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P: ¿Qué es para usted la escritura?

Para mí, como para otros muchos autores, la escritura es un instrumento de conocimiento, una manera valiente de estar en el mundo un poeta que transmite a las generaciones futuras cómo les están tratando en el momento en que viven. Por lo tanto, los poderosos no comprenden la poesía contemporánea porque no está dirigida a ellos, lo está al hombre futuro. La poesía es la verdadera historia de los pueblos.

Mantenerse en esa línea sin volcarse hacia la fama, los medios, el prestigio… es complicado. Afortunadamente sólo soy tan recto con la poesía; con el resto de cosas que hago soy más desviado.

P: Ciertamente hace muchas cosas.

Sí, pero no tengo súper yo. Quiero decir, cuando hago poesía sí tengo en mente a muchos poetas que me marcaron y que, en cierta manera, me vigilan para que no me repita. Generalmente los poetas hacen eso a menudo consigo mismos: repetirse. En cambio, en la pintura, o en el cine creo que estoy generando una línea nueva. No creo que se haga el tipo de cine que yo hago; en el que no hay violencia, no hay gritos, no hay peleas, la gente conversa... Si la chica te engaña, en lugar de matarla hablas con ella (risas).

P: ¿Cómo y por qué surge la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero?

Surge en 1981. Yo soy quien escribe el primer manifiesto. Lo firman siete médicos que ya nos reuníamos previamente a la fundación del Grupo Cero, un grupo llamado "Revisión Crítica de la Interpretación de los Sueños". Nos reuníamos todos los viernes y leíamos este libro y lo discutíamos. Esto fue en el 69, año en el que hago mi primer taller de poesía. Dos años después hay una ruptura del ala izquierdista de la Asociación, y surge el primer manifiesto del Grupo Cero o manifiesto de apoyo al grupo Plataforma. Después, el grupo Plataforma no fue lo que tenía que haber sido y desapareció.

P: La Asociación Internacional de Escritores ha dicho que su candidatura se justifica por la "conjunción de la poesía y el psicoanálisis". Explique eso, por favor.

La poesía y la interpretación tienen el mismo mecanismo de producción: son inconscientes. El poeta no tiene que saber de qué va a escribir, porque si no es un periodista. El psicoanalista no tiene que saber qué es lo que va a interpretar, porque si no es un psiquiatra o un psicólogo. Así como el poeta se zambulle en la página en blanco y algunos llegan al suicidio porque la página en blanco no responde, el psicoanalista se sumerge en el proceso y tiene que ser muy maleable, tanto como el escritor. La enfermedad es diferente en cada persona, algo que el psicoanalista tiene que tener en cuenta para poder trabajar.

P: ¿Cuál es la importancia de lo lingüístico en el psicoanálisis?

Es muy importante. La lingüística estructural tiene mucho que ver en el psicoanálisis, porque si no hay palabra no hay psicoanálisis. Yo puedo curar a un tuberculoso obligándole a que se ponga la vacuna, pero con un paciente psíquico no puedo hacer eso. Si él no tiene deseos de curarse y de someterse a la terapia, no podrá hacerse nada. Para algunos la terapia es maravillosa, pero para otros es terrible porque les obliga a repasar su vida y ver los errores que han cometido en diferentes niveles. Y ahí tienen que remodelar su vida.

El buen psicoanalista tiene que estar bien formado, tiene que supervisar, pero el paciente tiene que tener ganas de curarse. Obviamente el componente psíquico está presente en todas las enfermedades, pero el componente orgánico es el que supedita toda la acción. Una úlcera se cura con psicoanálisis hasta que sangra; cuando sangra hay que ir a la cirugía.

P: Siempre ha escrito sobre grandes temas. ¿Cuál es el más importante para el ser humano?

El más propio del ser humano es el amor, porque sin él no habría reproducción y por lo tanto no habría especie (risas).

En una sociedad justa el trabajo es un don, es algo muy importante. Y para escribir no hay que tener inspiración sino trabajo; para tener una gran obra hay que trabajar a diario.

P: ¿Qué recomienda a las personas mayores que no saben qué hacer con su tiempo?

Les aconsejo que escriban, que pinten y que lean. Leer es la única terapia posible para el Alzheimer y para la falta de memoria. Las enfermedades de la vejez desaparecen manteniéndose activo. Una cosa es jubilarse del trabajo y otra de la vida. El envejecimiento no tiene nada que ver con la muerte ni con la enfermedad, siempre y cuando uno acepte que está envejeciendo.

P: ¿Es obligación de todo autor ser siempre original?

La desgracia del poeta es no poder delegar. Como director del Grupo Cero yo delego con intención: preparo a otras personas para que me sustituyan. Pero con la poesía y el arte no se puede delegar porque el poeta pone su marca en todo lo que toca.

P: Usted vino a España en el año 1976. ¿Con qué se encontró?

Con una realidad que carecía de pensamiento simbólico. De eso me di cuenta en cuanto llegué. La represión había calado hondo en el pueblo español, le había dejado sin ideas propias, con una sexualidad perversa… Hoy la sociedad ha cambiado mucho. Ha evolucionado en el buen sentido.

P: ¿Qué recuerdo tiene de su trato con la Generación del 27?

La dictadura borró el pensamiento de las personas que vivían en esa época, pero no pudo borrar la historia. Franco pudo con todos los españoles menos con Alberti, Vicente Aleixandre… Con la Generación del 27 no pudo. A Lorca lo mató pero no pudo con él. La Generación del 50 en España es una generación perdida: borró el inconsciente, volvió a la naturaleza cuando la del 27 había roto con la experiencia naturalista de la poesía y hacía una poesía más humana.

P: ¿Vivimos hoy en un mundo con pensamiento débil?

Sí, es un pensamiento débil y postmoderno que niega las teorías fundamentales del sujeto psíquico, y un pueblo sin teorías está perdido. Sin comida pasa hambre y algunos mueren, pero sin teorías que gobiernen sus pensamientos e ideologías, su arte y su creatividad poco a poco van desapareciendo.

El mundo está desapareciendo; no cuidamos a los niños y niñas, ni a las personas mayores… Cuidamos a la gente en edad de trabajar, por interés, nada más. Pero no cuidamos ni a los niños ni a las niñas, ¡el futuro de la sociedad!, ni a los mayores que han acumulado una experiencia vital esencial.