SUMARIO
Inicio
De nuestros antecedentes

Menassa
La familia como estructura sexual (Euskadi, 1979) [p. 1]

La familia como estructura sexual
[p. 2]
La familia como estructura sexual
[p. 3]
La familia como estructura sexual
[p. 4]
La familia como estructura sexual
[p. 5]
La familia como estructura sexual
[p. 6]
Recital de Norma Menassa
Descargar nº 106
en PDF

Un Dios que después de tener un "hijo", Adán (un hijo sin madre), para poder ser él, Dios, padre y madre también de lo que ahora sería su gran creación: el hombre masculino. Y es aquí donde reniega, es decir, niega por segunda vez las diferencias sexuales.

Y un Dios que reniega las diferencias sexuales entre los pequeños hombres femeninos y los pequeños hombres masculinos, existe, pero como habíamos dicho anteriormente, en condiciones lamentables. Es, se quiera o no, un dios perverso.

Vayamos imaginando, ahora, el destino que espera a la mujer en este sistema así creado. Ya que Eva, la mujer de la historia, accede a la vida no desde la carne de Ella ni de la tierra sino en el intercambio de las relaciones homosexuales (y pido perdón por la palabra) entre Dios-padre y Adán-hombre, por lo tanto nace como producto efecto del trabajo humano (entre dos hombres masculinos).

Ella no es, de otra manera, humana como todos, es decir, distinta pero también y simultáneamente semejante, sino que ella es directamente distinta. Más allá de lo natural, más allá de lo humano propiamente dicho, nace cultura y, por lo tanto, puede intercambiarse. Ella es una riqueza en sí misma. Por ser cultura es valor y se puede tener o no tener, como los significantes, como las mercancías que a la larga de estos sistemas de vida, siempre terminan perteneciendo a una persona en el mismo momento que le son privadas a otras.

Intento ahora despejar mi mente y, por qué no decirlo, también la vuestra.

Intento saber no sólo los misterios del hombre en general sino también de los misterios de mi propia mente y en ese saber incluir los misterios de vuestra propia mente.

Y no es que en este momento me interese saber cuál será el destino del hombre o bien el destino de mi mente sino más bien, y lo digo sencillamente, hoy me gustaría hablar acerca del origen del hombre y acerca del origen de mi propia mente. Quiero decir que en estos niveles mi ignorancia es verdaderamente grandiosa.

Ya que el origen del hombre que debo llevar grabado en el origen de mi mente será, sin duda, aquél que mi padre no sólo reconocía como verdadero sino que me transmitió como verdadero.

Y así fue que en los cálidos brazos de mi madre y entre su respiración siempre entrecortada, por mi cercanía, aprendí que Dios es eterno y su reino son los cielos, también eternos.

Sin ningún motivo aparente, creó la tierra y el agua y los seres vivientes que habitan la tierra y el agua. Y hasta aquí, podríamos decir que esto hubiese bastado para entretenerse y sin embargo tomando un trozo de barro entre sus manos (y como vemos en el avance del relato Dios termina teniendo -y esto ocurre en cualquier relato- alguna forma antropomórfica. Y el hombre hasta en su desvarío religioso nos vuelve a repetir que más allá del hombre sólo podemos encontrar otro hombre) y generando con ese gesto de sus manos las leyes de la expresión plástica, construyó un pequeño hombrecito de barro (de sexo masculino) y con un soplo vital tuvo también sobre su tierra un hombre. Un hombre masculino como él que era Dios Padre.

Y si hasta aquí los puntos oscuros de la historia se superan con un poco de fe, acerca de la creación de la mujer, que no fue siquiera creación, la fe no alcanza. Ya que no es de la nada desde donde la hace nacer sino, extrañamente, del propio cuerpo de Adán, de lo que se desprende y no se sabe bien por qué motivo, Dios quiso que Adán antes de ser el hombre para Eva fuera precisamente la madre para Eva. Pensamos que en esta ceremonia no faltó, y pensamos que precisamente ello la hizo posible, el soplo divino que ahora no ya sobre el barro y como una especie de semen simbólico (masculino) que genera el contacto con un trozo de carne (masculina) una mujer, Eva, que como vemos es producto de la relación entre dos hombres. Quiero decir, y no sé si es interesante decirlo, que si Dios hubiese tomado otro trozo de barro para crear a Eva en lugar de la costilla de Adán, puedo asegurar que la historia de la civilización judeo-cristiana hubiese sido otra.


