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“Juventud, sexualidad, poesía”
Conferencia-Coloquio con Miguel Oscar Menassa
Entrevista (I)
Entrevista (II)

Respuesta - Nº 14
Octubre de 2010
Revista del Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid

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“Juventud, sexualidad, poesía”
Conferencia-Coloquio con Miguel Oscar Menassa en la Sala Úbeda del Ateneo de Madrid organizado por el Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid el 2 de octubre de 2010

La sexualidad es la que da juventud a la juventud y la sexualidad es la que hace poesía a la poesía.

La sexualidad que vengo a proponer es una sexualidad amplia, casi sin límites. Sexualidad que sostiene nuestro cuerpo y sus tendencias, sean de un tipo o de otro tipo.

Pero debemos saber que esa misma sexualidad es la que sostiene y conduce el arte, la vida en general, el trabajo, la política, la investigación científica y todas las otras cuestiones del hombre, también la guerra y la paz.

Y, de haber algún marxista en la sala, me podrá decir que es la economía política la que dirige la vida de los ciudadanos.

Yo diría que hay verdad, que algo de verdad hay en esa frase, pero hoy día tanta muerte, tanta corrupción en todos los niveles de la sociedad, la violación permanente de derechos y de cuerpos por los poderosos y los religiosos, hablan claramente de que la sexualidad ha tocado muy profundamente la economía política.

Y no quiero hablar del capitalismo salvaje de George Bush que, para resolver la economía, generó guerras inútiles e injustas que, sumadas a la perversidad de los sistemas financieros, llevaron a la crisis económica y de valores que hoy padece prácticamente toda la sociedad mundial.

"-Tal vez ya no podamos volver atrás.

Dijo la vaca atronando el espacio con un mugido sordo. Era Espartaco que volvía a liberarse en ese mugido, eran los muros del alma que caían definitivamente, atravesados por la verdad. Un mugido como de pueblos cayendo en la cuenta de su miseria, su explotación. La vaca no mugió esta vez un mugido que se podría confundir livianamente con un lacónico comunicado de guerra, no. La vaca mugió como si la poesía hubiera encontrado su verdadero camino.

Escondiéndome entre las primeras flores de la primavera, extendido al sol como aquellos gloriosos años de mi juventud donde hacer el amor era hacer la guerra, y donde hacer la guerra era hacer la vida, porque sin amor y sin guerra, los tiranos hubieran terminado con todas las flores de primavera y ahora, ya no tendríamos dónde dejarnos caer, para hacer como que nos escondemos para esperar el sol. Y sin pensar dije una frase, aunque no pretendía contestar la frase de la vaca.

-Tal vez, ya ni siquiera podamos volver hacia adelante.

La vaca, claramente confundida, comenzó a bostezar y hablar en voz alta como si fuera el Presidente del Gobierno diciéndole a sus conciudadanos:

-No hemos perdido nada, el tiempo no ha pasado, yo soy el mismo.

Y galopaba abierta como un manantial, yegua enloquecida, en una transformación que nadie hubiera esperado en ella después de la fiesta de San Valentín, y se movía a toda velocidad y a toda velocidad abría la boca y se tragaba la rabia y el odio y la alegría y la esperanza y, cuando ya no quedaban entre nosotros sentimientos, me dijo con sencillez:

-Te amo... Soy tuya en esa nada de sentir, pero no tuya en un sentido mezquino, sino amplio y generoso, soy para ti, pequeño hombre torturado por el amor, la paradoja de ser alma y vaca en el mismo momento que me besas.

Me quedé varios días sin contestarle nada. Eso sí, la besaba permanentemente y le daba de comer, yo me montaba encima de ella y ella se montaba encima de mí y perdíamos las características de ser a cada instante y de a poco fui comprendiendo sus palabras y yo también me liberé mugiendo porque ella me había dicho:

-Para poder estar juntos, tenemos que ser dos, abiertos, separados, sin sentimientos, ágiles y sin remordimientos, sin culpa.

Ella, que se dio cuenta lo que yo estaba reflexionando, sonrió, delicada y pastoril, vaca:

-MHUMHUMHUMHU-MHUMHUMHUMHUMHU."

En una sociedad justa el trabajo es un don y la sexualidad es libre, pero es que hoy día no existen sociedades justas, por lo tanto, no existen sexualidades libres.

Una vez dicho lo dicho y pensando en los grandes maestros de la historia de los últimos dos siglos, podemos decir que el entramado social tiene eslabones débiles por donde se mete el arte, la poesía, las nuevas investigaciones. Y que el entramado sexual que, a veces, tanto nos castiga, desde el psicoanálisis puede modificarse por interpretación.

De cualquier manera, es bueno decir que los términos de la charla: juventud, sexualidad, poesía, en principio, son términos rechazados y generalmente mal interpretados.

Hace unos doscientos años que nació la palabra niño y su conceptualización.

En esa época no había juventud, porque los jóvenes no eran jóvenes, eran hombres.

Y en la época actual todos deben saber, también los jóvenes, que las puertas de la droga, la perversidad, la corrupción, las violaciones, son infinitas y están permanentemente abiertas mientras que pequeñas puertas semicerradas son la casi impensable entrada de los jóvenes al trabajo, a la cultura, a la Universidad, a la sexualidad.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2017)

Y el joven que penetra esas mallas, a veces, infranqueables, tiene que arreglárselas solo, ya que no existe ningún Estado que forme bien a sus jóvenes y que se ocupe de brindarles alguna ocupación que tenga que ver con sus estudios, con su formación.

En cuanto a la sexualidad humana, siempre, en todos los casos, aun por médicos, científicos y casi todos los intelectuales, es confundida con la genitalidad animal.

La educación victoriana, que es la que todavía fabrica nuestra educación y nuestra formación como profesionales, ha desvirtuado la vida del hombre, y espero que no sea para siempre, imponiendo una represión brutal sobre las relaciones genitales basada en el pensamiento que esa energía de la especie, ahorrada, mejoraba el comportamiento, hacía más fácil el conocimiento y facilitaba el arte.

Por ese camino llegamos a la violencia familiar, al fracaso escolar, a la ignorancia de nuestros educadores y a una cultura represiva. Cuando bien se sabe que la sexualidad humana y no la genitalidad animal es lo que puede sublimar el hombre para amar, estudiar, escribir, investigar y cualquier otra manifestación artística y científica.

No es su pasión, ni la ferocidad, ni la crueldad lo que hemos heredado de los animales, sino la familia, estructura presimbólica que ya para todo el mundo animal era el modo de reproducción y cuidado de la especie.

"En uno de mis poemas de juventud llegué a decir: "No estoy maravillado por mi vida. Estoy arteramente sorprendido por mi vida" en ese momento (1976-1981), los pasajes más negros del exilio hacían verdadero mi decir. Lo que no pude saber en ese momento fue que, 25 años después, mi vida me volvería a sorprender arteramente.

Hace 25 años, un cuarto de siglo, ninguna felicidad esperaba a un hombre que lo había abandonado todo para seguir viviendo. Fue entonces cuando fui atravesado por una frase del inmenso poeta cubano, José Martí: "La felicidad sólo puede hallarse en el camino del trabajo" y volví a tener ilusiones de ser feliz, podía producir con mi trabajo un poco de felicidad para mi pequeña familia.

El sólo pensarlo me hacía feliz.

Lo que no sabía hace 25 años era que a los trabajadores se los puede explotar de una manera absoluta, se los puede estafar impunemente.

Y entonces fue cuando escribí:

No fui feliz
porque ser feliz
es una argucia del sistema."

"Ella no me quería enjuiciar,
solamente a mí, ella quería
enjuiciar a toda la humanidad.

A veces, éramos como dos camaradas,
Ella, en esos momentos, se ponía nerviosa
cuando yo la trataba como a una mujer,
después, cuando estábamos en la cama
se enojaba si yo le hablaba de la guerra.

Delante de los niños parecía una madre,
normal y hasta corriente, cariñosa.
Después, cuando apretaba entre sus dientes
alguna bandera de pan y libertad,
era una verdadera pantera enamorada,
siempre más veloz,
más inteligente que su presa.

En medio del campo de batalla,
parecía una verdadera diosa del aire.
Ninguna guerra se animó a matarla
y ella solía florecer en plena guerra.
Desde temprano a la mañana
enardecía a los soldados jóvenes
y ponía en alerta a sus superiores.

Ella era, en realidad,
el espíritu de nuestras armas,
sin ella
nuestras armas perdían eficacia,
sin ella
nuestro ejército no existía.

Cuando perdíamos una batalla
ella explicaba que una batalla

(sigue...)

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