Sumario
Freud y Lacan -hablados 3-
Freud y Lacan -hablados 4-
Criterios de salud y enfermedad. Proceso de enfermar, diagnóstico y tratamiento
Concepto de trabajo
Concepto de tiempo (I)
Concepto de tiempo (II)
Sobredeterminación y Causalidad (I)
Sobredeterminación y Causalidad (II)
Miguel Oscar Menassa
Sobre las relaciones de pareja
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Poesía y Flamenco: Todos los domingos
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La sobredeterminación se lee en un proceso de construcción porque las características del inconsciente, que se muestra sólo a través de sus efectos, determina que el método sea de interpretación construcción, en tanto su tiempo es el futuro anterior, el inconsciente es la interpretación. Pero además tendremos que tener en cuenta que una construcción no es la historia real del paciente, no es develarle al paciente cómo vivió sino cómo deseó.

La sobredeterminación genera un tiempo diferente, y en ese tiempo diferente está la posibilidad de curación, porque si el pasado fuera el que genera y determina el presente no habría tal posibilidad.

Hablar de sobredeterminación no es hablar de causa única o causa en última instancia, porque jamás se podrá, aunque se intente, para un sujeto concreto en análisis, determinar todos los contenidos de su inconsciente, porque el inconsciente no se agota en la interpretación sino que se produce con ella.

La sobredeterminación sólo determina el desarrollo del deseo, no determina el desarrollo de ningún deseo sobre ningún objeto. El deseo sexual infantil reprimido, al que hay que renunciar. Todo el drama del sujeto se dirime en torno a esto, la renuncia al deseo incestuoso, elegir que nos determinen los pactos simbólicos que nos permiten ingresar en una vida humana, social o dejar que nos determine el deseo incestuoso que nos puede llevar a la enfermedad.

Pensar la sobredeterminación nos lleva a pensar la cuestión de la causa, de la causalidad psíquica, nos hace pensar en una psicogénesis. Sabemos que el psicoanálisis es una ciencia de efectos, partimos del efecto último del aparato psíquico, el habla, el discurso del paciente. La causa no está antes, se construye.

En medicina hay una larga lista de enfermedades de las que se desconoce su etiología o causa. Estas enfermedades se denominan con distintos nombres: de etiología desconocida, criptogenéticas (de origen oscuro, crítico) o idiopáticas. Las enfermedades autoinmunes (lupus, artritis reumatoide...), son un buen ejemplo de ello. Todos estos términos aluden al desconocimiento médico. Hay una ilusión de que avanzando en la investigación se llegará a conocer la etiología de todas las enfermedades. En todas ellas se alude a modelos multifactoriales -aporte de la sociología a la medicina- donde se habla de causas posibles, de factores adyuvantes, etc. Estos modelos son del orden de la múltiple determinación.

En estas enfermedades de etiología desconocida es donde más se ha trabajado por los autores psicoanalíticos, la psicogénesis, la sobredeterminación inconsciente.

Pensar que son varias las causas que producen los síntomas o la enfermedad es permanecer en la instancia preconsciente-consciencia. Como sabemos, en psicoanálisis, la conciencia es un órgano perceptual, se equivoca. Todo razonamiento consciente tendrá el error de fijarse en lo manifiesto, es decir, no sabe de lo inconsciente sino de los efectos que el inconsciente produce en la conciencia.

Freud en Crítica de la neurosis de angustia, texto de 1895, plantea la ecuación etiológica, distinguiendo: Condición, Causa específica, Causa concurrente y Motivación inmediata o causa provocadora.

La motivación o causa provocadora será aquella que se incorpora en último lugar a la ecuación, precediendo así inmediatamente a la emergencia del efecto. Este factor temporal es lo que constituye exclusivamente la esencia de la motivación.

Las condiciones son aquellos factores faltando los cuales no surgiría nunca el efecto, pero que son incapaces de producirlo por sí solos, cualquiera que sea su magnitud. Es necesario que se agregue a ellos la causa específica.

La causa específica es aquella que no dejamos jamás de hallar en los casos de emergencia del efecto, bastándole para producirlo alcanzar una cierta intensidad o cantidad, siempre que las condiciones se encuentren cumplidas.

Las causas concurrentes son aquellos factores que no siendo indispensables ni pudiendo producir por sí solos el efecto, cualquiera que sea su intensidad, colaboran con las condiciones y la causa específica en el cumplimiento de la ecuación etiológica.

Nos trae un ejemplo. Efecto: Phtisis pulmonum (tuberculosis pulmonar) Condición: Disposición, hereditaria casi siempre, por constitución orgánica. Causa específica: El bacilo de Koch (no es posible enfermarse de tuberculosis si no está presente esta bacteria). Causas auxiliares: Todo lo que trae consigo una despotenciación, tanto una emoción como una infección o un enfriamiento.

El descubrimiento freudiano es que existe una causa específica (condición sine qua non) en las neusosis: la relación del sujeto con su deseo inconsciente. Es decir, que el efecto que aparece en la conciencia (llámese sueño, síntoma...) está sobredeterminado por lo Real imposible, lo Real inconsciente, nuestra manera de encontrarnos, siempre de manera fallida, con lo Real inconsciente.

Lo que nos muestra el psicoanálisis es que no existe la casualidad psíquica para el sujeto, el azar está sobredeterminado como nos señala Freud en Psicopatología de la vida cotidiana con varios ejemplos de números dichos aparentemente al azar, en los cuales se demuestra tras el análisis que todos están sobredeterminados, que por algo el sujeto eligió ese número y no otro.

Con respecto a la causalidad psíquica Lacan va a relacionarla en su escrito Acerca de la causalidad psíquica con la función de la imago, con la identificación. Nos dice: “La historia del sujeto se desarrolla en una serie más o menos típica de identificaciones ideales, que representan a los más puros de los fenómenos psíquicos por el hecho de revelar, esencialmente, la función de la imago. Concebimos al Yo como un sistema central de esas formaciones, sistema al que hay que comprender, de la misma forma que a ellas, en su estructura imaginaria y en su valor libidinal.

El primer efecto de la imago que aparece en el ser humano es un efecto de alienación del sujeto. En el otro se identifica el sujeto y hasta se experimenta en primer término, la imagen lo produce. La función de la imago instaura en el ser una relación fundamental de su realidad con su organismo y produce una metamorfosis de las relaciones del individuo con su semejante. Las primeras elecciones identificatorias del niño, elecciones “inocentes”, no determinan otra cosa que esa locura, gracias a la cual el hombre se cree un hombre. Y la pasión de ser hombre, el narcisismo, impone su estructura a todos sus deseos, aún “los más elevados”.

Consideramos el cuerpo y la psique como las dos superficies que constituyen una banda de Moebius, un continuo, que no se pueden separar, aunque los separemos en orden de la exposición teórica, aunque no se puedan separar, tenemos que tener en cuenta que no son la misma cosa. No podemos olvidar que el cuerpo para el sujeto también es una construcción. Lacan insite en ello en el escrito mencionado acerca de la causalidad psíquica. Nos señala la importancia de la imago para la constitución del cuerpo en la fase del espejo. Insiste en ello, entre otras cosas, para separarse de una concepción organicista de la enfermedad psíquica, determinada por la anatomía o por la fisiología. La constitución del cuerpo es por identificación, e identificación es del orden de lo imaginario, pero siempre en brazos del lenguaje, en brazos de lo simbólico.

 


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3109)

Nunca es la realidad exterior lo que nos impide realizar algo, es nuestro real. Ahí también se diferencia el concepto de sobredeterminación de la idea de múltiple determinación, ya que entre los factores que se invocan en los modelos multifactoriales juegan un importante papel factores socioeconómicos. Como si lo que determinara fuera únicamente lo social, la realidad exterior, sin contar con la implicación del sujeto.

Para pensar lo Real Freud piensa primero el trauma, el nódulo patógeno, después pasa a pensar lo Real en términos de fantasma: fantasma como aquello que recubre lo real. Nos dirá en El Yo y el Ello, que el Ello es lo inconsciente verdaderamente real.

Freud comienza a sospechar la sobredeterminación en los historiales de la histeria, aunque todavía no ha formulado teóricamente el concepto de inconsciente, que formula en La interpretación de los sueños, ya intuye que los síntomas, los sueños, son producto del funcionamiento de un complejo aparato. Con Elizabeth dice: “parece que todos los síntomas estuvieran tejidos en el mismo telar, tienen algo en común”.

Frente a cualquier hecho cotidiano de la vida que parezca absurdo o inexplicable desde la razón, el sujeto intenta hacerlo razonable, racionalizarlo. Freud trae un ejemplo donde dos provincianos acuden por primera vez a una sesión del parlamento francés. Estalla una bomba, uno de ellos, que había escuchado a varios oradores, cree que esa es la manera en que se felicita al mejor orador, el otro, que sólo ha conseguido llegar al último discurso, cree que esa es la manera de señalar el final de una alocución y el comienzo de otra. Los dos intentan dar una explicación coherente a un hecho extraño, una explicación que lo pueda concatenar con el resto de los acontecimientos.

