Sumario
Por Miguel Oscar Menassa
Medicina Psicosomática
Breve historia de la medicina
Medicina del Renacimiento
Medicina del Barroco
Medicina de la Ilustración
 
El chiste y la función de la risa
Periodismo de investigación
De nuestros antecedentes: La madre del libro
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Agenda
"En defensa propia" Una película de Miguel Oscar Menassa
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SOBRE LAS RELACIONES DE PAREJA

Viene de Extensión Universitaria nº 134

Zara y Clotilde, eufóricas por la lectura, invitaron un poco irónicamente a Josefina, a que leyera ella también, y Josefina un poco las sorprendió, cuando dijo:

-Yo soy vuestra anterioridad significante. Sí, chicas, vuestra anterioridad lógica, y sin decir más comenzó a leer:

6 de diciembre de 1997

Querido Evaristo:

Todo comenzó hace un año y medio, cuando nada más llegar a Buenos Aires, él se garchó a otra, delante de sus narices. Al principio ella no lo podía creer, mientras deshacía nerviosa la valija en la habitación de al lado.

El “no puede ser cierto”, fue dejando paso a un vacío escalofriante, una nada gris que, desde ese momento, opacaría su mirada mientras el mundo desaparecía poco a poco.

Pasó algún tiempo y ella creyó haber olvidado. Su instinto de supervivencia ignoró la herida y, de esa manera, disfrazada, engañó a algunos y siguió caminando.

Un buen día, él, a quien era muy difícil engañar, se las apañó para juntarlas en su cama, a ella y a la otra y, entonces, el castillo de naipes que era su alma se vino abajo. Cuánto hueso tirado por los suelos de la vida, pero esta vez eran los suyos propios.

Todo le dolía. Eliminó el cuerpo y se encerró en el puro dolor de los celos.

- ¿Sigo? preguntó Josefina.

Y los tres a coro:

-Sí.
-Sí.
-Sí.

Renunció a todo deseo, atrapada contra su volundad, inmóvil e impotente. Vivía por inercia, fingía la realidad, representaba el papel de su vida con desgana, cada vez más vacía, para que nadie pudiera obligarla a vivir.

Un viaje relámpago provocó la crisis, llevó la situación a un límite definitivo y, ahí, todo fue impresionante.

Volví del viaje alucinada, sedienta de inmensidad, de vida. Él me saca y me pone en la vida cuando así lo desea y, sin embargo, lo amo tánto...

Lloró desde el primer momento, con insistencia contenida, con la piel vuelta del revés y el alma atenazada por el dolor, enferma de soledad.

Lo espiaba permanentemente, cada gesto, cada mirada era exhaustivamente analizada y clasificada. Estricta censura que conducía directamente al dolor. Tánto odio acumulado, tanta pasión maltrecha y perdida.

Demasiado melodrama, me digo, pero lo cierto es que, milagrosamente, ella cuando volvió de ese viaje relámpago algo iluminó el caos de su cabeza. No sabía qué, el caso es que entre llantos y ansiedad por salir de allí, comprendió haber cometido un error brutal. Hacerle pagar a su propio destino de mujer empresaria, la bronca que tenía con un hombre.

Inmediatamente comenzaron a aparecer colores en la realidad, la esperanza de un camino, también, para ella.

Vendería libros. Sí, pondría toda la pasión, toda la carne en ello. Levantaría la Editorial para que el Jefe no tuviera queja posible. Con eso, compraría la libertad a la que renunció voluntaria, estúpidamente: volver al gimnasio, conseguir algunos amantes, sentirse deseada, nuevamente cotizada en el mercado del amor.

Después, seguramente, él volvería a mirarla con buenos ojos.
Ahora estoy tranquila, plácidamente viendo pasar las letras, las palabras en la pantalla. A mi alrededor varias imágenes de él, danzan al unísono ritmos diferentes. Lo que de ese baile trasciende sin ser visto, lo imposible de retener, tiñe de paz este momento.

Hombre amado, cuerpo refugio, deseo y piel.

Lo extraño, a pesar de todo lo extraño. Las horas están vacías en su ausencia...

Esta vez estaba contenta, había dejado en esa ciudad, lo que me traje de allí hace un año y medio: el dominio omnipresente de los celos sobre todos los aspectos de mi vida.

No sé qué comprendí, no sé nada, pero tampoco importa, hay una fuerza en mí que viene del futuro, un destino posible a tu lado.

Ten clara una cosa: Siempre, aun en los peores momentos aunque no entendiera nada, siempre supe que hacías lo mejor para mí. Siempre confié en ti.

Te odié con intensidad, decidí renunciar varias veces, escapar, abandonarte. Pensé lo peor, pero no me engañé, no me creí nada.

Sé que mi destino está unido a ti.

Querido, inabarcable y múltiple querido, infernal bestia en permanente escucha, el tiempo te dará la razón y yo estaré contigo.

Lindo, amor, que esta frase roce tu piel alada, tu sexo empecinado, sometido a destinos de luz.

Te amo, más allá de mí misma. Te deseo como la mujer que fabricaste. Soy tu mujer y defenderé con fuerza ese destino. Me lo gané a pulso, escribiendo.

Chau, cuidate.

31 de enero de 1998

Querido Evaristo:

Me siento crecer a velocidades supersónicas y eso, precisamente, debo decirlo, me sobrecoge.

Sí, también yo fui la peor, la inamovible roca disfrazada de animal sediento, la que no cambiaría nunca, tu mayor fracaso.
De puntillas sobre futuras intenciones, veo caer resecos pensamientos, cáscaras vacías que moldearon a golpe de silencio, mi mirada.

Hasta aquí, arrastré voluntades ajenas, firmes augurios para mis pasos, atávicas cadenas en los brazos.

Fantaseo para el futuro una Josefina madura, serena, bastante más sabia. El cuerpo moldeado con rotundidad por la experiencia, huella de lo vivido hecho escritura.

Una mujer de intenso atractivo, hembra por los cuatro costados, que compró su libertad porque entendió el precio:

Renunciar al trono, encadenarse al trabajo.

Fantaseo tu mirada de orgullo, cuando me concedan el premio a la Mujer Empresaria del año, por haber superado con la Editorial la cifra de 100 millones anuales por las ventas.

A lo que no voy a renunciar, es a seguir amándote. Tampoco me importa que, todo, lo haré para ser digna de tu amor.

Y no me digas que tu amor ya lo tengo...

24 de enero de 1998

Hoy vi a Josefina, como una pieza más del maravilloso sistema que nos da de comer. Me vi inmersa en la cadena de formación.

No importa cómo fui a parar al chiquero de los celos, la envidia y su consiguiente parálisis.

Desde aquí le tengo que dar la razón a mi psicoanálisis. Todo lo que me pasaba eran feos, que yo le iba haciendo a mi crecimiento. Reconocer la verdad del cambio operado en mi destino.

Más sencillo: tengo que trabajar para vivir, si es que quiero vivir. Un paso más, doy un paso más, la duda era vivir o no vivir.

El dolor ha sido inmenso, enloquecedor, pero ya me atrevo a hablar de él en pasado.

En plena recuperación, el horizonte se abre esplendoroso.

Descubro también, por qué enamoras a las mujeres. Enamoras a las mujeres porque sólo por amor son capaces de hablar, de modificarse.

Y yo, mi amor, una entre ellas, decido quedarme, emplear mi vida en aprender a amar.

Asustada por la frase anterior, me despido.

Viernes 6 de febrero de 1998

Querido:

Al escuchar algunas frases me entraron unas ganas terribles de llorar y huir, sin saber por qué. Asocio dos frases.

-Usted con ese régimen de adelgazamiento, a quien quiere matar es al gordito X, su primo.

-Un grado de civilización es decir “te quiero” a quien odio.

Pensé en mi veloz e inesperado adelgazamiento que se produjo al volver de mi viaje relámpago de diciembre.

Con dolor, recordé que mis primeros pensamientos hacia Zara fueron: Me recuerda a mí misma, antes, cuando llegué a Evaristo.

Y bien, me decía, adelgazando, ella era yo en algún momento, ella habita en mí y por eso la dejaría hasta sin cuerpo, mi cuerpo.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2817)

Lo que más me jode es que me pase a mí. Padecer las mismas miserias que el resto de los humanos, procesos inconscientes.

Distingo diferencias en el nivel de tolerancia. La pereza, la languidez del pensamiento, la fealdad espiritual, son apenas defectillos sin importancia al lado de los celos, de la envidia.

Y vos, siempre salvándole la vida a alguien. En verdad, mi amor, eres el fenómeno psíquico más alucinante que existe. Mientras hablábamos por teléfono, la gran nebulosa (casi rosa del sexo abierto a los cuatro vientos) me rodea desdibujando límites, estirando la realidad de manera insólita.

