Sumario

POESÍA Y PSICOANÁLISIS
Buenos Aires, 1987
Miguel Oscar Menassa

Poesía y psicoanálisis (I)
Poesía y psicoanálisis (II)
Poesía y psicoanálisis (III)
 
El complejo de Edipo
y su relación con la personalidad (I)
Entender como obstáculo epistemológico
El fetichismo
Rainer María Rilke
El sexo es difícil
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Sigmund Freud
Observaciones sobre "El amor de transferencia" 1914 (1915)
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Lectura como producción también quiere decir que llevemos las cosas hasta sus últimos extremos, es decir, los extremos posibles. Se dice que la mujer está fuera de la dialéctica del falo y de la dialéctica del valor.

Si esto es así, sería ella Otra del Otro inconsciente y del otro de las relaciones sociales, como habíamos dicho de la escritura.

Habíamos dicho que el hombre navegaba sujeto a leyes que, por otro lado, eran inviolables, en tanto, la violación de estas leyes terminaba con el sistema sobredeterminante y que estas leyes eran la ley instituida por el falo y la ley instituida por el valor. Que únicamente no le pasaba esto cuando era capaz de producir la escritura.

Tanto esto es así que ya estamos todos de acuerdo (todos son algunas escuelas de psicoanálisis y otras escuelas que no son tanto de psicoanálisis) que la escritura adviene en posición femenina, pero nunca nadie quiso saber cuáles eran las consecuencias de esta frase.

Así, cuando se libera la poesía de las leyes que ella infringe por ser modelos ideológicos, ella es un instrumento de conocimiento, ella es una manera diferente de leer los fenómenos que acontecen en el mundo, en el universo. ¿Esto no querrá decir que si se libera a la mujer de lo que ella infringe por ser, es decir, los modelos ideológicos, la dialéctica fálica, ella también sería una nueva concepción del universo, incluyendo en el universo la realidad y lo real?
Entre esta conferencia y la otra, hemos fundado la Primera Internacional de Poesía y Psicoanálisis.

En el poder de fundar, hemos sabido que lo exiliado queda, también, exiliado del hombre. Lo exiliado, por lo tanto, no se puede besar.

Así, nena, que vos me besaste a mí.
Besaste una carne creyendo que besabas un fantasma.
Tu vida, me imagino, habrá quedado comprometida en
movimientos, más allá de tus pequeños deseos sexuales
infantiles.
Besaste en una carne la historia de otros cuerpos.
Creyendo que besabas un fantasma, besaste la telaraña
de un poema.
En tu delirio, tocaste la cuerda de algún canto.
El horror, el verdadero horror, permanecer escondida
en mis versos.
Ser caliente metáfora de metáforas,
una parábola que más que indicar un camino lo subvierta.
Y soy americano y soy de América. Mi voz es una voz
americana.
Mis lujurias, mis locas ambiciones de volar, son americanas.
El tiempo no es el ser,
pero el ser no puede ser fuera del tiempo.
Y tiempo es una lengua, una escritura.

Una pequeña verdad queriendo ser la expresión de una polémica contemporánea y futura.

Si lo real verdaderamente psíquico es lo inconsciente, la verdad es el sesgo donde se constata dicha imposibilidad. Y su mostración habrá sido patente en cada signo de puntuación de cualquier escritura.

El método de interpretación psicoanalítico, al darnos las características del objeto que lo produce, nos dice: Algo que no está en ningún lugar como tal eso, sino entredicho. Entre palabras. Entre nervios. Entre personas.

En esa inexistencia todo es imposible. Desde un vacío a una plenitud.

En esa invisibilidad cualquier movimiento es silencioso.

En semejante silencio cualquier palabra (aun una palabra tonta) produce una interrupción. Un punto, una desilusión.

El saber suponía saber y ese fracaso, esa sombra rota, es verdad.

Un timbre abierto a la ignorancia, un sentido, entre sujetos del inconsciente, lanzado hacia la nada, hacia lo que no se podrá, hacia lo que no estuvo. No es una pieza clave lo que se busca, la pieza que se busca no existe, principalmente, porque todavía no fue.

La causa en psicoanálisis viene del futuro.

Es decir que la transferencia no es sólo (si acaso lo fuera) la repetición ciega de estructuras pasadas, sino que la transferencia es, sobre todo, el desarrollo de su futura dilución.

Allí donde Ello estuvo (la muerte) yo he de advenir.

Allí donde yo he de advenir estuvo, desde siempre, esperándome la Muerte, Poesía.

No habiendo encontrado, después de intensa búsqueda, el tiempo donde fuera posible decirte algunas palabras fundamentales para que puedas alcanzar en más oportunidades un estado creativo gozoso, he decidido, ya lo ves, que ese tiempo sea el tiempo de la escritura.

El encuadre, estas páginas blancas, donde te iré diciendo del otro tu mensaje, de otros, para otros, hundiéndose en la niebla acústica que producen las palabras y sus esotéricas combinaciones.

En el decir de Freud, haremos el amor seis veces por semana, en principio, porque después vendrán los largos seminarios donde estaremos todo el día juntos y los grandes congresos internacionales donde nos reuniremos con el mar. ¿Te das cuenta? Tú, yo y el mar: como si el mundo fuera esa belleza.

