Sumario
Por Miguel Oscar Menassa
Medicina Psicosomática
Breve historia de la medicina
Medicina del Renacimiento
Medicina del Barroco
Medicina de la Ilustración
 
El chiste y la función de la risa
Periodismo de investigación
De nuestros antecedentes: La madre del libro
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Agenda
"En defensa propia" Una película de Miguel Oscar Menassa
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La integración de un sistema teórico distinto de la teoría galénica de los humores en la clínica médica se consigue con Stahl y Hoffman, partiendo de una concepción iatromecánica, tal como había sido propuesta por Descartes, en la que no se excluyen las reacciones químicas y en la que destaca el papel rector del ánima.

Sydenham, conocido como el Hipócrates inglés, postula que la enfermedad es una manifestación del esfuerzo que realiza la naturaleza para destruir la materia morbosa y recuperar la salud siguiendo en cada caso un proceso característico, que constituye la especie morbosa. Nuevamente aparece la idea hipocrática de enfermedad como proceso.

Stahl comienza por establecer una diferencia fundamental entre lo vivo y lo inerte y entre la materia y el espíritu. Sólo las criaturas vivas tienen un alma inmaterial que guía al ser vivo con un propósito definido mientras que la materia, sin ella, estaría regulada por la casualidad. Como ocurre en la contracción cardiaca y en la circulación sanguínea (ya descrita por Harvey), la vida depende del movimiento, que es el medio por el que el ánima ejerce su control sobre el cuerpo, y al desaparecer el cuerpo muere. Este autor insistió también sobre los efectos patológicos de origen psíquico motivados por las emociones.

Medicina de la Ilustración

Comprende el periodo entre 1740 y 1800. El afán de saber y el general interés por la filosofía y la economía política condujo a la idea ilustrada de progreso ilimitado y a la expansión económica, así como a los cambios en la estructura tradicional de la sociedad que culminaron en la Revolución Francesa (1789-1799). El impulso cultural en aquel siglo llamado de las luces, estuvo guiado por un racionalismo confiado en la capacidad de la razón para conocer, entender y dominar la naturaleza.

El racionalismo estimuló además la herencia barroca en las ciencias matemáticas, impulsando los progresos de la física y contribuyendo al nacimiento de la química. Las ciencias naturales se ordenaron en sistemas, que también se intentaron introducir en la medicina. El progreso del conocimiento médico se apoyó en el mejor conocimiento de la anatomía macroscópica y funcional aplicada a la fisiología y a la patología, se extendió la enseñanza clínica a la cabecera del enfermo y se introdujeron métodos de diagnóstico.

La figura más importante en anatomía patológica fue Morgagni, que dio clases de medicina en Padova hasta su muerte a los 90 años (la supervivencia media en esos momentos era de 30 años). Comenzó a desarrollar la idea de que el cuerpo era un complejo sistema mecánico que funciona en forma armónica cuando tiene salud, pero el deterioro de alguna parte, comprobable por inspección durante la autopsia y el examen microscópico, ocasionaba la enfermedad. Es así el más acérrimo defensor de la teoría anatomoclínica en la causación de la enfermedad.

Se hicieron grandes progresos en la concepción de la generación, con la embriología. La idea de que el feto, aún en los mamíferos, procedía de un huevo, mantenida por los fisiólogos de la Ilustración, había restado importancia al papel del espermatozoo en la fecundación, reforzando la idea de preformacionismo, según la cual, los embriones de todas las especies biológicas estaban formados en el huevo del ovario. Los experimentos de Spallanzani, donde había destruido previamente los espermatozoos, parecían confirmar tanto el ovismo como el preformacionismo, aunque también fueron los primeros experimentos de fecundación in vitro. Esto hizo que las aportaciones de Wolff no se tuvieran en cuenta hasta después de su muerte, Wolff escribió un trabajo donde sustentaba que el desarrollo embrionario se producía por epigénesis y negaba la preformación. La epigénesis consiste en la formación de un organismo a partir de una célula indiferenciada, en la formación y desarrollo sucesivo de órganos y partes que no existen previamente en el huevo. Es curioso que para pensar lo psíquico no se haya abandonado la teoría de la preformación, admitiendo la existencia de instintos innatos, de una personalidad dada. Esta idea de lo preformado la plantea ya Aristóteles en sus textos sobre la generación. Algunas de las obras de Wolff se publicaron dos siglos después de su muerte.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2819)

En cuanto a la fisiología, uno de los mayores exponentes fue Haller, médico de inclinación vitalista. En un sentido estricto, el vitalismo alude a que la diferencia entre lo viviente y lo no viviente es atribuida a un peculiar principio constitutivo y operativo: el principio vital, concebido como una fuerza específica: fuerza vital, ontológica y operativamente superior a las restantes fuerzas de la naturaleza cósmica (mecánica, térmica, eléctrica, magnética y química). Haller entiende la fisiología como una anatomía animada que se manifiesta por los movimientos externos e internos del cuerpo. A pesar de todo, Haller comenzó a considerar los impulsos eléctricos, observados en los animales, como el origen de la actividad funcional de las estructuras anatómicas. Estudió la reactividad de los elementos anatómicos a estímulos diversos: calor, ácidos, electricidad, deduciendo de las respuestas la sensibilidad del nervio y la irritabilidad del músculo. Observando que el corazón seguía latiendo una vez separado del cuerpo, consideró que la irritabilidad cardiaca no depende de la actividad nerviosa, llamando automatismo intrínseco a esta propiedad. Ya se había descrito por entonces la influencia del nervio vago en la depresión de la frecuencia cardiaca. Esto fue posible pensarlo por los experimentos químicos de Volta y Galván sobre la electricidad (la pila de Volta).


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2823)

En Lavoisier se sitúa el inicio de la química moderna. Explicó el fenómeno químico de la combustión y dijo que la respiración consistía en la absorción del oxígeno por la sangre y en el desprendimiento de CO2 por los pulmones.

Cullen intentó llevar la sistemática que Linné había aplicado en el estudio de la botánica a la medicina, clasificó las enfermedades en fiebres, neurosis, caquexias y trastornos locales.

Brown, sostenía que el organismo en salud respondía a los estímulos con una excitación, similar en carácter a la irritabilidad de Haller, pero en la enfermedad, bien fuera constitucional o local, la respuesta del organismo podía ser esténica o exagerada y asténica o disminuida. El tratamiento consistía en contrarrestar la condición del organismo, estimulando si había depresión, o deprimiendo si había estimulación y para ello bastaba su terapéutica en dos medicamentos: el alcohol y el opio. A pesar de lo sintético de esta teoría se podría rescatar de ella que sitúa la enfermedad en relación a la cantidad, se podría pensar la enfermedad orgánica como una exageración o una depresión de la función, que llevada a sus extremos, puede producir daños anatómicos.

En Francia, la educación médica continuó siendo universitaria, pero no es de extrañar que fueran clausuradas por la Revolución Francesa las 24 facultades de Medicina, considerando lo obsoleto de sus programas, por eso se dice que con ello la revolución enterró un cadáver.

Junto con este movimiento social, se empieza en Francia a desarrollar notablemente la clínica.

En Viena, la Emperatriz María Teresa impuso reformas en la facultad de Medicina de Wien, cambió la calidad y los objetivos de la enseñanza médica, introduciendo normas administrativas que dotaban al profesorado de retribuciones más elevadas y mejores medios para la enseñanza de Anatomía, Botánica, Química y en especial la Clínica, creándose la Primera o Vieja Escuela Clínica Vienesa.

Auenbrugger, Médico vienés, introdujo la percusión en la exploración de los enfermos, aprendió a distinguir en el derrame pleural la zona afecta de la sana, mediante la percusión, haciendo así la paracentesis en la zona más conveniente. Además de médico, era músico y en la posada de su padre había observado la diferencia en resonancia de los barriles de vino llenos y vacíos, esto le llevó a trabajar durante siete años para esta observación, publicando una monografía sobre la percusión pulmonar, que no fue aceptada por los clínicos hasta su traducción al francés por Corvisart, años más tarde.

El tratamiento de las enfermedades durante el siglo XVIII dependió de la dieta, las sangrías y las fórmulas galénicas de plantas medicinales. Murray insistió en la necesidad de comprobar la actividad de los medicamentos por ensayos in vitro e in vivo. Whiterong introduce la digital, publicando un estudio sobre 163 casos de hidropesía tratados con digital, reseñando los éxitos y los fracasos, así como los síntomas de la intoxicación. Lind se puede considerar que hizo el primer ensayo frente a placebo cuando formó dos grupos de marineros con escorbuto, administrando naranjas y limones a uno de los grupos, y un remedio diferente al segundo, observando que sólo se curaban los que comían cítricos.

En cuanto a la epidemiología, después del descubrimiento de la variolización (que la inoculación de pus de los animales con viruela, si bien tenía una mortalidad del 3%, a los que sobrevivían les confería inmunidad de por vida), fueron grandes los esfuerzos que se hicieron para extender esta técnica primero y para la vacunación de la viruela posteriormente. Francisco Xavier Balmis, un cirujano militar de Alicante, entre 1803-06, dio la vuelta al mundo, saliendo de España con 22 niños huérfanos al cuidado de enfermeras y nodrizas, manteniendo vivo en ellos el virus de la viruela, pasándolo de brazo en brazo hasta América, Filipinas y China, donde quedó controlada la viruela hasta el día de hoy.

También fue importante desde el punto de vista epidemiológico la preocupación por las enfermedades que surgieron del hacinamiento en las ciudades. Laín Entralgo nos dice: “Hasta bien entrado el siglo XIX, la vida individual y social del hombre era, desde el punto de vista de su higiene, deplorable. Ciudades sin pavimento ni alcantarillado, casas y palacios sin letrinas, empleo coloquial del negro de la uña como medida de longitud (Cervantes), suciedad bajo el esplendor indumentario de Versalles (las pelucas de las damas llevaban en su interior un pequeño depósito con miel y vinagre para atraer a los piojos)”. Hasta bien entrado el siglo XVIII no fueron instalados los primeros baños públicos, en Liverpool.

Todos los avances higiénicos contribuyeron a aumentar la esperanza de vida, que fue desde 1300 a 1650 de 30 años, para empezar a aumentar después de 1750.

Pilar Rojas Martínez
Psicoanalista
Médico Especialista
en Reumatología y
en Medicina Familiar
y Comunitaria

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Alejandra Menassa de Lucia
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