PERIODISMO
DE INVESTIGACIÓN |
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DE NUESTROS ANTECEDENTES:
AVATARES DE LO SEXUAL |
En 1917, Sigmund Freud, señaló en sus conferencias
en la Universidad de Viena, que a primera vista las personas
se hallan de acuerdo sobre el sentido de "lo sexual",
asimilándolo a lo indecente, esto es, a aquello que
no debe hablarse entre gente correcta. Y, a propósito,
como ilustración recuerda una curiosa anécdota
que es la siguiente: Los alumnos de un famoso psiquiatra,
queriendo convencer a su maestro, de que los síntomas
de los histéricos poseían con extraordinaria
frecuencia un carácter sexual, le condujeron junto
al lecho de una histérica, cuyos accesos simulaban
innegablemente, el momento del parto. Sin embargo, el profesor
exclamó con aire despectivo: "Está bien;
pero el parto no tiene nada de sexual".
Digamos, que sigue resultando complejo delimitar el sentido
de "lo sexual", a pesar de la aparente circulación
de las palabras. Ahora bien, decir que entraña aquello
relacionado con la diferencia de los sexos, resulta una definición
excesivamente simple e insuficiente, tanto desde una mirada
de las ciencias, como de la extensión sociológica
de los términos. Y, si tomáramos como central
el acto sexual en sí mismo, podría calificarse
de sexual lo referente a la intención de obtener un
goce por medio del cuerpo, es decir, aquello que tiende a
lograr la unión de los genitales y la realización
del acto sexual. Lo que sucede con esta apreciación,
es que nos acerca a aquellos que califican lo sexual con
lo indecente y que el parto no tiene nada de sexual. Y considerar,
la procreación como el nódulo de la sexualidad,
nos haría excluir del concepto una serie de acciones
como las realizadas, por personas del mismo supuesto sexo,
o bien la masturbación o el beso, por citar algún
ejemplo, que no tienen la procreación como finalidad.
Si pensamos, acerca de cómo estas concepciones rigen
la vida de las poblaciones ciudadanas, podemos decir que
en las relaciones del saber y del poder, no hay una estrategia única,
global, válida para toda la humanidad.
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Citemos por ejemplo,
la concepción ideológica, de reducir el sexo
a su función reproductora, a su forma, aparentemente,
heterosexual y a su legitimidad matrimonial. Es bastante
notable, que esta opción, no cubre las variables que
la realidad social muestra; ni alcanza a los medios empleados
para uniformar a través de actitudes sexuales, las
cuestiones concernientes a las variantes en juego, ni a las
diferentes edades y segmentos de la sociedad.
Se trata de conjuntos y planificaciones
estratégicas, que despliegan en relación al
sexo, dispositivos específicos del saber y del poder,
que adquieren una supuesta coherencia y alcanzan, en el orden
del poder, una eficacia; y en orden del saber, una productividad
que permite descripciones con su autonomía relativa.
En el proceso
de control social de la sexualidad, aparecen figuras repetidas
que representan anclajes en los desarrollos de las empresas
del saber, como son: "la mujer histérica"; "el
joven onanista"; "la pareja monogámica"; " el
adulto perverso" etc. Cada una de estas figuras de la
psicopatología, es el correlato de una estrategia,
y a su manera, simbolizan los resultados de una regulación
sexual de la población.
Está en juego, la producción
misma de la sexualidad, a la que no podemos concebir como
dada por la naturaleza, porque la naturaleza humana es una
construcción histórica y continua que los estratos
de poder intentan, por un lado, reducir a fórmulas
establecidas; y por otro, el conocimiento, es instrumentado
para abarcarlo como un dominio oscuro a descubrir, o bien
como un elemento que precisa divulgación en discursos
aparentemente liberales.
En realidad, se trata de movimientos históricos
y no de realidades latentes. Es una gran red superficial
donde la estimulación de los cuerpos, la regulación
del placer y la presunta incitación al discurso, refuerza
los controles y las resistencias se encadenan unas con otras.
Sin duda, los contactos entre hombres y mujeres, han generado
modelos de relación que han dado lugar a una regulación
de los sistemas de alianzas. Esto quiere decir, que el dispositivo
sobre la sexualidad, como el de la alianza, está unido
en los designios legales, a quienes son los compañeros
sexuales. Temas que dan lugar a controversias económico-políticas,
entre los estamentos de poder, como pueden ser por ejemplo
las disputas entre la iglesia y el estado, acerca de quién
puede unirse a quién y cómo llamar a esa unión.
Puede ser matrimonio o no, unión de hecho o como se
lo quiera llamar, de tal modo que se regulan y determinan
los parentescos, la delegación y el uso de nombres
y fundamentalmente, de bienes.
Jaime Kozak
Psicoanalista
607 955 762
jaimekozak@grupocero.org
www.jaimekozak.com |