Sumario
Miguel Oscar Menassa
Psicoanálisis del amor
 
Todos tuvimos infancia
Demencia senil (I)
Freud y Lacan -hablados- 5 (I)
Freud y Lacan -hablados- 5 (II)
 
Sobre las relaciones de pareja
 
40 años de Menassa en España

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EDITORIAL

15 de enero de 1978, Madrid

Querido:

La historia del hombre es una larga historia,
una especie de pájaros entre pájaros,
todo vuelo y misterio,
todo lejanía,
y sin embargo,
el mundo es uno solo.
Relativo,
sólo en sus confines,
en los límites con la nada todo sistema se hace relativo,
huye de sí y lo sabe,
no tiene escapatoria,
pero a esos confines,
no llegó ningún hombre,
por ahora,
el mundo es uno solo.
Ahora,
intento reponerme. Estoy convencido,
los dioses me molestan menos que los neuróticos,
si no podemos ser hombres,
por lo menos seamos dioses.
Lo peor del neurótico,
su sorda manera de repetir.
Su boca siempre abierta.
Su incapacidad para ser otro.
Su veleidad.
A mí cualquier tontería me hace bien,
a veces pienso que debería ser más exigente,
pienso,
que ciertos vaivenes de mi ser son absolutamente innecesarios,
sé por otra parte,
que lo innecesario,
en 100,
150 años,
puede llegar a producir algún daño irreparable.
Tengo en este momento,
una especie de infierno entre mis manos.
Soy,
el apocalipsis del sentido,
una alteración definitiva del orden.
Tengo,
la posibilidad de la metamorfosis,
soy humano.

Miguel Oscar Menassa
De “Grupo Cero ese imposible y Psicoanálisis del Lider”


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3238)

Libros de
Miguel Oscar Menassa

PSICOANÁLISIS DEL AMOR

LA VIDA

Soy,
lo que se dice,
un hombre aniquilado por los papeles.
Mi vida va pasando,
entre leves escrituras,
leves trámites burocráticos.
Mi vida,
va pasando con el tiempo.
Comer.
Dormir.
Desesperarme alguna que otra vez por el amor.
Ir huyendo de a poco de la vida,
temer de todo.
Del ronco aliento del mar,
de las poderosas letras de la máquina.
De mis palabras
y de tus besos mi amor,
tus besos,
tu boca abierta,
incansable y abierta,
manantial,
agua fresca,
tus besos.

Te confieso:
ser,
quise ser,
un hombre normal.
Todo me salió mal,
y tengo miedo que la justicia se dé cuenta que poseo,
los últimos secretos del amor.
Las bombas contra las bombas,
cada palabra contra cada palabra:
Soy inmune,
heterosexual
y poeta.
Lo reconozco,
no soy moderno.
A veces,
siento mi cuerpo despedazado y loco,
un cuerpo sin razón,
sin límites precisos.
En esos instantes,
amo todos los cuerpos.
En esos instantes,
mejor es dejarse llevar,
ir olvidándose de todo.
Vivir no es fácil,
a veces una ráfaga infernal se lleva todo por delante,
a veces ocurre,
fatal e inevitable,
la torpeza.
A veces el amor,
roza sin par,
la algarabía por vivir.
Tardes y noches y soledades, apretujándose unas contra otras,
para ser,
instante único,
vuelo final.

A veces entre sueños,
conquisto mi libertad.
Ajada y vieja libertad,
pintarrajeada
y vestida con sedas para la fiesta,
descansa,
ahora sobre mi lecho,
entre mis genitales.
Necesitaba,
un poco de amor,
se parece a la muerte.

 

www.miguelmenassa.com


Y si canto por las mañanas,
será tal vez,
que el mundo es agradable,
vivir,
ameno,
comerse una ciruela en pleno verano,
fresco.
Hacer el amor,
entretenido.
Morir,
natural,
y todo en perfecto orden,
como ustedes pueden imaginarse,
un hombre,
totalmente encaminado,
un hombre serio,
respetado,
un muerto en vida.
Una palabra estampada hace siglos,
una vejez permanente desde la infancia,
lo que se dice,
-algunos libros escritos por algunos hombres-
el peso de la historia.
Escribo por lo tanto,
no para ser histórico,
sino más bien con el intento
y no es poco decir,
de transformar el pequeño hombrecito,
que nos permiten,
las históricas leyes.

Insisto,
algunos libros escritos,
por algunos hombres.
Para empezar,
quiero empezar por el principio:
Vivir,
no es,
eso que usted tanto defiende.
Eso,
que usted argumenta con tanta pasión,
que no se lo permiten,
eso,
eso es morir.
Vivir,
es siempre,
una pasión contra uno mismo.
Un levantarse todas las mañanas,
terco,
empecinado,
voluptuoso,
contra el día anterior.
Contra mi propia manera de ser,
contra mi famosa personalidad,
mis ritos.
Vivir,
os digo,
una flor que se abre,
cada mañana,
diferente.
Cada mañana
un movimiento nuevo para el amor,
cada mañana
una circulación diferente.
La familia no existe.
Mi madre,
también es una historia.
Mi padre,
esas palabras,
otros padres.

Vendavales de furia,
orgías de locas enredaderas,
creciendo hacia lo alto,
hacia la nada,
embriagan mi ser.
Me recuerdan,
la primitiva ceguera donde el hombre,
pequeño y despiadado animal,
mataba para comer.
Os digo:
el amor,
es lo que vive en el propio centro de las tripas,
el resto,
enseñanzas de la primera escolaridad,
aquel inolvidable padre nuestro,
rezado,
en brazos de mi madre,
chupándole las tetas.
En el amor,
nadie entrega,
y nadie recibe nada.
Todo es invisible,
maceración sin huellas,
sangre olvidada,
en el amor,
el crimen es perfecto.
Limpio.
Inolvidable
y no,

por la algarabía de su reinado que no existe,
sino más bien,
por el olor,
el simple olor de carne humana,
madura.
Fui,
la fuga fugaz.
Una ilusión,
poder partir,
alejarse del mundo.
Sólo entre los recuerdos
y algunas relaciones familiares,
conquisté el universo.
Todo lujuria y vértigo,
todo palabra.
Grandes espejos, disfrazados de conchas marinas,
mostraban entre sus valvas abiertas desmesuradamente,
el ojo,
violento del amor,
clavado en mi mirada.
Y todo era luz,
ceguera y luz.
Estábamos,
lo recuerdo,
tomados de la mano,
extendidos sobre la arena,
muertos.
Vendrán tiempos,
donde no habrá precisamente,
ni furia,
ni sonido.
Y te lo prometo,
en un tiempo más,
los niños y los poetas,
cagarán en el baño.
Y los ruidos orgánicos,
por decreto,
cambiarán sus sórdidos sonidos de cloacas,
por música de Bach.
Compuestos y almidonados,
con el pene,
-planchado por mi madre-
de los días domingos,
haremos el amor.
Y habrá fiesta,
en el corazón sublime de la esperanza,
y ese día,
nos miraremos a los ojos.
Y mi cuerpo tendrá la arrogancia,
de saberme un hombre de bien,
y recitándote al oído,
mi último poema,
"el amor existe"
hago estallar,
precisamente a media-noche,
tu culo,
en mil fragmentos ambarinos,
catarata de amor,
aguas dulces del orinoco sobre el mundo,
entre tus blasfemias.

De mi padre,
soy lo más brusco,
quiero decir,
lo permanente.
Varias mujeres,
hacen la mujer.
Varios hombres,
la guerra.
Una manera de decir,
los encuentros son raros,
las dimensiones incomparables.
Un hombre,
una mujer,
son,
quiero decirlo,
el borde de un abismo,
todavía prohibido.
De mi madre,
soy,
todo lo que vuela.
Lo que desaparece.
El milenario rimmel,
negro en sus ojos.
El carmín,
en sus labios,
y el frenético tambor de sus tetas frente a mi sonrisa,
de niño enamorado,
amante de la libertad,
contaba empecinadamente el tiempo de su cautiverio.
Reloj de sangre.

Miguel Oscar Menassa
De “Psicoanálisis del amor”

LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO