Sumario

POESÍA, PSICOANÁLISIS, LOCURA (IV)
Cali, Colombia, 1979
M. O. Menassa

Poesía, Psicoanálisis,
Locura (I)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (II)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (III)
 
La función del aburrimiento
El deseo de estudiar se consigue estudiando
Las diferencias enriquecen las relaciones
Qué es la sexualidad infantil o teorema para comprender a un niño
Periodismo de investigación
La mujer psicoanalista
Rainer María Rilke
Aprender el amor
 
Sobre las relaciones de pareja (I)
Sobre las relaciones de pareja (II)
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LA FUNCIÓN
DEL ABURRIMIENTO

El aburrimiento es la forma típica de formular que se quisiera "otra cosa", está en relación a "otra cosa".

El deseo, el encierro, la vigilia, la plegaria, el aburrimiento, son diversas manifestaciones de la presencia de la Otra cosa, en tanto formas institucionalizadas. Son formaciones colectivas, puesto que el aburrimiento está institucionalizado de manera que si no se produce el aburrimiento no hay seriedad, ni tampoco hay fiesta, no hay trabajo ni domingo sin aburrimiento, forma parte de su transcurrir. El aburrimiento llega a tener su sentido propio. Si falta el aburrimiento…el recital, el concierto no ha sido verdadero, la conferencia no ha alcanzado su propio nivel…etc.

Contra el confort intelectual se levanta el aburrimiento como un poder que engendra impaciencia y decepción, borrando toda promesa de eternidad: "no es lo que esperaba"; y, ahí, el goce se hace presente

El confort intelectual es el enemigo más presente y que más repugna todo pensamiento, todo hacer, podemos decir que pugna y pugna contra el hacer. Está presente en forma de un saber cómo hacer, a partir de lo cual se engendra la impaciencia, o bien la decepción, también está presente en la promesa, en el propósito, etc… ese confort intelectual que impide cualquier otro tipo de confort y en el que no cabe la función del aburrimiento, porque el aburrimiento está antes de todo comienzo, donde la esperanza es su seguro, siendo el seguro sentimental su más alto grado, seguro que hace prisioneros de la infatuación, y que en todos los casos lleva a mantenerse en una decepción íntima y en una reivindicación secreta.

Sumido en un sentimiento de fracaso y entregado a una venganza interminable, camina sin pasos hacia un destino "cierto y seguro", por fin ha conseguido una causa para su desear, ahora sabe lo que necesita, lo que quiere y lo que desea, no le importa pagar con la vida, lo importante es que la vida tenga un sentido "eterno". No quiere saber que sólo la muerte da sentido a la vida.

La función del aburrimiento rompe una supuesta armonía, su complejidad rompe la unidad de un solo rostro. Así como lo infinitesimal borra la faz de lo infinito, así la función del aburrimiento instala o borra la faz de la continuidad, la idea de una proporción exacta, una división sin resto, un sujeto hecho y derecho, sin pausa y sin signos de puntuación.

Sin embargo, el destino del aburrimiento es transformarse, aunque a veces el sujeto se sumerja en él.

La función de este deseo de Otra cosa es transformarse, por el psicoanálisis, en objeto a, en objeto causa de deseo, objeto a hecho a la medida del psicoanálisis de cada uno.

La ideología de los llamados medios de comunicación tiende a transformar el significante en signo. Si el significante representa un sujeto para otro significante, no para otro sujeto, y el signo representa algo para alguien, la caída del significante al signo sólo será impedido por un psicoanalista, porque un psicoanalista es contra el signo que está prevenido, es contra el signo que está advertido.

El aburrimiento también se produce cuando un sujeto ya no puede sorprenderse, cuando un sujeto ya no es apto para la sorpresa, para el asombro, para el anonadamiento, esto quiere decir para alcanzar la posición de sujeto dividido. Los niños no conocen el aburrimiento, todo los asombra, todo habita bajo la sombra del a, el deseo es relanzado constantemente.

¿Qué es lo que hace que un sujeto pierda su aptitud para el asombro, para ser sorprendido, y caiga en el aburrimiento?

Acontece una percepción dolorosa de la repetición, la repetición toma el sesgo de lo monótono, y lo monótono absorbe la metáfora paterna, siendo entonces que las metáforas se gastan. Un chiste produce un efecto por un tiempo, una vez gastado es monótono. El desgaste de la metáfora se produce por los desechos metonímicos, en tanto la metonimia es del orden de la contigüidad, algo que no sorprende, reenvía de otro a otro, ese otro sin mayúsculas.

Un desecho que alcanza nuestro propio cuerpo como desecho, ese desecho que es nuestro propio cuerpo en la perspectiva de ese aburrimiento, esa monotonía, un cuerpo sometido solamente a la ley de la gravedad.

Otra cosa es cuando el cuerpo está sometido al significante, el significante lo aligera, deja de pesar, de ser pesado, anula esa "pesadez", ese "aburrimiento". Perder la cabeza, en la borrachera, en el amor, en la locura, también aligera el cuerpo, pero a un precio que no todos queremos pagar por ello, puesto que el pago te lleva a un vida sin cuerpo. M. O. Menassa escribe: "Busco un hombre capaz de volar. Y quiero recordar que la carne no pesa. Viene con el hombre, forma parte del vuelo."

Amelia Díez Cuesta
Psicoanalista
607 762 104
ameliadiezcuesta@gmail.com

www.grupocero.org

EL DESEO DE ESTUDIAR
SE CONSIGUE ESTUDIANDO

La palabra "estudio" y todas las que se derivan de ella ('estudiante', 'estudiar', etc.), tienen como raíz etimológica la palabra latina studium que significa "interesante".

Resulta sorprendente escuchar, sin embargo, que tanto los profesores como los estudiantes, consideren muchas veces que hay asignaturas, o temas dentro de una asignatura, más o menos interesantes. Si partimos de la idea de que lo que estudiamos (o lo que enseñamos, pues enseñar es una modalidad del estudio) tiene que ser interesante, nos encontraremos con que algunos campos del saber y del conocimiento nos estarán vedados.

Cuando pensamos que algo es interesante por sí mismo, lo que realmente estamos pensando es que hay cosas que nos interesan y cosas que no nos interesan. El interés, en este sentido, no difiere de nuestros gustos. Entonces, lo que realmente estaremos diciendo será: "Esto me gusta, esto no me gusta".

Pero si ésta es nuestra manera de pensar el estudio, muy pocas cosas podremos estudiar. El gusto, como muchos otros de nuestros hábitos, es una construcción ideológica que la familia, la sociedad y el Estado llevan a cabo en cada uno de nosotros a través de la educación. Una ideología que nos acompaña y que determina en gran medida nuestra forma de vivir, pero que al tratarse de algo ideológico, sólo nos permite lo conocido y lo familiar. Esto significa que no podré conocer otras cosas que no sean ni conocidas ni familiares, por alejarse de mis gustos.

Ahora bien, pensando que hay cosas interesantes per se (por sí mismas), atribuimos a las cosas una esencia o un espíritu capaz de capturar nuestro interés. Esta forma de pensar, es previa al pensamiento moderno al que dio origen la Revolución Copernicana.

El psicoanálisis, la última y más importante de las revoluciones copernicanas producidas en el pensamiento humano, viene a decir que no hay nada interesante per se, que todo lo interesante lo es si previamente lo he rodeado con mi libido, es decir, con mi interés.

Esta formulación es de una gran importancia, si tenemos en cuenta que el sujeto psíquico lo hace todo con su libido. No sólo lo que estudiamos, sino todas nuestras relaciones con la realidad, con las personas y con el pensamiento, son expresión de lo que podemos hacer con nuestra libido.

El movimiento que hace la libido podría describirse como un movimiento envoltorio que parte del sujeto, enlaza al objeto y retorna al sujeto. Este movimiento es lo que hace que algo tenga o no tenga interés para mí. En este sentido, la libido no tiene objeto, sino que se desplaza constantemente sobre los objetos, construyéndolos como objetos de interés o, por el contrario, abandonándolos a la indiferencia.

Por ello, si estudiamos poco, amamos poco, trabajamos poco... significa que nuestra libido está detenida en algún lugar del circuito que habitualmente realizamos para relacionarnos con el mundo: o bien en un único objeto o bien en nosotros mismos. Si se trata de un objeto, la elección es con seguridad incestuosa. Si la libido está detenida en mí mismo, el narcisismo es su mejor descripción. El sujeto, en esta situación, no encuentra ningún tema más interesante que sus propios pensamientos.

Sea como sea, el sujeto sufre cuando se produce esta rigidez libidinal y muchas veces para salir de ella recurre a la enfermedad.

Desde esta perspectiva, el estudio no sería otra cosa que la tarea de aplicar nuestro interés, es decir, nuestra libido, a los distintos objetos de estudio. No habría, por tanto, asignaturas ni temas más interesantes que otros. Lo que habría sería el trabajo de enlazar aquello que debemos estudiar con nuestro interés libidinal.

Debido a que la libido enlaza mejor con aquellos caminos conocidos, es decir, con aquello que se hace significante, la repetición de una tarea, de un acto producirá la ligazón necesaria para llevar a cabo dicha tarea. Así por ejemplo, repitiendo el acto de leer, estudiar o investigar conseguiremos que leer, estudiar e investigar se hagan interesantes por sí mismos, independientemente del objeto al que se apliquen.

El deseo, como todo lo humano, es producto de un trabajo. Si mi deseo es estudiar, tengo que saber que dicho deseo no es previo a la tarea, sino que es efecto de la tarea de estudiar. Es el ejercicio del estudio lo que hace que estudiar se haga interesante.

Ruy Henríquez
Psicoanalista
618 596 582
ruyhenriquez@hotmail.com
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LAS DIFERENCIAS
ENRIQUECEN
LAS RELACIONES

Si tomamos como ejemplo las relaciones de pareja y nos aproximamos al significado de la palabra "pareja", nos remite a la palabra "parejo", que en sus dos primeras acepciones se refiere a lo igual o semejante, y a lo liso o llano.

Los dos primeros términos, igual o semejante, son las premisas más codiciadas a la hora de buscar pareja hoy en día. Existe una tendencia a encontrar en el otro, actitudes, gustos o aficiones que se igualen o sean parecidas a las propias. Esta inclinación a lo igual, marcada por la ideología, lo que muestra es uno de los mayores retos del ser humano, es decir, la aceptación de las diferencias.

Desde la más primitiva infancia, existe una inclinación social e individual a ocultar algo evidente, la diferencia hombre y mujer. Esta desigualdad biológica, aportada por la especie, tiene consecuencias en el mundo psíquico. Aunque parezca paradójico, es, a su vez, la mayor riqueza de los hombres, ya que aporta la opción de sabernos mortales, gracias a la capacidad de hablar, única de nuestra especie, y nos posibilita el acceso al goce.

Cuando se busca la igualdad en la pareja, cuando molestan las diferencias entre los miembros de la misma, cuando se imponen los gustos de uno sobre los del otro con la idea de que cuanto más parecidos mejor funciona la relación, lo que se produce es, un rechazo a las diferencias.

La segunda definición de "parejo" sugiere la tan ansiada tranquilidad. Algo liso y llano, nos permite visualizar toda la extensión de lo que está por venir, no proporciona sorpresas o sobresaltos, de alguna manera permite anticipar lo que va a pasar, este estado tan codiciado por la mayoría, nos recuerda al principio del placer, es decir, a predisposición a la tensión cero, tendencia natural del aparato psíquico, pero esta inclinación nos aleja de la realidad, ya que la realidad no es plana, por el contrario, la realidad aporta movimiento al sujeto, acerca a la vida y aleja de la muerte.

En las relaciones de pareja observamos que esta preferencia a la estabilidad, a la tranquilidad, a un estado liso y llano, desemboca en la rutina, en el aburrimiento, en una comodidad perjudicial sobre la actividad necesaria del ser humano, que tarde o temprano nos llevará a la traición, a la venganza hacia la propia pareja o hacia uno mismo.

Buscar pareja es una de las actividades más relacionadas con el mundo cibernético, muchísimas personas acceden a chats o a páginas de contactos, atraídos por la privacidad y la libertad que estos soportes facilitan, sin saber quizá que estos medios, tan de moda, ponen de manifiesto una de las necesidades más importantes del hombre: hablar.

Hablar es lo que nos diferencia de los animales. Precisamente la facultad de hablar nos hace humanos y nos convierte en mortales y no es que los animales no mueran, claro que mueren, pero no lo saben. Los hombres y las mujeres son diferentes, semejantes pero diferentes, y esto revela que venimos de padre y madre, que para que un humano nazca, hacen falta dos humanos de sexo opuesto (un macho y una hembra) que mantengan una relación sexual para engendrar un nuevo ser, a través de la cópula.

Este hecho imprescindible para el mantenimiento de la especie es, precisamente, el que, por complejos mecanismos psíquicos, se intenta negar, olvidar, forcluir, reprimir, produciéndose en muchos casos la enfermedad mental o los trastornos e inhibiciones que perturban la vida del sujeto.

Las enfermedades sexuales son, en muchos casos, síntomas de la posición frente a la aceptación de la diferencia sexual.

Es decir, que muchos de los problemas en las parejas se desencadenan por la intolerancia hacia las diferencias generadas entre ellos, tolerar las diferencias nos acerca al otro y, en general, a la vida. Las diferencias enriquecen las relaciones.

Magdalena Salamanca
Psicoanalista
630 070 253
magdalenasalamanca@gmail.com
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LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO