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“Juventud, sexualidad, poesía”
Conferencia-Coloquio con Miguel Oscar Menassa
Entrevista (I)
Entrevista (II)

Respuesta - Nº 14
Octubre de 2010
Revista del Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid

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“Juventud, sexualidad, poesía”
Conferencia-Coloquio con Miguel Oscar Menassa en la Sala Úbeda del Ateneo de Madrid organizado por el Consejo de la Juventud de la Comunidad de Madrid el 2 de octubre de 2010

El poeta y psicoanalista Miguel Oscar Menassa

no era la guerra y que,
de cualquier manera,
a veces uno, otras veces otros,
alguien tenía que perder.
Cuando ganábamos una batalla,
ella no explicaba nada,
sólo bailaba y bailaba y bailaba
hasta el amanecer, después,
descansaba un día
y, otra vez, a la guerra.

Nadie podía aguantar su marcha.
Destruía todos los ejércitos enemigos
y, también, destruía sus propios ejércitos.

Ella se llama Poesía,
es una mujer
y no quiere la guerra."

"Un día hablamos del verdadero amor,
otro día quisimos decirlo todo
queríamos jugar a la verdad,
diluirnos sin premura en el tiempo.

¿Cosecha o extravío? nos preguntábamos
cuando arábamos los caminos
donde el sueño abre sus puertas
para que sean posibles los arrebatos.

Ella siempre me hablaba de un amor increíble
donde el mundo y el cine se confundían,
donde la fantasía de amar era el amor
y todos los amores, aún rotos, eran eternos.

Sintiendo que no podré amarla tanto le digo:
Sólo me está permitido lo que se olvidará
por eso mis amores son leves y ligeros,
la historia de mis versos barrerá mi vida
por eso vivo todo lo que nadie sabrá.

Cuando ella me besa locamente
y su pasión me inunda, me lleva más allá
con discreción escribo en el cuaderno:
Su pasión liberada me remonta hasta el mar
sin irse y sin venir, su quietud y su vértigo.
Cuando dejo el cuaderno y la miro
ella vuelve a besarme locamente
y un vaho de su sexo de otoño
me hace perder el hilo y el cuaderno
y yo también, ahora, la beso locamente
y ella se aleja de mí como de bruma
y sus palabras son el corazón de la noche:
Hay un amor que nunca llegará
y es de ese amor que se habla en el poema,
un decir sobre un aire que nadie respiró
una verdad del agua que no calmó la sed.
Hoy, amado, te diré toda la verdad:
somos todo mirada y nada vemos,
esa luz de tus versos es luz futura,
nosotros vivimos en plena oscuridad.”

“Después, también, me dije:

EN UNA SOCIEDAD JUSTA EL TRABAJO ES UN DON.

Hacer dinero no sirve para nada. Lo importante para la humanidad es generar trabajo y para cuanta más gente mejor.

Esa será toda nuestra riqueza, trabajar hasta casi morir y, aún, tendremos tiempo para el amor, la poesía, el dinero (si alguno lo deseara), la loca soledad de la vejez y esas conversaciones absolutamente cotidianas que, entre nosotros los poetas, han producido, también, el trabajo.

Antes de conversar no sabíamos que el trabajo puede modificar la naturaleza de las cosas. De todas las cosas.

Dios ¿acaso lo sería sin sus escritores?

Hasta Dios sería justo si alguien lo escribiera.

Y qué decir de las clases sociales que produjo el trabajo, cuando el mismo trabajo produjo el aparente desorden actual donde la gente (intelectuales de todo tipo, locutores haciendo de maestros) ha llegado a pronunciar en voz alta y a publicar en grandes titulares: LAS CLASES SOCIALES NO EXISTEN.

Y, por último, porque sé que me aman, me pregunto:

¿Qué sería del Inconsciente sin el trabajo de Freud, sin nuestro trabajo?

Y la poesía, mentecatos, ¿qué sería de la poesía sin el trabajo de los poetas?

A ver ¿qué sería el mar, el inmenso mar, sin mi mirada?

Vengan a mí los libros, es el mundo que amo.”

“Al hombre moderno se lo piden todo. Hasta tiene que entregar la educación de sus hijos y después aún el propio cuerpo de sus hijos.

