SUMARIO
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Prefacio: Atención, alguien está triste
Función del objeto en las fobias
Impotencia sexual: Una mirada desde el psicoanálisis
De nuestros antecedentes
Feria del Libro de Madrid
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PREFACIO:
ATENCIÓN, ALGUIEN
ESTÁ TRISTE


Mandíbula batiente de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 80x80 cm.

El timbre afectivo es displacentero, hay pérdida de la capacidad para experimentar placer (anhedonia) Los sujetos también experimentan cambios de apetito o peso, del sueño y de la actividad psicomotora; falta de energía; sentimientos de infravaloración o culpa; dificultad para pensar, concentrarse o tomar decisiones, y pensamientos recurrentes de muerte o ideación, planes o intentos suicidas. Hay temor hacia objetos o cosas más o menos definidos y de acción, que pueden llegar a ser un delirio, de impotencia, de ruina, de culpabilidad. Y una permanente remisión al pasado, lo que debieron haber hecho y no hicieron. Un tiempo imposible para el cual no hay retorno.

Pensamientos que no quisieran tener? Sin embargo ahí hay una pasión. Palabra que en latín es sufrir y en griego enfermedad. Passio y Pathos.

Foto 3
Hay un gran dedo, que indica, señala, ordena: Goza de tu tristeza.

Foto 4
Estoy rodeado de noticias deprimentes que deprimen a mucha gente: se dice, estamos en la Gran Depresión.

El Imperio hace agua.
El analista coloca a la Señora Estatua de la Libertad en su diván y y le dice: "Te equivocaste, quisiste cubrir el hueco de tu tristeza y de tus miedos, con el consumo infinito, con el odio incesante, con la guerra otra y otra vez. Abandonaste el ser y fuiste a buscar objetos de todos los colores. En el camino olvidaste a tus grandes poetas y tu sed de petróleo te dejó en el desierto muerto de sed. Te comiste al mundo con tu hambre desmedida y luego, como un cáncer, te comiste a vos misma". Luego la vería salir triste de la sesión, sin decir palabra tal vez, pero tal vez una lágrima de impotencia surcaría su blanca mejilla.

Hay que reconocerlo, el inglés no es una lengua muy propicia para la simbolización.

Foto 5
Está Borges sonriendo, a pesar de su ceguera y dice: Los americanos necesitan tocar el objeto para darse cuenta de su existencia. Tuvieron que pisar la Luna, con un costo increíble, para comprobar que existía. Yo, en cambio, había estado ahí, antes que ellos, fue cuando escribí: "La luna está en la palabra luna".

Foto 6
Historia verídica de una depresión realmente comprensible. En la misma época que nacía el gran poeta peruano César Vallejo, nacía también otra persona con el mismo apellido, pero de nombre Roque. Y qué quizo hacer en la vida? Poesía. Oh! Destino cruel. Cada vez que se presentaba ante alguien o en un recital y decía soy poeta y me llamo Vallejo, le preguntaban: ¿César? Y el debía aclarar, no, Roque. Y observaba siempre un rictus de decepción.

Será por eso que hastiado un día volcó toda su tristeza en un poema que decía así:

Hay días en que nadie recuerda que existimos,
que la vida se encoge y nos aprieta.
Días, en que es difícil rehenebrar la sangre en nuestras venas.
Días, en que tenemos ganas de decirle a la vida que no estamos, que vuelva otro día.

Foto 7
Roque Vallejo está escribiendo una carta a un amigo y le dice: "He descubierto que después de escribir ese poema, me siento más aliviado. Tal vez porque me lo publicaron con elogios o tal vez porque por fin pude darle dimensión al dolor que me deprimía hora tras hora y confesar que esos días eran en realidad todos los días de mi vida".

Foto 8
Me veo deprimido porque no voy al Congreso y porque no estaré presente ni siquiera con algunas palabras.

Foto 9
Al igual que Roque, ahora que pude quedarme trabajando, enhebrando palabras para ustedes, siento un gran alivio. Es sólo mi cuerpo el que no va a estar, pero tal vez alguna palabra cruce el océano virtual y llegue hasta allí en este instante, que es ahora para mí aquí y es ahora, otro día, para ustedes allí.

Foto 10
Muestra un lugar imposible y por mostrarlo se hace posible. Dos sujetos ausentes en lo real, que participan del misterio de la palabra. Ustedes y yo.

Foto 11
Recibo un mail telepático de Blake, en el que me pide ser invitado al Congreso para aportar una frase y yo acepto egoístamente, porque me viene de perillas para simular un cierre de esta supuesta ponencia:

"El cuerpo es una porción de alma percibida".
Foto 12 (Llegué a la docena, qué felicidad)

La ponencia ha terminado y todo vestigio de depresión ha desaparecido. Me acomodo en este número mágico, dado que en el lugar que habito la docena es la medida más universal y me dispongo a releer un libro de Aforimos y decires que es una enciclopedia de sabiduría y que comienza diciendo: Si es posible el poema, es posible la vida.

Y me digo, claro, si los Norteamericanos hubieran podido leer este libro, todo hubiera sido diferente, pero…

Tom Lupo. Psicoanalista
Buenos Aires: 4981 0209

 

Está por sonar el timbre en el consultorio de un analista. La persona que está llegando está triste, está deprimida, tal vez no quiere vivir más, o su vida es miserable y se dio cuenta, o los recuerdos lo muerden como perros incansables.
Cree que lo espera un pequeño dios.
Agudicemos la oreja y convoquemos al pensamiento. No le podemos mentir, no les vamos a prometer un mundo maravilloso y una felicidad que no existe. Pero podemos hacerlo dudar de la piedra que lleva al cuello. Podemos mostrarle la infinita combinatoria de destinos y palabras que hicieron que apareciera misteriosamente en un mundo misterioso. No sabemos el sentido de la vida ni podemos dárselo. Pero podemos invitarlo, de algún modo, que por las dudas siga caminando, que en algún momento estallará una carcajada y notará que por fin se está riendo de sí mismo. Entonces, cual Gioconda, podremos esbozar una mueca y soñar que con nosotros en el mundo, alguien le quiere decir algo a alguien.

“La vida es así, florecimientos y ocasos. Borrascas y plenitud.”
Miguel Menassa

LA PRESION DE LA GRAN DEPRESION

Cuando comencé a escribir sobre la Depresión, todavía pensaba que iba a estar presente en próximo Congreso de Octubre. Entonces había decidido hacer una Introducción escrita corta, inclinada a recordar que ni para Freud ni para Lacan se trataba de una Estructura, y poniendo el acento en la interesante frase de Don Jacques, que la consideró una "cobardía moral", para luego dialogar con los presentes sobre cuáles serían las legítimas coartadas para salir de ese estado paralizante y poder colocar la salida en otro camino que no sean las drogas, los psicofármacos antidepresivos, que alegremente la psiquiatría receta, engrosando de un modo increíble las arcas de la Industria Farmacéutica, a tal punto de considerar a la depresión como el negocio número uno de su actividad. Volver a pensar la salida desde el psicoanálisis.

También pensaba, por el hecho de haber nacido en Argentina, compartir con los congresales, el hecho indubitable, que cierta tristeza, cierta depresión, fue el motor de nuestro arte más difundido: el tango. Y aprovechando ciertas dotes declamativas que el destino me otorgó, iba a leerles las letras de varias de esas composiciones, que si bien se originaron tal vez en un momento de caída, tienen un alto valor poético y tal vez, al escribirlas, parte de esa tristeza, de esa depresión, amenguaron, porque, quién duda que la producción es la mejor coartada contra ese persistente canto de las sirenas que nos insinúan renuncia… renuncia…. Quedar tendidos en la cama y jugar a la muerte hasta la muerte.

Alguno de esos tangos que había elegido era, por ejemplo, MI NOCHE TRISTE, donde el autor relata que la mujer lo abandonó en lo mejor de su vida, dejándole el alma herida y espinas en el corazón.

Y en el origen mismo del género, Gardel cantaba en un tango que un viento de locura atravesó su mente deshecha de armagura. Y así llamó a esta composición: AMARGURA,, que termina diciendo: doliente y abatido, mi vieja herida sangra.

Estaría de más recordar que en Buenos Aires mi vieja es también mi madre?

Pero luego sucedieron dos cosas, una que por razones laborales supe que no iba poder estar en esa ciudad que tanto amo, la pequeña gran Madriz, en donde vive parte de la familia que elegí por deseo. Y lo segundo que sucedió es que en estos días,el mundo entró en una nueva Gran Depresión. Y pensé que había que prepararse para encontrar respuestas a los nuevos desafíos que nos iba a enfrentar el principio de este derrumbe del Gran Imperio.

Ya la palabra depresión, la que pensé para la ponencia inicialmente, había cambiado, había girado su sonido en nuestras vidas. Lo cierto es que, tal vez por su relación con el capitalismo y sus conceptos de "alzas y bajas" y su sentido de "depresión económica", esta palabra ha tomado el lenguaje de la cotidianeidad y cuando esto sucede, el sentido suele tornarse vago, impreciso y confuso.

Para que podamos asociar su relación con La propia economía libidinal, le escribí a un economista para que me definiera la depresión económica, para saber si podía encontrar analogía con la caída del ánimo que muestran los seres humanos deprimidos, que mezclan esa caída con signos de excitación, y me respondió escuetamente, diciendo:

"La depresión económica, es una radical caída en la actividad económica que se caracteriza por una fuerte contracción en la producción, aumento del desempleo y reducción en los índices de dinero en circulación. Constituye, de hecho, una manifestación exacerbada de la fase recesiva del ciclo económico, en el cual se suceden períodos de auge y de recesión".

Con este pequeño triunfo en la mano de haber logrado que un economista trabaje un instante, para nosotros, me sentí un poco más útil. Pensé, alguien en el Congreso va a asociar esta frase con alguna idea propia.

Es evidente que de algún modo quería estar presente con vosotros, así que para salir de la depresión que me produjo no poder viajar, elegí hacer lo que iba a proponerles, que de la depresión se sale trabajando. Entonces me puse a trabajar, a sacar algunas fotos para no perderme la legítima oportunidad de estar en el álbum de este Congreso.

Foto 1
Aquí lo podemos ver a Freud hablando del tema:

"En cambio, en las neurosis -y no me refiero solamente a la histeria, sino al status nervosus en general- existe, primariamente, una tendencia a la depresión anímica y a la disminución de la conciencia del propio yo, tal y como la encontramos, a título de síntoma aislado y altamente desarrollado, en la melancolía".

Foto 2
Vemos a un hombre deprimido. Qué le sucede? Está triste. Observo a varios así y concluyo:

Estamos ante un grupo enorme de sujetos en el mundo que muestran un común denominador, exhiben un dolor moral que se acompaña con cierto grado de disminución de la actividad motriz, aunque a veces puede haber excitación.

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