Sumario
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (I)
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (II)
 
Los inicios y los finales
Comer para no estar solo
La sexualidad del siglo XXI
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja (I)
Sobre las relaciones de pareja (II)
Agenda
Psicoanálisis Grupo Cero: Formación - Departamento de Clínica
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LOS INICIOS Y LOS FINALES

INICIO DE CURSO Y FINALIZACIÓN DE VACACIONES

Todo inicio es un final y todo final inaugura un comienzo. El horror al cambio y la transformación está asociado a la angustia del cambio, a la no tolerancia a la incertidumbre y al miedo a la castración, a la pérdida de lo que ya no se tiene y nunca se tuvo, en cualquier caso, de algo simbólico e imposible.

Sobre nuestro veraneo pesa el júbilo de la instancia, el error humano y el cambio del momento, pero después reina el ciclo del año, los enteros y fragmentados, pues somos seres sociales desde el inicio. De formación estructural.

Los principios y los finales son todos, cada historia, cada encuentro, cada vivencia personal, sobredeterminación del transcurrir del deseo inconsciente que no solo transcurre sino que se expresa, nos ofrece resultados, evidencias de su existencia ante las que uno debería preguntarse "¿qué quiero?" "¿qué deseo?" "¿Quién marca mi camino?".


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3032)

Cada comienzo es una página en blanco. No sabemos como va a ir, cómo procederá el curso de los acontecimientos, pero lo que sí sabemos es que le mandamos hacer las cosas y después nos preguntamos, ¿por qué? Es nuestro deseo el que comanda. Le dijimos, haz, produce, con nombre y apellidos y después, ven, danos, resérvanos el beneficio de la existencia, ordena con tu nombre el nombre de aquello que no estando estará, la lectura de una realidad posible que se construye.

Nosotros le dijimos y ella vino, la convocamos con nuestros intentos, el quehacer que no puede guiarnos, pues la realidad y su placer, el goce del Otro, siempre es uno desde el primer momento, del rival y del adversario, como el padre y de la madre, el grupo o disciplina a la que nos sometemos.
En su crecimiento puede distanciarse de nosotros, eso lo sabemos, su crecimiento es nuestro crecimiento, yo le acompaño como un observador, con la oportunidad de mantener una distancia y ser abastecida por lo que no será ni de uno ni de otro, sino del imaginario universal donde caemos todos, aquellos que se decidan y los que no.

Tenemos que separarnos para volver a unirnos, sólo después sabremos pero inconscientemente, sobredeterminados por el deseo, de caminar, de transitar las vías de la palabra, se acotan los misterios y cobran sentidos los actos desde el futuro, significando los estados emocionales, pasajeros acompañantes de representaciones abstraídas de su original asociación, para formar parte de un sueño, inentendible, que sólo en el camino de la construcción de una historia de deseos cobrará sentido en la voz de la interpretación.

Ni un uno ni un otro, la interpretación solo dura en lo que se transforma y ya no es.

Desde lo incomprensible del lenguaje, pues se piensa donde no se piensa, las frases ya están hechas, los canales de la realidad existen, y hay vías por donde se puede transitar.

Virginia Valdominos
Psicóloga Psicoanalista
664 222 008
virginia.valdominos@gmail.com
www.virginiavaldominos.com


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3031)

COMER PARA NO ESTAR SOLO

FACTORES PSÍQUICOS EN LA OBESIDAD Y EN LA BULIMIA

No engorda la comida, se dice, lo que engorda es uno. Esa frase implica al sujeto ¿por qué comer más allá de la necesidad? Postulamos algunas posibilidades con respecto a las posiciones psíquicas del paciente bulímico y del obeso.

1. La comida como compañía: Hay pacientes que dicen comer por aburrimiento. En ocasiones comen para estar acompañados, se hacen acompañar de la comida, como una suerte de canibalismo, de hecho algunas veces lo que comen tiene nombre de persona: magdalena, judías, galletas maría, o por ejemplo cuando llamamos a nuestra pareja bomboncito, o cuando decimos está para comérselo…son todas metáforas canibalísticas de cariz amoroso.

Pero tenemos que tener en cuenta que en la fase oral de la libido, además de esta vertiente amorosa, hay también una vertiente sádica: sádico oral. Muchas veces los ataques de bulimia son ataques canibalísticos. En un caso clínico en psicoanálisis, que posteriormente desplegaremos de manera más amplia, se observó que los ataques eran siempre precedidos de una discusión con alguna persona cercana. La hostilidad surgida en esa escena, culminaba siempre en una comilona, seguida después de su correspondiente sentimiento de culpa, esta actitud nos recuerda a la del melancólico, que para vengarse del objeto perdido puede llegar en su autoagresión al suicidio.

La relación con el objeto en la bulimia nos muestra muchas veces este mecanismo: ahora te amo mucho, "te como", y luego te rechazo, no te amo nada, te vomito. Tienen relaciones muy intensas, y en cuanto el objeto amoroso hace algo que no concuerda con lo que se espera de él, se lo expulsa, "se lo vomita".

2. "Yo me lo guiso, yo me lo como": La frase yo me lo guiso, yo me lo como tiene algo que ver con la obesidad. Proviene de un refrán español: "Como Juan Palomo, yo me lo guiso, yo me lo como" que recrimina a la persona que actúa sin ayuda de nadie y no comparte los beneficios de lo que hace. Algunos gordos podríamos decir que tienen aires de autosuficiencia: yo me lo guiso, yo me lo como, él solo lo hace todo, con sus propias manos se lo cocina y se lo come. Es una cosa autoerótica. Muchas veces un sustituto de un acto masturbatorio (algo que produce placer, y que se realiza con las propias manos).

El niño no se sirve, para la succión, de un objeto exterior a él, sino preferentemente de una parte de su propio cuerpo, tanto porque ello le es más cómodo como porque de este modo se hace independiente del mundo exterior, que no le es posible dominar aún, y crea, además, una segunda zona erógena, que le hará buscar posteriormente las zonas correspondientes de otras personas; esto es, los labios. (Pudiera atribuirse al niño la frase siguiente: "Lástima que no pueda besar mis propios labios.") No todos los niños realizan este acto de la succión. Debe suponerse que llegan a él aquellos en los cuales la importancia erógena de la zona labial se halla constitucionalmente reforzada. Si esta importancia se conserva, tales niños llegan a ser, en su edad adulta, inclinados a besos perversos, a la bebida y al exceso en el fumar y en el comer. En el acto de la succión productora de placer se observan los tres caracteres esenciales de una manifestación sexual infantil. Esta se origina apoyada en alguna de las funciones fisiológicas de más importancia vital, no conoce ningún objeto sexual, es autoerótica, y su fin sexual se halla bajo el dominio de una zona erógena.

Cuando el niño toma el alimento, colma una necesidad y también colma un goce, cuando ya no hay más leche, sigue chupando, por el goce de la boca, y ese chupar es tan necesario para él como el primero. No hay que retirarle bruscamente una vez que haya comido, hay que dejarle saciar ese otro hambre, el del placer de la boca. La interrupción del goce oral en la infancia produce a veces una búsqueda de ese goce en el adulto, buscando ese goce come y come, sin hambre, solo por el reencuentro con ese goce interrumpido.

3. Ambición y obesidad: La obesidad también puede ser una ambición desmedida, una ambición fuera de lugar, en vez de crecer socialmente y obtener logros sociales, culturales, crece a lo ancho. Sabemos también que "los kilos" es una forma de nombrar al dinero "los millones". También existe la expresión "más ancho que largo" para expresar que uno se ha quedado satisfecho con una acción realizada, la obesidad en sí misma es un síntoma, un jeroglífico a ser descifrado, habría que ver qué frases la sustentan.

4. Como blasón familiar: Hay familias en las que todos o casi todos sus miembros están gordos, como si fuera parte del apellido, una marca familiar, un blasón. Las hazañas familiares, son hazañas culinarias, historias donde el abuelo se devoraba varias piezas de ganado enteras, o varias aves de corral, etc., él solito, son relatadas por cada uno de los miembros con orgullo.

Aprendemos a comer en la familia, allí adquirimos, como tantas otras cosas, una determinada relación con la comida. La obesidad fue durante mucho tiempo un símbolo de buena salud. La delgadez era considerada sinónimo de enfermedad. Enfermedades como la ptisis pulmonar (la tuberculosis) eran tan frecuentes y producían un adelgazamiento tal, que quedaron asociadas delgadez y enfermedad. Es reciente la asociación entre enfermedad y obesidad.

No ser gordo en algunas familias, es como traicionar la manera familiar, traicionar el amor materno. No debemos perder de vista la vertiente del alimento como don de amor. El gordito de la familia es el preferido de mamá, el mejor filete de la casa es para él. Si queda un solo dulce, se le guarda a él. Dejar de comer es rechazar el amor de la madre, por eso tan difícil para el obeso comer lo necesario, siempre hay un demás, ese demás que ya no es para cubrir la necesidad, sino que es demanda amorosa. "Si ya no me mima mi mamá, me tendré que mimar yo".

Como ven, todas estas cuestiones son cuestiones psíquicas. Aunque se realice cirugía bariátrica (reducción de estómago, balón intragástrico, etc), no solucionaremos el problemas si no tenemos en cuenta los factores psíquicos.

Pilar Rojas Martínez.
Psicoanalista
Médico Especialista en Reumatología y
en Medicina Familiar y Comunitaria
696 194 259
pilar.rojas@wanadoo.es
www.pilarrojas.com

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