Sumario
1974 - Buenos Aires
Editorial Revista “Grupo Cero” Nº 0
 
Poesía y Psicoanálisis
(1971-1991)
20 años de la historia del Grupo Cero
El objeto en psicoanálisis
de Freud a Lacan (I)
Nº 529 - jueves 13 de junio - Año 2013
"Freud y Lacan -hablado- 3. Duelo y melancolía (I)
"Freud y Lacan -hablado- 3. Duelo y melancolía (II)
 
Notas sobre la neurastenia
Las resistencias contra el psicoanálisis
 
Sobre las relaciones de pareja
1988 - Madrid
el Grupo Cero Buenos Aires paseando por la comunidad psicoanalítica de Madrid
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SOBRE LAS RELACIONES DE PAREJA

Viene de Extensión Universitaria nº 145

-Se puede llegar a pensar que si pronunciando la frase, frases, palabras sueltas, que ella necesita para tener un “verdadero” orgasmo, el pene sólo sería necesario como presencia de hombre, y para eso no es necesaria, ni la erección ni la penetración.

En todo caso, cualquier parte de cualquier cuerpo sirve de pene.

Entender esto a los 58 años no es moco de pavo.

Porque esto quiere decir que en la competencia amorosa, la mujer siempre triunfa.

Ella no se agota nunca, el agotamiento de él, la relaja.

Y ella le contestaba:

-Cuando llueve, llueve en todo. Llueve a toneladas, ningún paisaje deja entrever dónde estoy, hacia dónde viajo.

Yo no debo preocuparme por su amor. Él me va queriendo, poco a poco para sí.

Por estar siendo tan estudiosa del amor, él velará por mí.

Por ahora me he convertido en una estudiosa del amor, algún día podré entender algo del sexo.

-El amor, el buen amor, no deja huellas, me decía, tan hermoso. Si deja huella no es amor, es enfermedad.

Y busqué en mi piel asustada, afiebrada, temblorosa y el amor no deja ni una miserable huella en ninguna parte.

Esta vez, fue todo tan salvaje y cuidadoso a la vez, que ni siquiera marcas en las nalgas me dejaste. Hijo de puta.

El mundo se cae y yo vivo enamorada del poeta. El mundo se cae, empobrecido, doblegado, muerto y yo tratando de saber si podré amarlo a pesar de todos sus amores. Ser una mujer amada entre otras mujeres amadas. ¡Qué asco!

Los niños se mueren de hambre, las madres se mueren de hambre, los padres se mueren de hambre. Nadie tiene el trabajo que se merece, la miseria, la injusticia y yo aquí, tratando de averiguar si él, habiendo tantas mujeres a su alrededor, podrá retener mi nombre, mi perfume, mis gritos de amor cuando agonizo.

El mundo se cae y a mí lo único que me importa, es saber si él podrá reconocerme entre tantas.

El mundo se cae y yo te pregunto amor mío:

-¿Quieres que nos escapemos juntos a Villa Soldati?

Mis tetas amor mío, mis tetas es lo que llueve en todo. Me has dejado con las tetas sin aliento, como un soldado herido y hambriento.

Vamos, vida, que es tan lindo Soldati. Te estoy preparando un país, que ya no recuerde el exilio, un país que ya no duela al recordar.

Vivir entre otros, amor mío. Ser una entre otras, amor mío. Te amo, te amo y no me detendré, pero tengo que reconocer que muchas noches y aún muchos días, coloco piedras de regular tamaño en mis pequeñas sandalias y ando por la vida apesadumbrada, con los pies pesados, como de piedra, helada.

Si te vienes conmigo a Villa Soldati, te daré todas mis noches estrelladas, para que te hundas entre mis piernas, derramando licores de mi cuerpo sobre el cuerpo de todas tus amadas.

Soldati nos espera, amor mío, amor mío.

Mis compañeras me aman y te desean, amor mío, amor mío. Soldati nos espera. Soldati es el amor.

Hoy te haré una escena de celos. ¿A ver por qué? ¿por qué?
El desaguisado que estoy armando con mi vida, no tiene nombre.

Desde que estoy escribiendo esta novela todo se ha trastocado en mi vida.

Antes de la novela yo vivía bajo los lemas de mis grandes maestros:

-Hay cosas que no se hacen.

-Si se hacen, no se dicen.

-Y si se dicen, no se cuentan los detalles.

Y de golpe con el asunto de la novela todo el mundo está enterado de casi todo.

Cuándo se me para, cómo se me para. Con qué se me para más o menos. Y, que tengo culo y huevos y entrepiernas y cuello de potrillo enamorado y tetas sensibles al chupeteo y las caricias y una pija enorme, ahora, se ha enterado todo el mundo que yo, tengo una pija que, a veces, en erección multiplicada, puede amar el amor, desear la locura.

Antes de la novela, yo era una máquina perfecta.

Hacía que ella llegara a mis brazos sin ninguna preocupación. Para que ella pudiera llegar al amor sin ninguna preocupación, yo le mentía.

Le mentía todo el tiempo. Le arreglaba todos los problemas y le decía que la vida no tenía problemas.

La besaba en la boca e imaginaba mientras la besaba que en mi boca estaba la concha de fulanita que, ella, besaba al besarme. La acercaba fuertemente hacia mí y luego al soltarla lentamente, sus pezones rozaban mis pezones y éramos dos mujeres abriendo para siempre la tarde y entonces le mentía y le decía que estaba enamorado.

Después cuando bailábamos, yo la hacía sentir única en mis brazos.

Ahora en la novela, soy profesor de baile. Entonces ella, sabe que son varias mujeres, las que bailando se sienten únicas en mis brazos.

He visto caer varios imperios por los deseos de una mujer celosa, por eso antes de la novela yo cuidaba todos los detalles.

Me bañaba dos o tres veces por día.

Me ponía de mi perfume antes de salir o encontrarme con alguien, para ocultar cualquier otro perfume.

Siempre hablaba por teléfono cuando estaba solo.

Nunca hablaba por teléfono con una mujer, delante de otra mujer, ni delante de otro hombre.

Jamás le daba un beso de más, a nadie.

Con el asunto de la novela que tengo que besar a quien se me de la gana y cuantas veces quiera, todo se ha complicado.

Ella me dice, pero vos la deseas a ella más que a mí, y la otra, y vos la amas a ella más que a mí y la otra desde la otra orilla que me grita:

-El mundo no puede acabarse. Nos volveremos a encontrar, hijo de puta, hijo de puta, ahora te la tenés que garchar. Como si estuviéramos en un baile rodeado de mujeres hermosas, y yo, estaba corrigiendo las pruebas de página del libro de mi hijo asesinado.

La vida es dura para mí, me dije tranquilamente, y devoré las horas que venían y, también, devoré las horas que habían pasado.

Me vi rodeado de salvajes. De la selva europea, me dije, y comencé a reirme como un estúpido. Y mientras me reía, ella, que ya se había acostumbrado a intervenir en cualquier momento, me dijo:

-Buenos Aires, no es mejor que Madrid y Madrid, no es mejor que Buenos Aires. Nadie se ha dado cuenta que en las últimas tres semanas, no has dormido la siesta con ninguna mujer, nadie se ha dado cuenta, que estuviste todas las tardes encerrado en la tumba de tu hijo muerto, para poder arrancarle un sonido tierno a la muerte.

Ella, mejor no podría haber intervenido, esta vez, ella había conseguido que yo me diera cuenta de la soledad, en general, de los pensadores, de los poetas, de algún que otro psicoanalista.

De cualquier manera era feliz. Hoy comenzaba mi carrera como profesor de baile. Hoy se inauguraba PATIO DE TANGO, el lugar argentino en mi cabeza.

Yo sería el primer alumno. Me aplicaría como el que más, para demostrarle a esos boluditos que se piensan que el tango es como hacer gimnasia rítmica, que el tango es esencia de lenguaje.


Villoldo toca para mí, siempre Villoldo tocó para mí, desde pibe, en el cordón de la vereda, Villoldo tocaba para mí.

-”Como en un perno unió a París con Puente Alsina”.

Y ese perno era yo. Nunca tanta tristeza, nunca tanta caída para que el mundo conociera el sexo del amor.

Me dejo arrastrar por un violín, siempre desesperado y soy estúpido y te amo, puta de amores turbios, baratos y el piano hace pin pam pum, y aunque consigas lavarte la concha en el mar de las Antillas, el fuelle se expande hasta morir, pero no muere piba, no muere piba, no muere y mirá el violín, agudo entre tus piernas.

Vamos nena, pim pam pum... y, ahora, un ocho para atrás, muy para atrás, hasta llegar al delirio de los días de mi juventud donde todas las veredas eran mi vereda.

Por eso piba, porque soy un macho de aquel tiempo, todas las mujeres serán mi mujer.

Y no te andés tocando la concha cada vez que te hablo, que mujer, también, quiere decir otras cosas.

Escuché con algo más que curiosidad, el capítulo de la novela donde aparece tu nombre por primera vez y que, una vez más, vino a demostrar mis teorías:

-Sos el más macho, el más arrebatador.

Hay algo que determina el movimiento de mis manos, vuelo sin ti como te gusta, verme libre y enamorada de ser libre y te amo para que una vez más sonrías antes de morir, por esa libertad que me conceden tus versos.

Y si aún utilizo para las ceremonias algo de tu dinero, algo te cuidaré en tu vejez y eso serán los intereses, de ese algo que gasto, para que estés contento.

Después, tu mirada de laguna negra, profunda, atravesándome antes de decir.

-La vida, nena, la realidad, es para vivirla. La escritura es otra cosa.

La frase permanece encerrada en mi cabeza, no se la quiero dar a nadie. Que nadie sepa de nuestro amor. Nadie debe saber que el poeta me entrega el poder de las frases mágicas para el amor, para el poema.

Nunca nadie lo sabrá, amor mío.

Nunca nadie gozará, como yo.

Ahora, justo ahora, me siento confusa, detenida y él se acerca y me pregunta:

-¿No querés jugar?

Algo de luz me ilumina. Hoy no tengo celos, tengo envidia. Tantos celos es para no darme cuenta que te envidio ¿y qué cosa te envidio? Todo, a vos querido, te envidio todo.


Capítulo XXIV de la novela "El sexo del amor"
Autor: Miguel Oscar Menassa

www.miguelmenassa.com



Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3173)

www.grupocero.org

 

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