Sumario

MIGUEL MENASSA
Facultad de Medicina de Alcalá de Henares
13 de abril de 2011

La transferencia en psicoanálisis (I)
La transferencia en psicoanálisis (II)
Amelia Díez Cuesta
La sexualidad femenina (I)
La sexualidad femenina (II)
La sexualidad femenina (III)
Periodismo de investigación
Avatares de lo sexual
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Sigmund Freud
Inhibición, Síntoma y Angustia (1925-6) (III)
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LA SEXUALIDAD FEMENINA

La sexualidad femenina es algo que nos incumbe a todos y a todas, a cada uno y a cada una, forma parte de la sexualidad de cada uno, no es sólo una cuestión de mujeres, pero es verdad que la manera de hacerse sujeto sexuado, sujeto de la sexualidad es un poco diferente para los hombres que para las mujeres. Si permanecen en esa sexualidad infantil les va a traer problemas; es sólo en el camino que se diferencian no en permanecer como sujetos sexuados.

Hay una frase que dice: sin cuerpo, sin pensar en las relaciones sexuales, todo es fácil para ella, y todo es fácil para él, pero cuando se trata de la heterosexualidad, para todos es complejo.

Lo que es imposible para una mujer es ser una mujer, lo que es imposible para un hombre es ser un hombre. ¿Qué quiere decir eso? Así como uno puede ser presidente de un país, sea hombre o sea mujer, así como puede ser ingeniero, puede ser médico, puede ser físico nuclear, puede ser abogado, puede ser odontólogo, ahí no se pone en juego la sexualidad, excepto que haya una inhibición, una inhibición en el trabajo, una inhibición en la creación, una inhibición en cualquiera de las cuestiones habituales, quiere decir que no tiene problemas con esa cuestión sino con su ser sujeto sexuado. Cuando no tolero las diferencias entre los compañeros, no es que no tolere la diferencia entre los compañeros, es que está presente aquella sexualidad infantil donde el acceso al saber acerca de la diferencia sexual lo hago cada vez y cada vez me turba, me perturba, me inquieta, me produce ciertos trastornos, o me produce cierta rebeldía, o me produce cierto horror.

A veces me horrorizan mis compañeros, me producen cierto horror mis compañeros, me produce cierta rebeldía la diferencia que hay entre mis compañeros y yo, o aparece el desprecio, algo que tiene que ver con el camino que cada uno recorrió para llegar a ser mortal, para llegar a ese hecho que nos constituye como humanos y a la diferencia sexual, cuestiones que son imposible de acceder a ellas. ¿En qué sentido?: que no se termina de ser mortal, que no se termina de aceptar la diferencia sexual, como no se termina de ser mujer ni se termina de ser hombre. Uno termina ingeniería, termina arquitectura, termina medicina, hace un trabajo y lo termina, pero nunca sé exactamente lo que tengo que hacer frente a otro cuando se juega la diferencia sexual.

Ya Freud cuando trabajó teóricamente la teoría sexual, en un texto que llamó "Tres ensayos para una teoría sexual" y dijo, nos diferenciamos los humanos, los seres hablantes que somos los humanos del resto de las especies en que tenemos una sexualidad que acontece en dos fases y un período de latencia entre las dos fases. En la primera fase que se denomina la sexualidad infantil accedemos al significante madre y al significante padre, y accedemos a una pequeña diferencia sexual, por una vía no de la percepción, ni del conocimiento, sino vía significante y por medio de las pulsiones.

Todo se construye en el ser humano, también las pulsiones. Las pulsiones, habrán escuchado hablar, de las pulsiones orales, las pulsiones anales, las pulsiones fálicas, las pulsiones escópicas y las pulsiones invocantes. En el primer tiempo de la sexualidad infantil, para el niño y para la niña, no hay ninguna diferencia sexual, sólo hay pulsión oral, donde se va a hacer la boca, donde va a aprender a recibir, va a aprender a separar el alimento de la madre y a sí mismo del alimento, y va a constituir el goce de la boca, y lo va a hacer justamente cuando pierde el pecho.

Para capturar un objeto primero tenemos que concebir su presencia y su ausencia, donde la ausencia es la forma más fuerte de la presencia. Cuando lo pierdo, más aun, cuando vea a otro niño tomar el pecho me daré cuenta que yo también lo he tomado, pero cuando me separo del pecho, en ese momento, lo vivo, me constituyo la boca, me constituye el saber recibir, el pedir y el que me den. En ese momento, para el niño y para la niña, sólo hay madre y niña, niño, en ese momento niño y niña no mantienen ninguna diferencia sexual, podríamos decir que ambos tienen sexualidad masculina, que en realidad es sin sexo, vamos a decir masculina porque podemos considerar que la primera fase de la sexualidad va a dar la masculinidad y en la segunda fase accedemos a la feminidad, en todos tanto en el hombre como en la mujer.

Hay un antes y un después, después de concebir que existen los órganos genitales. Los órganos genitales tampoco son algo que vamos a acceder a ellos por la visión, son también del orden significante, tiene que connotarse como presencia y ausencia. En un principio sólo vamos a saber de un órgano genital, vamos a creer que las niñas tienen órgano genital masculino. Todos concebimos durante una época que la madre tiene como órgano genital un pene, que niños y niñas, tienen el mismo órgano genital, incluso la primera diferenciación entre animados e inanimados es que unos tienen pene y otros no. Esto es después de las pulsiones orales y las pulsiones anales. ¿En qué sentido? Con las pulsiones anales voy a aprender a dar, va a haber por primera vez otro, en las pulsiones orales no hay otro; no hay otro, en el sentido que yo demando a Otro que ni siquiera sé que existe.

Sólo en la demanda del Otro, cuando el otro me pide, ya es otro nivel; todavía no sé dar lo que no tengo, sólo doy lo que tengo y además lo retengo, es el momento del control de esfínteres, la obediencia y la no obediencia, el orden y el desorden, la obstinación, el desafío, es decir, se va forjando ese placer del erotismo anal, de cada uno, como se ha forjado el placer del erotismo oral de cada uno. Cuando comienza la primera etapa sexual, la primera organización psíquica donde aparece lo sexual, que se llama la fase fálica, donde atribuimos también a la madre un pene como órgano genital, un órgano masculino, el que se ve, lo que es visible. Es como estar en un racionalismo donde sólo creemos en lo que vemos, creemos que una mujer es una mujer, que un hombre es un hombre, no concebimos una ciencia que no sea cuadriculada; si habitamos esa sexualidad infantil concebimos todo del orden de lo visible y hasta lo que no vemos lo suponemos ordenado como lo visible, está todo cuadriculado, no podemos pensar ningún tipo de abstracción.

M.O.M: ¿Lo concebimos así por una argucia de la razón o por una argucia de los Estados o los modos de convivencia?

A.D.: Yo soy propenso por una argucia pulsional, en realidad construimos este tipo de Estados y de modos de convivencia porque somos un poco…

M.O.M.: ¿Cuadriculados?

A.D.: Sí, un poco anales, no hemos llegado socialmente hablando a un nivel de organización que incluya la diferencia sexual. Cuanto más civilizado es un pueblo más ha aceptado la diferencia sexual, porque acepta hombres y mujeres, la existencia de los hombres y de las mujeres, las diferencias sexuales.

M.O.M.: ¿La existencia de hombres y de mujeres o la existencia en mí de un hombre y una mujer?

A.D.: Sí, exactamente, la existencia en mí de un significante hombre y un significante mujer, hace que acepte la existencia de hombres y mujeres en la realidad. En realidad si hay significante mujer siempre está en relación al significante hombre, al significante padre y al significante madre. Este hecho, que nos dice Freud, de constituirse en dos fases es porque en la primera fase voy a constituir el significante padre y el significante madre y, en la segunda fase, la metamorfosis de la pubertad, voy a constituir el significante hombre y el significante mujer. Un significante nunca es aislado, es entre otros significantes, un significante no puede significarse a sí mismo.

M.O.M.: Un humano tampoco.

A.D.: Un humano tampoco, un humano siempre es entre otros humanos. Somos el producto de nuestras relaciones, de hecho si cambiamos de relaciones o de modo de relacionarnos, o si introducimos una nueva relación en nuestra vida… introducimos un psicoanalista en nuestra vida y nos cambia la vida, introducimos un amigo en nuestra vida y nos cambia la vida…

M.O.M.: Un libro, a veces.

