Sumario
Clase inaugural al
Seminario
Sigmund Freud
VII Convocatoria
Transmisión en psicoanálisis (I)
Transmisión en psicoanálisis (II)
Transmisión en psicoanálisis (III)
Transmisión en psicoanálisis (IV)
Transmisión en psicoanálisis (V)
 
Sobre las relaciones de pareja
 
Análisis de la fobia de un niño de cinco años. Caso "Juanito"
 

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ANÁLISIS DE LA FOBIA DE UN NIÑO
DE CINCO AÑOS
CASO “JUANITO”
1909

Viene de Extensión Universitaria nº 149

Pero el magno acontecimiento en la vida de Juanito es el nacimiento de su hermanita Hanna teniendo él exactamente tres años y medio (octubre de 1906). Su conducta en esta ocasión fue inmediatamente anotada por el padre:

“A las cinco de la mañana siente mi mujer los primeros dolores, y Juanito es trasladado en su camita a una habitación contigua. A las siete despierta, oye los quejidos y pregunta: “¿Por que tose mamá?” Y después de una pausa: “Hoy viene seguramente la cigüeña.”

En los últimos días le habíamos dicho que la cigüeña nos iba a traer pronto un niño o una niña, y Juanito enlaza exactamente los quejidos inhabituales con la venida de la cigüeña.

Más tarde se lo llevan a la cocina. Al pasar por la antesala ve el trousseau del médico y pregunta: “¿Qué es eso?” Le responden: “Un maletín.” Y vuelve a asegurar, convencido: “Hoy viene la cigüeña.” Después del parto, la comadrona va a la cocina y encarga que hagan una taza de té. Juanito lo oye y dice: “Mamá tose, y por eso le dan té.” Le llevan luego a la alcoba; pero en lugar de mirar a su madre, contempla una palangana medio llena aún de agua sanguinolenta, y dice extrañado: “Yo no echo sangre por la cosita.”

Todas sus palabras demuestran que relaciona con la cigüeña aquella situación inhabitual. Lo observa todo con aire desconfiado. Indudablemente se ha afirmado en él la primera desconfianza contra la historia de la cigüeña.

Juanito se muestra luego muy celoso de la nueva hermanita, y cuando alguien la alaba en su presencia, objeta en el acto con acento de burla: “Pero no tiene dientes”756.. Cuando la vio por vez primera, le sorprendió mucho que no pudiese hablar, y se figuró que era porque no tenía dientes. Durante los primeros días pasó, naturalmente, muy a segundo término. De pronto cayó enfermo de anginas. En la fiebre se le oía decir: “No quiero ninguna hermanita.”

“Al cabo de medio año desaparecieron, ya dominados, sus celos, y se convirtió en un hermano tan cariñoso como consciente de su superioridad.757

Cuando la recién nacida tenía ya unos ocho días, Juanito presenció cómo la bañaban. Observó: “¡Qué pequeña tiene la cosita!” Y añadió luego a guisa de consuelo: “¡Ya le crecerá cuando sea mayor!”758

A la misma edad, tres años y nueve meses, nos ofrece Juanito su primer relato de un sueño: “Hoy, mientras dormía, he creído que estaba en Gmunden con Maruja.”

Maruja es una hija del dueño de nuestra residencia veraniega en Gmunden. Una niña de tres años que jugó con él varias veces.

Poco después, cuando su padre relata a su madre el sueño en presencia suya, observa Juanito, rectificándole: “No con Maruja, sino solo, completamente solo, con Maruja.”

A este respecto ha de hacerse observar lo siguiente: “Juanito pasó el verano de 1906 en Gmunden, donde andaba todo el día de un lado para otro con los hijos del dueño de la casa. Cuando dejamos Gmunden creíamos que la despedida y el traslado a la ciudad le serían penosos. Para nuestra sorpresa, no fue así. Se vio claramente que la variación le agradaba, y durante algunas semanas habló muy poco de Gmunden. Sólo después comenzaron a emerger en él con cierta frecuencia recuerdos vivamente coloreados del tiempo que había pasado en aquella localidad. Desde hace, aproximadamente, un mes transforma ya tales reminiscencias en fantasías. Fantasea estar jugando con los niños Berta, Olga y Federico; habla con ellos como si estuvieran presentes y se entretiene así horas enteras. Ahora que le han traído una hermanita y se encuentra evidentemente preocupado por el problema de cómo se tienen los niños, llama a Berta y a Olga sus niñas, y en una ocasión añade: “También a mis niñas Berta y Olga las ha traído la cigüeña.” El sueño, acaecido seis meses después de nuestra partida de Gmunden, debe interpretarse indudablemente como expresión de un deseo de volver a Gmunden.”

Hasta aquí el padre. Por mi parte haré constar que Juanito, con sus últimas manifestaciones sobre sus hijitas, a las que también habría traído la cigüeña, contradice abiertamente una duda latente en su interior.

Por fortuna, el padre hubo de anotar muchas cosas que luego llegaron a adquirir significación insospechada. Por ejemplo:

“Para entretener a Juanito, que en la última temporada ha ido varias veces al jardín zoológico de Schönbrunn, le dibujo una jirafa. Me dice: “Píntale también la cosita.” Le respondo: “Píntasela tú mismo.” Juanito agrega a mi dibujo un breve trazo (véase la figura adjunta), al que luego agrega otro, observando: “La cosita es más larga.”

Paso con Juanito junto a un caballo que está orinando. Me dice: “El caballo tiene la cosita abajo, como yo.”

Ve bañar a su hermanita de tres meses y dice con acento compasivo: “Tiene una cosita muy chiquituca.”

Le dan una muñeca. La desnuda, la revisa minuciosamente y dice: “Esta si que tiene pequeña la cosita.”

Ya sabemos que esta fórmula le ha hecho posible no renunciar a su anterior descubrimiento inductivo.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3310)

 


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3311)

Todo investigador está expuesto a equivocarse alguna vez, y en tal caso siempre le servirá de consuelo poder disculparse, como Juanito habría podido hacerlo en el caso siguiente, alegando no ser el único en errar y haber seguido simplemente los usos del lenguaje. Así, Juanito, al ver en un libro de estampas dos monos, señala la cola de uno de ellos y dice a su padre: “Mira, papá: la cosita del mono” 759

El interés que le inspira la cosita le lleva a imaginar un juego especialísimo. “Al lado del retrete hay una leñera oscura. Desde hace algunos días Juanito entra repetidamente en la leñera diciendo: “Voy a mi retrete.” En una de estas ocasiones me asomo a la leñera para ver lo que hace en aquel oscuro chiscón. Exhibe su órgano genital y dice: “Estoy haciendo pipí.” Juega, pues, a ir al retrete. Es indudable que se trata de un juego, pues no sólo se limita a fingir el acto de la micción sin realizarlo efectivamente, sino que, en vez de entrar en el retrete, cosa mucho más sencilla, prefiere la leñera, a la cual llama su retrete.”


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D3309)

Seríamos injustos con Juanito si persiguiésemos tan sólo los rasgos autoeróticos de su vida sexual. Su padre nos comunica minuciosas observaciones referentes a sus relaciones eróticas con otros niños, de las cuales resulta, como en el adulto, una elección de objeto, deduciéndose también ciertamente de ellas una singularísima volubilidad y una intensa disposición poligámica.

“Durante el invierno (a los tres años y nueve meses) llevo a Juanito a la pista de patinaje sobre el hielo y le hago trabar conocimiento con las hijas de N., uno de mis colegas, dos niñas de unos diez años. Juanito se sienta a su lado. Conscientes de la superioridad que supone su edad avanzada, apenas se dignan posar sus ojos en aquel muñeco que las contempla con respetuosa admiración. A pesar de todo, Juanito, al referirse luego a ellas, dice constantemente mis niñas. ¿Dónde están mis niñas? ¿Cuándo vienen mis niñas?” Y durante semanas enteras me persigue en casa con la pregunta: “Cuándo me llevas otra vez a la pista de hielo a ver a mis niñas?”

Un niño de cinco años, primo de Juanito, viene a visitarlo. Juanito (cuatro años) le abraza cariñosamente una y otra vez y le dice una de ellas: “¡Cuánto te quiero!”

Es éste el primer rasgo de homosexualidad que hallamos en Juanito. No será el último. Nuestro pequeño sujeto parece ser realmente un dechado de todas las maldades.

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756 Otra reacción típica. Otro niño, sólo dos años mayor que su hermanito recién nacido, exclamaba despreciativamente en análogas circunstancias: “¡Es muy pequeño! ¡Demasiado pequeño!”

757 Otro niño dio la bienvenida a un hermanito con las siguientes palabras: “Decidle a la cigüeña que se lo lleve otra vez.” Cf. lo expuesto en La interpretación de los sueños sobre aquellos sueños que nos fingen la muerte de familiares muy queridos.

758 Igual juicio expresado con palabras idénticas y seguido de la misma esperanza, me ha sido referido de otros dos niños que lo habían emitido la primera vez que les fue dado contemplar desnuda a una hermanita suya. Semejante perversión prematura del intelecto infantil podría espantarnos. ¿Por qué estos investigadores infantiles no hacen constar sencillamente lo que ven; esto es, la falta absoluta de la “cosita”? En el caso de Juanito podemos dar una explicación plenamente satisfactoria de su defectuosa percepción. Sabemos que un minucioso proceso inductivo le ha llevado a la conclusión de que todo ser animado posee, en contraposición a lo inanimado, una “cosita”. Su madre hubo de robustecer en él esta convicción con sus datos afirmativos sobre aquellas personas que escapaban a su propia observación directa. Se le hace así imposible renunciar a sus conclusiones por la observación de la contextura de su hermanita. Juzga, pues, que también ella posee una “cosita”, sólo que aún muy pequeña, pero que irá creciendo hasta hacerse tan grande como la de un caballo.

Todavía podemos hacer algo más para justificar a nuestro pequeño sujeto. En realidad, no se conduce peor que un filósofo de la escuela de Wundt. Para tal filósofo, la conciencia es un carácter constante de lo anímico, del mismo modo que la “cosita” es para Juanito atributo indispensable de todo lo animado. Pues bien: cuando el filósofo tropieza con procesos psíquicos cuya existencia se le impone, pero en los que no se advierte la menor huella de conciencia, no dice que sean, por ejemplo, procesos psíquicos insconscientes, sino que los denomina semi-conscientes.

¡La cosita es todavía muy pequeña! La comparación es incluso ventajosa para nuestro Juanito, pues, como constantemente sucede en las investigaciones sexuales de los niños, su error encubre un descubrimiento plenamente exacto. En efecto, la niña posee también una “cosita” análoga a la suya, aunque más pequeña, el clítoris, sólo que en lugar de crecer permanecerá siempre atrofiada. Ver mi corto ensayo “Teorías sexuales infantiles” (1908).

759 “Cola” es una de las múltiples designaciones del pene.

Sigmund Freud
De “Obras completas”

 

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