Sumario
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (I)
Siete conferencias de psicoanálisis en La Habana, Cuba (II)
 
Medicina Psicosomática (I)
Medicina Psicosomática (II)
Miguel Oscar Menassa
Sobre las relaciones de pareja (I)
Sobre las relaciones de pareja (II)
Agenda
Poesía y Flamenco: Todos los domingos
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Hombres, mujeres, enredados en mi pelo,
se deslizan lentos, hacia el abismo sideral,
donde los astros giran enloquecidos sin mirada.
Ella y yo, y nuestros pechos afiebrados
al compás, sin par, de las revoluciones,
concentradas, al unir nuestros sexos ardientes,
entrábamos en él, como los astros, sin mirada.
Pechos como espadas al viento, desafiantes,
henchidos de libertad, plenamente, conseguida.
Amo la violencia de esos pechos, mis pechos,
empecinados en su atronador retorno a las estrellas,
su felina, brillante, transformación en oro.
Pechos de mujer marcados, definitivamente,
por el deseo azul, los astros, la ausencia de mirada.

-Te amo, amor, te amo y, esta noche de sábado, dejo constancia.

Gracias por haberme enseñado a decir que sí.

“A veces la escritura toma rumbos que la palabra hablada no hubiese tomado jamás”.

Por eso escribo y no dejaré de escribir jamás.

Escribo bajo la idea que al escribir, vos podrás tener, una vez más, mi cuerpo desnudo entre tus brazos.

Mis latidos siempre tienen el gusto de tus cosas. Uno de ellos lleva la cara que has dibujado en una madrugada porteña, otro lleva el gusto del mar que me has hecho conocer y aún otro que, muy enamorada de la poesía, olvidé.
No puede ser, mi amor. Amores en nuestra vida, todos los que quieras. Pero locuras, no. Locuras como piedras, locuras de mujer en nuestra relación, no mi amor, no me dejes nunca.

Ya estamos por caer de “madurez”, mi amor. Los próximos 20 años, cuidándonos, llegaremos a la vejez y, todavía, no nos pudimos echar ese polvo, ambicionado desde jóvenes, en algún aeropuerto internacional.

Espero con ansiedad tus manos, bueno, el resultado del trabajo de tus manos sobre mi vida.

Cuerpo naciente el cuerpo de tus manos que, sin demasiadas razones, se instala en mi vida haciéndola viviente.

A ti, te averconzaba mostrarte “humano” ante mis ojos. A mí, debo confesarlo, me avergonzaba y me excitaba, de una manera extraordinaria, que cada vez que me llamas yo estoy pensando en ti.

Me entrego todos los días, nuevamente, pero todos los días es el primer encuentro.

Personalidad caprichosa, opinión acerca de todo. Todo lo que me gusta me lo como y lo hago desaparecer. Todo lo que no me gusta lo rechazo, lo ignoro, lo mato de indiferencia y lo hago desaparecer.

“El neurótico es el que quiere saber”.

Decido no preguntarme nunca más, cómo es posible garchar a más de 10.000 kilómetros de distancia. Es decir garchar, con orgasmos incluidos, intercambiando sólo palabras.

Tengo que gozar con toda mi energía de este prodigio:

-Amor mío, amor mío, convoquemos a todas las amadas, a todos los amantes para decirles amor mío, que ha llegado el tiempo de vivir. Ahora toca vivir. Crecer y vivir. Gozar y vivir. Escribir y vivir. Amor mío, amor mío, para todos, ahora toca vivir.

Garchar y vivir. Amado. Amada. Follar y vivir.

Yo, por mi parte, recuerdo la absoluta sorpresa, la primera vez que me interpretaste los celos por esa mujer, como un atentado a tu negocio editorial, es decir, mis celos, atacaban tu crecimiento en lo social, tu independencia.

Todo mi dolor despreciado, ignorado.

Todo mi dolor convertido en algo tan grosero y vulgar como tus negocios... No le encontraba explicación por ningún lado.
Me doy cuenta que, de no haberse cruzado esa mujer en tu camino, yo nunga hubiera dejado de ser una imbécil.

Abre las piernas, amor mío.

Tu voz rozando mi cuello, mis pezones,
mi bajo vientre acongojado por el amor,
se cuela entre los pliegues de mi sexo,
húmedo y estremecido sexo del encuentro.
Abre las piernas, amor mío,
abre esas piernas hembra mansa,
da un paso más, olvídate de ti.
El viento se detiene en el vértigo,
arranca mi piel en destellos de luz.
Cuando regreso, despeinada y maltrecha,
me sonríes desde la blancura de una página.
abre las piernas, amor mío,
abre las piernas como para volar,
abre las piernas, amor mío,
demos un paso más...

Anhelo osadas fases en mis oídos. Pasan versos, pasan ilusiones.

Desgarro brutalmente tu cuerpo y caigo entre las letras.

Estoy viva. He sobrevivido a las garras extensas del deseo, por eso me quedaré a vivir en tus carnes futuras.

Una vez más debo agradecerte una enseñanza.

Hoy no te digo, nuestro viento habla para nosotros.

Hoy no te digo, que conservaré en mi cuerpo la vida y las palabras.

Hoy no he de decirte, que te amo.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3068)


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3070)

Sólo la caminata por las grietas de tu piel futura.

-¿Y saben lo que me contestó, chicas?

-No.

-Claro que no.

-No sabemos.

-Me contestó literalmente que nos amaba a todas. Mirad:

Un beso de locura le di en la boca al viento.
Y el viento enamorado llevó mi beso, mi locura,
hacia lejanas latitudes donde el sexo del amor,
esperaba que un viento desde lejos,
dejara alguna marca en nuestros movimientos,
cambiara para siempre la dirección de nuestras vidas.

(Continuará)

Capítulo XIX de la novela "El sexo del amor"
Autor: Miguel Oscar Menassa

www.grupocero.org

www.miguelmenassa.com

 

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