A.D.: Introducimos un libro y nos cambia la vida. Una nueva teoría, y nos cambia la vida. Un nuevo significante, digamos.


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2732)


Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2731)

M.O.M.: Nuevas palabras, digamos, porque si no fuera así, no podría ser que los cómicos utilicen más palabras que un periodista.

A.D.: Sí, a veces no entendemos a los cómicos, no capturamos la sutileza o el chiste, en cambio al periodista… Nos tragamos todo. A veces nuestra manera de aprender ciertas palabras nos impide aprender nuevas palabras, porque las damos consistencia y las palabras no tienen consistencia.

M.O.M.: Las únicas palabras importantes, me dijo una persona, son las que aprendí en mi hogar.

A.D.: ¡Ja, ja! De eso quiero hablar hoy, quiero que la sexualidad femenina quede vacía de sentido, vacía de contenido y que no sea atribuida a nadie en concreto. Es vaciarla de consistencia lo que nos va a permitir avanzar e incluir nuevas palabras en nuestra vida, si no es así es muy difícil, si una palabra tiene un sentido muy concreto no la podemos utilizar en ciertas frases, sólo las podemos utilizar en frases determinadas, estamos atrapados en veinte frases y vivimos encarcelados en ellas. No podemos leer un libro nuevo, no podemos conocer un autor diferente, nada diferente, eso que nos decía el doctor Menassa "yo considero palabras sólo aquellas que aprendí entre familiares".

M.O.M.: También leí algún libro, doctora.

A.D.: ¿Cómo? ¡Ja, ja! Bueno, que el doctor Menassa nos aclaraba con un ejemplo. No que al doctor Menassa le pasaba eso. Bueno, el doctor Menassa es el inventor de nuevos sentidos en las viejas palabras. En uno de sus versos dice algo así: Llené el mar de palabras antiguas y hundí el mar. Hay que quitarle los contenidos antiguos a las palabras, hay que quitarle la consistencia, para que la sexualidad femenina sea un aporte a la sexualidad de todos.

Freud escribe Tres ensayos para una teoría sexual, y que es una gran novedad, en 1905; estos textos sobre la sexualidad femenina los escribe más de 20 años más tarde, y nos dice: traigo una novedad que no va a gustar a nadie. Las verdades nunca gustan, no se sabe por qué pero nunca nos gustan… luego nos hacen mucho bien, nos cambian la vida, nos dan una vida mejor, pero… Además tendemos a compararlas, a conocerlas, a comprenderlas, a reducirlas a nuestra comprensión, y eso no es conveniente porque cuando uno reduce un pensamiento a su conocimiento lo va a transformar en otra cosa, hay que dejarlo un poco a la deriva, no hay que entender del todo, no todo, algo. Si entiendo algo no tengo que querer entender más, porque ya si entiendo más lo estropeo. Es el ejemplo del doctor Einstein que le preguntaron acerca de la teoría de la relatividad, él se lo explica y el que preguntaba insistió: no entiendo, y el profesor Einstein volvió a explicar y el que preguntaba seguía sin entender, y así hasta que dice: sí, ahora entiendo. Y Einstein le dijo: bueno, pero eso que usted entendió ya no es la teoría de la relatividad.

Querer entender todo no es la vía del saber, porque no hay todo, la vía del saber es entender algo y esperar a entender lo siguiente cuando corresponda entenderlo. Es como cuando uno está estudiando. Freud tenía esa serenidad, iba trabajando cuestiones que a él también lo cuestionaban, a él también le producían afectos, le afectaban, tampoco le gustaban, pero las toleraba y esperaba, decía: nunca elijo los temas, siempre espero que los temas se presenten a ser trabajados por mí. Y el tema de la sexualidad femenina no se presentó a ser trabajado hasta muchos años después de Tres ensayos para una teoría sexual.

M.O.M.: Eso tiene sentido, todo poeta tiene que vencer la moral con la cual venimos al mundo y por la cual nos inyectan todo lo demás. Freud tuvo que vencer: pequeño, burgués, intelectual y judío. Él, para descubrir lo que iba descubriendo, tenía que encontrarse permanentemente con estos obstáculos ignitos. Contra lo pequeño, lo burgués, lo judío, y también contra lo religioso en general.

