ÍNDICE EXTENSIÓN UNIVERSITARIA Nº 91


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MENASSA

LA TRANSMISIÓN Y LA GRUPALIDAD.

Conferencia Inaugural. Madrid, noviembre, 1989 Antes de dar comienzo a la conferencia propiamente dicha me
gustaría, y es lo que hago, compartir con ustedes, candidados al psicoanálisis, ya que a escuchar eso han venido, las vicisitudes, los obstáculos salvados en estos años para que fuera posible la conferencia que, luego, sin ninguna otra intención, habré de leerles.

Tengo que reconocer que, cuando el Grupo Cero Buenos Aires en 1976 se fragmenta y participa (posiblemente) del más grande exilio de psicoanalistas o candidatos a serlo, yo tuve mi fortuna, ya que mi proceso del exilio fue grupal.

Es decir, que lo que hoy llamamos Grupo Cero Madrid,
Institución Escuela de Psicoanálisis, puede estar orgullosa de que su fundación se haya gestado al compás de la Interpretación psicoanalítica y en el tiempo creativo que todo grupo genera, aún, sin darse cuenta.

Lo que es lo mismo, para mí y otros afortunados psicoanalistas del Cero el exilio no significa ni mucho menos la interrupción de nuestra formación.

Una prueba, ya que la tengo, sería llegar a Madrid en agosto del año 1976 y dar mi primera conferencia de psicoanálisis en septiembre y participar en un recital grupal en la librería Antonio Machado en el mes de octubre de 1976.

Nada se detuvo en nosotros, sino el amor.
Nuestros padres habían quedado en el sur, pero el resto lo trajimos con nosotros, nuestros conocimientos, el saber inconsciente, nuestra manera de procesar la realidad eran hechos grupales, nos pertenecían más allá de nosotros, más allá del exilio.

En el 77 aparece el primer libro con el sello Grupo Cero, “Salto mortal, Buenos Aires-Madrid, 1975-1977” y en las instalaciones de la Comunidad Carbonero y Sol comienza a funcionar lo que llamábamos en chiste la Universidad Grupo Cero.

Una clase diaria sobre los temas fundamentales del conocimiento fue haciendo de nosotros los convivientes más cultos del planeta. En un intento de memorizar, los grupos funcionaban con los siguientes títulos:

1.- Teoría de la relatividad.

2. Importancia de los descubrimientos biológicos en la filosofía.

3. Clínica psicoanalítica.

4. Marxismo y Psicoanálisis.

5. Lacan -topología psicoanalítica-.

6. Política y Psicoanálisis. Importancia del Psicoanálisis en la producción de una sociedad diferente.

7. Poesía y Psicoanálisis.

Es decir, que cuando en Madrid nadie sabía, aún, de qué se trataba, nosotros hacíamos ciclos de psicoanálisis en centros culturales como el Centro Cultural Mantuano o Colegios Mayores como el San Juan Evangelista y hacíamos nuestros recitales en la Villa o en la Galería Juana Mordó, donde fuimos capaces de meter 450 personas para escuchar un recital de María Chévez, uno de nuestros fundamentos de la fundación. La mujer es tan loca como la poesía, es decir, en ella reside toda posibilidad de subversión.
Y fueron precisamente esos psicoanalistas, en formación, los que me sedujeron con la idea de una escuela de psicoanálisis.

Fueron esos poetas en mí, los que me hicieron formular la posibilidad de un nuevo campo que se definiría como Poesía y Psicoanálisis.

Y yo, debo decirlo, siempre les dije que sí, por eso fui creciendo y fuimos Editorial, más de 40 títulos, (actualmente, en 2007 más de 150 títulos) y fuimos revistas, más de 20 números (actualmente, en 2007, sumando los 90 números de Extensión Universitaria, los 90 números de Las 2001 Noches, los 23

números de Onda Cero, y los 36 números de El Indio del Jarama, llegamos a 239 números de revistas. Y de nuestra mayor tirada, de 5.000 ejemplares de Apocalipsis Cero, hemos llegado a los 125.001 ejemplares mensuales de Las 2001 Noches y 125.000 ejemplares de Extensión Universitaria y recitales, más de 200 y conferencias más de 500 y ahora ya estamos en condiciones de asegurar que en nuestras aulas 80 psicoanalistas o candidatos a serlo producen su formación.

Y esto no es ningún límite sino el comienzo. Ahora que cualquiera puede regalar el psicoanálisis en el supermercado o de manera más elegante en la Universidad, el Grupo Cero quiere puntuar la situación a su medida.

Al seminario de Sigmund Freud de tres años de duración, la Escuela sabiendo de su responsabilidad y mostrando los efectos del trabajo realizado sobre los candidatos, le añade e inaugura este ciclo el SEMINARIO JACQUES LACAN y abre tres grupos de lectura con la intención de iniciar estudios que permitan la creación de cátedras de PSICOANÁLISIS Y MATERIALISMO DIALÉCTICO, MEDICINA Y PSICOANÁLISIS, POESÍA Y PSICOANÁLISIS, que yo mismo coordinaré y tenemos pensado definir después de la realización del Tercer Congreso de POESÍA Y PSICOANÁLISIS en Buenos Aires, en diciembre de 1989, las cuatro materias del ciclo superior de psicoanálisis:

-   Clínica grupal e institucional.

- Clínica de las neurosis y las enfermedades funcionales.

- Clínica de las psicosis, perversiones y enfermedades psicosomáticas.

- Clínica de la escritura.

Ahora, más animado, podré leerles la conferencia que he escrito especialmente para ustedes, ya que a mi entender es una carta lo que he escrito.

Antes, aún, tengo que decir una pequeña mentira:
Tengo 49 años y puedo, a diferencia de mis contemporáneos, proponerme otros diez años de formación para poder sentirme, más allá de ya serlo, un psicoanalista y así, un año antes que termine el siglo en 1999, al cumplir 59 años, seré todo del descubrimiento freudiano.

Por eso ha de ser que no pude entender con claridad vuestra demanda de ser psicoanalistas o conocer el psicoanálisis, cuando vuestras intenciones, sin tener en cuenta lo que demandáis, son las realizaciones rápidas y baratas y, porqué no, conseguirlo si eso fuera posible todo en esta primera entrevista.

Diez años más, me digo para mí, sobre los 31 que ya llevo en el campo. A los 18 años, recién cumplidos, recibí el impacto de la primera interpretación. Otro hablaba en mi hablar y, para mi sorpresa, yo no sabía lo que decía. Y, tal vez, fui afortunado, ya que ese primer acontecimiento inconsciente en mi vida se produjo
en un tiempo grupal.

La interpretación rozaba algo de la mujer en mí, no sabido. Y ahora no quisiera decirlo, porque ustedes ya se habrán dado cuenta de qué hablo cuando digo que desde ese instante, hace 31 años, todas mis producciones íntimamente sociales-históricas quedaron atadas al campo de lo grupal o al campo de la mujer.

Y de no ser por la poesía, por el psicoanálisis, esas dos estructuras de misterio me hubieran enceguecido para siempre.

Poesía y Psicoanálisis, más que aproximaciones metodológicas, por lo menos en mi caso, son destino. Armas de luz que me permitieron penetrar los dos agujeros negros de nuestra cultura actual: Los Grupos, La Mujer.

Y pasa que, hasta aquí, algunos resultados hemos producido. La mujer fue desplazada desde la quietud prometedora de la envidia al pene a la diferencia radical de su goce que hace de ella, hoy día, única posibilidad de subversión de los actuales modelos ideológicos.
El grupo fue desplazado, con nuestra propia experiencia, de lugar de transición entre el sujeto psíquico y el sujeto social hasta el punto de comienzo donde el grupo es la máquina formadora de sujetos, tanto psíquicos como sociales.


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Algo hemos progresado pero debemos decirlo, serenamente, necesitaríamos otros 31 años más para poder dejar las cosas, claramente, establecidas.
Especialistas en grandes cumbres y bajos fondos, fuimos capaces de nombrar lo innombrable. Intepretamos, hicimos poesía.

Más allá, siempre hay un más allá, como nos enseña Freud, más allá de todo decir, en la Institución Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero se produce enseñanza del psicoanálisis y transmisión del psicoanálisis simultáneamente, porque pensamos que no se pueden producir por separado.

No habrá escuela. Habrá estilo y un estilo no transmite nada, sólo se desarrolla. Para todo aquél que participe de su desarrollo se abre una posibilidad de estilo. Esa apertura es lo que se transmite. Y la transmisión, en estos casos, es autogestionaria.

La Escuela cuenta hasta el día de hoy con 80 matriculados en sus diferentes niveles de formación y es su intención llegar a 160 matriculados y cuenta con ustedes para eso, para luego cerrar sus puertas por algunos años a la inscripción de nuevos alumnos y ponerse a trabajar intensamente en la formación científico- creativa de estos 160 candidatos, para poder todos juntos pensar y materializar para el año 1991 nuestros grandes festejos, 10 años de nuestra institucionalización (1981), 20 años del primer manifiesto del Grupo Cero (1971) y 30 años de la publicación de mi primer libro de poesía y luego con los años, después de los festejos, hasta podríamos intentarlo, una verdadera Universidad de Poesía y Psicoanálisis.

Este es el tren que psicoanalizo y os aseguro que si yo no consigo vivir 200 años, algo de lo que seamos capaces de producir juntos lo conseguirá.
Y no es que tenga muchas esperanzas puestas en el hombre pero debo reconocer, para condensar, que alguna luz percibo en la poesía, en el psicoanálisis, en los grupos, en la mujer.

Así que matricularse en la Escuela de Psicoanálisis no es matricularse en uno de esos cursillos donde se enseñan relaciones humanas o a llevarse mejor con el patrón, ser en la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero es dar comienzo a un viaje que puede durar 200 años.

Digo: el que tenga algún deseo de cambios fundamentales en su maneras de pensar, aquél que tenga la valentía de enfrentarse con sus propios procesos de creación, ese podrá subir al tren si lo desea, el resto tendrá que seguir ensayando con las palabras cruzadas, pensando que en esa soledad encontrará alguna verdad hasta que un día, así lo esperamos, pueda escuchar otras palabras que las de la Madre, que las de la Iglesia, que las del Estado, que las de sus fantasmas.

Esperando no haberlos convencido de nada más que de lo que ustedes estaban previamente convencidos antes de la penetración, un sencillo beso de amor:

Tener pacientes no es ser psicoanalista.

Ser del Grupo Cero no es sólo un trabajo.

Ser poeta, aún, no es sólo serlo.

Cuando hay forclusión del Nombre del Padre, no hay significante fálico que regule el goce. El goce se encuentra a la deriva, con la diferencia que en el caso de la psicosis domina el goce del Otro, y en el caso de la lesión psicosomática, domina un goce local, que llamaríamos auto-erótico, parcial.

Por lo tanto el sujeto es el efecto de la experiencia de un goce autoerótico, o es efecto de un goce del Otro como en la psicosis. En ambos casos hay certeza del ser, hay un "yo soy" muy fuerte. En el sujeto de la lesión es "yo soy la lesión", y en el otro, un " yo soy el goce".
El sujeto de la fantasía es el que se tornó objeto, y esto es cierto, pero es el que se esconde bajo la sombra del objeto, pues, en el caso de la fantasía, el objeto tiene una sombra, la del imaginario.

El sujeto de la lesión no es el sujeto dividido, ni es el sujeto escondido tras la sombra del objeto: es la propia lesión sin imagen.

No hay imagen virtual en el caso de la lesión de órgano.

Esta estaría situada a nivel del autoerotismo.
Hay dos grandes ejes, entonces a considerar y a ordenar. Uno se define por la forclusión en el nivel de lo simbólico, y el otro en el nivel de lo imaginario por el narcisismo. La forclusión del Significante Nombre del Padre trae dos tipos de desórdenes, en lo simbólico y en lo imaginario.

El significante, sea una imagen, sea una palabra, una paternidad, un puesto en el senado, siempre es un llamado para el sujeto.

Si no acude allí donde es llamado, le suceden al paciente una serie de reorganizaciones de elementos simbólicos, que trastornan las referencias habituales del espacio, del tiempo, y que fundamentalmente perturban las representaciones relativas a su filiación, en el sentido de ser producido por el lenguaje, en el campo del deseo.

Todas estas reorganizaciones son inducidas por el agujero creado en lo simbólico, agujero abierto en el campo del Significante. En torno a ese agujero se va a alzar la edificación de una nueva realidad, que viene a reemplazar la realidad perdida, anterior a la forclusión.
La otra consecuencia provocada por la forclusión del Nombre del Padre, es de orden imaginario, puede resumirse en una cristalización de la relación imaginaria del yo, con un otro que en este caso está en su propio cuerpo a nivel de algún órgano, relación cargada de una agresividad erotizada muy grande, que puede llegar hasta su destrucción mortífera, cosa que se ve en la regresión del psicótico al estadío del espejo, por cuanto la relación con el otro especular se reduce allí a su filo mortal.

Si hay forclusión o masificación de S1 y S2, como se describe en la holofrase, tenemos dos posibilidades: en el caso que sea un lugar compacto, S1, masificado con S2, pasaría que: Si prevalece el S1, se tratará de un lugar compacto, ya que el significante amo no se encadena a la serie significante.

Si se trata de la primacía del S2, se tratará de la pluralidad de los significantes, porque ya se abre la posibilidad de la serie. En este último caso el estado de dispersión de significantes, dada por el S2, correspondería a una escisión del yo en varios yoes parciales, y desde el goce, diríamos que correspondería al goce del Otro. Caso típico de la psicosis.

Si en cambio hay prevalencia del S1, de un uno compacto, el goce ya no sería el goce del Otro, ya que estaríamos frente a la forclusión de la significación fálica. El goce que se instala es un goce suplementario, del orden del objeto. Comandado por el falo positivo. El significante que tendría que ser exterior a la cadena y comandarla, se torna compacto, implicando una masificación de la fuente de la pulsión y el objeto, y aquí volvemos al autoerotismo.

 


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En la lesión psicosomática el retorno se hace hacia un yo compacto, sin imagen virtual y sin haber terminado la operación del polo simbólico comandado por el falo negativizado. El retorno no se hace sobre todo el yo, sino sobre un yo parcelado, sobre una parte del yo, un yo escindido, un yo corporal, un yo cuerpo propio, en un nivel compacto, sin imagen virtual. Por lo tanto hay una ausencia de imagen virtual del otro y correlativamente una impotencia en el pasaje de negativización del ordenador fálico. Cuando retiramos la imagen virtual queda entonces un a) o sea el objeto que viene a ocupar completamente el lugar de esa imagen del otro.

La relación que existe entre la masificación de los significantes y la masificación de la fuente y el objeto, es que uno está en el registro de lo simbólico y otro en el registro de lo imaginario.

Lo rechazado en lo simbólico reaparece en lo real dando los fenómenos propios de la clínica de las Psicosis.

Lo rechazado en lo imaginario, que es la virtualidad, reaparece en el cuerpo dando lugar a las lesiones en la consistencia imaginaria de los órganos, propias de la Enfermedad psicosomática.

Norma Menassa.- Psicoanalista
Buenos Aires: 4322-6400

Leyendo sobre neurosis y psicosis, podría esperarse, que en la génesis de la psicosis, se desarrollase algo parecido al proceso que tiene efecto en la neurosis, aunque, por supuesto, entre otras
instancias. Es decir, que también en la psicosis se hiciesen visibles dos avances, el primero de los cuales arrancaría al Yo de la realidad.

El segundo movimiento, tendería a enmendar el daño y restablecería, a costa del Ello, la relación con la realidad.

Y, efectivamente, podemos observar en la psicosis algo análogo: dos avances, el segundo de los cuales tiene un carácter de reparación, pero luego, la analogía, se convierte en una coincidencia Más amplia de los procesos. El segundo avance de la psicosis tiende también a compensar la pérdida de realidad, pero no a costa de una limitación del Yo, como en la neurosis a costa de la relación con la realidad, sino por otro camino, mucho más independiente, esto es, mediante la creación de una nueva realidad, exenta de los motivos de disgusto que la anterior ofrecía.

Entonces, este segundo avance obedece en la neurosis y en la psicosis, a la misma tendencia, apareciendo en ambos casos al servicio de las aspiraciones de poder del Ello, que no se deja dominar por la realidad. En consecuencia, tanto la neurosis como la psicosis, son expresión de la rebeldía del Ello contra el mundo exterior. O si se prefiere, en otros términos, de su incapacidad para adaptarse a la realidad, diferenciándose mucho más entre sí, en la primera reacción inicial, que en la tentativa de reparación a ella consecutiva.

Esta diferencia inicial, se refleja luego en el resultado.

En la neurosis se evita, como huyendo de él, un trozo de realidad, que en la psicosis es elaborado y transformado.

En la psicosis, a la fuga inicial, sigue una fase activa de transformación, y en la neurosis, a la obediencia inicial, una ulterior tentativa de fuga. Esto quiere decir: la neurosis no niega la realidad, se limita a no querer saber nada de ella. La psicosis la niega e intenta sustituirla.

Vista así la cuestión, también podemos llamar "normal" o "sana", a una conducta que reúne determinados caracteres de ambas reacciones, esto es, que no niega la realidad, como en la neurosis, pero se esfuerza en transformarla, lo que recuerda a la psicosis.

Esta supuesta actitud normal y adecuada, conduce claro está, a un trabajo efectivo sobre el mundo exterior y no se contenta, como en la psicosis, con la producción, de modificaciones internas; no es autoplástica sino aloplástica.

En la psicosis, la elaboración modificadora de la realidad, recae sobre las cristalizaciones psíquicas de la relación mantenida hasta entonces con ella, es decir, sobre las huellas mnémicas; representaciones y juicios que la representan en la vida anímica.

Sin embargo, esta relación no es fija e inmutable, sino que se enriquece con nuevas percepciones. De este modo, se plantea también a la psicosis, la tarea de procurarse aquellas percepciones que habrían de corresponder a la nueva realidad, consiguiéndolo por medio de la alucinación.

Jaime Icho Kozak. Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

Preguntarse por el cuerpo y preguntarse por la culpa, lleva a decir algo del dolor, algo del cuerpo y algo de la culpa, que sólo irrumpe en presencia de otro cuerpo que el propio, y en el goce del cuerpo del otro.

Goce marcado por la culpa, culpa por la masturbación infantil pero que se presenta frente al acto sexual.
Cuerpo del sujeto que sólo se perfilará en la fragmentación de la imagen del cuerpo que hace nacer como sujeto psíquico al fragmentado montón muscular y orgánico que lo inicia como cuerpo biológico.

"El mismo síntoma en diferentes pacientes, equivale a operaciones deseantes diferentes".
El dolor surge cuando un estímulo sobrepasa los medios de protección y pasa a funcionar como un impulso pulsional continuo contra los cuales son impotentes los actos musculares que sustraen al estímulo el lugar sobre el cual el mismo recae.

Cuando actos que son eficaces en toda otra ocasión, para que el dolor pueda ser evitado mediante la fuga, fracasan, es justamente lo que permite una primera diferenciación entre exterior e interior, que va a llevar a la constitución de un cuerpo propio.

La transición desde el dolor físico al dolor psíquico corresponde al paso desde la carga narcisista a la de objeto, se podría decir que "se ama a lo que posee el mérito que le falta al yo para alcanzar el ideal". Pareciera tarea de la libido volver inocua la pulsión destructora. Desviándola hacia los objetos del mundo exterior. Una parte es puesta al servicio de la función sexual (sadismo) otra parte permanece en el organismo y allí es ligado libidinalmente con ayuda del masoquismo erógeno, el placer en sentir dolor.

El masoquismo erógeno acompaña a la libido en todas sus fases y toma sus revestimientos psíquicos. (Org. Oral: angustia de ser devorado, Sádico-anal: deseo de ser golpeado; fálico: la castración como desmentida y las fantasías de ser poseído propias de la femineidad)

En el contenido manifiesto de las fantasías masoquistas se expresa también un sentimiento de culpa. El sujeto ha infringido algo y debe espiarse como castigo, el nexo es con la organización genital.

Aquí también aparece el masoquismo moral al cual el padecer es lo que le importa y ya no es necesario como en el masoquismo erógeno que el padecer se lo inflija una persona amada, también puede ser algo o alguien que le es indiferente.

Cuando el dolor y el displacer se convierten en metas nuestro guardián anímico queda paralizado. El masoquismo queda oculto y se lo descubre por sus manifestaciones. El sentimiento inconsciente de culpa y su satisfacción es una resultante de fuerzas que se vuelven contra la curación, no quiere transformar su condición de enfermo. El padecer de la enfermedad la vuelve valiosa para la tendencia masoquista, a la cual le interesa retener cierto grado de padecimiento.

El sentimiento inconsciente de culpa podría representarse por entrañar el castigo de un poder parental, una desfiguración de la relación pasiva con el padre, la moral se resexualiza y el Edipo es reanimado. El sujeto tiene un obrar que debe ser expiado con reproches o el "castigo del destino". Tiene el valor psíquico de un componente erótico. Ni la destrucción personal puede producirse sin satisfacción libidinosa.

En la enfermedad orgánica hay redistribución libidinal.
Mientras sufre deja de amar. Es notorio el egoísmo de un enfermo.

No hay padecimiento psíquico o de órgano en que no se inmiscuya la libido, en la cual no hable el goce del sujeto. Tal conducta narcisista limita la acción psicoanalítica y, por supuesto la del médico.

María Chévez. Psicoanalista
Madrid: 91 541 75 13


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La escritura es, originalmente, el lenguaje del ausente. Y leyendo lo escrito podemos aprender, por ejemplo, que el ser humano vive en un malestar constante, se sabe caduco y su propia temporalidad le impele inexorablemente hacia delante, pero el malestar del sujeto no procede de la cultura sino del sentimiento inconsciente de culpabilidad. Y éste sentimiento inconsciente de culpabilidad se expresa como necesidad inconsciente de castigo, pudiendo llevar al sujeto a delinquir, no sintiendo culpa por el delito realizado, sino que el sentimiento de culpa le lleva a delinquir para ser castigado y así sentir alivio. Es decir la culpa es previa al acto delictivo y el castigo le alivia de éste sentimiento que es inconsciente.

Las fuentes del sufrimiento humano son tres: la supremacía de la naturaleza, la caducidad de nuestro propio cuerpo y la insuficiencia de nuestros métodos para regular las relaciones humanas en la familia, el Estado y la sociedad. En lo que se refiere a las dos primeras fuentes nos vemos obligados a reconocerlas e
inclinarnos ante lo inevitable. Jamás llegaremos a dominar completamente la Naturaleza y nuestro organismo, que forma parte de ella, siempre será perecedero y limitado en su capacidad de adaptación y rendimiento. Y quien piense lo contrario ha perdido el juicio, nos señala Freud. De ésta tierra no nos podemos ir, ni caer.

La comprobación diaria de estos datos señala la dirección a seguir en nuestra actividad. Así la belleza, el orden y la limpieza ocupan una posición particular entre las exigencias culturales, de modo que el Trabajo y el Amor junto con la Necesidad se convirtieron en padres de la cultura humana.

En cuanto a la tercera fuente de sufrimiento, el de origen social, nos negamos en absoluto a aceptarlo, no atinamos a comprender por que las instituciones que nosotros mismos hemos creado no habrían de representar más bien protección y bienestar para todos. Sin embargo, si consideramos cuán pésimo resultado hemos obtenido precisamente en este sector de la prevención contra el sufrimiento, comenzamos a sospechar que también aquí podría ocultarse una porción de la indomable naturaleza, tratándose esta vez de nuestra propia constitución psíquica.

Una "técnica" para evitar el sufrimiento, será la sublimación de los instintos, es decir acrecentar el placer del trabajo psíquico e intelectual. Las satisfacciones de esta clase, como la que el artista experimenta en la creación, en la encarnación de sus fantasías; la del investigador en la solución de sus problemas y en el descubrimiento de la verdad, son de una calidad especial, pudiendo metafóricamente decir que son más "nobles y elevadas" que la satisfacción de impulsos instintivos groseros y primarios.

Aunque debemos reconocer que el punto débil de este
método radica en que su aplicabilidad no es general, ya que sólo es aplicable a pocos seres (nos referimos a los que trabajan por una vocación especial) y, además no ofrece una completa protección contra el sufrimiento, pues recordemos que la fuerza de la naturaleza siempre está presente y del cuerpo propio no se puede huir.

Cualquier tipo de trabajo ofrece la posibilidad de ligar al individuo tan fuertemente a la realidad como ninguna otra actividad vital consigue, incorporándolo solidamente a la comunidad humana. No obstante el trabajo es menospreciado por el hombre como camino a la felicidad. No se precipita a él como a otras fuentes de goce y la inmensa mayoría de los seres sólo trabajan bajo el imperio de la necesidad, y de esta aversión humana al trabajo se derivan los más dificultosos problemas sociales. LA FELICIDAD SE ENCUENTRA EN EL CAMINO DEL TRABAJO.

De todo ello podemos deducir la importancia que la formación de los educadores adquiere en el proceso de la educación. Tan así es que el máximo interés del psicoanálisis para la Pedagogía se apoya en un principio demostrado hasta la evidencia. Sólo puede ser pedagogo quien se encuentre capacitado para infundirse en el alma infantil, y nosotros, los adultos, no comprendemos nuestra propia infancia, insiste Freud: Nuestra amnesia infantil es una prueba de cuán extraños a ello hemos llegado a ser. El psicoanálisis ha descubierto los deseos, productos mentales y procesos evolutivos de la infancia. Todos los esfuerzos anteriores fueron incompletos y erróneos a más no poder, como consecuencia de haber dado de lado por completo al inestimable factor de la sexualidad en sus manifestaciones somáticas y psíquicas.

Carlos Fernández. Psicoanalista
Madrid: 91 883 02 13


Miguel Oscar Menassa. Llantos del exilio II. 100x81 cm.


Autoras: Norma Menassa - Inés Barrio

EDITORIAL GRUPO CERO. Colección Extensión Universitaria el 24 de Marzo 2007 en el
II CONGRESO ARGENTINO DE SALUD MENTAL
2 Encuentro Interamericano de Salud Mental.

"El malestar en lo Cotidiano"

En nombre de la Editorial Grupo Cero tengo el gusto de presentarles hoy este libro, que lleva como titulo la conjunción que hemos venido trabajando desde hace ya algunos años en el departamento de Clínica y enfermedades Psicosomáticas, tanto en Madrid como en Bs. As. La conjunción es el enlace entre Psicoanálisis y Medicina, dando así nacimiento a esta nueva propuesta que titulamos: Medicina Psicoanalítica.

Un libro de gran rigor científico, un libro escrito por dos profesionales de la salud, ambas doctoras en medicina, y psicoanalistas, que recoge sus años de trayectoria profesional, sus experiencias en el ámbito de la clínica, y en el estudio del Psicoanálisis. Un libro que invita a leerlo desde su tapa: Afecciones Cardiovasculares, Trastornos Digestivos, El Dolor, Enfermedades de la Piel, Cefaleas, Desordenes del sueño, Alteraciones genéticas, son algunos de las enfermedades a trabajar, brindando el armado de 12 capítulos que componen este libro. En él encontraremos, ante la pregunta de si es posible hacer medicina sin tener en cuenta al sujeto psíquico, sin tener en cuenta el descubrimiento freudiano, la respuesta es que no sería una medicina del siglo XXI.

En medicina, el objeto de deseo del médico y del paciente es el diagnóstico de la enfermedad, así, el diagnóstico, transforma un estado indefinido en una afirmación al modo de: usted está deprimido y la depresión es una enfermedad, usted es alérgico, y la alergia es una enfermedad. En medicina, teoría, método y técnica se suceden, por eso que el diagnóstico, el pronóstico y el tratamiento son tres momentos diferentes. En psicoanálisis, ya no se trata de diagnosticar, en tanto el anudamiento de teoría, método técnica, permite que diagnóstico y tratamiento sean una misma cosa, en tanto tratar es diagnosticar. Por esto, padezca la enfermedad que padezca el paciente, al psicoanálisis sólo le interesa analizar, es decir, producir un sujeto del inconciente.
El libro que hoy presentamos de cuenta de esta conjunción en aras de una mejora en la atención de los pacientes, y en la construcción de un estado de salud. Y digo construcción porque, para el Psicoanálisis, la salud es un estado que no preexiste al sujeto, sino que es tarea de éste procurársela, a partir de un trabajo que deberá realizar sobre sí mismo.-.

"El psicoanálisis no olvida nunca que lo anímico reposa sobre lo orgánico" ( nos dice S. Freud); sin la existencia de un organismo humano vivo no habría posibilidad de insistencia para el inconsciente, pero "el sujeto biológico muere cuando el sujeto psíquico deja de desear".

El psicoanálisis se ocupa del sujeto del deseo inconsciente, sujetado por las palabras entre la carne y la piel, dividido para siempre sin fronteras definidas entre el cuerpo y la mente, sujeto pulsional productor de sueños, esculturas, úlceras y miedos.

Medicina Psicoanalítica I nos hablará de de una nueva cara para la salud, una nueva y efectiva posibilidad para el tratamiento y curación de gran parte de las enfermedades donde la Medicina, hasta ahora, ha encontrado sus límites.

A todos , muchas gracias por asistir a este evento.

Los dejo con las autoras.

Alejandra Madormo. Psicoanalista
Buenos Aires: 4794 2584.
www.editorialgrupocero.com
alejandramadormo@ubbi.com


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La tragedia es el lugar de lo conflictos irreductibles, fatales, insuperables. En el capitulo IV de Arte Poética, Aristóteles define a la tragedia como la imitación de acción digna y completa, de amplitud adecuada(...) con lenguaje deleitoso: imitación que se efectúa por medio de personajes en acción y no narrativamente, logrado por medio de la piedad y del terror, la expurgación de pasiones..." . Expurgación como una suerte de catarsis de las pasiones humanas, subrayando que el "saber decir", está implicado en la acción, como el alma de la tragedia.

Para el psicoanálisis, no se puede hablar de lo trágico sin ligarlo al deseo. En la propia experiencia analítica hay una dimensión trágica. Deseamos un amor imposible con nuestros padres, los odiamos a muerte de nuestros padres, rivalizamos en intimas guerras con nuestros hermanos, envidiamos la juventud de nuestros hijos. La muerte está presente en la tragedia, porque el núcleo de lo trágico, es un problema insoluble de la vida. El propio psicoanálisis tiene como punto de partida el deseo, la falta, y está estructurado a través de la imposibilidad de alcanzarlo, de la condena de rodear permanentemente a lo que es vital, buscar y buscar, y no lograr su realización.
Los personajes trágicos están siempre atrapados en un conflicto inexorable y tenaz, que jamás podrá transformar en una situación circunstancial, han llegado al punto fatal de quedarse sin palabras.

En la interpretación de los sueños, Freud habla tanto de Edipo como de Hamlet, articulando el deseo sexual infantil inconsciente reprimido, leído desde los sueños de angustia hasta los sueños típicos de muerte de personas queridas.

Edipo no tenia complejo de Edipo, toda su problemática está enlazada con no saber. Es el deseo inconsciente de Edipo que lo lleva a la emboscada de la tragedia. Es el deseo de Hamlet, en su identificación con el acto criminal de Claudio, que lo anticipa, lo que desencadena la tragedia. Edipo huye de su deseo y se encuentra trágicamente con su deseo. Hamlet quiere vengar el asesinato de su padre, pero se paraliza, la tragedia está en marcha, ya el padre ha muerto como él mismo deseaba, pero en manos de otro. Su madre se ha casado con el asesino de su padre y vive una relación apasionada.

El encuentro, el choque de la acción con el deseo, desencadena la tragedia. Aquello que era mandado a desviarse, se fusiona.

Se produce un encuentro imposible, que nunca dejará de serlo, a pesar de ello, y la vivencia es trágica.

El deseo es siempre el mismo, pero es el sujeto que siempre está cabalgando entre lo que hace y lo que desea. Entre lo que busca y lo que obtiene. El héroe trágico va llevado por un movimiento ético, y todos los cuestionamientos que se suceden frente a dejarse llevar por el deseo, o desviarse de él.

La verdad para el psicoanálisis, es la verdad de castración, el No todo, que marca que no puede haber identidad entre la acción y el deseo, sino que somos conducidos en el mejor de los casos, a realizaciones sustitutivas del deseo, que si son a través de la sublimación, darán un efecto, y si se tramitan a través de la represión, o la inhibición, el resultado será exactamente otro.

En un mal encuentro, Edipo mata.

La cuestión de Edipo es con no saber... con no saber que en un acto circunstancial, en ese mal encuentro -Tyche- mata a un hombre y ahí lo constituye en un padre, es decir, que cumple con el deseo de asesinarlo antes de saber de la existencia de ese padre, resorte esencial de lo trágico.

Ese malentendido parece estar en el origen de la tragedia, como si se tratase de algo inconsciente que conduce al destino, a un sujeto condenado a cumplir, casi ciego, con lo que estaba previsto para su vida desde el comienzo, en la voz del oráculo.

Soy el súper héroe de mí mismo, he logrado torcer mi destino, nos dice Miguel Menassa, para mostrar como el psicoanálisis trae una posibilidad de vida diferente, ya que le da al sujeto la chance de ser el promotor de su propio destino, el trabajador permanente de sus sobredeterminaciones inconscientes que lo llevan irremediablemente a cumplir, a insistir con aquello que se repite en él hacia su malentendido fundamental, desear lo prohibido.

Lacan dice que el mito de Edipo es el que permitió al psicoanálisis ponerse en marcha. En el origen del deseo, dice Lacan, el deseo del padre y la ley, no son sino la misma cosa... y la relación de la ley con el deseo es tan estrecha que sólo la función de la ley traza el camino del deseo"

La prohibición del incesto es un fenómeno de lenguaje, es decir un fenómeno humano, por eso como prohibición está ligada a un enigma, ya que no es del orden de lo natural, porque el hombre va a desear algo maldito desde el inicio?

El deseo es el deseo del Otro, es un ordenamiento para el sujeto. Lacan insiste con esto en la vía del deseo, diciendo el desear a la madre, está ligado a la función de la ley, en la medida que prohíbe la ley impone desearla. Es el deseo del padre el que tiene efecto de ley sobre el sujeto, de donde se va a desprender una prohibición: la madre ocupará el lugar de lo prohibido.

Lo trágico está en el horizonte del deseo del sujeto, y así se abre todo el abanico que permitirá entrar en la clínica, ya que el sujeto nada quiere saber sobre su deseo, y sin embargo, el análisis lo conduce todo el tiempo a ese deseo insabido en él que tiene su ética, y que lo pone en el mundo humano, como deseante.

Lacan nos dice que hay identidad en el sujeto entre el deseo y la ley, la ley del deseo, sabiendo además que el deseo es su interpretación.

No hay deseo sin interpretación, por lo cual, ese espacio discursivo que le da el psicoanálisis al sujeto, esa oportunidad única de hablar de su deseo, para desear y no para pulsar a realizarlo, lo mantiene en una vida, que lo humaniza y hace que el deseo sólo corra entre las palabras.

Marcela Villavella. Psicoanalista.
Buenos Aires: 4706 2669

La frigidez es la imposibilidad por parte de la mujer de llegar al orgasmo durante el coito. Para la falta de apetito sexual, se reserva el término de anafrodisia. El vaginismo consiste en una contracción involuntaria de los músculos de la vagina que llega a impedir la penetración. Las causas son siempre psíquicas.

El término de dispareunia hace alusión a una sensación dolorosa durante el coito. En este caso, hay que descartar causas médicas, como estenosis vaginales (estrechamiento anatómico de la vagina), o procesos infecciosos como las vaginitis que producen dolor con la penetración. Una vez descartadas las causas orgánicas, el resto son psíquicas, y deben recibir tratamiento psicoanalítico.

La frigidez puede ser síntoma de una histeria. El deseo de la histérica es mantener su deseo insatisfecho. No es que no desee, desea eso: mantener el deseo insatisfecho. En la histeria es típica la seducción hasta llevar a la pareja al borde de la cama, y cuando está allí se pregunta: ¿pero qué hacemos aquí desnudos? Para ella todo el juego se termina en la seducción, en sentirse causa del deseo del otro.

También se observa, en estas pacientes con frigidez histérica, que no pueden disfrutar con su pareja, porque creen que en algún lugar hay una pareja perfecta, que tiene "verdaderas relaciones sexuales", que están hechos el uno para el otro….la teoría de la media naranja. Nunca son felices con la pareja actual, pero creen que lo serían con otra. Cuando en realidad, no se trata  de la pareja, sino de su propia estructura psíquica, que las hace permanecer en la insatisfacción de su deseo.

La frigidez que se observa en la histeria, es la frigidez que más rápido se curan con el análisis.
Esta alteración, se soporta por las mujeres mejor que la impotencia por los hombres. Esto es porque hay un goce en la frigidez, que no lo hay en la impotencia. Es decir, ella está cómoda en la posición de ser causa del deseo de él: no le importa tanto gozar ella, o podemos decir que el goce de ella es que él goce.

Para él no es así, su goce no es que ella goce. Por eso es más difícil para él tolerar la impotencia.

La represión sexual a la que ha sido durante siglos sometida la mujer contribuye en parte a la frigidez. Socialmente tampoco está bien visto que la mujer desee. Si él desea, es un "machote", si ella desea, es una casquivana. Esta misma represión sexual, ha sido responsable también de que ella haya figurado menos hasta el siglo XX-XXI en las producciones científicas, literarias.

Al reprimir la sexualidad, se reprime también el pensamiento. Podríamos, entonces, hablar de una frigidez mental. "No le entran…. las ideas en la cabeza". Es curioso, porque la palabra estrecha, que se utiliza para denominar a las mujeres con poca accesibilidad sexual, hace también alusión a la estrechez vaginal, y también se dice "estrecha de mente", como "mente cerrada", o que no está abierta a nuevas ideas. Son todas metáforas sexuales.

Las relaciones sexuales se complican hasta lo indecible, cuando dos quieren ser uno, cuando se busca la felicidad única, el orgasmo al unísono, cuando haces lo que te gusta que te hagan a ti, en vez de averiguar lo que le gusta al otro, cuando no se acepta que son dos y radicalmente diferentes. No es un goce compartido, es el encuentro de dos maneras de gozar, totalmente diferentes. Por ejemplo, las mujeres tienen un elevado montante de narcisismo, el cual influye sobre su elección de pareja,


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de manera que, para la mujer, es mucho más imperiosa la necesidad de ser amada que la de amar. Es frígida porque le cuesta ponerse en posición de deseante. Él es el que desea, y ella el objeto de su amor. Es importante reiterar que para ella, no importa su goce, o mas bien, el goce de ella es el goce de él.

Podríamos decir que él se entrega por ser deseado, entrega hasta sus principios más fundamentales con tal de ser deseado. Ella se entrega por ser amada.

El psicoanálisis nos dice además, que en el encuentro sexual, no se goza del cuerpo del otro, aunque pueda parecer así, se goza del propio cuerpo, por intermedio del cuerpo del otro, de la pareja. Podríamos decir entonces, que es el hombre el que le da a la mujer la vagina, el que le permite a ella gozar de su cuerpo, y es la mujer la que le da al hombre el pene, la que le permite a él gozar de su cuerpo. Por eso, en toda impotencia o en toda frigidez, además, está en juego para quién es el síntoma, a quién se le ofrece como ofrenda, en este caso el perjudicado es la pareja sexual, está por tanto en juego la intención inconsciente de "molestar" al partenaire sexual.

El cuerpo es una construcción, nuestro cuerpo no es exclusivamente lo que vemos con nuestros ojos. La frígida, no tiene vagina, no tiene agujero, aunque anatómicamente, lo tenga.

Negar el cuerpo, lo enferma. En este caso, ella -la frígida- niega la existencia de la vagina, para negar la diferencia sexual. Es imposible ser penetrada si hay un "pene imaginario", el de Ella, obstruyendo la entrada. El psicoanálisis le posibilita a la paciente frígida, la construcción de una vagina.

Dra. Alejandra Menassa de Lucia. Médico Psicoanalista
Especialista en Medicina Interna
Madrid: 653 90 32 33

 

Nuestro psiquismo es un artefacto compuesto por varias instancias psíquicas entre las que se encuentra el inconsciente, el preconsciente y la conciencia, además del yo, el ello y el superyó, siendo el superyó la residencia de nuestra conciencia moral.

Todas estas instancias están impulsadas por la pulsión de vida y la pulsión de muerte que nunca faltan. Este conjunto de componentes cuando trabajan bajo una misma dirección, cuando buscan alcanzar un mismo destino o sentido hace que su fuerza quede multiplicada o elevada al máximo, mientras que si hay conflicto entre las instancias o entre las pulsiones el psiquismo del sujeto se encuentra debilitado, no teniendo fuerzas para ningún acto que conlleve alguna transformación o ponga ante sí algún efecto.

A veces el sujeto se ve forzado a conducirse como si le dominase un sentimiento de culpabilidad que exigiese para su satisfacción la enfermedad como castigo. Esto ocurre bajo el poderío de su conciencia moral que permanece ignorado para el sujeto.

A todas aquellas fuerzas que se oponen a la labor terapéutica les damos el nombre común de "resistencias" del sujeto. La "ventaja de la enfermedad" es una de ellas y el "sentimiento de culpabilidad" inconsciente representa la resistencia del superyó, siendo la resistencia que más se opone a la curación.

En el transcurso de la cura surgen otras distintas resistencias, como las del yo que está acostumbrado a no enfrentarse a situaciones o frases que cuando surgen se ve impulsado a reprimir, o dificultades que surgen cuando se abren nuevos caminos para sus impulsos que durante decenios han seguido una ruta conocida.

La longitud del camino a recorrer y la riqueza o no del material no son lo decisivo, lo que importa es que el camino quede libre, que el camino pueda hacerse, que haya caminante dispuesto a caminar.

Todas las tentativas de apresurar la cura analítica no serán sino tentaciones que siempre fracasarán, porque nunca se trata de terminar sino de comenzar, no se trata del camino recorrido sino de comenzar a caminar, porque antes de hablar no se trata de cuánto y de qué hablar sino de comenzar a hablar, y después se trata de
continuar, de permanecer, de perseverar en el recurso del habla.

También sabemos, respecto a los humanos, que cuando la instancia psíquica que denominamos superyó es para el sujeto muy severa, es decir cuando su conciencia moral es muy exigente, cuando se padece de hipermoral, cuando se quiere ser muy bueno, ocurre todo lo contrario, ocurre que se llega a ser muy malvado.

Y las vías de acceso son variadas: malvado por sentimiento de culpabilidad inconsciente, que impulsa al sujeto a hacerse merecedor de un castigo que él mismo se infringe, malvado por carácter de excepción, por creer que haber sido víctima merece que la ley no sea para él, malvado cuando se fracasa al triunfar por creer no merecerse el bien conseguido.

Sabemos caer pero no queremos hacer el trabajo de mantenernos en pie, sabemos castigar pero no sabemos perdonar, sabemos enfermar pero no estamos dispuestos a mantener la salud, todo en el sujeto está hecho para no ir más allá del principio del placer, para no gozar demasiado, ni siquiera penar demasiado.

Gozar del lenguaje, puesto que no hay otro goce, no hay lo vivido sino lo hablado, usufructuar sin poseer, porque todo en el ser que habla está contaminado por el hecho de que sólo goza por estar implicado en la satisfacción de la palabra, esa satisfacción que se satisface a nivel del inconsciente, satisfacción que cuando falta sólo podemos decir que estamos perdidos, confusos, sin saber si estamos vivos o muertos, impacientes por terminar, por escapar del vivir.

La tendencia de la vida es alcanzar la mínima tensión, alcanzar lo inanimado, la vida tiene tendencia a morir, sólo los obstáculos que encuentra, sólo lo que interrumpe permite un vivir que alcance la muerte por el camino más largo: los rodeos de la vida.

Amelia Díez Cuesta. Psicoanalista
Madrid: 91 402 61 93


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¿Te has preguntado alguna vez porqué pusiste el despertador más tarde de lo previsto cuándo ibas a hacer un examen o a firmar un contrato, porqué olvidaste las llaves del coche, porqué paraste en una estación de metro equivocada, porqué olvidaste una cita, un nombre, un teléfono? De esto y de muchas cosas que nos ocurren en la vida cotidiana, de esos detalles que nos parecen tonterías pero que tienen mucha más importancia de la que les damos, nos han hablado durante el mes de marzo en la Universidad Complutense los especialistas de la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero.

Un año más la Facultad de Filosofía de la Universidad
Complutense de Madrid y la Escuela de Psicoanálisis Grupo Cero han organizado un ciclo de charlas introductorias al psicoanálisis con el título: Psicopatología de la vida cotidiana. Texto que han desarrollado en cuatro jornadas Magadalena Salamanca, Manuel Menassa, Hernán Kozak y Ruy Henríquez en los epígrafes de: El olvido de nombres propios, palabras extranjeras y serie de palabra; Recuerdos infantiles y recuerdos encubridores; Olvido de impresiones, conocimientos y propósitos; Determinismo, creencia en la casualidad y en la superstición.

200 alumnos han pasado por el ciclo formativo que les acercó, como se ha comprobado durante el mes de marzo, una cara más cercana, real y práctica del psicoanálisis como ciencia y como herramienta para la lectura de los procesos inconscientes, de lo psíquico.

Tema de notable actualidad y que levanta siempre interés entre los asistentes como los lapsus, las equivocaciones o los sueños se han trabajado intensamente, tanto por parte de los ponentes, que lograron incluir a los alumnos en todo momento, como de
los propios alumnos que de una forma muy participativa han resuelto dudas y curiosidades y han intercambiado impresiones sobre el psicoanálisis, el lenguaje, la escritura, la terapia analítica, etc.

De estos encuentros podemos decir que el olvido es inconsciente y que tiene que ver con el sujeto y con alguna situación que representa ese nombre, cifra, encuentro...

Que cuando hablamos del psiquismo no existen casualidades, es decir, si hay por parte del sujeto algún tipo de implicación, existe la sobredeterminación inconsciente. En cada acto fallido está el querer y el no querer hacer del sujeto, por eso que los actos fallidos tienen un sentido y son actos logrados.

Conservamos en la memoria todo lo que parece importante por sus efectos inmediatos o cercanos. Olvidamos, en cambio, lo que para nosotros es nimio. El haber olvidado algo importante nos asombra aún más que recordar algo, aparentemente, insignificante, como ocurre en los recuerdos infantiles. Los recuerdos se van recordando a lo largo de nuestra vida. Incluso, hay recuerdos encubridores que Freud compara con el olvido.
El psicoanálisis da sentido real a todo aquello que nos pasa pero que no entendemos porqué pasa o qué es....y para cada uno es diferente.

Sigmund Freud escribió este texto en 1901 para desarrollar la cuestión inconsciente de los olvidos, de los recuerdos...

Donde nada es casual, no existe el azar y el sujeto siempre está jugado en todo aquello que le sucede. El olvido de una fecha, de un nombre, de una cita fueron explicados a través de ejemplos que Sigmund Freud trabajó durante toda su carrera como psicoanalista.

Juventud Grupo Cero


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El psicoanálisis produce una fractura en la historia del conocimiento humano, en la historia de la vida de los hombres. cuando Freud dice “el pensamiento inconsciente no juzga, no calcula, sólo le interesa desear, trabajar”, da un paso que coloca al ser humano fuera de la dialéctica del bien y del mal y en esa interpretación se queda con el alma.

Más que morada, soplo, nos enseña el psicoanálisis cuando nos habla del alma. Más que relación desencuentro. Más que cuerpo, imagen del cuerpo.

Eros es indestructible, por eso mata y la Pulsión de Muerte tampoco puede destruir a Eros, sólo puede interrumpirlo de tanto en tanto con los signos de puntuación, por eso, sólo por eso, vivimos.

El psicoanálisis propone a la medicina que el cuerpo no es el rey de ese universo en la que ella entonces acontece, sino que ahora hay una reina que comparte estos halagos: la psiquis, el alma, que no solamente sirve para que tengamos culpa, sino que es capaz de provocar con sus vicisitudes transformaciones de lo que reina, es decir, de nuestro propio cuerpo.

Toda enfermedad, de las llamadas orgánicas, puede tratarse del deambular de un deseo inconsciente o estar, de alguna manera agravada o detenida, en su curación, por un deseo inconsciente.

La medicina no sabe del porqué, haciendo todas las cosas bien, un diagnóstico preciso, la medicación elegida cuidadosamente y la obediencia del paciente, la enfermedad avanza, pero lo que avanza, y no es con medicación y obediencia que se detiene, sino con palabras en transferencia, es el mismo deseo inconsciente que produjo el comienzo de la enfermedad.
La Medicina nada sabe de los misteriosos procesos inconscientes que hacen que un paciente, aún sabiendo que algo le mata y algo le cura, hace, permanentemente, lo que le mata.

La Medicina nada sabe del masoquismo inconsciente capaz de producir la muerte del sujeto o de algunas de sus funciones vitales, sin que necesariamente se pueda comprobar enfermedad orgánica alguna.

Y la Medicina poco o nada sabe de lo que se hereda como enfermedad, ya que en la mayoría de los casos lo que se hereda es la estructura familiar que produce ese tipo de enfermedades.

En la conferencia Inaugural del X Congreso Internacional
Grupo Cero, “Psicoanálisis y Medicina”, escribe Menassa: a la luz de estos saberes me pregunto, cuarenta años después, si el psicoanálisis no debería, más allá de dejarse usar y hasta de buenas maneras por la medicina, no debería incluir a la medicina dentro del campo del psicoanálisis y de esa manera intentar transformar los criterios de salud y enfermedad.

Pero si como nos dice Freud un sujeto normal es aquel que transforma una realidad que conoce, tendríamos que preguntarnos cuales son esos criterios de los que estamos hablando, ¿serán términos antagónicos u opuestos?, ¿es la salud la ausencia de enfermedad?, ¿podríamos pensar, por ejemplo, que para un sujeto con una enfermedad orgánica no existe la posibilidad de salud mientras aquella persista?, ¿para un sujeto con una enfermedad orgánica no existe la posibilidad de salud mientras aquella persista?, ¿un sujeto con una enfermedad congénita tendría posibilidad alguna de salud?, ¿qué sería la salud? ¿qué sería la enfermedad?
¿Cómo escapar de la enfermedad si ésta va unida a la civilización?, porque Montaigne ya había señalado en 1580 que los salvajes tienen mejor salud que los pueblos civilizados, Fischer en el siglo XVII describe las enfermedades de la civilización que correspondían a lo que hoy se denominan trastornos psicovegetativos, y Adisson en 1711 postula que el progreso es causa directa de enfermedad.

En los viajes de Gulliver, Jonathan Swif nos muestra la dificultad que su personaje encuentra para explicar, entre otras peculiaridades de la vida inglesa, lo que eran las enfermedades ante un interlocutor que no podía concebir que “la naturaleza, que hace perfectas todas las cosas, alimentase en nuestros cuerpos tantas dolencias” a lo que Gulliver hubo de contestar señalando la distancia que separaba la forma de vida civilizada de la vida natural.
Esta idea de enfermedad unida al progreso sigue vigente en el momento actual, no sólo en la medicina sino también en el común de las personas, pese a que estudios antropológicos han demostrado que el asma, la artropatía psoriásica o el cáncer también existían en tiempos remotos.

No hay salud posible sin una profunda modificación de los modelos ideológicos. Toda ciencia se desarrolla en un campo ideológico y de toda ciencia se desprende una ideología. Todo saber finaliza una ilusión. Y es en el campo de la ilusión donde la ideología asienta su trono, y es en el límite de la certeza sensible hasta donde llega su poder. y serán sus instrumentos, entonces, todo lo que el hombre puede registrar como real cuando mira, cuando toca, cuando piensa en soledad. la ideología es el tiempo donde el hombre reconoce y desconoce a la vez las determinaciones de lo que le toca padecer como reconocimiento.

Conocer parece ser otra cosa que sentir, parece ser otra cosa que ver, parece ser otra cosa que reconocer.
Conocer será interpretar lo reconocido, más que para alcanzar otro nivel de comprensión, para transformar lo visto y lo tocado en otra cosa. Porque la interpretación no está en los hechos, sino que los hechos sólo existen después de ser interpretados.

Y sólo existen para transformarse en otro hechos, ya que la cadena significante no dejará de fluir. Porque si esto aconteciera, no habría de ser la interpretación una interpretación psicoanalítica.

La interpretación psicoanalítica propone, una nueva cara para la salud del ciudadano en general. un psicoanalista se tiene que ocupar de la salud.

Y si leyendo desde el sujeto de la transferencia se puede llegar a transformar los deseos inconscientes, en el sentido de una transformación de lo que sobredetermina o por lo menos un cambio de rumbo de lo que sobredetermina. Podríamos pensar entonces que a la posibilidad del psicoanálisis atañe también la transformación de los modelos ideológicos, que por inconscientes tendrán que ser construidos como tales desde los efectos, los cuales, por ideológicos, asentarán en el propio cuerpo del sujeto.

Las ideologías están encarnadas en la vida de los sujetos. Por eso es que la ciencia puede interpretar la ideología, puede rectificarla, puede transformarla, puede tomar otros rumbos, pero lo que no puede es terminar con la ideología.
Hay algo en el psicoanálisis que, más allá del sujeto, nos habla del estado, que más allá de su poder en transferencia se atribuye, como instrumento de conocimiento, la capacidad de lectura de los modelos ideológicos.

Los criterios de salud y enfermedad con la presencia del concepto de inconsciente se hacen lábiles, es decir que es muy complejo determinar el límite entre la salud y la enfermedad, problema del límite absolutamente fantasmal, que es lo que hace a la escucha.

Hay razones en pensar que de la enfermedad a la salud hay un sólo paso, pero esa razón podrá ser una verdad material, histórica, sólo aceptando que hoy por hoy ese sólo paso puede darlo el psicoanálisis.

La ciencia, las disciplinas no son culpables de nada, se desarrollan según los hombres que las desarrollan, tienen una historia.

Lo que se puede hacer, nos dice Menassa, es hacer lo que estamos haciendo, profundizar, abrir el panorama teóricamente, mostrar las posibilidades que la presencia del psicoanálisis haría en el mundo de la medicina. .../...

Pilar Rojas. Psicoanalista
Médico especialista en Reumatología y
en Medicina Familiar y Comunitaria
Madrid: 696 194 259


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MADRID
LA EDITORIAL GRUPO CERO
EN LA FERIA DEL LIBRO 2007
Del 25 de MAYO al 10 de JUNIO de 2007
PARQUE DEL RETIRO
CASETA Nº 197
www.editorialgrupocero.com


El Psicoanálisis marca una ruptura en la historia del pensamiento ya que demuestra que junto al pensamiento consciente existe otro modo del pensamiento que es el pensamiento inconsciente. A la luz de este descubrimiento es que la sexualidad toma su lugar en la vida humana.

El primer prejuicio que tuvo que romper Freud al respecto fue el de la sexualidad como propia de los adultos y dependiente del tiempo de la procreación afirmando que la sexualidad es lo humano por excelencia y que gozan de ella todas las edades. Relacionada con la constitución del psiquismo acompaña la vida humana desde los primeros tiempos del crecimiento, hasta su muerte.

El presente libro pretende servir de ayuda a todas aquellas mujeres que ya son madres y a aquellas que, en un futuro, se planteen serlo.

El enfoque propuesto sirve a un fin orientativo porque la labor propiamente educativa ha de ser realizada tanto por la madre como por el padre.

Lo trágico está enraizado a la propia estructura de la teoría Psicoanalítica. Dan cuenta de ello, La interpretación de los sueños, Duelo y Melancolía, Totem y Tabú, Introducción al
Narcisismo, Los que fracasan al triunfar, entre otros.

En este libro, veremos desplegarse, a través de algunas figuras míticas, que toman las diversas formas de la tragedia, -Edipo- Hamlet, Antígona- los múltiples intentos de
nombrar al deseo, metaforirzarlo, atraparlo, hacerlo hablar, representar su caída. El destino mortal está en el núcleo de la Tragedia. El hombre nace al borde de la muerte, y vive sentenciado a un final.

En la tragedia, el sujeto se posiciona ante la vida, como a un destino ya marcado, a una condena inmodificable. No se cuenta dentro de su drama, más que pasivamente. No se historiza, no acepta que el trabajo de transformar aquello que vive como destino, es a espensas de su propia transformación. El Psicoanálisis le posibilita al sujeto, salir del destino implacable y construir sus circunstancias, su temporalidad

Lo trágico -en psicoanálisis-, nos muestra que es, en el psiquismo humano, donde se centra la verdadera tragedia del hombre: sexo y muerte, abriendo a paso el espectro del
deseo y todas sus leyes.

...Pero hay otras formaciones psíquicas más cercanas al hacer que al decir, a la pasión que al amor. Un fantasma actuado, la emergencia repentina e inesperada de una alucinación, el brote de una lesión psicosomática, un pasaje al acto, son formaciones psíquicas que se engendran en la transferencia y que a la vez engendrándose hacen transferencia. Hacen vínculo, pero hay fusión, sueldan a analistas y analizados en un lugar compacto y desmedido.

Son figuras activas donde prevalecen una parte del cuerpo actuante o padeciente. El autor no es el sujeto sino una región autónoma y deslindada del cuerpo, que domina desde el centro del fenómeno, toda la escena.

 

 

EN UNA SOCIEDAD JUSTA, EL TRABAJO ES UN DON
 

Y éste es el verso donde intentaré dejaros la enseñanza más necesaria:
En una sociedad justa, el trabajo es un don: una alegría, un bien, humano propiamente, con el cual se puede modificar lo natural, la vida, los enjambres de sueños, el sol.

Con el trabajo el hombre pudo volar sin alas, navegar por los mares sin conocer el mar.

Del árbol, estupefacto de sorpresa ante el hombre, pudo el trabajo arrancar una silla y, de la piedra, las señales que forjan el porvenir del hombre, su casa, sus monumentos, su propia lápida..


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