Sumario

PATOLOGÍAS DE
FIN DE SIGLO
Buenos Aires, 1998

Patologías de fin de siglo (I)
Patologías de fin de siglo (II)
 
¿Estoy fóbico?
Trastornos del sistema inmune. Alergias y enfermedad inflamatoria intestinal

Cuando falla la “policía celular” sistema inmune y cáncer

¿Dónde está la memoria? (II)
Los hijos ¿Un reflejo de los padres?
La importancia de los talleres de escritura en la formación de psicoanalistas
Las producciones de lo inconsciente. Lo inconsciente
 
Sobre las relaciones de pareja
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LOS HIJOS
¿UN REFLEJO
DE LOS PADRES?

Una de las tareas más complejas a las que se enfrentan los padres es la educación de los hijos. Se trata de algo nuevo, distinto a todo lo conocido, una labor para la que no han recibido formación y que nada tiene que ver con haber sido hijos. Este último punto es muy importante, ya que son muchos los padres que de manera "natural" trazan, para la educación de sus hijos, un camino conocido por ellos, es decir, les imponen las mismas acciones que ellos mismos han llevado a cabo en su educación o, por el contrario, evitan para sus hijos las situaciones que ellos mismos sienten haber vivido de manera dramática o impositiva.

El exceso de cariño con los hijos puede ser la manifestación de una reviviscencia y una reproducción del propio narcisismo de los padres, abandonado mucho tiempo atrás. Esta situación tan común, y tan poco beneficiosa, puede provocar en el futuro hombre trastornos que le impidan llevar a cabo, de forma independiente, su vida.

La hiperestimación que se escenifica en la relación filial, donde se atribuyen al niño todas las perfecciones (atribución, en muchos casos, muy alejada de la realidad) hace a los padres ciegos ante los defectos que el niño tiene. Defectos que no son ni malos ni buenos, son cualidades del desarrollo del cachorro humano que ha de transformarse en un hombre o en una mujer, semejante pero diferente a todos los otros hombres y mujeres.

También existe la tendencia, en algunos padres, a negar u obviar para el niño todas las conquistas culturales, atribuyéndose ellos, como progenitores, los logros que los pequeños van adquiriendo en la realidad. Escuchamos frases como: “Mi niño es el más listo”, “Mi hijo es el que mejor juega” o “Mi pequeño lo hace todo bien”. El "mi" que se repite insistente no es otra cosa que una clara manifestación narcisista, donde "yo" es lo más significativo de los logros del hijo. Es decir, el niño es como una prolongación de los padres donde se satisfacen aquellas aspiraciones de la infancia. De esta manera, en muchos casos, hallamos en los defectos de los hijos un fracaso de los padres, fracaso sentido como una gran decepción por los mismos. Esta situación nubla la mirada de los padres, debido a la herida narcisista que se genera. En estos casos, puede ocurrir que el progenitor o los progenitores se alejen de la educación de los hijos, haciendo responsables a los educadores, a los amigos, a otras relaciones en general, excluyéndose radicalmente de toda responsabilidad, ya que, si se responsabilizan, pueden ver en los errores de sus hijos, sus propios errores, sus propios defectos, destellos de su propia imperfección, característica innata de los seres humanos,es decir, su cualidad de mortales.

Se atribuye, en todos los casos, a los niños una vida más fácil que a los padres, cosa que es sencilla de observar desde el conocimiento y desarrollo adulto. El adulto tiene herramientas de las cuales nada sabe el infantil sujeto y, por tanto, al no tener acceso a dicho conocimiento y desarrollo, no puede ser puesto en acto. Es decir, los adultos sufren sus complejidades pero también tienen habilidades de las que los niños carecen a la hora de abordar su vida.

A pesar de la ausencia de preocupaciones, tales como la enfermedad, la muerte, la renuncia, el placer y la limitación de la propia voluntad por las leyes de la naturaleza o por la sociedad misma, el niño no vive ajeno a dichas complejidades, son muchas las situaciones que se le presentan como nuevas y que tiene que aprender a manejar.
A la nueva realidad que se le impone constantemente al niño, tanto exterior como interiormente, le añadimos la imposición de los progenitores de realizar los deseos incumplidos por ellos mismos, por ejemplo, la exigencia de que se convierta en un gran hombre, en el héroe que el padre no llegó a ser o, en el caso de la mujer, de conseguir un hombre para su vida que se asemeje a un príncipe (deseos ambos, de todo hombre y toda mujer). Lo único que se persigue con tal actitud de los padres es la de ser, de alguna manera, inmortales en los logros de sus hijos, pero ¿hasta qué punto esta situación con los hijos no es sino una actitud egoísta? Egoísmo donde lo importante no es permitir y transmitir una educación a los hijos que les haga independientes y posibilite su desarrollo más allá de la existencia de sus padres, sino una actitud narcisista que incremente la falsa estimación del yo de los padres, negando así su propia mortalidad y haciéndoles creer a sus hijos que ellos son perfectos, creencia que, claramente, perjudica la evolución y desarrollo del niño que, tarde o temprano, habrá de relacionarse con una sociedad restrictiva, civilizadora.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2492)

 

El amor de los padres, en ocasiones tan conmovedor pero tan infantil, en el fondo, no es sino una resurrección del narcisismo de los padres, que se pone de manifiesto, de forma egoísta, en el amor puesto sobre los hijos.

Una vez que el niño nace, la función de los padres es procurarle alimentos y cuidados, los necesarios para su crecimiento, lo cual implica una educación a su medida, no a la media de los progenitores. Una vez satisfechas las necesidades básicas de los hijos, han de ser entregados al mundo, para que hagan su propio camino.

Magdalena Salamanca
Psicoanalista
630 070 253
magdalenasalamanca@gmail.com
www.magdalenasalamanca.com

LA IMPORTANCIA DE LOS TALLERES DE ESCRITURA EN LA FORMACIÓN
DE PSICOANALISTAS

II

En la fantasía se juntan los tres factores temporales que rigen nuestra actividad representativa: la labor anímica se enlaza a una impresión actual que despierta uno de los grandes deseos del sujeto, y regresa a un recuerdo donde quedó insatisfecho ese deseo. Crea una situación para el futuro donde ese deseo se realiza.

"El pretérito, el presente y el futuro aparecen como engarzados en el hilo del deseo, que pasa a través de ellos", dice Freud.

El poeta hace lo mismo que el niño que juega: crea un mundo fantástico y lo toma muy en serio, esto es, se siente íntimamente ligado a él, aunque sin dejar de diferenciarlo resueltamente de la realidad. Mucho de lo que, siendo real, no podría procurar placer ninguno, puede procurarlo como juego de la fantasía, y muchas emociones penosas en sí mismas pueden convertirse en una fuente de placer para el auditorio del poeta. Éste es el mecanismo.

Aprendemos a hablar generalmente en la familia, casi sin darnos cuenta, pero podríamos afirmar que el primer gran reto, vital, de todo humano es aprender a leer y escribir. Y solemos creer que ya sabemos hacerlo cuando reconocemos y traducimos los signos escritos y podemos juntar las letras en un papel, formando palabras y frases coherentes.

Pero es ahí, cuando sabemos manejar el instrumento (lectura y escritura), cuando realmente empieza la aventura.

Es corriente de opinión en nuestros días, la idea de que el escritor nace escritor, que en su información genética figura la capacidad o habilidad para el ejercicio de esa actividad.

Del mismo modo, no se pone en cuestión la musa, la inspiración divina que, caprichosamente, elige a algunos (muy pocos) para depositar su arte, su maestría inalcanzable.

Ambas ideas limitan peligrosamente el ejercicio mayoritario del derecho de todo humano a una forma de expresión tan "natural" como el habla.

Ante ello, el sujeto de a pie (todos lo somos frente a LA ESCRITURA) es el primer y más duro censor de esas líneas, tímidas, secretas, que inevitablemente necesitó escribir en algún momento.

"Es una tontería", "son muy malos" o "escribo para mí" son respuestas usuales, aprendidas sin rebelión y hasta parecería que queda bien pronunciarlas.

Bajo esta aparente modestia se oculta una negación de la idea de trabajo, con su materia prima, su elaboración y su producto final. Pensar la escritura como trabajo permite romper los moldes clásicos de tener o no tener, ser o no ser desde el principio.

En esa dirección, el taller de escritura posibilita la producción de materiales impensables para el sujeto aislado. Es entre otros donde se mueve el deseo, donde los escritos pasan de ser objetos despreciados a creaciones grupales y, por tanto, sociales.

La lectura amplía el imaginario. Nos permite conocer mundos a los que no tendríamos acceso material de otra manera.

Nos permite vivir experiencias, vidas que no sabíamos siquiera que existieran. Acceder a pensamientos que nos muestran otras maneras de enfrentar la realidad. Al tener más instrumentos, dispongo de otras respuestas, la realidad se modaliza.

Y es que el ser humano sólo puede imaginar las cosas cuyas palabras conoce. Es una regla sencilla: más palabras, más vida. Nuevas combinaciones de palabras: otra vida.

Con el imaginario ampliado, la escritura permite que pongamos en juego nuestra fantasía, y todo lo que eso implica. Que sea ella quien dirija las manos hacia esos lugares deseados, aunque desconocidos, dándoles materialidad y existencia. El resultado es siempre sorpresivo porque produce combinaciones de las que el sujeto nada sabía y eso, indudablemente, hace crecer.

Son las dos caras de una misma moneda, el proceso creativo, porque, sin una lectura previa, hay muy pocas posibilidades de escribir.

La literatura, por tanto, es una experiencia donde el texto, esa creación que antes no existía, modifica tanto al emisor (el escritor) como al receptor (el lector). El proceso creativo modifica la mirada del sujeto sobre el mundo. Y esto es muy importante, sobre todo si se trata de la formación de psicoanalistas.

Carmen Salamanca Gallego
Coordinadora de talleres de escritura.
Gerente de la Editorial Grupo Cero
662 149 082
redaccion@las2001noches.com

 

LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO