Sumario

POESÍA, PSICOANÁLISIS, LOCURA (IV)
Cali, Colombia, 1979
M. O. Menassa

Poesía, Psicoanálisis,
Locura (I)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (II)
Poesía, Psicoanálisis,
Locura (III)
 
La función del aburrimiento
El deseo de estudiar se consigue estudiando
Las diferencias enriquecen las relaciones
Qué es la sexualidad infantil o teorema para comprender a un niño
Periodismo de investigación
La mujer psicoanalista
Rainer María Rilke
Aprender el amor
 
Sobre las relaciones de pareja (I)
Sobre las relaciones de pareja (II)
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QUÉ ES LA SEXUALIDAD INFANTIL O TEOREMA
PARA COMPRENDER
A UN NIÑO

La sexualidad de los psiconeuróticos tiene la esencia infantil o ha retrocedido hasta ella.

Una cadena significante de síntomas hasta la memoria donde lo infantil y el surco inmanente de palabras que extrae y repele hacia la conciencia, en todas direcciones, sus formalidades y carencias, repercute en ser.

La amnesia infantil que, como dice Freud, convierte la niñez en una época prehistórica, pero no sólo, ya que también podríamos hablar de una época prehistérica, en el sentido de las semejanzas entre las amnesias producidas bajo ambas formalidades, es un dato infalible para la ciencia materialista.

Las, por todos consideradas, tonterías de la infancia del sujeto, determinan su vida, sus escándalos y su siempre pobre, malévola y cobarde, manera de enfermar, de sostener un círculo de números en un lugar nada conveniente para el sujeto y su salud.

Freud se dio cuenta de Ello: la inversión de la palabra en el remanente, el encuentro con la cosa en el lugar de las cosas y no de las palabras, mata. Es una búsqueda diferente a la búsqueda, que ha de tocarnos, es la búsqueda en la construcción, el construccionismo paralelo, que puede ser criticado por los defensores piagetianos, pavlovianos, porque en el momento actual su psicología, todavía pre-vertida del alma, no entra de lleno en la verdad: la psicología no puede ser sin psicoanálisis, no existe psicología sin psicoanálisis, sin inconsciente, la psicología actual, no es un mal poema, es un no-poema, no existe. Lo que venden en los estancos, no es una ciencia, es una no-ciencia, denostada por sus propios métodos. No aprobó el pasado, no reconoció sus deberes, ni siquiera los contiene: falsa responsabilidad y ética, más una cobaya que un paciente, más un objeto que un sujeto, más un estúpido que un trabajador, un hombre.

Decíamos Freud, invariable, en estricto acuerdo con la ciencia, con la teoría médico-química, neuro-biológica, anatómico-funcional, físico-matemática, sensatamente, dentro de la sensatez de la técnica y el método de estudio, de la escritura y del trabajo, se convirtió en el descendiente del ser inconsciente, que hoy es en mí, el ser humano por excelencia, hasta que escribo como se inscriben los hombres en el orden de la humanidad.

Los científicos han de aprender. ¡Si a sólo esto llegasen tantos psicoanalistas!

He pasado por tantas verdades del hombre, ¡tanta barbaridad!. He tocado de puntillas las que hasta ahora me tocaban formas de lo cómico y no he encontrado nada. La sociedad, estructurada así, nos asesina. Las madres asesinan a sus hijos, los hombres a sus maridos y las mujeres al reflejo del sujeto que no les gusta. Y lucho contra mi ser usual para poder escribirlo, para poder, o me perdería.

Se trata de un trabajo, como decía Freud, legado a todos los que seremos: trabajar es la única posible forma de libertad. Crear un propio espacio para el amor, para el futuro, para el cuidado de la salud, de la diversidad, diversamente estrangulada, mermada a veces, sometida a barbaridades, escapando inútilmente de nosotros mismos.

El hombre es otra cosa, para serlo ha de trabajar, aunque no conozcan aún el sentido del término, aunque no se dejen agarrar por ello, el momento ha llegado, han sido sometidos al goce de la palabra, del sumario vicio de hablar, de saludables versos y míticos encuentros con el arte. Un arte desconocido para los idiopáticos menesteres de la sanidad y la iglesia.

No va más. Un científico debe trabajar para su ser científico, no para su ego. Para eso ha de aprender a: (a) Sumar. (b) Catalogar al hombre en su universo, donde le corresponde un paso más en la senda de la humanidad, que quieran o no, seguirá su existir. (c) Caracterizar la situación, el plano de las latitudes del saber incluyendo una ciencia que sin lugar a dudas, permitirá el crecimiento de otras ciencias, otros científicos, nuevos grandes pensamientos entre los que, porqué no, podríamos ser nosotros.

¿Por qué faltar a la verdad? No es fácil, se verifican datos de una y una magnitud, infiriendo hipotéticas maneras de linfas y sudor, cuando se desconocen las glándulas sudoríferas y la magnitud del sudor. Sin ni siquiera mirar, ni siquiera escuchar, que se supone en la actitud de su caracterología, ni siquiera establecer un felino y corvado margen a la posibilidad de la ciencia, sin interesarse por el más allá de sus propias magnitudes, las de su cuerpo propio, no hecho de palabras sino de no sé qué personalidad, inteligencia para el amor, para los negocios o el triste esclavo de la podredumbre en la ideología de las facultades y sus iglesias.

No conocen su propio mecanismo. Significan un carácter hostil a la disciplina que no contiene ni les es contenida pues carece de límites y por tanto de locura, y toda locura es inherente a la investigación.

Detraerse de si, para llegar al si. Detenerse de uno. Sintonizar más con el significante Dios que con Dios, porque Dios no existe sino en el significante. Querer otra cosa es darse golpes contra la pared.

Científicos del no saber, la ciencia de vosotros, salga de mí, yo, ya ha muerto.

Virginia Valdominos
Psicóloga Psicoanalista
664 222 008
virginia.valdominos@gmail.com
www.virginiavaldominos.com

PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN


LA MUJER PSICOANALISTA

Al producirse el avance nazi, muchos psicoanalistas europeos emigraron a los Estados Unidos de Norteamérica, y se encontraron con un escenario profesional diferente al que conocían. Las asociaciones psicoanalíticas norteamericanas gozaban de gran prestigio. Sus institutos entrenaban sólo a médicos psiquiatras, ya que esa profesión tenía una posición de dominio sobre otras, los psicólogos, los asistentes sociales podían trabajar, pero bajo su supervisión, es decir, bajo su control. La psicología, como disciplina académica, se localizaba en departamentos universitarios segregados de la medicina. Algunos conceptos analíticos, habían logrado gran aceptación en una versión simplificada que silenciaba la sexualidad y, enfatizaba la conformidad social. Los escritos de los analistas norteamericanos, alcanzaban grandes éxitos de venta y representaban, en general, opciones moralizantes y populares con un toque optimista, volcado a responsabilizar a los entornos sociales por los llamados desajustes personales. Algunos autores europeos, instalados en aquél medio, como Erich Fromm o Karen Horney, con títulos sugerentes como "El arte de amar" o "El miedo a la libertad" y otros, produjeron una variante moderada con gran circulación internacional, de la supuesta critica cultural freudiana.

Durante la segunda guerra mundial, la psicología alcanzó gran notoriedad y las fuerzas armadas norteamericanas, solicitaron sus servicios para elevar la moral de la tropa, reclutar a oficiales en tareas riesgosas y orientar la guerra psicológica. Se produjo un gran desarrollo de las teorías acerca de la dinámica grupal y las técnicas de dirección de grupos. Las neurosis de guerra, diagnosticadas en la primera contienda, ahora podían ser prevenidas. Los psicoanalistas fueron solicitados para analizar la personalidad de Hitler y ayudar a predecir sus movimientos; las reacciones de un ejercito, que no sólo quemó libros sino que por ejemplo, se regodeó en decapitar la estatua de alguien como Rimbaud, ubicada en el cementerio de su pueblo natal.

La guerra impulsó a las mujeres dentro del mercado de trabajo especializado en USA y así, asistentes sociales y psicólogas, entre otras, fueron promovidas a posiciones de mayor prestigio, rango y autonomía profesional e ingresaron en la universidad en mayor número.

En 1945 Alfred Hitchcock, estrenaba una nueva película con gran éxito de taquilla: "Cuéntame tu vida". En dicha historia, Ingrid Bergman destacaba en el papel de psiquiatra y Gregory Peck, interpretaba al paciente que había perdido la memoria y adoptado una nueva identidad. La película mostraba una trama de suspenso, con sueños filmados en escenarios diseñados por el gran Salvador Dalí, con símbolos y una cierta terminología "freudiana", mientras la "psicoanalista", en intensas sesiones de psicoterapia ponía en descubierto, la experiencia infantil reprimida de su paciente. El psicoanálisis, que ya había hecho una serie de apariciones en Brodway, ahora triunfaba en Hollywod, sacando a la luz una nueva figura que con el correr de los acontecimientos, sería de una gran importancia en el movimiento psicoanalítico: la mujer psicoanalista.

Jaime Kozak
Psicoanalista
607955762
jaimekozak@grupocero.org
www.jaimekozak.com

 


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2605)

LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO