Sumario

POESÍA, PSICOANÁLISIS, LOCURA (III)
Cali, Colombia, 1979
M. O. Menassa

Poesía, Psicoanálisis,
Locura (I)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (II)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (III)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (IV)
 
El deseo como corazón del sujeto
Sobre las relaciones de pareja
Histeria Caso Dora
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Como vemos,
una pérdida lamentable de energía.
Lo cierto y su camino,
padece de todo.
Ciencias arrobadoras,
incapaces de producir sentidos más allá de sus vientres.
Vale decir,
pequeñas ciencias que, más allá del amor,
se hacen relativas, envejecen.
Todo método, por más feroz que sea su designio,
para no enmohecerse,
para que no se pudran en sus propias entrañas los hallazgos
de su valentía,
deberá,
transformarse con lo que transforma.
Deberá sufrir en su ser método,
una transformación.
No en los alrededores de su vida,
sino en su propia vida.
No en los contornos de ninguna ilusión,
sino,
en el centro mismo de la máquina que produce todas las
ilusiones.
Y cuando se habla de las ciencias y de la poesía
y no se habla,
de la propia vida de los sujetos,
no hay método.
Y todo es Razón,
y ella misma es la que se descarta a sí misma, para ser,
y es ella la que concibe,
un NO rotundo y "eterno" en la propia morada muda
de la materia y en ese vacío,
fuego sangrante de la nada,
y en ese límite preciso contra todo,
ella,
la razón en cuestión,
haciendo gala y despliegue de todos sus sentidos,
con todos sus orificios abiertos y desesperados a la búsqueda
de lo cierto,
ella,
comienza su propia investigación.
Y ella tiene la sabiduría de la vida,
porque la vida, es ella.
Su moda,
la verdad.
Su verdadero ser,
el tiempo momificado en los relojes.
Su retórica,
volver siempre sobre lo mismo,
con el intento de ennoblecer cualquier atrocidad que ocurra
en su reinado.
Y ella,
hoy por hoy, quiero confesarlo,
reina sobre todo.
Y para reinar,
su concepción es simple:
En mi cuerpo,
nos dice,
(y ella tiene variadas maneras de decir)
todo es sobremesa,
barrigas descomunales y cigarros,
que pueden fumarse tranquilamente.
En mi cuerpo,
todo es atardecer
y unas veces blanca y perfumada,
danzando entre cisnes blancos y olorosos,
y otras veces,
ensangrentada y nocturna,
fría y natural,
momificando su sonrisa siempre a una hora determinada,
abre las ventanas de su corazón,
abre desaforadamente flujos marinos.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2588)


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2586)

Ella en su casa también es poesía
y entreabre su piel,
porque la piel también es un agujero
y en esas heridas,
se petrifica el universo.
Cuevas y salientes por doquier,
deforman su cuerpo en el intento de abarcar,
todo lo que produce.
La marginalidad,
aparente espacio donde zozobra su poderío,
es también,
un espacio de su propio cuerpo,
alejado de su poder y estrechamente ligado a su corazón,
ya que en esas márgenes que son todavía su cuerpo,
viven,
y cantan sus canciones los marginales.
Sus apasionados amantes secretos.
Viven como si fuera contra ella,
para soñarla y en sueños, ella no deja de reinar.
Todo sueño es verdad.
Toda verdad es sueño.
Y cuando el mundo se llenó de verdades y de sueños,
cuando ya era imposible sostener en un solo cuerpo tantas
direcciones, ella,
inventora de lo inconcebible,
parte su cuerpo en dos,
y olvida.
Y mientras lo olvidado no retorna,
ella es dos.
En un solo ser,
una que hace lo que puede
y la otra que hace lo que no puede.
Se trata de la misma historia,
una mutilación y su doble.
Un mundo sin acción,
como decía,
petrificado.
Ya que uno no puede,
por carecer de todos.
Y dos,
es la posibilidad de la mirada de uno.
Y el tercero no existe,
porque el tercero es lo olvidado que retorna.
Y hasta aquí,
como vemos,
y en la cúspide de su poderío, ella propone para el hombre:
ser uno,
o bien,
su propia imagen,
o peor aún,
cuando ella atardece
y los rumores del lago son propicios,
ser,
en el inconcebible retorno de lo reprimido,
un recuerdo.
Un grito.
Una caricia.
A veces un olor.
Y tengamos cuidado,
porque cuando ella no sabe qué decir,
inventa la muerte,
para reinar majestuosa también sobre el silencio.
Ella es una asesina y dice la verdad:
más allá de mi cuerpo,
o la reproducción de mi cuerpo,
o la muerte. En mi cuerpo todo.

Del libro Freud y Lacan -hablados-1

 

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