Sumario

POESÍA Y PSICOANÁLISIS
Buenos Aires, 1987
Miguel Oscar Menassa

Poesía y psicoanálisis (I)
Poesía y psicoanálisis (II)
Poesía y psicoanálisis (III)
 
El complejo de Edipo
y su relación con la personalidad (I)
Entender como obstáculo epistemológico
El fetichismo
Rainer María Rilke
El sexo es difícil
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Sigmund Freud
Observaciones sobre "El amor de transferencia" 1914 (1915)
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POESÍA Y PSICOANÁLISIS
Buenos Aires, 1987

Miguel Oscar Menassa

“Cuántas veces he pensado en mi poeta durante
estos tiempos vacíos.”

Sigmund Freud, 19-9-39

Agradezco a los responsables del Centro de Investigaciones Psicológicas y Psicoanalíticas del Hospital Borda por haber insistido conmigo, aunque no exactamente en una repetición, ya que esta vez han tenido la galantería de despejar de mi discurso la locura, aunque todos sabemos que ella es capaz de aparecer entre nosotros aunque nadie la haya convocado.

Agradezco por otro lado a los responsables del Grupo Cero Buenos Aires por la elección del momento histórico en el cual fueron capaces de programar mi visita a Buenos Aires. Es decir, que sin locura y sustentado por los sucesos que protagonizó el pueblo argentino en estos días, produciendo un futuro para todos nosotros, tengo la obligación y todos los derechos de que mi palabra vuele hacia ese futuro en libertad.

Poesía y psicoanálisis, una renovada perplejidad ante lo irracional. Una vara de mimbre quebrada por un viento que no fue. Un parece que te encuentro, pero nada.

El primer resultado, por lo menos para Heidegger, fue que el reino de acción de la poesía es el lenguaje. Por lo tanto, la esencia de la poesía debe ser concebida por la esencia del lenguaje. Pero en segundo lugar, nos dice Heidegger, se puso en claro que la poesía, el nombrar que instaura el ser y la esencia de las cosas, no es un decir caprichoso, sino aquel por el que se hace público todo cuanto después hablamos y tratamos en el lenguaje cotidiano. Por lo tanto la poesía no toma el lenguaje como un material ya existente, sino que la poesía misma hace posible el lenguaje. La poesía es el lenguaje primitivo de un pueblo histórico. Al contrario, entonces, es preciso entender la esencia del lenguaje por la esencia de la poesía.

El fundamento de la existencia humana es el diálogo con el propio acontecer del lenguaje (el inconsciente está estructurado como un lenguaje), pero el lenguaje primordial es la poesía como instauración del ser. Algo que sólo será luego, determina cómo tuvo que ser antes.

¡Cuántas veces! me pregunté a mí mismo si era posible el mundo.
¡Cuántas veces! me respondí sonriendo.
¡Cuántas veces! me respondí gritando: mundo altivo y grotesco, te podremos.

En principio, nos aconsejamos tomar distancia de los recuerdos infantiles, conocer el amor, hablar, leer algunos libros, escribir algún verso. Y eso fue todo.

Después, el tiempo nos llevó de la mano, escribiendo, por el camino de la muerte. A los sobrevivientes, más allá de modos y modales, nos otorgó un sexo, una palabra. Somos esas caricias provenientes de las noches más negras. Un incalculable amor en medio del desastre.

Aprendimos rápidamente que sin mencionar a Dios es absolutamente imposible saber de quién es el tiempo. ¿A quién pertenecen las horas?, los recuerdos de las horas pasadas, la ilusión de las horas por venir. ¿A quién las horas del amor?, los vericuetos del tiempo del amor. ¿A quién pertenecen?

Espero saber acogerme sin vergüenza a mi destino. Viví entre ellos, soy un grupo, varias personas, tengo las palabras de todas las clases sociales posibles en este tiempo. Fui todas las enfermedades. Toda la peste y toda la gloria posible. Soy el más indicado para decir, para empezar a juntar lo que la dictadura, en su afán de reproducirse, ha separado.

Pretendemos una página en blanco permanente. Ese ha de ser nuestro lecho de amor y, también, nuestro campo de guerra.

Y para que a nadie, en principio, se le ocurra pensar sobre lo que es, digo: El hombre es escritura. El resto, sin violencia, ganado taciturno esperando morir en alguna quietud.

Escribiendo, robándole esas horas a la vida, así hemos vivido nuestra vida.

Os invitamos a vivir con nosotros en una página entre palabras combinadas por muchos.

La poderosa muerte unida a los vocablos más sutiles.
El cruel espanto, el dolor más extremo, besados por la luz.
El verso más antiguo bordado en tus cabellos.
Entre palabras, por túneles secretos, hacia lo no sabido.
¿Transmitir el psicoanálisis?
¿Amar definitivamente la poesía?
Sólo después sabré, sólo después sabremos
cuando lo irremediable pregunte por sí mismo
cuando la muerte venga anudada en un punto
cuando el baile sonoro de los días detenga su mirada
vendrán de nuestra vida los saberes y, ahí,
ya no seremos éstos, sino lo escrito.

No vengo por nadie en especial, vengo por todos. Hablar y amar fue todo mi pasado. París mi prehistoria, donde Lacan y hablar estuvieron de moda. Muerto Lacan porque hablar no era suficiente, nadie podrá pasar, soy el que escribe, el que vertiginosamente se adelanta en las sombras.

Llegamos a decir que toda escritura es producto efecto de haber elaborado una lectura, como dos cosas separadas: se elaboraba una lectura y se producía un escrito. Aquí se nos vuelve a plantear que una vez transformado el tiempo en el cual observo los fenómenos, no puedo abandonar el método propuesto. Es decir, no es que leo, elaboro lectura y ahora tengo la escritura, sino que tengo la escritura y en lo que la escritura no me dice por decir, porque ahí donde me dice algo, me oculta una otra cosa, reconstruyo en ese silencio los supuestos, las ausencias y las preguntas.

Se conversa generalmente acerca de la "imposibilidad", de la dificultad de que el propio sujeto que elabora la ciencia o que trabajaba y producía la ciencia, o el ensayo, o la novela, difícilmente podía, también, hablar con exactitud del proceso de producción de esa ciencia o del proceso de producción de la obra de arte. En el caso de la ciencia, la epistemología, en el caso de las artes su poética.

Si esto hubiese quedado separado así para siempre, estarían los artistas estudiando acerca de la poética y los científicos estudiando acerca de la epistemología. Podríamos decir que por el psicoanálisis, en tanto es a partir de la dimensión que cobra Freud en la historia del conocimiento contemporáneo, cobra entonces dimensión la poesía como método de conocimiento.

Ahora se nos complican un poco las cosas.

Si cuando ya he buscado durante 35 años aquello que de la mujer he de decir de su sexualidad, nos dice Freud, "querido lector: pregúnteselo a los poetas". Cuando Freud está pensando esa segunda escena, a la que él llegó por medio de su imaginación y sus representaciones imaginantes, sin las cuales es absolutamente imposible la ciencia, en el único lugar donde se concebía una realidad que todavía no estaba concebida, fue en los versos de los poetas.

¿Con qué leyó el poeta que no leyó ni con el principio de constancia, ni con la filosofía del principio de constancia ni con la concepción de lo latente y lo manifiesto, ni siquiera con la construcción del aparato psíquico en el Proyecto de Psicología?


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2610)

¿Por qué mecanismos de producción, con qué instrumentos de lectura habrán llegado a imaginar y a representar lo que él había producido con esos instrumentos que el poeta carecía? Todavía está oculto pero ahí en esa pregunta está lo que nosotros decimos, lo que muchos dicen, lo que el poeta Octavio Paz afirma en sus escritos desde hace 20 años, acerca de la poesía como método de conocimiento.

Todo es escritura, o, si ustedes prefieren, la escritura es la poesía y el resto -aun las producciones científicas- es el intento de acceder a ella. O bien, ella genera la pureza del modo en que la escritura conoce, transforma y se materializa, y el resto son sus desviaciones. O bien, podríamos decir, una obra científica para poder hablar de sí misma como una producción, tiene forzosamente que escribir otra obra.

Una producción literaria hasta la fecha, una novela o teatro, difícilmente alcanzan en sus páginas -aunque sabemos que muchos escritores lo intentan- una teoría de la novela.

La poética que se le atribuye a la escritura en general y yo particularmente pienso qué poética tiene la poesía y además la considero como método de conocimiento en tanto la lectura que ella produce, la produce en el instante de la escritura. Cuando se trata de la poesía, la lectura es el escrito y es en el escrito que se produce la lectura y la poética.

No necesito escribir ningún libro acerca de la poética de la obra de un poeta, sino que tengo que ir a leer la poética de ese poeta en sus versos. Creo que es la poética de Faulkner (porque salió él y podría haber salido otro) la que influye de alguna manera en el 70% de los novelistas norteamericanos. Es la poética de Faulkner la que aparece distorsionada, deformada, desviada en la novelística contemporánea. No es la narrativa de Pavese, sino su poesía narrativa -que es una cosa bien distinta- la que marca de una manera definitiva, diría yo, la narrativa actual italiana. ¿Cómo poder -como decía Freud- o qué será para nosotros, en aquel decir, ser psicoanalistas cultos?

Según este sesgo por el cual estamos tratando de ir hoy, tan oscuro, a tientas, un psicoanalista culto sería quien pueda leer en la poesía contemporánea las futuras tesis que pongan en cuestión el psicoanálisis y su transformación.

En tanto en ningún otro lugar -diría Freud, yo no me animo a decirlo, lo estoy diciendo por él-, en ningún otro lugar que en la poesía, aquella poesía producida por aquel supuesto método que todavía no sabemos cuál es, pero es el método de la poesía como instrumento de conocimiento, sería el único espacio, el único tiempo donde el psicoanálisis encontrará lo que ya en su práctica produce sin saber. Pero los instrumentos teóricos de los que dispone no pueden leer el fenómeno que ya se ha producido seguramente en la práctica psicoanalítica.

Es decir, que en los consultorios de todos los psicoanalistas, de cualquier psicoanalista joven, mayor, con o sin experiencia, la técnica psicoanalítica que practican actualmente no está en ningún libro.

Así como era precientífico el lugar aquel donde Freud navegaba entre palabras y situaciones vivenciales con sus pacientes y sus colegas, podríamos decir, tomándonos una libertad epistemológica -la epistemología no nos permitiría decir esto- es como nosotros, los que nos ocupamos del psicoanálisis en esta época de su desarrollo, estuviéramos en un pozo como aquél.

No exactamente un momento precientífico pero sí un momento de oscuridad. ¿Por qué digo esto? Digo esto porque en la práctica psicoanalítica están ocurriendo cosas que no están escritas en los libros. ¿Dónde estarán escritas? se hubiese preguntado Freud y se hubiese contestado: en la poesía contemporánea. ¿Y por qué en la poesía contemporánea? ¿Cómo hago para leer en la poesía contemporánea las transformaciones del método psicoanalítico sin que nadie me acuse de loco?

Si se modificó el método, se han modificado las concepciones del amor, los celos, la envidia, la inhibición, las fórmulas de intercambio social, el concepto de sublimación.

Si se ha transformado el método, se han transformado todas las palabras que la poesía se encargaba por nosotros de deslizar, de precisar, alterar, combinar nuevamente.

Preguntarle a la poesía no por el método psicoanalítico, sino ir a preguntarle por aquellos desvíos en el amor que produjo la transformación del método psicoanalítico.

Aquellos desvíos en los celos, en el odio -así como se conocen tan naturales- que ha producido la transformación en la teoría psicoanalítica.

Ahí donde la ciencia -una vez constituida- va generando lo que se suele llamar despectivamente el dogma -la doctrina psicoanalítica en este caso-, que no es ninguna otra cosa que la reducción imaginaria que tiene que sufrir todo científico en el momento del procesamiento de la ciencia.

Es decir, la limitación imaginaria, porque ya no podrá trabajar con el imaginario universal, sino sólo con aquel imaginario que le permitan los límites del objeto que investiga, eso que habitualmente se llama la deformación profesional, no es una deformación, es una transformación imaginaria.

Es aquí donde la poesía adquiere su ventaja sobre la ciencia, en tanto, si para ella también habría un momento -perdón- científico y precientífico ella siempre trabaja con el imaginario universal.

Cuando Freud le ponía la mano sobre la frente a la paciente y le decía: "hable", él tampoco en ese momento tenía el objeto inconsciente pero tenía el imaginario universal. Cuando él se acordaba en medio de una sesión de un poema o indicaba el camino de una interpretación o llevado por una metáfora poética o por el rasgo de un cuadro, estaba claro que Freud no tenía el objeto inconsciente, pero también estaba claro que el imaginario del que imaginaba era más extenso. No tenía los límites del objeto producido.

En el momento donde la ciencia, en los avatares de su inscripción social se dogmatiza, es en el imaginario universal de la poesía donde, si de casualidad la poesía toca ese campo, lo iluminará más allá del dogma de que se trate.

(sigue...)

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