La sexualidad
femenina es algo que nos incumbe a todos y a todas, a cada
uno y a cada una, forma parte de la sexualidad de cada uno,
no es sólo una cuestión de mujeres, pero es
verdad que la manera de hacerse sujeto sexuado, sujeto de
la sexualidad es un poco diferente para los hombres que para
las mujeres. Si permanecen en esa sexualidad infantil les
va a traer problemas; es sólo en el camino que se
diferencian no en permanecer como sujetos sexuados.
Hay una frase que dice: sin cuerpo, sin pensar en las relaciones
sexuales, todo es fácil para ella, y todo es fácil
para él, pero cuando se trata de la heterosexualidad,
para todos es complejo.
Lo que es imposible para una mujer es ser una mujer, lo que
es imposible para un hombre es ser un hombre. ¿Qué quiere
decir eso? Así como uno puede ser presidente de un país,
sea hombre o sea mujer, así como puede ser ingeniero,
puede ser médico, puede ser físico nuclear, puede
ser abogado, puede ser odontólogo, ahí no se
pone en juego la sexualidad, excepto que haya una inhibición,
una inhibición en el trabajo, una inhibición
en la creación, una inhibición en cualquiera
de las cuestiones habituales, quiere decir que no tiene problemas
con esa cuestión sino con su ser sujeto sexuado. Cuando
no tolero las diferencias entre los compañeros, no es
que no tolere la diferencia entre los compañeros, es
que está presente aquella sexualidad infantil donde
el acceso al saber acerca de la diferencia sexual lo hago cada
vez y cada vez me turba, me perturba, me inquieta, me produce
ciertos trastornos, o me produce cierta rebeldía,
o me produce cierto horror.
A veces me horrorizan mis compañeros, me producen cierto
horror mis compañeros, me produce cierta rebeldía
la diferencia que hay entre mis compañeros y yo, o aparece
el desprecio, algo que tiene que ver con el camino que cada
uno recorrió para llegar a ser mortal, para llegar a
ese hecho que nos constituye como humanos y a la diferencia
sexual, cuestiones que son imposible de acceder a ellas. ¿En
qué sentido?: que no se termina de ser mortal, que no
se termina de aceptar la diferencia sexual, como no se termina
de ser mujer ni se termina de ser hombre. Uno termina ingeniería,
termina arquitectura, termina medicina, hace un trabajo y lo
termina, pero nunca sé exactamente lo que tengo que
hacer frente a otro cuando se juega la diferencia sexual.
Ya Freud cuando trabajó teóricamente la teoría
sexual, en un texto que llamó "Tres ensayos para
una teoría sexual" y dijo, nos diferenciamos los
humanos, los seres hablantes que somos los humanos del resto
de las especies en que tenemos una sexualidad que acontece
en dos fases y un período de latencia entre las dos
fases. En la primera fase que se denomina la sexualidad infantil
accedemos al significante madre y al significante padre, y
accedemos a una pequeña diferencia sexual, por una vía
no de la percepción, ni del conocimiento, sino vía
significante y por medio de las pulsiones.
Todo se construye en el ser humano, también las pulsiones.
Las pulsiones, habrán escuchado hablar, de las pulsiones
orales, las pulsiones anales, las pulsiones fálicas,
las pulsiones escópicas y las pulsiones invocantes.
En el primer tiempo de la sexualidad infantil, para el niño
y para la niña, no hay ninguna diferencia sexual, sólo
hay pulsión oral, donde se va a hacer la boca, donde
va a aprender a recibir, va a aprender a separar el alimento
de la madre y a sí mismo del alimento, y va a constituir
el goce de la boca, y lo va a hacer justamente cuando pierde
el pecho.
Para capturar un objeto primero tenemos que concebir su presencia
y su ausencia, donde la ausencia es la forma más fuerte
de la presencia. Cuando lo pierdo, más aun, cuando vea
a otro niño tomar el pecho me daré cuenta que
yo también lo he tomado, pero cuando me separo del pecho,
en ese momento, lo vivo, me constituyo la boca, me constituye
el saber recibir, el pedir y el que me den. En ese momento,
para el niño y para la niña, sólo hay
madre y niña, niño, en ese momento niño
y niña no mantienen ninguna diferencia sexual, podríamos
decir que ambos tienen sexualidad masculina, que en realidad
es sin sexo, vamos a decir masculina porque podemos considerar
que la primera fase de la sexualidad va a dar la masculinidad
y en la segunda fase accedemos a la feminidad, en todos tanto
en el hombre como en la mujer.
Hay un antes y un después, después de concebir
que existen los órganos genitales. Los órganos
genitales tampoco son algo que vamos a acceder a ellos por
la visión, son también del orden significante,
tiene que connotarse como presencia y ausencia. En un principio
sólo vamos a saber de un órgano genital, vamos
a creer que las niñas tienen órgano genital masculino.
Todos concebimos durante una época que la madre tiene
como órgano genital un pene, que niños y niñas,
tienen el mismo órgano genital, incluso la primera diferenciación
entre animados e inanimados es que unos tienen pene y otros
no. Esto es después de las pulsiones orales y las pulsiones
anales. ¿En qué sentido? Con las pulsiones anales
voy a aprender a dar, va a haber por primera vez otro, en las
pulsiones orales no hay otro; no hay otro, en el sentido que
yo demando a Otro que ni siquiera sé que existe.
Sólo en la demanda del Otro, cuando el otro me pide,
ya es otro nivel; todavía no sé dar lo que no
tengo, sólo doy lo que tengo y además lo retengo,
es el momento del control de esfínteres, la obediencia
y la no obediencia, el orden y el desorden, la obstinación,
el desafío, es decir, se va forjando ese placer del
erotismo anal, de cada uno, como se ha forjado el placer del
erotismo oral de cada uno. Cuando comienza la primera etapa
sexual, la primera organización psíquica donde
aparece lo sexual, que se llama la fase fálica, donde
atribuimos también a la madre un pene como órgano
genital, un órgano masculino, el que se ve, lo que es
visible. Es como estar en un racionalismo donde sólo
creemos en lo que vemos, creemos que una mujer es una mujer,
que un hombre es un hombre, no concebimos una ciencia que no
sea cuadriculada; si habitamos esa sexualidad infantil concebimos
todo del orden de lo visible y hasta lo que no vemos lo suponemos
ordenado como lo visible, está todo cuadriculado, no
podemos pensar ningún tipo de abstracción.
M.O.M: ¿Lo concebimos así por una argucia de
la razón o por una argucia de los Estados o los modos
de convivencia?
A.D.: Yo soy propenso por una argucia pulsional, en realidad
construimos este tipo de Estados y de modos de convivencia
porque somos un poco…
M.O.M.: ¿Cuadriculados?
A.D.: Sí, un poco anales, no hemos llegado socialmente
hablando a un nivel de organización que incluya la diferencia
sexual. Cuanto más civilizado es un pueblo más
ha aceptado la diferencia sexual, porque acepta hombres y
mujeres, la existencia de los hombres y de las mujeres, las
diferencias sexuales.
M.O.M.: ¿La existencia de hombres y de mujeres o la
existencia en mí de un hombre y una mujer?
A.D.: Sí, exactamente, la existencia en mí de
un significante hombre y un significante mujer, hace que acepte
la existencia de hombres y mujeres en la realidad. En realidad
si hay significante mujer siempre está en relación
al significante hombre, al significante padre y al significante
madre. Este hecho, que nos dice Freud, de constituirse en dos
fases es porque en la primera fase voy a constituir el significante
padre y el significante madre y, en la segunda fase, la metamorfosis
de la pubertad, voy a constituir el significante hombre y el
significante mujer. Un significante nunca es aislado, es entre
otros significantes, un significante no puede significarse
a sí mismo.
M.O.M.: Un humano tampoco.
A.D.: Un humano tampoco, un humano siempre es entre otros
humanos. Somos el producto de nuestras relaciones, de hecho
si cambiamos de relaciones o de modo de relacionarnos, o
si introducimos una nueva relación en nuestra vida… introducimos
un psicoanalista en nuestra vida y nos cambia la vida, introducimos
un amigo en nuestra vida y nos cambia la vida…
M.O.M.: Un libro, a veces.
A.D.: Introducimos un libro y nos cambia la vida. Una nueva
teoría, y nos cambia la vida. Un nuevo significante,
digamos.

Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2732)
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Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2731)
M.O.M.: Nuevas palabras, digamos, porque
si no fuera así, no podría ser que los cómicos
utilicen más palabras que un periodista.
A.D.: Sí, a veces no entendemos
a los cómicos, no capturamos la sutileza o el chiste,
en cambio al periodista… Nos tragamos todo. A veces
nuestra manera de aprender ciertas palabras nos impide aprender
nuevas palabras, porque las damos consistencia y las palabras
no tienen consistencia.
M.O.M.: Las únicas palabras importantes,
me dijo una persona, son las que aprendí en mi hogar.
A.D.: ¡Ja, ja! De eso quiero hablar
hoy, quiero que la sexualidad femenina quede vacía
de sentido, vacía de contenido y que no sea atribuida
a nadie en concreto. Es vaciarla de consistencia lo que nos
va a permitir avanzar e incluir nuevas palabras en nuestra
vida, si no es así es muy difícil, si una palabra
tiene un sentido muy concreto no la podemos utilizar en ciertas
frases, sólo las podemos utilizar en frases determinadas,
estamos atrapados en veinte frases y vivimos encarcelados
en ellas. No podemos leer un libro nuevo, no podemos conocer
un autor diferente, nada diferente, eso que nos decía
el doctor Menassa "yo considero palabras sólo
aquellas que aprendí entre familiares".
M.O.M.: También leí algún
libro, doctora.
A.D.: ¿Cómo? ¡Ja, ja!
Bueno, que el doctor Menassa nos aclaraba con un ejemplo.
No que al doctor Menassa le pasaba eso. Bueno, el doctor
Menassa es el inventor de nuevos sentidos en las viejas palabras.
En uno de sus versos dice algo así: Llené el
mar de palabras antiguas y hundí el mar. Hay que quitarle
los contenidos antiguos a las palabras, hay que quitarle
la consistencia, para que la sexualidad femenina sea un aporte
a la sexualidad de todos.
Freud escribe Tres ensayos para una teoría
sexual, y que es una gran novedad, en 1905; estos textos
sobre la sexualidad femenina los escribe más de 20
años más tarde, y nos dice: traigo una novedad
que no va a gustar a nadie. Las verdades nunca gustan, no
se sabe por qué pero nunca nos gustan… luego
nos hacen mucho bien, nos cambian la vida, nos dan una vida
mejor, pero… Además tendemos a compararlas,
a conocerlas, a comprenderlas, a reducirlas a nuestra comprensión,
y eso no es conveniente porque cuando uno reduce un pensamiento
a su conocimiento lo va a transformar en otra cosa, hay que
dejarlo un poco a la deriva, no hay que entender del todo,
no todo, algo. Si entiendo algo no tengo que querer entender
más, porque ya si entiendo más lo estropeo.
Es el ejemplo del doctor Einstein que le preguntaron acerca
de la teoría de la relatividad, él se lo explica
y el que preguntaba insistió: no entiendo, y el profesor
Einstein volvió a explicar y el que preguntaba seguía
sin entender, y así hasta que dice: sí, ahora
entiendo. Y Einstein le dijo: bueno, pero eso que usted entendió ya
no es la teoría de la relatividad.
Querer entender todo no es la vía
del saber, porque no hay todo, la vía del saber es
entender algo y esperar a entender lo siguiente cuando corresponda
entenderlo. Es como cuando uno está estudiando. Freud
tenía esa serenidad, iba trabajando cuestiones que
a él también lo cuestionaban, a él también
le producían afectos, le afectaban, tampoco le gustaban,
pero las toleraba y esperaba, decía: nunca elijo los
temas, siempre espero que los temas se presenten a ser trabajados
por mí. Y el tema de la sexualidad femenina no se
presentó a ser trabajado hasta muchos años
después de Tres ensayos para una teoría sexual.
M.O.M.: Eso tiene sentido, todo poeta tiene
que vencer la moral con la cual venimos al mundo y por la
cual nos inyectan todo lo demás. Freud tuvo que vencer:
pequeño, burgués, intelectual y judío. Él,
para descubrir lo que iba descubriendo, tenía que
encontrarse permanentemente con estos obstáculos ignitos.
Contra lo pequeño, lo burgués, lo judío,
y también contra lo religioso en general.
A.D.: Y cuantos más obstáculos
vences… más fuerte te haces. Además
abre la posibilidad de concebir el vacío, de un nuevo
concepto, una nueva manera de pensar. No sólo lo lleno,
no sólo lo visible…
M.O.M.: El modo de producción también,
dentro de las teorías.
A.D.: El modo de producción, el
tiempo, el concepto de tiempo.
M.O.M.: Quiero decir que no es excusa que vivamos en una
familia tal, no es excusa que tengamos una ideología,
tal, que tengamos el miembro viril pequeño ni es excusa
que… no hay excusas, Freud mostró que no hay
excusas. Lo que iba descubriendo estaba en contra de lo que él
pensaba. Y si quiere ver lo que realmente pensaba compare
las cartas a Marta, su novia, con los descubrimientos sexuales
que hace, él ahí actúa en contra de
Sigmund.
A.D.: Eso que las cartas de Freud a su novia
son ejemplares, porque trata a su novia como a un humano.
M.O.M.: Sí, pero pensando la diferencia
entre el poema y quien lo escribe, yo no puedo pensar que
poemas que he escrito los haya escrito, no lo puedo pensar.
Esos días, esos poemas, esos momentos científicos,
soy atrapado por las ciencias, por la poesía, que
son más grandes que yo. Burgués e intelectual,
no quiere decir comer bien, ni quiere decir tener un buen
trabajo, ni provenir de una buena familia, es un modo de
pensar que los Estados actuales necesitan y fundamentan.
A.D.: ¿Es una ideología?
M.O.M.: Es un modo de pensar, porque estar
en contra de disciplinas científicas, más allá del
alcance que tengan, ponerse en contra desconociéndolas,
eso habla de que no estamos dominados por seres inteligentes,
estamos dominados por ideologistas.
A.D.: Pero es para mantener a la madre
fálica, porque mantener la sexualidad masculina y
la femenina, mantenerla vigente como inferior o superior,
o como variantes estereotipadas.
M.O.M.: Yo doy un paso más, si yo
trabajo de día está muy bien que discrimine
el día y la noche, pero si yo no trabajo ni de día
ni de noche no tengo por qué tener marcadas esas diferencias.
A.D.: Si no se mantienen relaciones no
tengo por qué discriminar las diferencias. Y las diferencias
son complejas. Tengo que tener discriminado que padre, madre,
hombre y mujer, son diferentes, porque cuando yo no separo
mujer de madre… no es que me parezcan horribles las
mujeres, es que me parece horrible que mi madre no tenga
pene y lo desplazo a las mujeres, y no es que tenga problemas
con las mujeres, tengo problemas con la madre, y a la mujer
le pasa lo mismo.
M.O.M.: Lo interesante es mostrarle a la
gente que en la misma persona acontece que por la mañana
iría al colegio como un niño de 4 años,
de una manera espléndida, maravillosa, después
sexualmente es una histérica, que ya no es más
la madre dadora de la mañana, ahora es una mujer que
no está contenta con su sexualidad, que después
es un hombre que va a trabajar o que piensa en lo real, porque
uno cree que es la mujer pero es lo masculino que la mujer
tiene lo que a veces ordena, de una manera espectacular,
las casas, las empresas. Es lo femenino del hombre lo que
le permite vivir. Por eso que no está mal pensar que
a la mujer le cuesta ser mujer, porque el hombre, que no
es mujer del todo, sin embargo alcanza la posición
femenina, siendo el lugar desde donde se escriben la ciencia
y la poesía, con bastante más facilidad que
la mujer. Recién este siglo pasado hay una incursión
de la mujer en los campos de la poesía y la ciencia,
cuando es algo que le pertenece a ella, es la posición
femenina la que escribe.
A.D.: Es como cuando dice Menassa: Las
fiestas, las organice quien las organice, siempre las organiza
una mujer, aunque sea un hombre.
M.O.M.: Si no hay una mujer deseando una
fiesta, no hay fiesta.
A.D: En el sentido que tiene que ser lo
femenino de ese hombre o de esa mujer.
M.O.M.: Bueno, si no gobiernan las mujeres
todavía, si no son las dueñas del mundo, es
porque siempre se enamoran.
A.D.: El amor las vence, siempre.
M.O.M.: Siempre las vence.
A.D.: El amor a la madre, porque…
M.O.M: Bueno, eso ya lo dirá después.
A.D.: Bueno, no creo que me dé tiempo.
(sigue...)
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