M.O.M.: Hasta
las canciones, "Tenía el muchacho ojos azules,
y una mujer luchó a la par…", luchó a
la par, tenía nombre y apellido, pero tenía
ojos azules…, la mujer… Son canciones semi-revolucionarias.
A.D.: Porque al niño le toca enamorarse de la madre
de manera feliz y para siempre, a la niña le toca un
amor con la madre, intenso pero un amor fatal, un amor que
va a terminar, un amor que termina en odio. Han visto cuántas
mujeres tienen problemas con la madre, cuántas discusiones
entre una madre y una hija...
M.O.M.: No quieren confesar la verdad, que están enamoradas
de la madre.
A.D.: ¡Confiesen! Que conste que es un amor secreto,
nadie sabe de esas discusiones, no lo dicen.
M.O.M.: Esa es una diferencia sexual fundamental, vean cómo
nos llevamos…
A.D.: Fantástico, una paz, una tranquilidad… Y
a la mujer le pasa que a veces ama como en el amor fatal…
M.O.M.: Yo estoy estudiando, estoy preparando un nuevo libro,
donde los hombres temen entrar en competencia con el padre.
Los niños esperan que el padre se vaya, que no esté en
la casa para enamorar o tratar de enamorar a la madre, en cambio
las mujeres compiten con la madre por el padre, para enamorar
o tratar de enamorar a la madre. Se meten en la cocina, hacen
la cama, le atan los zapatos… Entonces en esa competencia
la señora que es más vieja que ella le dice algo,
no le dice la verdad pero le dice, y ella entra en discusión.
A.D.: Pero todo eso son permanencias, residuos y regresiones
a la sexualidad infantil, porque…
M.O.M.: A veces es bueno porque si uno tiene una madre que
sabe cocinar, te transmite eso.
A.D.: Dice Freud que el hombre tiene horror a la madre y
desprecio a la madre y lo traslada, lo desplaza a las mujeres
y tiene horror a las mujeres y desprecio a las mujeres, pero
en realidad quien le produce horror y desprecio es la madre… Por
ser afálica, por no tener pene..
M.O.M.: Muchos hombres tienen horror a las mujeres, en lo
que se refiere a la sexualidad, muchos más de lo que parecen,
y como nadie te dice nada, y prima el horror a lo femenino.
A.D.: El desprecio también.
M.O.M.: Una mujer puede cambiar la vida de un hombre.
A.D.: ¿Otro hombre no?
M.O.M.: No. El asunto de la madre es muy importante, viene
una mujer y te hace cambiar la posición. O sigues enamorado
de tu madre y la desprecias o te enamoras de la mujer y desprecias
a tu madre. Te cambió la vida, eres otro. Los otros
hombres, la fábrica, los jefes, no te cambian.
A.D.: En realidad si ha amado a su madre, ahora podrá amar
a otra mujer.
M.O.M.: Exactamente, según la historia de la Humanidad
tendría que ser así.
A.D.: Ese horror y ese desprecio se tendrían que terminar,
tendría que ser un instante en la constitución
sexual del hombre, como el odio y la hostilidad hacia la madre
en la mujer.
M.O.M.: No es la madre, por favor, no es esa madre.
A.D.: Sí, las madres padecen en ellas lo que le pasa
al sujeto con los significantes que los constituyen. Las madres
lo dicen.
M.O.M.: Yo me tengo que separar de mi madre, de mi familia
primitiva y eso puede ser una frase o un acto. Me tengo que
separar de mi familia primitiva porque si no, no tengo mundo.
Vivir en el mundo y perdértelo… pero es una frase.
Ahora tengo un caso que le dijeron ¡ay, mi niña,
pero qué fea que eres! En un tono amoroso. Es un bombón,
pero va por la vida deprimida. Y ya tiene 30 y pico de años.
A.D.: Pero ella se cree fea. No se dan cuenta del poder de
sus palabras, no se dan cuenta que a cualquiera que amen
sus palabras tienen poder. Sus frases tienen un valor que
no tienen las frases que vengan de otro lugar. Eso le pasa
a todo el mundo. Por eso, por lo general, nadie quiere amar
a nadie. Los padres sabiendo que sus palabras tienen ese
poder podrían
aprovechar para educarlos.
M.O.M.: Para mandar a los niños al colegio.
A.D.: Pero les dan un doble mensaje, ¡vete al colegio!,
pero quédate conmigo ¡Búscate novia!, pero
no salgas de casa, ¡dónde vas a encontrar a alguien
que te cuide como yo te cuido!
M.O.M.: ¡En esta misma sala, podríamos averiguar
cuántas de las personas que están en la sala
cuentan las cosas de su vida a la madre!
A.D.: Eso es increíble, sí, pero cierto.
M.O.M.: No le cuentan lo que pasó en una clase, le cuentan
que con el vecino tal y cual…
A.D.: Y eso hace que tu vida quede recortada,
aunque no te des cuenta, porque tienes que hacer una vida
contable, que se pueda contar a una madre.
M.O.M.: Eso pasa tanto a las chicas como
a los chicos, a los chicos nos pasa más tarde…ja,
ja, porque también está el hecho de hacer hazañas:
como se las tengo que contar a mi madre, entonces hago hazañas,
meto 5 goles como hace Messi…
A.D.: Recordé esos versos de un
poema de Menassa que dice algo así como "mil
bocas tuve que besar para olvidarte…" Él
tiene que olvidar…
M.O.M.: Se besó los mil labios y
después le echó la culpa a la madre.
A.D.: Sí, claro: ¡No, es que
era para olvidar a mamá!
Pero ella siempre anda en esa oscilación,
entre amar como amó a su madre o amar como amó a
su padre. Dicen que es más pacífico el amor
al padre que el amor a la madre. Los amores que empiezan
bien y terminan fatal…
M.O.M.: Yo cuando veo a las parejas peleándose
siempre veo eso, su modo de gritar, lo que dicen: ¡Que
no soy tu madre! ¡Que no soy tu madre! No lo saben,
pero lo saben.
A.D.: Hay que amar a los padres para poderlos
sustituir, como son los primeros objetos…
M.O.M.: Son los que te dieron la vida,
te dieron de comer, te mandaron al colegio…
A.D.: De hecho, cuando un adulto no sabe
amar, tampoco supo amar a los padres.

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Dibujo original de Miguel Oscar Menassa (D2730)
M.O.M.: Tampoco y ¡vaya a saber si
la madre lo quiso! La madre transmite todo. Si cuando lo
tengo en brazos se me endurecen los brazos, pues el chico
va a tener algunos problemas con el amor.
A.D.: Si soy un poco "no me toques" y
cada vez que viene el niño… le detengo en su
manifestación amorosa.
M.O.M.: Le tengo que depositar en la cunita,
no tocarlo.
A.D.: O mirarlo cuando le doy el pecho,
no mirar para cualquier lado esperando impaciente a que termine,
porque tengo que hacer otras cosas.
M.O.M.: Las contradicciones de la madre
son múltiples, porque por un lado cuando le doy de
comer quiero que coma rápido, pero cuando lo baño
lo toqueteo, tardo mucho. O cuando el médico receta
supositorios las madres se restriegan las manos…
A.D.: Ahora me voy a vengar de todo el
trabajo que me da.
M.O.M.: Menos mal que ya no se recetan
más.
A.D.: Aprender a amar y a gozar es muy
complejo, es la madre la que enseña a amar y a gozar,
tanto al niño como a la niña.
M.O.M.: Esto que parece tan complejo es
muy sencillo, si la madre puede ser madre, el chico va aprendiendo
el amor, la entrega… hasta el trabajar. Hay un valsecito
que dice: "De todos tus hijos, madre, el peor de todos
fui yo, de niño te di trabajo…", de niño
ya sabía que eso era un trabajo.
A.D.: Todo tiende a ser normal, pero en
general somos ingratos, no pensamos que fue un trabajo.
M.O.M.: A mí siempre me han tratado
bien, cuando yo llegué al mundo, el mundo ya estaba
hecho, el agua potable, el asfalto...
A.D.: Tendríamos que pensar así,
llegamos al mundo y ya tendríamos que agradecer, pero
la gente sólo se acuerda del día que su madre
llegó tarde a recogerle a la guardería, no
recuerda todos los días que llegó temprano.
Hay reproches, por cierto, todos los reproches de las niñas
tienen que ver con el reproche de que no le han dado el órgano
que otros tienen.
M.O.M.: Y esto ocurre en todas las familias.
A.D.: ¿Cuál?
M.O.M.: Que el niño recibe de la
madre la ternura, el dar y el recibir, lo que pasa es que
nos detenemos en lo que no da.
A.D.: Sí, esto ocurre, tiende a
ocurrir como tiene que ocurrir, bien.
M.O.M.: La gente que no fue a la Universidad
se puede psicoanalizar mejor que la gente que fue a la Universidad,
porque en la Universidad te dicen muchas cosas raras, en
cambio el que no fue a la Universidad tiene sólo las
frases de la Escuela Primaria.
A.D.: Cuanto más entificadas tengas
las palabras, más difícil es que te entren
nuevas palabras, tienes las palabras atadas a significados.
V.V.: Enquistadas.
A.D.: Enquistadas, metidas en un sistema
de pensar que no hay manera de que entre en otra manera de
pensar.
M.O.M.: Una pregunta: ¿Usted piensa
posible una revolución femenina? ¿de mujeres?
A.D.: Yo creo que si no hay hombres que
estén de acuerdo, no puede. Si no tiene aliados… Querer
hacer una revolución femenina, solas… Eso es
machismo, eso es en contra, no es una revolución femenina
tampoco. Pero yo creo que psicoanálisis para todos,
salud para todos, escritura para todos, trabajo para todos,
eso es revolucionario. Que esté permitido, no que
sea obligatorio todo, cada uno puede elegir hasta el paro.
V.V.: Incluir la diferencia sexual es lo
revolucionario, ¿no?
M.O.M.: Es todo mentira, la libertad no
existe.
A.D.: Nadie te la va a dar, pero te la
puedes tomar y trabajar para mantener los compromisos que
genera.
M.O.M.: Pero hay que enseñar eso.
Que la libertad la construyes o no tienes libertad.
A.D.: Tienen que saber que tomar el camino
de la libertad genera compromisos, pero la mujer no quiere
compromisos, y el hombre tampoco. Sólo piensan el
compromiso como compromiso matrimonial y porque tienen el
ideal de que eso les va a dar todo: la felicidad, el trabajo,
el dinero…
M.O.M.: De golpe me veo bañándome
a las 7 y media de la mañana y pienso "estoy
loco", pero no, es que tengo un compromiso a las 8 y
media.
A.D.: Los compromisos dan libertad. Pero
nos educan mal, nos dicen que los compromisos te atan, te
esclavizan…
M.O.M.: En un momento de la clase dijiste
que había que vaciar la palabra sexualidad femenina
de contenido, y si pensamos a la mujer podemos decir que
la mujer puede tener cualquier sexualidad, puede tener cualquier
genitalidad, y puede también no tenerla y eso también
es su sexualidad. Yo entendí eso.
A.D.: Además lo que descubre Freud
es que la sexualidad femenina no es una sexualidad complementaria
a la sexualidad de un hombre sino una sexualidad suplementaria,
es un demás. Freud nos dice: masculinidad y feminidad
son dos construcciones teóricas de contenido incierto,
para que no pensemos que una es de los hombres y otra de
las mujeres. Hablamos de la sexualidad de la mujer porque
al hombre se le permite tener sexualidad.
M.O.M.: El hombre escribió más
novelas.
A.D.: En las novelas está el hombre
y la mujer, pero siempre desde el punto de vista de la sexualidad
del hombre.
M.O.M.: La poesía es más
contundente, es un arte mayor, al lado de la novela. No cuenta,
no se mete en eso, en cambio en una novela tiene la intención
de contar algo y lo que cuenta es el modo de relacionarse.
Antes pensaba que las novelas eróticas eran algunas,
me quedé pensando, y ahora, actualmente, pienso que
todas las novelas son eróticas. Si leemos fino, vemos
de-seos por todos lados, relaciones por todos lados.
A.D.: Si distinguimos genitalidad y sexualidad,
las relaciones son el encuentro de dos sexualidades complejas.
En general, en las novelas, la del hombre es compleja pero
la de la mujer es estereotipada.
(sigue...) |