
Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2570)
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EL LENGUAJE
SON LAS LEYES
DEL LENGUAJE |
El lenguaje
son las leyes del lenguaje. El inconsciente son las leyes
de los procesos inconscientes. Que el inconsciente está estructurado
como lenguaje no significa que el lenguaje sea un lengua,
una manera de expresarse, una forma de hablar, aunque
todas estas características, y aún otras,
estén en juego en esta fórmula. Que el
inconsciente está estructurado como lenguaje quiere
decir que lo inconsciente tiene estructura de lenguaje,
estructura significante, y que lo propiamente inconsciente
son las leyes que determinan sus procesos y sus productos,
es decir, las cadenas de significantes que dialogan entre
sí y que producen al sujeto.
Lenguaje e inconsciente comparten los mismos mecanismos:
condensación y desplazamiento, metáfora
y metonimia, entendiendo 'mecanismos' en el sentido de
aquello que se haya regulado por una leyes precisas.
Un mecanismo funciona siempre igual, pero no siempre
produce lo mismo.
Estos mecanismos no están ligados a contenido
alguno. Ellos son los que producen los contenidos, los
sentidos en los que no se pueden detener. La ambición
por retenerlos, por fijarlos a unos contenidos precisos
lleva al sujeto a enfermarse o una filosofía del
lenguaje, pero no a la esencia del lenguaje.
Dar cuenta de estos procesos, reconocerlos en sus productos,
no significa, sin embargo, apropiarse de una técnica,
ni de una estructura formal, como pretende la lógica.
No es una guía para el pensamiento correcto. Saber
que en el chiste intervienen la condensación y
el desplazamiento, no nos enseña a hacer buenos
chistes. El pensamiento, y el chiste es una de sus formas
más sociales, es inconsciente y todo intento de
atraparlo en nuestras estructuras formales nos hacen
perder su rastro.
Sólo el poeta, el que entrega su pensamiento a
los procesos inconscientes, puede decir algo acerca de
la esencia del lenguaje, en tanto que es aquel que tolera
su falta de sentido, su ambición infinita de sentido.
El sentido, el significado, no es lo que hace interesante
al lenguaje, sino su capacidad inagotable para engendrar
sentidos. Cuando el poeta no se ocupa de los sentidos,
cuando los abandona, enriquece nuestra vida con nuevos
sentidos. Porque no es que los sentidos carezcan de importancia,
sino que no podemos quedarnos con ninguno. Cuando un
poeta se queda con algún sentido, podemos decir
que ha perdido la senda de la poesía y se ha convertido
en un racionalista. El pensamiento poético se
ha hecho opaco para él.
Los sentidos no producen significantes, porque no es
en su seno en donde la combinación y la sustitución
se hacen posibles. La combinación y la sustitución,
que conforman el alma de la condensación y el
desplazamiento, tienen lugar precisamente en la ausencia
de significados. La homonimia, la similicadencia, la
coincidencia en el tiempo, la ambivalencia, etc., es
decir, lo más alejado de la comprensibilidad,
de lo inteligible, que hacen tan confortable a los significados,
es lo que permite en el chiste, en el poema o en el sueño,
la sustitución de un significante por otro. Dicho
de otro modo, es esta capacidad de sustitución
la que hace posibles las producciones del inconsciente,
llámense chistes, sueños o síntomas.
Ruy
Henríquez
Psicoanalista
618 596 582
ruyhenriquez@hotmail.com
www.ruyhenriquez.com

Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2576)
www.momgallery.com
1 dibujo diario
1 cuadro semanal
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CUALQUIERA PUEDE SER RIMBAUD
Valles y esmeraldas
lágrimas que no brillan.
Entre diamantes recién arrancados
un hombre agoniza
entre mis brazos
diciendo
con la época:
No fui feliz.
Y si ser feliz es tan equívoco como ser bueno
o ser malo y serlo es imposible en la tierra, porque
para ellos, esto es porque debe serlo, un valle de
lágrimas.
NO HABLEMOS DEL SABER DE LOS SABIOS, REVISEMOS SU
LOCURA
Volver a los textos, los antiguos, se trate de la
Biblia, de Hölderlin, de Balzac o de Freud, es
una buena manera de irritarse, a Ellos, Los Grandes,
los sabios, les pesaba en su vida lo mismo que a mí o
a ti.
Que cotidianeidad y poesía sean cosas diferentes
son argucias del sistema donde el hombre va pasando
su vida. Alienación por alienación no
hay una gran diferencia entre estar atada a una máquina
de escribir, a un honorable caballete de pintor o a
la máquina de embotellar coca cola.
Así como nos gusta la literatura y la pintura
y hasta la ciencia, a ti como a mí nos gusta
la coca cola. Elementos de la cotidianeidad, como prender
el televisor y que éste funcione perfectamente,
como ir al teatro o al cine cada tanto.
Todo es cotidianeidad en el hombre y todo es el hombre
ante el vacío del arte.
Nadie renuncia a sus ilusiones, sólo se posponen.
A veces porque no alcanza el tiempo, otras lo que no
alcanza es el dinero.
Diferentes pretextos, diferentes clases donde en la
alienación del discurso corriente, el hombre
pospone seguir escribiendo la historia del hombre.
Rimbaud, Hölderlin, tú y yo y también
ese tonto ineficaz que merodea con nosotros en la gran
cadena humana.
Ese tonto ineficaz que está precisamente allí para
decirnos a ti y a mí que no podemos porque él
puede tan poco.
Ser ese tonto es aún peor que soportar que respire
a nuestro lado, pero Esparta está muy lejos
y si hemos de soportar ese tonto, mejor seamos Rimbaud.
Y será posible aún entre los humos y
el alcohol arcaicos, si entendemos que como ese tonto
donde lo humano parece casi perdido para siempre nuestro
discurso cotidiano padece del mismo mal.
Ineficaz y tonto no alcanza para explicar la extensa
trama donde el hombre común está atrapado.
Discurso de frases y formas de eficacia preexistentes
a su propia existencia como personas.
No es fácil.
Escapar a lo preexistente como a una determinación;
con estereotipos y por estereotipación, estereotipadamente
el hombre ha conseguido hablar, sonreír, salir
de paseo, procrear y seguir aún respirando. ¿Quién
podría pedirle más?
La Poesía puede.
Porque Ella es lo que es por los grandes descubridores
de fisuras, los grandes alcahuetes, quiero decir, los
poetas grandes.
DÓNDE LEER YO, QUE YO NO ESTÉ
Kandinsky y Carpani me emocionan.
Se parecen entre ellos como Baudelaire a González
Tuñón.
Se parecen con el parecido semejante de objetos producidos
en una cultura que deberá devorarlos, para que
sean eso: Cultura, algo que los arqueólogos
del futuro deberán estudiar.
Tener futuro en nuestro tiempo es algo maravilloso.
Yo, un ser, en la cultura que a través de objetos
estudiarán, me plazco en ellos, me retuerzo
en ellos y me digo que un Malinowski dentro de mil
años, no es lo mismo que el periódico
del día comentando a Heidegger con Julio González.
También yo, es algo que esos arqueólogos
estudiarán en esos objetos, detrás de
mí. A pesar de la política, tan antigua
como la poesía, tan tenaz como ella, desvío
de desvíos en el corazón del hombre en
tránsito para su propio ser.
Poesía
y política, algo que marcha paralelo
en los meandros de la historia, sin que se encuentren
jamás.
Y no creo con esto que no haya que cambiar
absolutamente nada.
Estamos en un siglo donde la bomba atómica,
y la de neutrones y el napalm, etc, han producido el
encuentro entre el hombre y el momento de su muerte
como algo permanente.
Todo es instante y todo es fugaz.
Yo es un muerto que transita entre escombros, el temor.
Cada tanto Kandinsky o Carpani nos hacen recordar que
en ese horror sobrevive el arte.
El hombre posible a veces es un hombre preocupado por
su comida y gozando con ella todo lo que puede vivir.
Un visitante es motivo de risas y alegría cuando
la simulación de la felicidad, toda una política,
no le permite pensar qué felicidad, qué hombre,
simula.
Entonces el arte nos redime o nos crucifica.
Y eso es también una política. ¡Divino
y Cordero, dos mil años después, entre
las bombas y las drogas apuntando al corazón
de nuestro destino de hombres!
A ver, ¿quién soporta?
A ver ¿quién vive?
Entonces busquemos en los libros y en los museos, porque
después de todo buscar allí no carece
de nada para quienes tienen el privilegio de poder
buscar.
A cada uno lo suyo:
a los pobres, el hambre
a los ricos, el oro y el ocio
a los que puedan entre ellos, desde el hambre o desde
el oro, la Poesía y el arte y también
la ciencia, aunque sea a ella a quién le debemos
la muerte entre sus productos parciales.
Que cada pintor haga lo que tiene que hacer
Que cada escritor escriba
Y que yo, por delitos de esa humanidad,
olvide para siempre cristales y fragmentos.
Ballenas verdes como árboles me liberan
sobrevuelan en forma transparente
un cuchicheo sosegado.
María Chévez
Psicoanalista
91 541 75 13
mariachevez@grupocero.org
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