Y volveríamos a nuestra ciudad, a nuestros hogares y, cada vez, seríamos más jóvenes y aun más hermosos y terminaríamos sepultados vivos y ahí lo siniestro, por un millón de palabras en varios idiomas y sus combinaciones perfectamente engarzadas al azar.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2312)



Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2311)

Sé, me has dicho, que tus intenciones son alcanzar del corazón su centro.

Urdir en el propio corazón del hombre una maniobra que aunque en ella se rompa el corazón, atestigüe tu presencia en el mundo.

Hablar tiene el encanto de no hacer y ahí tu maldición. Porque no hacer no se consigue con el cuerpo, sino con las palabras.

Tendidos sin mirarnos, porque los ojos son los que ponen colores a la muerte. Sin ojos, no hay posibilidad de engaño: la muerte siempre es negra.

Tu cuerpo muerto, tendido y vacío, sólo forma y belleza, tratando de alcanzar, sin conseguirlo, ese otro cuerpo, también muerto, mi cuerpo, a tu lado, pleno, condenado por tu carencia a poseer lo que te falta.

Inalcanzable cuerpo muerto, por ser tu propia voz su canto.

Voz de tu voz, palabra de tu palabra
enredadera atada sin piedad sobre ti.
Ojo fascinador de la serpiente
robusta sinrazón de las caricias.
Besos dejados, librados al azar,
en el vientre perfumado del alba.
Escribo porque escribo
ya lo dije hace años.
no escribo por amores
y tampoco amo la belleza.
Escribo porque escribo
como la lluvia cuando llueve
o el viento cuando gime,
con naturalidad,
como si lo que en mí pasara,
pasara desde siglos.

Entregado a un destino que me depara lo mejor, lo más grande, te escribo para que no pienses que riquezas y famas me han separado de ti, oh, diosa de los encantamientos más puros, espejismo todo real.

Y te llamo querida, porque así han de saber que te amo y nadie andará diciendo por ahí que nuestra relación fue vana o que nuestros besos no era lo más puro del amor. Y si hundo mis manos en tu vientre es para definir la situación con mayor claridad. El hombre vuelve a la tierra y en la tierra se consumen miles de historias que no han sido publicadas.

Por eso te escribo, para que la serpiente de la duda anide para siempre en nuestros corazones. Un poema para que nuestros cuerpos sean inmortales en ese silencio del amor, o un gran amor, tal amor, que alguna vez inmortalice algún poema.

Oh, querida, querida, cuántas veces me desmoroné en tus labios. A veces llevado simplemente por las horas del día. Caía sobre vos, amada, desde grandes alturas siempre en el medio preciso de una frase. Sin saber lo que quería decir, aún, pero intuyendo de sesgo algún final.

Siempre me faltaban palabras, siempre había algo indecible entre nosotros. No era el sexo, sino la historia sangrante y cruel que lo hace cantar. No eran de carne nuestras historias aunque se grabaran sobre nuestro cuerpo.

Cuando envejezca
cuando mi piel se caiga
porque soy incapaz de sostenerla
entonces, mi palabra, levantará la voz.
Agonizando el canto,
se hace más fuerte que viviendo.
Fui sin embargo, un buen fenicio en todo.
No era navegar por navegar, mi oficio.
Mi oficio era tenderme entre los puertos.
Rosa perdida de perfumes rotos,
color de soledad, dejaba en cada puerto,
un infinito brote de locura.
No estoy perdido de amores, sino de tedio.
Ya nadie corre por los peldaños de mi mente como tú.
Ya nadie abre su fuente con alegría y deseo para mí.
Yo ya no veo tus ojos en lo profundo de mis manos.
Navegar por navegar no es mi oficio,
arrancar trozos de la nada y unirlos en conjuro,
ése es mi oficio silencioso y tenaz, como de versos,
mi oficio no se puede aprender, no sabe, es ciego.

Después de aquel encuentro donde le confesé que era ciego, ella llegaba siempre diez minutos tarde y un día me dijo: ¿Vio que siempre llego diez minutos tarde? Es porque no quiero psicoanalizarme más con usted. Mire, le di muchas vueltas al asunto y no lo puedo soportar. Hay algo en su ceguera que yo no puedo tolerar.

Si usted es ciego... quiere decir que cuando yo le digo, por ejemplo: Hoy estoy hermosa, usted no tiene cómo constatarlo y eso, es terrible.

Cuando le digo que estoy fea, usted no puede decirme: Pero no, querida, usted es hermosa. Y sabe por qué no puede. Porque usted nunca me vio, ¡qué terrible!, ¡qué terrible!

A mí el problema, así como lo planteaba ella, nunca se me había ocurrido planteármelo. Así que si la intención de ella era sorprenderme, esta vez lo había conseguido en profundidad. Preferí quedarme callado, esperando sus próximas palabras. Ella no me dijo nada pero lo pensó: mejor me quedo callada y espero a ver qué opina el doctor.
Así nos quedamos en silencio durante diez años.

Cuando ella volvió a hablar fue para decirme entre enojada y feliz: ¡Cómo me engañó, doctor! Usted nunca fue ciego.

Un vuelo de decir sería que así como sin asociación libre no hay posibilidad de interpretación, sin escritura no hay posibilidad de transmisión.

La transmisión del psicoanálisis es un acto inherente a la propia producción del inconsciente.

(sigue...)

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