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DECIR NEURÓTICO


Templo de miel de Miguel Oscar Menassa. Óleo sobre lienzo, 60x60 cm.

Alicia, como todo sujeto vive viajando por el tour del decir, intentando decir lo mismo de otro modo... en ese decir lo mismo, está lo real. Toda significación remite a otra significación, no a una realidad. No hay significante causa de sí mismo, es la ley de la repetición la que hace que un significante sea tal. Hablamos de la palabra como función significante, desde aquí podremos leer también los gestos, no como manifestaciones motoras, sino como acciones simbólicas sujetas a inscripción, impuestas en un contexto de lenguaje, en una articulación de lenguaje.

Podemos hablar y hablar, y hablar y que nada resulte significante, pero va a suceder una repetición, y por haberse repetido, eso se hará significante, se hace sujeto. Es por la ley de castración que el sujeto se inscribe en el lenguaje dividido, antes de él se ha producido el resto de la operación, el plusgoce, el objeto a, para nacer en el lenguaje, en el plusgoce de cada uno.

Es por medio del sueño que hablamos, por medio del acto fallido, por medio del olvido, de la repetición, de lo dicho no. El psicoanalista escucha los dichos del paciente, porque sólo hay inconsciente desde el dicho, y el sujeto no es más que el efecto del dicho, el corte significante por el que se presenta ante otro significante. Dora, la Bella Carnicera, el hombre de las ratas, por nombrar alguno de los neuróticos que forman parte del decir de la neurosis en el discurso psicoanalítico. En Psicoterapia de la Histeria, Freud dice que su interés primero había recaído en el tratamiento de las histéricas, pero que más tarde se dio cuenta que era una terapia de la neurosis la que estaba desarrollando. La escucha analítica podia aplicarse a cualquier neurosis, no solamente a la histeria. Freud cree en los relatos de las histéricas, y sostiene que una relación psicoanalítica está fundada sobre el amor a la verdad, y en el reconocimiento de la realidad. Pero claro, por otra parte, sabemos que la única verdad es la verdad de castración, es decir, que solo puede decirse a medias, y que la realidad de la que hablamos es la realidad psíquica, donde lo que está en juego es un real imposible.

Freud sabe que el paciente habla y habla, y se extravía en infinitas demandas, pero desconoce la causa de su decir. El neurótico quiere saber constantemente lo que causa su deseo, quiere saber todo el tiempo porque le pasa lo que le pasa, justificar sus acciones o sus síntomas.

Ella es totalmente dividida, habla sin saber. Alicia, se embaraza 5 veces en 5 años, y el primer año que no se embaraza, ella se vive esteril o menopausica. Y además, adjudica sus trastornos a su marido con su falta de sensibilidad. La histérica insiste en hacer valer en su discurso la subjetividad que reclama. Ella hace y olvida lo que hace. Se embaraza y despues dice que no es su momento para ser madre. Aborta, y se queda con la duda de si podrá tener volver a embarazarse, y eso la lleva a embarazarse nuevamente, y a desembarazarse, en apariencia otra vez, acto que repite de forma incansable 5 años seguidos. Seduce a sus compañeros de trabajo, pero después se sorprende frente a los efectos de su seducción, los acusa de brutos, de tener una idea fija con ella, ya olvidó que era ella la que había seducido.

Cuando Dora llega al análisis, lo primero que hace es quejarse de su padre. Freud la escucha, y no toma las denuncias de la histérica como una mentira, acepta lo que dice como una verdad. Dora se queja y se siente la perjudicada del mundo desordenado de sus progenitores… reclama, quiere saber qué hacer con los problemas que le ha causado ese desorden de los "otros". Freud escucha el reclamo de Dora, y de alguna manera, le responde, "hay una verdad en ese desorden que estás diciendo, pero… ¿cuál es tu parte en ese desorden?". La incluye en su relato, en la ficción que ella en sus dichos, establece.