Abrir los ojos y darme cuenta que el lugar que ocupo pertenece a una cadena, me parece alucinante, me deja con la boca abierta.

Miro con emoción contenida una foto tuya, tomada en tu viaje relámpago al África Negra, y como todas las noches me detengo en tus perfiles aromáticos y te siento mi macho arrabalero y me lo digo, todas las noches:

-Si lo escribo bien, habrá, por fin, un amor para nosotros.

20 de febrero de 1998

Seguramente mañana me arrepentiré de escribir estas cosas. Algo me pasó con Zara, algo sentí, tuve ganas de llegar y decirle:

-Ambas estamos atrapadas en la misma red, enterremos el hacha de guerra...

-¿En qué culo? preguntó preocupado, Evaristo.

Y ella siguió:

-Evaristo no merece que le jodamos el negocio.

Lo pensé, pero no pude hacerlo, mi cuerpo paralizado era el castigo que recibía Evaristo en mí.

Extraño tu cuerpo, chau.

QUERIDO, QUERIDO:

Se me rompe el alma y me tiemblan las piernas, no sé si podré sostener esto delante de ti:

Tomar la decisión de cuidar mi trabajo, en lugar de pasarme todo el día, con el maestro Evaristo.

“Cuando fue necesario para seguir psicoanalizándola, dejé de quererla”, algo así es lo que siento: Algo tendré que abandonarte para volver a trabajar.

Y si de esa manera tampoco puedo, habrá que buscar a otra persona que lo haga y para mí, otra profesión.

No soporto la cuenta que hiciste el otro día, más de 5.000 dólares por mes. Por esa cantidad, hijo de puta, hay que abandonar a cualquier amante.

Reconocer la envidia no es suficiente, hace falta modificar la realidad. Algo más tranquila estoy. Aunque sienta que esto es como una ruptura, espero que sea acertada.

25 de abril de 1998

He pasado por la finca en Escobarejo de Mendieta, por un poco de cosecha casera para disfrazar la angustia de fin de semana.

Lo justo para terminarla mañana y ahí, esa frase, “lo justo para terminarla mañana”, me produjo insuficiencia respiratoria, opresión en el pecho. Me aterra trasgredir una vez más límites establecidos por mí misma.

Defraudarme, estafarme de nuevo, reconocerme fallada.

Hija y nieta de falladas.

Temo quedarme sola, en este mar embravecido, mientras mi tabla salvadora se aleja.

Me siento infantil y un poco lo soy, confesándote estos estados de zozobra afectiva, pequeños temblores.

A partir de hoy, te prometo que mi cabeza quedará enfocada toda ella, hacia las tareas a realizar. Después a la noche, admirando tus perfiles del tiempo, cubriré mi cuerpo con tus manos y volaremos sobre el mundo que nos espera.

29 de abril de 1998

Resisto heroicamente tu ausencia. Me pongo algo nerviosa ante las cosas que desconozco. La policía me pone muy nerviosa, estoy convencida que en otra vida, fui delincuente o parecido.
Me imagino:
Puta en París en la época de la Revolución.
Putita callejera en Buenos Aires en el 45.
Ladrona fina en los mejores casinos del mundo.
Bailarina en los bajos fondos de Londres.
Campesina en Pamplona, con un novio en Santander.
Me imaginaba, en otra vida, las peores cosas para mí:
Madrileña psicoanalizada con un psicoanalista argentino.
Argentina sin patria, casada con un señorito inglés, residente en las Islas Malvinas.
Chula andaluza, que vivía del dinero que ganaban cuatro prostitutas inglesas en el Peñón de Gibraltar.
Hoy te extrañé con el cuerpo, sentí ese inconfundible escalofrío de soledad que delata ausencia del amado o del amante, lejanía en la piel.
Me excito por momentos, con imágenes donde fuera del tiempo y sus contornos, vos y yo hemos volado hasta el confín. Hemos gozado fuera de toda lógica.
Me acuerdo cuando me decías:
-Te llevo 30 años piba, déjate de joder.
Chau.
-¿Sigo? preguntó Josefina.
Y Evaristo esta vez le dijo:
-La próxima vez seguimos la lectura donde la dejamos.
-¿Nosotras también? preguntaron a dúo Zara y Clotilde.
A lo que Evaristo contestó:
-Sobre todo, ustedes dos.
Y luego se despidieron.
(Continuará)

Capítulo XII de la novela "El sexo del amor"
Autor: Miguel Oscar Menassa

LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO