimido: es el sistema de lo inconsciente el que tiene inercia propia y que continúa atrayendo a esta esfera de amnesia todo lo que está conexo y molesta su realización al sujeto -por ejemplo haber vivido tal situación edípica.

En los sujetos neuróticos todo esto está bastante electivamente localizado alrededor de la relación al padre y a la madre, por eso que el Complejo de Edipo aparte de tener una función normativizante también tiene sus incidencias sobre la génesis de las neurosis.

Toda la dificultad para el ser humano, antes de la sexualidad propiamente genital es ser un Yo que se reconoce y se aliena en el otro. La sexualidad requiere de un plano cultural. Por eso que el sujeto va a tener que situarse por relación al padre.

El padre introduce un nuevo modo de referencia a la realidad porque viene a interrumpir un goce en el sujeto que en cierta manera debe serle arrebatado. Este es el papel del Complejo de Edipo que viene a superponerse a la estructuración primitiva de la madre en tanto alimentadora.

En los sujetos varones, la función del padre es central en la realización del Edipo porque condiciona el acceso del hijo hacia algún tipo de virilidad.

¿Qué ocurre si se produce cierta falta en la función formadora del padre? El padre podría tener cierto modo de relación como para que el hijo adopte una posición femenina pero no será por temor a la castración.

Tenemos el ejemplo de esos hijos delincuentes o psicóticos que proliferan a la sombra de una personalidad paterna. La imposibilidad de asumir la realización del significante padre a nivel simbólico hace que le quede la imagen a la que se reduce la función paterna. Es una imagen que no se inscribe en ninguna dialéctica triangular pero cuya función de modelo, de alienación especular, le da peso a todo el sujeto y un punto de enganche que le permite aprehenderse en el plano imaginario.

Si la imagen cautivante es desmesurada, si el personaje en cuestión se manifiesta simplemente en el orden de la potencia y no del pacto, aparece una relación de agresividad, de rivalidad, de temor....

En la medida en que la relación permanece en el plano imaginario, dual y desmesurado, no tiene la significación de exclusión recíproca que conlleva el enfrentamiento especular, sino la otra función, la de captura imaginaria. La imagen adquiere en sí misma y de entrada la función sexualizada sin necesitar intermediario alguno, identificación a la madre o a quien sea. El sujeto adopta una posición intimidada. La relación imaginaria se instala sola, en un plano que es deshumanizante porque no deja lugar para la relación de exclusión recíproca que permite fundar la imagen del yo en la órbita que da el modelo, más logrado, del otro.

La alienación es aquí radical, no está vinculada con un significado anonadante como sucede en cierto modo de rivalidad con el padre sino en un anonadamiento del significante. Esta verdadera desposesión primitiva del significante será lo que el sujeto tendrá que cargar y aquello cuya compensación deberá sumir largamente en su vida, a través de una serie de identificaciones puramente conformistas a personajes que le darán la impresión de qué hay que hacer para ser hombre.

Así es como la situación puede sostenerse largo tiempo y cómo los psicóticos viven compensados. Tienen aparentemente comportamientos ordinarios considerados como viriles hasta que de golpe, se descompensan.

Miguel Martínez. Médico Psicoanalista
Getafe: 91 682 18 95

PSICOANÁLISIS 
PARA TODOS
ATENCIÓN CLÍNICA

4 sesiones al mes:$ 10 0

La atención clínica estará a cargo de psicoanalistas de la Escuela.

Mansilla, 2686 PB 2 - (C 1425BPD) Bs. As.
Teléfono: 4966-1710/1713
BUENOS AIRES

ORDEN-ECONOMÍA-
TENACIDAD

La coincidencia de tres condiciones de carácter singular –el orden, la tacañería y la obstinación- en un mismo individuo, indicaba según la investigación pertinente, una acentuación de los componentes erótico-anales en la constitución de tales reacciones predominantes.

Esta primera formulación, fue presentada por Freud como un hecho de la observación clínica, con sobrados alcances en su eficacia terapéutica, en trastornos varios como pueden ser, el estreñimiento crónico o las hemorroides, atravesadas por las tendencias crematísticas de los sujetos. Esta idea expuesta en 1908, fue trabajada también en 1913 y 1915, cuando Freud, vuelve sobre el tema y reafirma la hipótesis de que todas y cada una de las tres condiciones citadas: la avaricia, la minuciosidad y la obstinación, nacen de estas fuentes, en especial al trabajar sobre la disposición a la neurosis obsesiva. También es interesante, señalar, que las relaciones afirmadas, entre el erotismo anal y la tríada indicada de condiciones de carácter, no deben esperarse hallar, en una especial acentuación del "carácter anal", en aquellos adultos en los que perdura el carácter erógeno de la zona anal. Por otra parte, los resultados hacen suponer otros complejos del carácter, que dejarán transparentar su derivación de las excitaciones de zonas erógenas; se puede apuntar, la "ardiente ambición" de los individuos que en su infancia padecieron enuresis. En este sentido, podemos leer en Freud, una hipótesis para trabajar acerca de la constitución del carácter, producto de las pulsiones parciales, que se enuncia en la siguiente fórmula: "Los rasgos permanentes del carácter son continuaciones de las pulsiones invariables primitivas, sublimaciones de los mismos o reacciones contra ellos".

Hay un ejemplo respecto del erotismo anal, que Freud escribe y relata, más o menos en los términos siguientes: Un paciente le dijo a Freud: un amigo mío que había leído su libro Tres ensayos para una teoría sexual, me habló sobre él, estaba en todo de acuerdo, excepto en un pasaje, que, aunque comprendía su significado como en el resto, le cayó como tan grotesco y cómico que se sentó a reír cerca de un cuarto de hora. El pasaje decía: "Uno de los signos más claros de una futura excentricidad o nerviosidad, se ve en aquel infante que se resiste obstinadamente a evacuar sus intestinos, al ser colocado en la bacinilla; él se resiste a dicha función hasta el momento que elige para efectuarla. Por supuesto que no le preocupa ensuciar la cama, su única ansiedad es no perderse el placer subsidiario relacionado con la defecación". La imagen de este infante sentado en la bacinilla y deliberando, acerca de si toleraría una restricción de esta índole, sobre su libertad de voluntad y sintiéndose también, ansioso de no perderse el placer enlazado a defecar; esto fue lo que le causó a mi amigo una intensa hilaridad. Unos veinte minutos después, mientras nos servíamos cocoa, observó de pronto y sin mayores preliminares: "Te digo que al ver la cocoa frente a mí, me acordé de repente de una idea que siempre tenía de niño. Solía frecuentemente creerme el fabricante de cocoa, Van Houten (lo pronunció Van Hauten) y que yo era el poseedor de un importante secreto para fabricar esta cocoa. Todos trataban de sacarme ese secreto que era una dádiva para la Humanidad, pero me lo guardaba cuidadosamente para mí. No sé la razón porqué me fijaba particularmente en Van Houten. Tal vez porque sus avisos de propaganda me impresionaban más que otros. Riéndome y sin considerar en ese momento, que mis palabras tenían un profundo sentido le dije:

Wann hauten die Mutter (es decir "cuando saboreas a mamá", las dos primeras palabras de la frase se pronuncian exactamente igual que Van Houten). Después me vine a dar cuenta, que mi juego de palabras contenía en realidad, la clave del recuerdo infantil de mi amigo, y entonces lo admití como un ejemplo brillante de recuerdo encubridor. La fantasía de mi amigo ateniéndonos a la situación en realidad comprometida (el proceso nutricio) y haciendo uso de las asociaciones fonéticas (kakao-cocoa-kaka y Wann Hauten), tranquilizó su conciencia de culpa, llevando a cabo una inversión completa del contenido del recuerdo: hubo un desplazamiento del ano a

la boca, evacuar alimentos por ingerir alimentos y algo vergonzoso,

que debe ocultarse llegó a ser un secreto, que es una dádiva para la

Humanidad.

Jaime Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

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LA OBRA ESCRITA DE
MIGUEL OSCAR MENASSA
CON FOTOGRAFÍAS Y VÍDEOS
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XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
20 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUPO CERO

LA INTERPRETACIÓN PSICOANALÍTICA EN EL GRUPO CERO

La interpretación psicoanalítica en el Grupo Cero es un pleonasmo, pues ella no pone en juego otra cosa que la interpretación fundada por el psicoanálisis. Aunque, a simple vista, la afirmación resulte meridiana no por eso deja de ser enigmática. Y ello porque desde el comienzo sitúa la problemática de la interpretación en el ámbito de la repetición. El pleonasmo es una de sus figuras, quizás la que mejor permite constatar que al insidioso y paulatino soslayo de la interpretación le sigue el progresivo abandono del inconsciente.

Actualmente succionado por todo lo que esté a un paso de la conciencia y pueda acceder a ella o que reste como un latido permanente, como algo latente que finalmente podrá ser capturado en las redes adjetivas (individual, colectivo, artístico, racial), donde se lo intenta domesticar, es decir, buscarle un soporte a su insoportable no presencia.

Pienso, entonces, que la interpretación psicoanalítica en el Grupo Cero es guardada bajo una doble vuelta o una doble llave. Entraña un constante retorno de la invención freudiana que ya pertenece al registro de una memoria simbólico-productiva, alejada de las recordaciones u olvidos que imponen ciertas condiciones históricas. Así la interpretación toma rango de tal, siendo en un "trabajo interpretativo" que se ejerce en el ámbito de una tradición siempre por venir, de una herencia que nunca se cobra. Legados, ambos, depositados en y por "La interpretación de los sueños". Una

"Tramdeutung" -redundancia imprescindible- a la que Freud volvió laboriosamente y a la que el grupo recurre sin cesar en su proceso de institucionalización.

De manera que la interpretación, en cuanto fundante, no se cuelga de un decir ocasional, de un agudo ingenio profesional o de centelleantes ocurrencias, sino que da un paso instituyente para que un perfil de institución analítica vaya perfilándose.

Sería una negligencia olvidar que el célebre y paradigmático "sueño de la inyección de Irma", fecha, ficha y fija un nudo para el secreto de los sueños, una cientificidad atípica para su interpretación- construcción y para la producción del inconsciente. Pero, simultáneamente, ni antes ni después, a través de la escritura de ese sueño, de la interpretación encomillada (autorreferencia al concepto psicoanalítico) del mismo se da un consenso entre colegas (es decir, la <comunidad científica> aprueba la razonabilidad del camino y su solución), se forma una primera institución analítica. E inmediatamente es convocado, desde esa escritura, un congreso en el que se barajan y esbozan todas las posibilidades de trascender a un "público más amplio". Y como todo camino tiene su vera, en ella quedará W. Fliess, sustituido por los miércoles de incontables semanas donde funcionará la primera sociedad analítica de Viena.

Cabe, así, dejar suspendidas dos preguntas que alcanzan el tono de una sola y amplia: ¿Nada que interpretar? ¿No habrá nada que interpretar, cuando por vía de interpretación analítica, se abrieron historias que rechazan su fin, porque con arreglo al inconsciente de donde provienen tienen tachado su comienzo?

Recién en este momento descubrimos que la "doble llave" bajo la que el grupo resguarda el concepto de interpretación funciona al revés de las llaves de las interpretaciones comunes. Si éstas cierran dando sus vueltas hacia delante; aquellas abren recurriendo desde un futuro hacia un pasado que jamás está "pisado". Solo será el espectro de las pisadas que lo hacen inacabado, nunca consagrado.

"Y la interpretación os recuerdo es algo que pasa sin pasar del todo, es algo que sabe sin ser sabido. Una herida sin solución de continuidad.

Algo que siempre por venir, ya habrá pasado."

No tratamos, en lo señalado, ni en las puntuaciones siguientes sobre la interpretación analítica en el Grupo Cero, realizar una serie de operaciones miméticas sobre lo ya escrito (por otro lado cuantioso), sino impulsar, intensificar la potencia que poseen los textos, llevándolos hasta la frontera que ellos mismos demarcan, pues "lectura como producción también quiere decir que llevemos las cosas hasta sus últimos extremos..."

Extremos, lindes, donde la perspectiva se expande gracias a aquello con lo que limita, con lo que hace bisagra y permanece impensado.

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Eso no dicho absolutamente en el decir de los escritos mismos.

Pasaje y paisaje similar a la zona que marca el tránsito imposible de lo casi por conocer a lo insondable en la intrerpretación psicoanalítica de un sueño. Asimismo la invención del inconsciente se procura, en ese acto ejemplar, su propio sueño ("Freud soñado por el psicoanálisis") y la medida productiva de su interpretación.

Por razones que escapan a su demostración, me gustaría volcar el título de esta exposición, y lo expuesto de tal nombre, en el concepto de "insistencia". Razones "des-ser" del mismo psicoanálisis.

"Volvemos a nuestras insistencias" se reitera en "Freud y Lacan- Hablados". Aceptamos gustosos la sugerencia, sabiendo que volvemos a un lugar del que nunca hemos salido.

Entonces, algunas insistencias necesarias.

EL TRABAJO SE TRABAJA

El concepto de trabajo ha hecho nido en todas las elaboraciones, elucubraciones y realizaciones del grupo. Recorre, como todo lo que vertebra, la actividad de un taller de poesía hasta la laboriosa factura de un texto o un seminario. Que el trabajo se trabaja es algo más que una réplica en distintos tiempos y géneros. Subvierte y redefine a muchas ideas y estados afines. Reclama para sí aquello que le ha sido sustraído por confusión y omisión. Para detectar lo que se está jugando en tal asunto no basta enunciarlo. Un número considerable de concepciones, doctrinas y teorías han abusado del término dejando intocado y sin pensar lo que ahí no llegaba a ningún término. Si lo vamos desplegando, aunque sea mínimamente, veremos cómo se articula con un juego de oposiciones, fundaciones y operaciones que evitan su mención atolondrada y su uso indiscriminado. Insistamos. El trabajo se trabaja es un articulador central del trabajo de interpretación psicoanalítica, posibilita que éste muestre su proveniencia y su discriminación de un obrar diferente.

Sobre ello volveremos en otro momento. Continuando con sus pliegues y despliegues, notamos que no se confunde con una ocupación determinada, de otro modo estaría en un sitio, situado y sitiado por el tiempo y las tareas cotidianas. Sin embargo su misión es bien diferente, transforma, descoloca de su nivel y le da un nuevo relieve a la materia prima (siempre indecidible) sobre la cual opera y a los lugares donde la revierte y convierte en novedosa, imprevista para sí.

El trabajo no se resume tampoco en "esfuerzo" alguno ("obtendrás lo que deseas con el esfuerzo de tu trabajo"), aunque participe de él. Es muy posible que si destacamos este rasgo como central, perdamos de vista la producción que le da sentido, para sumirlo en la "productividad" donde desaparece. El trabajo habita en el afuera, que no es "exterior" de la ocupación y el esfuerzo. Habita en el adentro, que no es "interior", de la verdad y la transformación.

Adentro-afuera es un compás que evita hibridarlo o clausurarlo con otras nociones.

Al explanar el concepto de trabajo asistimos, también, al acto de ruptura y distanciamiento que establece con distintas especies y fenómenos con los que parecía coexistir tranquilamente. El "trabajo plegado" ("del sueño", de la "interpretación", "de duelo", "de pensamiento crítico", "elucidatorio", "pulsional"), siempre desviante, deformante, transformante, que va desarrollando Freud a lo largo de su obra abierta. El "trabajo del síntoma" que instaura Marx cuando denuncia la superposición, exacta de su mistificación, del trabajo y la fuerza del trabajo, del acto constitutivo y la mercancía.

Es decir el trabajo que va trabajando sus textos, sus desvelos, sus prácticas, implica la elaboración de un concepto de alta complejidad, de funciones enmarañadas, y no sólo la utilización de una palabra elemental.

En otro orden de cosas el concepto de trabajo erige su propio régimen de oposiciones. Desde él apunta a restarle eficacia a la transparencia, la inmediatez (vivida, soñada o representada), la evidencia, a lo registrable, observable, perceptible o sencillamente dado a los sentidos. Pero no se trata de una oposición rasa, arrasadora, denigrante, que desacredita lo que es en otra parte y como tal se comporta. Su operación y su talante no intenta desacreditar, sino no dar crédito a lo que se ofrece claramente a los ojos o se tiene excesivamente a mano. El trabajo ciega e incomoda. Desacomoda y disloca todas las certidumbres acostumbradas, también a las incertidumbres mal acostumbadas. Así juega a favor de una complejidad inconsciente que recurre, en cada tramo de llegada, al punto de partida, no para fijarse en él, sino para volver a partir. De este modo apuesta a los fulgores de la opacidad, a una razón razonable deslúcida, sin los brillos de una conciencia focal.

 


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Con estas puntualizaciones acerca del trabajo buscaba -ignoro si se produjo algún encuentro- esbozar las múltiples ramificaciones, pasajes y pasadizos, labores y laberintos, que posee dicho concepto, un verdadero "Grundbegriff", (concepto fundamental) posibilitando en su dimensión institucional que el "Grupo" instituyente "Cero" trabaje la institución "Grupo Cero" en el vaivén de un movimiento indetenible.

LA INTERPRETACIÓN PRODUCTIVA

Una ojeada a distintas concepciones acerca de la interpretación, nos revelaría que habían elidido y eludido la idea de trabajo en el mismo punto en que se "ocupaban" de destacar su importancia para la ciencia, disciplina o saber que requería sus fundamentales servicios.

Apuntemos un leit-motiv que suscribimos enteramente, él será una de las balizas que guiará nuestra navegación, "La interpretación de los sueños" es el tiempo escritural donde acontece por primera vez en la historia de las ciencias el concepto de inconsciente, ..., es desde ese lugar donde ... vamos a mostrar de qué campo proviene el psicoanálisis". Ante todo ese "campo" está sembrado por una escritura roturada y rotulada "Interpretación de los sueños", no por el modus o la maniére en que Freud interpretó tal o cual sueño.

Al tomar cuerpo y corpus de escritura la interpretación pertenece al dominio del inconsciente, no es patrimonio de un autor o supuesta autoridad, no es lo que se destila como acierto o error del interpretante.

Esto depende de otras variables (análisis del analista, formación, supervisión, etc) y forma una trama con ellas.

Iremos avanzando a saltos, encaminados por una dialéctica de la congruencia (donde la verdad limita para dilatarse), más que por una lógica de la coherencia (donde la tautología oficia de ventrílocuo).

Partamos de una constatación, "los sueños tienen sentido para la vida psíquica del soñante". Subrayé la palabra "sentido" (Sinn) para despojarla, en principio, de una sombra, la de un sentido natural o naturalizado, el orden de las cosas dado, ahistórico, donde se borra el acto de su constitución. Pero, también, para mencionar su carácter de "señal", como "orientación hacia". Además, desearía resaltar algo que el "Sinn" alemán y el "sentido" castellano encierran, enterrado por la sepultura de los usos y olvidos.