Freud diferencia el decir de la histeria con el decir de la neurosis obsesiva. Dirá que el lenguaje de la histeria coincide con el lenguaje figurado de los sueños. La histérica vomita, el neurótico obsesivo elabora medidas preventivas de contacto, se previene de enfermedades contagiosas. Todo discurso histérico está sostenido por la pregunta: ¿soy hombre o soy mujer?, ¿Cuáles son las relaciones del hombre y la mujer? Y todos sus derivados, por eso, que sus preguntas, son discurso, respuestas. Dora se pregunta: "¿Qué es lo que mi padre ama en la Señora K? La Señora K, se hace respuesta para la joven: es algo que su padre puede amar más allá de ella. Allí Dora se enlaza, en eso que es amado por el padre en otra, eso que ella no sabe; así es también el objeto de su deseo, pero La Dama K, no encarna a una persona, sino que representa el enigma de la feminidad. (El don de falo) La queja histérica, en la que siempre ella se sitúa en el lugar de víctima, de la que está privada de algo, o de lo que no tiene, o lo que no le quieren dar, o de sentirse excluida, encubre un goce que es el goce de la privación, que la sitúa en relación a Otro goce, no fálico. Dora en la famosa cachetada en el lago, renuncia al goce fálico que le ofrece el Sr. K. Ella exhibe su privación. Lacan llega a decir que ella hace huelga del goce fálico. Ella lo que verdaderamente quiere es tener la enciclopedia que contenga las respuestas del sexo De esta manera cuando la Bella Carnicera le dice a Freud que soñó el sueño que contradice a la teoría psicoanalítica, lo obliga a producir un saber.. En la búsqueda de las histéricas, de un amo para producir un saber sobre sus síntomas, empujaron a Freud a escribir la teoría psicoanalítica.

Marcela Villavella. Psicoanalista.
Buenos Aires: 4706 2669

Al decidir sobre el título de mi ponencia: Decir neurótico, me permití jugar con las dos posibilidades que en primera instancia se me presentaban: Tomar la vía del decir del neurótico, y por alli indagar en la propia clínica de su discurso: sus incomodidades, sus quejas, sus rechazos, su lenguaje reducido por los vanos intentos de controlarlo; o bien, tomar la vía de ese Decir, en un infinitivo disparado a entrar en lo que al hombre lo hace humano, su partición esencial: consciente e inconsciente, como postula el Freud de la primera época; la mortificación del lenguaje, la división entre enunciación y enunciado, o la determinación del sujeto por el goce, por la castración del goce, por el significante, que nos enseña Lacan. Al comenzar el Seminario II, dice: "los poetas que no saben lo que dicen, sin embargo, siempre dicen, como es sabido, las cosas antes que los demás…" Para ejemplificar, lo dicho, un poema de A. Pizarnik:

Las palabras no hacen el amor
Hacen la ausencia.
Si digo agua ¿beberé?
Si digo pan ¿comeré?

En 1895, a los dos meses de publicados los "Estudios sobre la histeria", la noche del 23 de Julio, Freud tuvo el sueño que lo llevaría a decir que ese día habría descubierto un enigma. El sueño de la inyección de Irma, es inaugural, "el sueño de los sueños", dice Lacan, y un mensaje, aunque descifrado puede seguir siendo un enigma, por lo tanto su valor no se agota en la interpretación. El interés recae sobre el relato del sueño, y así se privilegia la escucha. Freud analiza cada fragmento, propone la asociación libre. Más tarde Lacan toma al sueño como texto de análisis y dice que la asociación libre es una forma de gozar del lenguaje. Freud no da vueltas, dice que el sueño es como una realización de deseo y Lacan nos sitúa en la vía de un deseo que posibilita el decir. Trimetilamina, es la palabra que aparece como la solución, en el sueño de Irma, que Freud visualiza en gruesos caracteres. Trimetilamina condensa y desplaza parte de la historia del descubrimiento freudiano, ya que Freud soñaba con dar la solución. Y además postula: Si soñar, todos soñamos, el sueño, algo querrá decir, pero ese decir se juzga por las consecuencias de lo dicho. Ya que lo que se diga queda olvidado tras lo que se dice en lo que se escucha.

La narración de este sueño comienza con la imagen de un "gran vestíbulo" con "muchos invitados, a quienes nosotros recibimos", con la cual Freud nos introduce en la mansión de los sueños, y en la dimensión del decir. Irma es una paciente neurótica, una histérica, que Freud llega a tachar de paciente deleznable. Su síntoma insistente es una propensión al vómito, y cuando Freud tiene este sueño, ella acaba de interrumpir su tratamiento. En los mecanismos del trabajo del sueño, nos hace ver la relación de la represión con los significantes, y articula la incidencia de su ausencia, en términos de pura relación significante. Freud cree haberle propuesto la mejor solución a Irma, en relación a sus síntomas, pero eso es lo que ella también ha vomitado, rechazado. Freud quiere que la paciente abra la boca, que hable, ya que sostiene que no podemos tratar al inconsciente más que a partir del dicho del paciente, y eso es un decir.

El decir y el dicho, se hallan ligados respectivamente, a los conceptos lingüísticos de enunciación y enunciado. El yo que enuncia, nunca coincide con el yo de la enunciación, ya que está en juego lo imposible de ser dicho. A la vez, siempre que el sujeto enuncia algo, está implicado en eso, y lo que enuncia remite a una enunciación... aunque de eso él no sepa nada. También en el sueño, el sujeto dice lo que dice y eso es también lo que no dice. Es de un modo ejemplar que en el sueño el significante está interesado en la enunciación, y es en esa vía que Freud nos presentó al inconsciente.

Algo habla por él, sin que sepa porque dice esas cosas. Hay un sentido enigmático, pero no puede hacer nada, sólo tendrá que hablar de eso que surgió del oscuro reino de las sobras, de los restos. El deseo inconsciente encuentra en esos restos diurnos un camino de expresión de lo imposible de decir, y eso indecidible será justamente, lo que comanda. El sueño se lee a partir de lo que se dice de él, el dicho no puede ser separado del decir, porque está acoplado al decir. Deberá hacer un relato y situarse en relación a ello. Freud dirá que esa asunción por el sujeto, forma parte de los pensamientos latentes del sueño. Es decir, que está en el nivel de la enunciación, el valor del significante que está implicado por la asociación libre. Algo, siempre lo implica sin que él lo sepa. Sueña, habla, pero no puede, aunque lo intente, calcular la elección de los elementos que van a acontecer: un lapsus, los olvidos, los insistentes cambios de palabras. El sujeto no es el autor del decir, aunque haga oír su presencia en él. Freud descubrió que el desplazamiento del significante determina a los sujetos en sus actos, en su destino, en sus fracasos o sus éxitos, es decir que sus dotes innatas, su carácter o su sexo, no son determinantes. El sujeto no es más que el efecto del dicho, el corte del significante por el que se representa ante otro significante.

Alicia llega a la consulta por primera vez, y dice: Vine porque me mandó la Dra. Perez, me dijo que tengo que hablar con ud. Puedo hablarle horas de mis enfermedades, tengo muchas,pero no sé...Sin embargo, Alicia algo sabe.

- Tengo migrañas, esterilidad, calores premenopáusicos. Me hice 5 abortos en 5 años y este año que no me cuido no quedo embarazada. Una sabe de su cuerpo, y yo creo que estoy o esteril o menopáusica.... mi marido dice que no me soporta más.... debe ser por tanta enfermedad, yo creo que es un insensible, que me tengo que separar, soy jóven, puede quererme otro, tengo oportunidades en la vida, soy linda, una mujer sana....
- habia dicho que iba a hablar de enfermedades...
- bueno, son cosas distintas.... una cosa es que yo tenga todas esas migrañas, que sea esteril, y lo que ya le conté, y otra es que sea verdaderamente enferma... si estuviera enferma de verdad, no sería lo linda que soy... soy sensible, por eso las cosas que me duelen, me enferman.... mi marido es insensible, y no le duele nada, nunca... sólo me hace doler a mi estar con un hombre tan bruto.

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