Sumario
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (I)
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (II)
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (III)
 
Los tres tipos de anorexia
Los trastornos alimentarios
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Agenda
Psicoanálisis Grupo Cero: Formación - Departamento de Clínica
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LOS TRES TIPOS
DE ANOREXIA

La anorexia nerviosa no es en sí misma una enfermedad, podríamos decir que es un síntoma, es decir, un indicador, una señal de la existencia de una enfermedad. No se puede reducir a una única entidad clínica.

La anorexia es el paradigma de la distinción del deseo y la necesidad. Una función tan necesaria como la nutrición queda trastocada por el deseo. No hay instinto de alimentación, sino que hay pulsión oral y la anorexia nos lo muestra con claridad.

El paciente ha disminuido considerablemente su ingesta de alimentos, come poca comida, y está perdiendo por tanto peso de manera considerable. Pero como siempre en psicoanálisis, el síntoma nunca coincide con lo que le pasa al paciente. El síntoma en sí no es lo que debemos observar, sino que a lo que habrá que prestar la escucha, es a la relación del paciente con el síntoma, es decir, a lo que el paciente dice del síntoma. El problema de la anorexia no es la comida, como parece decírsenos al encuadrarla dentro de los trastornos alimentarios. En todo caso, la posición de la anoréxica, la lleva a tener una particular relación con el acto de la ingesta.

De esta manera, bajo la escucha analítica, se pueden distinguir tres tipos de anorexia: una anorexia histérica, una anorexia paranoica y una anorexia depresiva.

1. En la anorexia histérica, las frases que pronunciará la paciente serán similares a estas: "No como porque me da asco", o: "Pensar en comida, me da ganas de vomitar" (los vómitos son en el alfabeto histérico una manera de expresar la repugnancia moral).

2. En la anorexia paranoica, lo que subyace es un temor paranoico al envenenamiento, que se puede expresar en la frase: "No como porque estos me quieren envenenar", o más sutilmente: "La comida me sabe mal, creo que está en malas condiciones, pienso que me va a hacer daño, que me va a sentar mal…" Añadir que al paranoico, nunca le son indiferentes las personas que arguye, quieren causarle un daño. Por el contrario, son personas amadas.

3. En la anorexia depresiva, aparece un desinterés por toda la realidad exterior, que también se extiende a la comida. La frase sería en este caso: "No como porque no tengo ganas" "No me apetece comer" "Le he perdido el gusto a esto de la comida". Pero si uno escucha un poco más, advertirá que el paciente en cuestión, no tiene ganas de nada, no solamente le sucede con la comida, le sucede con cada una de las acciones que debe emprender en la vida.

También señalar, que en general, en la anorexia hay una regresión a la fase oral de la libido. Las relaciones con los demás, serán establecidas en términos oral-sádicos. En esta fase, el niño se come lo que ama, pero al hacerlo así, lo destruye. Los pacientes anoréxicos aman así apasionadamente, hasta la más extrema identificación con el objeto amado (se lo comen), para luego vomitarlo, cuando el otro muestra la más mínima diferencia con ellos.

Otro factor en juego en la anorexia, y que tiene que ver con este goce de la boca, (puesto que cuando comemos, no gozamos de la comida, sino del goce de la boca), es la primera relación con la comida: con el pecho materno o con el biberón, primera fuente de comida para el bebé.

En el relato del paciente anoréxico, se observa muy frecuentemente que para ellos, sus madres eran madres rechazantes, que no mostraban ningún deseo por alimentar a sus hijos. El trastorno se situaría por lo tanto en el nivel del alimento como don de amor, no es tan importante lo que se da, sino quién lo da y cómo lo da, el agente de la operación, la madre. En la función de la nutrición están en juego la demanda materna de alimentar y la demanda del niño de dejarse alimentar. Se trata de un encuentro de demandas.

No estamos afirmando que todas las madres rechazantes generen hijos anoréxicos, puesto que el tiempo en psicoanálisis no se lee desde el pasado, sino desde el hoy, pero si es cierto que partiendo de la anorexia ya producida, aparece éste antecedente en muchas de los pacientes.

Alejandra Menassa de Lucia.
Psicoanalista.
Médico Especialista en Medicina Interna
653 903 233
alejandramenassa@live.com
www.alejandramenassa.com


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3043)

www.editorialgrupocero.com

 

LOS TRASTORNOS
ALIMENTARIOS

INTRODUCCIÓN A LAS FUNCIONES DE LA NUTRICIÓN

La nutrición no es exclusivamente una función de conservación del individuo. Con el primer alimento, la leche materna, se inaugura también el goce de la boca, podríamos decir que el pecho materno "hace la boca". El niño chupa más allá de la necesidad de alimento, continua la succión, aunque ya no obtenga leche, por el placer de la boca, de chupar. Esto queda bien patente en la succión del dedo, allí no obtendrá claramente ningún alimento, pero sí un Goce.

En el ser humano no hay nada instintual, todo en el hombre es pulsional. Ni siquiera el deseo del niño está vinculado sólo con la pura y simple satisfacción natural. Así, la oralidad se convierte en lo que es. Como forma instintiva del hombre, es portadora de una libido conservadora del cuerpo propio, pero no es sólo esto. Freud se pregunta por la identidad de esta libido: ¿es libido de la conservación o libido sexual? Por supuesto, aspira a la conservación del individuo, lo que también implica la destrucción, pero precisamente, como ha entrado en la dialéctica de la sustitución de la exigencia de amor por la satisfacción, es en verdad una actividad erotizada. Es libido en el sentido propio, y libido sexual.

Cuando en el campo humano, en el campo del niño, entra la presencia simbólica de la madre, las necesidades no son simplemente necesidades sino que también son un don simbólico, un don de amor. Toda demanda tiene un doble horizonte, por un lado es del orden de la necesidad y por otro es del orden del amor, todo ello comandado, determinado, por el orden del deseo de devorar al otro o de que el otro te devore.

Lo primero que se establece en el niño es la relación entre el deseo de ser amado y las funciones de la nutrición, la etapa oral es la primera en la constitución de la pulsión.

Hay un momento del crecimiento infantil, donde todo lo que ama, se lo come, se lo mete en la boca, pero a la vez, así lo destruye, por eso la llamamos fase sádico oral, hay amor y hay odio en ese acto.

A veces vemos a niños muy pequeños en esta fase, que ven una galleta, y les encanta, se enamoran de ella, quieren enseguida metérsela en la boca, pero cuando lo hacen, ven que se rompe, que se destruye, y se ponen a llorar, porque les da mucha pena haber destruido la galleta.

Posteriormente, el deseo de ser alimentado sustituye al deseo reprimido de ser amado, y así se cronifica como estímulo específico de las disfunciones de la alimentación.

Operaciones de la falta de objeto y su relación con los trastornos de la alimentación:

Hay tres operaciones que llamamos de la falta de objeto: frustración, privación y castración. Estas operaciones intervienen en la producción del cuerpo como pulsional. En torno a la operación de frustración se estructuraran las patologías que comprometen a la alimentación, puesto que el objeto en esta operación es el pecho real, y el agente la madre simbólica. Aunque no hay frustración sin castración, todo se lee por aprês coup, después de la castración.

Esta primera relación de dependencia del sujeto con respecto a la madre está ligada a la amenaza de la pérdida de amor y no a la simple privación de los cuidados maternos, por eso que en el rechazo a alimentarse se juega una cuestión amorosa con la madre.

La alimentación es una función fisiológica necesaria para la vida, que se puede ver afectada en muchas patologías psíquicas. Además de cubrir una necesidad fisiológica, el alimento es don de amor y don de Goce. Los trastornos de la alimentación tienen que ver con esta triple vertiente del alimento como objeto de necesidad, de Goce y de amor.

En la alimentación hay una cuestión con la demanda de amor. Se sitúa en el nivel de la frustración, ya que ahí es donde se juega el don de alimento, el objeto es el pecho materno, el agente la madre simbólica.

El don de amor está situado en la columna del agente, y tiene que ver no con dar el pecho, sino con quién lo da. Lo da la madre. Todo lo que recibe o rechaza un sujeto, lo recibe de alguien o se lo rechaza a alguien.

El don de Goce viene montado siempre en la necesidad, inicialmente el niño come por necesidad, para calmar el hambre, pero eso inaugura el goce de la boca, y ahí el objeto de necesidad (el alimento) adquiere esa vertiente de objeto de goce. El don de goce estaba situado en la columna del objeto, el objeto que colma la necesidad, en este caso el pecho materno: don de alimento.

En todo objeto se juegan ambos: don de amor y don de goce. Hay una doble relación con el objeto y si se afecta el don de amor, se afecta secundariamente el don de goce.

Hay una diferencia entre frustración del objeto y pérdida del objeto de amor. Hay una oposición marcada entre el objeto real (el pecho), en cuanto el niño puede ser privado de él y por otra parte, la madre en tanto puede conceder o no ese objeto real.

La madre como agente es instituida en la función de la llamada. La madre es tomada ya en su forma más rudimentaria como un objeto marcado y connotado por la posibilidad de un más y un menos, como presencia o ausencia, que la frustración realizada por cualquier cosa relacionada con la madre, es frustración de amor, y todo lo que proviene de la madre en respuesta a este llamado es don. Hay una diferencia radical entre el don como signo de amor, que apunta al amor de la madre, y por otra parte, el objeto, sea cual sea que viene a satisfacer las necesidades del niño. La frustración de amor y la frustración de Goce son dos cosas diferentes. La frustración de amor está preñada de todas las relaciones intersubjetivas que puedan constituirse. La frustración de Goce no lo está en absoluto.

Ahora veremos como se juega esta compleja relación con el alimento en tres frecuentes trastornos de la alimentación: La anorexia, la bulimia y la obesidad.

Pilar Rojas Martínez.
Psicoanalista.
Médico Especialista en Reumatología y
en Medicina Familiar y Comunitaria
696 194 259
pilar.rojas@wanadoo.es
www.pilarrojas.com

 

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