Sumario

PATOLOGÍAS DE
FIN DE SIGLO
Buenos Aires, 1998

Patologías de fin de siglo (I)
Patologías de fin de siglo (II)
 
¿Estoy fóbico?
Trastornos del sistema inmune. Alergias y enfermedad inflamatoria intestinal

Cuando falla la “policía celular” sistema inmune y cáncer

¿Dónde está la memoria? (II)
Los hijos ¿Un reflejo de los padres?
La importancia de los talleres de escritura en la formación de psicoanalistas
Las producciones de lo inconsciente. Lo inconsciente
 
Sobre las relaciones de pareja
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LAS PRODUCCIONES
DE LO INCONSCIENTE.
LO INCONSCIENTE

Incluir a lo inconsciente dentro de las producciones del inconsciente puede sonar a petición de principio, algo así como la pescadilla que se muerde la cola. Pero si pensamos en términos del concepto de trabajo, de acuerdo con el cual un producto determinado puede entrar en una nueva cadena de producción y convertirse en materia prima para la producción de otros productos, quizás podamos entender un poco mejor la cuestión.

Cuando producimos un determinado producto, por ejemplo, tornillos, martillos, mesas, etc., ese mismo producto o productos se integran posteriormente en nuevos circuitos productivos: automóviles, construcción, diseño, etc.

Con las producciones teóricas ocurre lo mismo. La producción del concepto de inconsciente, que tiene lugar en 1900 en La interpretación de los sueños, y que define el campo teórico del psicoanálisis, permite, una vez producido, la construcción-producción de lo inconsciente en un sujeto particular en análisis.

En psicoanálisis hablamos de método de interpretación-construcción, porque antes de la interpretación no hay inconsciente en el sujeto. Sólo con la interpretación psicoanalítica, que es la puesta en acto de los instrumentos teóricos del psicoanálisis, podemos hablar del sueño como una realización de deseos, del sentido de los síntomas, de los actos fallidos y, en general, de las distintas producciones del inconsciente.

De la teoría psicoanalítica se desprende un método de interpretación-construcción y una técnica de asociación libre en transferencia. Este método de interpretación-construcción es un modo concreto de apropiarse de la realidad para su transformación.

Antes de la interpretación psicoanalítica no hay propiamente productos del inconsciente, es decir, realizaciones del deseo inconsciente. El sujeto sin análisis no tiene inconsciente, es decir, no se puede hablar de su deseo, porque el deseo se construye en análisis. Lo que hace el psicoanálisis es construir una historia de deseos, para que el sujeto deje de padecer sus efectos y venga a constituirse en sujeto de deseo.

Sin psicoanálisis las personas padecen de los efectos del inconsciente. Sólo en análisis se puede ver que, en los síntomas que padece, en los sueños que tiene o en los fallidos en que incurre, hay un deseo inconsciente que le implica y está en juego.

Se llama método de interpretación-construcción porque lo que se construye es lo inconsciente de un sujeto determinado, es decir, el deseo inconsciente que está en juego en la vida de ese sujeto. La interpretación es por tanto el deseo de ese sujeto, su inconsciente. Es en este sentido en el que se habla del inconsciente como producción.

Esto significa que el sujeto no existe antes de comenzar a hablar. No hay una preconstitución del sujeto de la que se supone va a dar cuenta el psicoanálisis. Lo que implica el método de interpretación-construcción es que el sujeto que se produce en análisis es un sujeto que rompe con las cadenas que lo atan al pasado. A partir ahora lo que lo determina serán sus próximas palabras.

Ruy Henríquez
Psicoanalista
618 596 582
ruyhenriquez@hotmail.com
www.ruyhenriquez.com

«No podemos terminar
con el alma,
sólo podemos curarla».

 

 

 

2011
50 años de la primera publicación de Miguel Oscar Menassa,
candidato al Premio Nobel
de Literatura 2010
40 años de la fundación de Grupo Cero
30 años de la fundación de la Escuela de Psicoanálisis y Poesía Grupo Cero

 

SOBRE LAS RELACIONES DE PAREJA

Viene de Extensión Universitaria nº 121

La manera de hacer el amor de Evaristo, y esto no sólo lo decía Josefina, sino que la mismísima Ella lo decía, te aseguraba tres o cuatro polvos como aperitivo y, después, Evaristo comienza la función.

-Cuando dejo de mirar a otras mujeres, le dijo el Master a Evaristo al creerlo muy enamorado de Josefina y, sólo la miro a ella, ella deja de sonreír. Para que sonría eternamente, concluyó el Master, cada vez que la vea la engañaré.

A lo cual Evaristo contestaba casi siempre sin saber por qué:

-Para hacer relaciones sociales la mejor droga es la yerba.

Después, en la realidad, Evaristo podía casi siempre sin ninguna ayuda. En varias oportunidades, hizo el amor a los quince minutos de levantarse.

Una vez, cuentan, que se encontró en un baile con tres mujeres y bailó toda la noche y se emborrachó y bailó y bailó y las minas acababan en sus brazos antes de que pasara nada y mo-vían esos culitos de manera terrorífica, y dicen que se fue con una de ellas, esa misma mañana, y que se la garchó hasta dejarla exhausta, tirada en la cama.

Evaristo, luego se vistió y se fue a buscar a las otras dos, que vivían juntas, y después de hacerse chupar la pija, casi una hora, les acabó en los ojos para darles luz.

Todo esto es para decir que Evaristo, no necesitaba ninguna droga para hacer relaciones sociales, con la pija que tenía, pero a él le gustaban la yerba y los alcoholes diversos.

Evaristo sabía que al natural, todas las minas se morían por él, pero él no se terminaba de gustar, así que un poco de yerba, un poco de alcohol, y cuando Evaristo, por fin decía:

-Antes le gustaba sólo a las mujeres, ahora, también, me gusto yo, comenzaba la fiesta.

Y en esos momentos cada uno ofrecía lo mejor que tenía.

El Master, intervino, tal vez de una manera confusa, diciendo con seguridad, como si lo que dijera tuviera que ver con algo que le pasara a Evaristo:

-Mire, Evaristo, las cosas más grandes no son las que producen más energía.

Y como Evaristo seguía callado, el Master prosiguió:

-Mire, para que lo entienda, usted que es un escritor. A mí me parece una tontería pensar que no escribo cuando no escribo, porque eso implica que escribo cuando escribo, y eso es imposible.

A lo cual Evaristo contestó para despedirse:

-A la larga, algo entenderé del psicoanálisis.

Mientras Evaristo salía a la calle, el Master se quedó pensando que Evaristo le había dicho, algún día entenderé algo de Josefina. Pero Evaristo ya se había ido, y él tenía que encontrarse con sus propias cosas.

Y las cosas del Master se reducían a una sola cosa, poder escribir una novela de un sujeto con varias personalidades y consumidor de algunas de las drogas en el mercado, alcohol, yerba, cocaína, cafiaspirina, antibióticos, amor...

Un sujeto, pensaba el Master, que tenga que cambiar de droga cada vez que realiza un trabajo diferente, o cuando se encuentra con personas distintas.

El Master no sabía bien, si eso que quería escribir era una novela o en definitiva un libro de clínica psicoanalítica de las drogodependencias, pero era en lo único que pensaba.

El Master, a poco de cumplir sus 60 años, se preguntaba por su vida, cómo había vivido, cómo había llegado hasta aquí y se contestaba, con esa idea en construcción de escribir una novela donde el sexo y la droga fueran el hilo central.

Y no había manera de hacerlo pensar en otra cosa.

-El personaje, decía el Master, ahora sentado a la mesa de un café de la calle Corrientes, con Evaristo, Josefina y Ella, el personaje se entretiene en comparar el efecto de las drogas en él mismo y en otros consumidores diversos.

A los pocos días se da cuenta que a él, todas las drogas, en general, le hacen un efecto diferente al resto de las demás personas investigadas por él y eso lo sobrecoge.

Se queda varios días sin darse con nada y ahí es cuando consulta al psicoanalista con una pregunta:

-¿Es posible que la merca me haya cambiado el cerebro?

-Es posible, contestó el Master, antes nunca había consultado a un psicoanalista.

-Es cierto, responde el fulano, antes de la merca jamás se me hubiera ocurrido recurrir a un psicoanalista.

Más bien pensaba que eran un poco boludos porque no se drogaban.

-Está bien por hoy, dijo el Master, podemos continuar la próxima.

-Está bien, dijo Evaristo, la trama es el desarrollo mismo, no está mal.

Josefina con entusiasmo, le dijo al Master, que ella quería colaborar en esos relatos.

Y Ella lo miró con ternura y le dijo:

-Vos, siempre quisiste escribir una novela.

(Continuará)

Capítulo I de la novela "El sexo del amor"
Autor Miguel O. Menassa

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Miguel Oscar Menassa
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