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Medicina psicosomática (I)
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Departamento de Clínica Grupo Cero
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MEDICINA PSICOSOMÁTICA

II
PRIMEROS ACERCAMIENTOS A LA MEDICINA PSICOSOMÁTICA

Viene de Extensión Universitaria nº 137

INTRODUCCIÓN

La idea de que lo psíquico interviene en el desarrollo de la enfermedad se puede leer desde los inicios de la medicina. Hay muchas descripciones en la historia de la medicina, de figuras notables, que señalan el origen psíquico de la enfermedad, por ejemplo Morgagni (1682-1771) habla de una diarrea debida al nerviosismo, Trousseau (1801-1867) insiste en el origen nervioso del hipotiroidismo, además era asmático y analizó sobre él mismo el papel que jugaba el alérgeno (que llegó a identificar como polvo de avena) en el desarrollo de sus crisis de asma, con respecto a una de ellas escribe: “Pero, seguramente también, este polvo no ha sido suficiente por sí solo para causarme un accidente tan violento, ha hecho falta, pues, que esta causa me haya sorprendido en condiciones particulares. Bajo la influencia de la emoción moral mi sistema nervioso estaba excitado”.

Heinroth, internista y psiquiatra, introduce los términos psicosomática (1818) y somatopsíquica (1828). El primero expresaba su “convicción” de la influencia de las pasiones sexuales sobre la tuberculosis, la epilepsia y el cáncer, mientras que el segundo se refería a las enfermedades en las que el factor corporal modificaba el estado psíquico. El término psicosomático pues, en su origen, expresa un parecer de Heinroth al cual designa con un nombre, es un paso importante, que permite pensar una medicina psicosomática, pero no deja de ser una intuición similar a las que existían previamente.

Para situar el comienzo de la medicina psicosomática tendríamos que considerar en primer lugar que tiene que existir una teoría que dé cuenta del funcionamiento del “aparato psíquico”. No se puede pensar científicamente si no hay una teoría que lo sustente, porque si no seguiría siendo intuición, o una observación clínica del orden de la experiencia sensible.

Por otra parte, también tendríamos que considerar que hasta que la medicina no alcanza un estatuto científico, en tanto puede dar cuenta de los procesos orgánicos, tampoco se puede pensar una medicina psicosomática. Es decir no es azarosa la aparición de una nueva disciplina teórica ni de una nueva teoría en la historia de las ciencias.

Si tenemos en cuenta estas dos premisas, tendríamos que situar el comienzo de la medicina psicosomática a finales del siglo XIX-principios del XX. A lo largo del siglo XIX la medicina comienza su desarrollo científico, se desarrolla la psicología y la psiquiatría y en 1900 aparece La interpretación de los sueños, el texto que funda el campo psicoanalítico. Desde aquí podemos leer los antecedentes o la prehistoria de la medicina psicosomática.

En general los textos de psicosomática, cuando se refieren a la historia de la medicina psicosomática, señalan un antes y un después de la aparición del psicoanálisis, o bien mencionan a Freud como el punto de partida de la “moderna medicina psicosomática” o consideran diversas etapas, una previa a la producción del psicoanálisis, una segunda marcada por la teoría psicoanalítica y una tercera que, aunque cronológicamente es posterior a Freud, no incluye el pensamiento freudiano y por tanto se queda antes de Freud.

Los Estudios sobre la histeria (Freud 1895) pueden ser considerados un hito en el desarrollo de la medicina psicosomática, puesto que en ello se empieza a trabajar teóricamente la relación de lo psíquico con lo somático.

El primer caso comunicado de enfermedad psicosomática como tal fue presentado por Federn, en 1913, en la Sociedad Psicoanalítica de Viena, se trataba de un caso de asma.

Teniendo en cuenta lo anteriormente dicho, del primer cuarto del siglo XX, entre los que trabajan el campo de la psicosomática destacan tres nombres, discípulos de Freud: Jelliffe, Groddeck y Félix Deutsch, médicos y psicoanalistas. A los tres Freud los menciona en Psicoanálisis y Teoría de la libido, donde señala, refiriéndose al psicoanálisis: “Según algunos analíticos, tampoco carece de posibilidades favorables el tratamiento analítico de enfermedades manifiestamente orgánicas pues no es raro que un factor psíquico participe en la génesis y la persistencia de tales afecciones”.

Groddeck y Jelliffe van a trabajar en Europa con enfermos orgánicos y Félix Deutsth emigra a los Estados Unidos donde introduce en 1927 la noción de psicosomática.

En la evolución posterior de la medicina psicosomática, si bien hay muchos autores que han trabajado el tema, podríamos distinguir varias “escuelas”, en tanto que sus principales representantes han influido decisivamente en la manera de abordar la medicina psicosomática:

-La Escuela de Chicago de la que los máximos representantes, como pioneros, serían Dunbar y Alexander.

-La Escuela francesa cuyo máximo representante sería Marty.

-La Escuela rusa de orientación reflexológica (Bykov) basada en la obra de Paulov del reflejo condicionado.

-La Escuela argentina con Chiozza como máximo representante.

-La corriente psicodinámica que plantea nuevamente un modelo multicausal para explicar la enfermedad en el que no sólo deben tenerse en cuenta factores biológicos y psicológicos sino también sociales y culturales.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2941)

Suele señalarse que fueron los discípulos de Freud los que trabajaron el campo de la psicosomática con respecto a la orientación psicoanalítica, no obstante, si bien el término psicosomática como tal no aparece en la obra de Freud, esta cuestión la podemos trabajar en los textos freudianos desde el inicio de su obra cuando distingue entre neurosis actuales (neurosis de angustia, neurastenia, hipocondría) y neurosis de transferencia (histeria, fobia y neurosis obsesiva), o cuando en un texto de 1910, Concepto psicoanalítico de las perturbaciones psicógenas de la visión, marca una diferencia entre la ceguera histérica, donde el sujeto es ciego de la vista pero no de la mirada, y la ceguera como fenómeno psicosomático, donde aunque se mantiene el campo de la visión no tiene mirada.

Desde el psicoanálisis no se puede pensar la psicosomática sin referirse a las importantes aportaciones de Freud dispersas a lo largo de toda su obra y que son el punto de partida y el hilo conductor para el acercamiento que se plantea en este libro a la medicina psicosomática.

La Escuela de Chicago

Los máximos representantes, como pioneros, de la escuela americana serían Dunbar (1936) y Alexander (1934).

Dunbar plantea que existe una correlación entre determinados tipos de personalidad y patologías concretas. Por ejemplo los que sufren accidentes frecuentes serían, en el 80% de los casos, impulsivos, amantes de la aventura, vividores del presente que no pueden controlar su agresividad, sobre todo frente a figuras de autoridad y buscarían el autocastigo por razones de culpabilidad inconsciente. El paciente coronario sería una persona de gran control y perseverancia que apunta al éxito, a menudo de apariencia distinguida, que hace planes a largo plazo.

Alexander, de la Escuela de Chicago, también va a plantear una correlación entre factores de personalidad y enfermedad, pero no va a trabajar perfiles de personalidad o personalidad manifiesta, de hecho critica los modelos de Dumbar. Para Alexander lo que existiría sería una respuesta emocional específica en las enfermedades psicosomáticas o neurosis vegetativas como también las llama.

Parte de dos premisas fundamentales:

1. Los síntomas en la histeria estarían mediados por el sistema nervioso somático y en la enfermedad psicosomática por el sistema nervioso vegetativo (simpático y parasimpático) que controla los procesos internos del organismo.

2. Existe una respuesta vegetativa, con reacciones viscerales, al estímulo emocional.

Se basa en lo que se llama “teoría de la especificidad”. De acuerdo con esta teoría, las respuestas fisiológicas a un estímulo emocional, tanto la normal como la mórbida, varían de acuerdo a la naturaleza de la emoción, así por ejemplo la risa es respuesta a la alegría, el llanto a la tristeza, el aumento de la tensión arterial y de la frecuencia cardiaca son respuestas a la ira y al miedo.

El sistema nervioso simpático es el que prepara al organismo para la lucha y la huida (estimula el corazón, la frecuencia respiratoria, aumenta la tensión arterial, produce una redistribución sanguínea con un mayor aporte de sangre a los músculos) mientras que el parasimpático estaría en relación con la conservación y el crecimiento, dando cuenta de las funciones anabólicas (estimulación de la actividad intestinal, almacenamiento de azúcar en el hígado, broncoconstricción en respuesta a un irritante, etc). Sus funciones son antagónicas en gran medida. Hay que tener en cuenta además que en todas las funciones vegetativas están implicados tanto el sistema simpático como el parasimpático.
Según Alexander se podría hacer la generalización de que bajo la preponderancia del parasimpático el individuo se retira de sus problemas externos a una existencia meramente vegetativa (conservación y crecimiento), mientras que bajo la estimulación simpática descuida o inhibe funciones pacíficas de crecimiento y dirige toda su atención a encarar sus problemas en relación al entorno exterior. En condiciones normales existiría una armonía entre las situaciones externas y los procesos vegetativos. En lo que él llama disturbios neuróticos de las funciones vegetativas se alteraría esta armonía. Esta alteración puede ser dividida en dos categorías principales que corresponden a las dos actitudes emocionales básicas: La preparación para la lucha o huida en emergencia y el apartamiento de la actividad dirigida hacia el exterior.

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