ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 83

EL DESEO EN FREUD Y LA TRANSMISIÓN EN PSICOANÁLISIS EL DESEO, LA VIDA Y LA MUERTE PSIQUISMO U APARATO CIRCULATORIO - LA IRA-
CUESTIONES DE TRABAJO MAGIA, RELIGIÓN Y CIENCIA (III) SABIA USTED QUE...
XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO REPRESIÓN CLÍNICA DENTAL GRUPO CERO
PSICOANÁLISIS Y MEDICINA DEPARTAMENTO DE CLÍNICA PSICOANALÍTICA GRUPO CERO EN LA RADIO

Madrid, 18 de octubre de 1989

CARTA ABIERTA A LA ESCUELA DE PSICOANÁLISIS
GRUPO CERO:
Psicoanalistas, Profesores, Coordinadores y
Alumnos.

He tenido el honor de haber sido nuevamente elegido para abrir una nueva temporada de pensamiento en la Escuela y, esta vez, he pensado concretamente en los diferentes motivos por los cuales volvería a ser nuevamente seleccionado para inaugurar la nueva temporada, que tiene el sabor de fin de década y de apertura a los grandes festejos de la década del 90 que, como en todos los siglos que nos anteceden, en tanto a los festejos, me imagino que por haber llegado, los hombres van proyectando y legislando los modos de vida del siglo siguiente.

¿No fue acaso en la última década del siglo pasado donde se dio comienzo a una nueva lectura de la realidad del sujeto que hizo que en este siglo, que agoniza, el hombre conociera el fondo del horror?

Debo reconocer que hoy no quiero extenderme en lo que todos conocemos, al menos por el hecho de padecer, sino que preferiría abocarme con todas las intenciones sobre lo enunciado.

Según Freud, el Deseo Inconsciente es vértice de todo diagrama posible para lo psíquico.

Toda instancia es dibujada por el deseo. Deseo que programa grandes triunfos y fracasos horribles en plena sombra.

Su habilidad es desplazarse, condensarse, hacerse humo, partirse en mil pequeños pedazos, aparecer y desaparecer permanentemente, transmutarse permanentemente para no ser hallado y en muchas ocasiones para ser del orden de lo no realizado.

¿Cómo atrapar un sentido? alguien se preguntará y ¿cómo decirle a la víctima, me pregunto yo, que la vida no tiene sentido sino aquél, sencillo, de buscar lo imposible?

Lo que no se puede tener aunque se encuentre.

Porque lo posible de ser hallado resume el gran descubrimiento freudiano pero no la vida del sujeto, ni siquiera su realidad, y se denomina Interpretación Psicoanalítica.

Método, modo de apropiarse, para sus transformaciones, de la realidad del inconsciente que en definitiva es una construcción donde se articulan secuencias de interpretaciones y, aún, el famoso fantasma francés (fuera del orden del significante) no entra dentro de la historia del sujeto, su propio cuerpo, sino bajo la forma de interpretación psicoanalítica.

Y si la interpretación habrá de ser palabra o acto, es una encrucijada de los antiguos. Después de Marx, el concreto de pensamiento es palabra y es acto al mismo tiempo, se trate de una bella interpretación o de un lúcido acto.


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Los hechos no existen, la razón es obtusa, los sentimientos son siempre infantiles, el dinero es equivalente simbólico de la caca, por lo tanto del pene y de los niños, el amor casi no existe, la mujer apenas y el hombre ha fracasado, por lo menos sus revoluciones, este siglo.

El deseo inconsciente es inmortal, dice Freud, para decir algo pero eso, claramente, no quiere decir como piensan algunos psicoanalistas que una vez proclamado el deseo se vuelve inmortal el psicoanalista, sino que Freud, de manera sencilla y magistral, nos dice en esa frase que no hay vida posible sin deseo inconsciente.

A saber: la falta del Deseo inconsciente hace imposible toda teoría sobre el sujeto.

La misma muerte tiene que ver conmigo, dice Freud, padezco como sujeto una pulsión que la representa y es desde aquí de donde se desprenden con claridad las posibilidades que el método psicoanalítico tiene como futuro en el orden del cuerpo, léase, medicina, y en el orden social, léase, política.

El tiempo presente es el tiempo de la realización del deseo inconsciente y creo que buscarle cuatro patas al gato, que las tiene, no ha de hacerme sospechoso de una sagaz inteligencia.

Diré que el Deseo sólo se hace presente frente a la fórmula de psicoanalista presente.

Es relativamente fácil pensar que sin la presencia del psicoanalista, su propio cuerpo como tal, no hay deseo inconsciente.

El Deseo inconsciente es la interpretación psicoanalítica.

Más que metáfora radiante de lo otro, desviación primordial, pedacito volante que no busca su lugar ni ser hallado, sino sencillamente desplazar el sentido para que no lo haya.

Hasta aquí y en ciertos sentidos articulado, Freud habla de una transmisión posible en psicoanálisis, es el Deseo lo que se transmite.

No sólo la clínica, sino que sobre todo la teoría se construye articulando secuencias de interpretaciones.

La teoría es clínica quiere volver a decir que sin psicoanalista no hay deseo inconsciente.

Sin interpretación no hay realidad psíquica.

Y yo soy ese psicoanalista presente que hubo para que fuera posible la construcción de lo psíquico que, como tal sujeto, lleva por nombre a quienes me dirijo, Psicoanalistas, Profesores, Coordinadores y Alumnos de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero, a quienes hago responsables de la trampa en la cual, en apariencia, con tanta tranquilidad, caigo.

Caer es errar y errar, a veces, como un vagabundo, es cuestión del deseo inconsciente y yo, si algo tengo que ver con eso, tengo que estar ahí errando, poniendo mi propio cuerpo como límite al goce todo del simple hablar, que no deja de ser otra enfermedad.

Y caigo sin vergüenza porque no es el cuerpo el que teme a las palabras, sino que son el alma pura, el pensamiento ingenuo, los que temen la irrupción del cuerpo, la caída, el sencillo errar, el hablar por Otros, la interpretación. El poema.

Y si yo mismo estuve allí cuando la fundación, coordinando al grupo de arriesgados científicos y poetas que se animarían a fundar una Escuela de Psicoanálisis, en una ciudad donde no existía el inconsciente.

Sin ir más lejos, en el año 1976 (época de nuestras primeras conferencias), las viejas comentaban que esa palabra la había

sacado Franco del diccionario y los periodistas al escribirla siempre, en principio, cometieron errores.

Y si yo mismo estoy aquí festejando la décima convocatoria a nuestro Seminario sobre la obra de Sigmund Freud, cayendo en la trampa de cuya única salida, la interpretación, se me ha hecho responsable, habrá de querer decir que más allá donde cada uno de ustedes, para recorrer en buen estado el camino, se vaya consiguiendo un psicoanalista personal y que, por otra parte, la Escuela tendrá sus propios psicoanalistas, el psicoanalista de la cuestión Cero soy yo.

CURSO DE INTRODUCCIÓN
A LA MEDICINA PSICOSOMÁTICA

INTRODUCCIÓN
. SIDA
. AFECCIONES CARDIOVASCULARES
. ENFERMEDADES DIGESTIVAS
Comienzo: Viernes, 7 de octubre, 14,30 hs

Informes e inscripción:
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Y no salgo de la trampa por decirlo, sino que me sumerjo en ella.
Porque la cuestión Grupo Cero es psicoanálisis pero también es poesía y es por eso que no quisiera molestarlos hoy con mis reflexiones, pero haberme elegido para que os inaugure en un saber que precisamente, por no sabido, es que se sostiene, no habrá sido simplemente para demostrar que una palabra al ser dicha cae automáticamente en el vacío de lo no dicho, ni siquiera para demostrar que en la trampa del inconsciente todo ser parlante cae.

A mi entender han tratado de averiguar si algo en mí se ha modificado esta última década y entonces os diría que el “Todo para todos”, de hace diez años se ha transformado en “Algo para quien sea capaz de producirlo” y así, estaremos todos mucho más cerca de la enseñanza freudiana.

Abriendo, ahora, delicadamente la cuestión, Freud aconseja psicoanalizar ciertos prejuicios antes de entrar en la teoría psicoanalítica, haciendo como hacemos, forzando las palabras, podríamos decir que la teoría psicoanalítica es sólo para personas que se psicoanalizan.

Y no habríamos exagerado mucho la frase de Freud que en última instancia donde él la pronuncia es para llamar la atención sobre los problemas sexuales inconscientes del candidato a conocer su obra.

Realidades inconscientes, dice Freud, que operarían de resistencia a la comprensión saludable de los textos psicoanalíticos.

Posiciones narcisísticas del sujeto que lo llevan hasta la exterminación de una frase o su contraria, por no poder soportar lo que esa frase anuncia para él mismo.

En pocas palabras, aquietada la envidia, dominado el asco por la existencia en el mundo de otras personas además de mí mismo, elaborado un gran porcentaje de los celos como deseo y aceptado que aunque lo conozca todo, que es imposible, no lo podré tener.

Recién, ahora, dice Freud, podré dejarme llevar por la mano del inconsciente en los textos psicoanalíticos.

El deseo en Freud tiene que ver con la transmisión del psicoanálisis en la fórmula sencilla que ya podemos decir sin ignorancia: El deseo en Freud es la transmisión del psicoanálisis.

Una fórmula sencilla abierta a la polémica y abierta también a miles de frases posibles de ser articuladas en la falta de sentido del deseo.

En la falta de sentido de la vida del hombre moderno, a menos que el sentido sea buscar la felicidad que es imposible y de hallarla no estaríamos preparados para gozarla más allá de nuestro deseo.

Deseo inconsciente que funda y regula toda nuestra actividad en sucesos del lenguaje, para decirlo con mayor certeza, la vida del sujeto condensada en un hecho de las palabras entre sí.

El sujeto no es ninguna de las palabras sino el puente indeciso de sus conjugaciones.

El psicoanalista al igual que el poeta es un diestro sin manos, sus voces son instrumentos de alguna de las formas de lo Otro.

A esta altura cualquiera de vosotros podría intentar decir que una teoría así merece ser vivida, pero es precisamente de eso de lo que quiero hablar antes de cerrar este latido para que dé comienzo la temporada.

Sería conveniente que se vayan curando de esa intensa pasión por vivirlo todo ya que todo, si del psicoanálisis se trata, tiene sus límites en los límites propios de una conversación, donde si bien se me podría decir que ambos participantes de la conversación padecen de lo mismo (los efectos inconscientes en el simple hablar) a mí se me ocurre que el mismo padecimiento es llevado a cabo en diferentes estilos.

Uno es el psicoanalista, otro el psicoanalizando.

Uno compra, el otro no tiene para vender sino su tiempo.

El riesgo lo corre siempre el psicoanalista, el que paga es el que se psicoanaliza.

Cuando la conversación finaliza, el psicoanalista, en general, sigue siendo psicoanalista.

Lo que no queda de ninguna manera asegurado es que el que se psicoanalizaba al finalizar quede transformado en psicoanalista.

Quiero dejar claro que, para desear y transmitir, no ha de alcanzar la sencillez del habla ya que si bien por ésta entramos en el juego, el habla no es historia a menos que la escriba y ella misma, por serlo, ya estaba escrita.

Miguel Oscar Menassa
Director de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero

La visionaria. Óleo sobre lienzo 60 x 60 cm.
Miguel Oscar Menassa


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ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUPO CERO

SEMINARIO SIGMUND FREUD
XXV CONVOCATORIA

REITERAR ES EDUCAR

La Escuela de Psicoanálisis GRUPO CERO abre la XXV convocatoria del Seminario "Sigmund Freud".

El Seminario será impartido por Miguel Oscar Menassa, Director de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.

La Escuela cumple, en la temporada 2005 – 2006, UN CUARTO DE SIGLO al servicio de la salud, la cultura y el conocimiento. Ahora, 25 años después de la primera experiencia, el poeta Miguel Oscar Menassa, Director de la Escuela, impartirá todas las clases de dicho Seminario.

La clase inaugural: ‘Teoría del inconsciente’, será el lunes 17 de octubre de 2005 a las 19:00 horas y el jueves 20 de octubre a las 19:00 horas (Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero. C/ Duque de Osuna, 4).

ENTRADA LIBRE

1981-2006. Escuela de Psicoanálisis y 1981-2006. Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero. UN CUARTO DE SIGLO (25 años) al servicio de la salud, la cultura y el conocimiento.

ABIERTA LA MATRÍCULA:

Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero
C/ Duque de Osuna, 4
28015 - Madrid
Tlf: 91 758 19 40
www.grupocero.org

CUESTIONES
DE TRABAJO

 

 

Hay preguntas del trabajar de los psicoanalistas, que no entrañan acuerdos sobre la técnica.

Preguntas sobre la abstención, sobre cuidar la posición, cuando en realidad es la posición la que sostiene al psicoanalista; ni hubo ni habría acuerdos alrededor de criterios terapéuticos porque es la posición la que sostiene al psicoanalista, él no tiene que cuidar de la posición, sino de su propia formación. En cuanto a los criterios terapéuticos no es que los haya como tales cuando lo que está en juego es la ética del deseo, la ética del psicoanálisis, está en juego la pregunta sobre si se ha actuado conforme al deseo que habita ese lugar del psicoanalista.

Se plantean cuestiones del trabajar. Algunos psicoanalíticos han llegado a pensar que no estar estructurado es lo psicoanalítico.

Tampoco se trata de que menos estructurado es más psicoanalítico, sino que lo que se trata de transformar es la posición frente al saber, que no hay saber predigerido, que no se trata de lo sabido ni de la acumulación de saber, una vez que transformo el saber en conocimiento, otra vez me quedo sin saber porque no me lo puedo guardar como saber pues el saber siempre del Otro; o sea que no es posible que le pueda dar mi saber a otro, que cada uno tiene que hacer su camino, su recorrido,
su lectura; trabajar que es categoría principal del Psicoanálisis, es la única forma de construir el camino de mi proceso inconsciente de la realidad.

Interpretar implica escuchar, tener en cuenta las formaciones del inconsciente, su dimensión es significante y por lo tanto hay también anterioridad significante, en la interpretación se juega toda la complejidad humana.

Cuando Freud, tan exquisitamente, escucha al Hombre de las ratas, escucha su anterioridad significante. El Hombre de las ratas dice: mi madre me prohibe la elección de esposa que he realizado.

Freud escucha su anterioridad significante y, en realidad, el que le ha prohibido eso es el padre, pero no como pronunciado, como prohibida la elección sino como la anterioridad significante donde el padre del sujeto estuvo en una encrucijada significante, por lo cual el Hombre de las ratas no era heredero de situación de su padre sino que era un testimonio vivo de esa situación de su padre ya que el padre fue expulsado del ejército eligió casarse con la madre del sujeto por motivos económicos.

Esa cadena significante era la anterioridad significante de esa situación puntual. Cuando se diferencia interpretación de análisis, se puede ver que el psicoanálisis es la historia de las interpretaciones.

La confusión entre “analizar e interpretar”, la confusión de transferencia y contratransferencia nos revelan también que el psicoanalista se mueve en una dimensión especial de la palabra, donde los conceptos psicoanalíticos no se “entienden ni se capturan”, sino que se articulan. Que no permiten ser imaginarizados sin dejar de ser conceptos.

El tema de los desvíos y a la vez la cuestión de la posición del psicoanalista nos lleva a que la práctica no puede ser tomada como tal si se desconocen los conceptos que la fundan. Y los conceptos que la fundan no admiten ser vulgarizados, hay que dejarse trabajar por los conceptos; no simplemente imaginarizarlos para embarcarse en un desvío, en el cual los interrogantes se colocan en un lugar diferente al de la dimensión de los conceptos.

María Chévez. Psicoanalista
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XII CONGRESO INTERNACIONAL GRUPO CERO
20 AÑOS DE LA FUNDACIÓN DE LA
ESCUELA DE PSICOANÁLISIS Y POESÍA GRUPO CERO

 

Alejandra Menassa de Lucia.
Psicoanalista-Médico
especialista en Medicina Interna
Madrid: 91 758 19 40
 

 

PSICOANÁLISIS Y MEDICINA

Vicente Aleixandre, en su discurso de recepción del premio Nobel nos dice: el poeta está lleno de sabiduría, pero no puede envanecerse, porque quizá no es suya: una fuerza incognoscible, un espíritu, habla por su boca: el de su raza, el de su peculiar tradición. Con los dos pies hincados en la tierra, una corriente prodigiosa se condensa, se agolpa bajo sus plantas, para correr por su cuerpo y alzarse por su lengua. Es entonces la tierra misma, la tierra profunda la que llamea por ese cuerpo arrebatado.

Menassa, en el Segundo Congreso Grupo Cero de Poesía y Psicoanálisis, en una ponencia que llevaba por título La cosa de la carne, nos acerca las siguientes palabras acerca del cuerpo: Muchacho, muchacho, tú piensas así porque eres de carne... la mujer, muchacho, no ama la carne... ¿a quién se le puede ocurrir amar la carne, que es algo que se pudre? La carne se reprime, se oculta, se maltrata, la cosa busca causa, errar, abrir caminos. Y en el segundo manifiesto Grupo Cero podemos leer: Impiedad, pura impiedad para quien confunda nuestra carne con los ensangrentados bofes que resucitarán, se cree, con la fornicación.

Me detengo para preguntarme ¿Por qué este comienzo? me habré querido acompañar de un poeta que reconoció la existencia del inconsciente, y se dejó escribir, de uno de los mejores poetas en lengua castellana, y de otro poeta, al que convoco aquí más como psicoanalista y médico que como poeta, a ambos con la intención de decir que el cuerpo es de palabras, es un cuerpo pulsional, libidinal. Ante la pregunta de si es posible hacer medicina sin tener en cuenta al sujeto psíquico, sin tener en cuenta el descubrimiento freudiano, la respuesta es que no es una medicina del siglo XXI.

¿Cómo se entiende que un paciente con SIDA, recibido en la consulta casi al borde de la muerte, resucitado por el tratamiento, que después de nueve años del inicio del mismo, y estando en perfectas condiciones de salud, decide repentinamente dejar el tratamiento? Ante los ojos atónitos del médico, interrogado sobre por qué este cambio radical de opinión, y preguntado sobre su estado de ánimo actual, ya que había estado anteriormente diagnosticado de depresión, responde: No estoy deprimido, lo estuve, pero ya no lo estoy. Esto no es un intento de suicidio.

La escucha psicoanalítica lee, puesto que sabe el valor de una negación y su repetición: Esto es un intento de suicidio, estoy deprimido, y la última lectura que produce su aparato teórico es: A alguien quiero matar en mí. El melancólico no es un suicida exactamente, quiere matar en él al objeto perdido, con el que se ha identificado, al objeto perdido incorporado a su yo. Y este caso, no es un caso aislado, actualmente la primera causa de fracaso del tratamiento del SIDA es que el paciente no se toma bien el tratamiento, es un problema en el que no puede obviarse que están implicadas cuestiones psíquicas del sujeto, y que además solo son modificables en análisis. Quizá en ese momento podría frenarle la pregunta ¿a quién quiere usted matar? Una depresión no psicoanalizada, según múltiples estudios, es la base de multitud de enfermedades orgánicas: cáncer, por inmunodepresión del sistema inmunitario, fallo de la inmunovigilancia y burla del sistema por parte de la célula tumoral, infartos de miocardio en pacientes jóvenes sin ningún factor de riesgo cardiovascular, enfermedades autoinmunes, y la depresión no tiene por qué ser el cuadro florido de continuo

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llanto, insomnio, pérdida de apetito... a veces, ante la no coincidencia de un ideal con la realidad, surge simplemente una especie de desencanto, se empiezan a hacer las cosas con menos ganas, la depresión ha instaurado su reinado.

Psicoanálisis y Medicina es Psicoanálisis. Cuando la Medicina se lleva al Psicoanálisis, se está haciendo Psicoanálisis, cuando el Psicoanálisis se lleva a la Medicina, se está haciendo Medicina. Un médico con el instrumento psicoanalítico no deja de ser un médico, añade al ojo clínico la escucha analítica, una escucha que va más allá del discurso manifiesto del paciente, escucha además el deseo que lo sustenta, donde la medicina clínica, no tendría el sentido de poner lo oculto al alcance de los que no tienen acceso a ello, sino hacer hablar a lo que todo el mundo ve sin verlo.

Que el sentimiento de culpa inconsciente haga que el sujeto prefiera mantener su enfermedad orgánica como castigo para aliviar esa culpa, repercute de lleno en los fracasos estrepitosos, en un paciente determinado, de un tratamiento que habitualmente es eficaz para una enfermedad concreta. Y eso sólo se resuelve en análisis.

Que a veces la enfermedad es la única defensa posible del sujeto, que ante su catástrofe psíquica, resuelve enfermándose, eso, perdonen la insistencia, sólo es posible de transformar en análisis, porque si curo al paciente sin prepararlo primero para la salud, en realidad lo hago enfermar de otra cosa.

Que enfermedades consideradas clásicamente como psicosomáticas, el asma, la úlcera, la psoriasis..., son enfermedades que nos hablan precisamente de la imposibilidad de separar lo psíquico de lo somático. El psicosomático no puede creer que eso que le pasa es psíquico, no puede creer que en él se jueguen fuerzas que escapan a su control, y sin embargo es el ejemplo vivo de que esto es así, es una máquina de transformar psíquico en somático, todo lo psíquico lo resuelve haciendo somático. Se trata de construir en análisis un sujeto que ya no precise la enfermedad para ser.

Me doy cuenta que esta ponencia también es mi propio psicoanálisis, y a la vez la manera de dar cuenta de cómo me ha sido transmitido el saber psicoanalítico, y eso me hace temblar, infinitas veces me sentí interpretada en la lectura de los textos del Grupo Cero, si fue así es porque los textos están escritos por para candidatos a psicoanalistas.

Desde muy antiguo la medicina se ha propuesto curar, si curar fuera imposible, aliviar, y si ninguna de las dos cosas es posible, consolar, pero quizá hay patologías donde la medicina tira la toalla demasiado pronto, y se renuncia a la cura y al alivio del paciente para limitarse a consolarlo, y esto no sucede solo en las enfermedades que no tienen un tratamiento médico eficaz, también sucede en enfermedades crónicas que la medicina considera como incurables, aunque las mantiene a raya con el tratamiento. Pero las certezas no se deben buscar en las sensaciones del artista, sino en los principios del arte, tenemos la realidad que somos capaces de concebir, si no conozco una enfermedad, nunca podré diagnosticarla, y si no conozco una opción terapéutica determinada, nunca podré utilizarla o recomendarla, este es muchas veces el caso del psicoanálisis, a veces basta una escucha donde el paciente no sea un enfermo de aquello de lo cual la medicina le acusa, sino simplemente un sujeto en análisis.

En medicina, el objeto de deseo del médico y del paciente es el diagnóstico de la enfermedad, así, el diagnóstico, transforma un estado indefinido en una afirmación al modo de: usted está deprimido y la depresión es una enfermedad, usted es alérgico, y la alergia es una enfermedad. En medicina, teoría, método y técnica se suceden, por eso que el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento son tres momentos diferentes. En psicoanálisis, ya no se trata de diagnosticar, en tanto el anudamiento de teoría, método y técnica, permite que diagnóstico y tratamiento sean una misma cosa, en tanto tratar es diagnosticar.

Por esto, padezca la enfermedad que padezca el paciente, al psicoanálisis sólo le interesa analizar, es decir, producir un sujeto.

 

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Hay un sujeto que solo se constituye en la experiencia analítica, que sólo acontece cuando el sujeto habla sin saber, cuando acepta que hay un saber que no radica en su conocimiento, sino en el hecho de ser un sujeto hablante, un sujeto deseante, es decir, cuando se encomienda a la deriva del lenguaje.

No debe ser casualidad, Freud era médico, médicos eran los seis miembros fundadores del Grupo Plataforma, antecedente del Grupo Cero. No es sólo la opinión de algunos médicos, que piensan el psicoanálisis como una intromisión, y que sostienen que no hay nada en el campo médico en lo que pueda entrometerse el psicoanálisis, que por otro lado, no reúne las condiciones de objetividad que proporcionen una garantía apropiada al tratamiento y/o a la curación de las enfermedades que padece el ser humano actualmente. Por otro lado, muchos psicoanalistas no quieren tener nada que ver con la medicina, que en realidad sostienen que la medicina que toca el psicoanálisis, es la mancha que el psicoanálisis arrastraba desde su fundación, en tanto había nacido para curar, y después, al transformarse en una teoría científica, padecía aún de aquella mácula. ¿Qué psicoanalista actualmente, a pesar de las pretensiones teóricas del psicoanálisis, no quiere curar cuando trabaja, no tiene ambiciones de curar cuándo practica el psicoanálisis? Freud, con sus primeras histéricas, utilizaba el método catártico, se sustentaba en la teoría del trauma y la técnica que utilizaba era la hipnosis, el método catártico suponía que una vez que el paciente verbalizaba el supuesto trauma, curaba, y realmente, hablar cura, mueve el síntoma, así Freud observaba cómo con este método podían ceder las parálisis histéricas, pero quedaba íntegra la capacidad de enfermar de la histeria, no se trata únicamente de hablar, se trata de hablar en transferencia, bajo la escucha analítica, por eso que poco a poco Freud va fundando una nueva teoría, la teoría psicoanalítica, de la que se desprende un nuevo método, que es la interpretación-construcción, y una nueva técnica, la asociación libre en transferencia, pero que el método de interpretación haya relevado al método catártico no quiere decir que lo haya aniquilado, la catarsis está también presente en todo análisis, en ese sentido, en análisis también se producen actos médicos, aunque decimos que la cura en psicoanálisis no es la meta, el fin, sino que es un beneficio extraordinario, es decir, que como se construye otro sujeto, con otra posición en el mundo, éste ya no necesita estar enfermo para hablar, deja de decir con el síntoma para decir con las palabras. No se puede caer en esa idea postmodernista que intenta disolver las distancias entre salud y enfermedad, lo único que tienen en común la salud y la enfermedad es que son los mismos mecanismos los que me permiten estar sano y los que me enferman, pero después todo lo demás es diferente, ante el dolor, el médico tiene una condena, si hay dolor tiene que intervenir, y el dolor además es una cosa del cristianismo. El dolor no es bueno, no es ni siquiera humano. Un humano puede vivir toda su vida sin sentir dolor. El paciente viene dolorido, apesadumbrado, hace seis meses que está en un rincón del cuarto de baño sin poder salir a la calle. Eso es dolor, uno tiene que ir a liberarlo, eso es enfermedad. Frente a esa persona, yo soy sano, si yo fuera a verlo y no me sintiera sano, él nunca querría salir del rincón del baño donde está.

Freud comienza su investigación allí donde la medicina no puede llegar, donde el desconocimiento puede llegar al maltrato (la histérica tratada como fingidora, el hipocondríaco sometido a un montón de pruebas innecesarias...), donde la medicina deja de entender el sentido del síntoma o cree que éste no tiene sentido, el síntoma aparece como un jeroglífico para el que el médico no conoce el dialecto necesario para descifrarlo, cosa que viene a hacer el psicoanálisis, hasta el delirio más desorganizado, tiene un sentido, tiene un núcleo de verdad histórica, nos
dirá Freud, es decir, tiene que ver con la historia de deseos del sujeto. El síntoma en Freud va en el sentido del reconocimiento del deseo. Deseo disfrazado, ilegible sin análisis, sin transferencia.

El psicoanálisis genera una nueva realidad, y en esta realidad, ya no es necesario el síntoma. Aquí es fundamental señalar que el tiempo en psicoanálisis no es el tiempo cronológico, no es el tiempo del reloj, es el futuro anterior, el tiempo histórico, porque si nos quedamos en el primer Freud, en la teoría del trauma, si el pasado realmente determinara la enfermedad actual, cómo hago para modificar la enfermedad.

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En psicoanálisis se dice que los hechos no son hasta después de ser interpretados, eso quiere decir que cuando hago una interpretación, se modifica retroactivamente el pasado y el futuro, algún día se producirá una frase y esa frase será el padre del sujeto, consigo construir un padre donde no lo hubo. El psicoanálisis, a veces cura antes de la primera interpretación, sobre todo las afecciones orgánicas que tienen un origen psíquico, con el establecimiento del contrato entre el paciente y el analista se genera la transferencia, desde ahí, el paciente ya no tiene la necesidad de enfermar su cuerpo, porque enferma el cuerpo de la transferencia, puede insultar con tranquilidad a su analista sin recibir castigo, puede amar y odiar sin necesidad de entregar la vida en esos dos gestos.

Historia de deseos, cuerpo no instintual, sino pulsional, nada en el sujeto es instinto, nada es innato, todo se aprende en el seno del lenguaje, si no cómo se entiende que una función tan elemental como la nutrición, deje de ser instinto en el hombre, para ser pulsión, trastocado por la palabra, por el goce y por el deseo, no se pueden comprender la anorexia ni la bulimia sin tener en cuenta lo psíquico.

Y hablamos de un psíquico particular cuando decimos psíquico, hablamos de un psiquismo inconsciente, como decía también otro poeta, Goethe, en lugar de vivir somos vividos por poderes ignotos e invencibles. Y cuando trasladamos esto a la medicina psicosomática, la relación que establecemos no es la de una enfermedad orgánica que tenga secundariamente una repercusión sobre lo psíquico, no es que el paciente está deprimido porque tenga cáncer, sino que porque estuvo muchos años deprimido, ha desarrollado un cáncer, hablamos de lo psíquico produciendo, siendo causa última de lo orgánico. Como aquella histérica de Freud, que presentaba una intensísima neuralgia facial, desde que su marido le había dirigido una frase “que le había sentado como una bofetada”, ahí la histérica, a diferencia del psicosomático, puede aceptar que lo psíquico produzca somático, cosa que el psicosomático no puede.

Por eso que si llega al análisis, cualquier cosa que le diga el psicoanalista, le parece descabellado. El psicoanálisis le propone a la medicina que el cuerpo no es el rey de ese universo en el que ella acontece, sino que ahora hay una reina que comparte este reinado, el alma, la psíquis, que es capaz de provocar con sus vicisitudes transformaciones de lo que reina, es decir, de nuestro propio cuerpo.

Y nuestro propio cuerpo no es sin el otro, dentro del cuerpo humano, dentro de uno mismo lo único que se puede encontrar son células, comida en descomposición, sangre, no hay nada dentro del hombre, lo vital, lo que me da energía está siempre fuera de mí, está en los otros.

Han sido varias las experiencias realizadas por psicoanalistas de la Escuela durante estos años en el campo de la medicina, se participó en la dirección de una maternidad, reduciendo a la mitad el número de cesáreas. Considerando la estenosis pilórica como un trastorno funcional que se producía en los niños por la inseguridad que les era transmitida por la madre cuando los tomaba en brazos, se evitaron cirugías de este cuadro que se considera quirúrgico siempre, con psicoanálisis de la madre. Se redujo el tiempo de internación de plantas quirúrgicas sólo conversando con los pacientes. Se trabajó con enfermos renales bajo la idea de evitar el rechazo del órgano transplantado, interpretando ese rechazo como fundamentado en otro rechazo, rechazo psíquico a lo diferente, al otro semejante..., con prometedores resultados. Actualmente desde el departamento de investigaciones científicas de la Escuela, se está realizando una amplia labor en el estudio de las enfermedades psicosomáticas, y se tienen en tratamiento un número significativo de

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casos de SIDA, con mejoría o mantenimiento de las cargas virales y CD4, con mejor tolerancia al tratamiento, y con un índice de abandono y de incumplimiento de la medicación mucho menor que el descrito en la literatura para pacientes que no están en análisis, aunque el porcentaje es sin duda muy pequeño aún, los resultados son esperanzadores. Además de las siete grandes enfermedades psicosomáticas descritas por la Escuela de Chicago:

EII, AR, tiroiditis, dermatitis, HTA, úlcera y asma, se están investigando patologías relacionadas con el sistema inmune, sistema que se conoce desde hace tiempo como influenciable por las emociones, el cáncer, en relación con la inmunovigilancia, el SIDA, en relación con la inmunodepresión, las enfermedades autoinmunes, como respuesta desorganizada y desordenada de este sistema inmune. Así en el lupus nos planteamos la posible relación con un cuestionamiento en el sujeto de la función madre, ya que es más frecuente en mujeres en edad fértil, hay más abortos que en la población general, y empeora en el puerperio,
es decir empeora con el nacimiento del bebé. En la artritis reumatoide, un sistema inmune que no tiene la capacidad de discernimiento entre lo propio y lo ajeno, que tiene trastornada la capacidad de juicio en un sujeto que tiene una enfermedad que le afecta puntualmente al movimiento, a la deambulación, función íntimamente relacionada con la capacidad de juicio, es previo juicio de la realidad exterior, que yo me muevo para modificarla.

La diferencia entre una persona sana y una persona enferma, no es que la persona sana desee y la enferma no, sino que la persona sana desea a su tiempo, en el momento adecuado, en el tiempo preciso, con las personas apropiadas, es decir que en las personas sanas hay aceptación de lo que Freud llama principio de realidad, son capaces de postergar un deseo para realizarlo en un momento más conveniente.

A veces la enfermedad se mantiene para ocultar la verdadera falta, si estoy enfermo, aún puedo ambicionar la posibilidad de “ser como”, en este caso, como el que está sano, estoy otra vez en esa relación especular en la que se constituye mi propio cuerpo desde la imagen del otro, pero hete aquí, que si me curo descubro que no era la salud lo que me faltaba, y no soportar eso es lo que me puede hacer enfermar, porque la verdadera falta es que no soy inmortal, entonces, aceptar esa falta es no tener que estar enfermo para desear estar sano, como si eso fuese a taponar el agujero. Pavese decía, cuando estoy del lado de los infelices, me consuelo pensando que al otro lado está la felicidad, pero cuando paso al otro lado, me doy cuenta de que la felicidad no existe, como la salud, y no existe quiere decir que no puede ser para cada sujeto antes de su construcción.

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EL DESEO, LA VIDA
Y LA MUERTE

Para hablar del deseo, se impone una noción en primer plano, la libido. La libido, permite hablar del deseo en términos que implican una objetivación relativa: una unidad de medida cuantitativa.

Cantidad que no podemos medir pero sabemos que está allí. Esta noción cuantitativa permite unificar las variaciones de los efectos cualitativos y dar coherencia a su sucesión. La suponemos como una noción cuantitativa indiferenciada y susceptible de entrar en relaciones de equivalencia. Si tal unidad no puede descargarse, alcanzar su expansión normal, se producen desbordamientos a partir de los cuales se manifiestan otros estados.

Se hablará así de las transformaciones, regresiones, fijaciones, sublimaciones de la libido, término único cuantitativamente concebido. La noción de libido fue usada poco a poco en la experiencia freudiana. Cuando aparece, en los Tres ensayos, cumple ya la función de unificar las diferentes estructuras de las fases de la sexualidad.

El deseo es una relación de ser a falta. Esta falta es hablando con propiedad, falta de ser. No es falta de esto o aquello, sino falta de ser por lo cual el ser existe. Esa falta está más allá de todos los niveles en que puede evidenciarse.

El deseo, función central de toda experiencia humana, es deseo de nada nombrable. Y ese deseo es lo que al mismo tiempo está en la fuente de toda especie de animación. El ser llega a existir en función misma de esta falta. Es en función de esta falta, en la experiencia del deseo, como el ser llega a un sentimiento de sí con respecto al ser.

Freud afirma que el deseo sexual está en el centro del deseo humano. Para el análisis de los síntomas, habrá que dejar que el sujeto llegue a su significación. Cuando el analista insiste sobre algo que no comprende y que tiene delante, es cuando surge la resistencia. Pero resistencia hay una sola: la resistencia del analista.

No comprende cuando lo que tiene delante cuando cree interpretar es mostrarle al sujeto que lo que desea es tal objeto sexual. Y se equivoca. Lo que imagina que es aquí objetivo, sólo es una pura y simple abstracción. Es él quien está en estado de resistencia.

De lo que se trata es de enseñarle al sujeto a nombrar, a articular, a permitir la existencia de ese deseo, que literalmente, está más acá de la existencia y por eso insiste. Si el deseo no osa decir su nombre, es porque el sujeto todavía no ha hecho surgir ese nombre.

La acción eficaz del análisis consiste en que el sujeto llegue a reconocer y a nombrar su deseo. Pero no se trata de reconocer algo que estaría allí, totalmente dado, listo para ser captado. Al nombrarlo, el sujeto crea, hace surgir, una nueva presencia en el mundo. Introduce la presencia como tal, y al mismo tiempo, cava la ausencia como tal. Únicamente en este nivel es concebible la acción de la interpretación. La interpretación produce el deseo.

Lacan plantea la vida como un rodeo obstinado, por sí mismo caduco y desprovisto de significación. Nos dice que el sentido es un orden que surge. En él una vida insiste en entrar, pero él expresa quizás algo que está totalmente más allá de ella, pues cuando vamos a la raíz de esa vida, y detrás del drama del paso a la existencia, sólo encontramos la vida unida a la muerte. A esto nos conduce la dialéctica freudiana.

La vida de la que estamos cautivos, vida esencialmente alienada, vida en el otro, está como tal unida a la muerte, y sólo es llevada hacia circuitos cada vez más amplios y apartados. La vida solo piensa en descansar lo más posible mientras espera la muerte. La vida solo sueña en morir.

Miguel Martínez Fondón. Médico-Psicoanalista
Getafe: 91 682 18 95


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MAGIA, RELIGIÓN
Y CIENCIA (III)

Heredar, heredamos todos, nos diferenciamos en cómo nos apropiamos de lo heredado, qué hacemos con lo recibido, qué trabajo realizamos para construirnos un nombre propio, una historia de deseos.

Los que somos universales somos "nosotros", los sujetos del lenguaje.

Toda teoría, toda cuestión científica tiene un núcleo, donde hay un agujero, algo imposible de ser atrapado, algo imposible de ser dicho (un real imposible, que no falta en ciencia alguna) es como un fantasma o una realización que se produce en el encuentro con ese real que decimos imposible. Es decir que la realidad (metáfora de todo lo posible) siempre es una mueca de lo real.

Y en lo real imposible, es donde acontece el pensamiento, no es en la razón o la conciencia. Para que haya ciencia, para que la teoría lo sea, tiene que tocar lo real imposible, encuentro (que es un no-encuentro) que es lugar de producción del pensamiento.

Todo aquel pensamiento donde se juega un sujeto (sea el sujeto de la magia, de la religión, de la ciencia o el del psicoanálisis) está determinado por la estructura del lenguaje, es decir que tanto la magia, la religión, la ciencia y el psicoanálisis están estructurados por el lenguaje (estructurados de forma diferente cada uno) pero esa estructura es siempre la misma (el lenguaje) ya que ha sido formalizada dentro del régimen del significante.

Al producir el marxismo al trabajador, como diferente del trabajo y al descubrir el psicoanálisis al soñante como diferente del sueño, y al poder concluir teóricamente que el sueño habla, podemos, al producirse desde el psicoanálisis el sujeto del deseo, ahora podemos leer en la magia, en la religión y en la ciencia, desde el psicoanálisis, lo que no pueden leer la magia, la religión y la ciencia en el psicoanálisis. Por ejemplo podemos decir que la verdad cristiana tiene que ver con un misterio, el misterio de la "trinidad" ya que es un anudamiento el que lo sostiene, de modo que el cristianismo es un grado de civilización del sujeto social, al poseer algo simbólico que lo anuda.

Entonces a la religión cristiana se la puede entender como forma civilizadora.

Esto ya lo dijo Freud en "Tótem y Tabú" donde trabajando animismo, magia y omnipotencia de la ideas, habla de la magia animista, de la religión y de la ciencia como formas civilizadoras, como formaciones sociales. Formas sociales que no se eliminan las unas a las otras, sino que subsisten todas, de modo que todos, seguimos teniendo pensamiento mágico, pensamiento religioso, pensamiento científico, y estamos pergeñando la posibilidad de que todos tengamos pensamiento psicoanalítico.

“Psicoanálisis para todos” no es una opinión o suposición (que todos tenemos) es una interpretación, un supuesto científico, que por haber sido escrita, por haberse producido en una institución psicoanalítica, es posible, ya que la escritura es base material de las ciencias. Con esto también estamos diciendo que cualquier teoría avanza por interpretación.

El hombre, la persona, no es el sujeto.

Sin el sujeto de la ciencia (nacido del discurso científico que produjo Descartes) no habría surgido el sujeto dividido, el sujeto del psicoanálisis (producido por Freud ). Así como sin la producción teórica del concepto de Pulsión y el de Ello, no sabríamos que primero está la muerte, y sólo así la posibilidad de vida humana: deseante, pulsional, escritural, grupal, en un tiempo recurrencial puntuado por el futuro, donde lo humano es tiempo, el que se limita existe y las producciones sociales son las que hablan del sujeto.

Freud señala que si aceptamos la evolución de las concepciones humanas del mundo, según la cual la fase animista fue "sustituida" por la religiosa, y ésta a su vez por la científica (a través de largos siglos de civilización) será fácil seguir la evolución de la Omnipotencia de la Ideas a través de estas fases. Así en la fase animista se atribuyó el hombre a sí mismo la omnipotencia; en la religiosa, la cede a los dioses, sin renunciar seriamente a ella (ya que se reserva el poder de influir sobre los dioses, para hacerlos actuar conforme a sus deseos). En la concepción científica del mundo no existe ya lugar para la omnipotencia del hombre, el cual ha "reconocido" su pequeñez y se ha resignado a la muerte y sometido a todas las necesidades naturales.

Pero hallamos todavía huellas de la antigua fe en la omnipotencia y remontando el curso de la historia, desde el desarrollo de las tendencias libidinales, y leyendo Tres Ensayos para una Teoría Sexual, podemos rescatar, sucintamente que se puede establecer un paralelismo entre el desarrollo de la concepción humana del mundo y el de la libido del sujeto.
 

Hallando entonces que tanto temporalmente como por su contenido corresponden: la fase animista, al narcisismo (el sujeto comporta como si estuviese enamorado de sí mismo). La fase religiosa a la elección de objeto caracterizado por la fijación la libido a los padres. Y la fase científica a aquel estado madurez en el que el sujeto renuncia al principio del placer subordinándose a la realidad, busca su objeto en el mundo exterior.

Cada sujeto es la historia de la civilización. De ese modo cada sujeto va siendo la historia de la civilización, haciendo propia historia en conjunto.

Carlos Fernández del Ganso. Psicoanalista
Madrid: 91 883 02

REPRESIÓN

Represión es un término con distintos tiempos y geografías; diferentes usos, acepciones y significados. Sentidos sociales cuando se habla de represión de masas, sojuzgamiento de poblaciones.

Se usa el término al referirse al tratamiento de una ideología o acerca de la intolerancia a mostrar o ejercer cierta sexualidad, en prácticas privadas y no tan privadas. Se habla así, de represión con la que actúan los estados y también, de la que cada uno pueda ejercer sobre sí o bien, de aquella censura padres sobre hijos o viceversa y hasta coartadas en su libre expresión. Prácticas vigentes en diferentes sociedades a lo largo de las historias. Y también sentidos como los que puede indicar un diccionario: acción y efecto represor. Reprimir: contener, refrenar un impulso, un fenómeno o una acción.

Y llegado el siglo XX, una versión totalmente diferente: “Represión” es un término que corresponde al Psicoanálisis no podía como tal ser formulado antes de las investigaciones propias del campo. Es un mecanismo que no está dado desde comienzo, sino que surge después de haberse establecido, en aparato psíquico, una precisa separación entre la actividad consciente e inconsciente.

La Represión, consiste exclusivamente en rechazar y mantener alejados de lo consciente determinados elementos. Antes de esa fase de la organización, serían los restantes destinos de la pulsión -transformación en lo contrario y orientación hacia el propio sujeto- lo que regiría la defensa. La Represión es un proceso que recae sobre representaciones y se desarrolla en la frontera entre el Inconsciente y el sistema Preconsciente-conciencia.

El sistema Consciente regula normalmente la afectividad y acceso a la motilidad y eleva el valor de la Represión. En ella queda separado el afecto de su representación, después de cual sigue cada uno su destino. Esto es desde un punto de vista descriptivo en el aparato psíquico, pero en realidad, el afecto surge hasta después de conseguida una nueva representación el sistema Consciente. En todos los casos hay que considerar metapsicológico, es decir, a la vez lo tópico, dinámico y económico.

La Represión, constituye una fase preliminar de la condena, una noción intermedia entre la condena y la fuga.

Represión no estorba sino la relación con un sistema psíquico: lo consciente. Reprimiendo la representación crece en silencio el afecto y encuentra formas extremas de expresión. Llegar conocimiento del mecanismo de Represión, es deducirlo de resultados de la misma ya que todo lo reprimido tiene que permanecer inconsciente. Se habla de la representación de la pulsión, entendiendo como tal una idea o grupo de ideas a las que la pulsión confiere cierto montante de energía (libido, interés).

Hay que ver por separado lo que la Represión ha hecho de idea y lo que ha sido de la energía pulsional a ella ligada.

1. Puede no quedar vestigio observable a simple vista.

2. Puede aparecer bajo la forma de un afecto cualitativamente coloreado de una forma u otra.

3. Puede ser transformado en angustia. El destino del montante de afecto de la representación mucho más importante que el de la idea.

Cuando las formas de expresión o ramificaciones se han distanciado lo suficiente de la representación primitiva, por deformación, por el número de elementos interpolados encuentran acceso a la consciencia. También los síntomas neuróticos son ramificaciones de lo reprimido, que consiguen, por fin, con tales representaciones volver a la consciencia.

Jaime Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02

www.miguelmenassa.com


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DEPARTAMENTO DE CLÍNICA
«No podemos terminar con el alma, sólo
podemos curarla».
 

 

PSIQUISMO Y APARATO
CIRCULATORIO
- LA IRA -

El aparato circulatorio (corazón, vasos, sangre) es un sistema de comunicación, distribución e intercambio del organismo de significación vital, al extremo de que su interrupción determina la muerte. Es también una vía privilegiada de expresión de los afectos en el ser vivo. Vamos a hacer un recorrido desde la ira hasta la hipertensión arterial, y de allí a las afecciones isquémicas y al infarto de miocardio.

Alexander describió el mecanismo de conversión, refiriéndose a los síntomas que se expresan por intermedio del sistema nervioso central, voluntario. Para los demás, es decir, aquellos que se expresan por intermedio del sistema autónomo, involuntario, sostiene que los síntomas somáticos producidos de esta manera no son manifestaciones sustitutivas del afecto reprimido, que son diferentes de los síntomas de la conversión y que éstos son sólo concomitantes, acompañantes, fisiológicos normales de determinados afectos.

Tomemos el ejemplo de la cólera, si la misma no puede expresarse por medio de gritos, acusaciones, golpes, etc. al ser reprimida puede expresarse como fenómeno de conversión en los órganos empleados para la expresión de dicho afecto, como por ejemplo la laringe, los miembros, apareciendo síntomas como la afonía o una parálisis de determinados miembros.

En el caso de las neurosis vegetativas sucedería lo siguiente: los estados afectivos de cólera y miedo están relacionados, como es sabido por los estudios de Cannon, con un síndrome fisiológico consistente en procesos vegetativos tales como la excitación del sistema adrenal, movilización de la glucosa, elevación de la tensión arterial, modificaciones en la distribución
de la sangre, que desde el área esplánica afluye hacia el sistema muscular, hacia los pulmones y el cerebro.

Estos procesos fisiológicos son los resultados normales de la cólera y el miedo; no satisfacen la cólera reprimida sino que la acompañan. Consiste, dice Alexander, en la preparación del organismo para determinados deberes que debe afrontar en una situación de peligro, es decir, de lucha o de huida, y son una preparación y una adaptación adecuada a una conducta especial exigida al organismo, y una parte inseparable de un fenómeno total denominado cólera; es la reacción de los sistemas orgánicos a la cólera y sólo cuando este estado de tensión afectiva se hace crónico, es cuando se transforma en patológico.

En algunos casos el individuo es incapaz de librarse de su cólera ya sea por una descarga hacia el exterior o por un síntoma psiconeurótico, y si tomamos el ejemplo de la hipertensión, lo patológico consiste en el hecho de que el paciente está en una constante tensión afectiva que no es descargada ni directamente ni por síntomas neuróticos. Es un sujeto que está “permanentemente listo para atacar, sin atacar realmente”.

Trabajos experimentales han demostrado, hace ya mucho, la influencia que las emociones tienen sobre la presión arterial, fundamentalmente los sentimientos de rabia y de miedo.

Alexander en 1939 ha señalado, en concordancia con numerosos autores, que la fase fluctuante precoz, de la hipertensión esencial, es la manifestación de una condición psiconeurótica basada en impulsos hostiles excesivos e inhibidos.

La rabia, inhibida en la forma crónica, puede llevar a un aumento crónico de la presión arterial, la rabia así inhibida nunca encuentra su consumición natural en agresión física y es seguida de fatiga, cuando la presión arterial aumentada, vuelve a normalizarse.

Tal actitud hostil, aumenta y como nunca es adecuadamente expresada, actúa como cuerpo extraño que se convierte en fuente de una irritación continua, que favorecería la tendencia a desarrollar trastornos emotivos agudos, caracterizados principalmente por angustia y depresión, y frecuentemente asociados con un fracaso temporario de las técnicas usuales de dominación de la realidad, resultando ineficaz la defensa contra la angustia y habiendo debilidad de los mecanismos represivos.
 

El aumento de la presión, que es una de las formas de la preparación para la acción, al estar inhibido y no descargarse bajo la forma de agresión, cumple una función regresiva de mantener la forma y la postura, una verdadera coraza para luchar contra el sentimiento de degradación que la situación vital, que afecta al narcisismo, produce en el sujeto, generando una herida a la autoestima, con la consiguiente humillación y rebajamiento.

La ira entonces clasificada como una neurosis vegetativa, de causa psicógena sin significación psicológica específica, es decir, simbólica, pero relacionada con afectos específicos, puede dar un salto de lo funcional a lo orgánico, como por ejemplo una neurosis gástrica salta a una úlcera péptica, y pasar de la ira a una hipertensión y de una hipertensión a un infarto.

Dra. María Norma Menassa
Médica-Psicoanalista
Buenos Aires: 4322 6400

CURSO DE INTRODUCCIÓN AL PSICOANÁLISIS
GRATUITO (PREVIA INSCRIPCIÓN)

Dictantes: Dra. Norma Menassa
Lic. Alejandra Madormo

- La Interpretación de los Sueños
- El Yo y el Ello
- Complejo de Edipo
- Proceso de enfermar

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en la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero
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Y ENFERMEDADES PSICOSOMÁTICAS

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“DEPRESIÓN Y CÁNCER”
Dictante: Dra. Inés Barrio

viernes, 28 de octubre a las 20 hs

Informes e inscripción: Mansilla 2686 PB 2
Tel.: 4966-1710/1713
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EN LA RADIO

“UNA CITA CON LA PALABRA”

Todos los sábados
a las 19,00 hs.
celos, envidia, poesía, amor, cine,
odio, pintura, música, hombres, mujeres

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SABÍA USTED QUE...

SABÍA USTED QUE

TRAS LA PÉRDIDA DE UN DIENTE:

- Se produce siempre una pérdida exagerada del hueso que
lo sostenía.

- Pasados 6 meses, después de dicha pérdida dentaria, nos
encontramos que el hueso mermó entre un 20% y un 30%.

- A partir del 6º mes y durante los siguientes dos años, la pérdida ósea se hará cada vez más lenta hasta estabilizarse en una pérdida anual mínima y fisiológica asociada al envejecimiento de los tejidos.

- Al cabo de 2 años tras la pérdida dentaria, el hueso habrá experimentado una reabsorción total del 35%, 40%, dificultando y limitando las posibles acciones terapéuticas futuras.

Y SABÍA USTED QUE

CON LA COLOCACIÓN DE UN IMPLANTE EN EL
MOMENTO POST-EXTRACCIÓN:

- Se hace más corta la fase de cicatrización ósea.

- Se consigue una osteointegración más fuerte.

- Se reduce notablemente la reabsorción ósea.

- Nos permite conseguir una estética mejor, mayor naturalidad en la emergencia del diente.

Además, según los últimos estudios, el tratamiento con implantes, es el tratamiento odontológico, ante la pérdida de una pieza dentaria, con mayor porcentaje de éxito a largo plazo.

¿Quién no conoce a alguien que lleva una prótesis completa y se pasa quejándose todo el día porque se le mueve, porque le hace daño, porque le cuesta un gran trabajo masticar ciertos alimentos, porque no puede ni hablar sin bailar un vals con su dentadura...?

Entonces, señores, yo me pregunto, ¿hasta qué punto hemos sido capaces, los odontólogos, de informar a la población al respecto?

El gran avance que se produjo y se está produciendo en la implantología, nos permite mejorar con creces, la calidad de vida actual de muchas personas; tanto por los logros estéticos como por los logros biomecánicos. La fuerza masticatoria que podemos ejercer sobre un implante, cuando éste está perfectamente osteointegrado, es mucho mayor que con cualquier otra restauración; incluso mayor que la que podemos ejercer con
nuestros propios dientes.

Entonces, ahora podríamos concluir, incluso, que a largo plazo, los implantes, además de ser el mejor tratamiento posible ante una ausencia dentaria, será también el más económico.

Fabián Menassa de Lucia. Odontólogo
Madrid: 91 548 01 65


 

Una dentadura sana es vivir mejor
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FISIOTERAPÉUTICAS MANUALES
APLICADAS A LOS PROBLEMAS DE
LAS DISFUNCIONES
CRANEOMANDIBULARES”

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Directora: Dra. Olga de Lucia Vicente
(Odontóloga)
Invitado: Lic. Ariel Joselovsky
(Kinesiólogo Fisiatra)

FECHA DE REALIZACIÓN:
5 de noviembre de 2005

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LUGAR DE REALIZACIÓN:
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EXTENSIÓN UNIVERSITARIA
DIRECTOR:
Miguel Oscar Menassa

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