ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 77

1974-2004
30 AÑOS DE LA EDITORIAL GRUPO CEO
A MODO DE RESUMEN
PULSIÓN Y ESCRITURA EN "FREUD Y LACAN -HABLADOS-2
DE MIGUEL MENASSA
LA PRESENCIA DE LA RESISTENCIA ORORGASÍSMICA
UNA DOBLE REALIDAD ¿SON HUMANOS LOS CELOS?
RECOMENDAMOS LA LECTURA DEL LIBRO
SIETE CONFERENCIAS DE PSICOANÁLISIS EN LA HABANA, CUBA
MAGIA RELIGIÓN Y CIENCIA
XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO IMPLANTES. ESTUDIOS PRELIMINARES
CLÍNICA DENTAL GRUPO CERO INDIOS GRISES

A MODO DE RESUMEN:

Noche 98.- De poesía, amor y psicoanálisis estábamos abastecidos hasta el cuello. O abríamos nuevos mercados o empezábamos alguna guerra o nuestros productos acumulados nos aplastaban.

Noche 267r.- Estoy en condiciones de decir que en el sistema Grupo Cero, todo, va a cambiar. La única jerarquía soy yo.
Es decir, se acabaron las jerarquías. No hay otro jefe que yo, quiere decir que lo que nos dirige es un discurso.

Noche 176r.- Si tolero no ser el que fui, puedo ser feliz.

Noche 364r.- Cuando nadie piensa en nadie, en ese momento, prefiero renunciar a pensar en mí.

Noche 346r.- Cuando alguien no consigue el dinero para hacer lo que dice querer, no quiere. Y esto es una noción estructural.

Noche 102.- Hoy siento que si doy los pasos que corresponden hasta puedo hacer algún negocio con los libros. Ya no me importa, tanto, publicar como hacer funcionar la editorial.

Noche 329r.- Hoy mismo he decidido pagar, casi (lo justo es imposible), exactamente, lo que corresponda o se deba.

Noche 321.- La verdadera cultura occidental no existe, exactamente, en ninguna de las libertades bajo las cuales se la piensa. No quiero ser un hombre famoso, quiero ser un hombre adinerado. La fama, lo muestran todo el día por televisión, se puede comprar.

Enhorabuena, vestigios de tu voz
rompen la armonía del viento.
Serena y tibia leche,
cae abrupta, incontenible,
leche ensangrentada por la crueldad,
de hombres huyendo de sí mismos.

Noche 1673.- No tengo que tener tanto miedo, si bien todo no está a mi favor, yo estoy a mi favor y eso debería ser suficiente para no temer o darme cuenta que en eso va mi deseo.

Noche 1308.- Hazlo, lo que tienes que hacer es reventarla. Reventar algo, aunque más no sea una nube contra la soledad.

Noche 1309.- Tengo que insistir en el psicoanálisis de los candidatos, por lo menos hasta que puedan cuatro sesiones semanales.

Noche 1809.- Después, también, alguien nos hará un juicio por escribir poesía.

Fue un espejismo ardiente tu noche enamorada.

Noche 1815.- Todo hombre, toda verdad, lleva una mujer dentro de sí.
Esa evidencia, a veces, me hace temblar.

Noche 1811.- Fuimos jóvenes, ahora somos viejos; en nuestro campo, algunos jóvenes vivirán de nuestro trabajo.

Noche 137.- Ser poderoso no alcanza, después, hay que poder soportarlo, llevarlo adelante, hacerse cargo del amor que se genera con el poder, hacerse cargo del saber que se genera con el poder, eso es lo más difícil.

Noche 167.- Él me lo dijo con sinceridad: No quiero ser mortal, quiero ser libre y yo, con un dejo de nostalgia, por mi propia juventud, le aconsejé que se psicoanalizara cuatro veces por semana.

Noche 581.- Cuando no puedo continuar con lo que he comenzado es por el miedo al futuro, es decir, un miedo femenino a la muerte.

Noche 596.- Es imposible ganarle a la brutalidad del tiempo. Un buen poema siempre dura más tiempo que una buena mirada. Y creo que éste es mi nivel ondulatorio.

 

Vivir como si ya hubiésemos vivido es algo malo para todos. Los instrumentos de conocimiento: marxismo, psicoanálisis, poesía, no pueden de ninguna manera transformarse en modos de vida, ya que resulta absolutamente imposible vivir como una mercancía, un falo o una metáfora.

Noche 220r.- Cuando me digo a mí mismo que podré, estoy hablando de otros. Cuando amanezca para el mundo, otros hombres serán mis versos.

Noche 626.- Las cuestiones no pueden ser tomadas al azar. Existen cuestiones de antemano que deben ser tratadas antes de comenzar ninguna nueva actividad. Sin conocer el pasado no hay nueva actividad.

Noche 181r.- Me amo por haber resistido, por estar, por haber mantenido, siempre viva, la llama ardiente de la poesía.

Noche 326.- Diez años han pasado y no han pasado. Diez años esperando que alguien me dijera: Menassa, es sólo un sueño.
                 Aquí está su mamá,
sus viejos amigos, el jardín de su padre,
todo, como si nadie hubiese muerto.

Noche 1438.- Llevar adelante el mundo sin estar en el mundo es harto complicado.

Noche 1442.- Una realidad es también lo que no se puede pensar.

Noche 328.- Van pasando los días de esta nueva etapa de mi vida y me voy dando cuenta que todo se reduce a aceptar un cierto trabajo. Un fuerte trabajo. Un inmenso trabajo y el resto, todo, en relación a eso.
Y si todavía nadie da mucho dinero por mí, es porque soy una
experiencia en continua transformación, aun el inmodificable amor
se transforma en mis manos.

Noche 1334.- Estoy contento porque me he distanciado de los problemas y me sigo ocupando de ellos.

Noche 1344.- Si no me pongo en el centro de la cuestión no habrá cuestión.

Noche 1340.- La distancia es, en psicoanálisis, la única posibilidad de ver o no ver algo.

Noche 303r.- Espero poder este viento de libertad que me llama a ser. Una especie de grandilocuencia, toda para el bien: libertad, pan, poesía enamorada.
Yo fui quien diagnosticó con precisión, y con bastante anticipación, el mal de nuestra época. Nadie podía darse cuenta que el hombre además de culo tiene corazón.

Se trataba de una gravísima interrupción en el camino del hombre hacia una humanidad posible.

Sin conocerse demasiado a fondo los motivos, se sabía que el hombre estaba más enamorado de su propia caca que del universo.

Noche 297r.- No puedo dejar de sentir que me gustaría que me fuera bien. Tener encuentros con una realidad posible de ser, además de escrita, vivida. El resto será fácil.

Noche 193r.- Amo todo lo que no soy.

Noche 924.- Todo “el escribir” debe ser subvencionado hasta las últimas consecuencias.

Noche 886.- Todo el mundo encuentra su destino y se vuelve ciego frente a él.

Noche 393r.- Amistad para todos, porque el amor y la amistad me fueron transmitidos por mi padre.

Puesta en acto de mi saber inconsciente sólo para el que pueda pagar el especialista.

El especialista tiene que ser convocado y, si el especialista es un psicoanalista, sólo lo convoca el pago a tiempo de sus honorarios.

Hasta la próxima.

DEL LIBRO “LAS 2001 NOCHES”
DE MIGUEL OSCAR MENASSA

20 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUPO CERO
XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
"No podemos terminar con el alma, sólo podemos curarla"

EXTENSIÓN UNIVERSITARIA: 
LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO


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LA PRESENCIA DE LA RESISTENCIA

La resistencia como elemento de la técnica es señal de que hay transferencia. Freud en Inhibición, Síntoma y Angustia, escribe sobre cinco formas de resistencia, tres formas propias del Yo, una del Superyo y una del Ello.

Las resistencias del yo son las manifestaciones de la dinámica de la transferencia, dinámico en el sentido de los niveles de manifestación de la transferencia, un nivel preconsciente: resistencia de la represión, en tanto cuando se abre el inconsciente, cuando algo en su discurso se hace significante en lugar de buscar su cierre de cadena, el sujeto le impone la operación de represión, quedando reprimido dicho significante, haciendo un síntoma. Síntoma como una solución individual, síntoma como metáfora del propio sujeto y síntoma como signo, como algo para alguien, y síntoma en tanto el sujeto cree en él, sabe que le concierne.

Resistencia de la represión que da cuenta de la resistencia de transferencia que es la misma operación pero en psicoanálisis, donde forma parte de la técnica psicoanalítica, en tanto el psicoanalista sabe de la existencia de esa resistencia de transferencia, y sabe que tomará al psicoanalista como sede de su transferencia, en tanto el sujeto en análisis construye un sujeto supuesto saber, un saber que no piensa, ni juzga, ni calcula, sólo le interesa trabajar, por eso que decimos que el psicoanalista es una manifestación sintomática del inconsciente del sujeto en análisis.

Tanto es así que Freud llega a hablar de una neurosis artificial o neurosis de transferencia, en tanto la neurosis del sujeto queda dentro de los límites
del análisis.

Esto quiere decir que lo que le pasa con el analista es su neurosis, es decir que en el análisis se manifiesta lo que ese sujeto hace en su realidad. Cuando se comienza un análisis, en cuanto entramos en la dinámica de la transferencia, nos comienza a pasar con nuestro analista lo mismo que nos pasa con nuestras relaciones, la diferencia es que ahora la respuesta va a ser diferente, en tanto el psicoanalsita no va a utilizar el poder de la transferencia. Así como cualquiera de nuestras relaciones nos daría un consejo, nos querría arreglar una determinada realidad, incluso a veces arreglarnos a nosotros mismos, es decir nos toman por averiados, el psicoanalista escucha teniendo en cuenta que el sujeto habla con todo su ser, habla con sus sueños, con sus sufrimientos, con sus equívocos, con
su malentendido ser, y siempre lo que dice es lo que quiere decir.

Lo que todavía no sabemos es a quién se lo dice, no sabemos por quién te ha tomado.

Resistencias del Yo que se dan entre el Yo y el otro, y en tanto el yo se constituye en relación al otro, ahora la resistencia es violencia implícita, reducción del otro a una función correlativa del Yo del sujeto.

Por eso el sujeto cuanto más se afirma como Yo, más se aliena, menos tolera a los otros.

La resistencia de transferencia pone en acto una represión de la que sólo quedaba un recuerdo censurado.

Una tercera resistencia, aunque de otra naturaleza, es la ventaja de la enfermedad, que se basa en a incorporación del síntoma al yo.

La fortaleza del yo, la yocracia, conlleva violencia implícita, en tanto hace trabajar al otro, ya sea en el amor o en los negocios, como si fuera una función del sujeto.

Hay una satisfacción primaria en el síntoma, contra la renuncia a una satisfacción o un alivio y hay una satisfacción secundaria que exige una compensación, una ventaja por enfermedad.

La resistencia del Ello, en tanto siempre se necesita del lenguaje, inconsciente en su estructura, y necesita de trabajo, de condensación o metáfora, de desplazamiento o metonimia, de puesta en escena y elaboración secundaria, en tanto lo que se habla es efecto de un trabajo del sujeto de la enunciación.

La resistencia del superyó, es la más oscura, siempre estamos dispuestos a inmolarnos al dios oscuro, a una idea de goce infinito.

Esta resistencia proviene de la culpa, siempre inconsciente, que se manifiesta como necesidad de castigo. Esta resistencia desafía todo movimiento hacia el éxito y, por tanto, toda curación.

El sujeto, en análisis, demuestra que se topa con ciertos límites: la no convicción, la resistencia y la no curación.

Cualquier cuestión personal que turbe al sujeto en análisis, se manifestará como queja hacia el psicoanalista.

Se creerá desatendido, menospreciado u ofendido, pero no es sino una manifestación de un rencor, que transcurre de manera inconsciente, que mantiene desde niño, cuando se sintió ofendido por no ser tratado como una persona mayor.

El temor a depender del médico a veces se manifiesta bajo la forma de dolor de cabeza, como si el dolor de cabeza significara su repugnancia a dejarse influir.

En la transferencia siempre hay una referencia al psicoanalista, pero por falsa conexión, una falsa conexión que en psicoanálisis es su motor.

No se trata de separar lo enfermo sino en establecer condiciones de curación para el curso del proceso.

Transformar la miseria neurótica en infortunio corriente permitirá al sujeto llevar una vida propia de su raza humana. No tanto querer ser como los otros, que eso es una neurosis, una envidia, una
pereza, etc... sino aceptar ser un humano entre humanos.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93

UNA DOBLE REALIDAD

Una doble realidad, es la que encontramos al plantearnos diferenciar la realidad psíquica de la realidad digamos objetiva.

Distinguir fantasía de realidad, es concebir también una doble realidad.

Me viene en este momento a las manos, una cita de Freud que señala esta cuestión. Recuerdo la cita, de 1923: "de las esquizofrenias, sabemos que culminan en un embotamiento afectivo, esto es, en la pérdida de todo interés hacia el mundo exterior. Y al año siguiente en 1924 en un trabajo titulado: La pérdida de la realidad en la neurosis y la psicosis, dice: "La pérdida de realidad
recae precisamente sobre aquella parte de realidad a cuya demanda fue iniciada la represión".

El desenlace de estas situaciones depende de circunstancias económicas, de economía psíquica, claro está, es decir, de las magnitudes relativas de las tendencias combatientes entre sí. Esto acontece en un campo llamado Aparato Psíquico, concebido metapsicológicamente, quiere decir que operan a la vez su económica, su tópica y su dinámica. Entendiendo el Psicoanálisis como una metapsicología, o sea: de procesos más allá de la conciencia.

Formulado ya teóricamente por Sigmund Freud, en La interpretación de los sueños en el año 1900, donde el contexto es lo que se llamó el Aparato Psíquico y su primera tópica, consciente-preconsciente-inconsciente.

En los años que mencioné al comenzar estas líneas (1923), en base a la estructura de la primera tópica, se estableció el aparato psíquico en Yo, Superyo y Ello. Se pudo pensar entonces la "enfermedad mental", como resultado de la relación del yo con el Ello, la realidad y el Super-yo. Y de ese modo porque existe una dialéctica del aparato psíquico hay una dialéctica del enfermarse.

En verdad, lo más alejado de la estructura analítica es el yo, que además está estructurado como un síntoma privilegiado en el sujeto.

El yo es el síntoma humano por excelencia; tanto que se dice, que el yo es la enfermedad mental del hombre. Lo que corresponde al yo, es la suma de los prejuicios que implica todo saber y que cada uno sostiene. De allí que cuando una perspectiva nueva le es aportada al yo, de modo que lo descentra con respecto a su experiencia, siempre se opera un movimiento por el cual el yo intenta recuperar su equilibrio, es decir, el centro habitual de su punto de
vista.

Un término mencionado hace unas líneas es la represión, un concepto estrictamente del psicoanálisis, que no debe confundirse con otros usos del término en otros campos. Concepto que no podría ser formulado antes de las investigaciones psicoanalíticas.

Constituye una fase preliminar de la condena, una noción intermedia entre la condena y la fuga. La represión no es un mecanismo de defensa originariamente dado sino por el contrario, no surge hasta después de haberse establecido una precisa separación, en el aparato psíquico, entre la actividad consciente e inconsciente. La esencia de la represión, consiste exclusivamente en rechazar y
mantener alejados de lo consciente a determinados elementos.

Antes de esta fase de la organización serían los restantes destinos de la pulsión-trasformación en lo contrario y orientación hacia el propio sujeto lo que regiría la defensa.

La represión no estorba sino la relación con un sistema psíquico: lo consciente. El único medio de que disponemos para llegar al conocimiento del mecanismo de represión, es deducirlo de los resultados de la misma. Deja "síntomas" detrás de sí y crea regularmente "formaciones sustitutivas".

Precisamente cuando Freud escribe sobre las servidumbres del yo en su obra El yo y el ello, cuando formaliza la denominada segunda tópica, nos muestra la neurosis obsesiva, la histeria, las fobias; la melancolía y la paranoia como resultado de la relación del yo con el Ello, la realidad y el super-yo.

Freud, subrayó que las relaciones del sujeto con la realidad no son las mismas en las neurosis y en la psicosis. En particular, el carácter clínico del psicótico se distingue por esa relación profundamente pervertida con la realidad que se denomina: un delirio.

Esta diferencia de organización o de desorganización, tiene una razón estructural.

Cuando se habla de neurosis, se suele hacer cumplir cierto papel a una huida, a una evitación, donde un conflicto con la realidad tiene su parte.

Así se intenta designar a la función de la realidad en el desencadenamiento de una neurosis, mediante la noción de traumatismo que es una noción etiológica, correspondiente a un determinismo mecanicista lineal. Esto indica una manera de pensar la cuestión, pero otra cosa distinta es el momento de la neurosis en que se produce en el sujeto cierta ruptura con la realidad. Sin embargo, cabe la siguiente pregunta: ¿de qué realidad se trata? Porque la realidad sacrificada en la neurosis, vista desde el psicoanálisis, es una parte de la realidad psíquica. El término realidad, de ningún modo es sinónimo de realidad exterior.
 

En el momento en que se desencadena su neurosis, el sujeto elide una parte de su realidad psíquica. Esta parte es olvidada, pero continúa haciéndose oir de manera, digamos, simbólica y lo que cae bajo la acción de la represión retorna. Lo reprimido siempre está ahí y se expresa de modo perfectamente articulado en los síntomas y en multitud de otros fenómenos. Todo lo rehusado en el orden simbólico, reaparece en lo real.

Diría también, que cuando se habla de adaptación a la realidad ¿de qué realidad se trata? Y no se puede responder si no se define ¿qué es la realidad? Es más, tomar como punto de partida la relación del sujeto con un contexto real, puede llegar a tener su razón de ser en tal o cual experiencia psicológica. Tales concepciones, pueden producir resultados, tener efectos.

Pero desde luego, siempre serán contextos en los que la lectura de realidad la fuerza el observador, por ejemplo, cuando se somete a un sujeto a tests o pruebas de evaluación, de niveles o diagnósticos de algún tipo, que son organizados en todos los casos por el observador.


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Este es el dominio de validez de experiencias de lo que se llama la Psicología, que nada tienen que ver con el nivel en que situamos la operación analítica, tal como se constituye a partir del relato que el sujeto hace al analista y lo que éste hace con el contenido manifiesto.

La experiencia freudiana no es para nada pre-conceptual, ni descriptiva de lo que aparentamente se pueda ver, medir o buscar desde antes de comenzar a hablar, ni revela sentidos ocultos o descubre misterios detrás de ciertas máscaras.

Es en el libro La interpretación de los sueños, donde S. Freud nos presenta en el capítulo: "El sueño es una realización de deseos", una tesis para trabajar el texto que enuncia: "el sueño como una realización de deseos" y discrimina allí una realidad material objetiva de una realidad psíquica. Entonces, si en la realidad material objetiva, es decir cuando sueño, el sueño es "como" una realización de deseos, parecido a una realización de deseos; es en la realidad psíquica donde existe ese acontecimiento de la realización de deseos. Freud nos plantea así algo muy interesante, una doble alteridad del sujeto. Por un lado nos habla del sujeto inmerso en una realidad con otro semejante, con el cual se establecen lazos invisibles y que se llaman las relaciones sociales. Y en el "como realizado", está la realidad psíquica y en la realidad psíquica el sujeto padece una alteridad diferente, con otro que no es su semejante, que propone para el sujeto un escenario de aconteceres del cual nada sabría.

El campo ideológico que abre el psicoanálisis, es por ello el campo de un saber no sabido por el sujeto.

En esta doble alteridad se desarrolla la realización del deseo.

En esta perspectiva hay que destacar que no es conveniente valorar un proceso psicoanalítico, teniendo en cuenta la realidad objetiva del sujeto en psicoanálisis. Es decir, que un tratamiento psicoanalítico progresa o no progresa en tanto se pueda distinguir radicalmente la realidad objetiva de la realidad psíquica que es sobre la realidad que trabaja el psicoanálisis.

Jaime Kozak. Psicoanalista
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RECOMENDAMOS LA LECTURA DEL LIBRO

SIETE CONFERENCIAS DE PSICOANÁLISIS
EN LA HABANA, CUBA

Autor:
Miguel Oscar Menassa
212 PÁGS.
7 EUROS; 7 $

INSTITUTO SUPERIOR
DE CIENCIAS AGROPECUARIAS DE LA HABANA
CUARTA CONFERENCIA (5 de abril de 1995)

La idea de los días anteriores era poder llegar a hablar de dos temas interesantes y complejos que son la transferencia y la pulsión de muerte.

Teniendo en cuenta que habían quedado cosas en el tintero como se dice, no hablamos nada de la identificación, que es uno de los conceptos fundamentales en psicoanálisis.

Cuando hablábamos del aparato psíquico, teníamos: consciente e inconsciente y eso le daba cierto grado de sutileza al ser humano, en tanto si fuera todo consciente o todo inconsciente habría cierta torpeza que no se da en el ser humano que está caracterizado por una sutileza, un modo complejo en su funcionar. Junto a este consciente o este inconsciente, también hablamos del proceso primario y el proceso secundario, es decir, los procesos inconscientes, serían los procesos primarios, no por primitivos, como a veces se entiende, sino por primeros y, el proceso secundario serían los procesos conscientes. No porque son más elaborados sino porque son producidos por el proceso primario, por eso son secundarios.

Después llegamos a mencionar que había dos principios: el inconsciente y la conciencia; que había dos procesos, uno correspondiente al inconsciente, que correspondía al proceso primario y otro correspondiente a la conciencia que se llamaba proceso secundario.

Además, había dos principios: un principio del placer y un principio de realidad, pero, habíamos hecho una aclaración, que voy a repetir ahora. El principio de realidad, en oposición al principio del placer, no correspondía a la conciencia sino que lo que denominamos principio de placer tiene dos alternativas o dos polos: el principio del placer y el principio de realidad. En esta especie de dualidad permanente, hasta lo que nosotros hemos visto, había algo que había quedado como descolgado y que era la libido o el Eros o la sexualidad, como si la sexualidad no tuviera oponentes, como si el Eros no tuviera oponentes pero que tuvieron que pasar veinte años en la elaboración teórica de Freud para que en 1920 Freud escribiera un libro.


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Hago un paréntesis para decir que hasta aquí el aparato psíquico era un aparato regulado por el principio del placer en el cual cuando aumentaba la tensión, había displacer y cuando disminuía la tensión, había placer. Por lo tanto, el placer absoluto era la inmovilidad del sistema. La diferencia entre la tendencia a la inmovilidad, para que hubiera placer absoluto, y que no se lograba, esa era la vida. La tendencia al placer absoluto, a la inmovilidad absoluta, es decir, a la muerte del sistema, no se conseguía; esa diferencia que había entre lo que el sujeto conseguía y lo que ambicionaba era la vida, en tanto lo que el sistema ambicionaba era volver al inicio, volver a cuando en él no habia ningún movimiento; volver a lo que era antes de ser: nada.

Entonces, la diferencia entre esa tendencia a volver a la nada y lo que conseguía, ese pedacito, ese resto era la vida. Se llegó a llamar a esta situación, tendencia al principio del Nirvana, es decir, una tendencia a un principio de quietud en donde, el no poder llegar a esa quietud, esa situación era la vida. A lo largo de estos veinte años fueron surgiendo importantes interpretaciones dentro de la teoría que comenzaron a hacer trastabillar ese concepto acerca del principio del placer; por ejemplo: el sado-masoquismo, el exhibicionismo, la reacción terapéutica negativa, esa que acontecía cuando Freud le decía a algún paciente: “usted ha mejorado” y entonces, al otro día el paciente venía “fatal”, peor que nunca. Esto, que Freud llamó reacción terapéutica negativa, al principio no se lo podía explicar. Él se decía: si el paciente viene a curarse, tendría que ser un incentivo el que yo le diga que está mejor. Sin embargo, no ocurría esto; cuando él le decía que estaba mejor, el paciente se ponía imposible. Estas cosas raras le llamaban la atención, además, en 1915, él hace su primera teoría del narcisismo donde describe el amor como una conducta narcisista. Llega a decir, que el hombre y la mujer sólo amaban lo que habían sido, lo que eran o lo que ambicionaban ser y que por lo tanto todo amor era un amor narcisista.

En aquel momento, momento importante de 1915, Freud describe un narcisismo primario, es decir, que antes de todo objeto habría una líbido, un Eros en el propio individuo. Más adelante, él va a demostrarnos que esto no es así. Lo que él modifica de 1915 es un hecho fundamental, en 1923, en un texto que se llama “El Yo y el Ello” muestra que el narcisismo es siempre secundario, es decir, que lo primero que le ocurre al sujeto es la relación con el otro.

Llama libido desexualizada a la libido que el sujeto retira del objeto amoroso para ponerla en sí mismo. Freud nos dice que este narcisismo siempre es secundario pues lo primero que pasa es que la libido nace con el otro, nace con el semejante. A eso lo llamaba libido objetal, en el sentido de que toda expresión libidinal, toda expresión sexual, para entenderlo mejor, siempre está relacionada con otro pero hay un hecho sexual que es el narcisismo y que es siempre secundario, donde el sujeto retira la libido del objeto amoroso y la coloca sobre su propio yo.

Este descubrimiento lo hace cuando están pensando el mecanismo de sublimación, mecanismo que hay que mencionar, pues sin el mecanismo de sublimación no habría civilización, no habría historia.

Estudiando el mecanismo de sublimación, Freud se da cuenta que el sujeto, para sublimar necesita energía, necesita libido y que esa energía el sujeto la sustrae del objeto amoroso, se la quita al objeto amoroso. Esa energía que quita a los objetos, deviene libido narcisista, es decir, una energía del Yo. Entonces, con esa energía en el Yo es que se sublima; con esa energía narcisista. Con esto demuestra también que el narcisismo es absolutamente necesario, que no se puede abolir, que ese amor por sí mismo es absolutamente necesario pues de él parten las energías de la sublimación.

Sublimación llama Freud a todo desvío de la libido que en lugar de quedarse en el Yo, se transforma en producción social; léase: puentes, pavimentos, trabajos, poesía, teatro, pintura, es decir, todo aquello que tenga como destino alguien a quien realmente no conozco. Es por eso que hay una definición del amor en el campo de la sublimación, es decir, no del amor narcisista. Una definición dice que amar es dar lo que no tengo a quien no es. Este es el mecanismo que me permite construir un automóvil que nunca voy a utilizar, un puente que nunca voy a cruzar y un poema que no me va a servir sino que le va a servir a otro. Si ven la importancia, verán que es el mecanismo psíquico en el cual se asienta la producción de la civilización. No es tan descabellado pensar como piensan algunos investigadores que en la horda primitiva, allí donde los hombres se comían unos a otros, de golpe dejaron de hacerlo para poder construir puentes para cruzar un río, para transformar la naturaleza. Pero antes de eso tuvieron que hablar.

Entonces, la palabra en el hombre se genera frente a la necesidad del trabajo, es decir, frente a la necesidad de transformar la naturaleza.

No es descabellado pensarlo así, aunque hay varias versiones.

Tuvieron que hablar para poder sublimar, tuvieron que hablar para dejar de ser animales, para poder dar comienzo a la historia del hombre, a la historia de la civilización.

El otro mecanismo imporante, el otro concepto importante es el de identificación que Freud va a formalizar de una manera absolutamente teórica en 1923, en El Yo y el Ello pero no lo descubre en ese texto, lo descubre estudiando la melancolía.

La melancolía es una enfermedad que se produce frente a una pérdida, una pérdida que puede ser una persona amada, una cosa o un ideal.

Freud se daba cuenta que frente a la pérdida de la persona amada, el melancólico entraba en una suerte de autorreproche, de autopunición, pero las características de la persona no coincidían con la personalidad del paciente sino con la personalidad del objeto perdido, con lo cual Freud pudo teorizar de manera brillante en aquel momento, que el sujeto era capaz de perder una parte de su propio yo antes que perder el objeto amoroso.

Cuando el objeto amoroso era perdido, no era perdido porque el sujeto incorporaba imaginariamente al objeto amoroso en su propio Yo y una parte de su Yo era el objeto amoroso. Esa parte de su Yo que representaba al objeto amoroso era ahora castigada por el sujeto.


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Es así como uno de mis maestros, Pichon Rivière, nos dijo que haciéndole la pregunta: “¿a quién quiere asesinar usted?”, el paciente podía tranquilizarse y no suicidarse hasta el día siguiente en que podía encontrarse con el médico. Es decir, frente al desequilibrio que le producía la pregunta ¿a quién quiere asesinar usted? el paciente perdía por unas horas sus impulsos por suicidarse.

El sujeto había “decidido”, perder una parte de su Yo para no perder el objeto, con lo cual conseguía dos grandes beneficios secundarios aunque eso a veces le costaba la vida al melancólico.

El melancólico es uno de los pacientes psíquicos que puede suicidarse, que puede matarse, porque un histérico puede intentarlo pero siempre fracasa. Los suicidios fracasados no son melancólicos, no son depresiones, son histerias. El melancólico no sólo lo intenta sino que lo consigue, pero lo consigue, porque no se suicida sino que está asesinando al objeto amoroso que lo ha abandonado. No importa que el objeto amoroso no esté porque se haya muerto, el sujeto siente que ha sido abandonado y como esa idea de haber sido abandonado le resulta intolerable, transforma una parte de su Yo en el objeto perdido. Este mecanismo descubierto por Freud en la melancolía, lo lleva, en la teoría del Superyo, a pensar que el niño, cuando tiene que abandonar la relación con los padres, no la abandona, cuando entra en el lenguaje y tiene que abandonar esos lazos absolutamente fuertes que tiene con la madre, no los abandona: engaña, es decir, los abandona pero no los abandona. El niño va al colegio pero no abandona a sus padres porque transforma, pierde una parte de su Yo y la transforma en Superyo -esto no es exactamente así pero sirve como ejemplo-. Entonces, el Superyo es el heredero de los padres. El Superyo, funcionando en nuestro aparato psíquico es el heredero del Complejo de Edipo. No abandono el Complejo de Edipo sino que pierdo una parte de mi Yo y en esa parte de mi Yo perdida, se instala el Superyo como heredero de aquello que tenía que haber perdido.

La pérdida es algo que actúa siempre en el psiquismo -esto es un pequeño paréntesis- en el sentido que el niño cuando es niño, juega y el juego le da placer. Entonces y porque no le entendimos todavía muy bien, se le va reprimiento su juego o las mismas cosas de la vida: antes se levantaba a cualquier hora, tomaba la leche y jugaba y ahora tiene que ir al colegio y cuando viene a la tarde del colegio lo obligan a dormir la siesta o a hacer deberes, entonces va teniendo obligaciones sociales que son absolutamente normales, pero no abandona el jugar.

El adulto no juega pero el adulto fantasea. La fantasía del adulto es lo que viene a reemplazar el juego del niño, con algunas diferencias fundamentales. Primera diferencia: el niño no muestra su juego pero no lo oculta. Fundamentalmente, porque no hace nada prohibido porque todos sus juegos tienden a representar que él es más grande de lo que es y por lo tanto sus juegos no lo avergüenzan.

Esta es una diferencia fundamental con la fantasía. La fantasía del adulto, al adulto lo avergüenza: nunca habla de sus fantasías y además cree que es el único que las tiene. Al niño jamás se le ocurriría que es el único que juega. Es decir, las fantasías vienen a remplazar al juego: el hombre no puede abandonar aquello que alguna vez le dio placer. No puede abandonar el juego y lo reemplaza por fantasías, no puede abandonar a los padres y los reemplaza por el SuperYo, no puede abandonar a la madre primitiva -y eso es lo peor de todo- y entonces se divide en dos. Se divide en consciente e inconsciente para no abandonar a la madre primitiva, aquella que nos había salvado la vida.

Entonces, con todos estos descubrimientos realizados, es decir: la teoría de la identificación, porque ya había estudiado la melancolía, el proceso de las masas y el proceso del líder y por lo tanto, se había dado cuenta que en el proceso del líder había procesos de identificación.

Ya había constatado la reacción terapéutica negativa, el sadomasoquismo, ya tenía la teoría del narcisismo y ya había hablado de la sublimación: pero todo esto parecía ser regulable por el principio del placer, entonces, escribe un libro en 1920, que se denomina “Más allá del principio del placer” y esto que está más allá del principio de placer es la pulsión de muerte o Tánatos, como
se dice en la literatura.

Ahora se explica mejor que el ser humano se mueve en la agregación y en la desagregación, en juntarse al otro y en separarse del otro, en agregarse y en separarse. Esto no se podía explicar por el principio de placer, esto se explica por la pulsión de muerte.

Aquello que tiende a la agregación es Eros, aquello que tiende a la unión es Eros pero, sin principio de muerte, moriríamos todos ahogados por el abrazo que nos daría Eros. La pulsión de muerte viene a poner una puntuación, inventa los renglones, inventa los puntos, las comas, el punto y coma, los dos puntos en las relaciones humanas. Sin pulsión de muerte seríamos todos como una masa
amorfa donde no sólo no se distinguirían los sexos sino que no habría ninguna distinción entre una persona y otra. Hay una definición del ser humano que dice que el ser humano es aquello que proviene de lo semejante, que es semejante a aquello de lo cual proviene pero que es diferente y esa es la característica del ser humano. Tanto es así que en las investigaciones raras que hacen con máquinas y computadoras, aquellos especulan que tendrían que pasar 50.000 años para que hubiese algo igual a otro imaginario, es decir, para que hubiese algo igual a algo dentro de la diferencia de cada ser humano. Es decir, que la posibilidad de comunicarnos, de entrelazarnos y de separarnos está dada porque somos diferentes, como las palabras, que son todas diferentes entre sí y esa es la diferencia radical. Pero evidentemente, como las palabras, son semejantes entre sí porque son todas palabras, nosotros somos semejantes entre nosotros porque somos todos seres humanos.

MADRID
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SIGMUND FREUD
IMPARTIDO POR
MIGUEL OSCAR MENASSA
Director de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero

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XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
20 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUP CERO

PULSIÓN Y ESCRITURA EN
“FREUD Y LACAN -HABLADOS- 2”
DE MIGUEL MENASSA

Lucía Serrano. Psicoanalista
Buenos Aires: 4749 6127

Decir 20 años en la historia del psicoanálisis no es mucho decir y sin embargo bien sabemos de todas aquellas fragmentaciones que se opusieron hasta hoy a su transmisión. Sin duda es más fácil borrar los principios de una doctrina que los estigmas de una proveniencia, más provechoso someter la función propia a la demanda, pero aquí reducir su función a su diferencia es ceder y bien sabemos que desde el descubrimiento del inconsciente, el Dr. Sigmund Freud ha tenido que pensar barbaridades acerca de la genialidad de la práctica que había descubierto en el campo médico que lo rodeaba y aceptó transportar la esmeralda perdida.

Durante muchos años hasta hoy todavía la ciencia psicoanalítica sigue amenazada, sin que haya nada entre los hombres que pueda amenazarla, sólo aquello que nadie se animará a plantear como deseo, transformarse. El deseo inconsciente es la interpretación psicoanalítica...

Aquí reducir su función a su diferencia, es regresar al principio reaccionario que recubre la dualidad del que sufre y del que cura, con la oposición del que sabe con el que ignora. ¿Cómo no pedir disculpas por considerar esta oposición como verdadera, cuando es real, cómo no deslizarse desde ahí hasta convertirse en los managers de las almas en un contexto social que requiere su oficio? Sin interpretación no hay realidad psíquica. Dice Freud que el deseo inconsciente es inmortal, pero eso no quiere decir que una vez proclamado el deseo se vuelve inmortal el psicoanalista, sino que lo que Freud nos dice en esa frase, es que no hay vida posible sin deseo inconsciente. La falta de deseo inconsciente hace imposible toda teoría sobre el sujeto. La misma muerte dice Freud tiene que ver conmigo, padezco como sujeto una pulsión que la representa y es desde aquí de donde se desprenden con claridad las posibilidades que el método psicoanalítico tiene como futuro en el orden del cuerpo. Dice el Dr. Menassa: "el deseo sólo se hace presente frente a la fórmula del psicoanalista presente. Y yo soy ese psicoanalista presente que hubo para que fuera posible la construcción de lo psíquico. El psicoanalista al igual que el poeta es un diestro sin manos, sus voces son instrumentos de alguna de las tomas de lo Otro. Decir la teoría es clínica, quiere volver a decir que sin psicoanalista no hay deseo inconsciente.

El discurso psicoanalítico ha sido creado para permanecer en constante transformación. Buscar en la poesía las nuevas tesis que transformarían al conocimiento científico es tener desde el vamos, una nueva manera de leer los fenómenos que a nuestro alrededor acontecen.

Cansados estamos de saber cómo la historia del hombre se opuso al hombre y sin embargo la escritura ha dado muestras desde sus comienzos y aún antes, me refiero a aquellos anónimos y por qué no entre los hombre cultos, recordar los textos que hacen a libros que no han podido ser interpretados porque su función era otra.

Después del Dr. Sigmund Freud, el Dr. Jacques Lacan se burló de todos los intentos de intelectuales que ya habían hecho desaparecer las letras del surrealismo, aunque en verdad, su existencia vana hizo de la palabra un juego más. La letra iba tornándose un extranjero a quien la escribía y éste es uno de los puntos que el Dr. Miguel Menassa, y sin ningún obstáculo esta vez diré, es el tercer psicoanalista en la historia del psicoanálisis a ser escuchado en su "poubelle".

 


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Así dice: "y si bien el siglo pasado y la Coca-Cola han matado a Dios, debemos decir que todavía su palabra es verdad, síntoma, mutilación. De instalarse la guerra entre las religiones y las ciencias, el animal y el hombre, el hombre y la mujer estaríamos frente a un acontecimiento que dominaría definitivamente los bajos y misteriosos instintos del hombre. Este impulso sólo debía detenerse en los confines de nuestro mundo, para repercutirse allí
donde no es justo decir que la historia, pierde su sentido, puesto que
es donde encuentra su límite.

Dice el Dr. Menassa al comenzar Freud y Lacan –hablados- 2: "preferiría quedar excéntrico de vuestra mirada para poder deciros que Dios es a la religión como la Ley a la estructura y el Nombre del Padre a la sexualidad”.

En las estructuras del lenguaje, tan manifiestamente reconocibles en los mecanismos descubiertos del inconsciente, reanudamos nuestro análisis de los modos bajo los cuales la palabra sabe recubrir la deuda que engendra.

Si hay una palabra que dice Dios, quiere decir que Dios existe y el lenguaje es Dios, porque su materialidad práctica, la escritura, es materialidad histórica de todo lo vivido y desde la teoría del valor y la teoría del inconsciente, la escritura será materialidad de todo lo soñado. Hay una fractura en el principio del placer que va a referir en primer lugar el clivaje de las instancias, el deseo sería satisfactorio para una instancia e insatisfactorio para otra.

Podríamos preguntarnos ¿por qué el yo sostiene su unidad en la anulación del goce? En el trabajo sobre las pulsiones vimos que la pulsión no tiene acceso al objeto sino a través de los intereses del yo y parece que uno de estos intereses es que la pulsión no acceda al objeto, que no haya goce. El límite el placer está en la estructura misma del sujeto y la realización del deseo conduce a la muerte.

De entrada el yo está clivado en un yo placer y un yo real, entre necesidad y deseo. El objeto se constituye en tanto perdido y así relanza el movimiento pulsional.

En 1920 Freud articula a esta vivencia con la pulsión, la pulsión reprimida nunca cesa de aspirar a su satisfacción plena, que consistirá en la repetición de una vivencia primaria de satisfacción.

Todas las formaciones sustitutivas y reactivas y todas las sublimaciones son insuficientes para cancelar su tensión acuciante y la diferencia entre el placer hallado y el pretendido engendra el factor pulsionante. El placer pretendido estaría situado en el mítico instante de la primera vez, el de la vivencia.

Esta diferencia instaurará en el aparato la disposición a desear. El deseo es la ley y la esencia de la realidad. La realidad si nuestra acción es transformadora, tarde o temprano ocurre. El sujeto es idéntico al deseo y éste es verdad. La pulsión es un saber que no contiene conocimiento, es un representante psíquico que habrá que leer. La escritura es el efecto de haber procesado una lectura, aquí se plantea el problema de qué es leer. La escritura tiene rango de eternidad, mientras que el hombre determinado desde sus orígenes por la pulsión de muerte, está muerto antes de nacer y luego muere en cada encuentro con el otro de su constitución.

Estructura sexual, padecerá los efectos de la ley de esa estructura.

Dice toda estructura: "Lo que no es como yo misma, traiciona. Y para no ser traidor en la estructura familiar, sólo se podrá ser: normal, neurótico, perverso o psicótico. Y ahí los límites, cuatro figuras alejadas del hombre es lo que el hombre puede ser en la estructura familiar”.

La heterosexualidad por ahora, sólo una sugerencia del lenguaje, de ninguna manera, posible. Así el niño, crucificado desde el principio entre dos madres que es una madre, vivirá con una mujer partida en dos en su corazón y nunca más podrá juntar su amor con su deseo.


 

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XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
20 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUP CERO

En Tres Ensayos se combatía la creencia burda de que el deseo buscaba un objeto, la confusión radica en identificar persona y objeto.

El concepto de pulsión implica el lugar de la relación del sujeto al objeto.

El objeto es cualquier cosa que sirva como medio para un fin que es la satisfacción. Satisfacción pulsional es igual a la transformación adecuada de la fuente y a la vivencia de satisfacción como la instauración de una primera marca en el aparato psíquico, que posibilitará en éste un movimiento impulsor, posibilitando que el afecto alcance los recuerdos.

El campo psicoanalítico es la oscuridad que une y separa al sujeto
del goce.

El goce sólo puede ser abordado, a partir de su pérdida, la ley prohíbe
el goce como tal. El sujeto es idéntico al deseo y éste es verdad.

El famoso Nombre del Padre es en realidad el nombre de la madre. El padre no existe.

Estuvo por ley, desde el principio, muerto. Así cuando decimos en el principio era el verbo, decimos que en el principio era el rasgo unario, marca de una huella donde la realidad vuelve a ser soberana, desconocida, invisible...

La vida psíquica sólo conoce a la pulsión por sus representantes.

Por ejemplo en la fobia, se reprime la representación y aparece la angustia ligada a un representante. En la histeria de conversión se reprime la angustia y aparece la representación en el cuerpo y en la neurosis obsesiva la represión puede hacer que yo no pueda pensar algo, o que yo no pueda hacer algo aunque lo piense. El obsesivo piensa, incluso se le aparecen órdenes, pero después no las puede hacer, el pensamiento está libinizado y sustituye a la acción. Lo que está cortado es el acceso a la motilidad, de ahí el sufrimiento psíquico del obsesivo, su duda. La identificación es siempre posible antes de toda elección de objeto.

El discurso del psicoanálisis opera como metáfora de lo real imposible, mediante el juego de lo simbólico que supone que el lenguaje está del lado de la ley.

Que el sujeto no sea quien sabe lo que dice, porque pasa que alguna cosa es dicha por una palabra que no tiene, que le salió de la boca sin pensarlo, a esto daremos el orden del inconsciente. El lenguaje es lo que hace agujero en lo real, es por la función del agujero que el lenguaje opera su captura de lo real.

Sólo un analista puede dar giro al discurso que se manifiesta al sujeto como otro, es decir le da la clave de su división. Será el yo, el que se anticipe a cubrir esa falta, no de objeto, sino de ser, es decir el que mediante la inhibición evite el descubrimiento de lo que encubre. La inhibición supone la renuncia a cualquier movimiento que arriesgue la unidad, es decir que implique la repetición de aquello que hubiera dado lugar a una división primera.

Es así como un discurso modela la realidad sin suponer ningún acuerdo del sujeto, no un significado y para otro significante, lo que quiere decir, no para otro sujeto.

Para ir más allá de la consistencia imaginaria y el agujero de lo simbólico, es necesario que lo real produzca en ese anudamiento el verdadero agujero, ese nombre del vacío que nos sostiene como sujetos del deseo inconsciente.

El yo entonces es soporte de una función contradictoria, digamos que aparece clivado y que este clivaje reproduce la oposición entre principio de placer y principio de realidad.

El síntoma es definido por una satisfacción sustitutiva, por transacción, pero el síntoma no es tan placentero, ya que en relación al yo aparece como extraterritorial, es placentero por el lado de la pulsión y displacentero en relación al yo.

Hay una parte donde el yo decide perder una parte de sí mismo antes de perder al objeto amoroso, el objeto libidinal.

Freud al producir la noción de libido subvierte la noción de sugestión y determina que es por el amor, por miedo a perder el amor, el amor de los otros, que el hombre llega a una cierta renuncia de sus propios deseos personales y su realización inmediata, siendo de esta manera el amor, el medio por el cual el ser humano entra en la cultura.


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Todas las identificaciones van a ser posibles después del acontecimiento de la identificación primordial que produce la formación del ideal del yo.

La misma identificación que nos permite constituirnos como sujetos del deseo nos va a permitir, también, identificarnos al síntoma del otro.

Si hay mecanismos de condensación y desplazamiento no hay palabra que sea la pulsión, una fantasía es la escenificación de la pulsión pero ésta consiste en otra cosa.

La pulsión existe en todas las formaciones del inconsciente pero no consiste en ninguna de ellas. No hay palabra que exprese la verdad de la pulsión, esto es, "NO HAY VERDAD SOBRE LA VERDAD".

Sólo conocemos a la pulsión por sus destinos. Amor y odio son atributos yoicos. La pulsión no ama ni odia.

Las pulsiones en tanto que parciales no acceden al objeto, sino cuando se subordinan al yo. No hay armonía, la reproducción misma implica la represión de la pulsión en tanto que pulsión parcial.

La pulsión es representante y no representa nada, es un signo.

El objeto es cualquier cosa que sirva como medio para un fin que es la satisfacción.

Dice Freud toda relación de objeto es un retorno al pasado.

El objeto perdido se recupera en la identificación (homosexual) pierden a su madre, se identifican con ella y se tornan a sí mismo como objeto sexual. Hacen una elección narcisista de objeto, lo que uno es, lo que uno fue y lo que uno desea ser para la madre.

Busca jóvenes a los que amará como la madre lo amó. Ama como la madre (está en su lugar) a otro que es su doble narcisista (está en el lugar del otro).

Cuando nos referimos a una estructura el fin permanece, lo que cambia es el objeto, el lugar de la relación del sujeto al objeto (ésta es la articulación que la pulsión implica).

La verdadera subversión que produce el psicoanálisis en la historia de la humanidad contemporánea, modificará con el tiempo el destino de las civilizaciones, por lo menos, occidentales.

Dice Menassa en este libro "Sé que los lacanianos por no haberse psicoanalizado lo necesario y por consiguiente, haber confundido el inconsciente con lo bajo, la interpretación con lo alto y la transferencia con el amor, han generado una multitud de inmortales, mudos y bastante sordos. Y nadie fue capaz de desenmascarar a los hipócritas, ya que hoy día todos sabemos lo que en aquél momento (1970 en Buenos Aires) sólo algunos poetas y el Grupo Cero sabían, que la sexualidad a partir del 70 no era comienzo de nada sino precisamente un fin de fiesta, como después más de 40.000 nos hicieron saber.
Han creído en el amor en lugar de producirlo.

Han explicado la transferencia

Han aconsejado en falso.

Han confundido la sexualidad, la propia materialidad del inconsciente, con lo que hacen algunos hombre y, en general, las vacas y los perros.

Han hecho religión, dogma, moral, de la única teoría vigente para producir libertad.

El concepto de transferencia es el que sostiene, históricamente la teoría psicoanalítica y es por eso que cuando se altera, disminuye o se deja de imponer el psicoanálisis de los psiocoanalistas o candidatos a serlo, las instituciones se pudren o se degradan hasta tal punto de transformarse en pequeñas o grandes dictaduras o casi peor, en concepciones, todas ellas anteriores a la producción de El inconsciente en la obra de Freud, como ya está pasando en la Internacional y como ya pasó, muy poco tiempo después de la muerte de Lacan en todos los grupos lacanianos de Argentina, Francia, Brasil y España.

Si no se inserta en lo inefable, se descubre el deslizamiento que se ha operado siempre en un solo sentido, para alejar a la interpretación de su principio. Está uno entonces autorizado a sospechar que esta desviación de la práctica, motiva las nuevas metas a las que se abre la teoría.


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La prohibición del incesto no es que su pivote subjetivo, despoja-do por la tendencia moderna hasta reducir a la madre y a la hermana a los objetos prohibidos a la elección del sujeto, aunque por lo demás no toda licencia queda abierta de ahí en adelante.

Esta ley se da pues a conocer suficientemente como idéntica a un orden del lenguaje. Pues ningún poder sin las denominaciones de parentesco tiene alcance de instituir el orden de las preferencias y de los tabúes que anudan y trenzan a través de las generaciones el hilo de las estirpes.

La escritura propone una renuncia, un punto, dejar de ser para que sea el poema.

Se trata de ver a la escritura como mandato social.

La muerte de la muerte es lo que puede la poesía. El poema plantea que hay una relación misteriosa del poeta, del sujeto concreto que escribe y la poesía, una relación con una abstracción, con un ideal, con una marcación, una especie de Ideal del Yo.

La interpretación es un trabajo, que genera como producto algo que no preexistía como tal. Dice Menassa: "Un fin de siglo donde todos nos parecemos en algo. La enfermedad sería que no aguantamos a nadie. No hay psicoanalistas fuera de una cadena de transmisión.

En el movimiento que la Escuela está produciendo en ese sentido, no hay Real sin Realidad.


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ORORGASÍSMICA

Fragmento del libro" MARX o Menos" de Juan Carlos De Brasi, Ensayo libre sobre la economía libidinal del fetichismo

I

Suena a neologismo porque lo es. Sin embargo no lo es tanto, si pensamos lo que una lengua –en este caso la nuestra- pone a disposición de los usuarios y éstos desechan por inopia o simplemente porque atraviesan sus recodos con total despreocupación, con la misma que un transeúnte suele cruzar la calle con el semáforo descompuesto.

Acuñé, o mejor dicho: aglutiné este término para marcar como la cuña metálica (or/o) de la sexualidad (or/gasmo) y sus trepidaciones (sísmica, seísta) está clavada desde hace miles de años en las acciones cotidianas, sus sombrías comedias, en las pulsiones mortuorias que las habitan, el lenguaje y los acontecimientos que las esparcen, a pesar de las criptas que se sueñan inviolables.

Llenas de iconos creen haber capturado para siempre al dios monetario que sólo ha dejado la burla de sus sellos. Él siempre está en otra parte, donde no se lo busca, porque es allí precisamente donde no está. La suya es una adecuación negativa, es decir, una verdadera in-adecuación. Lo que llamamos por comodidad: ley o lugar vacío para que la circulación de lo producido sea posible.

El dinero, sus efigies, las materias en las que cobró diferentes cuerpos de pizarra, sal, cuero, papel, ganado, metales opacos y brillantes.

etc., se halla desde los albores de nuestro pensamiento actual ligado a la sexualidad y la muerte por transfiguración. La sexualización mortuoria, su incorporación para asimilar propiedades benéficas y beneficios a cierto plazo, fue demarcada tempranamente por una zona erógena privilegiada: la boca, tanto en su cavidad como en sus contornos. Allí se acumulaba (moría fugazmente para la circulación) en cantidades limitadas, siendo la cavidad oral uno de los primeros monederos de la humanidad. Una vez más es Aristófanes quién inaugura esa "comedia" donde sexualidad-dinero- muerte, cadena tensa y descolocada, opera en la boca y deriva hacia los roces de los cuerpos. En Las Avispas dos veces Filocleón protagoniza esos avatares encadenados "cuando vuelvo a casa con mi paga y todos en cuanto llego me abrazan por los cuartos y primero mi hija me lava, me unge los pies, se acerca a mí y me besa; y mientras me dice, <papá> trata de pescar el trióbolo con la lengua".

Más adelante, cuando le toca el reparto de sus ganancias, sufre el engaño de su amigo, que acaba en los tribunales, pues, "Luego (Lisístrato) me dio tres escamas de mújol; y yo me las tragué, pues creí que cogía óbolos". Y el monedero se abrocha, con humor (¿cómo se podría celebrar en Grecia algo distinto, exclusivo de los hombres?) en La asamblea de las mujeres, para no dejar escapar un céntimo, a pesar de que lo guardado pierde, va a pérdida inmediatamente. Cremes relata sus desgracias y describe el contenido de su monedero, "vendí uvas y me marché con la boca llena de cobre". Enseguida le avisan que en la boca tiene un peso muerto, pues las monedas de cobre fueron sustituidas por las de plata.

Así se lamenta que "fue desgraciada aquella acuñación". Y es Teofrasto, en sus "Caracteres", quien recalca el erotismo que se juega en la serie monedero-boca-dinero, "la moneda que el cínico obtiene de sus trapicheos, se la mete en la boca". No espero que , por el contrario, ésta ororgasísmica –junto con otras especies- haga fluir el dinero y las pulsaciones bajo las danzas y transformaciones que se dan en las fronteras de las distintas disciplinas. Bordes que no pertenecen ni a unas ni a otras, aunque sea en ellos donde se modifican efectiva y radicalmente.

II

Cogidos en plena alegría, como diría un castellano puro, tomados desprevenidamente, pero viviendo en un total estado de prevención, índice de un estrés indeclinable y de una móvil comunicación persecutoria. No es de extrañar, entonces, que al descontrol de la bolsa le corresponda un estricto control ciudadano.

La bolsa, la bursátil y versátil (de ahí su genericidad sin género), oscila entre la erotomanía, la sismología y un inmenso abanico disciplinario.

Ella paradojalmente, sube y baja, un día aumenta su volumen y otro disminuye su potencia. A veces concuerda con su género (gramatical) y se in-vagina, se ahueca y retrae en sus flujos. Sin embargo no nos apuremos la bolsa no es mujer, es lo que se embolsa lo que una mujer jamás soñó acaparar. Es la erotomanía de un metasigno, de una abstracción total, de una equivalencia general divinizada, plena de "acciones" estratégicas des-erotizadas, calculadas en el núcleo de lo incalculable, sin eros ni ágapes. Por eso descree del rostro y el amor, en sus "operaciones" ambos -con ellos la mujerestán forcluidos. Es anónima, desamorada, y sus bonos no hacen el
"tesoro" de la lengua ni a las boni-ficaciones a que pueden aspirar las "acciones" éticas. Todo el conjunto cabe y le cabe a la misma bolsa, se resuelve en un sistema digital ante el cual los binarismos computacionales, dialéctos sin dialéctica, generan con su constante expectación ávidos espectadores pertenecientes a una rara fauna llamada "tenedores de papeles", como si eso fueran, desechables como los tenedores de papel.

Así es como la Bolsa desecha junto con los bonos a los "bonis"(buenos), a la producción y el trabajo como un mal que debe ocurrir, pero siempre en otra parte, como la otra parte, la maldita de Bataille.

Abruptamente, término insito a sus movimientos, la bolsa se "derrumba" (una dinamitación invisible de provenencia misteriosa ha surtido efecto) "trepida", sujeta a las escalas de Tokio, Frankfurt o New York, "tiembla" (sustituyendo aquellas de Mercali o Richter), se "agrieta" o se "fractura" a la manera de una construcción precaria o de un episodio traumatológico. No hay duda que su lenguaje viaja por cualquier territorio, envolviéndolo como una masa gaseosa, desterritorializándolo, disolviendo sus límites, desconociendo sus particularidades, atacando las singularidades históricas, -sometiéndolas a su "fin", escatología inducida por el dinero contemplándose a sí mismo (narcisismo terminal-financiero)-, internet-ándose y entrometiéndose como un turista al que una agencia de viajes dotó de curiosidades plenipotenciarias.

Algo ronda insistentemente en la bolsa. No se trata de un animal depredador (el zoológico financiero está lleno de ellos) ni de un acechador peligroso, ninguna imagen plástica acierta a definirlo, permanece fuera, se ríe de los intentos por representárselo, de atraparlo en una medida exacta o una previsión atendible. El ruido de los gestos encrespados es la garantía de que no pueda ser oído, ahuyenta lo que no debe ser escuchado. La imprevisión bolsista toma su ley de la "sordina" a lo inaudible (la justicia, la responsabilidad por el otro, etc.)

Entonces ese "algo" irrumpe e interrumpe todas las transacciones, suspende los "síntomas" junto con los bancos y los créditos, desordena las órdenes de mando y de compra, desalienta las adquisiciones y el fragor operativo; así se instala "algo" bajo más abajo (que sólo estuvo arriba en un curioso gráfico que imita montañas y sierras), lleno de bajones insondables que por fin adquiere un nombre temido y a la vez normalizado en su uso: la catástrofe que reúne en sí todos los colores del espectro y la semana en un día cualquiera (por ej. el "lunes negro" de la Bolsa de New York). Catástrofe, término preciso para una desmentida, la de que la "paleta financiera" está en crisis. Este término más allá de su polisemia y su relevancia en la historia de las ideas, siempre estuvo asociado al sentido de una "mediación" y a la orientación dada por un proceso de "crecimiento".

Nada de ello habita en las catástrofes de la bolsa global o de la planetarización mediática. La catástrofe como un fuera de la voluntad, ajenidad descontrolada en la misma consola de control, está ligada al "accidente"-que ocurre despersonalizando de toda crisis-que conmueve a las "Bolsas del Mundo" (!uníos¡) como el terremoto de México removió los cimientos de Tlatelolco. El "accidente" tiende a naturalizar y hacer resignar aquello inevitable, de origen desconocido, pero que sucede y ante lo cual debemos resignarnos.

Los sismos, los deslaves, las espermatorreas, las inundaciones, son las figuras más recurrentes de esta geoteopolítica naturalista a cuya mímesis la bolsa recurre sin descanso.

Juan Carlos De Brasi Psicoanalista
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¿SON HUMANOS
LOS CELOS?

La envidia y los celos constitutivos del psiquismo humano son recuerdos encubridores de un terror verdadero que padecen todas las personas, la amenaza de castración, la detención fatal en un punto donde lo mortal se le impone.

Los celos y la envidia están presentes en todas las relaciones, y en muchas ocasiones agravan todas las situaciones con su presencia, son los compañeros infaltables del amor.

Freud nos explica con respecto a los celos que los hay normales, delirantes, paranoicos. El famoso delirio celotípico lleva al fracaso de toda relación.

Te doy hasta mis ojos pero para que tú tampoco vivas. Para que la vida se vuelque en sentidos que ralentizan y equivoque todos los senderos hasta los pequeños pasos.

“La maté porque era mía”, frase repetida en las crónicas policiales, es una frase que condensa el horror por un mal que se extiende sobre la población. Padecemos en lo social de víctimas y víctimarios. Y a pesar de que las agresiones a las mujeres superan en número a las de los hombres, no es un tema sexista sino que afecta a todos los niveles de la población y aún puede extenderse más como el cáncer, como el SIDA.

No es posible en pleno siglo XXI quedarnos con vanas elucubraciones y una cierta congoja impotente.

Si hoy decimos que la pareja está en crisis no podemos simplificar la situación con el aumento de la violencia en general, porque la violencia generalizada no es una maldición genética sino un efecto.

Las crisis de los hombres y las mujeres, sólos o acompañados, jóvenes o mayores, es un efecto.

Perder la ignorancia también es parte de abandonar el miedo como refugio y causa.

Celos delirantes:

Ellos han vivido juntos veinte años, han tenido hijos, bienes en común, amor en común.

Acuden a consultar porque la relación es ya insostenible según explican con lujo de detalles, aunque ha sido así desde los comienzos ya lejanos. Ella dice que él nunca la ha querido, siempre fue más galante y atento con “las otras”, cualquiera de ellas, que con ella misma. Le achaca conquistas fáciles ante su propia mirada.

Según prosigue ella, las conquistas del marido se han ido sucediendo al infinito.

Ha sospechado de su hermana hace pocos días, en un paseo casual, los encuentra descendiendo de un taxi en una plaza céntrica.

No sirven explicaciones valederas, porque ella tiene la suya y ella “sabe lo que le pasa a él”. Narra sus mañanas atisbando la ventana (desde la que ve el lugar de trabajo de él), tratando de ver quién entra y quién sale, quién se queda... sus llamadas telefónicas a un hombre ocupado, nervioso.

Él dice que está harto de ella y sus sospechas; que la amaba pero el calvario de suspicacias en que han vivido, ha matado, después de veinte años, su amor.

Frente a ella o en privado él niega y reniega de las sospechas. Al principio creyó que las cosas cambiarían, con el tiempo, pero el tiempo no le ha dado la razón.

Piden ayuda para separarse, para deshacer esa falsa realidad común en que viven.

Ella ya no sospecha, afirma. Su delirio, su película personal y delirante se ha afianzado en la sospecha cotidianamente alimentada.

Sus suspicacias se le han vuelto indicios. No tiene paz, padece de insomnio y ha sufrido un “falso infarto”, que atribuye a la visión de su marido acariciándose con la criada. Él le dice con desprecio por saberla descubierta por fin, después de tantos años: “sabes perfectamente que hace años que no tenemos criada”. Y volviéndose para sí mismo masculla, “la asistenta siempre falta y tiene como setenta años”.

Ella no se inmuta e insiste “tú sabes, que sí ocurrió. Lo vi con mis propios ojos”.

Él calla, abate la cabeza, dice, “no hay manera...”

El psicoanálisis de cada uno es la manera de rescatar algo de lo que no fue durante muchos años más que ruinas, excrementos, argamasa de la enfermedad mental.

Es la manera de modificar en sus vidas ese deseo fallido del encuentro con la plenitud vacía inexistente.

Abandonar los significantes neuróticos a su deriva, sin amarre ni destino, producir la ley del deseo, más humana, menos aferrada a lo postrero como herencia indeclinable.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13

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MAGIA, RELIGIÓN Y CIENCIA

Leyendo a Freud: "toda historia de la civilización es una exposición de los caminos que emprenden los hombres para dominar sus deseos insatisfechos, según las exigencias de la realidad y las modificaciones en ella introducidas por los progresos técnicos.

La investigación de los pueblos primitivos nos muestra a los hombres entregados, en un principio, a una fe infantil en la omnipotencia y nos proporciona la explicación de toda una serie de productos anímicos, revelándose como esfuerzos encaminados a negar los fracasos de la omnipotencia y a mantener así a la realidad lejos de toda influencia sobre la vida afectiva, en tanto nos es posible dominarla mejor y utilizarla satisfactoriamente.

El principio de la evitación del displacer rige la actividad humana hasta que es sustituida por el de la adaptación al mundo exterior,
mucho más conveniente al sujeto.

Paralelamente al dominio progresivo del hombre sobre el mundo
exterior, se desarrolla una evolución de su concepción del universo, que va apartándose cada vez más de la primitiva fe en la omnipotencia y se eleva, desde la fase animista hasta la científica, a través de la religiosa.

En ese conjunto entran el mito, la religión y la moralidad, como tentativas de lograr una comprensión de la inlograda satisfacción del deseo".

 Las ciencias del hombre no existen, pero sí podemos rescatar en Freud qué, como sujeto de las ciencias, historializa el pensamiento.

Habrá que construir en cada uno, un sujeto de la lectura, y eso lo produce la lectura como producción, ya que el sujeto de la lectura
es un sujeto de las ciencias, en base a que la lectura como producción es base material de la transmisión. Y el deseo de transmisión es el deseo de formación de cada candidato a serlo.

Antes de Freud, el saber estaba asociado al conocimiento, pero el pasado no existe, sino desde la construcción (el método psicoanalítico es interpretación-construcción). El pasado se produce pero desde el presente, y esto lo permite la interpretación.

El deseo es la interpretación, y no hay deseo sin pulsión. Freud nos habla de Pulsión (Trieb). Éste fue mal traducido por Instinto (Instink).

El Instinto es un intento de clasificación que utilizaron algunas doctrinas, para volver a un equilibrio normativo con el mundo, volver
a una moral natural e imponer una regulación genital. El instinto
es una definición dada exclusivamente desde lo imaginario (relativo a la imagen), lo imaginario de los sentidos, pero sabemos que los órganos perceptuales son engañosos y dejan al sujeto de la experiencia fuera del proceder psíquico del pensamiento, al no producir transformación del investigador en el proceso de investigación, no hay sujeto. Sólo reina la personalidad en el campo del humanismo, es decir fuera de lo científico.

El pensamiento se produce (no es innato o natural), interviniendo
en su producción una compleja articulación de mecanismos psíquicos.

La pulsión es un concepto novedoso, que trabaja el equivoco. La
pulsión plantea plasticidad y límites, ya que hay una posición fundamentalmente conflictiva del hombre en lo tocante a su satisfacción como tal. Tanto es así que ni el placer ni las tendencias organizativas, unificantes, eróticas de la vida, bastan en modo alguno para hacer del organismo vivo y de las necesidades de la vida, el centro del desarrollo psíquico.

La pulsión es un concepto metapsicólogico, el instinto es psicológico.

El Instinto siempre es un conocimiento que no implica
saber, que no comporta ningún saber (el animal no sabe, tiene ese
conocimiento instintual que le permite sobrevivir). La Pulsión es
un saber que no comporta ningún conocimiento, es una articulación significante.

En la magia y en la religión no hay transmisión de saber y la verdad sólo se conoce como revelación, no hay sujeto, están el chamán, dios, de modo que la verdad no aparece sino como causa
final, en el sentido de que es trasladada a un juicio del fin del
mundo. En la magia solo se busca la eficacia, no se pregunta como ocurrió. La magia y la religión ocultan el trabajo, hay conocimientos, no hay saber.

El religioso le deja a Dios el cargo de la causa, pero con ello corta su propio acceso a la verdad, con lo cual remite a Dios la causa de su deseo, haciéndole el objeto del sacrificio. Se instala aquí la verdad en un estatuto de culpabilidad, resultando de ello, una desconfianza para con el saber, ya que tanto el sentimiento de superioridad como el de inferioridad son sentimientos de culpa inconsciente y la correlativa necesidad de castigo que observamos con tanta claridad en algunos sujetos.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
Madrid: 91 883 02 13

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IMPLANTES.
ESTUDIOS PRELIMINARES

La realización de un plan de tratamiento adecuado en la rehabilitación con implantes debe incluir un estudio prequirúrgico detallado, en el que intervengan de forma muy activa todos los miembros del equipo implantológico: el prostodoncista, el cirujano, el radiólogo y el técnico de laboratorio. Una historia detallada y unos estudios clínicos y radiológicos minuciosos son elementos fundamentales en la planificación prequirúrgica.

El plan de tratamiento a seguir está condicionado por el tipo de restauración protésica indicada para el paciente. Según el tipo de rehabilitación a realizar, será esencial valorar la posición y angulación de las fijaciones.

Respecto a la primera, es fundamental que los implantes no queden situados en espacios troneras ya que alteran la estética y dificultan la higiene del paciente. En cuanto a la angulación, es importante eludir la utilización de pilares angulados, sobre todo en el sector anterior.

La planificación clínico-radiológica evitará muchos problemas, tanto en el momento de la intervención quirúrgica como en el de la realización de la prótesis implantosoportada. Por eso deben considerarse aspectos determinantes, derivados de:

- La exploración clínica.

- El encerado diagnóstico.

- La exploración radiológica.

En la exploración se estudian las características de los tejidos duros y blandos del lugar donde se colocarán las fijaciones.

El encerado diagnóstico debe ser especialmente minucioso, ya que será una aproximación lo más exacta posible al tipo de prótesis que llevará el paciente en el futuro.

Una vez tomadas las impresiones del paciente y vaciados los modelos, se toman los registros intermaxilares y se realiza un encerado diagnóstico. Posteriormente se realiza una prueba de dientes, en la que se recoge información sobre la dimensión vertical, relaciones intermaxilares, forma de los dientes y estética facial, prestando especial atención al perfil del paciente y a la línea de la sonrisa.

El resultado del encerado diagnóstico indicará el tipo de restauración final a realizar en el paciente. Una vez tomada esta decisión se diseña la férula radiológica, utilizando un material de contraste como el bario.

Posteriormente se realiza un TAC al paciente en el que obtendremos
cortes panorámicos y oblicuos, obteniendo una información muy precisa de la morfología ósea, tanto en altura como en espesor. Además, la utilización de la férula nos aporta datos fundamentales de la relación entre los implantes y el hueso, conociendo cual será la situación y angulación de las fijaciones dependiendo de la anatomía del paciente.

La odontología es una ciencia en crecimiento continuo, Clínica Dental Grupo Cero se renueva con la ciencia y a partir de ahora ofrece a sus pacientes tratamientos implantológicos.

Consúltenos al respecto, le sorprenderá lo que la odontología moderna puede hacer por usted.

Fabián Menassa de Lucia. Odontólogo
Madrid: 91 548 01 65


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