En el mismo texto, Psicopatología de la vida cotidiana, nos trae otro ejemplo. Los lapsus, los actos fallidos, están sobredeterminados, no son al azar. Intentar explicar un lapsus por el cansancio, por la falta de atención, etc, es del orden de la múltiple determinación. Pero eso es tan poco verdadero como si una persona a la que le roban la cartera a media noche, mientras transitaba por una zona poco alumbrada y solitaria, fuera a la comisaría a denunciar que la soledad y la oscuridad le habían robado la cartera. Se confunden nuevamente factores que pueden coadyuvar a la aparición del síntoma con su verdadera sobredeterminación.
Si la tarea del psicoanalista lo lleva al lugar de pensar que son varias las causas que producen el síntoma, no ha entendido el concepto de sobredeterminación.

La sobredeterminación hay que separarla también del determinismo, no se trata de un destino del que no se puede escapar, porque la determinación no viene del pasado, sino que viene del futuro, futuro en el sentido de que sólo después sabré, es desde la siguiente frase que cobra sentido la anterior, es desde S2, significante de cierre del inconsciente, que cobra sentido S1, significante de apertura. No tiene que ver con el Destino en la tragedia ateniense, que se nos presenta como algo determinado, que ya está escrito y no se puede cambiar.

No se puede pensar el concepto de sobredeterminación sin pensar el concepto de tiempo en psicoanálisis, el futuro anterior, el après-coup. El paciente no se analiza según las relaciones que ha tenido anteriormente, según su pasado, sino que según termine su análisis, así se analizó. Que la sobredeterminación venga del futuro, que no se sepa el sentido de la frase hasta el punto final, diferencia el concepto de sobredeterminación del concepto de determinismo y del concepto de causalidad que tienen algunas orientaciones filosóficas, en las que la causa precedería al efecto.

En un acercamiento de Freud a la lógica del inconsciente en La interpretación de los sueños, nos dice: El inconsciente no piensa, no juzga, no calcula, sólo le interesa expresarse. El inconsciente participa de todos los actos humanos, hay actos que se pueden llevar a cabo sin que la conciencia sepa nada de ellos, pero no hay actos conscientes aislados. El inconsciente no sólo determina sino que genera la conciencia. En El yo y el Ello nos dice Freud: “En un mítico ser, todo Ello, es del contacto con el mundo exterior que se va construyendo la conciencia”. Por eso ésta va a pasar a ser un órgano perceptual y ya no va a ser el centro del aparato, de tal manera que ya no se puede confundir lo psíquico con lo consciente.

El discurso del paciente, la asociación libre, no es azaroso, está sobredeterminado. Hable de lo que hable su discurso está sobredeterminado por dos representaciones finales: su enfermedad y el curso del análisis, que incluye al analista.

No se trata de ninguna psicología de las profundidades, porque el inconsciente hay que escucharlo en el discurso manifiesto del paciente, no en ninguna profundidad, la asociación libre del paciente está sobredeterminada por el inconsciente, sometida a las leyes de funcionamiento inconsciente; hace falta el lector de ese fenómeno: el psicoanálisis.

Para pensar procesos de enfermar: psíquico, somático (orgánico) y psicosomático, tenemos que tener en cuenta que Freud nos señala que los mecanismos de funcionamiento del aparato psíquico son los mismos para el sano que para el enfermo: la represión, la forclusión, la renegación, etc, son mecanismos psíquicos, no son en sí mismos patológicos. Lo que sobredetermina son las leyes del funcionamiento inconsciente y las leyes de la fisiología y como leyes, no pueden escapar a la Ley del lenguaje. Para la medicina la causa es el cuerpo, para el psicoanálisis es el lenguaje. Tendríamos que pensar que al igual que no se rompe la ley, que no se rompen los mecanismos en la enfermedad psíquica, no se rompen tampoco en la enfermedad somática. Freud llega a decir que el sujeto biológico muere cuando el sujeto psíquico deja de desear. El deseo que determina siempre es el mismo, todos deseamos lo mismo y de la misma manera. Lo que nos diferencia es nuestra manera de renunciar al deseo incestuoso para ser deseantes, mortales.

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