Sumario

PATOLOGÍAS DE
FIN DE SIGLO
Buenos Aires, 1998

Patologías de fin de siglo (I)
Patologías de fin de siglo (II)
 
¿Estoy fóbico?
Trastornos del sistema inmune. Alergias y enfermedad inflamatoria intestinal

Cuando falla la “policía celular” sistema inmune y cáncer

¿Dónde está la memoria? (II)
Los hijos ¿Un reflejo de los padres?
La importancia de los talleres de escritura en la formación de psicoanalistas
Las producciones de lo inconsciente. Lo inconsciente
 
Sobre las relaciones de pareja
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CUANDO FALLA
LA “POLICÍA CELULAR”
SISTEMA INMUNE
Y CÁNCER

La relación entre el cáncer y el estado de ánimo ha sido sugerida desde la antigüedad. Ya Hipócrates hablaba de la asociación entre las personalidades melancólicas y el cáncer. Galeno, en la misma línea, pensaba que las mujeres melancólicas eran más vulnerables al cáncer que las mujeres de temperamento sanguíneo.

Lo que hizo pensar a los científicos que existía una relación entre la depresión y la inmunodepresión fue la existencia en pacientes con enfermedades como el cáncer de una depresión psíquica que coexistía con una inmunodepresión.

Los pacientes con cáncer tienen una inmunodepresión, de tal manera que tienden a hacer enfermedades oportunistas (producidas por microorganismos que raramente causan infección en sujetos inmunocompetentes). Algunos cánceres se sospechan y diagnostican porque acontece una enfermedad extraña en pacientes inmunocompetentes, pero que no es excepcional en los pacientes inmunodeprimidos.

Esta vía de pensamiento, donde se relaciona la depresión con la inmunodepresión, ha sido trabajada por la Psiconeuroinmu-nología. Aislando in vitro, en laboratorio, células de pacientes deprimidos se ha observado una disminución de la función de las células del sistema inmune.

Para el médico no acostumbrado a las teorizaciones psicoanalíticas la depresión sería el resultado de comunicar al paciente una mala noticia, sería lo que se denomina depresión reactiva. Primero cáncer (orgánicamente determinado en un modelo multifactorial: virus, radiaciones, sustancias químicas como el tabaco o tóxicos industriales, etc., y la mayoría de las veces de causa desconocida), y secundariamente al diagnóstico de una enfermedad asociada con la muerte temprana, la depresión. Con la inmunodepresión sucede lo mismo, se postula que es primero el cáncer y después el cáncer produce una inmunodepresión. Sin embargo, lo que se postula en esta comunicación, es que la depresión psíquica y la inmunodepresión, son previas al desarrollo del cáncer.

¿Por qué vía la inmunodepresión conduce al desarrollo del cáncer? Hemos visto que una de las funciones del sistema inmune es la inmunovigilancia, es decir, la detección por el sistema inmune de células que han sufrido alguna mutación en su proceso de multiplicación celular (acontecimiento frecuente en el organismo), y una vez reconocidas, su destrucción, ya que algunas de estas mutaciones tienen como resultado un crecimiento desenfrenado que no responde a la regulación establecida para el crecimiento celular, dando origen al desarrollo de tumores.

La depresión se caracteriza psíquicamente, entre otras cosas, por la inhibición de todas las funciones (anorexia, insomnio...). Esta disminución de las funciones propia del estado depresivo parece extenderse a la función de vigilancia del sistema inmune. Un sistema inmune deprimido es incapaz de cumplir su función de inmunovigilancia y será, por tanto, permisivo con las células mutadas.

No obstante, hemos de señalar que el fallo de la inmunovigilancia, es condición necesaria pero no suficiente para la producción del cáncer. Además de un sistema inmune deprimido, hay una célula mutada, y en la mutación celular intervienen también otros factores psíquicos y físicos que escapan a los límites de esta comunicación.

Con este nuevo modelo, que incluye como instrumento de pensamiento el psicoanálisis, se postula que tanto la inmunodepresión como la depresión psíquica son el mismo proceso, dos facetas, dos caras de lo mismo: la cara orgánica y la cara psíquica. Un mismo sujeto que enferma su psiquismo y su cuerpo, puesto que psiquis y soma son como una banda de Moebius (que aparentemente posee dos caras, pero en realidad es una, exterior e interior de la banda se continúan sin solución de continuidad), diferentes pero inseparables.

Según esta nueva concepción, la depresión y la inmunodepresión estarían en la etiopatogenia, en la base, de la producción de la enfermedad. Por tanto, tenemos una etiología de determinadas enfermedades orgánicas y tenemos un tratamiento que evita su desarrollo: el psicoanálisis. En el otro pensamiento, tenemos una enfermedad, la mayoría de las veces, de causa desconocida por lo que no se puede aplicar un tratamiento preventivo eficaz y lo único que podemos hacer, que no es poco, es actuar sobre la enfermedad orgánica ya establecida (cirugía, quimioterapia, radioterapia, etc.).

Esto nos permite ver alguna luz en el sentido de que el tratamiento de la depresión tendría repercusión directa sobre el desarrollo o no de ciertas enfermedades orgánicas (puesto que evitaría la inmunodepresión que las precede) de esta manera podemos pensar que el tratamiento psicoanalítico de la depresión, no sólo trata y cura la depresión, sino que previene el desarrollo de enfermedades orgánicas en ese sujeto. Además de esta faceta preventiva, es un arma terapéutica eficaz para los pacientes que ya han desarrollado un cáncer, se ha visto, entre otros beneficios, que los pacientes en análisis toleran mejor la quimioterapia, sufriendo menos efectos secundarios y soportando dosis más altas.

Alejandra Menassa de Lucia.
Psicoanalista.
Médico Especialista en Medicina Interna
653 903 233
alejandramenassa@live.com
www.alejandramenassa.com

¿DÓNDE ESTÁ LA MEMORIA?

II

“Son mentiras las formas. Sólo existe
el círculo de bocas del oxígeno.
Son mentiras los aires. Sólo existe
una cunita en el desván
que recuerda todas las cosas.”
Federico García Lorca.

El sujeto tiene ojos hacia dentro y hacia afuera. Lo que conoce del mundo exterior, lo conoce del mundo interior, en lo que sabe. Violadas las leyes de la racionalidad se confunde el territorio con un lecho nupcial, a la medida de sus prejuicios.

La cunita se mece y atrapa un niño. Un niño sin llanto llorando.

Al efecto propio de las representaciones reprimidas se suman afectos desplazados que recuerdan lo vivido, en lo no vivido. Me gesto en la memoria un tránsito de destino imposible: la huella de percepción, encubridor de lo que nunca fue, sino como sido.

Los recuerdos encubridores de impresiones y pensamientos enlazados a otros pensamientos por relaciones simbólicas, metáfora verdadera del yo, desplazado y condensado, confunden lo posible como hombre y lo imposible como hecho.
El yugo de sus cosas, se distrae con la propia vida del sujeto, en el trabajo de hacer la comida, la educación de los hijos, las lecturas imaginarias, el número de veces que va al baño.

Vivir lo que se dice vivir… aún negados, vivían en el desván en que artículos y verbos se atacaban con gracia e ironía.

Ser mortal para los recuerdos, lo que se dice, abarcable en el abismo del idioma, limita por el decir, la mutabilidad.

Si se olvida fue reprimido. A menudo, un encuentro con el abismo. ¿Recordar la variabilidad de los casos, del bien y del mal, inversor aplastante y pulsación maldita del alma? Un ventrículo hacia la nada, hambriento de palabras sin cuerpo, inoportunamente vacío por el vientre de la noche, con figuras alternas, sin destino.

Un náufrago alucinógeno
del futuro
cantando a la libertad.
Caminando.
Bailando
Gritando
Sedado por la razón.

Historias de hombres para sueños. Deseos como la resistencia del muerto que habla, desde el abismo de las palabras, atadas a lo humano y lo inhumano. Si no fuese guerra no sería paz, decía la memoria enamorada. Vértices inabarcables que escribieron la bondad del niño que va a dormir al exilio, hasta las rodillas de la noche.

Gozo por el espejo la trayectoria en que los héroes cobran sentido.

La recompensa se mide en lágrimas de oro.

Apunta su corazón, distinto de mí, a las profundidades de la habitación donde se construyen alternativamente un cielo azul, una cárcel, las palomas muertas en el incendio de los cuadros.
Hay estruendo de los dos. Si no ella, que engaña contra el viento del mediodía la ligereza impregnada de la sangre, o yo, confundiríamos los abanicos con la tradición.

¿Puede uno querer la nada con tan poco?

La velocidad sopla barbaries diminutas
¡Qué vacío tan grande en las encías!
Comandancia de insectos baratos
como bueyes
que arrastran la ciudad.
Saltamontes de muerte
también diminuta
viajando aerostático.

Una risa tan grande que cae desde el presente.

Virginia Valdominos
Psicóloga Psicoanalista
664 222 008
virginia.valdominos@gmail.com
www.virginiavaldominos.com


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2493)

 

LA REVISTA DE PSICOANÁLISIS DE MAYOR TIRADA DEL MUNDO