A él, como castigo, se lo deja vivo para presenciar el desastre. A la cultura, como todos sabemos, se ingresa de cualquier manera. Si no has podido con las letras o con las artes y si no has podido sobresalir, ni en tus estudios, ni en tu profesión, y si, por último, las mujeres o los hombres te consideran uno o una del montón entrarás en la Cultura como ciudadano medio, mediocre y por lo tanto desconocido y sin embargo has de tener tu monumento. Y si sólo puedes ser eso y no lo soportas, terminarás entrando en la cultura por el diván de algún psicoanalista.

Y si ni siquiera puedes alcanzar ese ser eso, puedes todavía tener tus esperanzas: a los subnormales los reeducamos y a los locos los encerramos en el hospicio.

Y si horrorizado por semejante injusticia, quieres tomar justicia con tu propia mano, te cortarán la mano, y si ahora, protestas por la mano que te falta, irás a la cárcel y si en la cárcel te parece injusto haber perdido tu nada de libertad, te matarán: alguien te matará.

Me resulta difícil plantear en el desarrollo de una sola conferencia los modos de una articulación posible, porque de poder, me doy cuenta, estaría abriendo el camino de una posible teoría de las ideologías. Ya que no sólo el sujeto social es ciego a lo que lo sobredetermina, y el sujeto psíquico está determinado inconscientemente, sino que la articulación con las formas del poder ideológico se produce, si no inconscientemente, por lo menos fuera de la conciencia del sujeto. Con lo que las formas de hacer consciente, concientizar o, todavía, más madrileño, mentalizar, nos hablan en todos los casos de una intelectualización bastante alejada de la verdad, cuando se trata de saber cómo cristaliza en nuestra vida cotidiana la ideología dominante.

Repasando, junto con ustedes, que la teoría del valor puede llegar a dar cuenta de los modos en que el hombre es sujetado, como producto-efecto de las relaciones de producción a una posición social.

Y el hombre, el famoso hombre, deja de ser sencillamente un hombre en general, para transformarse en un burgués, en un trabajador, en un pequeño burgués, es decir un intelectual, en un pequeño trabajador, es decir un lumpen, un marginado. Sin embargo, desarrollos posteriores teórico-técnicos, y ciertos fracasos en estos desarrollos, mostraron a la teoría del valor impotente para dar cuenta de los modos de dos producciones que llamaremos universales.

Producciones que llamamos universales por haberse comprobado su existencia en diferentes tipos de sociedades humanas y sus modos han permanecido inalterables a pesar de los infinitos cambios que se produjeron en la familia, el Estado y los modos de producción.

Y cuáles -habremos de preguntarnos- son esas maravillas. Y para responder utilizaremos algo muy convincente, por ejemplo, un pie de página de casi todas las ediciones de El Capital, donde Marx revela no saber absolutamente nada ni del amor ni de la poesía.

Había un hombre -estaba claro- que se le escapaba a la teoría del valor. La teoría del valor -quedaba claro- carecía por ser ella misma otra cosa de una teoría del sujeto psíquico, es decir, carecía del instrumento para poder determinar el hecho de que la poesía y el amor no tienen fronteras.

Los practicantes de la teoría del valor, practicaron mal entre otras cosas, por no disponer de instrumentos apropiados de lectura de fenómenos "humanos" que escapaban a la teoría del valor y su práctica. Como ejemplo, y para que esto resulte cotidiano, diré que lo cotidiano era lo que se le escapaba a la teoría del valor.

¿Cómo es posible que después de tantas guerras, tantas muertes, tantas transformaciones, tantas iniquidades, tanta valentía, aún odiemos y amemos como nuestros antepasados? ¿Cómo es posible que la codicia anide en nuestro ser, cómo es posible que todavía aniden en nuestro ser, la voluntad de poder, el ansia de matar, morir? Quiero decir ¿cómo es posible desear, amar a esa mujer, después de tanto?

Seguramente algún poeta ruso se habrá suicidado al compás de estas preguntas inauditas. Maiacovsky me lo dijo al oído, considerando que yo también soy un poeta: me mato porque Stalin no sabe nada del amor, me mato porque el pueblo, tampoco puede con mis versos.

Siguiendo nuestro repaso -y ya para finalizar- diremos que la teoría del inconsciente viene a poner algunas cosas en su sitio, aunque no todas, ya que del amor lo dirá casi todo y de la poesía sólo podrá nombrarla como su objeto a, quiero decir, eso permanentemente cercano, pero lejano, que no puedo poseer ni ser, pero deseo. Y ahora ya lo podemos decir: ¡Cuántos murieron en tu nombre, teoría del inconsciente, sin poder encontrar la poesía, la vida cotidiana!”.

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