Sumario

MIGUEL MENASSA
Facultad de Medicina de Alcalá de Henares
13 de abril de 2011

La transferencia en psicoanálisis (I)
La transferencia en psicoanálisis (II)
Amelia Díez Cuesta
La sexualidad femenina (I)
La sexualidad femenina (II)
La sexualidad femenina (III)
Periodismo de investigación
Avatares de lo sexual
Miguel O. Menassa
Sobre las relaciones de pareja
Sigmund Freud
Inhibición, Síntoma y Angustia (1925-6) (III)
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PERIODISMO DE INVESTIGACIÓN


DE NUESTROS ANTECEDENTES:

AVATARES DE LO SEXUAL

En 1917, Sigmund Freud, señaló en sus conferencias en la Universidad de Viena, que a primera vista las personas se hallan de acuerdo sobre el sentido de "lo sexual", asimilándolo a lo indecente, esto es, a aquello que no debe hablarse entre gente correcta. Y, a propósito, como ilustración recuerda una curiosa anécdota que es la siguiente: Los alumnos de un famoso psiquiatra, queriendo convencer a su maestro, de que los síntomas de los histéricos poseían con extraordinaria frecuencia un carácter sexual, le condujeron junto al lecho de una histérica, cuyos accesos simulaban innegablemente, el momento del parto. Sin embargo, el profesor exclamó con aire despectivo: "Está bien; pero el parto no tiene nada de sexual".

Digamos, que sigue resultando complejo delimitar el sentido de "lo sexual", a pesar de la aparente circulación de las palabras. Ahora bien, decir que entraña aquello relacionado con la diferencia de los sexos, resulta una definición excesivamente simple e insuficiente, tanto desde una mirada de las ciencias, como de la extensión sociológica de los términos. Y, si tomáramos como central el acto sexual en sí mismo, podría calificarse de sexual lo referente a la intención de obtener un goce por medio del cuerpo, es decir, aquello que tiende a lograr la unión de los genitales y la realización del acto sexual. Lo que sucede con esta apreciación, es que nos acerca a aquellos que califican lo sexual con lo indecente y que el parto no tiene nada de sexual. Y considerar, la procreación como el nódulo de la sexualidad, nos haría excluir del concepto una serie de acciones como las realizadas, por personas del mismo supuesto sexo, o bien la masturbación o el beso, por citar algún ejemplo, que no tienen la procreación como finalidad.

Si pensamos, acerca de cómo estas concepciones rigen la vida de las poblaciones ciudadanas, podemos decir que en las relaciones del saber y del poder, no hay una estrategia única, global, válida para toda la humanidad.

 

Citemos por ejemplo, la concepción ideológica, de reducir el sexo a su función reproductora, a su forma, aparentemente, heterosexual y a su legitimidad matrimonial. Es bastante notable, que esta opción, no cubre las variables que la realidad social muestra; ni alcanza a los medios empleados para uniformar a través de actitudes sexuales, las cuestiones concernientes a las variantes en juego, ni a las diferentes edades y segmentos de la sociedad.

Se trata de conjuntos y planificaciones estratégicas, que despliegan en relación al sexo, dispositivos específicos del saber y del poder, que adquieren una supuesta coherencia y alcanzan, en el orden del poder, una eficacia; y en orden del saber, una productividad que permite descripciones con su autonomía relativa.

En el proceso de control social de la sexualidad, aparecen figuras repetidas que representan anclajes en los desarrollos de las empresas del saber, como son: "la mujer histérica"; "el joven onanista"; "la pareja monogámica"; " el adulto perverso" etc. Cada una de estas figuras de la psicopatología, es el correlato de una estrategia, y a su manera, simbolizan los resultados de una regulación sexual de la población.

Está en juego, la producción misma de la sexualidad, a la que no podemos concebir como dada por la naturaleza, porque la naturaleza humana es una construcción histórica y continua que los estratos de poder intentan, por un lado, reducir a fórmulas establecidas; y por otro, el conocimiento, es instrumentado para abarcarlo como un dominio oscuro a descubrir, o bien como un elemento que precisa divulgación en discursos aparentemente liberales.

En realidad, se trata de movimientos históricos y no de realidades latentes. Es una gran red superficial donde la estimulación de los cuerpos, la regulación del placer y la presunta incitación al discurso, refuerza los controles y las resistencias se encadenan unas con otras. Sin duda, los contactos entre hombres y mujeres, han generado modelos de relación que han dado lugar a una regulación de los sistemas de alianzas. Esto quiere decir, que el dispositivo sobre la sexualidad, como el de la alianza, está unido en los designios legales, a quienes son los compañeros sexuales. Temas que dan lugar a controversias económico-políticas, entre los estamentos de poder, como pueden ser por ejemplo las disputas entre la iglesia y el estado, acerca de quién puede unirse a quién y cómo llamar a esa unión. Puede ser matrimonio o no, unión de hecho o como se lo quiera llamar, de tal modo que se regulan y determinan los parentescos, la delegación y el uso de nombres y fundamentalmente, de bienes.

Jaime Kozak
Psicoanalista
607 955 762
jaimekozak@grupocero.org
www.jaimekozak.com

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