Sumario
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (I)
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (II)
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (III)
 
Los tres tipos de anorexia
Los trastornos alimentarios
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Agenda
Psicoanálisis Grupo Cero: Formación - Departamento de Clínica
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Cuando el niño nace, nace absolutamente impotente de poder sustentar su propia vida. No sabe caminar. No puede alcanzar los objetos que saciarían su hambre. No sabe respirar. El nervio óptico se mieliniza a los veintiún días, es decir, no ve hasta el día 21. No respira bien hasta el sexo mes. La mielinización de las células piramidales, tardan seis meses en unir sus pies a su cuerpo.

En una visión interoceptiva del niño, el niño se ve totalmente desunido, que no puede respirar. Vieron que a los chicos se les mece de noche, que se creen que es porque el niño es caprichoso, no, es porque el niño no puede respirar, y meciéndolo, levantándolo de la cuna, tirándoselo de la madre al padre porque nadie lo quiere a esa hora de la madrugada, el niño respira mejor.

Lo que quiere mostrar es la indefensión total del niño. El niño dejado a su libre albedrío moriría. Por lo tanto, la dependencia que el niño genera con aquella persona que le hace de madre, que puede ser una madre o un soldado, basta que le dé de comer, y lo tape, y lo acune, aquella persona que le hace de madre, la dependencia es extrema. Porque es alguien que le ha salvado la vida. ¿Se puede entender eso? Acuérdense que en las tribus primitivas, los europeos también somos muy primitivos, aquél que nos salva la vida, le debemos la vida, por lo tanto, nos transformamos en sus esclavos.

Hay algunas tribus primitivas donde si usted me salva la vida, yo soy su esclavo. Eso que les pasa a las tribus primitivas, nos pasa a todos los seres humanos porque a todos los seres humanos nos han salvado la vida.

Entonces ¿a qué nos esclavizamos? A esos primeros momentos, que se hacen inolvidables, esos primeros momentos de impotencia se hacen inolvidables. Tanto esto es así, que a los seis meses, entre un niño y un chimpancé, está más crecido el chimpacé que el niño. Nosotros los psicoanalistas decidimos, que el niño es un animal y enfermo, fíjense todo lo que le falta para ser un ser humano. Es un animalito, como el chimpancé, pero encima está enfermo, porque no puede. No puede buscar el plátano, no puede ir corriendo detrás del plátano.

Cuando ve su imagen en el espejo se queda anonadado. En cambio, el chimpancé le hace señales al espejo. Se da cuenta que él es el que produce la imagen, el niño no se da cuenta. El niño cree que la imagen lo produce a él.

Cuando se vayan de aquí, se pueden mirar en un espejo, al afeitarse y ustedes creerán que ustedes se ven afeitándose en el espejo. No es así. Ustedes miran afeitarse. Por eso que no se cortan, se afeitan. Por eso que se pintan bien. Si ustedes se vieran en el espejo, y pintarán la imagen del espejo, pintarían al espejo. Desde el espejo, la imagen que está en el espejo los mira pintarse. Se gana una dimensión. Todavía nosotros somos determinados desde el espejo, aún ya grandes.

Y en ese lugar del espejo, en ese lugar donde el niño ve su imagen que lo anonada, ¿qué va a haber en el resto de nuestra vida? los otros, la profesora, el señor.

Cada una de las personas que se aparecen en nuestra vida, se va a colocar en ese lugar de nuestra propia imagen.

Por eso que se dice, y ya estoy muy desviado, que el número dos no existe, porque el número dos siempre es uno y su propia imagen. Para que haya dos personas tiene que haber tres. Con lo cual hace del Psicoanálisis un hecho, como dice Freud, exquisitamente comunitario.

Porque no es una persona mirándose el ombligo, sino que es una persona sumergida en el mundo lo que pretende el Psicoanálisis.

Qué es lo que sobredetermina entonces estas experiencias inefables del principio de la vida de todo ser humano que no se mantienen en la conciencia nunca más, que a no ser en este momento donde yo estoy recalcando a los gritos que le debemos la vida a alguien, por lo tanto, tenemos una deuda simbólica con el mundo, el sujeto humano se olvida completamente de eso. Ese es el inconsciente, y eso es lo que determina en última instancia, todo el proceder del ser humano adulto. A eso es a lo que Freud llama sexualidad.

¿Cuándo es que la relación estrecha con mi madre, donde no se sabe si somos dos o uno, pasa a ser inconsciente? Cuando ingreso en el campo del lenguaje.

Cuando digo la primera mentira, dice Freud, cuando digo el perro hace “miau” el lenguaje está incorporado en mí. ¿Por qué? Porque ya la palabra no tiene que ver más con los objetos y ustedes tienen que saber que ninguna palabra tiene que ver con ningún objeto, y que ninguna palabra quiere decir lo que dice. La palabra “látigo” aunque yo la pronuncie de esta manera no tiene que ver con el latigazo. Las palabras son arbitrarias, y el modo de unirse es infinito. Por eso que es interesante que un psicoanalista tenga una oreja amplia, porque el paciente puede unir cualquier palabra a cualquier palabra, y todavía no ser un enfermo.

Cualquier palabra a cualquier palabra, porque es una condición del lenguaje. Como todas las palabras son diferentes entre sí, permiten que cualquier palabra pueda ser unida a cualquier palabra.

El problema de la sobredeterminación genera un tiempo diferente. Paso a hablar de ello rápidamente.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3041)

 


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3038)

Para que vean el problema infinito con el cual se enfrentó Freud, él en un trabajo del año 1916, 1918 de la metapsicología, dice “El inconsciente no tiene tiempo”, cosa que no es ninguna verdad. El inconsciente no tiene el tiempo del reloj. El inconsciente no tiene el tiempo que viene del pasado, al presente, y se va para el futuro. El inconsciente no tiene el tiempo aristotélico que es la medida de un transcurso. Es decir, la noción de tiempo que generalmente se utiliza aún hoy día, varios científicos, varios antropólogos siguen utilizando esa noción de tiempo, es una noción de tiempo que tiene metida adentro el espacio. Entonces es una noción espacial. No es una noción temporal. Porque la noción de tiempo que utilizamos, es un tiempo que se puede medir, de un punto a otro punto del espacio. Es todavía una noción espacial.

Freud para decir que el inconsciente no tiene ese tiempo llega a decir, y lo llega a decir así tal cual se lo digo yo, el inconsciente no tiene tiempo. Lo más aproximado al tiempo del inconsciente es que es discontinuo, y que es recurrencial. Por ahí esta palabra sí que la conocen. Porque el tiempo histórico también se genera por recurrencia.

Es decir, recurrencial quiere decir que las cosas se constituyen por recurrencia, aún el propio inconsciente. Cuando mi madre me quita la teta, eso es muy importante para todos los niños y para todos los adultos, ahí no siento nada, no me pasa nada, no tengo ningún trauma, pero cuando más adelante que puede ser dentro de un año, o dentro de 35 años, me doy cuenta que los niños en general toman la teta, constituyo por acción diferida, por recurrencia que a mí me la sacaron. Si pueden entender esto, hemos dado un paso fundamental. Quiere decir, que las cosas no se constituyen cuando pasan.

Pavese también decía lo mismo de la escritura, las cosas sólo se ven la segunda vez. La primera vez no pasa nada. Sólo se constituyen como verdaderas desde el momento actual, otra vez más el tiempo recurrencial, el tiempo discontinuo.

No es que las cosas vengan desde un pasado, hacia un presente, hacia un futuro, sino que desde el presente conformo como material el pasado.

Esto es fundamental, porque si el pasado fuera el que genera y determina el presente, en el aspecto psíquico estoy hablando, traten de someterse al tiempo psíquico, al espacio psíquico, no podría curar a ningún paciente.

Porque si el pasado realmente determinara la enfermedad actual, ¿cómo hago para modificar la enfermedad? No puedo, si ya está determinada desde el pasado. Lo que pasa es que lo que le ocurre al paciente ahí, va a modificar el pasado. Por eso que en la reunión psicoanalítica, el paciente puede tener un padre que no tuvo, tener una madre diferente a la que tiene, pensar su realidad de otra manera.

Por eso que fundamentalmente trabaja en la inhibición, que el Psicoanálisis interpreta los fantasmas. Los fantasmas son frases que guían el quehacer del sujeto. Por eso que el Psicoanálisis dice que toda realidad es un poco fantasmática. Que en toda la realidad siempre hay algún fantasmita nuestro, es decir, alguna frase preconcebida que no nos deja ver la realidad.

Doy un ejemplo, a mi entender categórico, para que se entienda. Un paciente que ni siquiera podía beber naranjas heladas porque eso le daba gusto, le daba placer. No podía hacer nada que le diese placer, nada. Sólo trabajaba hasta que le gustaba. Cuando le gustaba abandonaba el trabajo. Tenía novia hasta que una novia le diera una mínima satisfacción, nada de grandes satisfacciones. Un roce en la mano que le daba un gusto, ya la abandonaba.

No podía beber agua, porque eso le daba placer. Fue muy interesante, encontrar cual era el fantasma, el fantasma era “Dios es absolutamente malo”. Ese es el fantasma. Ustedes ven que el fantasma es una frase. Si Dios era absolutamente malo, todo goce en él estaba absolutamente prohibido. Cuando él puede transformar esa frase, de manera muy sencilla, además, ni siquiera la frase opuesta, cuando él puede decir “No sé si Dios es absolutamente malo” él comienza a beber naranjas heladas, a estar con las mujeres, a estudiar, a trabajar. Cuando modifica su fantasma. Ni siquiera la inversa, ni siquiera la verdad, no necesita que sea la verdad la nueva versión del fantasma.

Otro ejemplo, suspicaz éste, un hombre, una mujer que van por la vida creyendo que van a ser violados. Entonces la frase “me quieren violar”, hace que la sujeto, o el sujeto tropiece permanentemente con situaciones de este tipo. Cuando en su tratamiento psicoanalítico, ése “me quieren violar”, ella o él lo pueden cambiar por “me gustaría ser poseído” “me gustaría ser poseída”, se acabaron los intentos de violación. Es decir, cambia la vida del sujeto. Ya no encuentra más al violador en la calle oscura, ya ninguna mujer se le tira encima..., cambia la vida del sujeto. ¿Y qué hizo? Cambió el fantasma. “Me quieren violar” fue transformado después de dos a tres años de Psicoanálisis, esto es así, por lo menos en mi país, entonces puede cambiar el fantasma. Es decir, “no me quieren violar”, “quiero ser poseída”.

En esa formulación nueva, ha cambiado la vida del sujeto.

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