SUMARIO
Depresión y cáncer
La disposición a la neurosis
Angustia y fobia
De nuestros antecedentes
Convocatoria Cursos 2008-2009
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LA DISPOSICIÓN A LA NEUROSIS

El problema de por qué y cómo contrae un hombre una neurosis, es ciertamente uno de los que el psicoanálisis se planteó resolver. Al respecto, Sigmund Freud, escribió un trabajo en 1913 para el 4º Congreso Internacional de Psicoanálisis, en el que planteó que es muy probable que la solución tenga como premisa la de otro problema, menos amplio, que es el que nos plantea la interrogación de por qué, tal o cual persona ha de contraer precisamente una neurosis determinada. Es éste el problema de la elección de neurosis.

La investigación planteada, que deducía las circunstancias normales, precisamente de sus perturbaciones, planteaba la siguiente pregunta: ¿En qué habría de consistir la coerción de la evolución y sobretodo, cuál podría ser la diferencia de fases que determinara la disposición a la neurosis obsesiva en contraposición a la histeria?

En las causas patológicas de las neurosis, se distinguían dos clases: constitucionales y accidentales. Siendo precisa, por lo general, la colaboración de ambos órdenes para que surja la neurosis. Entonces, la pregunta que se planteó es: ¿Dónde buscar el origen de estas disposiciones?

La investigación analítica, señaló la disposición neurótica en la evolución de la libido y, refiere los factores que en ella actúan a variedades en el proceso de constitución sexual y a influjos del mundo exterior experimentados en la temprana infancia.

Con respecto a la histeria y a la neurosis obsesiva, las dos neurosis de transferencia propiamente dichas, en un momento se trabajó con la hipótesis, de que la histeria se hallaba condicionada por la pasividad y la neurosis obsesiva por la actividad del sujeto en sus experiencias infantiles.

La patología no podía resolver el problema de las causas ocasionales, mientras hubo de limitarse simplemente a investigar si tales afecciones eran de naturaleza endógena o exógena. Quiero decir que, a las observaciones que señalaban la importancia de algún factor, por ejemplo, la abstinencia (en su más amplio sentido) como causa ocasional se oponía la objeción de que muchas personas soportaban sin enfermar los mismos destinos. Pero si se quería considerar como factor esencial de la salud o la enfermedad, las características del individuo, se tropezaba con el hecho de que muchos dotados de una idiosincrasia desfavorable, podían mantenerse perfectamente sanos mientras les era permitido conservarla.

El Psicoanálisis, nos ha conducido a prescindir de las estériles antítesis, establecidas entre factores externos e internos, entre el destino del individuo y su constitución, y, nos permite, interpretar la sobredeterminación de una neurosis en una situación psíquica susceptible de ser establecida por diversos caminos, es decir, múltiplemente determinada y puesta en movimiento desde el futuro.

En la constitución del sujeto, una vez establecido el Aparato Psíquico en Yo-Supero-yo y Ello, se pudo afirmar que las neurosis y las psicosis surgían de los conflictos del Yo con sus distintas instancias dominantes, esto es, que corresponden a un fracaso de la función del yo, el cual se esfuerza, sin embargo, en conciliar las distintas exigencias.
El desenlace de todas estas situaciones, habría de depender de circunstancias económicas, de las magnitudes relativas, de las tendencias combatientes entre si. Además, el yo podrá evitar un desenlace perjudicial en cualquier sentido, deformándose espontáneamente, tolerando daños de su unidad o incluso disociándose en algún caso. De este modo, las inconsecuencias y las chifladuras de los hombres, resultarían análogas a sus perversiones sexuales.

En Freud, está claramente señalada, la imposibilidad de prescindir del factor cuantitativo en la investigación acerca de la producción de la neurosis. No se trata, de una cantidad absoluta, sino de la proporción entre el conjunto eficiente de libido y aquella cantidad que el yo puede dominar, esto es, mantener la tensión, sublimar o utilizar directamente. De este modo, un incremento relativo de la cantidad de libido, podrá provocar los mismos efectos que un incremento absoluto. Una debilitación del yo consecutiva a una enfermedad orgánica o motivada por una tensión de todas sus energías, podrá pues, provocar la emergencia de una neurosis, que de otra manera hubiera permanecido latente a pesar de la disposición.

Junto al procesamiento de las condiciones de producción de la neurosis, es importante señalar que las neurosis interesan en cuanto aportan a un saber acerca del sujeto, acerca del deseo inconsciente y que, ninguna exploración del preconsciente, por más profunda y exhaustiva que sea, nos llevará jamás a un fenómeno inconsciente en cuanto tal.

Lo que Freud muestra en los síntomas, sean cuales sean, trátese de síntomas patológicos o de lo que él interpreta en lo que hasta entonces, se presentaba como más o menos reducible a la vida normal, es decir, sueños o lapsus, es siempre un deseo.

