SOBRE LAS
RELACIONES
DE PAREJA |
-A veces
pienso que me podrían
acusar de perverso, de degenerado.
Evaristo, después de haber cumplido 50 años,
comenzó a preocuparse de que alguna mujer de todas
(más de 100) que habían hecho o seguían
haciendo el amor con él, lo denunciara.
-Tal vez, tenía razón el Master, cuando
el otro día me dijo, que yo tengo miedo que
las mujeres me denuncien porque ya no me las garcho
como antes, tal vez...
Y ahí, Evaristo se entregaba a ese juego del "tal
vez..." como si fuera lo único posible:
Tal vez, dentro de unos días cuando cumpla 58
años, mi mujer de hace 30 años y mi mujer
de 30 años, quieran brindar conmigo, como si los
tres tuviéramos 30 años y la vida comenzara
mañana.
Tal vez, pueda escribir ese poema imposible que me
tranquilice, que me permita quedarme aquí, entre esas tetas
jóvenes dispuestas a conocer todas las libaciones
y esas tetas universales dispuestas a entregar, todo
su saber, para que la piel siga persiguiendo la piel.
Tal vez, si atara mis manos a esas nalgas descomunales,
debido a la duplicación, ya podría dejar
de escribir por un tiempo.
Ese, tal vez, era uno de los grandes problemas que
le planteaba Evaristo al Master:
-¿Escribir es vivir?
Y el Master, que por algo lo era, le contestaba:
-Bueno, por lo menos, sabemos, que vivir no es escribir.
-Tal vez, con cierta disciplina, pueda ser un gran
escritor.
Evaristo se entretenía mucho jugando a su tal
vez y estuvo a punto de no atender el teléfono.
Era Josefina, su pequeña Josefina.
-Mi amor, mi amor, le dice Evaristo, claramente enamorado
y ella, del otro lado, con voz de estar haciendo el
amor:
-Degenerado, perverso, ay cómo te la chupo, mi
amor, qué degenerado que sos.
Y ella se excitaba como una loca y Evaristo pensaba
que dentro de 20 años ella le diría:
-Perverso, degenerado, me hiciste conocer el amor,
y el juez lo condenaría.
Cuando ella se despidió con un:
-Te amo, macho poderoso, eres mi Dios. Evaristo colgó el
auricular y se tocó la pija, más que para
tocársela, para ver si la tenía.
Cuando hacían el amor, Josefina era tan joven
y ardiente que Evaristo sentía que la pija la
tenía ella.
Cuando hablaban por teléfono le pasaba lo mismo,
por eso cuando colgó el auricular se tocó la
pija, pero esta vez fue todo diferente.
Evaristo dejó su mano izquierda apretando suavemente
sus propios genitales y mientras apretaba y soltaba
suavemente pensaba en voz alta:
-Estoy gastando mucho dinero y, además, me doy
cuenta que las drogas que consumo (yerba mate, alcoholes
diversos), no tocan para nada el modo de relacionarme
con la realidad.
Es decir, debo reconocerlo, nada consigue apartarme
de la realidad.
Tal vez en este momento puedo parecer un hombre tranquilo,
de 58 años que acepta, tranquilamente, la soledad
de estar escribiendo toda la noche, con todos mis amores
durmiendo y yo sin ganas de dormir, escribiendo.
Sintiendo todo el tiempo que si lo escribo hoy, lo
viviré mañana.
Sí, mañana cuando ellas dos despierten
de sus sueños infantiles, comenzarán, sin
saber por qué, la danza del amor.
Por haberlo escrito ayer, en soledad de ellas, mas
con el mundo, al levantarse a la mañana, esos dos
cuerpos inmortales, mujer con mujer, serán atravesados
por mis versos.
Se sentirán nerviosas sin poder unir en todo el
día, hasta que ocurran, las miles de fantasías
de todo tipo, hasta de dinero, con el nerviosismo.
Conmigo, todas las veces que nos encontremos por los
miles de motivos que nos encontramos de manera habitual,
me harán sentir que me quieren, que no me preocupe,
que el macho soy yo, que esta vez se trata de otra
cosa.
Primero dormiremos a todos los niños de la ciudad
de Buenos Aires y después, a la una de la madrugada,
nos encontraremos los tres, tal vez...
No era momento para ponerse a jugar, pero Evaristo
era un especialista con las mujeres, en hacer pasar
con ellas las cosas siempre un poco después
de lo que ellas mismas esperaban.
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Ninguna
mujer de las que hacían el amor con Evaristo
se puso a pensar nunca, cuál era el negocio
de Evaristo en esa manera de ser, pero los beneficios
que eso traía para hacer el amor con Evaristo,
hacía que todo lo otro, fuera bienvenido,
aunque no se entendiera del todo.
(Continuará)
Capítulo I de la novela "El
sexo del amor"
Autor Miguel O. Menassa
2011
50 años de la primera publicación
de Miguel Oscar Menassa,
candidato al Premio Nobel
de Literatura 2010
40 años de la fundación de Grupo
Cero
30 años de la fundación de la Escuela de Psicoanálisis y
Poesía Grupo Cero |
«No
podemos terminar
con el alma,
sólo podemos curarla». |
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