Me refiero a las ideas de valor y sustitución. Inmediatamente de atribuirle un sentido a los sueños Freud estipula, "o sea, sustituirlo por algo que pueda incluirse en la conexión de nuestros actos psíquicos como un factor de importancia y valor equivalentes a los demás que lo integran".

Así el sentido del sueño convocará una economía psíquica significante que otorga valor a un acto que no lo tenía. Y produce un encadenamiento preciso que podrá dar cabida a una transformación.

De esta especificación sobre el sentido se desprenderán una serie de enunciados discursivos que van enfatizando y matizando la tesis central: el sueño tiene sentido y ese sentido es una realización de deseos (inconscientes). No me detendré en su evocación porque "Freud y Lacan -hablados- 1" lo explora consistentemente hasta darle, en su trasmisión, proyecciones inesperadas. Aquí, y por el espacio disponible, sólo me interesa resaltar algunas consecuencias de las travesías del sentido para la teoría psicoanalítica de la interpretación.

Así como de los requerimientos que va exigiendo para su desarrollo. Vemos que de inmediato es la razón para una advertencia metódica, "nuestro nivel de objetividad será el sueño contado" ... "no ha de ser el sueño soñado ni el sueño vivido". Tal precaución a tener en cuenta es, en realidad, una radical inversión espacio-temporal, que va desde la creación a posteriori del sentido y los hechos (reunión del sueño y el síntoma que revela a la esencia del lenguaje como non sense, y al trabajo humano como hilandero incansable de su sentido) hasta la "larga duración" que concierne a la construcción de los deseos interpretados.

Se me permitirá, en este momento, hacer una remisión encadenada, lo más precisa posible, donde las aserciones guardan la marca de fábrica y las de su proceso de fabricación.

I. "En su primera tesis de La interpretación de los sueños, Freud dice que los sueños... tienen un sentido para la vida psíquica del soñante. Este sentido no aparece en el sueño hasta después de la interpretación psicoanalítica".

El "después" rompe la naturalización del sentido, y con ella la naturalidad del tiempo cronológico. Habrá, entonces, que pensarlo 

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en una tópica y en una teoría del acontecimiento, captado en futuro anterior, bajo un ¿habrá sido?

 II. "Una interpretación psicoanalítica es una interpretación tal que, mediante la operación de interpretar transforma en otra cosa diferente, que no existía previamente, la materia prima sobre la que ha operado. No revela ningún sentido, no descubre ningún sentido, produce un nuevo sentido..., la interpretación es un trabajo que genera como producto algo que no preexistía como tal".

A la extrema complejidad del concepto de trabajo, que ya esbozamos, hay que agregarle, ahora, una función de pasaje y las operaciones tan complicadas -alcanzan el esbozo de otra lógica- que la Interpretación va articulando a través de la asimetría entre las ideas latentes y el contenido manifiesto, en las modificaciones y traslaciones que provoca la deformación onírica, por los carriles de la censura. Mediante los dos obreros, la condensación y el desplazamiento; obradores metafóricos y metonímicos en otro plano que habla de lo mismo. Procediendo a la labor y cuidado de la puesta en escena. Manipulando herramientas combinada (asociaciones del sujeto y conocimiento del analista de los fenómenos socio-culturales).

Incluyendo los aportes de la elaboración secundaria al relato. O, reconocimiento, para finalizar con esta enumeración apresurada, con las dos funciones selectivas del trabajo del sueño mismo.

En correlato con esta maquinación, alejada de la mirada, la interpretación es un verdadero trabajo generativo.

Respecto a que "produce un nuevo sentido" no podría ser de otra manera. Caso contrario no surgiría un nuevo sentido, sino se recogería un significado subyacente que saldría a la luz mediante una actividad comprensiva.

III. "Tratemos de ver ahora cuál es la interpretación que se desprende de la teoría psicoanalítica y entonces podremos decir que los hechos no existen hasta ser interpretados".

Al hecho (sintomático) le cabe la factura del sentido. Si no fuera tal después de ser interpretado, no sería un hecho, un constituido en diálogo transferencial, sino un dato, algo dado en un relato monológico.

Y la interpretación se convertiría en postulado inverosimil, mientras debe "ser verosímil, un puede ser, un tal vez podría ser".

Bajo esta cascada productiva cae también el deseo que "se construye, se interpreta, no existe antes de la interpretación".

IV. "Volvemos a nuestra insistencia... asociación libre y transferencia y el modo teórico de aprobación de la realidad psíquica: el método de interpretación que a partir del trabajo construcciones en psicoanálisis se transformará en el método de interpretación-construcción".

El movimiento tiene un broche y habrá que concebirlo no sólo como un andar rectilíneo desde la interpretación hasta la construcción (que es a la vez deconstrucción) sino de ésta a la interpretación, en una lógica de doble banda que ya no permite, mejor dicho, prohibe separar a una de otra.

Asociación libre, una regla fundamental para que el análisis se estatuya como tal en el dispositivo de la sesión o en otros menos particularizados. Por lo tanto un nudo de la interpretación que podríamos llamar bifásica ya que su otra cara es la construcción.

Transferencia. Por ella Freud da un paso al costado de Silberer y Jung, a quienes deja, polemizando, el "análisis como arte interpretativo" (Deutungskunst), dónde la transferencia quedaba evaporada, para retener el "análisis como trabajo de interpretación" (Arbeitsdeutung). Todavía hoy en la sustitución, inconsciente o no, de un término por otro se levantan muchas de las barricadas contra el psicoanálisis, dentro y fuera de sus instituciones.

En este momento una pequeña coda. Existe una frase que rueda ruidosa y dice: "nada que interpretar". Encuentra su eco en otra: "nada que trabajar". Y, la resonancia de ambas me hace pensar que nos acecha, con su música, el mundo de la renta terapéutica.

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La interpretación en su límite o el límite de la interpretación es consustancial a la función. Si fuera ilimitada coincidiría con el dios

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cristiano y crearía a partir de la nada, dejaría de ser productiva. Por eso el límite, lejos de su trazo visible, no es lo que limita, ciñe o asfixia, salvo para una libertad mal entendida, es decir, adjetivada.

Sin embargo es innegable que también marca un dominio, cultura o disciplina, pero es en ese instante paradojal donde resta conectada con otras, liberada de ellas y librada a ellas. De este modo determina lo propio y amplía sus perspectivas. En esa bifurcación singular fomenta ligazones parciales, importaciones enriquecedoras, exportaciones esclarecedoras y demás intercambios que hacen a las ceremonias de reconocimiento entre ciencias y saberes.

Un límite, de la teoría y el acto, así previsto es el que Freud establece para la interpretación analítica. Se trata del célebre "ombligo del sueño" que es mucho más que una feliz metáfora vapuleada por el desgaste o un mero "punto de fuga" hacia lo misterioso. Es un legado-preceptiva del psicoanálisis para todas las ciencias y sus respectivos "ombligos". Entraña "un hecho teórico fundamental para la interpretación psicoanalítica: ningún sueño (ni síntoma se podría agregar) podrá ser interpretado en su totalidad".

Potenciación de la interpretación, no su agonía, que indica el tiempo de una pertenencia, "que haya una interpretación que le diga al psicoanalista que debe detener su función de interpretación, debe querer decir que pretender interpretar todo lo psíquico..., no corresponde a la teoría psicoanalítica".

Los resultados de llevar hasta sus últimas consecuencias (o sea: ensanchar el límite) ese "hecho teórico fundamental", serían tan imprevisibles como provechosos. No es el lugar ni el momento de ponerlos en marcha. Sólo me gustaría resaltar tres aspectos que estimo valiosos.

El primero es que el nudo que menciona Freud en el conocido párrafo de la "Psicología de los procesos oníricos" liga el vínculo y lo desvinculado en la teoría psicoanalítica. Hace de esta relación algo indisoluble ("imposible de desatar"). La misma ligazón que había, entre la "Bella durmiente" -la realización de deseos del sueño- (1) y la "hechicera", tal como denominó a la metapsicología.

En segundo término ese "punto" que permanece en tinieblas, ese omphalos que conecta con lo desconocido, insondable, impenetrable, podrá convertirse en un asunto de elucidación. Elucidar es presentar la novedad como tal dónde ya fue. Pero nunca será objeto de esclarecimiento, pues esclarecer es poner en relación algo desconocido con algo conocido, hurtándole su carácter de novedad, donde nunca será.

Por último, podríamos llamar al "ombligo del sueño" el límite de los límites o el paralímite de la interpretación analítica. ¿Pero no habrá otro (u otros) simétrico, más acotado, recatado, aunque igual de férreo? El mismo Freud indica que sí en su texto de 1922 "Observaciones sobre la teoría y la práctica de la interpretación de los sueños".

El ombligo es el viaje a lo insondable para los sueños traducibles, pero hay sueños que no lo son y poseen su equivalente que es la "imposibilidad de traducción" del sueño en su conjunto y no ya de uno o varios de sus elementos. De modo que los sueños intraducibles tendrían un omphalos específico. Lo cual parece indicar que el "cuerpo" de la teoría psicoanalítica rompe con la metafora fisiológica, y posee tantos ombligos (la "compulsión a la repetición", la "pulsión de muerte", etc) como requiere su aparato productivo.

Aquí me detengo y dejo a consideración estas cuestiones.

(1) Según se puede inferir de los manuscritos sobre "Las neurosis de defensa" que le envía a Fliess con el nombre Un cuento de Navidad, en referencia a un texto de los hermanos Grimm, donde la bella durmiente acecha detrás de los arbustos al duende juguetón).

GIRO AL COMIENZO

Una breve insistencia final. Es aquella que sitúa a la interpretación en el ámbito fundado por el psicoanálisis. Por eso el retorno obligado a la Tramdeutung. Desde ella queda sobrepasado el lento desmontaje del relato de un sueño, convirtiéndose aquel en el

modelo de interpretación de un síntoma o síndrome. Se estatuye, así, que la interpretación analítica en su conjunto persevera bajo la modalidad y modalización de la interpretación de un sueño.

Entonces, acercando, re-iterando una conclusión provisional, podríamos decir que toda interpretación psicoanalítica tendría un correlato no explícito -ni lo requiere- con las operaciones realizadas en La interpretación de los sueños. De ahí que nunca insistiremos lo suficiente...

Juan Carlos De Brasi. Psicoanalista
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EL SUJETO DEL PSICOANÁLISIS

La estructura del sujeto en el Psicoanálisis, da cuenta del estado de hendija, spaltung donde es localizado por el psicoanálisis en su praxis.

El psicoanalista localiza esta división en cierto modo cotidiana, pues el sólo reconocimiento del inconsciente basta para motivarla.

Esta noción no debe ser meramente un hecho empírico, ni siquiera si ya ha tomado forma de paradoja. La epistemología no es suficiente, es necesario y fundamental una modificación en nuestra posición de sujetos.

Alude a Koyré, pero inmediatamente habla de un momento del sujeto que considera un correlato esencial de la ciencia. Ese corre-lato que Descartes llama cogito, es un desfiladero de un rechazo de todo saber, por lo cual pretende dejar al sujeto cierto amarre en el ser. Y esto es el llamado "sujeto de la ciencia", hasta que desde ese hilo se formuló esa división del sujeto, como división entre el saber y la verdad, acompañándolo de un modelo topológico, la banda de Moebius, que nos permite comprender que no es una distinción de origen de donde debe provenir la división en que esos dos términos vienen a reunirse.

Freud, en los últimos escritos de su vida, tiene la preocupación de elaborar una dimensión propiamente estructural, la Ichspaltung del sujeto. Después de ello, el Principio de Realidad perderá ambigüedad, al incluirse allí la Realidad Psíquica. Este principio tiene la función de conducir al sujeto.

Freud no se alejó del cientificismo de su tiempo, sino que su pensamiento proviene de la relación con el pensamiento de ciertos autores que le marcaron una vía para su descubrimiento. Además Freud siempre se opuso a las desviaciones con seguridad y rigor.

Decir que el sujeto sobre el que operamos en Psicoanálisis, no puede sino ser el sujeto de la ciencia puede parecer paradojal. Allí hay que hacer un deslinde:

De nuestra posición de sujetos somos siempre responsables.

La posición del psicoanalista no deja escapatoria.

El sujeto no es el hombre del humanismo.

No hay ciencias del hombre porque el hombre de la ciencia no existe, sino únicamente su sujeto.

En cuanto a la lingüística ésta debe integrar la diferencia del enunciado y la enunciación, lo cual es la evidencia del sujeto que habla en cuanto tal, no del sujeto de la ciencia. La marca infaltable del estructuralismo introduce en toda "ciencia humana" que conquista un "modo especial" del sujeto, cuando en realidad no encontramos otro índice que el topológico, el signo generador de la banda de Moebius que llamamos el ocho interior.

En cuanto al objeto de la ciencia, hay algo en el estatuto del objeto de la ciencia que no parece elucidado desde que la ciencia nació, aunque plantear la cuestión del objeto del psicoanálisis es plantear si el psicoanálisis está dentro o fuera de la ciencia y esta cuestión no se resuelve sin que se modifique en ella la cuestión del objeto de la ciencia como tal.

Ese objeto debe insertarse en la división del sujeto por donde se estructura muy especialmente el campo psicoanalítico.

El punto de la división del sujeto entre verdad y saber, es aquel de Wo Es war; soll Ich werden, allí donde ello era como sujeto debo advenir.

En pienso, luego soy, podemos leer que el pensamiento no funda el ser sino anudándose en la palabra donde toda operación toca a la esencia del lenguaje.

La vía abierta por Freud adquiere el sentido de que no hay otro sentido que aquel que re-anuda el psicoanálisis: el inconsciente es lenguaje.

Lacan recuerda en La Cosa Freudiana, que él prestó su voz para sostener palabras intolerables. "Yo la verdad hablo", allí se dice de la verdad, de la única, que no hay metalenguaje, que ningún lenguaje podría decir lo verdadero sobre lo verdadero, la verdad se funda en lo que Ello habla puesto que no tiene otro medio para hacerlo. Por eso el Inconsciente que dice lo verdadero sobre lo verdadero está estructurado como un lenguaje. Freud supo dejar, bajo el nombre de inconsciente, a la verdad hablar.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

 

EL SÍNTOMA HISTÉRICO

En 1893 Freud publica Estudio comparativo de las parálisis motrices orgánicas e histéricas, su primer trabajo sobre el tema, en el que dice de una manera tajante: afirmo que la lesión de las parálisis histéricas debe ser completamente independiente de la anatomía del sistema nervioso.

Las teorías que se manejaban en esta época sobre las causas de la histeria, los trabajos de Charcot y sus discípulos, del que también fue alumno Freud en la Salpêtrière, postulaban que los síntomas histéricos se debían a una lesión orgánica, de carácter dinámico o funcional. Es decir, una lesión, por ejemplo un edema, que no producía ninguna modificación perdurable en los tejidos y que por tanto no se apreciaba en una autopsia.

Pero, va a señalar Freud, en todo caso, si tales lesiones existieran, aunque fueran ligeras y fugaces, serían verdaderas lesiones orgánicas, por tanto, las parálisis producidas por este tipo de lesiones deberían compartir todos los caracteres de la parálisis orgánica, porque lo que determina los síntomas en una parálisis orgánica son la extensión y la localización de la lesión, independientemente del tipo de lesión, es decir que los síntomas de las parálisis orgánicas van a depender de la anatomía.

En este trabajo realiza un estudio comparativo minucioso de las características que presentan las parálisis histéricas y las parálisis orgánicas para concluir lo que habíamos señalado: no existe lesión orgánica que justifique los síntomas histéricos.

Así, la parálisis histérica aparece más disociada y sistematizada que la parálisis cerebral: los síntomas de la parálisis orgánica se nos muestran en la histeria como fragmentados. Por ejemplo, en una hemiplejía orgánica se produce parálisis de los miembros superior e inferior del mismo hemicuerpo y parálisis del nervio facial inferior. Por el contrario la histeria no reproduce sino la parálisis de los miembros, e incluso disocia con gran frecuencia y con la mayor facilidad la parálisis del brazo de la de la pierna, presentándolas separadas en forma de monoplejías.

Este mismo poder de fragmentación se manifiesta en la histeria con la aparición de parálisis aisladas de un segmento de un miembro, con integridad completa de todas las partes restantes del mismo, o también con la abolición completa de una función, con integridad de otra función ejecutada por los mismos órganos, hechos ambos que nunca se producen en una parálisis orgánica.

El grado de afectación en la parálisis histérica es el mismo para todo el miembro afectado, es decir, en la parálisis de un brazo la intensidad de la parálisis es igual en el hombro que en la mano, mientras que en una parálisis orgánica la pérdida de fuerza es más intensa en las zonas distales, mayor en la mano que en el hombro.

Otro punto que le llama la atención es que ciertas formas de parálisis cerebral no se dan nunca en la histeria, por ejemplo, la parálisis del facial inferior, que por otra parte es una de las manifestaciones más frecuente de una afección orgánica.

Después de este recorrido en el que reseña las características diferenciales de ambos tipos de parálisis concluye que la histeria se comporta en sus parálisis y demás manifestaciones como si la anatomía no existiese o como si no tuviese ningún conocimiento de ella. Lo que viene a plantear aquí es que en la histeria lo que está en juego es la concepción vulgar, popular, de los órganos y del cuerpo en general, que se funda no en un conocimiento profundo de la anatomía nerviosa, sino en nuestras percepciones táctiles y, sobre todo, visuales, es decir, la anatomía de la histeria es una anatomía imaginaria, un cuerpo imaginario.

Pilar Rojas Martínez. Médico Psicoanalista
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DE NUESTROS ANTECEDENTES

FREUD 

LO PERECEDERO

1915

Hace algún tiempo me paseaba yo por una florida campiña estival, en compañía de un amigo taciturno y de un joven pero ya célebre poeta que admiraba la belleza de la naturaleza circundante, mas sin poder solazarse con ella, pues le preocupaba la idea de que todo ese esplendor estaba condenado a perecer, de que ya en el invierno venidero habría desaparecido, como toda belleza humana y como todo lo bello y noble que el hombre haya creado y pudiera crear.

Cuanto habría amado y admirado, de no mediar esta circunstancia, parecíale carente de valor por el destino de perecer a que estaba condenado.

Sabemos que esta preocupación por el carácter perecedero de lo bello y perfecto puede originar dos tendencias psíquicas distintas.

Una conduce al amargado hastío del mundo que sentía el joven poeta; la otra, a la rebeldía contra esa pretendida fatalidad.

Sin duda, la rebelión psíquica contra la aflicción, contra el duelo por algo perdido, debe haberles malogrado el goce de lo bello. La idea de que toda esta belleza sería perecedera produjo a ambos, tan sensibles, una sensación anticipada de la aflicción que les habría de ocasionar su aniquilamiento, y ya que el alma se aparta instintivamente de todo lo doloroso, estas personas sintieron inhibido su goce de lo bello por la idea de su índole perecedera. Al profano le parece tan natural el duelo por la pérdida de algo amado o admirado, que no vacila en calificarlo de obvio y evidente. Para el psicólogo, en cambio, esta aflicción representa un gran problema, uno de aquellos fenómenos que, si bien incógnitos ellos mismos, sirven para reducir a ellos otras incertidumbres. Así, imaginamos poseer cierta cuantía de capacidad amorosa -llamada «libido»- que al comienzo de la evolución se orientó hacia el propio yo, para más tarde -aunque en realidad muy precozmente- dirigirse a los objetos, que de tal suerte quedan en cierto modo incluidos en nuestro yo. Si los objetos son destruidos o si los perdemos, nuestra capacidad amorosa (libido) vuelve a quedar en libertad, y puede tomar otros objetos como sustitutos, o bien retornar transitoriamente al yo. Sin embargo, no logramos explicarnos -ni podemos deducir todavía ninguna hipótesis al respecto- por qué este desprendimiento de la libido de sus objetos debe ser, necesariamente, un proceso tan doloroso.

Sólo comprobamos que la libido se aferra a sus objetos y que ni siquiera cuando ya dispone de nuevos sucedáneos se resigna a desprenderse de los objetos que ha perdido. He aquí, pues, el duelo.

La plática con el poeta tuvo lugar durante el verano que precedió a la guerra. Un año después se desencadenó ésta y robó al mundo todas sus bellezas. No sólo aniquiló el primor de los paisajes que recorrió y las obras de arte que rozó en su camino, sino que también quebró nuestro orgullo por los progresos logrados en la cultura, nuestro respeto ante tantos pensadores y artistas, las esperanzas que habíamos puesto en una superación definitiva de las diferencias que separan a pueblos y razas entre sí. La guerra enlodó nuestra excelsa ecuanimidad científica, mostró en cruda desnudez nuestra vida instintiva, desencadenó los espíritus malignos que moran en nosotros y que suponíamos domeñados definitivamente por nuestros impulsos más nobles, gracias a una educación multisecular.

Cerró de nuevo el ámbito de nuestra patria y volvió a tornar lejano y vasto el mundo restante. Nos quitó tanto de lo que amábamos y nos mostró la caducidad de mucho que creíamos estable. No es de extrañar que nuestra libido, tan empobrecida de objetos, haya ido a ocupar con intensidad tanto mayor aquellos que nos quedaron; no es curioso que de pronto haya aumentado nuestro amor por la patria, el cariño por los nuestros y el orgullo que nos inspira lo que poseemos en común.

Pero esos otros bienes, ahora perdidos, ¿acaso quedaron realmente desvalorizados ante nuestros ojos sólo porque demostraran ser tan perecederos y frágiles? Muchos de nosotros lo creemos así; pero injustamente, según pienso una vez más. Me parece que quienes opinan de tal manera y parecen estar dispuestos a renunciar de una vez por todas a lo apreciable, simplemente porque no resultó ser estable, sólo se encuentran agobiados por el duelo que les causó su pérdida. Sabemos que el duelo, por más doloroso que sea, se consume espontáneamente. Una vez que haya renunciado a todo lo perdido se habrá agotado por sí mismo y nuestra libido quedará nuevamente en libertad de sustituir los objetos perdidos por otros nuevos, posiblemente tanto o más valiosos que aquellos, siempre que aún seamos lo suficientemente jóvenes y que conservemos nuestra vitalidad. Cabe esperar que sucederá otro tanto con las pérdidas de esta guerra. Una vez superado el duelo, se advertirá que nuestra elevada estima de los bienes culturales no ha sufrido menoscabo por la experiencia de su fragilidad. Volveremos a construir todo lo que la guerra ha destruido, quizá en terreno más firme y con mayor perennidad.

LACAN 

UNA CARTA DE ALMOR

1972-73

El asunto es que el amor es imposible, que la relación sexual se abisma en el sin-sentido, cosas que en nada disminuyen el interés que debemos tener por el Otro.

En efecto, el asunto es saber, en lo que constituye el goce de la mujer en tanto el hombre no la ocupa por entero, y hasta diría que como tal no se ocupa de él en modo alguno, el asunto es saber qué hay de su saber.

Si el inconsciente nos enseñó algo, es en primer término que en algún lado, en el Otro, eso sabe. Eso sabe justamente porque los significantes con que se constituye el sujeto son su soporte.

Pero todo esto se presta a confusión, porque a quien alma se le hace difícil pensar que no todo el mundo sabe lo que tiene que hacer. Si Aristóteles hace de esa esfera inmóvil según la cual cada quien debe buscar su bien, el soporte de su Dios, es porque se da por sentado que ella sabe su bien. Pero tenemos que prescindir de esto debido a la falla que se induce del discurso científico.

No hay ninguna necesidad de saber por qué. Ya que para nada necesitamos ese saber del que parte Aristóteles al comienzo. No necesitamos, para explicar los efectos de la gravedad, imputar a la piedra el saber el lugar que debe alcanzar. La imputación de un alma al animal convierte al saber en el acto por excelencia ni más ni menos del cuerpo -como ven Aristóteles no andaba tan descaminado-si se descarta que el cuerpo está hecho para una actividad, y que en algún lado el soporte de la entelequia de ese cuerpo es esa sustancia que llama alma.

El análisis se presta aquí a confusión pues pareciera restituirnos la causa final al hacernos decir que, al menos en todo lo que concierne al ser que habla, la realidad es así, o sea, fantasmática.

¿Acaso puede esto satisfacer de alguna manera al discurso científico?

Hay, según el discurso analítico, un animal que sucede que habla, y que, por habitar el significante, resulta sujeto.

 

 Entonces, para él, todo se juega en el fantasma, pero un fantasma que puede perfectamente desarticularse de modo que dé cuenta de por qué sabe mucho más de lo que cree cuando actúa. Sin embargo, no basta esto para tener un esbozo de cosmología.

Es la eterna ambigüedad del término inconsciente. Ciertamente, se supone que hay inconsciente porque algo, en alguna parte, en el ser que habla, sabe más que él, pero esto no constituye un modelo aceptable del mundo. El psicoanálisis, porque debe su posibilidad al discurso de la ciencia, no es una cosmología, pero basta con que el hombre sueñe para que resurja todo ese revoltijo, ese guardamuebles con que ha de ingeniárselas. Ello conforma sin duda un alma, y un alma amable, a veces, cuando algo tiene a bien amarla.

La mujer, dije, sólo puede amar en el hombre el modo que tiene de encararse al saber con que alma. Pero para el saber en cuestión aquí, la pregunta parte de que hay algo, el goce, y de que no es posible decir si la mujer puede decir algo de él: si puede decir lo que de él sabe.

Al final de la conferencia de hoy me encuentro, como siempre, al borde de lo que polariza mi tema, o sea, si puede hacerse la pregunta de lo que sabe la mujer. No es otra cosa que preguntar si ese término del que ella goza más allá de todo ese jugar que conforma su relación con el hombre, y que llamo el Otro significándolo con una A, si él, ese término, sabe algo. Porque en esto, ella, la mujer, está sujeta al Otro tanto como el hombre.

¿Sabrá el Otro?

Alguien, un tal Empédocles -Freud, como por azar, lo utiliza de vez en cuando de tirabuzón- nos dejó sobre esto sólo tres versos, pero Aristóteles saca muy bien sus consecuencias al enunciar que, a fin de cuentas, para Empédocles, Dios era el más ignorante de todos los seres por no conocer el odio. Más tarde los cristianos transformaron esto en diluvios de amor. Si Dios no conoce el odio, para Empédocles es clarísimo que sabe menos que los mortales.

Así podría decirse que mientras más se preste el hombre a que la mujer lo confunda con Dios, o sea, con lo que ella goza, menos odia (hait), menos es (est)* -las dos ortografías- y como no hay, después de todo, amor sin odio, menos ama.

*Vocablos homófonos en francés.

www.editorialgrupocero.com


MENASSA

ENCUENTRO SOBRE EL FIN DE ANÁLISIS

1989

Dejar algo, también, es abrirse a otras realidades.

La conclusión de las relaciones más antiguas (si así se puede llamar a alguna relación, donde no puede haberla) abrirá, sin dudas, nuevas realidades, en principio, para todos los participantes de la separación y secundariamente, pero en el mismo nivel de importancia, el resto se verá beneficiado por estas aperturas.

Pero el dolor es inevitable.

Y dolor habrá para todos, ya que los más jóvenes estuvieron hasta ahora bebiendo gratuitamente de lo que fue la formación de los mayores, ahora ellos tendrán que contratar para que a partir de ahora se trate de la formación de ellos de la cual beberán, casi gratuitamente, otros, más jóvenes.

Cuando en el 81 se me planteó el asunto de una Escuela de Psicoanálisis se sabía, claramente, que la fundación de la Escuela era para formar a los que la fundaban.

Y eso, hoy podemos verlo, fue más o menos lo que pasó durante estos intensos ocho años, el resto no hizo otra cosa que presenciar esta formación. Es por eso que insisto: debe haber un nuevo pedido de formación para que eso vuelva a ocurrir.

Estas jornadas tienen la intención de que se vuelvan a reunir los grupos didácticos y que haya por lo menos alguien que quiera contratar con la Escuela para ser formado.

El contrato de formación cuando viene desde el candidato (por otra parte única manera de poder realizarse) implica que la vida del candidato ha de diluirse, toda ella, en la vida de la transferencia y así hasta el final, donde el candidato diluirá su transferencia en lo que habrá de ser su nueva vida como psicoanalista.

Es decir, que si muchos de ustedes, todavía, no han visualizado quién habrá de ser vuestro didacta (clásicamente hablando vuestro maestro) muchos de ustedes no han tenido aún la primera entrevista, aunque pretendan estar realizando un psicoanálisis.

Ya que al campo del psicoanálisis no se entra sin antes haber decidido diluir toda la vida en la vida de la transferencia; es decir, exactamente, armarse del valor para no tener ningún otro futuro que el fin del análisis donde, por fin, se abrirá para el candidato su propia vida.

Y para dar comienzo a las jornadas diré que eso que el candidato es en el fin, es lo que permite leer porqué la transferencia tuvo el desarrollo que tuvo.

Quiero decirles que estas jornadas tienen para mí un valor extremo, ya que puedo presentarme en público (sabiendo que todos somos candidatos al psicoanálisis) pensando que un discípulo, más allá de todas las decisiones que deben tomarse durante el proceso de formarse, sólo es considerado como tal si tiene la gracia de ponerle fin a la transferencia y comenzar a vivir su propio pensamiento, queremos decir, su propia vida.

Mientras esto no sea posible no habrá discípulos.

Y estoy, también, contento porque sé que mi tarea en la transmisión del psicoanálisis recién comienza, ya que muchos de los presentes no sólo tienen fantasías de formarse como psicoanalistas sino que entre ellos se encuentran, también, quienes están capacitados para emprender ya mismo semejante viaje.

Y, aún, entre los más jóvenes se puede vislumbrar, con buen tino, que en los próximos años habrá más.

Y no quisiera olvidarme con esto de la formación que ya existe de manera material, es decir, legalmente constituida: la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, la Escuela de Poesía, la Editorial Grupo Cero; es decir que ya no puede ser ninguna idea de formación fundar otras escuelas o crear otras editoriales sino que formarse, para que sea entre nosotros, será encontrar las mejores maneras de funcionamiento dentro de lo fundado por nuestros antecesores que, en algunos casos, somos nosotros mismos.

Y formarse será, también, el desarrollo de las ideas que hacen a la programación de una mejor salud mental para toda la población que como ejemplo de estas cuestiones se puede nombrar, que debemos la creación de un hospital de día y si es posible la fundación de un departamento de Clínica que pueda dar atención a un gran número de personas.

A veces, me pregunto si todo lo vivido servirá para algo.

A veces, la única respuesta es el silencio.

Y no me digo nada y me quedo ahí, callado, mirando cómo el

horizonte se parte de silencio y, yo mismo, soy esos fragmentos del horizonte, cayéndose, ya sin otro destino que caer.

Algo finaliza, me doy cuenta, pero la cosa misma no deja de caer.

Y si hoy algo comienza porque el final fue acto, lo nacido ha nacido para caer.

Seguir cayendo sin llegar nunca a ningún fondo es propiedad pura de la cosa. Lo que muere es el hombre, sus amores.


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