A.D.: Y cuantos más obstáculos vences… más fuerte te haces. Además abre la posibilidad de concebir el vacío, de un nuevo concepto, una nueva manera de pensar. No sólo lo lleno, no sólo lo visible…

M.O.M.: El modo de producción también, dentro de las teorías.

A.D.: El modo de producción, el tiempo, el concepto de tiempo.
M.O.M.: Quiero decir que no es excusa que vivamos en una familia tal, no es excusa que tengamos una ideología, tal, que tengamos el miembro viril pequeño ni es excusa que… no hay excusas, Freud mostró que no hay excusas. Lo que iba descubriendo estaba en contra de lo que él pensaba. Y si quiere ver lo que realmente pensaba compare las cartas a Marta, su novia, con los descubrimientos sexuales que hace, él ahí actúa en contra de Sigmund.

A.D.: Eso que las cartas de Freud a su novia son ejemplares, porque trata a su novia como a un humano.

M.O.M.: Sí, pero pensando la diferencia entre el poema y quien lo escribe, yo no puedo pensar que poemas que he escrito los haya escrito, no lo puedo pensar. Esos días, esos poemas, esos momentos científicos, soy atrapado por las ciencias, por la poesía, que son más grandes que yo. Burgués e intelectual, no quiere decir comer bien, ni quiere decir tener un buen trabajo, ni provenir de una buena familia, es un modo de pensar que los Estados actuales necesitan y fundamentan.

A.D.: ¿Es una ideología?

M.O.M.: Es un modo de pensar, porque estar en contra de disciplinas científicas, más allá del alcance que tengan, ponerse en contra desconociéndolas, eso habla de que no estamos dominados por seres inteligentes, estamos dominados por ideologistas.

A.D.: Pero es para mantener a la madre fálica, porque mantener la sexualidad masculina y la femenina, mantenerla vigente como inferior o superior, o como variantes estereotipadas.

M.O.M.: Yo doy un paso más, si yo trabajo de día está muy bien que discrimine el día y la noche, pero si yo no trabajo ni de día ni de noche no tengo por qué tener marcadas esas diferencias.

A.D.: Si no se mantienen relaciones no tengo por qué discriminar las diferencias. Y las diferencias son complejas. Tengo que tener discriminado que padre, madre, hombre y mujer, son diferentes, porque cuando yo no separo mujer de madre… no es que me parezcan horribles las mujeres, es que me parece horrible que mi madre no tenga pene y lo desplazo a las mujeres, y no es que tenga problemas con las mujeres, tengo problemas con la madre, y a la mujer le pasa lo mismo.

M.O.M.: Lo interesante es mostrarle a la gente que en la misma persona acontece que por la mañana iría al colegio como un niño de 4 años, de una manera espléndida, maravillosa, después sexualmente es una histérica, que ya no es más la madre dadora de la mañana, ahora es una mujer que no está contenta con su sexualidad, que después es un hombre que va a trabajar o que piensa en lo real, porque uno cree que es la mujer pero es lo masculino que la mujer tiene lo que a veces ordena, de una manera espectacular, las casas, las empresas. Es lo femenino del hombre lo que le permite vivir. Por eso que no está mal pensar que a la mujer le cuesta ser mujer, porque el hombre, que no es mujer del todo, sin embargo alcanza la posición femenina, siendo el lugar desde donde se escriben la ciencia y la poesía, con bastante más facilidad que la mujer. Recién este siglo pasado hay una incursión de la mujer en los campos de la poesía y la ciencia, cuando es algo que le pertenece a ella, es la posición femenina la que escribe.

A.D.: Es como cuando dice Menassa: Las fiestas, las organice quien las organice, siempre las organiza una mujer, aunque sea un hombre.

M.O.M.: Si no hay una mujer deseando una fiesta, no hay fiesta.

A.D: En el sentido que tiene que ser lo femenino de ese hombre o de esa mujer.

M.O.M.: Bueno, si no gobiernan las mujeres todavía, si no son las dueñas del mundo, es porque siempre se enamoran.

A.D.: El amor las vence, siempre.

M.O.M.: Siempre las vence.

A.D.: El amor a la madre, porque…

M.O.M: Bueno, eso ya lo dirá después.

A.D.: Bueno, no creo que me dé tiempo.

(sigue...)

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