Está en ti de Miguel Oscar Menassa.
Óleo sobre lienzo, 100x100 cm.

Con el intento de poder seguir conversando doy por verdadero el mito hasta aquí. Y creo que un Dios todopoderoso y eterno que vivía en los cielos, también eternos, decidió por el aburrimiento que genera en todos los casos la eternidad (sobre todo cuando esa eternidad no tiene el rango de escritura), crear la tierra y sus habitantes (los reinos animal, vegetal y también mineral. Reino este último que no se considera viviente -por lo menos para el común de la gente- en boca de una biología que si no acallamos urgentemente, nos terminará diciendo que la materia viviente es sólo aquella que mediante sucesivas transformaciones pueda llegar a ser materia divina). Y ese dios, único, eterno y ambicioso quiso también crear la cultura y sus habitantes (el verbo, el hombre).

Pero es precisamente aquí donde este dios comete su primer error ya que por eterno negaba y por único renegaba de las diferencias sexuales, es decir, las desconocía y como entendemos desde nuestro saber actual, sin ese reconocimiento es absolutamente imposible el lenguaje, el hombre.

Me imagino en ese dios una única ilusión, en el principio del principio, poblar ahora su mundo así creado de palabras, de hombres.

Y, sin embargo, y precisamente por renegar ser hombre humano (distinto sí, pero también semejante) la familia así creada como mito de origen del hombre padecerá graves límites en lo que debería ser precisamente su única función: poblar el mundo de hombres, reproducir la especie, llenar el universo (y no sólo la tierra) de palabras.

Y descartando a dios por sublime quedaron sobre la tierra para poblarla Adán y Eva y sus dos hijos varones, Abel y Caín. En definitiva, tres hombres y una mujer.

Donde esa mujer no tendrá ningún otro tiempo que el de ser madre y los tres hombres demasiado tiempo libre para la homosexualidad, el trabajo y la guerra. Y después de haber cometido este descomunal error todo se desvía y es así como el bien, representado por Abel, muere en manos del mal, representado por Caín; y ahora el delirio final, donde la condena del propio dios a Caín por haber matado a su hermano (vivir eternamente como hombre, sin morir, sin alcanzar nunca lo divino) y como vemos más que una condena por algo (asesinar) que se consideraba malo, en esta condena la palabra divina impone una ley moral que aunque a simple vista parezca todo lo contrario, determina que lo propiamente humano sea lo malo y que por haber muerto en manos de lo malo sobre la tierra, lo bueno sea lo divino. Y dando un paso más podríamos decir que en este movimiento se genera un deseo que aunque no parezca humano, acontece en el hombre donde el hombre, nuestros asesinos actuales, matan para no morir.

Como vemos, la idea de Dios no sólo trae los beneficios de poder hacer divino todo lo que no comprenda la razón humana sino que también trae como consecuencia dar cuenta mediante una fe tal que el ser se agote en ella, de los desvíos que semejante principio impone a la historia del hombre. Historia que, afinando un poco nuestra puntería y en la sociedad que me cobija como semejante, es por ahora la historia del dios judeo-cristiano.

Esperamos que algún día el hombre pueda escribir la historia del hombre.

Ya que todavía, y eso que corren los tiempos que corren, tres parecen ser solamente los destinos del hombre según el nivel de su renuncia: si fracasa en el sexo, es decir en sus relaciones familiares, irá al manicomio. Si fracasa en el dinero, es decir en sus relaciones sociales, irá a la cárcel. Y, por último, si fracasa en el encuentro con la idea de dios, reproducirá en todo lo que toque, esa idea. Y así podríamos decir que todo lo escrito, amado, pintado, labrado, odiado, ejecutado, en fin, todo lo posible de ser producido por el hombre se produjo en un diálogo con dios.

Por lo tanto, el hombre todavía no conoce los efectos de una conversación con otro hombre y menos aún conoce los efectos de aquello que por creer una explosión cósmica tanto tememos, quiero decir, una conversación entre un pequeño hombre masculino y un pequeño hombre femenino.

www.momgallery.com

 

www.miguelmenassa.com

LEA ESTA REVISTA EN INTERNET

www.extensionuniversitaria.com

Desde el Nº 1 (Enero 1997) al Nº 105 (junio 2009)

LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO