Sumario

MIGUEL MENASSA
14 de marzo de 1984

Aportaciones a la psicología de la vida amorosa (I)
Aportaciones a la psicología de la vida amorosa (II)
Aportaciones a la psicología de la vida amorosa (III)
Medicina Psicosomática
Breve historia de la medicina
Medicina histórica
Medicina griega
Medicina hipocrática
Periodismo de investigación
De nuestros antecedentes: Los nervios y la profesión liberal
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Sigmund Freud
Inhibición, Síntoma y Angustia (1925-6) (II)
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PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN


DE NUESTROS ANTECEDENTES:

LOS NERVIOS Y LA PROFESIÓN LIBERAL

La medicina, se convirtió en la "profesión liberal" por excelencia en el siglo XIX. Una ocupación honorable, para que sobreviva económicamente una parte de la clase media en ascenso. Ese neologismo francés, que se usó para denominar la actividad privada en el campo de la salud, tenía un origen doble: hacía referencia a la actividad digna de un hombre "libre" y también, a una actividad librada a las leyes del mercado. La profesión liberal o arte liberal, contrapuesta a un arte mecánico, era una manera de ganarse la vida y ser útil a la sociedad, desarrollando habilidades intelectuales, en lugar de aplicarse a labores manuales, identificadas antiguamente como actividad de siervos y esclavos, y en el orden capitalista con el trabajo asalariado. El trabajo mental, era considerado superior al manual, por ser del dominio de hombres libres. La expresión francesa: "profesión liberal", fue tomada del inglés Adam Smith -economista inglés, autor de "La riqueza de las naciones"-, quien se refería a la ausencia de restricciones corporativas en el ejercicio de esas labores. Una "profesión liberal" como la medicina, se libraba por esa vía del estigma medieval y del monopolio otorgado por la corona a los médicos de la corte. Era una práctica abierta a todos aquellos que tuvieran las calificaciones necesarias para ejercerla. La lucha política de sus miembros para establecer la credibilidad de un saber superior, la habría librado de esas cadenas. Las asociaciones profesionales, aunque tuvieran antecedentes medievales, reclamaban en el XIX una nueva legitimidad basada en el prestigio de la ciencia. Ello le dio autoridad para controlar el entrenamiento médico, y verificar el licenciamiento de profesionales, mediante exámenes regulares de competencia.

Según las condiciones políticas y sociales, el auge de estas prácticas tomó caminos diversos en Francia, Alemania y los países anglosajones. La rama de la medicina que se ocupaba de las enfermedades mentales, en principio presentaba escasos atractivos, tanto que ni nombre tenía. En Francia se los llamó "alienistas". El término "Psiquiatría", era más común pero no mejor visto en alemán o en inglés. La psiquiatría científica, apareció en Francia y en Alemania a finales del siglo XIX y se ganó un cierto respeto dentro de la profesión. El mérito de la escuela francesa, fue el desarrollo sistemático de la clínica. Su prestigio se basó en la capacidad de observación minuciosa, que permitió describir la sucesión de síntomas de los cuadros nosológicos. Una clasificación correcta, era el paso fundamental en esa realidad. La escuela clínica de J.M. Charcot, logró extender ese paradigma científico a los estados casi demenciales como la histeria. Charcot, fue durante años el más notable entre aquellos a quienes las familias, incomodas por los desbordes de los "nervios" sexuales que las saturaban, solicitaban arbitraje y atención. De todo el mundo recibía a padres que conducían a sus hijos; esposos con sus mujeres; esposas con sus maridos; y aconsejaba en primer lugar: separar al "enfermo" de sus familiares, para observarlo mejor; y lo escuchaban lo menos posible.

"¿Saben ustedes, cuánto tiempo lloran a sus madres, cuando las abandonan a nuestro cuidado, las jóvenes bien educadas?", decía el profesor: una media hora. Igual situación se consideraba para los varones histéricos. Podemos suponer, que buscaba separar el dominio de la sexualidad del sistema de la alianza, con el fin de tratarlo con una práctica, cuya tecnicidad y autonomía, estaban garantizadas por el modelo neurológico; que mucho tiempo después, hoy en día, vuelve a figurar entre los intereses del mercado y los especialistas. Charcot, observó cómo los familiares intentaban interferir en la labor terapéutica, aunque no tenían por qué temer: se trataba de devolverles individuos sexualmente integrables al sistema de la familia, sin formular discursos explícitos.

"No hay que hablar de esos temas, ni de causas genitales"; en las historias clínicas no figuraban dichos datos, es decir, esas cosas no se preguntaban y así lo escuchó el oído más agudo del siglo: S. Freud, un día de 1886 en boca del ilustre profesor. Desde allí trabajó el psicoanálisis, modificando considerablemente el régimen de las inquietudes y seguridades.

Al parecer, en un principio suscitó cierta desconfianza y alguna hostilidad. Sin embargo, proponía llevar al límite y más allá la lección de Charcot: recorrer fuera del control familiar, la sexualidad de los sujetos, la sacaba a la luz sin recubrirla con el modelo neurológico.

El psicoanálisis, en sus modalidades, parecía colocar la confesión de la sexualidad fuera de la soberanía familiar y, en el corazón mismo de esa corriente afectiva, reencontraba como principio de su formación y cifra de su inteligencia, la ley de la alianza. Ésta codificaba esos cuerpos que se estaban descubriendo y les imponía desde un principio un armazón, incluso jurídico. Encontraba en los juegos mezclados de los esponsales y el parentesco: la prohibición del incesto. La sexualidad humana, desde luego, no podía aparecer, por naturaleza, extraña a la ley, ya que se constituye gracias a ésta.

Jaime Kozak
Psicoanalista
607 955 762
jaimekozak@grupocero
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www.jaimekozak.com

 


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2709)

 

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