Y la neurosis, no es un objeto mórbido, ni una especie de parásito extraño a la personalidad del sujeto, es una estructura analítica que está en sus actos y en su conducta. No está hecha únicamente de síntomas, susceptibles de ser descompuestos en sus elementos significantes, sino que todas las manifestaciones del sujeto llevan la marca de esas relaciones estructurales. Claro que también, debemos tener en cuenta las mediaciones. En la histeria, por ejemplo, hay lo que podemos llamar un carácter histérico y encontramos formas de la histeria utilizadas en las relaciones sociales. Un ejemplo: la seducción, sin la cual no hay histeria, pero sin ella es muy difícil cualquier tipo de comunicación. Sin cierta obsesividad, sin cierto ritual sería imposible cualquier investigación, pero entre el carácter obsesivo y la neurosis obsesiva, hay una gran diferencia, pero cuantitativa. Orden, limpieza y tenacidad, por ejemplo, pueden ser muy necesarias pero, si contamos baldosas hasta el agotamiento, de modo que nunca podemos cumplir horarios pautados o bien, somos tercos y empecinados en nuestros errores a pesar de los resultados, eso ya nos genera muchos inconvenientes. Lo interesante es que no hay diferencia de calidad entre la enfermedad y el carácter, la diferencia es la cantidad y el Psicoanálisis la disciplina que hace posible modificar profundamente el carácter.

Ahora bien, ¿Què es un síntoma? Digamos que síntoma es lo que es analizable y se presenta en forma paradójica. Está lejos de interesar sólo al sujeto. Su historia y toda su anamnésis está implicada. Nunca es simple, está siempre sobredetermindo. Es un sentido cerrado y no hay síntoma cuyo significante no se traiga de una experiencia anterior. Esta experiencia siempre está situada en el nivel donde se trata de lo reprimido. Y el corazón de todo lo reprimido en el sujeto es el complejo de castración. El complejo de castración, señala aquél momento donde la madre queda desprestigiada, ocurre en el encuentro con el lenguaje y es necesariamente traumático, por lo que es donde se juega la disposición a la neurosis.

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El conjunto del comportamiento obsesivo o histérico esta estructurado como un lenguaje. Y no alcanza con decir que más allá del lenguaje articulado del discurso, todos los actos del sujeto tendrían esa especie de equivalencia con el lenguaje que hay en lo que se llama un gesto, en la medida en que un gesto no es simplemente un movimiento bien definido sino ciertamente, un significante. La expresión que le va perfectamente es: una gesta, en el sentido de la canción de gesta, como se dice la gesta de Aníbal, es decir la suma de su historia. Y la gesta del sujeto, es constituirse como tal, porque el ser humano no nace humano, es decir, tiene que atravesar los tiempos de su humanización, esto es: la identificación primordial, la fase del espejo y el Edipo o la construcción del encuentro con el lenguaje. En este proceso, donde me produzco como ser viviente, está la pulsión. Y donde se forma el cuerpo, en la fase del espejo, están los procesos imaginarios y en el lugar del encuentro con el lenguaje, aparece el deseo. Ahora bien, cuando hay problemas con la identificación primordial, la pregunta que surge es la siguiente: en el caso del neurótico, si es histérico se pregunta ¿soy hombre o soy mujer? Y si es obsesivo, las dos cosas juntas, ni soy hombre ni soy mujer.

En este momento quiero puntualizar lo siguiente: Cuando hablamos de neurosis, hacemos cumplir un cierto papel a una huida, una evitación, donde un conflicto con la realidad tiene su parte. Y se intenta designar a la función de la realidad en el desencadenamiento de la neurosis mediante la noción de traumatismo, que es una noción etiológica y en Psicoanálisis no hay psicogénesis. Otra cuestión, es el momento de la neurosis en que se produce en el sujeto una cierta ruptura con la realidad. Pero ¿De qué realidad se trata?
La realidad sacrificada en la neurosis es una parte de la realidad psíquica. Entonces, realidad no es homónimo de realidad exterior. En el momento en que se desencadena su neurosis, el sujeto elide una parte de su realidad psíquica. Esta parte es olvidada, pero continúa haciéndose oír de manera simbólica, es decir, intenta volver a surgir bajo una significación particular, un sentido, digamos, secreto, que de ninguna manera es un problema de conocimiento sino que lo que está en juego es del orden de un saber.

Y, finalmente, quiero recordar dos pequeños textos, que me parecen muy importantes en relación a las neurosis, son del libro "AFORISMOS Y DECIRES" de Miguel Oscar Menassa.

Dice Hermann Hesse: El aforismo es algo así como una piedra preciosa, que adquiere más valor por su rareza y sólo causa placer en pequeñas dosis.

Dice Menassa: 399: Nadie se cura haciendo lo que le da la gana. Porque hacer lo que a uno le da la gana es el mecanismo que usa la enfermedad para instalarse como enfermedad.

Y, 610: La experiencia enseña que todos aquellos que quieren ser más nobles que lo que su constitución les permite, enferman de neurosis.

Jaime Icho Kozak
Psicoanalista
Madrid: 91 447 02 84

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