|
FUNCIONAMIENTO
DEL
SISTEMA DE PROTECCIÓN
DEL ORGANISMO CONTRA
AGENTES EXTERNOS:
SISTEMA INMUNE |
El término
inmunidad deriva de la palabra latina "inmunitas",
que se refiere a la exención de diferentes deberes
cívicos y procesos legales que se ofrecía
a los senadores romanos mientras permanecían en
sus cargos. En Medicina inmunidad significa protección
frente a la enfermedad, más específicamente,
frente a las enfermedades infecciosas.
El sistema inmune cuenta con diversos mecanismos para
defenderse de las amenazas exteriores, estos incluyen:
- La inmunidad inespecífica, natural, innata o
nativa: las barreras físicas (piel y mucosas),
las células fagocitarias y los eosinófilos
de la sangre y los tejidos, un tipo de linfocitos llamados "células
agresoras naturales" (NK, natural killer) y diversas
proteínas.
- La inmunidad adquirida o específica: Estos mecanismos
son inducidos o estimulados por la exposición
a sustancias extrañas (antígeno), son exquisitamente
específicos y aumentan en magnitud o capacidad
defensiva con cada nueva exposición al antígeno,
es decir, tienen memoria. La célula clave de esta
respuesta inmune es el linfocito T y B.
Cuando una sustancia extraña a nuestro organismo
(antígeno) penetra en el mismo, el sistema inmune
se encarga de detectarla y destruirla. Esta misión
se lleva a cabo teniendo en cuenta que no se debe actuar
contra aquello que le es propio a cada uno, fenómeno
llamado de tolerancia.
Un sistema inmune competente, por tanto, se caracteriza:
- Por su capacidad tanto para reconocer y destruir sustancias
extrañas, potencialmente nocivas.
- Por identificar como propios aquellos tejidos y células
que le pertenecen, es decir la capacidad de discriminar
lo propio y lo no propio, para no atacar lo propio (reconocimiento/discernimiento).
- Reconocer las células tumorales (células
con una mutación que propicia el desarrollo de
tumores) del propio sujeto y eliminarlas, fenómeno
conocido como inmunovigilancia.
El desarrollo del sistema inmune es un proceso progresivo
desde el período de recién nacido hasta
el fin del período escolar. Durante los 3 a 5
primeros años de vida los niños pueden
presentar infecciones bacterianas ocasionales y hasta
6 episodios anuales de infecciones respiratorias altas
de etiología viral, lo que se puede incrementar
aún más por la asistencia a la guardería
o por la presencia de hermanos que acuden a la guardería
o al colegio. El sistema inmune se produce, y lo hace
en continua interacción con el mundo exterior.
La capacidad de reconocimiento-discernimiento se genera
durante su formación como sistema, proceso que
comienza en las células hematopoyéticas
pluripotenciales de la médula ósea y continúa
en órganos de maduración linfoide. Las
células potencialmente reactivas frente a antígenos
propios (linfocitos autorreactivos) son eliminadas y/o
inactivadas durante fases tempranas del desarrollo.
No obstante en el adulto y en condiciones normales existen
linfocitos autorreactivos en pequeñas cantidades.
El sistema se encargaría de controlar y conseguir
la falta de respuesta de estas células mediante
mecanismos centrales (en el timo) y periféricos
(en tejidos periféricos) que mantienen la tolerancia
y que consisten en:
1. Mecanismos centrales, el más importante de
ellos es:
La delección clonal: El mecanismo responsable
de ésta es la apoptosis (o muerte celular) de
los timocitos autorreactivos.
2. Mecanismos periféricos, entre los que se encuentra,
por ejemplo:
La anergia clonal ocurre frecuentemente en los tejidos
periféricos y consiste en la incapacidad de respuesta
por parte del linfocito una vez este ha sido estimulado
por su antígeno específico.
Cuando fallan estos mecanismos de regulación de
las células autorreactivas, surgen fenómenos
de autoinmunidad.
Alejandra
Menassa de Lucia
Psicoanalista
Médico Especialista en Medicina Interna
653 903 233
alejandramenassa@live.com
www.alejandramenassa.com
 |
UN ACERCAMIENTO
PSICOANALÍTICO
A LOS TRASTORNOS
DE LA INMUNIDAD |
Las alteraciones de la inmunidad producen
una gama muy amplia de enfermedades con afectación
sistémica, desde las alergias, donde el sistema
inmune responde inadecuadamente, reconociendo como nociva
a una sustancia que no lo es y reaccionando exageradamente
frente a ella, hasta el cáncer, donde el fallo
de la inmunovigilancia tiene un impacto directo en el
desarrollo de la enfermedad tumoral, pasando por la autoinmunidad,
donde el sistema reacciona atacando lo propio, el propio
cuerpo.
Además de la implicación
del sistema inmune en las enfermedades autoinmunes, tanto
sistémicas (lupus eritematoso sistémico,
artritis reumatoide, esclerodermia) como órgano-específicas
(tiroiditis autoinmune, hepatitis auto inmune y otras),
en las inmunodeficiencias congénitas y adquiridas
(SIDA), en las reacciones alérgicas y en el cáncer,
se está investigando el papel de este sistema
en enfermedades que afectan a un porcentaje importante
de la población, como el infarto de miocardio,
donde se han aislado linfocitos activados y macrófagos
en las placas inestables, que son las responsables del
infarto o de la angina de pecho. Así podríamos
seguir agregando una larga lista de enfermedades, como
la diabetes tipo 1, entre otras.
Para algunos autores psicoanalíticos
el sistema inmune es el sustrato de representación
de lo psíquico en el cuerpo. Como ejemplo bastaría
señalar que es excepcional que exista una depresión
psíquica que no se acompañe de depresión
inmunológica. |
Para expresar
esta interacción psiquis-sistema inmune, el
Psicólogo Robert Ader acuñó el
término psiconeuroinmunología a fines
de la década del 70, y en la década de
1980, aparece en el horizonte médico esta nueva
rama de la Inmunología como campo multidisciplinario.
El sistema
inmune es un complejo sistema formado por diversas
estructuras y células dispersas por todo el
organismo. Su función principal consiste en
protegerlo de sustancias extrañas potencialmente
dañinas. Veremos a continuación algunas
de las funciones de este sistema, después sus
alteraciones más comunes, y finalmente un enfoque
psicoanalítico de estas alteraciones.
Pero antes
de proseguir, creemos necesaria una aclaración.
Cuando planteamos la interacción psique-soma,
la planteamos desde un enfoque psicosomático y
psicoanalítico, que debe distinguirse de otro
somatopsíquico. El enfoque somatopsíquico
está en relación con el pensamiento de
que las alteraciones psíquicas son secundarias
a una enfermedad somática, a un padecimiento
corporal.
Describir los fenómenos psicosomáticos
fuera de la transferencia analítica es quedarse
en la descripción fisiológica o en la manifestación
de sus efectos, es decir, en el modo de comportamiento
al que el sujeto es llevado por la presión de
la enfermedad, enmascarando la presión que se
ejerce desde lo psíquico.
Cuando hablamos de psicosomático hablamos de lo
psíquico determinando lo somático. Por
ejemplo: no es que el paciente con cáncer está deprimido
(efecto psíquico) por el diagnóstico de
cáncer (padecimiento somático), sino que
lo que planteamos es que la depresión es previa
y está en juego en la etiología, en la
causa, del cáncer. Lo psíquico estaría
aquí determinando lo somático.
Pilar
Rojas Martínez
Psicoanalista
Médico Especialista en Reumatología y
en Medicina Familiar y Comunitaria
696 194 259
pilar.rojas@wanadoo.es
www.pilarrojas.com
|
DESEAMOS
DESEOS,
NO OBJETOS |
Generalmente
se cree que nuestro deseo, para satisfacerse, busca objetos,
metas, propósitos. Sin embargo, siempre que alcanzamos
algo, lo hacemos para descubrir que nuestro deseo no
se satisface con nada. Siempre que conseguimos algo que
deseábamos, una cuota de tristeza empaña
nuestro logro, revelándonos que no era eso o que
no lo era del todo; que hay que seguir buscando; que
hay que seguir trabajando. El deseo parece desear algo
más que objetos de satisfacción.
Desde el psicoanálisis se dice que sólo nos hacemos humanos si
hay uno que, previamente humanizado, nos permite humanizarnos. La entrada del
sujeto en el lenguaje, el paso que supone renunciar a esa relación privilegiada
con la madre, implica que la madre desee algo más que al pequeño
cachorro humano. Para que el niño a su vez se convierta en sujeto deseante,
la madre tiene que desear a otro objeto diferente del niño, es decir,
al padre, al mundo. Si no desea algo más que al niño que tiembla
en sus brazos, el niño no se hará sujeto del lenguaje, esto es,
no se hará deseante. La ley es la causa del deseo.
La ley del lenguaje es la causa del deseo inconsciente.
Que el psicoanálisis se ocupa del paso que el cachorro animal debe dar
hacia la humanidad, significa que se ocupa del sujeto deseante, del sujeto del
lenguaje, en tanto que la humanización no es otra cosa que su ingreso
en el lenguaje, en el orden simbólico, del Otro.
Por eso, podemos decir que sólo nos hacemos sujetos deseantes si hay uno
que previamente desea y me permite desear. No deseamos objetos, porque nuestro
ingreso en el orden simbólico implica que se desean deseos, en tanto que
la manera en que se constituye mi deseo es a través del deseo de otro.
Así como no podemos confundir la palabra con la cosa que nombra, ni los
productos del inconsciente con lo inconsciente, tampoco podemos confundir el
deseo con sus objetos. El deseo no se reduce a sus objetos, sino que se articula
en una historia de deseos: por su estructura de lenguaje, un significante representa
a un sujeto para otro significante.
Un profesor, uno que enseña o que pretende enseñar, no transmite
sólo conocimientos, sino que transmite principalmente deseo. Para transmitir
algún conocimiento, primero debe transmitir deseo. Sin deseo, los conocimientos
adquiridos se diluyen en el caudal incesante de lo que no llega a hacerse significante.
Sólo aquello que se hace significante para el sujeto, perdura en él
constituyéndolo. Una vez que el sujeto ingresa
en el deseo, puede adquirir cualquier conocimiento.
En "La pregunta por la cosa" Heidegger dice que "el verdadero
maestro se diferencia del alumno únicamente porque puede aprender mejor,
y porque quiere aprender con más propiedad. En todo enseñar quien
más aprende es el que enseña", es decir, que el maestro es
aquel que tiene puesto su deseo de antemano en la tarea que se propone.
Cuando el alumno simplemente adopta aquello que el profesor
le ofrece como conocimiento, no aprende. Si el estudiante
no pone en juego su deseo, si el educador no le ha transmitido
el deseo de tomar por sí mismo lo que estudia, no puede
aprender. Enseñar, añade Heidegger, "no es otra cosa que dejar
aprender a los otros, es decir, inducirse mutuamente a aprender. Aprender es
más difícil que enseñar; pues sólo quien verdaderamente
puede aprender -y sólo mientras puede- es el que verdaderamente puede
enseñar."
Ruy
Henríquez
Psicoanalista
618 596 582
ruyhenriquez@hotmail.com
www.ruyhenriquez.com
«No podemos terminar
con el alma,
sólo podemos curarla»
|
|